domingo, 31 de octubre de 2021

EL "AÑO DE ORWELL" EN LAS COMISIONES OBRERAS

 


Último atardecer en Poldemarx antes del cambio de hora. Desde la Punta, con mar movida. Foto, Carmen Martorell.

 

Joan Gimeno i Igual ha publicado en Fundación 1º de Mayo/Catarata un libro que recoge lo sustancial de su tesis doctoral de Historia Comparada, Política y Social, por la Universitat Autònoma de Barcelona. Su título: «Lucha de clases en tiempos de cambio. Comisiones Obreras (1982-1991)».

Quiero empezar mi comentario haciendo hincapié en la importancia de las nuevas tareas de la Fundación Primero de Mayo como generadora de una reflexión interna del sindicato, que eleve el nivel de conciencia de sí mismo y de su lugar en el mundo. Del mismo modo que las canciones de gesta fueron sustituidas, en el cuadro de las civilizaciones pasadas, por la Historia científica, exigentemente documentada y nada indulgente con la fantasía, de ese mismo modo las CCOO habrán de salir de la leyenda (de la “leyenda negra” en muchos casos) y del aura popular de sus mejores líderes, para ocupar su lugar exacto como colectivo en la etapa histórica que el sindicato ha contribuido y sigue contribuyendo poderosamente a construir, y que sin su concurso habría sido irremisiblemente diferente.

A esa labor se ha dedicado Joan Gimeno, nacido en Valencia en 1988, es decir hacia el final de la década que ha historiado. Me ha impresionado su utilización de un conjunto apabullante de fuentes diversas de archivo, que incluyen en ocasiones apuntes manuscritos de reuniones, actas de secretariados, cartas; y su manera de engarzarlas en planos y contraplanos bien ensamblados, con protagonismos diferenciados de personas y entidades, y en secuencias temporales que permiten observar desde la distancia adecuada acontecimientos muy enmarañados.

He avanzado en la lectura del libro hasta 1984, el año de Orwell, que fue en muchos aspectos decisivo para la trayectoria del sindicato y para su autonomía. Las CCOO habían salido fortalecidas de la Transición, gracias a su praxis particular basada en la presión/negociación, que había dado grandes resultados en un entorno de poder político débil e inestable. Tenía el sindicato la ventaja de haber nacido en las fábricas, no en despachos ni foros de notables, y de haberse forjado en las luchas reivindicativas. Era, sin embargo, ante todo un movimiento sociopolítico, muy deficitario en estructura interna, con colectivos de dirección bastante etéreos en los que se entraba y de los que se salía al hilo de los acontecimientos y de las posibilidades de tiempo de militancia no retribuida, y sin un patrimonio material propio. La cuota fue desde el principio la savia vivificadora de una acción sindical tremendamente voluntariosa, dicho según aquella frase de Gramsci que contrapone el optimismo de la voluntad al pesimismo de la inteligencia.

Después de la victoria electoral del PSOE en 1982, las circunstancias citadas jugaron en contra de la consolidación del sindicato. Su reivindicación sociopolítica de una democracia industrial chocó de un lado con la cerrazón de una patronal casi nunca fordista pero siempre cerradamente taylorista, que no concebía compartir ni el menor átomo de su monopolio en la organización interna de la producción; y de otro lado, con un gobierno enfrascado en una política económica unilateral, dirigida a una “reconversión” industrial anunciada como flexibilización generadora de empleo, pero que pasaba sobre todo por la privatización de las empresas públicas y la precarización del mercado de trabajo: “solchaguismo”, en una palabra.

De modo que en la primavera de 1984 se produjo un pico de movilizaciones extraordinario, comparable solo al de cinco años antes, en 1979, pero que no tuvo su mismo resultado. Fue el año de mayor pérdida de poder adquisitivo, el año en que las cláusulas no salariales de los convenios avanzaron menos, el año también en que más numerosos fueron los “descuelgues” de UGT en los procesos de negociación. Apunta Gimeno que los pobres resultados no vinieron de defectos de la táctica sindical, sino de “los diferentes alineamientos en la constelación de actores” (pág. 95). Lo cual es otra manera de señalar los cambios en la correlación de fuerzas. Gobierno, patronal y UGT sumaron sus fuerzas para marginar a CCOO.

No era ajeno a esa conjunción el hecho de que en el principal partido comunista, el PCE-PSUC, se había consumado una escisión, y como las organizaciones resultantes pretendían conservar para sí la ascendencia que había tenido antes el partido unido en el movimiento sindical, se produjo un forcejeo intenso por la “hegemonía” en CCOO, en realidad por la presencia mayor o menor de cuadros de cada partido en los órganos de dirección.

Se produjo de ese modo una tormenta perfecta en contra de CCOO, y esta fue acusada desde los medios gubernamentales de dar un giro hacia el “radicalismo”, movida por “intereses espurios”. La confederación puntera en la lucha social pudo desaparecer en aquel embate, o bien dividirse en dos centrales menores en competencia recíproca, que habrían acabado disolviéndose en la nada como había ocurrido antes a la CSUT y al SU, dos intentos de montaje “leninista” de un sindicato como mero instrumento de apoyo, movido desde el partido mediante una correa de transmisión.

Los Congresos celebrados en el año “loco” de 1984 por las CCOO, fueron en buena medida intentos de preservar la autonomía y garantizar un futuro al sindicalismo de clase, en contra de corporativismos de derecha y de izquierda. Los sectores calificados internamente de “oficialista” y “críticos” (varios) nos vimos allí enfrentados, y creo con sinceridad que todos nos equivocamos mucho en lo accesorio y acertamos en lo principal. Tuvimos para ello la guía inestimable de dos secretarios generales de gran talla, como fueron Marcelino Camacho, cuya desaparición hace ya once años lloramos todos, y José Luis López Bulla, que sigue tan campante entre nosotros, dándonos casi a diario nuevas píldoras concentradas de sabiduría.

Encontrarán la descripción detallada de todo aquello y muchas más cosas en el libro de Joan Gimeno. Recuerden: «Lucha de clases en tiempos de cambio».

 

sábado, 30 de octubre de 2021

HENCHIDOS DE PREDESTINACIÓN

 


Los componentes de la Trinca en el escenario, caracterizados para interpretar el número “No ve d’un pam” (Fuente, RTVE.es)

 

─ I abusant de la confiança, que es podria repetir?

─ Doncs eixugui’s i tornem-hi, que ara ja no ve d’aquí!

