jueves, 30 de junio de 2022

BELLEZA DIVINA

 


Esta cabeza de Atenea, que se exhibe en el Museo Cívico Arqueológico de Bolonia, es conocida con el nombre de “Cabeza Palagi”, en honor del pintor boloñés Pelagio Palagi, que la compró en 1829 a un vendedor de antigüedades veneciano. Su procedencia sigue siendo una incógnita, pero es comúnmente considerada una copia tardía -tal vez esculpida en tierras itálicas en el s. I, la época de Augusto-, de la Atenea Lemnia, estatua de bronce creada por Fidias en el s. V aC y colocada en la Acrópolis de Atenas por Pericles. El nombre de Lemnia se debe a que su talla fue costeada por colonos de la isla de Lemnos, que deseaban de ese modo honrar a la diosa no en su actitud, tan repetida en los espacios públicos antiguos, de defensora de la ciudad, armada con coraza, lanza, casco y escudo o égida; sino como símbolo de la expansión cultural ateniense y de la actividad intelectual en general.

La cabeza un poco ladeada, la boca apenas fruncida y las mejillas redondeadas labradas en mármol pentélico, transmiten con fuerza magnética una belleza sublime, el don divino en el que siempre creyeron los griegos. La belleza era para ellos una prerrogativa de los dioses; la belleza humana solo podía ser una forma de participación casi milagrosa en la divinidad.

Plinio el Viejo alabó la estatua original, en bronce, como la obra más singular y valiosa de Fidias. La copia en mármol de Bolonia es generalmente considerada como la más fiel de las varias existentes. Con Fidias puede decirse que el arte helénico de la belleza ha llegado finalmente a su meta, después de una etapa de aproximación bautizada por esa razón como preclásica.

Atenea había sido representada antes como protectora de la polis en la guerra (ver imagen de abajo): poderosa, intimidante, bella tal vez pero sobre todo temible. En la Acrópolis reconstruida por Pericles y Fidias, la diosa es más bella aún, pero además irradia paz, serenidad, conocimiento. Su actitud no es agresiva. No exhibe la prepotencia del triunfo, sino el temple de la sabiduría. Y desde sus órbitas vacías (los ojos se componían con pasta de cristal, y casi en ningún caso se han conservado al paso de los siglos), se diría que trata de escudriñar un futuro más amable.

Momento clásico por excelencia, nunca la belleza estuvo tan unida a la perfección y a la templanza del ánimo. Nunca volverían a ser tan "olímpicos" los dioses protectores de la ciudad.

 

Atenea cubierta con la égida, dando muerte a un Gigante. Figuras del frontón de un templo de la Acrópolis de Atenas, destruido por los persas en 480 aC.


  

miércoles, 29 de junio de 2022

DEBAJO DEL FLANCO SUR

 


Ernst Ludwig Kirchner, “Strassenszene”. Imagen expresionista de Berlín en los años treinta.

 

Nadie se llame a engaño, las indignaciones de mis amigos son también mis indignaciones. Desearía alinearme en política internacional al lado del gobierno de progreso y de sus altos menesteres en la defensa de la civilización occidental, pero no me sale.

Veamos. Suecia y Finlandia están ya en trámite de entrada en el Nuevo Orden mundial, y a España le tocan dos destructores más en la base de Rota. Si no les gusta el nombre, utilicen el equivalente sajón, “destroyers”. Suena más fino. Las tripulaciones se pondrán morás de pescaíto frito y fino de Sanlúcar, en los compases de espera. El negocio turístico se reanimará en la zona. Harán falta más camareros; tal vez se les pagará más y se les proporcionarán nuevos uniformes, es una cuestión de prestigio nacional.

El Nuevo Orden mundial va a completarse con algunos otros retoques, según El País, que en estas cuestiones suele ser certero: «Washington abrirá en Polonia un cuartel general permanente, desplegará una brigada rotatoria dotada con unos 3.500 soldados en Rumania, estacionará dos escuadrones adicionales de aviones de combate F-35 en el Reino Unido y reforzará la presencia militar en los países bálticos y el posicionamiento de defensas antiaéreas en Alemania e Italia».

Es todo un panorama, que para guinda del pastel viene a ocurrir después del final de la Historia secundum Fukuyama. Podríamos preguntarnos, como en aquella película, qué hemos hecho para merecer esto. Observen que El País no se toma la molestia de disimular: el sujeto de la oración gramatical no es la OTAN, sino Washington. Las jerarquías son las jerarquías, Biden es el baranda y Stoltenberg el becario adjunto.

El panorama empeora aún un poco más si levantamos la alfombra y miramos lo que queda debajo del Flanco Sur de la OTAN; o sea, la selva virgen geoestratégica. Los destroyers esperan pacientes más arriba, el régimen alauita ejerce las funciones de rutina que le son esporádicamente encomendadas, Black Lives No Matter.

El final real de la Historia empieza por debajo del cinturón de la OTAN, allí donde se almacenan las materias primas estratégicas sin que nadie las proteja de la rapiña, y los países civilizados dan vía libre a su testosterona.

 

martes, 28 de junio de 2022

NO IMPORTA TANTO LA PORCIÓN COMO LA TARTA MISMA

 


Orientándome en los vericuetos de la calle Aghios Fanurios, tal vez la más típica del casco medieval de la ciudad de Rodas.

 

Vivimos una encrucijada global. En otro lugar he señalado las tres características centrales de esa encrucijada: son la innovación tecnológica, la mundialización de la economía y la sostenibilidad como límite último del progreso. El resto ‘debería ser’ silencio, como sugiere alguien al final del quinto acto de Hamlet.

Pero no lo es, muy al contrario. Ese espacio de reflexión y de decisión está ocupado por una algarabía permanente, un reclamo incesante y repetitivo de nuevas prioridades y urgencias en cascada, que entretienen al personal en un correteo permanente desde el penúltimo hasta el novísimo conflicto, en perjuicio de todos ellos y de la sensatez común, de lo que Karl Marx llamaba el general intellect.

No estoy pidiendo que no nos indignemos por los muertos en el asalto de un grupo de migrantes a las concertinas de Melilla; sino que abarquemos toda la complejidad del escenario global y no nos olvidemos de la necesidad de mantener la cohesión de las fuerzas del gobierno de progreso y la presión por la puesta en marcha de un funcionamiento nuevo y equilibrado del mercado de trabajo, además de reclamar la adecuación de los salarios a esa alza abrupta del coste de la vida motivada por una guerra impostada y ambigua, que es la guerra de Putin pero también la de la OTAN y la de Zelenski en Ucrania, lo cual fragmenta y desmigaja las opciones que defiende cada cual desde su propia trinchera ideológica.

