jueves, 29 de noviembre de 2018

CORRIDA DE DRAGONES



Lo que están viendo arriba es un icono pintado sobre tabla por Georgios Klontzas (1530-1608). Hice la fotografía en el Museo Bizantino de Atenas. Me excuso por la deficiente calidad técnica; se pueden encontrar reproducciones muy superiores buscando en Google.

Me gustan las pinturas que cuentan una historia. Aquí San Jorge, montado sobre un caballo blanco y con la capa púrpura envolviendo su cabeza como una aureola, irrumpe en el terreno yermo y requemado donde el Dragón se ha merendado ya a diversos ciudadanos elegidos por sorteo y espera sin impaciencia hacer lo mismo con la hija del rey, que se acerca ataviada con sus mejores galas y seguida por varias doncellas solícitas.

Lo que me fascina no son los elementos archisabidos dispuestos en el primer plano, sino el fondo. Klontzas ha imaginado varias arquitecturas imponentes y no del todo inverosímiles: a la derecha el palacio del rey, que se asoma a la terraza alta, con su esposa y el pleno del funcionariado, para presenciar la lidia del dragón sin perder detalle; tal vez con el designio de entregar después al vencedor las dos orejas y el rabo del bicho como merecido premio.

A la izquierda, se alza otro palacio imponente también repleto de espectadores del trance. Y entre ambas arquitecturas, una doble fila muy nutrida de espectadores de a pie. El alanceamiento ritual del dragón por el intrépido caballero en plaza está visto como un acontecimiento memorable, sin duda anunciado por los heraldos en toda la extensión del reino.

El hecho de que el icono de Klontzas se exhiba en un museo de arte bizantino no significa que esté incluido en el periodo estricto del imperio de este nombre. Bizancio (Constantinopla) había caído en poder de los turcos en 1453, a más de setenta años de distancia del nacimiento de Klontzas en Iraklion, Creta. Se trata por consiguiente de una obra inspirada en una tradición ya extinta, y en cuyo tratamiento se ha inmiscuido otra escuela pictórica más moderna, la veneciana. Venecia había extendido por el Mediterráneo en los inicios de la Edad Moderna, no un imperio político, pero sí algo parecido: una red de factorías y de fortalezas destinadas a servir y proteger militarmente un intenso tráfico comercial con el Oriente Próximo y Egipto. Creta era una de las bases de retaguardia de ese tráfico.

Es interesante comparar la pintura de Klontzas con la de un contemporáneo nacido a escasos años, once, y  casi el mismo número de kilómetros de su Iraklion natal; me refiero a Doménicos Theotokópulos, el Greco, nacido en 1541 en Fodele, también en la costa norte de Creta. El Greco fue un pintor de iconos en sus inicios, viajó luego a Venecia para ampliar sus horizontes técnicos, y fijó finalmente su residencia en España como consecuencia de un contrato tentador ofrecido por Felipe II, que sin embargo amaba más el arte del Bosco y otros artistas flamencos. Pintó no solo sobre tabla y al fresco, sino también al óleo sobre lienzo, una técnica que permite efectos más vivos y profundos que la tabla; fue como Klontzas un colorista consumado, y un hábil contador de historias; en algunas grandes composiciones se recrea, como su compatriota, en la disposición de numerosas figuras en diferentes planos.

El arte del Greco, después de su paso por el taller de Tintoretto, abandonó en buena parte las maneras y los temas característicos de la tradición bizantina. Una composición como la del entierro del conde de Orgaz parece situada a siglos de distancia de este San Jorge y el Dragón. Sin embargo, son casi contemporáneas.


LA "IMPACTANTE IDIOTEZ" DE JOSEP BORRELL


En el concierto de egos de la política siempre ha habido tenores que desafinaban. Por lo general los ciudadanos nos tomamos esos “gallos de bravura” a beneficio de inventario. No me parece que sea el caso con Josep Borrell, después de una semana en la que ha sido condenado por utilizar información privilegiada en la venta de unas acciones; ha dicho en el Parlamento unas palabras sobre Gabriel Rufián que no debieron salir de su boca (sí, las de Rufián fueron peores, pero Rufián está en la política por el rebomborio, y Borrell está obligado a tener más temple, hondura y mando en la faena en la que está empeñado); ha visto en la misma ocasión un escupitajo invisible incluso para las cámaras de vigilancia, y ha rematado su semana negra con una frase al desgaire sobre la formación de los Estados Unidos y la matanza de la población aborigen, que el abogado nativo estadounidense Brett Chapman ha calificado de “idiotez impactante”.

Quizá no es el momento más adecuado para que Borrell dimita, porque debilitaría más aún el complicado tránsito del gobierno Sánchez hacia unas elecciones generales que le ofrezcan alguna garantía de calma, estabilidad y buenos alimentos. Pero para un futuro bastante inmediato, es dolorosamente obvio que los españoles necesitamos un ministro de Exteriores con un perfil algo más bajo y mucho menos conflictivo. Todos lo agradeceremos.

Está disponible en la nube el número 14 de Pasos a la Izquierda. Los contenidos abarcan desde una nueva mirada al Mayo del 68 en compañía de la Primavera de Praga y de las opiniones de T.W. Adorno (entonces) y de la “movida” cultural sevillana en la pluma (actual) de Bartolomé Clavero, hasta la aguda definición del fascismo institucional, el Estado Corporativo, trazada en 1927 por Piero Sraffa y glosada e historiada por Javier Aristu. Rosa Torán y Javier Tébar componen a cuatro manos la crónica infame de la construcción y utilización del monumento en el valle de Cuelgamuros como escaparate de la dictadura franquista. José Luis Atienza llama la atención del mundillo político sobre los "Diálogos Cataluña-Andalucía" en curso, después de la primera ronda celebrada en Sevilla. Se incluyen en el apartado internacional dos juicios inapelables, los del jurista Ruiz Zaffaroni y el político Tarso Genro, sobre las causas y las consecuencias de lo que está ocurriendo en el Brasil de Bolsonaro. Por último, pero en modo alguno menos importante, aparece un interesante foro de contribuciones en torno a la “batalla de las identidades” y el debate sobre los migrantes en diferentes proyectos con el marchamo de la izquierda para el siglo XXI; foro en el que también el responsable de este blog ha echado modestamente su cuarto a espadas.

Disfruten de la lectura.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL MUNDO SEGÚN SENTINEL DEL NORTE


Los datos objetivos son inequívocos; su interpretación, sin embargo, presenta puntos oscuros.

He aquí los hechos: el misionero yanqui John Allen Chau, de 26 años, se propuso evangelizar la isla Sentinel del Norte, en el grupo de las Andamán (India), a pesar de la insistencia, por parte tanto de amigos y conocidos como de los pescadores indios que le condujeron hasta la orilla, de que en miles de años ningún extraño había vuelto vivo de la isla después de penetrar en ella. Allen Chau pisó la playa y fue recibido casi de inmediato por una lluvia de flechas. Siguió adelante a pesar de todo, hasta que cayó acribillado y su alma inmortal fue a reunirse con el Padre, según sus creencias más acendradas. Su cuerpo exánime fue enterrado en la arena por los nativos, y esta es la hora en que no ha podido ser rescatado.

