sábado, 26 de febrero de 2022

ORIOL EL PLASTA

 


En este estado se encontraba la Biblioteca de Sarajevo en el año 1996. Quien la bombardeó no fue la OTAN, por cierto. Creo recordar que por entonces hubo un clamor de NUNCA MÁS guerras, ¿les suena?

 

Estamos de nuevo en guerra en el Occidente ilustrado y faltaría más, el personal se agolpa en las ventanillas de reclamaciones, exhibiendo los papeles que les acreditan como víctimas de violencias bélicas diversas. Oriol Junqueras ha tenido la desvergüenza de postularse como ucranio de honor, oprimido por la fuerza bruta de la autocracia anticatalana, putanesca que es casi lo mismo que putinesca.

Lo de Junqueras es un caso extremo de hasta qué extremos de hipocresía puede llegar una refinada educación jesuítica. Él se define como “buena persona” y católico practicante, cuestión que, de ser aceptada por las academias, exigiría una redefinición de lo que es “bueno”, “católico” y “practicar”. Las moscas cojoneras son asimismo practicantes asiduas y repetitivas hasta la náusea, y deben ser consideradas buenas puesto que solo revolotean en torno a su obsesión magnificada. Si alguien las acusa de obsesivas y de revolotear encerradas siempre con un solo juguete, replicarán ofendidas que no están haciendo nada malo. Junqueras, igual.

Otro adlátere de la misma cofradía de dípteros publicó ayer en Facebook una foto de Belgrado bombardeada por la OTAN. La OTAN tiene mala prensa últimamente, tanto que cuesta recordar que la actual guerra no la ha declarado ella, y tampoco hasta ahora ha emprendido operaciones de ninguna clase. Tampoco declaró la OTAN la guerra de los Balcanes; quien lo hizo fue un autócrata tan paranoico como Vladimir Putin, aunque con menos poder fáctico. El inoportunamente evocado bombardeo de Belgrado por la OTAN tuvo lugar en 1999, después de cuatro años (1992-96) de atrocidades por parte de varios bandos enfrentados a muerte. Entre esas atrocidades fueron muy fotografiados los repetidos bombardeos serbios sobre la población de Sarajevo, que llegaron a los extremos de atacar con fuego de mortero un mercado, y destruir hasta los cimientos una biblioteca, representación simbólica de la cultura no concordante que se quería erradicar.

Slobodan Milosevic tuvo derecho a un juicio justo ante un tribunal europeo de derechos humanos. También lo tiene Putin, aunque es muy improbable que llegue a responder de sus actos ante un tribunal democrático de las jerarquía que sea.

No hay comparación posible, sin embargo, entre ellos dos y el Cardenal Mazarino, alias Oriol el Plasta. Él nunca ha hecho nada malo.

 

jueves, 24 de febrero de 2022

CUANDO TE CAE ENCIMA UN 18 BRUMARIO

 


Bombas sobre Kíev. NO a la guerra, SÍ sin reservas a la paz. (Imagen compartida del muro de Jordi Pedret Grenzner)

 

Ayer coincidieron en el calendario el 23-F y el 18-B. Una coincidencia fatídica para los cambios de ciclo, como sabemos desde la antigüedad; los idus de marzo de los que Julio César había de guardarse fueron a caer, inevitablemente, en la misma fecha más o menos y a ojo de buen cubero. Tenemos así en nómina para la efemérides del día a dos Napoleones (uno auténtico y el otro espurio), un teniente coronel de la Guardia Civil, un alegre tarambana del barrio de los Populares, y un autócrata oriental con hormigueo en el dedo de disparar misiles.

No hablaré de ninguno de ellos; voces más autorizadas que la mía lo han hecho, y seguirán haciéndolo a satisfacción plena de la verdad y sus circunstancias.

Voy a limitarme a recordar otro hecho que, si bien ocurrió en el mes de setiembre, es enteramente atribuible al fario del 18-B. Me refiero a lo que le ocurrió al rey de León Vermudo III, veinte añicos tan solo y un indomable corazón de león, cuando invadió tierras de Castilla con la idea de anexionarlas a su real patrimonio.

La hueste leonesa cruzó la frontera del Pisuerga y encontró a los castellanos en orden de batalla al otro lado del arroyo Tamarón. Desenvainó Vermudo la espada, alzóla en alto, dedicó una breve arenga a sus barones, y arrancó al galope contra el enemigo.

No le siguió nadie. Los barones leoneses alegaron después que el caballo del rey, de nombre “Pelayuelo”, corría demasiado por aquellos vericuetos y no había modo de seguirlo. Vermudo, seguramente debido a defectos de visibilidad de aquellos complicados cascos protectores, no se dio cuenta de que iba en soledad hasta el estertor postrero.

Se contaron en su cadáver hasta dieciséis lanzadas castellanas. Cambió el ciclo, y el condado de Castilla fue afianzando sus fronteras. A modo de consuelo póstumo, Vermudo fue enterrado con tanta solemnidad y boato que a día de hoy se conservan dos sepulcros suyos, dos: uno en San Isidoro de León y el otro en la colegiata de Santa María la Real de Nájera.

No me atrevo a extraer una moraleja de la historia. Pero deseo a todos mis amigos/as, conocidos/as y saludados/as que no les toque nunca un 18 Brumario por padecer. No está el horno para bollos.

 


Panteón de los Reyes en San Isidoro de León.

 


miércoles, 23 de febrero de 2022

A PROPÓSITO DE OTRA COSA

 


Los chicos de ahora mismo en el PP (fuente, El País).

 

«Entiendo la política como el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros.» Tal ha sido la despedida en el Congreso de un líder político que no dejará huella; tal ha sido su última posverdad, porque, en toda su trayectoria parabólica, una constante ha sido la falta repetida al respeto a sus adversarios, y los rifirrafes y las pequeñas emboscadas a sus compañeros. La última, tendente a convertir a una colega trumpista en chivo expiatorio, le ha resultado mortal de necesidad.

Una cosa es el relato y otra el tema de fondo, sin embargo. Nos presentan la historia como un pulso entre Casado y Ayuso, con el primero derrotado y la segunda vencedora. Pero más cierto es que los derrotados son los dos. El Congreso extraordinario del PP cambiará el rumbo de colisión que entre ambos venían marcando, y lo reconducirá hacia carriles más congruentes con los objetivos de toda la vida de la gran derecha. Se impone la realpolitik, y es lo que va a representar el no menos corrupto Feijoo en esta encrucijada. Mañueco habrá de resituar sus ambiciones, Vox volverá (previsiblemente) a quedar confinada en su territorio comanche, y el tema Ayuso se resolverá con discreción de curia vaticana. Se encontrará una solución al desvarío, pero será a medio plazo y de amagatotis. A MAR no le quedan más palomas por sacar de su galera de mago, y la lideresa habrá de acostumbrarse a achantar la mú de cuando en cuando, como solución más conveniente para que la Fiscalía no se acuerde de pronto de los beneficios irregulares concedidos a su hermano.