Tantos acontecimientos sobrevenidos, que se acumulan y se superponen los unos a los otros, son un signo de la época. Los medios de comunicación y los algoritmos funcionan así, vivimos en la Sociedad de la Información Sesgada en tiempo real. En el gran autoservicio de la propaganda de masas, cada cual puede escoger a su gusto el producto elaborado que prefiere, y adornarlo con las cualidades de lo prioritario y lo indiscutible para luego arrojarlo a la cara de los incrédulos.

Tendremos que acostumbrarnos a esta balumba, y aprender a filtrarla en un cedazo como hacían los buscadores de oro, para desechar la ganga y guardar aparte, en un escondite íntimo, las pepitas de metal precioso.

Es una asignatura pendiente que tenemos desde hace muchos años. Deslumbradas por el brillo del progreso, las clases trabajadoras han renunciado históricamente a controlar dos funciones económicas esenciales, como son la producción y el consumo. Toda la pelea se ha centrado en la distribución; en la porción de la tarta, por decirlo de algún modo, sin atender a que esta fuera o no alimenticia, indigesta o incluso venenosa.

Se trataría ahora de ampliar el terreno de las reivindicaciones, en busca de una igualdad mas auténtica y de una libertad más firme. No solo queremos más retribución para el trabajo, sino una producción más racional dirigida a tener las cosas realmente necesarias, y un consumo más amplio, social e inclusivo.

De tanto en tanto se vuelve a recordar el fundamental discurso de Enrico Berlinguer sobre la austeridad; pero muchas personas están convencidas de que iba dirigido a la izquierda, al mundo del trabajo. De ninguna manera; Berlinguer hablaba como estadista, para el país en su conjunto. El doble rasero de austeridad para los trabajadores y derroche para los detentadores del capital, es una ratonera en la que no debemos dejarnos atrapar.

 

sábado, 25 de junio de 2022

SE PAGA CON EL CUERPO

 


Una imagen mía datada hacia el año 1978 (foto, Montse Brugué)

 

Donald Trump, ese hombre, ha comentado que la recentísima prohibición del aborto por el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha sido “una decisión de Dios”.

Cabría concluir que el Tribunal Supremo es Dios, con lo que de un plumazo habríamos resuelto un problema teológico secular. Faltarían, eso sí, algunos flecos por resolver: ¿es Dios “este” Supremo, o bien cualquiera de los que han ejercido sus funciones constitucionales en los Estados Unidos, o bien todos los Supremos de todos los países son Dioses, y en este último caso qué prelación o jerarquía cabe establecer entre los diferentes Supremos? ¿Es más Dios el Supremo de EEUU que el de Luxemburgo, por ejemplo, o sucede a la inversa, o participan todos los Supremos por igual de la misma naturaleza divina, incluidos aquellos que llevan años con el mandato caducado?

Más difícil aún, y más esotérico: ¿corresponde una chispa, por pequeña que sea, de esa naturaleza divina infusa, al juez Manuel García Castellón, que se está aplicando a resolver con una pachanguita marca de la casa la sustanciación del caso Villarejo desde la Audiencia Nacional?

El populismo imperante está arrasando con el lenguaje complejo, y el resultado es que los significantes (las palabras) ya no se corresponden con los significados antes cuidadosamente codificados para cada palabra.

Se lo explico: hasta ahora entendíamos por Dios un determinado significado, más o menos identificable. Unos pensarían (ojo al modo condicional, los semiólogos advierten que está en vías de extinción en las neoparlas) que Dios existe, otros que no existe en absoluto, otros aún que existe de alguna forma diferente a las codificadas por las distintas religiones que lo han distinguido con sus plegarias y rogativas. Pero todos sabíamos antes a lo que nos referíamos cuando mencionábamos a Dios. El significante y el significado concordaban.

En cambio, si consideráramos que cuando habla este o aquel Tribunal Supremo (incluso, forzando un poco las posibilidades, el juez García Castellón), quien habla en realidad es Dios, habríamos echado por tierra varios milenios de civilización. Peor aún, habríamos dejado como unos zorros el lenguaje, ese instrumento sutil de relación y de entendimiento entre las personas que se ha ido formando poco a poco mediante aportaciones sucesivas basadas en el método del ensayo y el error. El lenguaje, como el hombre para el filósofo Sartre, se convertiría de pronto en una pasión inútil.

El aborto nunca ha sido un derecho incondicionado: el mecanismo previsto por la naturaleza para el nacimiento de las personas ha ido derivando, mediante una larga marcha civilizatoria, desde la esfera de la necesidad hacia la de la libertad: han entrado en juego consideraciones sutiles, como si el hijo era deseado o aparecía por un acto de fuerza o violencia; como las eventuales contraindicaciones médicas para la madre (no importa solo la vida del feto, sino la de quien lo alberga), y como otras aún. La venida al mundo de un nuevo ser se rodea de toda clase de garantías para hacer de ella un acto positivo, y se previene desde el principio un futuro decente o digno de la criatura humana en el seno de un entorno amistoso, marcado por el amor y la responsabilidad.

Es decisión de Dios (dice Trump) romper esta delicada cadena de la vida y priorizar de forma exclusiva el hecho fisiológico. Cuando haya nacido, el nuevo ser ya se las apañará para subsistir como sea. Y si en alguna ocasión desea no haber nacido, que se joda. La vida en cualquier caso es algo muy simple, como lo ha expresado la poeta Wislawa Szymborska en una pequeña composición ejemplar:

 

La vida en la Tierra sale bastante barata.

Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.

Por las ilusiones, solo cuando se pierden.

Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo.

 

¿Qué puede salir mal, entonces?

 

jueves, 23 de junio de 2022

PAUSA PARA LO MARAVILLOSO

 


Carmen en el Museo de Rodas, junto a la “Afrodita saliendo del baño”. A veces tenemos la suerte de ver desplegarse ante nuestros ojos la naturaleza, al modo de ese maravilloso bloque de mármol.

 

 

Mañanita de San Juan es el momento de la iluminación, de la epifanía. Así le ocurrió al infante Arnaldos, según un viejo romance. Al bajar a la playa, vio acercarse desde mar adentro una galera maravillosa. Omito las sedas, el oro torzal, la plata y los corales; lo verdaderamente maravilloso era el cantar del marinero que la guiaba: «Marinero que la guía diciendo viene un cantar, / que la mar ponía en calma, los vientos hace amainar; / los peces que andan al hondo, arriba los hace andar; / las aves que van volando, al mástil vienen posar.»

