viernes, 30 de diciembre de 2022

OPOSICIÓN DE PENE CHICO

 


La activista sueca por las energías limpias Greta Thunberg. (Fuente, Cadena SER).

 

Andrew Tate, un ex boxeador machista y provocón, le tuiteó hace pocos días a Greta Thunberg que, si a ella le parecía bien, podían quedar algún rato para hablar de sus 33 coches de gran potencia y de la polución que provocaban. Aquello lo consideraba él “únicamente el principio”. La chiquilla le contestó, también por twitter, que estaba ansiosa de oír más sobre toda aquella “energía de pene chico” (small-dick energy).

Existe en la literatura científica una small-dick energy, que sin embargo no está relacionada de ninguna forma con la longitud de los atributos viriles. Calificar de ese modo el penoso alarde del fantasmón ha sido por parte de Greta solo un “zasca” ingenioso, que ha cosechado al parecer millones de likes. Añado el mío. Los argumentos de los negacionistas, de los populistas a la violeta y de la derecha extrema en general, contienen en demasiadas ocasiones alguna dosis ese tipo de regodeo bravucón en su propia impotencia.

Los ejemplos son incontables pero, sin necesidad de buscar más lejos, la reacción del jefe oficial de la oposición en España al nombramiento por el Gobierno de dos vocales para el Tribunal Constitucional, bloqueado políticamente desde hace más de cuatro años, ha consistido en declarar: a) que denunciará en Europa los nombramientos; b) que actuará judicialmente contra los dos magistrados nombrados; c) que presentará un plan de “calidad institucional”, en el que figurará, supongo, la sutil medida de validar legalmente el bloqueo del funcionamiento de las instituciones por tiempo indefinido, incluso cuando estas tienen, como es normal en democracia, fecha precisa de caducidad.

No hagan caso de un Feijoo desmoralizado, fané y descangayado, que se defiende del mundo en general irradiando en su torno míseras bravuconadas de pene diminuto. Nada que deba preocuparnos.

 

jueves, 29 de diciembre de 2022

INOCENTADAS

 


En mi familia tenemos fama de despistados. El récord histórico en nuestros anales de uso interno lo tiene mi tío Santiago, cuando asistió a una merienda familiar un 28 de diciembre. Había bocaditos de queso, rosquillas, y luego mi tía Concha pasó a la redonda una bandeja de buñuelos confeccionados por ella. Con trampa. Uno de los buñuelos era un copo de algodón enharinado y pasado por la sartén con habilidad, de modo que a la vista apenas se distinguía de los demás. Concha se quedó perpleja cuando la bandeja se vació del todo, sin que nadie protestara por el bromazo.

– Pero bueno – dijo con cierta alarma –, ¿nadie ha notado que había un buñuelo de pega? Preparé uno con algodón…

Mi tío Santiago, por costumbre, prestaba muy poca atención a lo que comía, y solo entonces se dio cuenta cabal de lo que había pasado.

– Ya me parecía que el buñuelo estaba muy soso, y he pensado qué raro, con la buena mano que suele tener Concha para la cocina… – explicó a la concurrencia.

– ¿Pero te lo has comido entero?

– Me ha costado un poco tragarlo, pero con dos sorbos de cocacola ha acabado por pasar.

Mejor no abusar de la inocencia de nosotros los Rodríguez, sería la moraleja, porque podemos ir a parar a la UCI sin habernos enterado de por qué.

Este año, el 28 de diciembre dos amigos han recibido sendas proposiciones espléndidas: José Luis López Bulla ha sido nominado por el Gobierno como embajador en la Santa Sede, aunque el papa Francisco ha negado finalmente el placet (mejor así, José Luis, me han dicho que aquello es un nido de víboras); y a Jordi Ribó le ofrecieron los Stones sustituir a Mick Jagger como vocalista en una gira. La negociación quedó en agua de borrajas porque Jordi no está dispuesto a adelgazar los 30 kilos que se le exigían por contrato. (Imagino que piensa lo mismo que Julio Camba cuando le urgían a que adelgazara: “¿Tú sabes el dinero que me ha costado ponerme esos kilos?”)   

Lo demás que nos ha dejado la jornada han sido cosas de poca enjundia: Mbappé ha fichado por el Barça, Pedroche está embarazada, han reñido Preysler y Vargas Llosa, se ha desbloqueado el Tribunal Constitucional, y Mateu Lahoz arbitrará el Barça-Español de la Liga.

Alguna de esas noticias puede que no sea al cien por cien cierta. Son avatares que ocurren el día de los Inocentes y también todos los demás del año.

 

martes, 27 de diciembre de 2022

NO SABER PERDER

 


Un jugador de la selección francesa celebra un gol frente a Australia, en el reciente Campeonato del Mundo de fútbol. (Fuente, Eurosport)

 

De la prensa diaria me llega la noticia de que en Francia se están reuniendo firmas para exigir a la FIFA la repetición de la final del último campeonato mundial de selecciones nacionales de fútbol. Del otro lado de los Pirineos cunde la idea de que no es de recibo que un país con un ADN de ganador se vea apeado de su condición natural por la incompetencia o la malevolencia de un árbitro.

El árbitro, dicen, se equivocó sin querer o a sabiendas en un lance del juego, y perjudicó a los bleus. Yo personalmente no vi el partido, estaba ejerciendo un riguroso boicot a la FIFA y a su torneo, como de seguro ha sido muy notado y comentado en todos los mentideros internacionales del evento. Pongamos sin embargo que me creo lo del error arbitral. No sería el primero en la historia del deporte, sin ir más lejos Maradona marcó en otra final un gol decisivo con la mano.

Sí sería en cambio la primera vez que se repitiera un partido oficial de fútbol por esa causa. Si hiláramos fino en la actuación de los trencillas, habría que repetir absolutamente todos los partidos que se han jugado desde que “furbo es furbo”, como le gustaba decir a Radomir Antic.

Hay otros motivos, sin embargo, que justificarían la protesta con pliegos de firmas ante la FIFA. El alto organismo debería implicarse en el caso de un futbolista iraní condenado a muerte por defender los derechos de las mujeres de su país. Sobre este asunto, las fuerzas vivas francesas no dicen nada, y la FIFA tampoco. Nada de nada, enfatizo.

Portavoces cualificados de la República Islámica de Irán han manifestado su sorpresa por la marea de fondo levantada por el caso, y niegan la mayor al alegar que el futbolista en cuestión no ha sido condenado a muerte, de modo que mal se le puede indultar.

Lo cual bastaría para tranquilizarnos de no añadir las mismas fuentes que ese criminal, al que se atribuyen graves delitos de sangre contra las fuerzas policiales de su país, está, de hecho, pendiente aún de juicio. Es cosica hecha, entonces, que si no ahora mismo, el futbolista será condenado en fecha más o menos próxima; ya sabemos cómo suelen gastarlas los consejos generales de los poderes judiciales de este o aquel país, y lo menciono sin ánimo de señalar a nadie.