El tema de fondo en este sainete no es la corrupción; no lo ha sido nunca, todo ha venido a propósito de otra cosa. La causa del desastre ha sido el anhelo monclovita aquí y ahora, a cualquier precio, de unos políticos mal asentados y convencidos de que en una situación así más valía salto de mata que ruegos de hombres buenos. Casado nunca ha intentado leer correctamente el contexto; Ayuso, tampoco. Lo que les ha matado a los dos no ha sido su rifirrafe ante las cámaras con todos los micrófonos abiertos; sino precisamente el contexto.

Es decir, el poscovid, Ucrania, el Grupo Popular europeo y sus advertencias repetidas, los ratings internacionales de calidad democrática, el abrazo desesperado de la derecha corrupta a un Poder judicial caducado que está asimismo en el columpio.

Y la necesidad imperiosa de un giro en la economía apuntando a una mayor calidad, remuneración y humanización del trabajo, a fin de conjugar progreso y bienestar. Algo que ha entendido una parte del empresariado (otra no), y que no acaba de entender una parte del proletariado que todo lo reduce a una cuestión de trincheras.

La situación no va a mejorar en lo sustancial después del Congreso extraordinario del PP, mejor no hacerse ilusiones. Pero entramos en una etapa distinta, y el Gobierno de progreso sigue en cabeza en la regata, después de doblar una nueva boya. No todo está yendo a pedir de boca, pero el único remedio posible es mantener el rumbo del balandro con una mano firme, y tentarse la ropa con la otra, la que queda libre.





martes, 22 de febrero de 2022

ALGO QUE ES TIERRA EN NUESTRA CARNE

 


“Aqueste mar turbado, ¿quién le pondrá ya freno?” Recitado en el escenario del colegio La Salle Maravillas de Madrid, hacia 1958.

 

Se cumple un aniversario más de la muerte de Antonio Machado en Colliure. Morir fue, en su caso, únicamente un rito de paso hacia la supervivencia en la memoria de la humanidad. De la humanidad hispanoparlante, preciso, porque Machado no ocupa el lugar que merece entre los lectores de poesía de otras lenguas. Toda la poesía se traduce mal, pero la machadiana con mayor razón, porque carece de palabras en mayúscula, de ritmos esdrújulos ni de significados explosivos. De énfasis, en una palabra. Decía don Antonio que la buena poesía debe recitarse como el cuento de la buena pipa, a coro infantil y con sonsonete. Hay muchos ejemplos de esa cualidad rara e intraducible en sus libros. Pongo uno, porque fue el primer poema que me aprendí de él: «Anoche cuando dormía». Cuando yo era un niño de pocos años y temperamento inquieto, mi padre, al que gustaba remolonear los domingos en la cama con un libro viejo en la mano, me obligaba a echarme a su lado (así no hacía ruido ni rompía cosas), y me leía en voz alta piezas solicitadas de “Las mil mejores poesías de la lengua castellana”, un volumen que sigue en mi biblioteca, ahora con la encuadernación recompuesta. Lo preparó y seleccionó José Bergua, fue impreso en “Sáez Hermanos” de Martín de los Heros 65, y no lleva fecha de edición aunque puede dar una pista el hecho de que abarca composiciones entre 1135 y 1935.

Mi poesía favorita número uno de entonces, la primera entre mis solicitadas para la mañana de los domingos, era “La canción del pirata”, de Espronceda, lo que ya dice algo del talante tempestuoso de mi niñez heroica (“Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies.”) Mi padre logró poco a poco inculcarme, sin embargo, el ideal clásico de sus dos favoritos, Machado y Fray Luis. Recité a Fray Luis (“En la Ascensión del Señor”) en mi segunda aparición en un escenario de colegio, de lo cual dejo constancia gráfica, y guardé eternamente un altar en mi memoria para don Antonio. Unos versos suyos me hicieron enrojecer en la adolescencia: “… Nosotros exprimimos / la penumbra de un sueño en nuestro vaso, / y algo que es tierra en nuestra carne siente / la humedad del jardín como un halago.” Me sentí señalado con el dedo, si bien después leí a críticos como Bousoño que daban al pasaje un significado metafísico. La metafísica queda bien como tapadera.

El año pasado dediqué también a Machado mi recuerdo en esta fecha, triste y solemne a un tiempo. Esta fue mi conmemoración: http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2021/02/el-sol-de-la-infancia-de-antonio-machado.html

 

lunes, 21 de febrero de 2022

NO ES PREOCUPI, SENYORA

 


John Kennedy Toole habría descrito de forma magistral esta crisis.

 

─ El mon s’està tornant boig!

─ No es preocupi, senyora; això, ja sol passar.

O. MONTLLOR, ’El Diluvi’

 

Unos cuantos miles de personas se han manifestado a favor de Ayuso y en contra de Casado, cortando el tráfico en torno a la ex sede del Partido Popular en la calle Génova, ex sede que sigue okupada por la banda que la reformó faraónicamente en negro, estafando no solo a Hacienda sino a todos los madrileños y españoles, sin distinción de sexo, ideología, lengua, medios de fortuna o posición social.

Esta manifestación es un epifenómeno, y como tal habrá sido vista en perspectiva por un Gobierno de progreso al que no afecta en ningún caso tan grande polvareda. Un Gobierno que ha conseguido completar el duro trance de la siembra trabajosa de una reforma laboral digna de ese nombre, y que ahora “espera junto al surco como el arado espera”, según diría el poeta Miguel Hernández.

Mientras tanto, los rumores interesados y no fiables lo invaden todo. Se dice que el Fracasado ha mordido el polvo y la Lideresa Gentil ascenderá a los cielos de la Moncloa de la mano de MAR, el paladín sin tacha, el hombre que, como el Campeador, obtuvo la victoria cada vez que entró en batalla.

Menos lobos, Caperucita.

No es preocupi, senyora.

MAR (Miguel Ángel Rodríguez para los amigos) es un artesano con cierta habilidad para la pirotecnia de salón y las sombras chinescas. Y en todo este desarrollo del “relato” de una bronca apenas trascendente, hay mucho de sombra chinesca en la pared de la caverna de Platón.

El “otro” Miguel Ángel fue capaz de crear una “Pietà” de un bloque de mármol; este de ahora anda afanado en sacar algo de provecho de un bloque de marmolillo.

Lo tiene difícil. En la barra de la cantina del cuartel de campaña de Vox, las escuadras, puestas en pie en filas rectas y marciales, observan boquiabiertas en la pantalla amiga (suya) lo que está sucediendo. Las proyecciones ficticias de una encuesta apresurada les dan un “sorpasso” regalado. Es dudoso, sin embargo, que Abascal tenga recursos para agrandar la brecha y llevarse la primogenitura de la oposición en la faltriquera. Tiene todo el contexto en contra, incluido el empresariado, y el lugar de su proyecto de país lo ocupa un enorme agujero. Derogar las leyes de violencia de género y de memoria histórica satisface sin duda sus instintos más bajos, pero mal puede calificarse de proyecto de país.