A ese sentimiento poderoso de renovación íntima y de plenitud solemos llamarlo en el neorromán paladino “cargar las pilas”, un término pobretón y adocenado. Charles Baudelaire lo llamó “elevación”: ¡Feliz aquel que puede lanzarse con ala vigorosa hacia los cielos luminosos y serenos! ¡Feliz quien es capaz de comprender sin esfuerzo el lenguaje de las flores y de las cosas mudas! (*)

La fecha mágica de San Juan parece el día indicado para seguir la invitación del solista y entonar a coro un himno a la alegría orquestado por Beethoven. No es malo dejarse llevar de cuando en cuando por el júbilo, si se hace sin perder de vista el suelo que pisamos y sus aconteceres. El mundo es bueno; el nuevo mundo en el que estamos entrando a trompicones, también lo es.

* “Derrière les ennuis et les vastes chagrins / qui chargent de leur poids l’existence brumeuse, / heureux celui qui peut, d’une aile vigoureuse, / s’élancer vers les champs lumineux et sereins. / Celui dont les pensées, comme des alouettes, / vers le ciel du matin prennent un libre essor. / Qui plane sur la vie et comprend sans effort / le langage des fleurs et des choses muettes.” (En “Les fleurs du mal”)

 

GOBIERNE QUIEN GOBIERNE

 


Vista exterior de nuestra habitación del hotel Rodi, en el casco antiguo de la ciudad de Rodas. Aquí, en la sombra y el frescor del patio, en los atardeceres bebíamos agua fresca, picoteábamos cerezas compradas en tenderetes de carretera, y charlábamos de lo divino y de lo humano, de preferencia lo segundo.

 

Ha salido el número 26 de la revista “Pasos a la Izquierda”, lleno de aportaciones de buenos amigos que son, además, personas extraordinariamente competentes en sus respectivas áreas de ocupación. No los cito ni los encarezco: el mejor homenaje que puedo hacerles es la lectura atenta, y a eso me dispongo.

Salvo una excepción, sobre la que me he lanzado sin esperar a un mayor reposo. Es el texto de José Luis López Bulla “Los primeros andares de la caminata sindical en democracia”, que debe de tener ya sus buenos años de presencia en el mundo. La razón de tanta urgencia en su lectura es que ahí está contenida parte de mi historia personal. Para expresarlo de un modo líricamente barroco, es un texto que habla sin hablar de mí.

Me guardo para mis entretelas todos los ecos particulares suscitados por estas reflexiones lúcidas, y atrapo una cuestión de interés más general. Dice José Luis: «El partido era, por así decirlo, Dios padre; el sindicato era su enviado en la Tierra, aunque severamente controlado. El partido se reservaba el proyecto de transformación, al sindicato se le encomendaba la “resistencia” …» Y concluye: «O sea, el sindicato era, así las cosas, una mera prótesis del papá-partido.»

Érase una vez, añado. Aquello pasó dejando un poso de añoranzas mal digeridas, así en las estructuras de los partidos políticos, que hoy son totalmente otra cosa, como – por desgracia – también en las de los sindicatos. Muchos respetables setentones se levantan todas las mañanas decididos a “resistir” a ultranza, mientras esperan de las alturas la consigna que nunca ha de llegar.

Lo cual tiene efectos desastrosos en la teología de la izquierda, cuyo reino va dejando de ser de este mundo. La vieja concepción de la reivindicación social como medio para sostener el combate político ha derivado en una confusión lamentable de las prioridades. Vean este ejemplo de todos los días, la consigna «Gobierne quien gobierne, las pensiones (o los salarios) se defienden». Lo primordial es ahora la reivindicación social, muy justa; pero por el camino se ha perdido sin remedio la perspectiva del cambio político de progreso.

Alguna parte debe de haber tenido esta mentalidad en los resultados horribles de elecciones recientes. “Gobierne quien gobierne”, indica lo accesorio, mientras que la defensa de lo “mío” asciende al primer plano. Yo lo llamo “conciencia de clase subalterna”, y no es bueno. Significa “dejar hacer” en las instituciones, por considerarlas realidades demasiado impuras y de las que conviene alejarse, para movilizarse solo por aquello que afecta directamente a la subsistencia.

Sigue ahí impertérrito el punto ciego en el análisis que señalaba Vittorio Foa: la izquierda no se responsabiliza de sus propias realizaciones. Pasó con la sociedad de consumo, anhelada por la clase obrera pero analizada como un embeleco impuesto de modo forzado por el capitalismo opresor; y vuelve a suceder ahora con el tema de las eléctricas privadas, acogidas con aplausos y menciones honoríficas, y a las que se culpa ahora de que abultan la factura. Pero no se culpa tanto a las corporaciones como a “la política” que las consintió ("nosotros" nunca lo hicimos), y a pesar de que el actual gobierno ha atajado los abusos más notorios y abaratado la cuenta de la luz de las familias.

Esta actitud, decía Foa, va en favor de las fuerzas del capital, porque les atribuye un poder mayor del que tienen, a fin de excusar la falta de una posición política firme, imposible por la actitud contemporizadora precisamente de las clases bajas, ansiosas (con buenas razones) de un bienestar siquiera sea de refilón.

En este marasmo, es absolutamente necesario tomar buena nota y apoyar con toda la fuerza de la movilización, si es preciso, la decisión de los sindicatos mayoritarios de personarse como partes implicadas en el recurso de Vox ante el Constitucional por el RDL 32/2021 de Reforma Laboral. Antonio Baylos ha dado cuenta exacta de la iniciativa (1), y quiero decir con mucha claridad que este es un terreno que toda la izquierda, plural y unida sin remilgos, debe pisar sin excusa ni pretexto ninguno.

Toda la izquierda, no los partidos-padres que, como los reyes magos, no existen. Ya hace muchos años que los sindicatos son mayores de edad, y tienen plena autonomía y criterio propio en todas las cuestiones que afectan, no ya a los/las obreros/as, sino a la vida de las personas que deberían ser amparadas y son de hecho marginadas por los conflictos brutales de intereses que se dirimen en las instituciones. En presencia o en ausencia de papá partido (digo esto desde la conciencia de la necesidad de reconstruir los partidos, no es mi intención entrar en esa polémica; pero unos partidos que serán muy distintos a los que conocimos de jóvenes), el sindicalismo ha de tener la ambición de estar presente con sus propias reivindicaciones y argumentaciones en todos los foros políticos de los que depende la calidad de vida y de trabajo de las personas. Eso es conciencia de clase dirigente, o por lo menos codirigente; y no, en ningún caso, subalterna.