Si salimos ahora del terreno de los hechos probados y entramos en el de la interpretación, nos haremos la siguiente pregunta crucial: ese comportamiento secular de los sentineleses con quienes les visitan, ¿es de derechas o de izquierdas?

Me explico mejor. La actitud hostil de esos indígenas incultos y aislados tiene grandes puntos de contacto con la del hombre más civilizado del mundo, el presidente Donald Trump. Este ha dado orden a su guardia fronteriza de disparar a matar, si es necesario, para detener la marcha de los hondureños que pretenden cruzar en caravana la frontera de los Estados Unidos. Lo cual es perfectamente homologable con la consigna del jefe de la tribu sentinelesa.

En el mismo orden de cosas se inscribe la posición de Casado, Rivera y Abascal ante la inmigración procedente del sur del Estrecho, según andan predicando en la campaña electoral andaluza. Nada de contemplaciones, aquí esa gentuza no tiene cabida. La práctica de las devoluciones en caliente preconizada por sectores significados de la izquierda, como la Francia insumisa de Mélenchon y el PSOE de Pedro Sánchez, les parece a todos ellos cosa de maricomplejines.

Vistos desde esa óptica, los sentineleses serían integrantes offshore de la derecha más rancia.

Pero no se puede descartar a priori la hipótesis de que los habitantes de la isla hayan formado una comuna clásica en la que, además de abolir la propiedad privada y criar a los hijos en común, sus miembr@s sientan un especial horror hacia los cantos de sirena de la economía de mercado y hayan decidido pasar a las vías de hecho en contra de sus representantes, ya sean estos misioneros, inspectores de hacienda, influencers o banqueros.

Cabe incluso la posibilidad ─ muy remota, lo reconozco, pero no del todo improbable ─ de que, en el ejercicio de su derecho a decidir, hayan votado masivamente en referéndum la aniquilación de los “otros”, quienes quiera que sean, por su punible pretensión apriorística de modificar las pautas de vida, las creencias, los ritos y el biotopo particular que ellos encarnan dentro de una deseable biodiversidad.

En tal caso, los sentineleses pertenecerían de pleno derecho a las corrientes más radicales de la izquierda antisistema.

Tanto en un caso como en el otro, esos escasos centenares de indígenas, aislados desde milenios atrás de las corrientes civilizadoras, no nos resultan enteramente desconocidos. Visto un sentinelés, vistos todos.


lunes, 26 de noviembre de 2018

FUGA ADELANTE HACIA LA ULTRADERECHA


Juan Carlos Escudier entrevista en Ctxt al ex ministro del PP José Manuel García Margallo, y las respuestas de este tienen todo el perfume de un cóctel muy particular de soberbia y quiebro torero para hurtar el cuerpo:

«¿Se siente cómodo con esta deriva del partido a posiciones muy de derechas?
─ Todavía nadie me ha explicado en qué se manifiesta o de dónde se deduce que haya una deriva a la derecha.  
Mano dura con la inmigración, volver a la ley del aborto de 1985, ilegalizar a los partidos independentistas…
─ En esos temas lo que ha hecho el partido es volver a sus posiciones tradicionales.»

Lo cual implica que las posiciones tradicionales del PP son las de una derecha pura y dura. La de Fraga, la de Aznar, la que Rajoy intentó disimular por su apocamiento de carácter.

La campaña electoral de Andalucía muestra a un Pablo Casado ─ el preferido de Margallo frente a Santamaría una vez descartado él mismo, que también se presentó a las primarias para la sucesión de Rajoy y obtuvo un resultado insignificante ─ que da por perdidos los votos de centro y compite con su energía y zafiedad habitual para que Vox no le arrebate escaños residuales en varias provincias (hasta cuatro, según los sondeos).

Competir con Vox por cuatro escaños: he aquí un objetivo miserable, si los hay, en unas elecciones.

Eludir la cuestión sobre si Vox es ultraderecha o derecha a secas: un expediente para desviar la cuestión cuando el partido regresa a sus “posiciones tradicionales” e incluso más allá, y utiliza los mismos argumentos consabidos contra los inmigrantes, contra “los de los lazos amarillos” y contra quienes quieren “romper” una España hecha ya pedazos por una cerrazón mental y una intransigencia que niegan la españolidad de quienes sostienen cualquier opción diferente.

Margallo culpa al gobierno de Sánchez de no haber pujado con más fuerza por la devolución de Gibraltar como botín a ganar en el acuerdo del Brexit. “Era una ocasión histórica”, dice. Pero no explica en qué se manifiesta ni de qué se deduce que Gibraltar estuviese en oferta en tal almoneda. Javier Maroto, el flamante vicesecretario de Organización del nuevo PP, coge a beneficio de inventario ese rábano por las hojas: acusa a Sánchez de «ridículo histórico» en el acuerdo sobre Gibraltar, y lo emplaza a una comparecencia urgente ante el Congreso para explicar «su incapacidad para defender a España fuera de nuestras fronteras.»

Mi impresión personal es que tales sobreactuaciones resultan a la larga y también a la corta perjudiciales para sus performers. El riesgo grande no solo es provocar la incredulidad, sino ser tomados por el pito del sereno por parte del electorado.

«Si alguien en Andalucía quiere un cambio, la opción segura es el PP», ha dicho Maroto con mucho énfasis. Pero dudo de que alguien en Andalucía desee “ese” cambio precisamente. Casado, Maroto y Margallo corren el riesgo de ser confundidos por la ciudadanía con un remake de los payasos de la tele.


MITO Y TECNOLOGÍA DE LA ASCENSIÓN A LOS CIELOS


Fuimos transportados hasta un lugar separado tanto de la tierra como del agua, y accedimos a un laberinto de neón, con muchos espejos, paredes de cristal, puertas, largos pasillos, asientos puestos en hileras y pantallas luminosas. 

Tras un largo peregrinaje por un paisaje que solo metafóricamente se podría llamar laguna Estigia, nos presentamos ante la Puerta de la Revelación, y allí hubimos de despojarnos de parte de nuestras prendas de vestir para pasar bajo un arco con la leyenda «Lasciate l’equipaggio voi ch’entrate». Sonaron timbres anunciando mi indignidad, y fui severamente cacheado por hieráticos guardianes uniformados. 

Las entrañas de las bestias sacrificadas dieron, de todos modos, auspicios favorables, y recibí el Perdón de los Inmortales en la forma de devolución de todas mis pertenencias y la indicación de la puerta clave, entre todas las posibles, que nos conduciría a los cielos anhelados.