Otra derecha, seguramente de praxis más templada, surgirá de la pira en la que arden Casado y Ayuso, Mañueco y Abascal, en un revoltillo indigesto. La oposición al Gobierno de progreso, simplemente, se ha hecho más montaraz, y eso no resuelve ninguno de sus problemas constatados. Hoy, después de la manifestación en Génova y de sus consignas, aparece más alejada de la política y más próxima a una conjura de los necios.

 


Profeta anónimo soplando la vela para predecir el futuro.

  

 

sábado, 19 de febrero de 2022

NECESITAMOS AL PP

 


Ingrid Bergman, cabeza de cartel en el biopic dedicado retrospectivamente a Isabel Ayuso.

 

No me hagan caso, por favor. Cliquen en cualquier otro sitio web, hoy estoy de malas, lo advierto con toda lealtad.

Necesitamos un PP a poder ser corrupto, para hacer resaltar nuestra superioridad moral. A poder ser roto, de modo que nuestras profundas grietas parezcan por contraste meras arrugas debidas a la usura del tiempo. A poder ser torpe, infame, ruin y codicioso, defectos que no son los nuestros salvo en mínima parte.

Un PP tal y como providencialmente nos ha sido dado en esta hora de tribulación. Toquemos madera, la bronca exhibida con profusión barroca por el PP deja oculto detrás de una bambalina decorativa el desmoronamiento rápido y contundente de una “izquierda a la izquierda”, en parte sobrevenida en fecha reciente, y en otra parte fruto de un largo proceso de descomposición en capillas y banderías, todas las cuales reclaman su porción legítima de la herencia paterna.

Demos gracias rendidas al espectáculo operístico del PP, a esa “Giovanna d’Arco al rogo” admirablemente interpretada por una Ingrid llena de fuego y de bravura en el aria “Io per il mio frattello ammazzo!”

Núñez Feijoo reclama un congreso extraordinario para discutir serenamente las opciones: “O Pablo o Isabel, S.A.O.C. (Salvo Alguna Otra Cosa)”. Sí, por favor, la audiencia superará a la movilizada por la herencia de Paquirri. Será la comidilla de la actualidad, tendrá pendientes de su vaivén a todos los medios, abrirá los telediarios y ocupará todos los resquicios de las portadas.

Mientras tanto nosotros, herederos de todas las revoluciones y de todas las comunas, dispondremos de la tranquilidad suficiente para seguir reclamando sotto voce un análisis serio en profundidad de nuestros resultados electorales, y perseveraremos incansables en la ardua búsqueda de cotufas en el golfo.


Imagen prospectiva del inminente Congreso extraordinario del PP (“Fête galante”, de Antoine Watteau).

 

viernes, 18 de febrero de 2022

TÍTERES DE CACHIPORRA

 


Carmen y yo en Olimpia, verano de 2010. Había muchas ruinas y columnas caídas, pero no por culpa nuestra.

 

“Silverview” no es la “gran” novela póstuma de John Le Carré; tampoco “el secreto mejor guardado del maestro de los espías”, como se afirma en la banda del libro. Me habría gustado que Editorial Planeta se esmerara menos en el bombo comercial y más en los aspectos llamémosles tradicionales del arte de la edición: la traducción de Ramón Buenaventura es mediocre (y mal pagada, o no conozco el paño), las erratas salpican el texto, y la guinda del pavo es, en el Epílogo de Nick Cornwell, la mención de “la” Karla, como si el espía ruso hubiese sido una mujer.

El “maestro de los espías” tuvo guardado su manuscrito en un cajón porque algo en él no le acababa de convencer. Finalmente, su hijo dio el texto a la imprenta. Hizo bien, “Silverview” no es el mejor Le Carré, pero es puro Le Carré. Hay una filtración en una red, un espía huidizo, un tremendo esfuerzo de fontanería, y quien se hace cargo de recoger todos los hilos sueltos es en la vida privada, como lo era Smiley, como todos los maestros de espías de Le Carré, un cornudo. También se describe a un figurón situado al frente de las operaciones, cuya obsesión es minimizar los daños a costa de lo que sea (incluidos más daños). El nudo de la cuestión, sobre todo, como en todas las aventuras a las que nos convoca Le Carré, está en un conflicto insalvable de lealtades. El Servicio es algo omnipresente, y cuando sus leales servidores han dado al césar lo que es del césar, todo lo que les resta para ellos es humo y cenizas.

La novela ofrece además algunas perspectivas interesantes acerca de cómo ocurren en realidad las cosas en el mundo turbio de la política internacional. La tesis del autor es que lo que se ve en la línea de las candilejas son títeres de cachiporra, movidos por hilos parcialmente invisibles para el espectador distraído, pero identificables con facilidad si se hace un mínimo esfuerzo de indagación. La verdadera historia, su sustancia oscura, se trama en los cuartos traseros, y sus razones últimas son inconfesables.

─¿Y cuál dirías tú, Stewart, en general, por ejemplo, que es el tono de las muchas colaboraciones anónimas de Florian en esas publicaciones? ─pregunta el figurón Quentin Battenby, «con su voz más especulativa, menos comprometida».

Y la respuesta está «en la línea de lo que cabía esperar, subjefe. El empeño de Estados Unidos por manejar Oriente Medio a toda costa. La costumbre de lanzar una nueva guerra cada vez que se ven obligados a afrontar los efectos de la que lanzaron antes. La OTAN, una reliquia de la guerra fría, que hace más daño que otra cosa. Y el Reino Unido, pobre, sin dientes, sin liderazgo, siguiéndoles a rastras, porque sigue soñando con su propia grandeza…»

Quizás aquí se localiza el punto débil de la novela, el que no convencía del todo a su autor; porque la confesión de un espía debía dar de sí algo más que lo que muchos andamos repitiendo en todos los tonos. En el fondo, Stewart Proctor está magnificando la trascendencia de un asunto “de andar por casa”: «Al propio Proctor le chocaba la naturaleza de andar por casa de estos intercambios, dada la enorme dimensión de lo que estaba por resolver, pero llevaba el tiempo suficiente de trabajo para saber que los acontecimientos trascendentales tienden a comportarse de forma inadecuada en los pequeños escenarios.»