 

(1)  https://baylos.blogspot.com/2022/06/una-iniciativa-sindical-muy-relevante.html

 

miércoles, 22 de junio de 2022

SUMERGIDOS EN RODAS

 


Hemos pasado cinco días en Rodas, sin portátil ni muchas ganas de utilizarlo. Por el móvil seguíamos las novedades de la patria, no muchas y no buenas. Se quemó la Culebra, pero no llegamos a averiguar si se trataba o no de la culebra Macarena. Hubo elecciones en Andalucía, y lo único que nos consta es que el resultado en Izavieja ha sido espléndido. Algunos apuntaban el lunes a un cambio de ciclo, pero yo sigo en mis trece de que se trata nada más de otra vuelta de tuerca.

“Penitentiagite”, que vociferaban los fratticelli en El nombre de la rosa. Sánchez insiste en que los resultados no son extrapolables, pero es más cierto que después de Alberto Rodríguez nos acaban de extrapolar a Mónica Oltra.

Aviso, no me van a arrancar más declaraciones sobre política, ni siquiera bajo tortura, como al señor Fernández Díaz según cintas recién reveladas. En adelante me limitaré a anunciar el fin del mundo. Mi fama de profeta a lo Jeremías se encuentra ya bastante baqueteada, y en adelante prefiero ir a lo seguro. “Esto con la mano sobre el Evangelio te lo juro yo”, como cantaba Manuel Banderas en “Las cosas del querer”.

En cuanto a Rodas, lo que se dice Rodas, estaba espléndida, primaveral, florida, embriagadora. Pública, en tanto que rastrillada en todas direcciones por la fauna insaciable vomitada por los grandes cruceros amontonados detrás del muelle de los Molinos; e íntima como Lison, la bella de Brassens que se abandonaba a los “croquants” por dinero, pero guardaba celosamente para sus enamorados los “petits bouts” de piel muy escondidos que los otros no habían tocado.

Nos alojamos intra muros, en un mini hotel nuevo, el Rodi, regido con atención amorosa por la señora Dímitra. Tomen esto como una recomendación. Íbamos acompañados en la aventura por otra pareja, y es una doble suerte ver de nuevo la isla y hacerla ver por primera vez a quienes no la conocían, en este caso personas más sabias, enjundiosas e importantes que nosotros.

Ilustro la entrada con una imagen elegida al azar, del patio lateral de la Panagia de los Caballeros (Our Lady of the Castle, según las guías), improvisada, de pura oportunidad y un poco torcida. La figura de Carmen y la puerta aparecen enmarcadas en una delicada guirnalda de color, muy apropiada al romance con la isla que vivimos.

 

jueves, 16 de junio de 2022

PROBLEMAS DE LA CODIFICACIÓN DE LA REALIDAD

 


“Dos cortesanas”, pintura de Vittore Carpaccio. Museo Correr, Venecia.

 

Un amigo reciente, Jorge Ollero Peran, andaluz trasplantado a territorio foral, ha escrito un libro titulado “Penalismo mágico”. La crítica de fondo me parece brillante: va dirigida a la gente que considera posible cambiar la naturaleza humana a golpe de código penal. Como tal cosa no puede ser y además es imposible, habría que buscar el cambio por otras vías.

Ya caía en esa ingenuidad básica, tan propia de la izquierda, la Constitución de Cádiz al declarar que los españoles éramos justos y benéficos. Ni por el forro, oiga.

Está encima de la mesa la propuesta de prohibir la prostitución. Es una lacra, sí. Pero resulta difícil creer que el oficio más antiguo del mundo declinaría hasta desaparecer, solo con el establecimiento de una buena lista de tarifas con las que castigar los distintos entresijos del comercio sexual. Los/las españoles/as no somos justos y benéficos. La escalada severa de multas, y las penas consiguientes de privación de libertad, no llegaría en ningún caso al auto de fe, porque no es políticamente correcto, y tal vez ni siquiera al “trato de cuerda” para arrancar una confesión. Quizás – es una cuestión debatible – sí sería posible que los jueces (no les llamemos inquisidores, sería de mal gusto) tuvieran a su disposición informantes espontáneos o remunerados, que atestiguaran por ejemplo que Zutanito ha perdonado el alquiler del mes a su realquilada Menganita a cambio de lo que se conoce internacionalmente como un blow-job, y entre nosotros suele llamarse “mamada”. Por cierto, un obispo considera que no hay pecado en la hembra si ejecuta esa suerte sexual obligada por la obediencia debida al marido legítimo, y lo hace pensando en Jesucristo. Quede constancia del dato para disponer de una casuística completa.

La prohibición de la prostitución podría llevarnos así de lejos. La alternativa es hacer la vista gorda a los desvíos incidentales de la norma ética y vetar en cambio de forma taxativa el “oficio”, la profesión remunerada del amor venal. Vale. Desde luego. Pero una canción de Georges Brassens, “Concurrence déloyale”, recoge la protesta de las trabajadoras del sexo contra la competencia desleal de que son objeto por parte de las mujeres “de bien”. Las colegialas, las amas de casa, las marquesas, están irrumpiendo ya en el campo acotado del sexo venal con consecuencias deplorables para las relaciones económicas en general: resultan mucho más baratas. (“Añadan a eso el auge creciente en nuestro tiempo de la manía del acto gratuito”, advierte en tono apocalíptico la canción.)

Imaginen todo lo que podría pasar si además está sazonado con una prohibición legal. La cuestión es espinosa. 

Tampoco me siento capaz de tomar partido a favor o en contra de ese nuevo impuesto propuesto para las grandes fortunas. Mi pregunta, en todo caso, es quién va a ponerle el cascabel al gato. La Agencia Tributaria lleva años tratando de sacar a la superficie legal los cuantiosos capitales disimulados, desviados y/o evadidos de la inspección fiscal ordinaria. Una porción considerable (no estoy en condiciones de cuantificarla, aviso) de propietarios de grandes fortunas cumplimentan su declaración anual de IRPF con tal pulcritud que les sale a devolver. Añadan un impuesto extra, y todo lo que conseguirán será que les toque a devolver más dinero.

Prescindan de la magia codificadora, entonces, en el intento arduo de cambiar la realidad. Hay medios recomendables para conseguirlo, pero los códigos en general solo sirven para dar fijeza a lo que ya está reconocido, nunca para acceder a través de ellos a situaciones nuevas, por deseables que resulten.

 

miércoles, 15 de junio de 2022

ENTRE TÓRTOLAS QUEJUMBROSAS



Atenas vista desde el lugar donde, según la tradición, predicó el apóstol Pablo, en la ladera de la Acrópolis. A la izquierda de las dos figuras femeninas se reconoce el templo de Teseo, el Theseion; a la derecha, la estructura alargada de la Stoa de Attalo; entre ambas, el Ágora antigua.

 

Estoy ahora mismo, de nuevo, en la patria clásica común donde crece el limonero de Goethe; aquí el arrullo quejumbroso de las tórtolas te acompaña todo el año, porque ya no se ven obligadas a emigrar más al sur; y el sol abrasa en verano, tiene “dientes” en invierno, y ciega en cualquier estación a quien comete el error de mirarlo de frente. Estoy en Grecia.