Valdría la pena entonces que la recogida de firmas chovinistas en el país vecino tomara una dirección distinta. Incluso se podría dar un empujoncito en la misma dirección desde aquí, dado que también nuestra selección se ha visto seriamente perjudicada por la ausencia manifiesta de Sergio Ramos en la selección urdida de mala fe por Luis Enrique. No hacer nada, y recibir un día la noticia del ahorcamiento del futbolista iraní y de otros deportistas igualmente significados e incluidos en la misma causa penal, sería la peor forma de no saber perder.

 

lunes, 26 de diciembre de 2022

ESCAPANDO DEL VASALLAJE

 


Una instantánea histórica: el recientemente fallecido Umberto Romagnoli escucha un vehemente alegato de José Luis López Bulla, en presencia de Narcís Esteva. Pocas dudas de que el maestro iuslaboralista y el sindicalista debatían acerca del “seísmo” que se ha llevado por el desagüe buena parte de los derechos que el sistema de producción fordista vinculaba al trabajo asalariado por cuenta ajena. (Foto Archivo López Bulla)

 

El párrafo añadido anteayer al artículo 311 del Código penal sanciona «a quienes impongan condiciones ilegales a las personas trabajadoras mediante su contratación bajo fórmulas ajenas al contrato de trabajo, o las mantengan en contra de requerimiento o sanción administrativa.»

No se trata de un supuesto altamente improbable; de hecho, está ocurriendo todos los días. Los empleadores tienden a considerar que, puesto que pagan a sus empleados cantidades faraónicas – por minúsculas que sean –, tienen derecho moral a verse resarcidos mediante el añadido, más allá de lo dispuesto en la ley, de otras obligaciones varias y consideradas por lo general abusivas pero es que, oiga, hay que vivir.

Es “normal”, por ejemplo, exigir a la conclusión de la jornada laboral que la camarera del bar o la vendimiadora consuele al patrón de sus frustraciones sexuales de todo tipo. La prestación extra va incluida en el salario estrictamente recortado, faltaba más. Se trata de una variante chunga del “sí es sí”, más conectada al antiguo derecho de pernada que a unas relaciones sexuales consideradas desde estándares contemporáneos.

También se trata de delegar en el/la empleado/da responsabilidades de un tipo diferente. Un reciente anuncio por palabras pedía un perfil de trabajador “inmune al estrés”. Es obvio que también en este caso se trata de proporcionar, a cambio de dinero, una firmeza de ánimo vicaria para el empleador, el cual adolece de una insuficiencia seria si se ve reducido a sus propios recursos.

Lo más normal, sin embargo, es conceder la consideración de “socios” o “colegas” a personas a las que se maneja sin contemplaciones, se escatima la paga, se amplía de forma ilimitada la jornada laboral y se obliga sobre todo a estar disponibles siempre que se les necesite, y a desaparecer de la nómina cuando no. Los déficits consiguientes en el bolsillo de los “socios” asalariados podrían quedar cubiertos, en parte al menos, por las propinas, tal y como lo ha señalado Ayuso, siempre certera en la definición de los modelos de éxito en las sociedades neourbanas. Sin embargo las leyes vigentes, tanto en este país reducto de la ultraizquierda bolivarista, como en el común de las naciones del mundo mundial ahora que han desaparecido de golpe Trump, Bolsonaro y Johnson; las leyes, digo, indican de forma taxativa que la relación laboral típica no puede abarcar este tipo de licencias fantasiosas por parte del empresario.

¿Qué hacer, entonces? Una porción numéricamente difícil de evaluar de nuestros empleadores, se ha decidido a invertir parte de sus excedentes de cash en un golpe de estado bien judicial o bien de tipo clásico, y mientras tanto tira por la calle de en medio, insiste en mantenella y no enmendalla, y participa en manifestaciones poco multitudinarias enarbolando banderas preconstitucionales en defensa de la constitución, sea esta lo que fuere.

Todo lo cual nos retrotrae a épocas antañonas de nuestra historia. Estamos de nuevo con un pie puesto en la España feudal, la definida por el vasallaje los siervos de la gleba y la concesión a los señores del derecho a maltratar o “ius maltractandi”.

Por todas estas razones viene como la proverbial pedrada en ojo de boticario la modificación del art. 311 CP, con ese segundo párrafo que atiende a que toda relación laboral realmente existente se mantenga en los términos que le son propios, sin el añadido de propinas que ni son de buen gusto ni hacen al caso.

En el blog “Según Antonio Baylos”, pueden encontrar todo lo relacionado con la modificación de nuestro código penal y la repercusión que va a significar en la consolidación de derechos fundamentales de los trabajadores que estaban siendo atropellados impunemente desde las últimas reformas laborales.

No tienen más que clicar aquí: https://baylos.blogspot.com/2022/12/una-reforma-penal-importante-imposicion.html

 

lunes, 19 de diciembre de 2022

PROPINA

 


Terraza de bar en la Plaza Mayor de Madrid.

 

En los tiempos del capitalismo feliz, allá por los roaring twenties del siglo pasado, los medios aireaban la noticia verídica de que, en un porcentaje estimable, los multimillonarios estadounidenses (en aquellos tiempos, no había multimillonarios fuera de la Gran Manzana) habían empezado su carrera en los negocios vendiendo periódicos en la calle. Los futuros tiburones de Wall Street tenían un instinto infalible para ganarse propinas voceando titulares sensacionales a la salida de los teatros, los restaurantes de postín y los estadios como el Madison Square Garden, donde se jugaban las grandes ligas de béisbol. Como aún no se había inventado el transistor, la tinta de las rotativas era siempre la primera en informar al ciudadano de todas las cuestiones candentes de su interés. Y el chaval equipado con gorra de visera y pantalones bombachos capaz de proporcionar a la clientela la primicia codiciada, podía acumular unos cuantos cuartos de dólar al día sobre los que edificar algo que entonces aún no se llamaba una start-up.

Todo el relato era una leyenda urbana, por supuesto, pero Isabel Ayuso se ha educado en esa religión y está sinceramente abierta a lo maravilloso. Cree por ejemplo, o al menos finge creer, que la civilización comenzó en el Portal de Belén, y antes del feliz natalicio del Niño Dios los lobos socialcomunistas imponían sus leyes totalitarias en todas las partes del ecúmene.

En el estadio actual de la civilización globalizada, mucho más desarrollado que el de la época de los pioneros, estima Ayuso que lo que puede relanzar una economía que tiende a desfallecer por culpa del presidente Sánchez, no son los contratos de trabajo legales, firmados y registrados, sino las propinas. Un camarero espabilado y servicial puede reunir cientos de euros a la semana sirviendo birras en terrazas estratégicamente situadas, o cafés con leche junto a los soportales de la Plaza Mayor de Madrid. Y gracias a ese pan concienzudamente ganado con el sudor de su frente, no tiene ninguna necesidad de recurrir a la pamplina dudosa de un trabajo “decente”.