Algo parecido puede estar ocurriendo en estos momentos en el teatrillo español. El detonante no habrían sido los palestinos ni los comunistas, y cavilo que tampoco ha sido de mucha sustancia en los cuartos traseros de Occidente el resultado de Vox en CyL; pero existe un desasosiego enorme en el flanco Este de la Unión, que posiblemente coincide con el frente principal de la OTAN, ese “juguete roto”, ese tigre de papel. La ministra Robles ha enviado con notable diligencia tropas y aviones de combate al escenario requerido. A ustedes les cae mal Margarita y a mí no me cae bien, pero cuidémonos mucho de decir que es ineficiente o inescrupulosa. Algo del crédito que tiene el Gobierno Sánchez en el mundo se debe a su manera de guardar lealtad al Servicio al que se refiere Le Carré.

Todo lo contrario han estado haciendo los Keystone Cops del Partido Popular, después de ganar y no ganar la reforma laboral y la mayoría absoluta de CyL. Todo son zascandileos y órdenes contradictorias, cada una de las cuales atropella a la anterior. Ahí tienen en nuestro teatrillo de los títeres de cachiporra a Cascado, Teodorico, Ansar, Almedilla, Carroñero y Díaz Iluso, atizándose a gusto unos a otros. Barrunto que les ha llegado un mensaje desde las galaxias lejanas con el recado de que Vox no es un ingrediente grato en el puchero, dadas sus concomitancias con Orbán, Morawiecki, y peor aún, Putin y tal vez Xi. Lanzados como andaban a tumba abierta nuestros próceres de la gran derecha en busca de la poción mágica de la invencibilidad, la necesidad de dar bruscamente media vuelta, ar, en orden cerrado, ha provocado un barullo considerable, y todos se tropiezan con todos.

Después de la polvareda podremos mirar más de cerca y saber quién ha desaparecido. Hasta entonces, mejor haiga paz, compañeras y compañeros del PP.

 


Imagen clásica de los Keystone Cops en acción (fuente, Getty Images)

martes, 15 de febrero de 2022

HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA

 


Playa de Poldemarx, en invierno.

 

El dicho expresado en el título vale para cualquier ley, pero me estoy refiriendo en concreto a la ley electoral española. Se supone que esa ley se hizo como se hizo para ser congruente con la estructuración del Estado en autonomías de muy distinta demografía y peso en el conjunto. Y sin embargo, la circunscripción elegida es en todos los casos la provincia, una entidad que no tiene casi ningún peso político, en lugar de la autonomía, la articulación decisiva.

El punto importa poco en las autonomías uniprovinciales (aunque en ellas se da otro detalle insidioso al que me referiré luego), pero resulta demoledor en autonomías con distintos territorios muy desiguales en población, en grado de urbanización y en equipamientos de todo tipo. En esos contextos, los más están menos representados, cosa que no sería mala en sí, en la medida en que supusiera un deseo de reequilibrio.

Pero no están “un poco” menos representados. En las autonómicas del pasado día 13 en CyL, a “Soria Ya” le bastaron 6.100 votos para elegir un procurador (eligió tres), mientras UP necesitó 61.000 para el único que obtuvo; diez a uno de diferencia, algo aberrante en democracia, y sin embargo, algo dispuesto en una norma democrática.

En Cataluña, el peso demográfico de Barcelona provoca la misma perversión, que ahora hace alardear a los procesistas de contar con un 52% de consenso, que no es de votos (apenas rebasan el 20%, una de cada cinco personas con derecho a voto), sino de representantes elegidos.

Bastaría para remediar un desfase tan grande plantear el cómputo de las elecciones sobre la base de una circunscripción catalana única. Está bien dar un plus, un poco de peixet a las realidades rurales más desfavorecidas, pero eso podría hacerse mejor dentro de cada candidatura, adecuando las listas cerradas para la representación cuidadosa de los diferentes territorios y sectores de actividad, como siempre se hizo en el PSUC cuando el PSUC tenía una gran base representativa. Entonces los elegidos iban al Parlament dispuestos a trabajar con entusiasmo y ahínco por la causa común; no estaban bien vistos los postureos ni los alardes de bravura.

La segunda cuestión a tener en cuenta para una muy deseable reforma de la ley electoral, es la solución a dar para los representantes que se salen de su lista. Hasta ahora se van de rositas al Grupo Mixto, y no entregan el acta ni con trato de cuerda. La representación colectiva prevista inicialmente para el Parlamento soberano, se ha convertido en un “modus vivendi”, y cada cual arrima el ascua a su sardina sin disimulo. Ahí están los dos delincuentes de la UPN en la votación de la reforma laboral. Alberto Casero les ha eclipsado, pero lo suyo fue solo una equivocación; ellos lo hicieron aposta.

Añadamos a los otros “tamayitos” de Murcia y de Madrid, y figurémonos lo que puede venir detrás, ahora que la práctica de votar “en conciencia”, en contra de la representación que se ostenta, ha sido puesta a prueba con reiteración, y bendecida por todas las autoridades, así políticas como judiciales.

Estamos en la misma tesitura del tenista Djokovic, que no quería vacunarse, pero sí participar en un torneo que exigía vacunación a los competidores. Los nuevos procuradores o diputados quieren, ahora que los votantes han elegido a su lista, comportarse en cada caso según les indique la cruz de los pantalones o de los panties, y de paso seguir manteniendo de forma indefinida la ficción de que representan fielmente a una porción de la ciudadanía. Leo en Público que el éxito de “Soria Ya” ha despertado entusiasmo en las provincias atrasadas de Andalucía, de lo que cabe deducir que la fragmentación del electorado en distintas candidaturas de circunscripción irá en aumento en todas partes. Pero no es imposible, vistos los antecedentes, que toda esa nueva floración se desentienda olímpicamente de los representados por plataformas y mareas así de vistosas, para centrarse en el beneficio particular y exclusivo de los representantes, algunos de los cuales estarán desde el principio al acecho de una votación comprometida sobre lo que sea, que les permita ganarse unos miles de euros extra cambiando la casaca en el momento justo.

Con esto no quiero decir que la ley sea perversa en sí misma. Lo perverso es el modo de utilizar las instituciones, desviándolas a conciencia de sus objetivos iniciales.

Dicho de una forma más a la pata la llana, «hecha la ley, hecha la trampa».

    

lunes, 14 de febrero de 2022

BEBER VENENO POR LICOR SUAVE

 


Desvestir a un santo para vestir a otro. (Preciosa fotografía de África Bovaira Broch, que comparto de FB).

 

Hoy coinciden el día de los enamorados y el setenta aniversario de mi primo Javier, que vive en León. Le he deseado un feliz día, de todo corazón, aunque muy feliz no podrá serlo, si atendemos al resultado de las elecciones de ayer.

Las elecciones han cumplido con su vieja función de fijar la instantánea rigurosa de una sociedad, mientras los distintos grupos se sienten insatisfechos de su propia imagen reflejada en cifras y porcentajes. Como ocurre con el amor patrocinado comercialmente por San Valentín, las expectativas de los amantes son siempre desmesuradas, y en cambio los resultados se ajustan en cada caso de forma implacable a los límites de la realidad; bien sea por las intermitencias del corazón de las que escribía Proust, o bien, más simplemente, por los límites de la capacidad financiera en la tarea de expresar el cariño.