La TRINCA, ‘Educació sexual’

 

Ayer viernes Jordi Cuixart visitó a Carles Puigdemont en su domicilio de Waterloo, Bélgica, elevado por el ex mandatario a la categoría de “Casa de la República”. La prensa diaria informa de que hubo una gran sintonía entre ellos, cosa que no dudábamos. Ambos memos, henchidos de predestinación, explicaron en rueda de prensa que “se han conjurado para volverlo a hacer” juntos, en comunión íntima, y no parar hasta instalar en el devastado solar catalán una república independiente.

Pues bueno, pues muy bien, adelante con los faroles, háganlo, que ya no viene de aquí. Lo único que les pedimos desde esta bitácora es que se lo hagan ellos por su cuenta, sin molestar a nadie más, y financiando la aventura con sus propios medios en lugar de echar mano del dinero del común, como sucedió en la ocasión anterior.

Precisamente nos llega, de forma simultánea, una noticia deportiva preñada de melancolía: el PSG, formación en la que milita actualmente Lionel Messi (ya saben, “D10S”), se retiró ayer al descanso perdiendo en casa contra el Lille por 0-1. Messi estaba en la alineación, pero influyó poco en la marcha del juego y fue sustituido en el segundo tiempo, cuando el PSG consiguió ─sin Messi─ remontar el resultado marcando dos goles.

Se deduce de la noticia que llega un momento en la trayectoria de un crack en el que la nómina tiene mayor peso sobre el equipo que su actuación en el campo. En el caso de Messi, tal cosa ha ocurrido en el crepúsculo de una carrera gloriosa; en el de Puigdemont y Cuixart, fue así desde buen principio. Ambos están arrobados ante la grandeza de lo que hicieron en 2017. Ambos están dispuestos a seguir haciéndolo, por tiempo indefinido. La patronal Foment les ha pedido de buenos modos que se dejen de unilateralidades, que no está el horno para bollos. El maestro Chueca, en el coro de las criadas de “Agua, azucarillos y aguardiente”, lo expresaba de esta otra manera (levemente modificada por una mano anónima y sin duda aleve):

Tanto lazo amarillo, tanta parola,

Y el puchero está al fuego con agua sola.

 

viernes, 29 de octubre de 2021

LA RONDA DE LOS NIÑOS PERDIDOS

 


Mercedes (dcha.) y Carmen en la Ronda del Carril de La Garriga, años cincuenta del siglo pasado. A ellas dos va dedicada esta historia, contada por un varón, de modo que los papeles se invierten. Para que Carmen ría un poco, y Mercedes no llore más.

 

“Peter Pan y Wendy” es el cuento de los cuentos, el artefacto más sofisticado que se ha ideado para motivar a los niños a crecer sin desvíos peligrosos. Su tema crucial es el desfondamiento íntimo de los varones de cualquier edad cuando llega la hora de acostarse y no tienen una madrecita  que les cuente cuentos.

El varón tipo, que a lo largo de la jornada ha competido sucesivamente por ser el más rápido, el más alto y el más fuerte (citius, altius, fortius, según el viejo lema olímpico), en definitiva el más heroico y admirable de entre sus pares, se ve a sí mismo a la hora crepuscular, de improviso, desnudo, y siente vergüenza, como consta en la Biblia que sucedió a nuestros primeros padres cuando perdieron, a lo tonto, un paraíso terrenal que les había sido ofrecido en bandeja.

En el libro de James M. Barrie se describe la monótona ronda de la isla de Nunca-Jamás. Si un espectador imparcial se situara en un punto estratégico de la isla, oculto detrás de un matorral, vería pasar primero, por ejemplo, a los guerreros adornados con pinturas de guerra de la tribu india, que andaban buscando brega a los piratas para dirimir la supremacía en una gran batalla. Un éxito bélico sonado les permitiría celebrar una fiesta con tambores y bailes junto al fuego, lo que amenizaría considerablemente las expectativas de una noche de luna nueva.

El hipotético espectador vería pasar a continuación al grupo de los niños perdidos, siguiendo las huellas imperceptibles de los mocasines de los bravos que habían pasado poco antes por allí. Irían guiados por Peter Pan y Campanilla de Cobre, y su intención sería asimismo armar una buena zapatiesta para tener algo que celebrar.

Detrás de los niños, y con su mismo andar sigiloso, vendrían los piratas mandados por Jimmy Garfio. Los piratas estaban hartos de que los niños se interpusieran en su intrépido batallar con los indios. Les estorbaban, en una palabra, y por eso planeaban deshacerse de ellos con un golpe arrasador. Andaban buscando su hogar subterráneo, tan bien escondido que aún no les había sido posible localizarlo.

Y detrás de los piratas, el observador oculto en el matorral vería pasar al cocodrilo cuyo ideal en la vida era comerse entero al capitán Garfio, después de haber probado una mano sabrosísima, y tragado junto a ella el reloj de pulsera que seguía funcionando en su tripa y declamando su tic-tac.

Después pasarían de nuevo los indios. El orden de la procesión es invariable, interrumpido solo por repentinas refriegas entre los distintos grupos.

En este esquema, que admitía sin embargo algunas variantes (la laguna de las sirenas, por ejemplo), irrumpió la necesidad de los niños de una madrecita que les zurciera la ropa y les contara cuentos por la noche, de modo que pudieran dormir con sosiego antes de la siguiente heroicidad. Peter, como buen líder del grupo, se desvivió por remediar la baja moral de su equipo y llevó a la isla, con algunas dificultades, a Wendy, una madrecita maravillosa con un repertorio inagotable de cuentos.

La llegada de Wendy desestabilizó la situación. Campanilla de Cobre, celosa, intentó que el Simplón le diera muerte, diciéndole que la orden venía de Peter Pan. Garfio sintió la presión de sus propias bases, y raptó a Tigre-Lirio, la princesa india, para que contara cuentos a los feroces piratas solitarios, perdidos en nostalgias de la infancia en sus camastros del “Alegre Rogelio”. El plan falló por una alianza niños-indios que liberó a la princesa y permitió ¡por fin! una gran fiesta nocturna con la que espantar el fantasma de la añoranza del hogar.

Pero Garfio había descubierto entre tanto la casa subterránea de los niños, se apoderó de todos ellos y colocó una bomba de relojería para acabar con Peter Pan.

Campanilla salvó a Peter, Peter salvó a Wendy de los dientes del cocodrilo cuando ella ya paseaba por la tabla dispuesta en la amura, y todo concluyó en una apoteosis heroica.