La decencia, se la meta cada cual donde le quepa. Por lo menos, así ocurre entre las altas jerarquías de gobierno de la Comunidad Madrileña, todas las cuales dejan, en cambio, generosas propinas para el servicio en los platillos de los after hours.

Así se va generando, entre la intelectualidad postinera de la capital, una ley más infalible que la de la gravedad, inventada por Newton con la única ayuda de una manzana.

A saber: contra más indecencia, más propina. Y viceversa.  

 

domingo, 11 de diciembre de 2022

LA BELLEZA DEL CAMPANILE

 


Apoteosis del campanile giottesco de la catedral de Florencia, en una fotografía de I. Manfredi. La luz casi sobrenatural añade maravilla sobre maravilla.

 

No faltan opiniones que sostienen que el de Giotto en Florencia es el campanile más bello del mundo. Lo dijo Ruskin en “Las siete lámparas de la arquitectura”, pero casi nada de lo que haya escrito Ruskin, pelmazo dogmático donde los haya, es enteramente de fiar, y uno de los fastidios más grandes que nos agobian a los mortales es esa necesidad de los poncios de clasificar la belleza – algo inclasificable por naturaleza – en una espiral ascendente de menos a más, a fin de confeccionar listas oficiosas de excelencias. Se hace con las cervezas artesanales o los cocidos madrileños; con las bandas de reguetón o con las películas de Frances McDormand; con los castillos roqueros o con las catedrales góticas.

Olvídense entonces de clasificaciones. A mediados del siglo XIII la venerable iglesia florentina de Santa Reparata se caía literalmente a pedazos, y el commune (el municipio, dispensen, no tenía intención de hacer ningún apunte político) encargó al arquitecto Arnolfo di Cambio la traza de una nueva catedral que había de ser la más grande y hermosa de la Cristiandad, o por lo menos claramente superior a los dos bellísimos templos recién levantados en Pisa y Siena, que acaparaban la admiración de los viajeros.

Eran tiempos de soberbia municipal, y Florencia tenía empeño en quedar por delante de cualquiera en la competición. Uno de sus hijos más ilustres (aunque no predilecto, nunca pudo regresar del exilio debido a una condena a muerte que pesaba sobre él), Dante Alighieri, expresó esta situación en dos versos de su Commedia, que me voy a permitir citar pudorosamente en su lengua original, sin traducirlos: «… la rabbia fiorentina, che superba / fu a quel tempo sí com’ora è putta».

Sea ello como fuere, la construcción de Santa Maria del Fiore (la flor en cuestión era, parece, el lirio que aparecía en el escudo de la ciudad) se prolongó durante más de siglo y medio, y alcanzó finalmente con creces las dosis de magnificencia previstas. Uno de sus maestros de obras, hacia el 1330, fue Giotto di Bondone, contemporáneo riguroso de Dante y conocido sobre todo como pintor, que fue el autor de la traza del campanile exento que se levanta a un costado de la fábrica principal. A diferencia del de Pisa, que además no quedó del todo bien asentado sobre sus cimientos, Giotto lo imaginó como una serie de pisos superpuestos, pero no exactamente iguales. Ahí entraron en juego las dos circunstancias que le dan superioridad sobre cualquier otro, según Ruskin: por un lado la inclusión del color en la arquitectura; por otro, el juego de las proporciones, de manera que, dado que la función de la torre es sobre todo “ser vista”, su manera de ofrecerse a los paseantes tiene muy en cuenta que estos la ven desde abajo.

La estética de la construcción de Giotto se vio comprometida en el siglo siguiente por el añadido de una cúpula gigantesca imaginada por Filippo Brunelleschi. Un prodigio técnico, pero un hiper volumen visible desde todos los acimuts y capaz de oscurecer el fino tallo de lirio, el “Fiore” emblemático, concebido por Giotto.

La fotografía de Manfredi resalta la esbeltez y la proporción del campanile, y disimula el volumen del cupulón que lo vigila de cerca. En la foto aérea bajo estas líneas aparece el conjunto completo, presidido por el Baptisterio octogonal cuyas puertas de bronce, labradas por Lorenzo Ghiberti, dieron fe de bautismo a la amplia revolución estética que había de ser conocida en las historias del arte como Renacimiento.



jueves, 8 de diciembre de 2022

LAWFARE

 


El presidente de Perú Pedro Castillo (Fuente, RTVE)

 

La eliminación de la selección de fútbol de mi país en un torneíllo fake y anecdótico no me ha producido ningún alivio, ni tan solo pasajero, dado que el bombardeo mediático sobre un tema tan baladí prosigue con ánimos redoblados. Este será para siempre el Mundial de Qatar, y nadie más se alzará de ahí con el santo y la limosna; pero habrá muchos que compartan una dosis creciente de vergüenza retrospectiva.

Voy a poner un ejemplo a bote pronto de la mentalidad colectiva que acompaña tanto esta como otras efemérides muy mediáticas (Juegos Olímpicos, por ejemplo), y algunos me dirán que no tiene nada que ver, y otros pensarán que he empezado demasiado temprano mi tanda de after hours para celebrar la Inmaculada Constitución. Pero ahí va:

Así pues, “sostiene Pereira” que si la selección de Perú estuviera entre las ocho supervivientes de un evento para el que no llegó ni siquiera a clasificarse, Pedro Castillo aún sería su presidente, y aún (subrayo el repetido “aún”) no estaría preso en la celda vecina a la de Fujimori. El pueblo está muy lejos de ser soberano en las actuales neodemocracias, pero su ardor patriótico, elevado hasta el fanatismo en las grandes citas deportivas, sigue siendo oscuro objeto de respeto por parte de las élites.

Castillo llegó a la presidencia de su país al frente de una coalición heterogénea e inestable amontonada a toda prisa con el objetivo a cortísimo plazo de cerrar el paso a Keiko. La efímera unidad duró “lo que tarda en llegar el invierno” (*), y ha sido desbaratada por la actuación de unos tribunales convencidos de que su función en este mundo es corregir al pueblo cuando el pueblo “vota mal” (**). Ya había ocurrido antes en Brasil, cuando se forzaron un juicio y una pena de prisión azarosa para Lula, en beneficio exclusivo de Bolsonaro. (A propósito, ¿de qué me suena a mí ese Bolsonaro? ¿No es el amiguete al que respaldó el semidiós Neymar en las últimas elecciones brasileñas? Con tanto aluvión de fútbol diario, ese detalle no se trasluce nunca, tal vez porque no es de recibo mezclar el deporte con la política, a menos que la política esté interesada en lo contrario.)

La observación de estos eventos consuetudinarios podría traer alguna lección útil al ánimo belicoso de quienes proponen resolver por la tremenda, con ceses fulminantes a porrillo, las contradicciones existentes en el seno del partido mayoritario de la coalición del gobierno, y en su línea política. Castillo disolvió el Parlamento peruano y proclamó el estado de excepción, medidas que habrían agradado a quienes consideran que, cuanto más fastidias al adversario, mejor política estás haciendo.