Estar enamorado es siempre un despropósito, como han explicado muy bien Lope de Vega primero (en el soneto “Varios efectos del amor”), y Stendhal después (De l’amour). Si consentimos alegremente en ese despropósito y lo desarrollamos, de forma a veces casi infinita, es porque nuestra naturaleza es paradójica: somos muy capaces de hurtar el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho y amar el daño. Tal como lo expresó Lope en su milagroso soneto.

No sé la ilusión que han puesto castellanos y leoneses en los comicios autonómicos. Una sensación extendida en la región es que tal vez sería preferible suprimir una autonomía que ha degenerado en una sirena varada, capaz sin embargo de seguir emitiendo cantos engañosos.

La participación ha descendido, aunque no mucho. Se ha votado de espaldas a Europa, con alergia a los cambios, desde el recelo, y con la profilaxis de una triple vacuna y mascarilla. Nada de alegrías. Quienes han confiado en Vox ─la única opción en claro ascenso─ no lo han hecho tal vez por Vox mismo, sino por nostalgia de épocas pretéritas en las que la región parecía tener perspectivas más prometedoras de progreso, aunque luego los distintos territorios se han ido despoblando, desmontando, empobreciendo tanto en medios financieros como en tecnología y servicios de todo tipo. Valladolid ha ejercido de aspiradora del resto de las provincias, al modo como Madrid ha aplicado su capitalidad a la extracción de rentas ajenas.

Todo seguirá siendo así, y volverán las oscuras macrogranjas, pese a la emergencia mínima de opciones provincialistas, que ni siquiera se han unido en una plataforma común sino que han acudido desperdigadas, sin más reivindicación que el redoblar de su campanario.

El resultado responde a un eco lúgubre de responsos en la España vaciada: el eco de la desesperanza de quienes han oído ya demasiados discursos y saben al dedillo que una cosa es predicar, y otra dar trigo.

Una gran ocasión perdida que lamentar. Peor, otro pasito en la resistible ascensión de un esperpento con cuyas amenazas no caben componendas. Hay quien está bebiendo veneno convencido de que se trata de un licor suave.

 

domingo, 13 de febrero de 2022

"NO, SÍ, UN POCO. BUENO, NO SÉ."

 


Natalia GONCHAROVA, ‘Autorretrato con lirios amarillos.’

 

El título de este post es una respuesta literal dada por uno de los personajes de “Existiríamos el mar”, la última novela publicada por Belén Gopegui (Random House 2021). Quien se expresa así es Hugo (p. 289), cuando alguien le dice que la razón de que Jara se haya ido sin avisar de la madriguera común de Martín de Vargas 26, 3º C, puede ser que «no somos tan geniales, y compartir piso no siempre es fácil.»

Recurro de vez en cuando a la lectura de Belén Gopegui. Arma historias experimentales, observa desde fuera a sus personajes, les deja debatirse y tantear en un mundo difícil. Yo no comparto muchos de sus puntos de vista, pero aprecio su trabajo. En esta entrega se fija particularmente en la fragmentación del mundo laboral, la precariedad existencial y la corrosión del carácter en el sentido de Sennett. No cita a Richard Sennett ni aparece por ninguna parte la palabra “corrosión”, pero me siento casi seguro de que Gopegui ha leído y asimilado el concepto.

Es muy visible una austeridad autoimpuesta en la trama, en los medios para hacerla avanzar, en el título incluso. “Existiríamos el mar” no es una frase, son dos términos yuxtapuestos sin una estructura que los relacione. El mar no aparece en toda la novela, que circula entre Madrid y Calatayud, con vuelta. El “existiríamos” se pone en condicional (¿Existiríamos? No, sí, un poco, bueno no sé). Falta en medio una partícula, una preposición (en, con, sin, desde, tras) o bien un adverbio (dentro, fuera, lejos, junto a) que dé sentido al par de conceptos aislados. Quizá la autora ha elegido ese recurso para decirnos que el piso de Martín de Vargas es una especie de partícula gramatical que da un sentido provisional a la existencia y la órbita particular de cada uno de los protagonistas; y que la desaparición de ese centro comunitario acarrea la aparición repentina de un cierto vacío, cuando menos en el aspecto formal.

Ahí lo dejo. Solo quiero añadir dos notas más sobre el libro. La primera, la despreocupación que exhiben los personajes por la comida como aliciente vital. La casualidad ha querido que en mis lecturas, la de Gopegui se solapara con la de Amor Towles, “Un caballero en Moscú (Salamandra, traducción de Gemma Rovira), una fábula muy brillante que transcurre en un hotel de lujo, en el que aparecen con frecuencia platos memorables acompañados por los vinos adecuados de grandes cosechas.

En contraste, el almuerzo de Jara en Calatayud (pp. 269-70) consiste en una ensalada de lechuga y tomate y unas sardinillas de lata, con frutos secos de postre. Peor aún es la cena de Hugo y Renata en un encuentro preparatorio del viaje (pp. 220-22): un pincho de tortilla de patatas y una cerveza en un bar junto a la plaza de Castilla, tan ruidoso que se refugian en el intercambiador para tomar con más tranquilidad un café cada uno y un cruasán compartido. Renata, setentona, unta su medio cruasán en el café y remarca: «Un postre perfecto.»

Segunda nota, tanto despojamiento va acompañado por un estilo que, me parece a mí, cae con frecuencia en un manierismo que no favorece a la narración. Pongo un ejemplo, un poco al azar (p. 208): «No necesitan mares del Sur ni expediciones a la Antártida. Hoy la simple idea de alejarse un par de cientos de kilómetros del lugar donde viven les parece una puerta a lo desconocido. A diferencia de lo que han sentido otras veces, no lo consideran un escaqueo, tampoco una tregua merecida. Hoy piensan, cada uno a su modo, que quizá ya se les ha pasado el tiempo de distinguir entre irse y quedarse.»  

Son expansiones del narrador omnisciente que me parecen difíciles de justificar desde el punto de vista de la narración. Hay muchas, aunque ciertamente no todas igual de gratuitas.

 

sábado, 12 de febrero de 2022

FIN DE CAMPAÑA


 

La fortaleza de los privilegiados incólume, por encima del río movedizo. (Castillo de Mequinenza, foto compartida de FB, muro de Blanca Vilà.)

 

Los festejos de fin de campaña electoral en Castilla y León han sido el no va más: se han sacrificado 130.000 pollos de esas granjas intensivas tan amadas por Pablo Casado, debido a un brote de gripe aviar. El Gran Timonel de la derecha chiripitifláutica ha insinuado de forma indirecta y alambicada que esa “dinamita pa los pollos” ha sido cosa de ETA. Es decir, ha pedido el voto al PP para que no gobierne Bildu, como si la carnicería aviar hubiera ocurrido en Getxo, y no en Valladolid; como si Bildu compitiera en CyL.