Pero cuando la edad del heroísmo acabó, los niños decidieron por votación unánime regresar a sus casas y crecer. Peter quedó como el único inasequible, condenado a la soledad con la única compañía de Campanilla. Wendy dejaría entreabierta la ventana de su dormitorio para que los dos habitantes de Nunca-Jamás pudieran escucharla, en las noches en que la melancolía se hacía insoportable, contar cuentos a sus hermanos, y años más tarde también a sus hijos y a sus nietos.

Así es el mundo. Los narradores de historias cohesionan el grupo humano, le dan marco, escenario y trasfondo, le permiten crecer, interactuar, situarse en relación con los demás. Cuando las historias orales dejan de ser suficientes para alimentar el proceso, aparece el libro, ese junco capaz de contener dentro de sí el infinito, y ya no estamos nunca solos porque nos acompañan miles, millones de voces de todas las épocas y todos los países posibles.

 

jueves, 28 de octubre de 2021

PENÉLOPE Y SUS PRETENDIENTES

 


John William WATERHOUSE, “Penélope y los pretendientes”, 1912, Aberdeen Art Gallery.

 

Los pretendientes de Penélope, gente toda ella de buena cuna y posición acomodada, aspiraban al premio gordo de la rifa ─la chica más el tesoro del reino, asequibles previa elección─, pero no hacían ascos, mientras tanto, al banqueteo frecuente y contumaz a costa de la bella reina pretendida. Como tantos mitos antiguos, la pugna por Penélope es un espejo transparente en el que se refleja una realidad de ahora mismo. Nuestra oposición política se está repartiendo prebendas y subvenciones, ocupando altas magistraturas, autorizando y desautorizando, absolviendo y condenando a quien le peta. Vive en un banquete perpetuo que costean otros.

Un profesor francés ha propuesto en un libro relativamente reciente (Sylvain Tesson, “Un verano con Homero”) oponer como paradigma contemporáneo a Telémaco, frente a Edipo. El “complejo” de Telémaco estaría basado «en el reencuentro, en lugar de la ruptura». Telémaco no quiso matar a su padre ni yacer con su madre. Luchó para volver a colocar a Ulises en su trono legítimo, para reunir a sus padres después de años de alejamiento. Su figura, afirma Tesson, es verdaderamente principesca. Y pregunta: «¿En qué no se correspondería con nuestras estructuras psíquicas soterradas?»

Bueno, lo cierto es que no se corresponde. No vale sostener que el mito de Edipo lo inventó Sigmund Freud (Tesson lo hace). Freud eligió un ejemplo antiguo para explicar algo que ocurre ahora. No eligió a capricho algo que le pareció digno de imitar, lo que hizo fue identificar una pulsión profunda, inscrita posiblemente en nuestro ADN. El complejo edípico iría a juego con la “destrucción creativa” de Schumpeter; sería la voluntad impaciente de provocar una ruptura definitiva con la insuficiencia de las estructuras asentadas, a través de un planteamiento distinto, con una distinta distribución de los papeles principales del drama, que lleve incorporada alguna forma implícita de progreso para la mayoría.

Edipo representa la ambición, Telémaco la conformidad. El pensamiento de la izquierda debería poner entre paréntesis su compromiso con la ética, tal como está formulada la ética en sus propias elaboraciones, es decir, basada en una igualdad chata de los destinos colectivos, que no es más que una forma de sublimación del renunciamiento.

Lo hemos visto recientemente en la figura del jefe de la oposición madrileña, que ahora ejercerá de defensor del pueblo. No estaría de más empezar a predicar una nueva ética henchida de ambición colectiva y solidaria pero también de autorrealización de las personas, en contraste con la ambición egoísta y depredadora de las derechas. El conformismo de Telémaco no genera ilusión, siempre será superado por el descaro de quienes predican que el mundo mejor ya ha llegado para quedarse.

Penélope necesita nuevos pretendientes, más sinceros, más desinteresados, menos importunos y gorrones que los que asedian con sus requiebros a la pretendida y corren de inmediato a ocupar su puesto en la sala del banquete. Los nuevos pretendientes habrán de ser personas muy conscientes de que lo que hubo antes no fue una “edad de oro” cantada en leyendas y epopeyas. El mundo que queremos compartir no es ni el pasado ni el futuro lejano. Es el presente, lo que ya asoma, lo inminente.

 

martes, 26 de octubre de 2021

CHARLIE PARKER PLAYS BOSSA NOVA

 


Carmen Mola en modo ángel, dictando el Premio Planeta a tres guionistas en sueños; relieve de la catedral de Autun. La imagen está compartida de un post de Hilario J. Rodríguez en el grupo de FB “Los Viajes del Argonauta”

 

Esta mañana he dado gracias a Dios, figura simbólica sobre la que mantengo por lo demás importantes reservas, por la existencia en la tierra de Haruki Murakami. Para ser concreto, he leído el cuento que lleva el título que adorna este post (en la recopilación “Primera persona del singular”, Tusquets 2021, traducción de Juan Francisco González Sánchez). La lectura trae con frecuencia iluminaciones inesperadas. Yo me he dejado arrastrar esta mañana por la de Murakami, como tres guionistas viajeros venidos de Oriente se dejaron llevar para la confección de un Premio Planeta por las revelaciones que les hizo un ángel fake que se hizo pasar por Carmen Mola. También en esto de las iluminaciones, cada cual cosecha lo que ha sembrado.

Percibo un hilo tenue que enlaza a Murakami con Paul Auster. Los dos practican el mismo tipo de exploración de la zona de sombra situada entre el mundo real y los mundos imaginarios. Otros escritores se les anticiparon en esa vena, una de las más fructíferas de la literatura desde que una persona, posiblemente reflexiva e impaciente a la vez, y casi con toda seguridad de estirpe helénica, se dio cuenta de pronto de que todo el infinito podía caber en un junco, lo expreso mediante la imagen patentada por Irene Vallejo en un libro que es todo un prodigio de desarrollo del mismo método, exploratorio de una amplia zona de sombra asentada en las postrimerías vecinas al país de Nunca Jamás.

Luego está, sí, la Literatura Basura, tan nauseabunda y tan apreciada por el capitalismo financiero que la ha convertido en base de sus ganancias mediante diversos expedientes, uno de los cuales es el premio literario anunciado como concurso y concedido a dedo antes de la votación del jurado. Mejor no hablar de tales aberraciones.