De todos modos hubimos de pasar de forma previa por un largo período de purificación y espera, en antesalas augustas, mientras ecos de sibilas pronunciaban por los altavoces profecías oscuras en diversas lenguas. El divino brebaje del café ardiente nos ayudó en el trance terrible, y así fue como al fin nos añadimos a una larga cola de pretendientes, y fuimos admitidos a la celebración de los misterios, y nos dejamos engullir dócilmente en el vientre mecánico de un ave prodigiosa. 

Allí, atados a nuestros asientos, oímos inmóviles los cantos de las sirenas vestidas de azul que profetizaban catástrofes e indicaban con gestos elocuentes la forma de escapar a la aniquilación abriendo manualmente las compuertas del vientre de la Bestia e hinchando los chalecos salvavidas que habían de ser nuestra única salvaguarda en el caso de una eventual precipitación en el mar vinoso.

Luego nos elevamos hasta los cielos, y allí nos fueron servidos alimentos varios que, tocados por la mano de invisibles harpías, se deshacían en ceniza en nuestra boca. Cruzamos los aires a velocidades increíbles, sobrecogidos de un pavor sagrado, desde uno a otro lugar incierto, y cerrada ya la noche nos vimos arrojados a una playa desolada, en la que ánimas anónimas y piadosas depositaron en una cadena movediza nuestro equipaje perdido. 

Por fin, rescatados de las furias nocturnas por un Caronte urbano llamado Taxista, fuimos conducidos hasta nuestro destino, y allí aparecimos como materializados desde otra dimensión delante de nuestros familiares, y todos juntos celebramos en comunión nuestro Retorno del reino oscuro.

Así sucedió, y así queda escrito. Estamos en Atenas. Desde aquí, y vía Nube, aspiramos a seguir manteniendo el contacto lejano con el hilo de nuestra anterior vida cotidiana.


sábado, 24 de noviembre de 2018

EL DERRUMBE PROGRESIVO DE LOS PILARES DEL FRANQUISMO


En la conversación de Pablo Iglesias y Enric Juliana (1) sobre la Transición ─ con mayúscula ─ de España a la democracia, los dos rechazan la tesis comúnmente aceptada de conformación clarividente de un proceso “por arriba”, generado en algunos despachos oficiales y algunas cátedras de universidad, y regalado graciosamente a los españoles como un don de largo alcance, sabiamente conformado y sin fecha de caducidad. Lo que podría denominarse la tesis “Victoria Prego”, debido a una famosa serie televisiva montada y argumentada a posteriori con mucha habilidad.

Creo que Pablo se queda al respecto en una crítica superficial con argumentos un tanto librescos, mientras que Enric aporta al debate no solo algunas encuestas Gallup de la época, muy reveladoras, sino además una hipótesis que no afecta solo a la Transición en sí, sino al Franquismo ─ también con mayúscula ─ en tanto que régimen político.

Desde la historiografía actual tiende a considerarse el franquismo como una dictadura personal del Caudillo. Un régimen muy autoritario, muy duro, muy arbitrario también, emanado de la voluntad omnímoda del autócrata y también de sus limitaciones personales, que no alcanzaron a dar mayor vuelo al invento.

Juliana señala algunos elementos a tener muy en cuenta. El primero es la voluntad prometeica de la dictadura franquista, su intención explícita de construir un Estado totalitario de nueva planta, con la sumisión absoluta de la población a los principios rectores instaurados por el régimen vencedor de una guerra “incivil”. «El franquismo arrolló todos los fundamentos de la sociedad española. Actuó como una tremenda apisonadora. Liquidó a sus adversarios…, Del franquismo surge una sociedad que no quiere saber casi nada de la política…» (p. 133-34).

Y ese objetivo no se consiguió mediante una dictadura personal, sino mediante un régimen fuertemente trabado e institucionalizado. Algunas síntesis históricas califican el franquismo no como un fascismo, sino como “otra cosa”. Señalan, por ejemplo, el precedente de la dictadura de Primo de Rivera. Creo, sin embargo, desde la prudencia para opinar sobre cuestiones que no domino del todo, que la dictadura de Primo “sí” fue otra cosa, y que las diferencias entre el fascismo de Mussolini y el de Franco solo indican que aquí tuvimos “otro” fascismo, y no en cambio un primorriverismo con veleidades fascistizantes.

Son muy interesantes los “tres aspectos del franquismo, sobre todo en los últimos años de la dictadura”, que señala Juliana (pp. 143 ss.): el crecimiento del empleo público, las crecientes contradicciones de la Iglesia con el régimen, y el papel de las Comisiones Obreras. Porque esboza el derrumbe progresivo, en el tardofranquismo, de los tres pilares que habían sostenido el armazón institucional del fascismo español.

1.- La burocracia. Ya Condorcet había dado el aviso, hace dos siglos y pico, de que el despotismo no es un régimen unipersonal sino que exige la existencia de un colectivo amplio, leal y disciplinado, dispuesto a secundar al autócrata en sus decisiones. La burocracia franquista explica la perduración del régimen franquista, y su acción profunda sobre una sociedad “arrollada” y adoctrinada desde todos los ángulos posibles. El agotamiento biológico del colectivo inicial, las disputas de familia (falangismo, opus, etc.) y la incorporación en los setenta de una nueva generación de burócratas desafectos y con ambiciones propias diferentes de los postulados del franquismo (la generación de Adolfo Suárez y Rodolfo Martín Villa), cuartearon la inmovilidad política interior y la inasequibilidad al desaliento de las primeras camadas de administradores del régimen.

2.- La Iglesia. «No es que la Iglesia pierda el control, sino que llega un momento en que la propia Iglesia, sobre todo en las grandes ciudades y en las periferias urbanas, se convierte en motor de algunos cambios sociales» (p. 145). La pluralidad de visiones y de objetivos dentro del estamento eclesiástico es un hecho normal en una democracia en la que se expresa de manera normal una diversidad social. Si la Iglesia está próxima al pueblo y el pueblo es diverso, las tensiones religiosas quedan dentro de la lógica y de lo esperable. Pero en un régimen totalitario consecuente a una “Cruzada”, que quiere arrebatar a todo el pueblo en bloque a un escalón de vivencias espirituales distinto, necesariamente unívoco y uniforme, esa situación se vive como un desgarro y una tragedia.

3.- El sindicato. En la arquitectura institucional del régimen, el sistema de encaje del trabajo en unos sindicatos verticales perfectamente jerarquizados tenía una importancia esencial. Era la forma de ordenarse una producción controlada y dirigida por el Estado. La aparición de las comisiones obreras en las fábricas, y el ritmo creciente de los conflictos que vino a perturbar el trazado milimétrico de los planes de desarrollo elaborados por la Comisaría consiguiente, tuvo un resultado parecido al de un virus informático capaz de arruinar con su lógica diferenciada todo el sistema operativo.

No es ocioso recalcar que los tres estamentos correspondieron a la triple representación corporativa en las Cortes franquistas: del Estado (que incluía tanto a ministros y altos funcionarios como a militares de alta graduación), de la Iglesia representada pr sus obispos, y del tercer estado (tercio sindical).