Pero esa es política de mosca cojonera, sin aliento ni perspectiva, inútil en el ámbito de una democracia donde cuentan, y mucho, las correlaciones de fuerzas, sin mencionar esos penaltis con querencia de irse al palo.

Quienes se mueven a impulsos de pulsiones momentáneas y desatienden las condiciones objetivas y el entorno, no son buenos políticos. Pietro Ingrao ya nos había advertido de que “indignarse no basta”.

 

* La imagen poética es de Sabina.

** La imagen poética es de Vargas Llosa.

 

martes, 6 de diciembre de 2022

NAVEGAR ES PRECISO; VIVIR, NO

 


Yolanda Díaz y Teresa Ribera, dos políticas clave con un modo muy parecido de abordar las tareas políticas por objetivos, en un contexto tan nuevo como difícil. (Fuente, El País).

 

Unos sondeos aparecidos en El País han revolucionado la opinión política en el terreno de la izquierda. Los datos vienen envueltos en la magia de unas cifras porcentuales concretas. Por lo general creemos en los números solo cuando nos confirman sensaciones, pálpitos y barruntos que ya teníamos interiorizados de antes. Y es lógico, porque los números de los sondeos están confeccionados con esa vaga y mórbida sustancia de las sensaciones y los barruntos sociales. Las cifras no nos aportan nada, entonces, que no supiéramos ya de otro modo.

En el caso actual, los números facilitados por El País vienen a mostrar que la unidad a efectos electorales de la izquierda del PSOE ayudaría a conformar una mayoría parlamentaria más sólida y duradera. El efecto máximo de la unidad así acotada se daría si Yolanda Díaz fuera la persona elegida para encabezar esa opción, por la que una porción estimable del electorado suspira como el Moisés bíblico suspiraba por llegar a la Tierra Prometida.

La cosa no es tan sencilla, sin embargo, porque los partidos involucrados se resisten a abandonar la liza. Podemos ha advertido de que presentará su propia candidatura; otras organizaciones están a la espera, y se puede presumir que su mayor o menor entusiasmo por el nuevo sujeto político dependerá de la confección definitiva de las listas.

Hay un error de fondo en todo este tejemaneje. Porque los partidos (dejo aparte a Podemos, que se ha expresado con claridad) se inhiben en la operación inicial para reaparecer luego en la forma de personas organizadas presentes en las listas. Y las listas no se deberían cuadrar conforme a un equilibrio de influencias, sino en torno al trabajo necesario para avanzar en una política previamente acordada.

Tenemos ya en el censo un número excesivo de influencers de una política concebida en buena manera como algo trendy. Debería alertarnos lo ocurrido con la ley del “Sí es Sí”, que fue aprovechada de forma torticera por los fiscales opuestos al Gobierno para sugerir a los abogados la posibilidad de rebajar penas a violadores ya juzgados.

Esto es serio, la política no es una tarea meramente legislativa; también lo es el seguimiento gubernativo (ejecutivo) de esa provisión de leyes adecuadas, e incluso su tutela judicial, una pata de la mesa que por el momento aún sigue en el limbo de los futuribles, si entendemos por limbo una resistencia agresiva a encauzar las tareas de la judicatura en cooperación con los objetivos generales señalados por el bloque político gobernante. Extremando, por supuesto, el garantismo como cualidad templada capaz de ayudar a quienes se sientan perjudicados en sus derechos legítimos; no, en cambio, en sus privilegios tradicionales, porque se trata precisamente de abolir estos últimos.

Incluso cojeando de la pata judicial, una política de progreso tiene poco que ver con personas y liderazgos, y mucho con la representación de la ciudadanía y el reconocimiento a todos los efectos de sus derechos sustanciales. El nuevo sujeto político pensado para organizar a unos estamentos sociales, ahora desasistidos de una representación adecuada, debe empezar a Sumar a partir de la concreción de unas prioridades estratégicas – no coyunturales porque entonces nos perderíamos en la selva de la casuística – compartidas, capaces de enhebrar un hilo legislativo, una acción gubernativa y una tutela judicial coherentes.

Para todo ello sería conveniente, aunque no estrictamente necesaria, la creación de un partido político de nuevo cuño. Cuando digo “de nuevo cuño”, me refiero a que acredite una distancia menor entre dirección y militancia, una información interna fluida, unas normas estatutarias flexibles y un talante democrático amplio, para nada centralista. Debería darse un respeto exquisito hacia el pluralismo ideológico, e incentivarse las iniciativas surgidas desde abajo, encontrando formas para desarrollarlas y proyectarlas a la sociedad. El mundo del trabajo, en sus múltiples formas, habría de ser el centro gravitatorio de toda la nueva construcción partidista.

En estas circunstancias, sería posible a mi entender un movimiento plural de progreso que aproxime y permita la cooperación a muy largo plazo de los dos hemisferios de la izquierda que de forma convencional e inexacta venimos llamando socialista y comunista. Esas etiquetas tienen poco sentido en un mundo cuyos puntos cardinales han variado, y por el que es difícil adentrarse manteniendo como mapa un dibujo de prejuicios viejos y certezas herrumbrosas. Posiblemente hayamos salido ya colectivamente de lo que se denominó Edad Contemporánea, y estemos explorando algo sustancialmente nuevo, que aún no sabemos manejar bien.

“Navegar es preciso, vivir no lo es”, según frase que Plutarco atribuyó a Cneo Pompeyo (Navigare necesse est, vivere non est necesse). La frase resulta seguramente demasiado impostada si se la toma en general; pero se adecúa a la perfección a la situación de los partidos políticos, en esta tercera década del siglo XXI.

 

martes, 29 de noviembre de 2022

DISLOCACIONES

 


Figuras en equilibrio inestable, pintura del artista ruso, nacido en Kiev, Kazimir Malévich. Elegí esta imagen para la portada de “Un mundo dislocado”. Evoca el terremoto ocurrido en las relaciones laborales a partir de los años noventa, y la necesidad de una recomposición de tantas estructuras y volúmenes superpuestos. Además, tiene la virtud de resultar un garabato inconfundible, incluso visto de lejos.

 

Editorial Bomarzo saca un libro mío. El título es «Un mundo dislocado». Surgió el título un poco por casualidad, como una forma de decir que el mundo actual se encuentra en una situación económica, política y laboral muy enrevesada, pero con posibilidades de solución viable (de un “final feliz”, diría una propaganda de masajes).

No tengo intención de defender a ultranza lo que, al fin y al cabo, solo fue una ocurrencia. “Dislocado” me vino a la cabeza a partir del término, novísimo en economía, “deslocalizado”. La idea misma de recurrir a una fuerza de trabajo lejana para sustituir a la mano de obra local, que además es experta en los procedimientos, sabia en las técnicas y bien dispuesta, pero ¡ay! pide un salario más alto que la media vigente, según mercado, en el Alto Senegal o en la isla de Timor, es enteramente rocambolesca. La deslocalización me pareció una dislocación, y había otras más que incluir en el censo de burradas capitalistas recientes, abonadas al ventajismo descarado y a la desigualdad impuesta con métodos autoritarios.