De Murakami charlaré cualquier día de estos con mi cuñada Mercedes, que ha superado una operación a corazón abierto para cambiarle una válvula de la aorta desfalleciente, y que ahora convalece con más ganas que nunca de vivir y de leer maravillas incesantes. Ánimo, Mercedes.

 

lunes, 25 de octubre de 2021

LO QUE NO MIDE EL PIB

 


Joan Martínez Alier

 

Convendría examinar con mayor cautela ciertos chirimbolos aventureros puestos en funcionamiento por los economistas del mainstream; por ejemplo, la hipótesis de una “economía circular”, que defiende que economía y ecología “son perfectamente compatibles”.

Para empezar, no deberíamos hacer tanto caso de los economistas, nos aconseja Joan Martínez Alier, que es un economista à rebours, quiero decir alguien que cree en la economía y en la ecología lo suficiente como para ser uno de los fundadores, y presidente en 2006-2007, de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica. Por lo demás, ha sido distinguido en 2017 con el Premio Wassily Leontieff, y en 2020 con el Premio Balzan. Sus escritos tienen un peso en la teoría económica y en la ecológica.

Sostiene entonces Martínez Alier que la economía industrial no es circular sino entrópica. ¿Qué quiere decir con eso? Esta es su respuesta literal (1): «Cuando la economía industrial crece, los ecosistemas se destruyen.»

Parecería que estamos en un impase; sería necesario elegir entre economía y ecología, entre riqueza y sostenibilidad del medio. No ocurre exactamente así, porque en este terreno hay también, como en tantos otros, un algoritmo tramposo que dirige la actividad económica hacia donde interesa a las élites. Hablo del PIB.

Cuando trabajan sobre los datos del PIB, los economistas del mainstream omiten realidades de naturaleza económica que, según ellos, no son relevantes: no es relevante nada que no esté en el mercado, únicamente el mercado es la ley y sus profetas. Más aún, dice Alier: «El PIB no suma las actividades que se generan fuera del mercado, y no resta los daños ambientales. Las empresas casi nunca pagan sus pasivos ambientales, es obvio.»

Este defecto grave de medición, señalado de otro lado con mucho rigor y documentación añadida por Mariana Mazzucato (entre otras/os) en su libro “El valor de las cosas”, es lo que se oculta detrás de la argumentación optimista de que la ampliación del aeropuerto del Prat es compatible con la preservación ecológica mediante el simple expediente de colocar la laguna de la Ricarda en otra parte, tal vez en la sierra de Collserola. El problema va mucho más allá, está situado en último término en una organización social muy determinada que se pretende preservar a toda costa.

En un estudio de la economía agraria en la campiña de Córdoba publicado en 1968 (La estabilidad del latifundismo), el propio Martínez Alier concluyó que el latifundismo andaluz no es un residuo del régimen señorial sino un fruto maduro del capitalismo. Más aún, que no es tanto un sistema de producción, como “un modelo de organización social”. Vertical, por supuesto, sostenido por los de abajo para disfrute de los de arriba.

De este tema sabe muchísimo Carlos Arenas Posadas. Podrán leer, además, los agudos comentarios de Javier Aristu sobre el estudio de Alier cuando se publique (en Editorial Comares) su libro póstumo, “Señoritos, viajeros y periodistas. Miradas sobre la Andalucía del siglo XX”.

 

(1) https://www.eltiempo.com/economia/sector-financiero/premio-balzan-habla-joan-martinez-economista-ecologico-el-ganador-de-este-ano-552706?fbclid=IwAR11Kzoh80DBq_wiGAlgmVB_5xV6-x5b-WWa4LpU6vX-noJUY0mSPMmxhsU

 

sábado, 23 de octubre de 2021

ZURRIBURDI

 


Sentados en el baluarte que prolonga hacia el oeste el muelle del puerto de la isla de Hydra, en el golfo Sarónico (2016). Al fondo, un viejo cañón inutilizado desde hará ya un par de siglos. Una metáfora oculta bajo el sol.

 

“De la carrera de la edad cansados”

(Francisco de QUEVEDO, “Miré los muros”, soneto.)

 

Estamos en otro zurriburdi, uno más, relacionado con el gobierno de coalición. No es fácil ejercer en coalición, por lo que se va viendo. Ni por la izquierda ni por la derecha, añado. Las líneas rojas de la segunda parte contratante en el bocadillo gobernante obligan a peligrosos jeribeques: puede ser la financiación de una escuela de tauromaquia por delante de los estudios universitarios o del fomento de las artes escénicas, de una parte; y de la otra, la consideración del escaño de Alberto Rodríguez como sine qua non.

No se interprete que minusvaloro el escaño, y menos aún el trabajo de Alberto, que cuenta con toda mi solidaridad en este trance. Es solo que convendría hacer más caso del axioma de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes.» En este momento se están resolviendo (mal, a brochazos burdos como los de la restauración de aquel “Ecce Homo”) las líneas sesgadas hacia la derecha de nuestro poder judicial, y convendría poner más atención en el bordado de realce. En lugar de eso, a la prepotencia de las derechas se opone el ultimátum desde la izquierda. Ojo por ojo, Batet por Rodríguez. Lo de Alberto podría tener solución un poco después, si se despeja lo suficiente la batería de jueces llamada a decidir sobre él. “Debería” tener solución, quiero decir con más vehemencia, porque lo que se ha hecho con él es una infamia jurídica.

Vamos ahora a mirar las cosas desde otro lado. Se está dando una batalla larga, exigente, desgastadora, conducida desde el Ministerio de Trabajo y Economía Social y respaldada por los sindicatos, por la derogación de las “reformas” laborales, y es el momento elegido por Nadia Calviño para declarar que esa reforma no se debe reformar “tanto”. Al parecer, las cuestiones de la economía no son perfectamente compatibles con lo que en términos de la OIT y de otros organismos internacionales de fuste se ha venido en definir como “trabajo decente”. La prioridad absoluta va a ser, al parecer, subir el PIB con medidas de choque que aceleren la atribución de más riqueza a los más ricos. Luego, en todo caso, vendrán por su orden el resto de prioridades, entre las que la vicepresidenta primera ministra de Economía coloca el trabajo decente en un lugar incierto, tal vez entre la nada y la más absoluta miseria.

Tengo entre mis notas un apunte de La Vanguardia, artículo de Celeste López, según el cual tenemos en España 6 millones de pobres ─de pobres “estadísticos”, personas situadas por debajo del umbral universalmente admitido de la pobreza─, lo que supone un incremento del 50% respecto de 2018. Se trata de secuelas sociales de la pandemia del covid, que no son aquilatadas suficientemente a mi entender en la política económica que ahora quiere emprender la vicepresidenta primera, empujando sin miramientos a un lado a la segunda (Trabajo) y a la tercera (Transición ecológica).