He leído durante el viaje un libro bien publicitado, de autor conocido y de buen corte y confección; cualidades muy apreciadas en estos tiempos en que se alaba el libro a tanto la docena, o sea la cantidad más que la calidad de libro, desde la perspectiva general de que leer mucho es preferible a leer poco, y leer poco, mejor que no leer nada. Muy cierto todo ello, pero asimismo desolador descubrir que un autor prestigioso es en el fondo un adicto a la vieja regla del “funciona bien, luego ahí va más de lo mismo”. No voy a dar nombre ni título porque no es mi propósito ejercer de poncio; pero sí voy a copiar una reflexión de Ursula K. Le Guin, autora de otra parte por la que no siento ninguna afición particular.

Dice así Ursula, secundum Facebook, en el blog “La casa de las letras”:

«Ahora mismo, creo que necesitamos escritores que entiendan la diferencia entre producir un bien de mercado y practicar un arte. Desarrollar material escrito que encaje en estrategias comerciales para maximizar los beneficios corporativos e ingresos publicitarios no es del todo lo mismo que publicar libros con responsabilidad o ser un autor.»

Otra cuestión que me ha producido maravilla viene de la Brevería nº 17 que ha colgado con esmero en su muro de FB José Luis López Bulla. Al parecer, ERC ha notificado ya a Sánchez que le será imposible apoyar los presupuestos generales para 2023, presupuestos que ni siquiera se han empezado a elaborar.

La maravilla viene de la existencia de grupos que consideran aún que “hacen política” mediante esta rutina de enviar un mensaje propio de patio de colegio: “Sepas que ya no te estoy amigo.” Sospecho que mi alter ego Paco el Trampas (Frankie Tricks, private eye de Chicago), que anda ahora mismo investigando casos parecidos, diría que se trata de otra vuelta más de una tuerca pasada de rosca. Se ejerce el movimiento, pero no se aprieta. Todo es un deslizarse sin sentido.

 

lunes, 13 de junio de 2022

CHAPA Y PINTURA

 


El “cambio real” habrá de pasar por el taller.

 

Ce ne fut pas Waterloo mais ce ne fut pas Arcole

Ce fut l’heure où l’on regrette d’avoir manqué l’école…

J. BREL, “Au suivant”

(No fue Waterloo pero tampoco Arcole. Fue esa hora

En que lamentamos haber faltado tanto a la escuela)

 

Creo que son los hindúes quienes depositan ofrendas en el altar del dios de los pequeños favores, para ganarse su intercesión. Un favor grande, grande de verdad, requeriría dirigirse a otra ventanilla, y las respuestas favorables de esa divinidad diferente y más poderosa están lejos de caer del cielo todos los días.

Lo señalo porque, variando la geografía pero no la sustancia del tema, los datos reales de la votación en las elecciones andaluzas podrán ser algo mejores que los del sondeo que hoy publica El País (Sondeo 40dB); pero hay pocas dudas de que no resolverán el problema gordo. Gracias sean dadas, entonces, por ese retroceso estimado de Vox, y mejor aún si finalmente resulta en un pinchazo serio, o en un tantarantán que requiere arreglo de chapa y pintura.

Ha habido, por la izquierda, muchas diligencias cruzadas entre los estados mayores mientras las bases miraban hacer; demasiados acentos circunflejos y párrafos entrecomillados; y por lo menos un acuerdo, tan de ultimísima hora, que dio toda la sensación de que había sido firmado de mala gana. Algunos consideran que esas pejigueras no influyen en la militancia, al contrario, la estimulan. En fin.

En cualquier caso, puede darse por seguro que menguará la bolsa de votos entregados gratuitamente a la ultraderecha por proletarios/as (excusen lo viejuno de la expresión) convencidos de estar haciendo militancia contra el Sistema con mayúsculas. Gran proeza. La socialdemocracia les parece mal, la izquierda clásica lo mismo, la nueva izquierda no les llena, y a fin de cuentas lo menos malo les parece el voto a Vox porque consideran que se trata de un voto firme antisistema.

Ahí se equivocan. La ultraderecha 2.0 es sencillamente la Caja B del Sistema que abominan. Y ellos mismos, con su confusión fatal, encajan sin esfuerzo en el molde de un lumpenproletariado 2.0 muy similar en sus maneras a aquel que describieron, en unas circunstancias sociales muy diferentes, los autores clásicos del movimiento obrero.

Entonces, a falta de noticias mejores y más consistentes, bien está que se vaya reduciendo de manera significativa esa bolsa ominosa de voto proletario entregado sin condiciones, más que prestado, a la ultraderecha. El camino sigue cuesta arriba, pero aparece un poquito más despejado.

 

domingo, 12 de junio de 2022

SAUDADES DE DON MARIANO

 


Orson Welles en el papel de M. Rajoy, anuncio de la película “Campañadas a medianoche”. Después de dicha hora, según los expertos, entran en escena los campanilleros de la madrugá. Esperemoslos, que la noche es larga.

 

Uno creería estar escuchando a Don Mariano el Augusto redivivo: “Las cosas que duran mucho tiempo son las cosas que merecen la verdad. La verdad y la mentira es aquello en lo que merece la pena dedicar una vida. ¿Para qué? Para que la verdad venza a la mentira y no la mentira venza a la verdad”.


No ha sido cosa de Rajoy, sin embargo. La frase es copyright de Alberto Núñez Feijoo, y la ha soltado en un mitin en Málaga.


Parece plausible que Don Alberto quisiera comunicar algo, al utilizar una frase tan larga cuya enunciación parsimoniosa, según The Huffington Post, se prolongó a lo largo de treinta segundos de suspense. Fuentes generalmente no fiables afirman que una dama sentada en el palco proscenio palmoteó alborozada: “¡La gallina!”, convencida de haber acertado la adivinanza.


Es más sensato, sin embargo, suponer que el alarde lírico de Feijoo iba dirigido a homenajear con sutileza a su antecesor y maestro Mariano I el Augusto, más conocido en las crónicas judiciales como M. Rajoy. Mañana hará cuatro años exactos que Mariano se cortó la coleta y se retiró definitivamente de la política para dedicarse a una sinecura de registrador de la Propiedad en provincias, puesto que de inmediato canjeó por otro similar en la mismísima capital, porque ni aun para un gallego en jubilación permanente existe otra atmósfera habitable que la del aire de Madrid, que según un dicho añejo que gana en certeza con los años, “mata a un hombre y mantiene encendido un candil”.