Sí compite, de alguna forma. Los populares intentan convertir los comicios autonómicos en un referéndum popular sobre el gobierno: “Sánchez Sí, Sánchez No”. Es el terreno que les resulta más favorable, la forma consabida de “exportar” las responsabilidades de los gobernantes en ejercicio desde hace 35 años hacia realidades diferentes y más etéreas: el perfume de las esencias patrias y el sepulcro del Cid. En definitiva, Casado acumula disparate sobre disparate, y practica una política de resistencia numantina financiada en “b”, en virtud de la cual proliferan los “tamayitos” y reaparecen en sede parlamentaria determinados lavatorios de manos, pongamos que hablo de la abstención del PSOE andaluz en la rapiña de los acuíferos protegidos de Doñana.

He hablado de “resistencia numantina” de la derecha, y añado que se trata de una resistencia sistémica, porque va dirigida a conservar privilegios y posiciones de poder que hoy no tienen sentido, si es que lo tuvieron alguna vez. Se resiste y se delinque, eso sí, mediante pagos en contante, distribuidos entre quien haga falta. Hay aquí una forma de colaboración público-privada, un intercambio de favores acompañado por una de las partes de un desembolso a cuenta de futuros beneficios. La nueva subida del SMI o el ajuste de las pensiones al coste de la vida deberían, según esta lógica, esperar a que sobrara alguna calderilla en algún recoveco de unos presupuestos manejados con mentalidad faraónica. En última instancia se trata de mantener férreamente las desigualdades. El castillo de la ilustración le dice al río: “Tus prioridades nunca podrán competir con las mías”.

En la penumbra de este cambio de época, surgen una y otra vez los monstruos. Ayuso niega al Consejo de Transparencia de la Comunidad de Madrid las actas de 21 reuniones de emergencia durante la primera ola del covid, cuando se decidió no atender a los enfermos de las residencias y abandonarles a su suerte. Fue un delito gravísimo. Como lo es seguir explotando los acuíferos del Mar Menor murciano y de Doñana, patrimonio público, para el beneficio privado de unos empresarios agrícolas. Como lo es defender la ganadería intensiva a todo trance, negando perjuicios sanitarios y medioambientales más que demostrados.

Wolfgang Streeck ha llamado “comprar tiempo” a esa actitud. Se sabe que a la larga la posición de privilegio y prepotencia que se ocupa será insostenible, pero se sigue tirando del hilo mientras el balance entre valor y precio se mantenga en números positivos para los compradores de tiempo, y mientras haya políticos venales que acepten el cash correspondiente alargando la mano con disimulo en la zona de sombra, mientras mantienen fija la sonrisa delante de los focos.

 

viernes, 11 de febrero de 2022

EL SEGUNDO NACIMIENTO DE LA AFRODITA MODERNA

 



Lectura colectiva.


Hoy es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Una fecha importante, aunque falta todavía mucha conciencia singularizada de esa importancia. De la de las niñas en particular, porque la educación sigue teniendo en gran medida ese sesgo machista que lleva a animar a los varoncitos a jugar con un balón a la espera de hacerlo más adelante con protones y neutrones, y a las mujercitas a jugar con muñecas para luego ocuparlas en coser y cantar.

Peor estábamos antes. La Poderosa Afrodita moderna ha tenido que nacer dos veces. La primera, en los inicios del siglo XX con el sufragismo, un grito de rebeldía que quedó sofocado por el atronador estallido de dos guerras mundiales y el surgimiento por medio del repugnante fantasma del fascismo, una sublimación perversa del machismo imperante.

Por señalar una fecha significativa para el segundo nacimiento de la Poderosa Afrodita moderna, yo sugiero la del 26 de agosto de 1970.

Antes estuvieron las jornadas de Mayo del 68, una sacudida para toda una concepción del mundo (machista, elitista, capitalista, egoísta) que había guiado una idea no sostenible del progreso social. Ese día de 1970 las mujeres estadounidenses fueron a la huelga en celebración del cincuentenario de su derecho al voto. En París, un grupo de mujeres lo celebró a su manera con la creación del Mouvement de Libération de la Femme (el nombre lo acuñó la prensa; ellas lo asumieron después), y una manifestación de calle. Colocaron una corona en el Arco de Triunfo, donde arde la llama del monumento al soldado desconocido. La leyenda colocada en la corona decía: «Hay alguien más desconocido aún que el soldado: su mujer.» La filósofa, novelista y activista Monique Wittig enarboló en aquella cita una pancarta en la que había escrito: UN HOMME SUR DEUX EST UNE FEMME, “un hombre de cada dos es una mujer”.

Después vendrían otras efemérides, otras jornadas. La ONU declaró a 1975 “Año de la Mujer”. Poco antes, en 1974, se había creado el movimiento “Femmes pour l’Europe”, liderado por Ursula Hirschmann, compañera de Altiero Spinelli y promotores ambos de la idea de una Europa federal inclusiva, abierta a un futuro situado por encima de los nacionalismos que habían generado el esperpento del nazifascismo. Un ingrediente indispensable de esa Unión Europea naciente era un feminismo creador e integrador, consciente del valor decisivo de unas instituciones y unas leyes equilibradas en la vida de unos pueblos compuestos por varones y mujeres que habían de estar colocados, en todo, en un plano de igualdad.

En España, el año 1975 fue el de la muerte de Franco, y la arribada de los nuevos vientos europeos, incluido el nuevo feminismo, hubo de esperar, aunque solo un poco. Del 27 al 30 de mayo de 1976 tuvieron lugar las Jornades Catalanes de la Dona en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona. En el PSUC promovimos una gran participación, aún camuflada en gran medida. Carmen Martorell no se perdió una sola sesión, y la compañera Dolors Calvet nos enseñó muchas cosas sobre las que muchos manteníamos una ignorancia culpable. Dolors fue la autora de una ponencia alternativa que se presentó al Congreso del PCE desde Cataluña, y fue aprobada en bloque.

Con la consigna de hoy el desafío se amplía, porque no solo es preciso feminizar la política, o el sindicalismo, sino feminizar la ciencia, un terreno en el que todas las mujeres siguen siendo pioneras, siguen siendo intrusas a pesar del brillo de personalidades cimeras como Marie Sklodowska, llamada Curie porque ese era el apellido de su bastante menos brillante marido.

Es cuestión de empujar todas/os en la misma dirección, sin reservas ni coartadas personales. Este es el día justo para concienciarnos. La humanidad no puede marginar a uno de cada dos hombres.

 

jueves, 10 de febrero de 2022

ESTÁN SIENDO ATACADOS LA REMOLACHA Y EL GAZPACHO



Celebración oficiosa del bicentenario del nacimiento de Carlos Marx (5 mayo 2018). Javier Tébar, Javier Aristu y Paco Rodríguez soplan las velas conmemorativas.