Bueno, esa es toda la explicación. Cierto que ha habido antes muchas otras dislocaciones en los procesos productivos, pero no las mismas. Mis admirados José Luis López Bulla y Javier Tébar sugieren en su prólogo a cuatro manos la variante “Un mundo alocado”, y me parece bien. Esa racha de locura descontrolada que señalan indica de forma muy justa lo que está sucediendo en el casino capitalista neoliberal: Elon Musk, Elizabeth Truss o nuestra Isabel Díaz Ayuso son ejemplos excelentes de una carrera ciega a por el todo o nada, que suele quedar en nada por el funcionamiento metronómico e infalible de la ley de la gravedad.

Ahora bien, he tenido hace unos días una retro justificación brillante e inesperada de la dislocación del mundo. Al fin y al cabo, nuestros problemas se resumen en la insistencia con que se está mirando atrás en lugar de adelante: se prosigue la destrucción del Estado social con la privatización de los servicios esenciales, se vuelve en la economía productiva al taylorismo crudo, y se recuperan en la política los acentos caducos de la guerra fría y de la disuasión nuclear como norma de coexistencia.

Esto es lo que dice al respecto Gloria Fuertes en el poema “Todo el pasado”:

«Todo el pasado se quiere apoderar de mí, / y yo me quiero apoderar del futuro. / Me dislocan la cabeza para que mire atrás, / y yo quiero mirar adelante.»

Me parece un buen resumen de la idea capital del libro.

 

jueves, 24 de noviembre de 2022

LAS FORMAS EN LA POLÍTICA

 


Mi nieto Mihail en el pequeño Museo de Brauron o Vravrona, en el Ática oriental (Grecia). La figura que contempla es un ex voto. En la antigua Brauron, según la leyenda, ejerció Ifigenia de sacerdotisa de Ártemis después de que la diosa evitase su sacrificio, justificado por los adivinos en la necesidad de convocar vientos favorables para la flota que debía conquistar Troya. Los niños que acudían a curarse al sanatorio dirigido por Ifigenia llevaban un animalito – un conejo, una paloma – como ofrenda a la diosa.

 

“El mejor medio de defenderte de otros es no asemejarte a ellos.”

Marco AURELIO. ‘Pensamientos’, Libro VI, 6.

 

 

Deberíamos desterrar de una vez por todas la idea de que el mejor líder posible en la política es el más odiado por la parte contraria; por “el enemigo”, se entiende, desde el momento en que se entiende la política como una guerra sin cuartel, como un choque permanente de fuerzas, una agitación continua en la que saltan chispas y se definen trincheras de confluencia imposible.

Lo llaman populismo. Los estudiosos señalan la existencia de uno de derecha y otro de izquierda. Ninguno vale gran cosa y los dos se retroalimentan con el odio ajeno.

No es cuestión de calentar los ánimos de las multitudes hasta un límite, y allí detenerse. No hay límite una vez puestos a ello, o nadie sabe dónde está. Todos los días se sobrepasa una nueva línea roja en nombre de la libertad de expresión, en nombre de la indignación justa.

Si no os satisface como guía de vuestro comportamiento el pensamiento escueto de Marco Aurelio anotado arriba, meditad sobre estos versos de Bertolt Brecht en el año 1938. Todos sabéis cuál era la situación española y europea en ese año, y cómo evolucionaron las cosas en los años siguientes.

“A los hombres futuros” (versión de Jesús López Pacheco):

«… también el odio contra la bajeza / desfigura la cara. / También la ira contra la injusticia / pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros, / que queríamos preparar el camino para la amabilidad, / no pudimos ser amables. / Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos / en que el hombre sea amigo del hombre, / pensad en nosotros / con indulgencia.»

 

martes, 22 de noviembre de 2022

CELEBRACIÓN Y OFENSIVA

 


Actuación de la Coral Roig Encès, ayer, en el Espai Assemblea. De espaldas en primer plano, de izquierda a derecha, Isa, Carmen, Paco e Isidor. Justo delante, Unai Sordo. Excusen que no cite a las demás personas conocidas, y muy queridas, que aparecen en la imagen, tomada en préstamo del muro de FB de Lluís Filella (que también aparece, al fondo).

 

Se han cumplido los treinta años de trayectoria de la Fundación Cipriano García, un arquitrabe cultural imprescindible en la estructura operativa de las Comisiones Obreras de Cataluña. Javier Pacheco, nuestro secretario general, la ha señalado hoy mismo como «probablemente el laboratorio de pensamiento y memoria del mundo del trabajo más importante del país». No es una exageración.

Ayer fue, entonces, un día de celebración. De celebración trenzada de reflexión, para decirlo todo. Los parlamentos de la reunión que tuvo lugar en el Espai Assemblea apuntaron en general, más al futuro, a lo que falta, que a la memoria de los logros conseguidos. Quedó delineada en el horizonte, de forma aún muy esquemática, la figura de un nuevo Contrato Social a la altura del siglo XXI.

Palabras mayores, pero no vanas. Habría sido inoportuna, por ello, cualquier floritura de trompetería triunfal. Todos somos conscientes de que los mejores días de esta “Cipri” treintañera, y también del sindicato mismo, están aún por llegar, y costarán mucho esfuerzo colectivo.

Crecen en estos días las movilizaciones contra una determinada manera de enfocar la actuación y el gasto de las instituciones públicas creadas para la tutela de las personas; y, como he señalado en otro lugar, siguen abiertas de par en par en este terreno las compuertas de la esperanza*. También he apuntado yo mismo, en la estela de otras personas de mucha mayor importancia, que nos encontramos implicados en una ofensiva para hacer crecer los derechos para las personas trabajadoras y la ciudadanía, en la que va a ser importante la definición de un proyecto urgente** que delimite los objetivos prioritarios: el salario, por supuesto, y las condiciones de trabajo, pero también, además, los jalones iniciales de unas estructuras democráticas en la economía en general y la industria en particular***.

Los enemigos de ese proyecto anunciado son fuertes. Tanto mayor debe ser la determinación de todos para sostener nuestro derecho a vivir y a prosperar en el trabajo, la convivencia y la paz.

 

* Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/11/siguen-abiertas-las-compuertas-de-la.html

** Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/08/proyecto-para-este-otono-invierno-se.html

*** Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/11/a-proposito-de-la-democracia-economica.html

  

domingo, 20 de noviembre de 2022

INFAME INFANTINO

 


Cartel de propaganda de la película “El Mago de Oz”. Se trata de propaganda honesta, en el sentido de que no se espera que nadie tome la historia ficticia por un suceso real.