Fueron precisamente la nueva clase obrera, el nuevo funcionariado que accedió por oposiciones a la Administración y la nueva clase de tropa eclesial comprometida de las parroquias de las barriadas de aluvión inmigrante en las periferias de las ciudades, los tres elementos fundamentales para cortocircuitar el “atado y bien atado” de las viejas instituciones del franquismo como sistema.

Acerca de cómo se desarrolló en concreto y en unas coordenadas geográficas muy determinadas esa triple confluencia de rebeldías en un momento histórico preciso, será muy útil a las personas interesadas leer el libro Conversaciones en Colomers (2). Allí verán desplegarse todo el tejido alambicado de las luchas y las complicidades oficiales y extraoficiales, legales y extralegales, que conformaron la agonía del franquismo y el nacimiento de la democracia.

(1) En el libro Nudo España, Arpa 2018, citado en una entrada reciente en estas mismas páginas.
(2) Isidor Boix, José Luis López Bulla, Carles Navales, Javier Tébar (ed.), Conversaciones en Colomers Reflexiones sobre sindicalismo y política durante la transición a la democracia en España. Fundació Cipriano García de CCOO de Catalunya, Materials d’Història de l’Arxiu 3. Germania, València, 2011.

viernes, 23 de noviembre de 2018

NUESTROS AMIGOS INHUMANOS

Es la manera que tiene Leontxo García, periodista y divulgador del ajedrez, de referirse a los superordenadores que almacenan toda la teoría y la historia del juego en sus neuronas de silicio, y cuando se les plantea un problema o un lance de partida real vomitan, después de una reflexión relampagueante, un output consistente, tal vez, en un movimiento inesperado, apenas concebible para una mente humana.

─ Aquí ─ nos explica Leontxo delante de un tablero gigante ─ ,“nuestros amigos inhumanos” recomiendan tal cosa, pero ningún jugador vivo se atrevería a adentrarse en los vericuetos consecuentes a la respuesta tal otra.

Los amigos inhumanos están llevando el ajedrez de alto nivel a un impase. En estos días se celebra el campeonato del mundo. Está previsto a doce partidas, y en las diez primeras se ha dado el mismo resultado: tablas. Hubo un momento de revuelo cuando en un vídeo sobre el aspirante una captura de pantalla permitió ver el listado de aperturas a las que el jugador había dedicado una atención especial en su preparación. Se dijo que aquello daba una ventaja sustancial a su oponente, porque entre toda la inmensidad de movimientos posibles a lo largo de, digamos, las quince primeras jugadas de la partida, este podía limitarse a esperar la aparición de tan solo unos pocos sistemas de apertura.

Otros comentaristas, abiertamente partidarios de la teoría de la conspiración, insinuaron que el pantallazo chivato era una sofisticada trampa del aspirante, que desviaba al contrincante hacia el estudio de unas cuantas líneas que no pensaba utilizar, por lo que le restaba un tiempo precioso para preparar lo que efectivamente iba a aparecer en el tablero.

Ya tuviesen razón los unos o los otros, el match siguió su curso sin alteraciones perceptibles y los dos competidores, la más alta expresión del ajedrez humano en el momento presente, siguieron haciendo tablas de forma invariable. Cada cual cuenta con su propia mente, pero los amigos inhumanos que les auxilian en la elección de jugadas son los mismos. Son infalibles. Dos infalibilidades se anulan recíprocamente.

El título se decidirá probablemente en las partidas rápidas. Con menos tiempo para pensar, y superado el escollo inicial de unas aperturas superanalizadas, uno u otro de los dos campeones cometerá en algún momento un error. Errare humanum est. Lo que nos lleva a la conclusión de que la esencia del ajedrez no está en la mejor jugada sino en el error más garrafal.

La idea no es nueva. Hace más de un siglo, cuando los amigos inhumanos estaban aún en el limbo de los futuribles, alguien, no recuerdo quién, sentenció que en ajedrez gana siempre quien comete el penúltimo error.


jueves, 22 de noviembre de 2018

NOSTALGIA DEL IMPERIO ROMANO

Estoy leyendo Nudo España (Arpa editores, Barcelona 2018), una larga conversación sobre casi todo, entre el político Pablo Iglesias y el periodista Enric Juliana. Tengo la impresión, mediada apenas la lectura, de que el periodista se preocupa en primer lugar de avanzar opiniones originales y arriesgadas sobre los distintos temas, y en cambio el político, mucho más cauteloso, desea ante todo demostrar su nivel de conocimiento de los temas propuestos, casi como si se encontrara delante de un tribunal de oposiciones. Este esquema resta frescura al diálogo, pero en las reflexiones a dúo el lector encuentra muchas cosas aprovechables.

Tomo una de ellas. Ha comentado Juliana algunas páginas atrás un apunte paradójico que dejó caer en una conversación delante del estuario del Tajo su amigo portugués Gabriel Magalhaes. No voy a referirme a ese apunte ahora, aunque lo merece, sino a la segunda aparición de Magalhaes en el libro (pág. 58): «Otra cosa que me decía el portugués Magalhaes, poeta perspicaz, es que para los europeos del sur en la construcción de Europa está contenida la nostalgia del Imperio romano. Deseamos pertenecer a algo grande que, de alguna forma, nos proteja de nosotros mismos y de nuestras desgracias.
Los daneses no tienen ningún deseo, ni lo han tenido jamás, de pertenecer al Imperio romano. Para ellos, formar parte de la Unión Europea es una cuestión de carácter básicamente mercantil…»

En la querencia de la Europa del Norte hacia la Unión, concluye Juliana, hay intereses; no sentimientos. Dicho de otro modo, el ideal de la unión política (la Europa de los pueblos, expresado en eslogan) es algo que se ha promocionado con insistencia desde el sur, y a lo que se han opuesto barreras sutiles pero sistemáticas en los países del norte.

El insight del profesor Magalhaes no lo explica todo sobre la complejidad y las dificultades de la construcción de Europa; pero es una pieza que encaja bien en el rompecabezas. Tendríamos así en perspectiva dos visiones de Europa contrapuestas: una utilitaria, en la que el todo está al servicio de las partes vistas por separado, como una herramienta compartida que facilita la prosperidad de estas; otra visión, trascendente, en la que las partes se ponen a sí mismas al servicio del todo, de una supernación que aspira a ser además un superEstado con normas imperativas expresamente dirigidas a la gobernanza del conjunto, concebido este como algo más que la suma de las partes.

Desde este esquema se comprenden mejor los sucesos bochornosos que acompañaron la gestión de la crisis griega por parte de la troika. «El menosprecio con que la prensa de la Europa del Norte trató a los griegos fue insultante», dice Juliana.