 

Pensábamos que en este país las derechas andan muy mal, pero Marjorie Taylor Greene, congresista de la ultraderecha estadounidense, acaba de demostrar que la comparativa tal vez nos favorezca. Llamó a Nancy Pelosi “policía del Gazpacho” por su espionaje contumaz a los/las patriotas de verdad según su criterio. Pablo Casado, por su parte, había denunciado poco antes, en la campaña electoral autonómica de Castilla y León, que “la remolacha es atacada” por el actual Gobierno.

Las dos afirmaciones son difíciles de interpretar. La de Casado resulta tan sorprendente en sí misma y en el contexto (pocos días antes se había abrazado a una vaca desprevenida que no pudo reaccionar a tiempo para evitar el contacto), que alguien en Facebook ha deducido que el líder del PP está queriendo explicarnos la última serie de intriga de Netflix. En cuanto a Marjorie, almas caritativas interpretan que al decir “gazpacho” quería referirse a la Gestapo de la época nazi. Peor me lo ponen, otra cosa sería si hubiera querido referirse a la KGB soviética y en su lugar, dejándose caer en una confusión de siglas, hubiera dicho la “CNN”. Se habría tratado de un desliz comprensible desde su perspectiva; no así la alusión equivocada a la Gestapo, una institución que siempre ha sido la niña de los ojos de la ultraderecha. Los 2.0 prefieren no citarla y buscar otros puntos de referencia, como nos ha explicado Steven Forti (su libro ya está en la segunda edición, y más que vengan). Me parece dudoso que Marjorie entre en la categoría 2.0 de su formación política; pero en el caso de que se encuentre en un escalón tecnológico más atrasado, una alusión suya a la “Gazpacho” nazi habría sido positiva o neutral, nunca negativa.

De modo que es necesario buscar una exégesis diferente, ya sea natural o sobrenatural. Me inclino por lo segundo, y apunto la posibilidad de que el gazpacho yanqui se explique por la remolacha celtíbera, y viceversa, la remolacha por el gazpacho. Es un punto de vista, el mío, audaz, pero estamos en una tesitura en la que todos los recursos tópicos de la semántica fallan. Ayuso acaba de hablar de “errores” de la Iglesia católica, al referirse a las conductas pedófilas. Del mismo modo podría haberlas llamado “remolachas” o “gazpachos”.

  

martes, 8 de febrero de 2022

RECLAMANDO LA JUSTICIA DIVINA

 


Ilustración de las palabras puestas por Lucas en boca de Jesús (fuente, Infovaticana).

 

El papa Ratzinger ha expresado su “profunda vergüenza” por su propia actitud pasada de tolerancia hacia la pedofilia de los eclesiásticos; si bien, ha venido a matizar, Dios es el único que puede juzgarle. Más o menos lo mismo argumenta la Conferencia episcopal española, que de momento ha aplazado su respuesta a la petición gubernamental de colaborar en la investigación de los casos ─no pocos─ que hasta ahora han salido a la luz y han sido denunciados ante la justicia humana.

La justicia humana tiende a considerar prescritas las responsabilidades pasado determinado número de años. La norma destila el disgusto a hurgar en temas escabrosos, y cierta benevolencia con los “pecadillos” de estamentos considerados indispensables para el buen manejo del rebaño. Qué se le va a hacer.

Respecto de la justicia divina, la duda principal es si tal cosa existe, o no. Pero en el supuesto de que exista, deja poco lugar a dudas. Queda escrito en los Evangelios (palabra de Dios) que a quien practicare semejantes juegos prohibidos con los pequeñuelos, más le vale que le aten al cuello una rueda de molino y lo tiren al mar (Lucas 17, 1-6).

La rueda de molino y el mar son elementos terrenales, que no cabe entender como metáfora de algo que se decidirá en otro mundo a la consumación de los siglos. Lo que Dios reclama por boca de Jesús es un castigo de orden práctico, inmediato y terrible.

Dada dicha jurisprudencia autorizada e indiscutida, no se entiende por qué no se remiten Ratzinger y los obispos españoles al cumplimiento a rajatabla de lo que se desprende de tan severa advertencia, como no sea que en el fondo no creen en Dios, y sí en las pompas de su organización; algo que los laicos venimos sospechamos ya desde hace siglos. La insistencia secular en la práctica de la pederastia, y la impunidad, también secular y casi perfecta, que la acompaña, abonan nuestra sospecha.

 

lunes, 7 de febrero de 2022

ESQUIZOFRENIA

 


A la espera de la siguiente reforma laboral, la buena de verdad. (Bulevar Tsvetnoy, Moscú).

 

Un espontáneo de tantos como corren por las redes critica a Yolanda Díaz, y por elevación a los sindicatos mayoritarios, porque no se opusieron en su momento lo bastante a los tratados de Maastricht y de Lisboa, y ahora la situación se ha deteriorado tanto que ya no tiene remedio posible.

El análisis es modélico en muchos aspectos, si bien tiene un punto débil, a mi entender: omite el resultado de la batalla de Cannas, origen como es bien sabido de tantos desastres como vinieron después, incluida la Edad Media en bloque.

Hilando muy fino, surgen algunas otras cuestiones dudosas: una es qué pintaban CCOO y UGT en la firma, o no firma, de los tratados europeos; otra, que me parece de más sustancia, la razón por la cual ya nada tiene remedio posible.

Algunos análisis sumarios de este tipo son coartadas. El aquí expuesto se entiende mejor desde una formulación distinta: “yo no voy a hacer nada, está claro, pero la culpa no es mía sino de vosotros, los que hacéis cosas que no son suficientes”.

Vale en este punto la anécdota casi evangélica de Julio Anguita, al que, camino de un acto de campaña, otro espontáneo, ya fuera fariseo o levita, le gritó: “¡Más caña, Julio! ¡Dales más caña!” Y se volvió Julio al que había hablado, y le preguntó: “Sí, pero tú ¿a quién votas?”

La cuestión planteada por Julio no es anecdótica. Sabadell contaba en tiempos con tres mayorías absolutas: la de Felipe González en las elecciones generales, la de Jordi Pujol en las autonómicas, y la de Antoni Farrés en las municipales. Los tres respondían a tres opciones políticas diferenciadas y confrontadas. El juego favorito de un sector de la ciudadanía parece consistir en lo siguiente: yo cumplo azuzando desde mi red social favorita a la izquierda para que presione más, mucho más, a la derecha a la que voy a votar sin falta.