Don Mariano se había visto sorprendido, en una revuelta de su camino hacia la eternidad institucional, por una alevosa moción de censura, que fue discutida el 1 de junio de 2018 y votada in absentia en las horas de la sobremesa que él pasó en semicoma etílico en el restaurante de la calle Alcalá en el que había yantado con sus huestes. Soraya, aquella chica para todo (¿la recuerdan? No hace tanto tiempo, caramba), colocó en el asiento reservado al patrón en la bancada gubernamental su voluminoso bolso, para indicar que el lugar estaba aún ocupado, a la espera de novedades. Decepcionado por el resultado final de la votación y por la ingratitud de la ciudadanía, el Baranda desbancado tardó solo doce días (un tiempo extra corto para su habitual actitud contemplativa de las cosas en general y del Marca en particular) en optar por la retirada definitiva; por más que después le hemos visto en algún cameo para apoyar a candidatos de su cuerda, en demostración palmaria de que “el deseo sobrevive a la potencia”, como dejó dicho de sir John Falstaff el joven Hal, en “La segunda parte del rey Enrique IV” de Will Shakespeare.


No era el cumpleaños una fecha para olvidar, y Don Alberto la recordó con mucha dignidad y tino. Ahora intenten ustedes desentrañar el sentido profundo de lo que en realidad dijo. Por ejemplo: “La verdad y la mentira es aquello en lo que merece la pena dedicar una vida.”


Canela en rama, ¿a que sí?

 

 

viernes, 10 de junio de 2022

LA ÚLTIMA AVENTURA DE PACO EL TRAMPAS

 



Los presuntos implicados, en el despacho de la Agencia de Detectives Continental. En el centro del grupo, el halcón de la ultraderecha maltesa. (Fotograma de “El halcón maltés, John Huston 1941)

 

A José Luis López Bulla.

El Hombre Gordo había dejado flotando la pregunta, desde detrás de su escritorio en el despacho de la Agencia de Detectives Continental: «¿Por qué nadie sabe aproximadamente la razón de la emergencia de las ultraderechas?»

– Pregunta por ahí y mira qué averiguas – me dijo sin mirarme, con un resoplido cansado.

Me levanté, me puse la gabardina y el sombrero flexible (fuera llovía en los malecones desolados del puerto, entre las grúas en desguace extrañamente rotas e inertes), y me dirigí a pie al garito de Rick, para escuchar los rumores novedosos que pudieran correr entre los tertulianos habituales.

Me aposté como mirón de una partida de póquer. La luz ambiente era mediocre, los gestos furtivos, las frases se cruzaban en voz baja con un ritmo sincopado. Todos fumaban, el aire se espesaba en torno a las escasas bombillas de los apliques, y detrás de una cortina ajada sonaba jazz en un pick-up oculto a la vista.

«No apostéis por Macarena, es caballo muerto», declaró formal un recién llegado, que aportó un relente de humedad al corro de fumadores.

«Qué me dices de Moreno Bonilla», refunfuñó alguien.

«Sigue encabezando las apuestas».

«Los dos son la misma mierda», suspiró el primero.

«Dime algo que yo no sepa.»

Tanteé en busca de alguna pista más concreta: «Alguien se está forrando con todo esto.»

Se barajaron los nombres consabidos, desde el Campechano al Íbex 35. Nada que apuntar en mi bloc de notas.

«Todos esos ya se forraban antes», observé sin dirigirme a nadie en particular.

«Claro, Trampas», me aleccionó un conspicuo de nariz de perro ratonero y hocico de bulldog. «Esto es solo otra vuelta de tuerca».

Dejé el cubata moribundo sobre un velador, busqué mi bloc en el fondo del bolsillo de la gabardina, lo sobé en busca de una página en blanco, y garabateé rápidamente: “vuelta de tuerca.”

No era mucho, solo algo por donde tal vez empezar.

«Qué se debe», volví la cabeza en dirección al barman que trajinaba en la barra. Le pasé un par de pavos, y vuelto hacia la peña esbocé un gesto de despedida al tiempo que me encasquetaba el sombrero flexible: «Abur, seguir bien».

Me sumergí en la noche procurando evitar los charcos más grandes en el asfalto cuarteado. Iba rumiando para mí: “otra vuelta de tuerca”. Cuarenta años atrás, el Hombre Gordo y yo, no solos sino junto a otros muchos incondicionales, habíamos contribuido a que se impusiera en la ciudad el respeto debido a la Ley y el Orden. Aquello se estaba deteriorando a ojos vistas. Alguien debería darse prisa en tomar el relevo antes de que fuera tarde.

(Continuará, o no)

 

miércoles, 8 de junio de 2022

GLORIA A SIR UINSTÓN


A pesar de sus alardes parlamentarios, Sir Uinstón nunca llegó a beberse el cianuro que le había sido recetado.

 

Ahora mismo, y si se examina la cuestión en diagonal, la política y la cultura parecen seguir caminos divergentes. Expresado con crudeza: o se es político, o se es culto. La unidad operativa que maneja la persona culta es el dato; la del político al uso, es el relato. Por ejemplo, Isabel Díaz Ayuso ha montado sobre la Historia de España un galimatías heroico sin mayores puntos de contacto con la realidad tal como ha quedado establecida a través de documentos, cronicones y certezas de orden arqueológico (¿sospecha IDA siquiera, por poner un ejemplo, que el Cid estuvo al servicio del rey moro de Zaragoza?) Alberto Núñez Feijoo, por su parte, ha mostrado que la ciencia económica puede quedar reducida a una fantasía etérea, ya desde su primera aparición en el Senado. Ambos han construido sus relatos a priori, de acuerdo con premisas sin contrastar que les parecieron favorecedoras. Y una vez acabado el constructo, lo han encajado, como se encajaba en otros tiempos el cilindro en una pianola (ambos líderes tendrían serios apuros para explicar en público qué es una pianola, dicho sea de pasada) en el contexto que tenían a mano. Han soltado la retahíla y, mientras lo hacían, miraban hacia la bancada de sus fieles con un aire satisfecho de “ahí queda eso”, y alternativamente con desafío a la bancada rival, con la expresión indicada para el “chúpate esa”.