Las advertencias de Bruselas a España en referencia al borrador de presupuestos preparado por el gobierno de Pedro Sánchez recaen ─ sin insultos ─ en la misma idea de principio vigente en el Norte: reglas estrictamente mercantiles y abstractas, que atienden a baremos y porcentajes; no reglas políticas adecuadas a las circunstancias concretas de las partes integrantes de la Unión. Inflexibilidad en las formas. Desconfianza. Divergencia, por no decir oposición, de intereses. Consolidación de la ley de los intercambios desiguales. Mercado común, pero no unión política solidaria.

La construcción de Europa pasa por momentos críticos, porque el egoísmo mercantil predominante ejerce una presión centrífuga que puede hacer pedazos la cohesión, como le ocurrió a la rana de la fábula que quería crecer a base de inflarse de viento. La rectificación en los objetivos está servida, después de la difícil negociación del Brexit y del paso atrás de Polonia. No es solo una cuestión de geografía política, sino de mentalidades y de puesta en valor de tradiciones seculares muy arraigadas. Es curiosa, en ese sentido, la paradoja de Italia, que fue cuna del Imperio romano y se ha convertido súbitamente al antieuropeísmo con la llegada al gobierno de la Liga Norte, precisamente.


miércoles, 21 de noviembre de 2018

LA POLÍTICA EN EL DESPEÑADERO


Después del torpedeo “desde detrás” de una renovación del poder judicial consensuada por las cúpulas de nuestros dos partidos alfa (un parche bastante penoso, pero no más que la llaga descarnada colocada a la vista de todos después de la sentencia rectificada sobre las hipotecas), le ha llegado al parlamento, la sede oficial de la soberanía de la nación, el turno de sufrir un asalto deliberado a bayoneta calada. El hemiciclo se ha embarrado ─ más aún de lo que ya venía siendo habitual ─ como consecuencia de un ataque verbal desmelenado y desproporcionado del diputado Gabriel Rufián al ministro Josep Borrell, y de la respuesta de este (“serrín y estiércol es lo único que usted es capaz de verter”, ha dicho; y en pasillos ha precisado que “no es un insulto sino una descripción”. Dicho de otro modo, dos tazas si no quieres té.)
La presidenta Ana Pastor ha expulsado a Rufián por insistir en su gesticulación, y todo el grupo de ERC ha abandonado la cámara. Por el camino, puede haber habido un escupitajo, o un gesto de escupir, de uno de los diputados al pasar delante del ministro.
Pastor ha hecho borrar del diario de sesiones los calificativos cruzados de “golpista” y “fascista”, que ya se están convirtiendo en hashtags habituales en los debates parlamentarios; pero la medida no deja de ser un parche más, previsiblemente con muy escaso efecto sobre los ímpetus de unos diputados animosos que han optado sin rebozo por tirarse al monte con todas las consecuencias. Mucho me temo que Sor Virginia sea impotente para reducir la hinchazón virulenta del mal político que aqueja a un país cuyos representantes electos consideran la agresión verbal y el desplante pinturero como el complemento más adecuado del ejercicio de la soberanía y el mejor método para ejercer su función.
Pedro Sánchez está en curso de corrección a marchas forzadas de su pretensión de agotar la legislatura para celebrar elecciones en un clima de mayor sosiego. No parece que tal cosa sea viable. Se tantea ya la concreción de un superdomingo electoral en el mes de mayo. Previsiblemente, el voto de castigo hará saltar chispas. La imagen más apropiada para la situación de la que estamos siendo testigos atónitos es la de esa cacería en el borde de un precipicio, en Herreruela (Cáceres), en la que tanto el ciervo acosado como gran parte de la jauría acosadora acabaron por caer al vacío.
Después de semejante apoteosis institucional, vaya usted a reclamar al maestro armero.

lunes, 19 de noviembre de 2018

ANDALUCÍA NO ES UN LABORATORIO


Iñaki Pardo Torregrosa subtitula en lavanguardia su crónica andaluza: «El primer test electoral después del otoño catalán se convierte en un laboratorio para la pugna de PP y Ciudadanos entre ellos y contra Pedro Sánchez, con Cataluña de fondo.»
Es discutible que lo que se avecina en Andalucía sea un test, es decir una prueba para otra cosa distinta; más aún lo es que Andalucía misma sea un laboratorio para experimentar lo que sea; y definitivamente es incierto que Cataluña esté “de fondo” en lo que se dirime en Andalucía.
Sin embargo, Pardo Torregrosa no inventa nada. Esto es lo que ha dicho Pedro Sánchez: «El tren de las victorias socialistas tiene su primera parada en Andalucía, y la segunda en las municipales y autonómicas de mayo.»
Y esto es lo que le ha replicado Pablo Casado: «Lo que pase el 2 de diciembre va a configurar lo que pase en las elecciones municipales y generales.»
A ver, estas cosas se dicen siempre en campaña, desde la idea de que, ya que te tomas el trabajo de quedarte afónico para los andaluces siendo como eres un líder nacional, no está de más un giro de la frase adecuado para que se queden con la copla los electorados de circunscripciones distintas. No es exactamente un brindis al sol, sino más bien un pase de pecho mirando al tendido del 9.
Ocurre siempre en campaña, como he dicho. Los mismos protagonistas asegurarán el día siguiente de las elecciones ─ lo han hecho siempre, una norma consuetudinaria tan arraigada no se revoca de un día para otro ─ que los comicios andaluces “NO” son extrapolables a las municipales ni a las generales. Todos se declararán ganadores, eso sí, pero todos también habrán quedado descontentos de los resultados y considerarán de forma unánime que “sus” expectativas son claramente mejorables en el futuro inmediato.
Una cosa es que las elecciones de Andalucía no sean extrapolables a otras situaciones y otros electorados ─ no lo son, en efecto ─ y otra muy distinta que no nos afecten a los demás. Incluidos los catalanes, por más que no estemos “de fondo” en lo que se ventila. Estamos metidos dentro de un aparato que funciona con varios motores, y no es indiferente el funcionamiento bueno, malo o regular, de cada uno de ellos. Un buen funcionamiento equilibra los esfuerzos y ayuda al conjunto. Uno malo, hace que todo el conjunto se resienta. En ese sentido, y no en la dudosa extrapolabilidad de los resultados, lo que pase en Andalucía trasciende el ámbito estricto de la región. Un buen resultado podría ayudarnos a los catalanes en la lidia con nuestros problemas propios e intransferibles. Y hay cuestiones en las que sería factible una colaboración, una puesta en común de esfuerzos y de sinergias, para sobrealzar en alguna medida el horizonte muy chato en el que unos y otros estamos sumidos.
¿Cuál sería entonces un buen resultado para Andalucía? Justamente el que a los andaluces mejor les cuadre para sí mismos, y que a quienes no somos andaluces nos sirva para interactuar mejor con ellos. Ni un Andalucía First y que se amuelen los demás, al estilo Trump; ni tampoco un “Aquí tienen a servidora para lo que gusten” dirigido a los grandes poderes fácticos que, ellos sí, están “de fondo” en el invento y se complacen en enredarlo y extrapolarlo todo.
 