Vaya todo mi respaldo, lo digo sin retóricas, al gobierno progresista de coalición y a su programa íntegro. Pero no está de más que la coalición conlleve una mayor coordinación entre departamentos, y una idea más clara del punto de arribada de la travesía que se emprende. Esto no se arregla con un recurso a la heroica, y los cañonazos disparados en el interior de la fortaleza van a provocar unos daños colaterales tan paralizadores como desastrosos en sí mismos.

Tiéntense todos la ropa, que a muchos de nosotros, estos dimes y diretes nos pillan ya “de la carrera de la edad cansados”.

 

jueves, 21 de octubre de 2021

LOS VIKINGOS LLEGARON ANTES

 


Recreación de la factoría de L’Anse aux Meadows, en Canadá. (Fuente, El País)

 

Un estudio de la Universidad de Groningen ha podido establecer con precisión que la tala de tres árboles en una factoría vikinga de Terranova (Newfoundland, Canadá) tuvo lugar en el año 1021. Lo cual probaría que los vikingos estuvieron en América cinco siglos antes que Cristóbal Colón, si tal cosa no estuviera ya probada desde mucho antes.

El yacimiento de L’Anse aux Meadows (La Ensenada de las Medusas) es patrimonio mundial desde 1978; no se cree que fuera ocupado por sus fundadores más allá de dos o tres años, sin embargo. Las sagas de Erik el Rojo y de Thorfinn Karlsefni describen detalladamente sus viajes hacia poniente desde Groenland (Tierra Verde) hasta un lugar que llamaron Vineland (Tierra de Vino). También dan cuenta de problemas con la población autóctona. Quedan, por supuesto, muchas dudas científicas y muchos descubrimientos por hacer en torno a esos establecimientos, muy semejantes a otros hallados en distintos continentes que revelan la pericia navegante y la extensión de las exploraciones de los pueblos del Norte. Es claro, con todo, que no hubo ningún intento organizado de conquista ni de sometimiento.

Lo de Colón, mandatado por la Corona de Castilla, fue enteramente otra cosa, y no digamos los resultados del acontecimiento a medio y largo plazo. Yo, en tanto que español, no tendría mayor inconveniente en pedir perdón por las barbaridades cometidas, siempre que quede claro que hubo muchas más cosas además de barbaridades, por las cuales convendría que los americanos nos expresaran, a la recíproca, algún agradecimiento. Puestos a llevar la cuenta de las atrocidades, ¿por qué no se exige también que pida perdón la United Fruit?

La noticia sobre los vikingos ha despertado un recuerdo de mi adolescencia: yo leí algo al respecto hace mucho, en Rudyard Kipling. Guardo todavía el volumen en mi biblioteca (“Obras escogidas”, Ed. Aguilar, 1958), y he encontrado el párrafo. Está en «El relato más bello del mundo», un cuento fantástico recogido en “Many inventions”. Carlitos Mears, chupatintas bancario sin la menor cultura, tiene sueños que sugieren que ha sido en existencias anteriores un esclavo de galera griega, muerto en combate, y un navegante libre o forzado en la expedición de Thorfinn Karlsefni:

«Carlitos bajó la voz hasta hablar como en un cuchicheo, y me habló de cómo se hizo a la mar en una galera abierta rumbo a Furdurstrandi, de las puestas de sol en alta mar, vistas por debajo de la curva de la única vela, un atardecer y otro, cuando el pico de la galera se metía en el centro mismo del disco solar que trasponía el horizonte y, según dijo Carlitos, “navegábamos tomándolo como señal, porque era la única guía de que disponíamos”.»

Se me quedó fijo en la imaginación ese sistema de orientación peculiar. La traducción del párrafo anterior es de Armando Lázaro Ros; el libro me fue regalado, según consta de mi puño y letra, por mi cumpleaños, el 16 de septiembre de 1962. El volumen “Muchas invenciones” fue publicado en 1893. Para entonces ya era historia vieja que los vikingos habían llegado siglos antes que Colón al descubrimiento de América por los europeos.

 

miércoles, 20 de octubre de 2021

LA SUPLANTACIÓN DE LA MEMORIA

 


Carlos Vallejo (izq.), junto a Jordi Rabassa, concejal de Memoria Democrática del Ayuntamiento de Barcelona, y dos sobrinas de Antonio Ruiz Villalba, obrero muerto a tiros por la policía en el desalojo de la fábrica SEAT el 18.10.1971. La imagen corresponde a la inauguración de una placa conmemorativa de tales hechos. Obsérvese la modestia del acto y la ausencia clamorosa de autoridades, así centrales como autonómicas. (Foto compartida del muro de FB de Vallejo.)

 

Una de las razones de que nos esté pasando lo que nos está pasando, es que en este país, seguramente como consecuencia de la revolución pasiva (tomo el término de Antonio Gramsci) que vivimos durante la Transición a la democracia, se ha dado un fenómeno peculiar que ha consistido, no tanto en la pérdida de la memoria histórica, como en su suplantación.

Entonces, tenemos un problema con el fascismo. Lo expreso con palabras muy recientes de Antonio Baylos en su blog: «Desde la polarización del pensamiento conservador en torno al Partido Popular, tras la desaparición de UCD, el fascismo se contempla como un fenómeno histórico situado siempre fuera de nuestras fronteras – en Alemania o en Italia – pero nunca se relaciona con la dictadura de Franco y el fuerte componente autoritario y violento que la sostuvo.» (1)

Según una corriente de pensamiento conservador, entonces, nunca tuvimos fascismo aquí; tan solo un régimen severamente paternalista y autoritario.

No hay en este caso concreto desmemoria histórica, sino suplantación consciente de la memoria real, como si (en esto del “como si” somos probablemente líderes mundiales), al cambiar el nombre de las cosas tal como fueron, cambiáramos también su naturaleza intrínseca.

El actual secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez Ruiz (magistrado, nacido en 1981, en el cargo desde 2020), ha dicho el pasado 27 de septiembre sobre la sede central de la policía de Barcelona, el ominoso edificio de Vía Layetana por delante del cual evitamos pasar muchos antifranquistas veteranos, y preferimos dar un rodeo antes que cruzar por delante de su puerta: «Ha sido símbolo de servicio público desde el que varias generaciones de policías han contribuido y siguen contribuyendo a fortalecer la democracia en nuestro país.»