 

Todos somos trasuntos de la huerfanita Dorothy, y buscamos el reino del maravilloso Mago de Oz en algún lugar incierto, situado por encima del arco iris. Al parecer, se trata de un lugar rutilante construido de la materia con la que se fabrican los sueños, levantado en un tiempo récord. Una Jerusalén celeste poblada de estadios de fútbol erigidos en medio de ninguna parte, por los que corren libres los arroyos de leche y de miel pero no, de ningún modo y por ningún motivo, de cerveza, ni siquiera la Budweiser, que al parecer cuenta con una bula a su favor autentificada por la segunda parte contratante.

Escuchen, el reino de Oz no existe, y por encima del arco iris no hay más que realidad virtual. Se va a jugar un Mundial de fútbol de altísimo standing pero no presencial, sino por videoconferencia como si se tratara de la sanidad madrileña. Las muchedumbres que pueblen los estadios serán contratadas por horas y se les repartirán las banderas adecuadas a la ceremonia antes de acceder al recinto. Todas las cadenas de televisión del mundo mostrarán las mismas imágenes, en directo rigurosamente controlado. Se suprimirán los gritos incorrectos, los mensajes racistas y las manifestaciones intempestivas de odio, de cualquier tipo. Nadie en los estadios o en las cabinas de prensa hablará (salvo en susurros imperceptibles) sobre derechos humanos. Las mujeres presentes en el estadio serán sometidas a riguroso escrutinio, llevarán el rostro velado y no amamantarán a sus pequeñuelos en público. Nadie mirará lo que ocurre en el campo, pero cada pequeño detalle anecdótico suministrado por los jugadores – un regate afortunado, un remate de cabeza, una palomita del guardavallas, un gol, santo cielo, ¡un GOL! – será amplificado por las cámaras y repetido hasta la náusea en todas las latitudes de la aldea global.

Tales son los ritos programados para la gran ceremonia.

Sentado en la butaca de palco asignada al maravilloso Mago de Oz, solo encontrarán al insignificante Gianni Infantino. El cual ha manifestado lo siguiente en el cuarto de hora de notoriedad al que todo mortal tiene derecho al menos una vez en la vida: «Hoy me siento qatarí, árabe, africano, gay, trabajador inmigrante…»

Es bien cierto que el Mago de la FIFA puede sentirse por dentro como prefiera, y nadie se lo va a discutir. Pero que, en su condición, y después de todos los contratos firmados y las transacciones financieras realizadas o en curso de realización, declare sentirse “trabajador inmigrante”, entra de lleno en la Historia Universal de la Infamia. Con mayúscula.

 

martes, 15 de noviembre de 2022

A PROPÓSITO DE LA DEMOCRACIA ECONÓMICA

 


Carmen, la Acrópolis, y el limpio y democrático cielo de Atenas. Verano de 2022.

 

La revista “Perspectiva” cumple una nueva cita con su público, bajo la dirección del siempre inquieto y sagaz Xavi Navarro. Es un número de lujo, pueden encontrarlo en el sitio https://perspectiva.fsc.ccoo.es/. Reproduzco sin más comentario mi propia aportación a una colección particularmente brillante de estudios y análisis diversos.

 

En este mundo dislocado que es el nuestro, la democracia económica despunta como un horizonte lejano, pero urgente. Una democracia stricto sensu, nacida de la participación ordenada de todas las partes implicadas. Su sentido último es simple: se trata de la participación de todos en la toma de decisiones económicas que atañen a todos.

No es un mecanismo limitado a la presencia de representantes de los trabajadores en el consejo de administración o en el consejo asesor de una gran empresa. No es privativo del sector público, del privado, o del llamado “tercer sector” (sociedades anónimas laborales y cooperativas). Afecta al para qué y el para quién se trabaja, afecta a la sostenibilidad de la economía en su conjunto, y a una adscripción más racional de los recursos disponibles.

Porque no es el capital lo que mueve el mundo y trae el progreso. El capital reposa encerrado en cámaras de seguridad subterráneas ubicadas en paraísos fiscales, y desde esa penumbra mal ventilada va criando y adjudicando dividendos alineados en columnas de cifras que no guardan relación ni congruencia con lo que sucede en el exterior. Allí, es el trabajo, y no el capital, el que crea riqueza y trae progreso. Y tanto “riqueza” como “progreso”, son dos realidades estrechamente vinculadas al acontecer social. Un país es rico, un país progresa, si lo hace la sociedad en su conjunto. La existencia de algunos individuos ricos cuyos caudales sobresalen muy por encima de la media, no revierte en riqueza para el conjunto. Se ha inventado un mecanismo de redistribución para que esas personas pudientes con rentas altas beneficien de forma indirecta a sus conciudadanos: es la tributación. Pero a ella precisamente se oponen de forma agresiva las derechas, que exigen igualdad en el tipo impositivo para personas con rentas desiguales, demandan subvenciones exclusivas (véanse las becas de Ayuso en Madrid), y además defraudan.

El hecho de ser el trabajo el elemento fundamental de la riqueza de las naciones, sitúa al sindicato en una posición preferente para la reivindicación de la democracia económica. Pero esta va mucho más allá de los parámetros de la acción sindical. La negociación colectiva de ámbito general es solo un primer paso; además de los instrumentos de cogestión que puedan crearse en las empresas y grupos de empresas, el debate sobre las prioridades de inversión y de subsidiarización ha de extenderse a los órganos internos de los partidos políticos y plasmarse en sus programas electorales; y ha de invadir la práctica diaria de los ayuntamientos, los consejos económico-sociales, las asambleas autonómicas, las comisiones parlamentarias, etc.

Se trata de controlar colectivamente qué se produce, cómo se invierte, qué se incentiva, con qué objetivos. Separar la economía de la política, y gestionar la primera por medio de “expertos” asignados a dedo, es un error catastrófico que estamos pagando no una sino mil veces.

La izquierda en su conjunto, sus partidos, sus sindicatos y sus organizaciones de todo tipo, ha de abordar con altura y ambición este problema. Porque la cuestión afecta a las clases sociales y a la cultura del trabajo; responde a criterios políticos básicos, y su naturaleza incide de forma directa en la actividad sindical: clase, cultura, política, sindicato, cuatro territorios conectados entre sí. No se puede dejar al capital marcar el paso en la selección de objetivos económicos, mientras el trabajo ocupa un lugar subalterno. Entre otras razones, porque no es cierto que el capital sea ambicioso, y el trabajo conformista. La derecha es simplemente codiciosa; la ambición rectamente entendida es en cambio una cualidad de izquierdas; exige mejoras concretas para personas y territorios, y favorece la aspiración común al progreso y al crecimiento de los derechos de todas las personas sin exclusiones.

Owen Jones nos dejó, hace ya algunos años, un texto lleno de sugerencias, en torno al último aspecto citado: ¿Qué es la aspiración? (Ver en https://pasosalaizquierda.com/que-es-la-aspiracion/). Allí hace propuestas viables sobre empleo, vivienda, transporte, educación o pequeña empresa. Puede ampliarse el catálogo, con el fin de mejorar en otros aspectos tanto la calidad de la vida como la del consumo.