domingo, 18 de noviembre de 2018

UN LARGO, LARGO, VIAJE A ÍTACA


Leo en Público una entrevista a Pere Aragonés. Dice el número dos de Esquerra Republicana y responsable de las Finanzas en el govern de la Generalitat: «No me asusta la perspectiva de que la independencia [de Catalunya] se pueda alargar más en el tiempo de lo que querría.»
Dice bien. Ítaca como república independiente es una birria; lo único que presenta algún interés para sus devotos es el viaje en sí, la trepidación de la aventura. Esa realidad se transparenta en toda la estrategia de la tensión montada en torno al procés. Hace tiempo que una independencia brumosa e irreal ha dejado de mover algún resorte en el Palau de Waterloo y sus aledaños de Sant Jaume. El punto en el que se hace hincapié es el “sentiment”, la respuesta digna a la ofensa, como si las instituciones catalanas hubieran sido agredidas unilateralmente por el Estado central, sin ninguna razón concreta, mientras ellas se ocupaban de inocentes asuntos de rutina tales como la desconexión unilateral. Todo el mundo “indepe” cree que el problema real no es la desconexión, sino la agresión de que ha sido objeto Cataluña desde Madrid a partir de un hecho tan sencillo y cotidiano.
Coincide en las páginas de Público la entrevista con una noticia, firmada por Cristina Casero, sobre la posición de los museos británicos en contra del Brexit. Cito un párrafo en el que hablan los responsables de la National Gallery: «Es crucial que los museos y galerías del Reino Unido sigan compartiendo colecciones y experiencias tanto a nivel nacional como con otros museos europeos. Los museos del Reino Unido se han beneficiado enormemente de ambiciosas exposiciones conjuntas, procesos simplificados para el préstamo de obras de arte y proyectos de investigación transfronterizos financiados conjuntamente.»
¿Ha pensado alguien en el problema parecido que generaría una frontera colocada entre Cataluña y España, sumada a la certeza de que tal circunstancia situará a Cataluña fuera de la comunidad de la UE, y tal vez de la moneda común? Calculan los promotores culturales británicos que los nuevos impuestos les supondrían una factura de más de 28 millones de euros. Hay poco margen para generar irradiación cultural a ese precio. El “espléndido aislamiento” secular de la Gran Bretaña será bastante menos espléndido, desde el momento en que no tiene capacidad para imponer sus condiciones a la contraparte.
La situación resultaría todavía más angustiosa en Cataluña. No solo en el terreno de la cultura, menos importante desde el momento en que los procesistas se comportan como talibanes al negar todo lo que no se genera en el seno árido de una endogamia rígida. (Ejemplo, la inasistencia institucional a las honras fúnebres y los homenajes a Montserrat Caballé, una cantante que no era “de los nuestros”, era sencillamente universal. Ejemplo, la falta de respaldo oficial e incluso de presencia física en los recitales de adiós de Raimon, hasta hace pocos años uno de nuestros buques insignia.) Todo el imaginario sobre la república catalana virtual está construido a partir del presupuesto de que todo seguiría funcionando igual que antes, solo que con independencia. Los flujos comerciales con España seguirían igual, pero sin impuestos que abonar a Madrid; las relaciones con la Unión Europea seguirían igual, a pesar de que todo habría cambiado. El dinero seguiría depositado en unos bancos catalanes imbuidos de patriotismo, sin emigrar a otras latitudes más promisorias. Nos ahorraríamos gastos militares, nosotros tan pacifistas, porque el paraguas de la OTAN nos cubriría igual dado que España, que no nos representa, seguiría pagando la factura.
¿Ha hecho Pere Aragonés un estudio serio del coste que todo este trastrueque supondría para la república potencial? Seguramente sí, y seguramente también lo tiene guardado en un cajón bajo llave, para que nadie se entere.
Esa sería la razón última de su declaración de que “no le preocupa” que se demore la tan deseada independencia.
 

sábado, 17 de noviembre de 2018

CONTRAOFENSIVA LIBERAL


Hay gentes a las que no gusta que se les impongan límites desde el Estado. De hecho, prefieren la situación inversa: imponer ellos mismos límites, incluso vetos puros y duros, a la acción de los Estados.
El tema de la transición energética es paradigmático. Todo el mundo está de acuerdo en principio en recurrir prioritariamente a fuentes energéticas no contaminantes. En principio. Lo que sucede inmediatamente después, ya es otra cosa.
El Partido Popular-Madrid ha interpuesto dos recursos contra el plan municipal Madrid Central, dirigido a disminuir la contaminación atmosférica en la capital. Es sabido que desde 2010 se están rebasando los máximos permisibles de NO2 fijados por la Unión Europea, de modo que la calidad del aire no solo es hoy deficiente, sino directamente nociva para la salud de los ciudadanos. Cada vez más gente se muere por causas conectadas directamente con el aire viciado que respiran, las estadísticas están ahí. El PP-M considera, no obstante, que lo verdaderamente nocivo es imponer límites a la circulación de automóviles privados.
La patronal automovilística, por su parte, ha puesto el grito en el cielo contra la prohibición inmediata de fabricar vehículos movidos por diesel, y la fijación de un plazo medio, el año 2040 (dentro de 22 años; la vida media de un automóvil es de 12,3 años), para que todos los vehículos sean eléctricos.
“Se perderán muchos puestos de trabajo”, han dicho los empresarios, apresurándose a sacar a relucir el espantajo que agitan siempre que se quiere coartar de algún modo su codicia por los beneficios fáciles y cuantiosos.
No hay nadie más aficionado a dejar perder puestos de trabajo que la clase empresarial. Una demostración palpable de ello es el hecho de que la plantilla, la fuerza de trabajo asalariada, que antes figuraba en la columna de los activos de la empresa, según el nuevo sistema de contabilidad se ha trasladado al pasivo. Cuanto menos gasto de personal, mayor es el valor de venta (subrayen ese “de venta”, que enuncia la ley implacable del mercado: vales por tanto como te vendes) de la empresa. Todo el entramado actual de deslocalizaciones, externalizaciones y recursos a la economía “colaborativa” obedece en último término a esta realidad: que las empresas, en mayor medida aún que aquello que producen, son objeto permanente de compraventa especulativa. Y para resultar más atractivas y cotizarse mejor, deben desfilar por la pasarela del “mercado” transnacional ligeras de equipaje.
“No hay tanta electricidad” como para asumir un parque de automóviles eléctricos tan amplio, dicen. “Si se eliminan los hidrocarburos, crecerá la dependencia de la energía nuclear, que es la más peligrosa.” No. También se va a poner coto a la energía nuclear. De lo que se trata es de sustituir progresivamente, pero con toda la celeridad posible, las actuales fuentes energéticas por otras no contaminantes y sostenibles: solar, hídrica, eólica, geotérmica. Cuando se ponga en marcha, en serio, este proceso, la instalación de nuevas plantas generadoras creará a medio plazo muchos más puestos de trabajo de los que pueden perderse con la eliminación de los motores diesel (ahora) y de gasolina (con plazo hasta 2040). Para la industria automovilística, de otro lado, se trata de una sustitución de determinados componentes del producto que ofrecen, no de una supresión del mismo. 
“Una ley irresponsable”, truena el economista neoliberal Lorenzo Bernaldo de Quirós, hoy mismo, en lavanguardia. Lo irresponsable es su crítica: “caerán en picado las ventas de automóviles, la economía se estancará, la nueva norma solo acarreará perjuicios, el Estado no debe inmiscuirse en los negocios.” Etcétera. Es sabido de qué pie cojea Quirós. Es imaginable de qué fondos de reptiles cobra sus colaboraciones. Según su propuesta, y la de los accionistas multinacionales de la industria mundial del automóvil, lo responsable sería mantener el actual crescendo insostenible de depredación, de contaminación y de catástrofes medioambientales, para llegar, cuanto antes mejor, a un fin del mundo anticipado y verdaderamente apoteósico.
En el plan está incluido el atar de pies y manos a las legislaciones estatales, o municipales en el caso de Madrid Central, para que no puedan impedirlo. Porque al hacerlo, atentarían contra la sacrosanta libertad de mercado.
 