Eso no es perder la memoria, es un birlibirloque que la sustituye por otra, falsificada. Los cuerpos represivos del franquismo siguieron su trantrán habitual con el advenimiento de la democracia, conservaron su puesto en el escalafón, siguieron desempeñando sus funciones sin que nadie les exigiera cuentas del pasado reciente, cobraron los trienios y quinquenios preceptivos, fueron condecorados y homenajeados en democracia “como si” la etapa anterior no hubiera existido nunca y el fascismo fuera algo lamentable, desde luego, pero ajeno a nosotros. Hoy estos funcionarios del Estado, eméritos en su mayoría, son un caladero consistente de votos de Vox, formación que, por supuesto, tampoco es fascista ni parafascista, no vayamos a confundir.

Esa es la “memoria histórica” realmente existente en el pensamiento de la derecha española, que sigue negándose de forma empecinada a cualquier modificación en su percepción de las cosas. Carlos Vallejo Calderón, trabajador de SEAT detenido y torturado largamente en los sótanos de Vía Layetana hace ahora cincuenta años, ha comentado de este modo las palabras del señor Pérez Ruiz: «Han herido en lo más profundo a los que, como en mi caso, fuimos torturados durante veinte días en estas dependencias, precisamente por luchar por la democracia y contra la Dictadura.»

   

(   (1)  Ver https://baylos.blogspot.com/2021/10/antifascismo-sindicatos-reformas.html, 17.10.2021. Conviene leer la entrada entera, y a ser posible con calma.

 

martes, 19 de octubre de 2021

EL CHARLATÁN QUE FUE A LA ONU A VENDER UN CRECEPELO MILAGROSO

 


El archiconocido escenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

 

Ayer falleció Colin Powell, de complicaciones por el covid. Es un hecho triste, más o menos como el de que Franco muriera en la cama. De existir la justicia poética, Powell habría sido ahorcado junto a Saddam Hussein. Había jurado ante el mundo que existían pruebas de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. No hizo públicas tales pruebas por tratarse de un secreto militar de Estado: “Créanme bajo palabra”, dijo en la Asamblea de la ONU.

Se invadió, y no se encontró ningún arma de destrucción masiva, casi ni siquiera había de las otras, a pesar de las fanfarronadas de Saddam, que se escondió en un zulo bajo tierra cuando vio venir a por él las tropas aliadas (ya saben, las de Bush, Blair y Aznar, también estuvo presente la Marca España en aquel entremés).

Los guionistas de Hollywood habían descrito con todo detalle la base atómica subterránea de Saddam, situándola en la isla del Dr. No. En la realidad era solo un zulo, en el pueblo natal del Supermalvado. Colin Powell se tuvo que tragar sus juramentos bajo palabra.

¿Por qué hizo aquello? Todo había empezado el 11-9, con la tremenda conmoción del atentado con reactores de línea al Pentágono y las Torres Gemelas. Fue una cosa urdida por Bin Laden pero, para los conspiranoicos de la Central de Inteligencia, Osama y Saddam eran uno y lo mismo. El presidente George W. Bush no se puso al frente de la emergencia, sino que desapareció durante unas horas. Se fue a su propio zulo subterráneo, más cómodo sin duda que el de Saddam.

Un bochorno semejante necesita una rehabilitación a su altura, y el pequeño de los Bush (dos eran, dos, y ninguno era bueno) juró hacérselas pagar a aquel Saddam Bin Laden que le había dejado en ridículo. Se exhibieron fotografías borrosas que podían significar que había almacenes de armas atómicas en Irak, o bien posiblemente cualquier otra cosa. La comunidad internacional las consideró insuficientes como elemento de prueba; igual podían ser jaulas para conejos.

Bush se fotografió entonces cantando rancheras con el trío de las Azores. La imagen gustó, pero tampoco aquello fue considerado decisivo en el foro de las naciones. Solo quedaba el recurso a Colin, el general de la guerra del Golfo, el secretario de Estado para todo.

─Hazlo por mí, Colin. Tú puedes.

Colin acudió a la ONU y comprometió allí su prestigio. Luego se desencadenó la batalla de todas las batallas. Luego el asunto acabó como acabó, y Colin fue destituido de su cargo. “¡Paren las rotativas y cambien la portada!”, vociferaron los directores de los medios informativos internacionales.

Colin se retiró a la vida privada, y ayer falleció de las complicaciones de un covid mal curado. Esto no habría ocurrido jamás, de haber existido la justicia poética.

 

domingo, 17 de octubre de 2021

LECTURAS DE USAR Y TIRAR

 


“La libertad es una librería”, escribió Joan Margarit. El poeta no dijo nada, que se sepa, de los premios literarios. (Imagen, librería de la rue Sainte-Catherine, en Burdeos. Compartida del muro de FB de Jordi Pedret Grenzner.)


Dedicado a mi cuñada Mercedes, apasionada como yo de la lectura.

 

Suscribiré con gusto todos los manifiestos en favor de la lectura, si se añade en ellos ─como en las cajetillas de cigarrillos─ la advertencia de que el 90% de lo que leemos no nos sirve para nada ni nos enriquece lo más mínimo.

Cuando se trata de premios literarios, ese porcentaje de inutilidad asciende, incluso. Hablo de los premios vistos en conjunto, una novela distinguida con el premio Booker seguramente vale la pena de alguna manera, porque se trata de obras que ya han pasado la prueba de fuego: han sido publicadas y ofrecidas en las librerías, en un periodo y un ámbito de difusión dados. Con ellas no hay sorpresas; entrar en la lista larga de aspirantes, y no digamos en la lista corta, les supone ya un reconocimiento importante. El premio mismo es un plus, obviamente, y quizás no se concede siempre a la obra que más lo merecía; pero es garantía de un nivel de calidad.

Del Nobel, que se da teóricamente a un autor y a una trayectoria representativa en la historia de la literatura mundial, más vale no hablar. Si uno limita sus lecturas a autores ganadores del Nobel, como propone ahora El País en una colección que ofrece a sus abonados, lo más probable es que se convierta en un tipo raro con ideas extrañas sobre el mundo en el que vive. Pero también la etiqueta Nobel presupone una cierta garantía de calidad.