Me detengo un instante en el consumo: es una fuerza económica poderosa, y a veces da la sensación de que no nos atañe a los trabajadores y trabajadoras, que es una trampa diabólica colocada ahí solapadamente por la “otra” parte. Y sin embargo, solo se acabará con el consumismo frenético que padece esta sociedad, si se democratiza también el consumo racionalizando mejor sus objetivos y sus formas. Una política en este sentido tendría un eco amplio en las familias trabajadoras y en la cooperación social.

La producción y el consumo, no solo la distribución, deben ser objetivos señalados de la democracia económica a la que aspiramos. Sin olvidar nunca la observación de Norberto Bobbio, de que la democracia siempre es subversiva, porque por naturaleza crece y florece de abajo arriba, desde las raíces y hacia el cielo; no como las políticas autoritarias, que siempre se despliegan de arriba abajo, como una forma de dominación.

 

lunes, 14 de noviembre de 2022

SIGUEN ABIERTAS LAS COMPUERTAS DE LA ESPERANZA

 


Aspecto de las terrazas del Paseo de la Castellana, a la hora del aperitivo del domingo 13 de noviembre de 2022.

 

Pedro Muñoz Abrines, portavoz del Partido Popular en la Asamblea de Madrid, sostiene que la manifestación de ayer, por una sanidad pública de calidad, fue un fracaso. Apenas estaba presente en el evento una parte ínfima de los madrileños.

Tampoco, en su opinión, existe el cambio climático (un invento comunistoide, lo llamó Ayuso), ni existió el Covid que tanto revuelo armó para total nada entre dos platos (si bien resultó ser una coartada idónea para una transacción ventajosa con las mascarillas chinas). Ya en otro momento anterior había recibido de los medios canallescos una atención exagerada y fuera de tono la presencia en la costa cantábrica de algo calificado como “chapapote”, cuando en realidad se trataba solo de unos simpáticos hilillos de plastilina.

Admitámoslo, nuestra leal oposición es negacionista; afirma que las cosas no son como son, sino como a ella le conviene verlas. Para el PP la Castellana aparece desierta en la imagen que encabeza estos renglones, y el 99% de los madrileños están encantados con esa sanidad de sandunga que tienen y que no se merecen.

Hay síntomas casi insignificantes, sin embargo, de un cambio de cuadrante del viento por donde sopla. La mayoría parlamentaria vicaria se afianza sondeo a sondeo, la transición energética porfía en su avance, habrá impuestos específicos para los beneficios “caídos del cielo” de las eléctricas y de la banca a pesar de las bravuconadas del patrono de Iberdrola, el delito de sedición tendrá una definición más rigurosa frente a los sueños húmedos de los ordenancistas, y Carlos Lesmes ha dimitido, mientras empiezan a desmoronarse otras defensas numantinas del poder judicial como un imperativo absoluto.

Todo ello ofrece también una fotografía fiel del “fracaso” de unas iniciativas de progreso que solo interesan a las minorías irredentas de siempre. “Cuatro gatos mal contados”, sea cual sea su número.

Siguen abiertas las compuertas de la esperanza.

 

jueves, 10 de noviembre de 2022

PELEAS DE ABUELITOS

 


Comisiones Obreras en la calle. Imagen del 3 noviembre 2022, Madrid.

 

Dos paradigmas de éxito, Elon Musk e Isabel Díaz Ayuso, han tropezado recientemente en la misma piedra. Puestos a hilar fino, la culpa no ha sido únicamente de sus respectivas inepcias; los dos han seguido a pies juntillas una percepción muy conocida y ensalzada de Margaret Thatcher.

Maggie dijo en su época que no veía “sociedad” por ningún lado, y que el estar juntos no añadía nada al valor económico individual de cada uno de los innumerables especímenes que se agitaban y se afanaban por imponer su propio egoísmo a todos los congéneres que les rodeaban.

Lo único importante, según ella, era la cantidad de personas y el funcionamiento –enteramente predecible– de sus egoísmos respectivos. Una vez hecho el cálculo, era tarea de las computadoras evaluar la máxima común satisfacción posible para el conjunto, asignando en cambio un valor cero a las diversas interacciones posibles de las personas entre ellas. Porque interactuar significaría entrar en valoraciones cualitativas, y la “cualidad” nunca contó para Maggie.

Curiosamente han sido la cualidad, y la presencia de interacciones no previstas, lo que ha fallado de forma estrepitosa en los cálculos de Musk y de Ayuso. Musk compró Twitter y de inmediato despidió al número de trabajadores que estimó conveniente para extraer de la plataforma tecnológica el máximo rendimiento, según algoritmos incontestables.

Es lo que tienen los algoritmos, son siempre incontestables y no están concebidos para analizar la cualidad, sino solo la cantidad. (La señá Blasa, la de Forges, les llamaba “algorrinos”. Recuerdo una viñeta en la que un “algorrino” se le comía un módem creyendo que era una bellota. “Velay, es que no se pué distraer una”, se quejaba Blasa.)

Volviendo a Musk, él consideró únicamente el número, y no las cualidades, de las personas a las que despedía. Resultó que entre ellas había unas cuantas (las leyendas urbanas no especifican cuántas) cuyo cometido era absolutamente imprescindible para los resultados de la empresa, y el boss hubo de arriar velas antes de concluir la singladura; o, dicho con el maestro Pitigrilli en sus memorables colaboraciones en La Codorniz, hubo de temblar después de haber reído.

El caso de Ayuso es enteramente similar. En el puente de Todos los Santos abrió por decreto las Urgencias extrahospitalarias de la Comunidad de Madrid, sin contar con personal suficiente ni con apoyo informático. El resultado fue más o menos el desierto de los tártaros pero sin tártaros. Los “algorrinos” no previeron los niveles de estrés a los que se vieron sometidos los pacientes no atendidos, ni incluyeron en sus outputs la posibilidad de agresiones a los profesionales de la sanidad, por tratarse de temas cualitativos en los que ellos por principio ni entran ni salen.

En teoría todo transcurrió a la perfección; en la práctica, se produjo el caos. Era un caos anunciado, pero el clan de los thatcherianos irredentos siempre ha presumido de moverse a sus anchas en la perfección intrínseca del caos.

Veremos qué pasa a continuación. Ayuso propone la atención sanitaria por videoconferencia, lo cual es una solución al mismo tiempo impecable e inviable. Mientras se debate la propuesta, supongo que seguirá intentando trasvasar profesionales de la sanidad pública a la privada. El intento no funcionará, porque en la sanidad privada predominan las mismas ideas que precisamente está imponiendo Ayuso en la sanidad pública: la interacción superflua de unos  profesionales, sin cualidades e infrarremunerados, con unos pacientes cosificados, y convertidos en “clientes” de un sistema basado en su poder adquisitivo para contribuir a los buenos resultados financieros de la empresa.