Después de soltada la metralla, nuestros políticos de la derecha ya no discuten, los argumentarios han quedado desfasados en la comparecencia institucional. De modo que cuando Yolanda Díaz, una política bastante atípica, se levanta de su escaño y anuncia con aire pedagógico “le voy a dar dos datos…”, ellos se limitan a escucharla meneando incrédulos la cabeza (¿a quién se le ocurre dar datos en política?). Los interpelados más agresivos fulminan a Díaz con la mirada y dejan entrever lo que están pensando: “¿Dos datos? Dos buenas hostias te daba yo…”

Olviden lo anterior, se lo ruego, y hagan un acto de fe en la cultura de la política. Existe. Más aún, por lejanos que parezcan los dos términos en los shows parlamentarios y en las ocurrencias electoralistas de campaña, hay una relación íntima entre política y cultura. La política forma parte de ese bagaje imprescindible que llamamos cultura y llevamos con nosotros desde que aprendemos de muy niños el uso de las palabras y el control de las sensaciones. Y viceversa, la cultura tiene siempre – escuchen bien, siempre – un sentido y una intención claramente políticos. Políticos en sentido recto, no torticero; valga la aclaración.

Se supone con poco fundamento que la política es, en democracia, un no man’s land minado en el que solo vale la opinión de parte, y el voto es la única unidad de medida de la razón de cada cual. No es así, aunque siempre y en todas partes ha habido debates acalorados y pasados de revoluciones. Una dama laborista británica concibió durante un debate parlamentario un asco tan grande por las opiniones ultraconservadoras que expresaba el joven tory lord Churchill, que le anunció que si tuviera la desgracia de ser su esposa, le pondría cianuro en el café. “¡Si yo tuviera la desgracia de ser su marido, señora, me bebería sin dudarlo ese café!”, respondió Sir Uinstón.

Pero ninguno de los dos hablaba en serio. Fue por ambas partes un desahogo parlamentario, y no una flecha envenenada en formato de tuit destinada a aparecer en los titulares de las noticias televisadas de la noche. Sir Uinstón nunca consideró en serio beberse el cianuro, como había hecho Sócrates con la cicuta tantos siglos antes; y su oponente jamás se lo habría puesto en el café. Él era una perfecta sabandija, pero una sabandija demócrata, y un estadista además. Así lo demostró cuando la Historia le puso frente a sus responsabilidades respecto del país que le había elegido como Premier. Gloria a Sir Uinstón. El reconocimiento del mundo mundial llegó tan lejos que incluso la Academia sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura por unas Memorias de Guerra que no pasaban de ser un peñazo infumable. En el caso improbable de que Ayuso se animara a hojearlas, por cierto, la llenaría de confusión el hecho de que los alemanes figuren en el bando de los malos, y los rusos en el de los buenos. Es lo que tiene confundir la Historia con el Estereotipo.

El ejemplo impúdico de Sir Uinstón me da fuerza para afirmar que jamás se ha bendecido en democracia la solución de que el ganador de unas elecciones se lleve toda la puesta que hay sobre el tapete, mientras el perdedor queda abandonado en la acera con los bolsillos llenos de lluvia.

Es lo que está pasando en Madrid, y puede pasar también en Andalucía. Y eso no es cultura democrática, sino perversión democrática. El objetivo de la política al uso parece consistir, por lo que se va viendo en ciertas actitudes de la derecha, en impedir el debate, ocultar el programa y jugar con la ignorancia de la audiencia como ventaja electoral añadida, para luego arramblar con el botín y humillar al vencido de todas las formas posibles.

Olona, una candidata sin derecho legal a presentarse, ha sido habilitada (?) por la Junta Electoral, que también ha mirado a otro lado mientras los obispos emitían sus oráculos envueltos en incienso, aprovechando la romería del Rocío. Allí los políticos se han fotografiado lado a lado con las imágenes sagradas, las sotanas y las batas de faralaes. De la españolada al adefesio. Sir Uinstón se habría tragado su eterno puro, estupefacto.

Esta actitud revanchista y triunfalista apunta a un renacimiento del pensamiento totalitario, a una novísima disociación entre política y cultura democrática, que podría retrotraernos de nuevo a las viejas lacras del señoritismo, la catequesis, la rapiña y la hambruna.

Voten pues, andaluces de todas partes, y voten bien. Es para hoy, no lo dejen para luego.

  

martes, 7 de junio de 2022

VOLAVERUNT

 


Manel Pérez, durante la entrevista. (Foto Guillem Trius, fuente eldiario.es)

 

Conviene ir tomando nota: «La banca no regresará a una plaza como Barcelona en la que no hay una actividad financiera relevante.» Lo dice Manel Pérez, vicedirector de La Vanguardia y autor reciente de: “La burguesía catalana. Retrato de la élite que perdió la partida” (Península 2022). Es un libro útil para saber dónde nos encontramos exactamente los catalanes, en términos socioeconómicos y al margen de aventuras ultra puigdemontanas. Pueden ustedes abrir el melón con una cata a la entrevista que le ha hecho Neus Tomàs en eldiario.es (1)

Afirma Pérez que la élite barcelonesa ha perdido ya “la partida”. Era una élite industrial tradicional, muy bregada, dura de roer. En relación con el poder central, pasó históricamente por toda la gama de actitudes que podían favorecerla en cada momento concreto, desde los desplantes y los menosprecios que ahora imita el nen del governet, hasta las reverencias profundas y los besalamanos cuando aquello convenía al negoci. Tienen ustedes a su alcance un retrato de primera mano en la figura del industrial Jaume Canivell, el personaje de Berlanga en “La escopeta nacional”, que organizó una cacería para intentar atraerse al establishment falangista en el momento en que este era desplazado con guante de terciopelo por el Opus, mediante un golpe palaciego.

La “partida” se prolongó, de todas formas, a lo largo de bastantes años, y Manel Pérez lo documenta. Madrid acumulaba más y más poder mientras Jordi Pujol presumía de tenerlo todo bajo control con el pacto del Majestic. El desengaño fue sonado. Artur Mas intentó luego el planteamiento de un concierto económico a la vasca enmascarado de otra cosa, para salvar los muebles, y la élite le apoyó sin reservas, pero midió mal las distancias al apostar de farol por una in-de-pen-dèn-ci-a irreal, y colocarse a sí misma en trayectoria de colisión.

Fue entonces cuando a Mas y a la élite que había creído en él se les escapó el control de los acontecimientos y perdieron definitivamente la partida. En 2017 e incluso antes las empresas catalanas volaverunt; dicho de otro modo, trasladaron sus sedes financieras a otros lugares, en particular (rechifla añadida) a Madrid, que ofertaba mejores servicios financieros y mayores descuentos tributarios. Barcelona perdió su característico músculo industrial, consistente en gran parte en un tipo de empresa familiar, pequeña o mediana, gestionada desde el comedor de la casa del Eixample, bien relacionada con el entorno internacional muy atenta a la innovación. Los hereus de la vieja élite centran ahora su actividad preferente en el dinero fácil procedente de la especulación inmobiliaria y en las inversiones en turismo: hoteles, pubs de diseño, restaurantes de alta gama.