En el caso del Premio Planeta, la inutilidad de la lectura está asegurada al 99,7%. No redondeo la cifra por escrúpulo, siempre habrá alguien a quien le sirva de algo. Pero se trata de un premio dedicado, no a exaltar la literatura, sino el negocio. Vean como ejemplo el caso de Carmen Mola, seudónimo superventas lanzado inicialmente por Alfaguara y que Planeta, siguiendo una costumbre inveterada, se lleva para su casa a golpe de talonario solo cuando el mercado ha dado ya señales abundantes, no de la calidad de la escritura del autor/ra, sino de la capacidad de generar dividendos del producto.

Carmen Mola son en el mundo real tres guionistas de televisión bregados, a saber Agustín Fernández, Jorge Díaz y Antonio Mercero. Entre los tres construyen artefactos “de una violencia ultra salvaje y macabra”, leo en una crónica del premio; no puedo ratificarlo, porque no he probado el mejunje ni tengo intención de hacerlo en el futuro.

El quid de la operación Premio Planeta consiste en que el producto despierte curiosidad, y en que esa curiosidad prenda en una audiencia amplia que cifra su prestigio social en tener colocada en el recibidor de su casa una librería bonita, de madera barnizada, adornada con siete u ocho ejemplares de libros de tamaño grande, bien visibles: imprescindibles la Biblia, un ensayo ilustrado sobre Picasso o sobre los impresionistas, y un par de premios Planeta.

Respecto del Planeta de este año, se ha hablado más de los autores que de la novela en sí, pero es porque la medida del consumo de este tipo de productos se localiza en la cifra de ventas, no en la labor solitaria y callada de la lectura. Son libros que se venden mucho, no es importante en cambio que se lean.

Una operación tan antigua como el mundo. El superventas de la Historia es la Biblia, también un ensamblaje de textos de autores distintos que ofrece al lector, en sus mejores momentos, “una ultra violencia salvaje y macabra”. A ratos y en según qué pasajes, obliga a leerlo sosteniéndolo con una sola mano, ajustándose de ese modo a los criterios más refinados de la publicidad contemporánea. Otros pasajes, en cambio, duermen el sueño de los justos (literal) desde que la página en la que constan fue impresa. ¿Quién puede presumir de haberse leído la Biblia entera, de cabo a rabo? Las jerarquías reconocidas de la Iglesia católica, por lo demás, desaconsejan su lectura para “personas no formadas”.

Posiblemente a La Bestia, el libro premiado en la noche de Santa Teresa, le ocurra lo mismo. Da igual si se lee como si no, el negocio ya está hecho de antes.

 

sábado, 16 de octubre de 2021

¿EXISTE UNA IZQUIERDA DE LA IZQUIERDA?

 


Las mujeres se afanan en poner orden en un mundo desordenado casi siempre por los varones. Vida LAHEY, ‘Lunes por la mañana’, 1912.

 

Lo pregunto con humildad. Tengo la sensación de que resbalamos cuando nos metemos en contrapuntos (“que se suelen quebrar de sotiles”, advertía el Maese Pedro del Quijote) en cuestiones de topografía ideológica, dicho en el peor sentido del concepto “ideología”.

“Hasta el rabo todo es toro”, determinaron en su día maestros que lo sabían de cierto por haberse arrimado lo suficiente al objeto de la pesquisa. En otro orden teórico, la expresión “izquierda de la izquierda” remite a la existencia de una izquierda reconocida, identificable y con líneas rojas bien establecidas, y a otra izquierda desprovista de seriedad institucional y que campa por sus respetos.

Hay ahora un intento muy publicitado, liderado por mi admirada Yolanda Díaz, de componer una opción de izquierda con cara y ojos, no identificable por unas siglas unívocas, disciplinada y adecentada, de modo que sirva de contrapeso eficaz a la tendencia, al parecer irrefrenable, de esa otra izquierda también conocida como la Casa común, de escorarse por prurito estético hacia la derecha, en busca del centro geométrico.

Creo que el intento tiene miga, por más que la propia Casa común tiene contrapesos propios, que han actuado históricamente con eficacia inesperada. Vale la pena recordar el solemne auto de fe que tuvo lugar en Ferraz en octubre de 2016 (se cumplen ahora cinco años, no hace tanto, caramba) por el que Sánchez fue defenestrado de la secretaría general, tachado de infamia y sustituido por una gestora mandatada para preparar un nuevo Congreso. El sambenitado recorrió en un Peugeot 407 la geografía organizativa del partido, y en mayo de 2017 ganó las primarias frente a Susana Díaz y Patxi López, con un respaldo de más del 50% de la militancia. ¿Estaba ese más del 50% a la izquierda de la izquierda?

Es normal, y es bueno, que en cada organización que se reclama de la izquierda se expresen con libertad sectores críticos. No sé si es tan bueno “oficializar” y someter a disciplina interna la crítica. No veo la izquierda como una serie de instancias alineadas en el sentido derecha-izquierda-más a la izquierda, sino como un conglomerado de ideas, de ambiciones de progreso compartido, y de praxis peculiares de unos u otros estamentos sociales, que en su conjunto disputa la hegemonía a una derecha también multiforme.

En ese juego no vale tanto la “estática” del sistema, es decir los equilibrios y las ambigüedades consensuadas, como la “dinámica”, el movimiento dialéctico de las necesidades y las expectativas que surgen de abajo, contando con el compromiso ético de todos, absolutamente todos, los representantes elegidos por ese magma o conglomerado de base.

A mí me parece bien lo que intenta Yolanda Díaz, siempre que sea un motor, no un contrapeso. No creo en la existencia de dos izquierdas colocadas una a la izquierda y la otra a la derecha, respectivamente. La izquierda realmente existente es más bien como la madre, en el sentido de que no hay más que una, y a ti te encontré en la calle.

 

jueves, 14 de octubre de 2021

NO DARÉ MÁS LA LATA

 


Una idea para mejorar el urbanismo barcelonés. La calle Eolo (Aiolou) está en el centro de Atenas. En este tramo, apenas a cien metros se encuentra el Mercado Central, y a unos doscientos, el Ayuntamiento. Si se sigue la calle hacia la derecha (en la foto), después de cruzar Ermou junto a la plaza Monastiraki, va a desembocar delante de la Torre de los Vientos del Ágora romana, y frente a la Acrópolis. La calle es peatonal. El pavimento es de mármol, y no sé explicar la razón de que de vez en cuando se hayan insertado esas piezas con dibujos geométricos.


El Cercle d’Economia nos ha dado un serio aviso a los inconscientes que vivimos, como las vírgenes locas de la parábola, sin repuesto de aceite en las lámparas, al explicarnos que en Cataluña y en Barcelona estamos rodando por la pendiente de la irrelevancia absoluta. Algo hay que hacer ante esa situación, y lo que sugiere el Cercle es, de un lado, el vargasllosiano “votar bien”, y de otro conseguir más recursos del Estado para la imponderable iniciativa privada, como al parecer ocurre, sin ir más lejos, en Rotterdam, París, Milán o Lisboa.