Feijoo, siempre inoportuno, ha pedido –a propósito de Queipo de Llano, pero todo está relacionado en esta entrañable aldea global– “dejar a los muertos en paz”. Será que los muertos tampoco tienen cualidades, igual que les ocurre a los vivos, y por tanto no merecen la atención de un sistema edificado sobre “algorrinos”, donde no existen los sentimientos; no hay diferencia entre delitos y comportamientos desinteresados; los asesinos y las víctimas tienen el mismo valor de cambio; lo mismo dan los cuidadores que los enterradores, y toda la Historia de la que deberíamos aprender queda reducida a “peleas de abuelitos”.

 

lunes, 7 de noviembre de 2022

LOS AÑOS DE ANNIE ERNAUX

 


Annie ERNAUX, “Los años”, Cabaret Voltaire, 3ª ed. Marzo 2022. Traducción, Lydia Vazquez Jiménez.

 

Dedicatoria: A Orentino Alonso, que me recomendó el libro

cuando aún no se había fallado el premio.

 

El punto de partida es un puñado de fotografías clasificadas cronológicamente, y un esfuerzo de memoria que se desdobla en dos direcciones: memoria de su vida personal de un lado, y memoria de su generación en su país y en el mundo, de otro. Se añaden a los dos vectores principales algunos otros elementos, accesorios: por un lado las cosas, tan desdeñadas y tan importantes sin embargo («La gente estaba completamente convencida de que llevaban una existencia mejor gracias a las cosas», p. 90); y por otro lado también algo más, indefinible, o solo definible por aproximación: «la búsqueda de un yo fuera de la Historia, el de los momentos suspendidos sobre los que escribía poemas a los veinte años…» (p. 237).

Todo se propone como un ensayo, una probatura, imposible de imaginar de antemano desde una existencia adolescente («El futuro es demasiado inmenso para que pueda imaginárselo, llegará, eso es todo», p. 75. «Entre lo que sucede en el mundo y lo que le sucede a ella, ningún punto de intersección, dos series paralelas, una, abstracta, toda hecha de informaciones percibidas e inmediatamente olvidadas, la otra de planos fijos», p. 133.)

Con todo ello, la mujer que habla de sí misma en tercera persona acaba por formar un plan, que cristaliza tal vez el día 8 de mayo de 1981. Tiene entonces cuarenta años cumplidos y está separada, con un amante, con hijos. Se plantea en ese momento «escribir una especie de “destino de mujer”, entre 1940 y 1985, algo parecido a “Una vida” de Maupassant, que haría sentir el paso del tiempo en ella y fuera de ella, en la Historia, una “novela total” que terminaría con la desposesión de los seres y las cosas, padres, marido, hijos que se van de casa, muebles vendidos […] Y cómo podría organizar esa memoria acumulada de acontecimientos, de sucesos, de miles de días que la conducen hasta hoy» (pp. 209-10).

A Annie Ernaux le han dado este año 2022 el Premio Nobel de Literatura. No por este libro en concreto, sino por su obra. Los críticos la consideran representante de una “escritura plana”, directa, ausente de retórica. Pero no es lo mismo “plana” que bidimensional, falta de relieve, “pobre”. Marcel Proust, por poner un ejemplo que me es querido, se caracteriza por una prosa frondosa, de un espesor riguroso en el que cada palabra encuentra su lugar preciso y su efecto literario. Algo distinto, pero no opuesto, se encuentra en Ernaux, y es curioso que los dos escritores alcancen un objetivo idéntico - la recuperación del tiempo en toda la gama de sus diferentes dimensiones -, mediante la utilización, cada uno de ellos, de un instrumental propio, idiosincrático, que le sirve para excavar de forma exhaustiva los distintos niveles arqueológicos del tiempo pasado, del tiempo perdido.

No es fácil leer ni a Proust ni a Ernaux, y no es aconsejable leerlos deprisa. Cada cual hará su valoración de la lectura. La mejor literatura no es ni la más popular, ni siquiera a veces la más apreciada. De momento, Annie ha recibido el Premio Nobel, algo que jamás le ocurrió a Marcel. La culpa no fue suya, sino del comité Nobel.

 

domingo, 6 de noviembre de 2022

ARQUETIPOS DE BELLEZA

 


Figurilla de terracota del siglo IV aC. Museo de Kavala (Grecia).

 

Somos griegos todavía en nuestra forma de mirar el mundo. Lo “clásico” viene directamente de formas de belleza creadas en la Antigüedad y codificadas finalmente en torno a la hegemonía cultural de Atenas hacia los siglos V-IV aC. De todo ese proceso surgió un “canon”, una norma de evaluar, que conserva su validez esencial, de modo que lo seguimos utilizando hoy en día.

Lo clásico, entonces, es aún lo más moderno en términos estéticos. Lo clásico funde lo agradable a la vista y lo funcional en el pensamiento. Los “arquetipos” de belleza en el sentido junguiano (de Carl Gustav Jung, psicoanalista y ensayista suizo), serían formas codificadas que se han fijado en nuestro inconsciente y determinan nuestra forma de ver y de valorar la realidad exterior. Tuviera o no razón el maestro en su propuesta especulativa, es siempre cierto que las formas creadas en la Grecia antigua y adoptadas con entusiasmo por la Roma que dominó el mundo mediterráneo, han determinado nuestra forma de ver –mucho más allá de este rincón del planeta– y asignado un significado ampliamente compartido a determinadas convenciones de belleza.

Cuando fueron descubiertos los frescos del centro ceremonial de Cnossos, en Creta, el retrato de una joven participante en un banquete datable hacia 1450-1350 aC, es decir en la Edad del Bronce, fue bautizado por Edmond Pottier, el arqueólogo que lo descubrió, como “la Parisienne”. La pintura le pareció comparable (superponible, de alguna manera) a la de una muchacha parisina del siglo XIX ataviada para una fiesta.

Esto pudo ocurrir en Grecia, pero en ningún otro lugar. No hay una línea estética que recorra tantos siglos de vigencia ni siquiera en Egipto, a pesar del busto de la reina Nefertiti, ni en el Creciente Fértil, ni entre los pueblos del Norte, ni en el Extremo Oriente ni en la América precolombina. Lo que llamamos civilización, en el sentido universal que damos al término, nos viene directamente de Grecia. Y está todavía ahí, a nuestra disposición. La estatuilla de Afrodita jugando con Eros anticipa la iconografía convencional de las madonnas cristianas; la pequeña terracota de Kavala puede identificarse con cualquier joven ama de casa actual que tiene gusto y discreción para adornarse; y la koré de Thíra resume la potencia y el designio de las mujeres en un mundo del que se han apropiado con decisión, frente a la resistencia obstinada de tantos varones empingorotados que no aman a las mujeres.



La Parisienne”. Fragmento de un fresco hallado en Cnossos, h. 1450-1350 aC.



Afrodita entreteniendo a Eros con un sonajero. Tanagra, h. s. IV aC. Museo del Ermitage, San Petersburgo.



Koré de Thíra (actual Santorini). Figura votiva de 2,48 m de altura. Segunda mitad del s. VII aC.