De esa manera, a muchos Jeremías les parece que aportan una contribución suficiente al equilibrio general de la situación. Un 24% de los votantes de Vox se consideran a sí mismos liberales, según una encuesta de ahora mismo; y el 10% de votantes del PP, se tienen por socialdemócratas. Así, se comprende lo sucedido en el Congreso de los Diputados el otro día. Y aquí ya no hablamos de la ciudadanía sino de sus representantes, que parecen dispuestos a estar un día en una trinchera y el siguiente en la contraria, sin mayor escrúpulo porque en uno y otro caso votan “en conciencia”, si bien su conciencia lleva decenios sin pasar la ITV. Si de paso les caen unas perrillas por tamayear, lo tienen por miel sobre hojuelas.

Deja de importar entonces el contenido concreto de la reforma laboral. Lo que se vota deja de ser lo que se vota. Los críticos por la izquierda sostienen que la nueva normativa es claramente insuficiente porque no abarca todo lo que no abarca; y que favorece en todo a la patronal (la cual se frota las manos, mientras se moviliza como en Lorca), como si esta reforma fuera para nuestros empresarios maná del cielo en comparación con la de Rajoy del año doce. Y por supuesto los sindicatos, que han estado en primera línea de las movilizaciones y las protestas desde los tiempos en los que mandaba Franco aquel hombre, hasta la rigurosa actualidad, son unos paniaguados, perezosos e hipócritas, poco dispuestos a dar el callo por…, por…

Aquí se interrumpe el discurso de los hipercríticos. Quererlo, lo querrían todo, pero no saben bien cómo formularlo. Para abarcar su inmensa insatisfacción con algún sentido, sería necesario retroceder hasta el tratado de Maastricht o hasta la batalla de Calatañazor, donde Almanzor perdió su atambor.

 

domingo, 6 de febrero de 2022

LOS LÍMITES

 


Una imagen familiar, entre muchas posibles. Con Pedro, su mujer Ele y sus tres hijos, en Montequinto, Sevilla, octubre de 2018

 

Cualquier cálculo humano debe contar con los límites de lo posible; es decir, con el hecho de que la realidad tiene límites perentorios, ya impuestos por la naturaleza o ya por condicionantes más turbios, que no es posible sobrepasar. Son límites que en algunos momentos y circunstancias se precipitan de forma inesperada hasta resultar asfixiantes, como le ocurre a un niño que cae en una grieta profunda del terreno, o a la mujer que se tropieza advertida o inadvertidamente con un psicópata en un lugar solitario. En otras ocasiones la realidad nos ofrece una cara más benévola, y se diría que sus límites se ensanchan, se colorean e incluso se hacen transparentes, como si el límite de lo posible fuera el cielo y no el techo de cristal que nos separa sin remedio ─de momento al menos─ de esa disponibilidad absoluta que anhelamos, de la vida y de sus circunstancias.

Ayer los límites no traspasables de la realidad nos llegaron como un mordisco feroz. Nos dejó mi sobrino Pedro, y fue una despedida dolorosa, por más que hubiera sido anticipada de forma rigurosa por el pronóstico de la ciencia y por la envoltura amable de unos cuidados paliativos.

Pedro nos dejó en Sevilla, como antes mi amigo Javier Aristu, como antes aún mi hermano Juan. Los tres del mismo mal, de ese límite infranqueable al que no podemos culpar de nada porque nuestra muerte está inserta desde el mismo nacimiento en nuestro cuerpo, en nuestro ADN, en la fragilidad del barro con el que hemos sido amasados.

 

sábado, 5 de febrero de 2022

TALE TOLD BY AN IDIOT

 


Alberto Casero, la “mano inocente” que decantó el destino parlamentario de la reforma laboral.

 

“Pour un oui, pour un non se battre,

ou faire un vers.

E. ROSTAND, “Cyrano de Bergerac”

 

De siempre hemos sabido que la naturaleza imita al arte. Por eso no es de extrañar que los sucesos de ayer en el Congreso reflejaran de forma exacta y sintética algo que William Shakespeare escribió hace varios siglos. Fue Macbeth, acorralado en su fortaleza de Dunsinane por un bosque en movimiento debido al conjuro de un Aquelarre de brujas, quien constató que la vida es un cuento contado por un idiota: “it is a tale told by an idiot”. La vida está llena de ruido y de furia, precisa Macbeth, pero no tiene sentido.

Tolkien puso en escena, en el segundo libro de El señor de los anillos, un bosque cuyos componentes, los “ents”, asaltan la torre blanca de Sarumán, el mago traidor aliado de Sauron. Fue un homenaje expreso a Shakespeare, una cita literaria incorporada a un texto nuevo. William Faulkner llevó la misma cita mucho más lejos, al dar la palabra en varias de sus narraciones a idiotas que explican desde su entendimiento averiado las causas y concausas de una vida marcada a fuego por el absurdo. Faulkner remató ese esfuerzo literario, de una gran envergadura, al llevar la cita de Macbeth al título de una de sus obras más emblemáticas, “El ruido y la furia”.

Por su parte, la derecha patria está sacando a relucir “ruido y furia” en el intento de rebobinar un relato bien urdido, que ha desbaratado para ellos el gesto torpe de un chapucero. Alberto Casero se echó las manos a la cabeza al darse cuenta de la gaffe que había cometido, y corrió a ponerse a disposición de sus colegas de botellón: «La que he liado», dijo compungido al presentarse en el Congreso. Casero es ex alcalde de Trujillo, diputado del PP por Cáceres y, según cuentan, “mano derecha” de Teodoro García Egea (¿cómo será entonces la mano izquierda del inefable número dos del PP?, tenemos la tentación de preguntarnos).

Casero se equivocó cuatro veces de seis, al pulsar el botón telemático de las votaciones del Congreso desde su casa de Madrid. No había ido al Congreso porque “no se encontraba bien”. Las demás equivocaciones no tuvieron mayor significado, pero una de ellas supuso el espaldarazo a la convalidación de la reforma laboral presentada al hemiciclo por la ministra de Trabajo y vicepresidenta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, zafándola de la trampa tamayesca urdida por el tándem Casado-Egea.

En un lance tan chusco no han comparecido ni la justicia divina ni la justicia poética, en mi opinión. Ni los dioses ni las musas se dedican a remediar las triquiñuelas de baja estofa de los humanos.

Ha sido solo, tal vez, la conjugación, preconizada por Jacques Monod, de un azar con una necesidad. Cabe verla como un remedio puntual y absurdo a un sinsentido más amplio y también más absurdo todavía, el de unos sectores sedicentemente progresistas que insisten en que esta ha sido una reforma a medida de la patronal con la colaboración de la bajada de pantalones de los sindicatos democráticos de trabajadores.

Pero de un modo u otro, el largo y paciente esfuerzo colectivo para concertar las expectativas y las necesidades de las partes sociales en unos momentos particularmente críticos, no supone el fin de esta historia. Solo pasa que no ha habido portazo a la reforma. La puerta se mantiene abierta, ahora hay que avanzar por el otro lado, “sin miedo de lo nuevo”.