De forma simultánea, aunque en modo alguno sincronizada con la iniciativa anterior, la plataforma de entidades ciudadanas “Barcelona Imparable” nos urge a sacudirnos la modorra y lanzarnos a por la concreción de una Barcelona más rica, próspera y afortunada, por el camino de asaltar la alcaldía y poner a su frente a alguien más digno que su actual moradora.

Ninguna de las dos iniciativas pone sobre la mesa las dificultades reales que se alzan frente a una nueva Gran Bercelona: el modelo económico, la deadline ecológica (hay quien asegura que economía y ecología son “perfectamente compatibles”. Habría que demostrarlo, sin embargo, cuando el remedio que se ofrece son veinte millones más de visitantes al año y un hub aéreo: Hic, Rhodus, hic salta!), la urgente transición a energías limpias, las infraestructuras sociales…, cuestiones que se hace desaparecer como el conejo en la chistera.

La chistera. De chiste va la cosa, cuando se proponen soluciones que nunca van dirigidas a la inversión pública, y donde siempre asoma la oreja el negocio privado.

Lo digo por última vez, Ada Colau (y todo su equipo municipal, que no son amiguetes paniaguados sino profesionales solventes), Ada Colau digo, es un seguro de vida para los/las barceloneses/as.

No daré más la lata con este tema, mis capacidades de credibilidad mediática no dan para más.

Olvídenme, eso sí, cuando se hayan apuntado al acoso y derribo de Colau y vean lo que había detrás. Yo ya tengo una edad (véase foto de abajo) y estoy curado de espantos. Hay, en el perímetro de la izquierda instalada, personas que piensan que tienen más razón porque sus argumentos coinciden con los del Cercle d’Economia. Avante, pues. Los posibles matices ya los discutirán más tarde.

 


Mi cara de sorpresa después de soplar con éxito las candelas de mi setenta y siete cumpleaños, el pasado 18 de septiembre. Hora de ir pensando ya en la retirada de determinados debates. (No omitan una mirada curiosa a la base que sostiene las candelas: es un tiramisú, pero mi hija Albertina, que borda el dulce, añadió pistachos de Egina a la crema en lugar del habitual chocolate en polvo.)


miércoles, 13 de octubre de 2021

SIGNOS EN EL CIELO

 


 “La cabra, la cabra, la puta de la cabra, la madre que la parió. Yooo tenía una cabra que se llamaba Asunción.” (TRADICIONAL)

Foto compartida del muro FB de Pau Noy.

 

Madrid ya no es la capital de España, sino de sí misma. Del arrebato se ha pasado a la infatuación, del hiperliderazgo a la desmesura, de Ayuso a la cabra de la Legión, que fue vitoreada en el desfile de ayer mientras se abucheaba al jefe del Gobierno. Una capital del Reino que abuchea a su presidente de gobierno en presencia de sus reyes y mientras desfilan las fuerzas armadas, ni es capital, ni “naíca de ná” que valga la pena. Rafael Alberti habría puesto nombre a lo sucedido ayer: el Adefesio. Valle-Inclán se habría inspirado en la escena para uno de sus Esperpentos. La escena sería risible de no ser porque el odio que trasuda nos envenena a todos.

Pero es también el Festín de Baltasar, y hay signos en el cielo que anuncian el final de un ciclo.

 

martes, 12 de octubre de 2021

MÁS DESTROZOS QUE LAMENTAR

 


Interior de la sede de la CGIL en Roma, después del paso de los escuadristas de Forza Nuova. (Fuente, Agencia EFE)

 

“Di nuovo come un tempo, sopra l’Italia intera

Fischia il vento e infuria la bufera.”

Fausto AMODEI, ‘Per i morti di Reggio Emilia’, 1971.

 

El pasado sábado día 9, la sede central de la CGIL en Roma fue asaltada por un grupo de activistas de la organización fascista Forza Nuova. Se desgajaron, sencillamente, de una manifestación contra el pasaporte covid, y se dirigieron al local sindical, en el que entraron por la fuerza y destrozaron lo que encontraron a mano.

No fue un acto improvisado ni la consecuencia de un calentón. A la misma hora la web de la CGIL fue objeto de un ataque informático masivo. Hay abundantes testimonios gráficos de los hechos, y pruebas materiales sobradas. Ninguna relación directa entre sindicato y pasaporte covid, salvo naturalmente que la CGIL se había pronunciado con firmeza a favor del mismo. Hasta el momento se han producido seis detenciones. Se pide, desde distintos foros, la ilegalización de Forza Nuova y de otras organizaciones neofascistas. La derecha italiana está en contra de que se coarte la “libertad de opinión”. Pero no son opiniones lo que se quiere prohibir. Como se ha dicho también, «el fascismo no es una opinión, es un crimen»  

Otra cosa se ha dicho aún, y vale la pena retenerla: «Quien haya dado cobertura ideológica, filosófica, moral y política a esta locura contra el green pass de buena fe, sepa que a partir de hoy la presunción de buena fe ya no vale.»

Porque hay una derecha que juega a excitar la ira de los impotentes contra un “sistema” del que ella forma parte desde siempre; una derecha no estatutariamente fascista pero para la que todo vale, todo se aprovecha llegado el caso, sin remilgos.

Hablo de España, pero no únicamente de España. La gobernanza austericida de la crisis financiera de 2008 ha sido uno de los elementos directamente causantes del rebrote del fascismo que estamos padeciendo más o menos en todas partes. Basta mirar las cifras y los porcentajes electorales de las distintas naciones para comprobarlo.

La labor del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial por el Tercer Submundo, la predicación por parte de los neocons del evangelio del TINA (There Is No Alternative), la soberbia sin límites de las finanzas globales que siguen reclamándolo todo para ellas (¡No al crecimiento del SMI! ¡No a las ayudas! ¡No a la subida de las pensiones! ¡Sí a los desahucios!) en un mundo en el que los márgenes son cada vez más estrechos, y las tinieblas exteriores más oscuras.

Y por supuesto, el señalamiento previo de unos “enemigos” contra los que dirigir la violencia fascista, porque serían ellos los culpables en último término de las desgracias comunes: Los inmigrantes. Los gays. Las mujeres. Los comunistas. Los sindicatos.