viernes, 16 de noviembre de 2018

IDA VITALE, PREMIO CERVANTES


Fue Toto (Gutenberg) Charquero quien primero nos habló de Ida Vitale. Cuando digo que “nos” habló, me refiero al pequeño grupo de editores que trabajábamos en una nueva edición de la Gran Enciclopedia Larousse-Planeta. Franco acababa de morir, y yo de llegar a Planeta con un contrato por obra. Entonces la editorial estaba radicada en un gran garaje reciclado de la calle Fernando Agulló.
El local era tenebroso y, salvo en los despachos de la dirección que tenían ventanas a la calle, la luz eléctrica tenía que estar encendida toda la jornada; pero en el cubículo que ocupaba nuestro equipo editorial, un ventanuco alto que se abría a un patio interior producía a media mañana, por refracción en una ventana alta, el milagro del reflejo de un rayo de sol que se abría paso tímida y oblicuamente hasta reposar en la pared de enfrente. El fenómeno luminoso duraba poco, pero ese poco incluía los minutos contados de la pausa llamada “del bocadillo”, y Toto, que trabajaba en el departamento de correctores, se venía con nosotros para recibir en la cara como un bautismo aquella luz solar, sentado en el suelo contra la pared transfigurada mientras sorbía su mate recién cebado y nos hablaba del Uruguay.
Claro, los allí presentes conocíamos a Juan Carlos Onetti y a Mario Benedetti, los portaestandartes de la Generación del 45, pero había muchos más; y señaladamente dos mujeres poetas a las que Toto tenía en gran aprecio y afecto, y que se llamaban casi igual: Idea Vilariño e Ida Vitale.
Toto Charquero, periodista destacado en Montevideo, había llegado a Barcelona huyendo de la Junta Militar instalada en su país con el golpe del año 73, que acabó con el movimiento de los tupamaros y, utilizando la misma excusa, con una cultura sólidamente enraizada en el próspero país conocido entonces como “la Suiza de América”, y con sus principales representantes. Ida Vitale estaba exiliada en México; Daniel Viglietti en Argentina, después de haber pasado por la cárcel; Idea Vilariño había perdido su puesto como profesora de literatura. En Montevideo todos los intelectuales se habían convertido en sospechosos de hostilidad al régimen (la “patota criminal”) de los milicos. Los Olimareños, junto a Viglietti representantes punteros de la canción patria, y para los que Vilariño había escrito la letra de la composición “Los Orientales”, estaban en paradero desconocido. Aníbal Troilo “Pichuco”, bandeonista, compositor y director de orquesta, de quien Toto nos decía que había que escuchar sus discos de rodillas, recién había muerto el mismo año 75, con su cuerpo agotado, macerado en alcohol y otras sustancias. El “paisito” se había ido al carajo.
Toto y Serena, su mujer, viajaron al año siguiente de Barcelona a Estocolmo, para reunirse con sus dos hijas. La pequeña se había refugiado en el Chile de Allende cuando el golpe uruguayo, y hubo de re-refugiarse en la Embajada sueca en Santiago cuando Pinochet completó de forma fulminante la desestabilización del Cono Sur. La hija mayor pasó una temporada de cárcel, corta porque la condena fuerte recayó en su marido, y eligió Suecia para un exilio difícil. Con la presencia de los padres se recompuso allí arriba alguna forma de vida familiar, a la espera del cumplimiento de la condena de los dos maridos de las chicas, y del obligado rescate dinerario consiguiente (los milicos exigían a los presos políticos el pago de su manutención en prisión por cuenta del Estado, como condición para liberarlos).
Carmen y yo pasamos el mes de agosto de 1977 en Estocolmo, en casa de los Charquero, un apartamento para refugiados en un bloque de viviendas de Vällingby. Toto y Serena nos cedieron su cama, a pesar de nuestras protestas, y se acomodaron en el cuarto de estar, en unos plegatines de quita y pon. Fueron unos días soleados y felices, cuajados de excursiones y de charlas. Serena horneaba pan en el horno comunitario, y nos preparaba grandes bandejas de arroz blanco con huevo duro, remolacha y maíz, y cuencos de ensalada. De proteínas íbamos escasos, porque ninguno teníamos mucho dinero, y la vida era cara.
Después de aquel verano, señalado en las efemérides mundiales por la muerte de Elvis Presley, perdimos contacto con los Charquero, en la vorágine de la transición española y sus imprescindibles militancias. Serena aún vive. Toto murió, hace pocos años. Se habría alegrado un montón de saber que Ida Vitale, la última superviviente de una generación luminosa, iba recibiendo uno a uno los premios merecidos por su poesía esencial más que “esencialista”, culminando este año, ahora mismo, con el premio Cervantes.
 

jueves, 15 de noviembre de 2018

EL MENSAJE DE KAFKA


Cuando el otro día les detallé las recomendaciones de lectura que hacía para Librotea el escritor Eduardo Mendoza (1), me dejé una en el tintero: El mensaje imperial, de Franz Kafka.
Fue un lapsus involuntario, pero seguramente también un lapsus significativo. No “amo” particularmente a Kafka, por más que su lectura me parece imprescindible. Mendoza dice que es quizá el escritor “más incisivo” del siglo XX. De acuerdo, pero el calificativo “incisivo” puede interpretarse de muchas maneras. A mí la lectura de Kafka me inquieta desde la primera línea, y si persevero en ella el tiempo suficiente, acabo por sentirme desencajado y aterrorizado.
Me sucede con el Castillo, el Proceso, la Muralla china. Muy especialmente con la Carta al padre. A veces el vértigo me ataca ya con la primera línea, incluso con la única línea, como en este aforismo: «La jaula fue en busca de un pájaro.»
El texto que recomienda Mendoza es Un mensaje imperial. Se trata de un cuento de apenas dos páginas, que, al menos en la edición que poseo, está incluido en la colección de relatos “Un médico rural”. Se lo resumo, si tal cosa es posible en un texto tan corto, tan milimétricamente estructurado.
El emperador, moribundo en el palacio de la capital, quiere enviarme antes de morir un mensaje a mí, súbdito anónimo, que vivo en el límite más apartado del imperio. Elige para trasladarme el mensaje al mejor de sus mensajeros, el más rápido y el más fiable. El mensajero toma el mensaje y empieza a abrirse camino con movimientos enérgicos entre la multitud que se agolpa para presenciar la agonía imperial. El mensajero cruza las salas, las antesalas, los largos pasillos, los patios, forcejeando con la multitud anhelante que le cierra el paso. Sale por fin del palacio y empieza a cruzar la gran plaza central de la capital del imperio, pero esta también está abarrotada de gentes venidas de los cuatro puntos cardinales. Cuando haya acabado de cruzar la plaza inmensa todavía tendrá que avanzar por las largas avenidas, los barrios periféricos, los suburbios hacinados, y salir a campo abierto, y franquear cordilleras, y vadear ríos, y cruzar selvas, hasta llegar a la cabaña humilde donde yo espero, también agonizante, el mensaje particular y sin duda trascendental que el emperador me envía mediante el mejor y el más rápido de sus mensajeros, mensaje que no hay la menor esperanza de que yo llegue a conocer.
 


 

miércoles, 14 de noviembre de 2018

LA TRAMPA DE LAS PRIMARIAS


La idea establecida parecía ser que, a más elecciones primarias (internas), más democracia. Sin embargo la ecuación no funciona, como se ha visto en multitud de ocasiones en las que, a fuerza de bajar el listón, la popularidad tertuliana ha derrotado a la competencia profesional. Un ejemplo paradigmático puede ser el caso de Pablo Casado versus Soraya Sáenz de Santamaría, que degeneró en el éxito anunciado del hiperventilado sobre la redicha.
El votante ni siquiera se pregunta en estos casos cuál es el mal menor entre los que se ofrecen a su elección, sino quién le cae más simpático/a. No se valoran los programas de gobierno (vade retro tal invento diabólico) ni las intenciones, ni el encaje del/de la candidato/a en el contexto político (por ejemplo, su conocimiento de los problemas económicos y sociales, su capacidad para entenderse con las fuerzas de la oposición, o su incidencia en el entorno europeo o internacional a secas), sino meramente sus prendas personales reducidas por lo común a la presencia física, la simpatía, el desparpajo ante las cámaras, la labia y los signos externos de pertenencia a una clase (ropa, peinado, dicción, estudios superiores materializados en másteres rimbombantes en universidades remotas).
El proyecto político está de capa caída; es la epidermis lo que cuenta en la valoración del pueblo soberano, como si de un concurso de belleza se tratara.
Todo esto era ya archisabido, desde que expertos como Nadia Urbinati han analizado la democracia demediada de las audiencias. Un paso más por el camino de reducir la selección democrática de las elites a una maniobra de fontanería nos lo ofrece Podemos-Madrid, cuya dirección ha querido utilizar en beneficio de los “leales a la causa” la previsible condición ganadora de la candidatura a la alcaldía de Manuela Carmena, y colocar como peaje intermedio unas primarias trucadas en las que situar a los unos en perjuicio de los otros.
Las elecciones internas no ofrecen en ningún caso (repito, en ningún caso; tampoco en el mejor de los casos posibles) un plus de democracia representativa, desde el momento en que no apuestan por los contenidos de la política sino por las personas más idóneas para llevar esos contenidos a la práctica. La representación que nos ofrece el sistema democrático rectamente entendido no es la de unas personas que se parezcan lo más posible a como nos vemos nosotros, sino la de las ideas y las reivindicaciones que pretendemos impulsar.
Las primarias fueron concebidas como una salvaguarda contra las decisiones del aparato, con la idea de ampliar el campo de los elegibles a personas no crecidas dentro del aparato, ni cooptadas por él, ni asimilables al mismo. En ese sentido, son beneficiosas. El rebote llega cuando el aparato se dedica, no solo a blindar el núcleo inamovible de dirección, sino además a promocionarlo a través precisamente del mecanismo de unas primarias controladas con habilidad desde arriba.
La ampliación perfectamente explicada y argumentada del suceso que comento, la puede encontrar el lector en un artículo firmado por Asier Martiarena que aparece en la vanguardia de Barcelona hoy mismo: https://www.lavanguardia.com/local/madrid/20181114/452884095482/podemos-madrid-estalla-plena-precampana-carmena-candidatur-pablo-iglesias.html
 

martes, 13 de noviembre de 2018

SUSPIROS DE ESPAÑA


Esto es que Jordi Évole preguntó en un programa a cinco presidentes autonómicos cómo definirían España (en adelante E., para ahorrar caracteres). Ellos contestaron cosas razonables, pero Teodoro García Egea, secretario general del Partido Popular a quien nadie había preguntado, se descolgó en la red con una “definición” de E. obtenida por acumulación de ripios infumables que oscilan entre la banalidad y el cutrerío.
Ni siquiera eran suyos, el autor de las coplas es don José Luis Santiago de Merás, coronel de la escala de complemento de Ferrocarriles y franquista acrisolado además de patriota.
Renuncio a darles un extracto de lo que es E. según el tándem Santiago de Merás/García Egea. Voy a hacer algo mejor, proporcionarles un poema B calcado en el estilo del anterior. Puestos a hacer el ridículo en público, considero preferible hacerlo con versos genuinamente propios que adornarse con plumas de ave del paraíso ajenas.
Ahí va:
E. es la cerveza de aperitivo más dos de gambas
E. es la fabada con su morcilla que a mí me encanta
E. es el regüeldo que se me sube por la papada
E. es aquel pub y el taburete junto a la barra
E. a fin de mes son esos sobres que me da Bárcenas
E. es ese moco que cuelga y baila bajo mi napia
E. es la patera con africanos en nuestra playa
E. es el orinal donde yo meo de madrugada.
 
No es mi intención faltar al respeto debido a la patria, pero desde la consideración de que algunos entienden por tal cosa el cielo azul que ven por la ventana o un pan de hogaza, no me queda más remedio que recurrir a la desmitificación y cortar por lo sano. Pido de antemano excusas si alguien se lo toma a mal. Lo que pretendo con este sencillo expediente, es revelar en toda su crudeza la nadería de fondo de los ripios perpetrados por don José Luis y citados con alevosía impune por don Teodoro; a ellos, los dos inmarcesibles, dedico con emoción este sentido desahogo poético.
(No me culpen a mí, fueron ellos quienes empezaron.)