Esta última circunstancia debería orientarnos en relación con otra polémica. La tan ansiada ampliación, así del aeropuerto como del puerto de Barcelona, no tiene hoy su razón de ser en la creación de un hub potente dirigido al relanzamiento industrial, sino en el encaminamiento de una tremenda avalancha turística a la que alojar a cuerpo de rey entre piedras bendecidas por mil años de historia, después de enseñarle Casa Batlló a precio de visita del templo de Abu Simbel.

En cuanto a las finanzas propiamente dichas, Caixabanc sigue siendo un gigante en relación a los parámetros nacionales, pero es ilusorio que regrese a Barcelona, dice Manel Pérez: “Aquí no hay actividad financiera relevante”. Tanta aglomeración turística no supondría diferencia, son las redes internacionales de agencias de viajes las que contratan los paquetes de servicios, incluidos el car rent y el Cabify probablemente.

Con todo, la historia de una ciudad no se identifica en ningún caso con la de una élite (las famosas 400 familias, para entendernos). Barcelona cuenta con recursos suficientes para crecer en otras direcciones, y de una forma más sostenible. Necesitará cierto esfuerzo para lograrlo, y va descontada la oposición cerrada de la vieja aristocracia del dinero. Mi ciudad ha tenido la gran suerte de contar en esta circunstancia crítica con una alcaldesa valiente y prudente a la vez, que escucha mucho, se asesora siempre, y se atreve a innovar, no solo en los terrenos cruciales de la energía y la movilidad, sino en el de la vivienda, en el que se está produciendo ahora mismo un alboroto mayúsculo dirigido a obtener ganancia a corto plazo de una gentrificación del centro histórico que mataría a la larga la gallina de los huevos de oro.

Por mi parte, deseo que Ada Colau siga cuatro años más al frente de Barcelona, y sea luego relevada por la persona más adecuada. Cada vez tiendo más a dar la razón a quienes la consideran una “iluminada”. En medio de tanta oscuridad.

(1) https://www.eldiario.es/catalunya/manel-perez-banca-no-regresara-plaza-barcelona-no-hay-actividad-financiera-relevante_128_9050504.html

 

lunes, 6 de junio de 2022

CUADERNOS GRIEGOS. CRÓNICA PERSONAL DE LA CRISIS (y III)

 


Plaza Sintagma, manifestación del Oji. Una familia acrisoladamente griega a tiempo parcial, haciéndole la cobra a las troikas. Archivo personal.

 

"Apocalipsis now": referéndum, auto de fe y ceremonia de la purificación. Europa iba a quedar permanentemente dividida entre justos (los “austeros” del Norte) y pecadores (los despilfarradores del Sur). Pero el “nuevo orden” impuesto desde arriba duró solo cuatro años. Cuando en 2019 irrumpió el coronavirus, las jerarquías europeas constataron que, contra todas las previsiones establecidas, los “austeros” eran los primeros en morir, y lo que habían considerado la “lucha final” era solo la primera escaramuza de una larga guerra económica, ecológica y social, en la que las posiciones que habían mantenido hasta entonces podían acelerar el fin del mundo.

Las dos entradas anteriores de este documento pueden encontrarse en:

https://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/06/cuadernos-griegos-cronica-personal-de.html

https://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/06/cuadernos-griegos-cronica-personal-de.html

 

[documento]

12.- Bromas crueles

Atenas, 28.6.2025. Cuando el editorialista anónimo de El País de hoy escribe «Alexis Tsipras es el primer responsable del fiasco del pacto en el rescate griego», debería ser consciente de que los límites del humor negro se sitúan allí donde se causa dolor a otras personas.

Se está llamando “negociación” a la ceremonia del escarmiento; se está culpabilizando a las víctimas; se están predicando recetas de austeridad a un país que no puede físicamente soportarlas, después de ocho años de fracasos repetidos y consistentes de la austeridad como remedio anticrisis.

Muchos economistas serios insisten en que lo que se está haciendo es una barbaridad. Incluso Barack Obama ha llamado discretamente la atención de los estamentos europeos, en el sentido de que no es el mejor camino. Ni caso. Van ciegos sobre su presa.

Se está imponiendo toda una doctrina anacrónica de las causas y las consecuencias de la crisis sin argumentos ni explicaciones. Se culpabiliza a Grecia desde el menfotismo y la soberbia intelectual. Había unas líneas rojas en la posición inicial expresada por Tsipras, y todo el esfuerzo de los negociadores se ha dirigido a obligarle a romper esas líneas rojas. Había otras ofertas a modo de contrapartidas; se han ignorado o ninguneado.

El clímax de este juego sádico lo marca el desconocido editorialista cuando da como razón de la postura de Tsipras los problemas internos de su partido: «Si la coalición de Tsipras tiene problemas internos, la forma más desleal de dirimirlos es no asumirlos con entereza y, al contrario, trasladarlos a la sociedad para que sea esta la víctima de la bipolaridad.» Se puede ser más canalla aún en el análisis, pero es difícil; el listón ha quedado colocado muy alto.

El referéndum resulta ser ahora, no un instrumento democrático, no la llamada a la sociedad civil a adoptar conjuntamente una decisión difícil en un aprieto considerable, sino el recurso tramposo de un gobierno para eludir sus responsabilidades. Nueva Democracia, el PASOK y el saltimbanqui KKE acudieron de inmediato al presidente de la república para que anulara la convocatoria del referéndum anunciado por Tsipras. La Vuli votó de forma distinta. El editorialista de El País – y no es el único, por lo que he podido ver en un repaso a la prensa – parece convencido de que el funcionamiento de la democracia descansa tan solo en las decisiones del poder ejecutivo. Así nos va en España, y no menos en la Unión Europea, donde los pueblos han desaparecido por completo para dar paso a un extraño ballet de facinerosos de nombres impronunciables que toman en solitario decisiones que afectan a todos.

Estoy de vuelta en Atenas, en estos momentos. Invito al editorialista de El País de hoy a darse un paseo por aquí y ver con sus propios ojos el dolor inmenso que provoca siempre la injusticia. No le harán falta guías ni lazarillos; él mismo podrá ver lo que hay que ver. Quizás entonces se dé cuenta de que hay bromas que conviene evitar en una sociedad civilizada. Bromas crueles.

 

13.- Urnas peligrosas

Atenas, 30.6.2015. En unas declaraciones públicas hechas desde Bruselas, Mariano Rajoy se ha hecho a sí mismo la reflexión de que sería bueno que Alexis Tsipras perdiera el referéndum y así dejara el mando de una vez, para que otro gobierno, de otro color, rectificase el lío que se ha organizado y prosiguiese la imparable marcha de Grecia hacia el superávit y la superación de la crisis dentro de una Unión Europea más unida y cohesionada.

La ministra de Agricultura española, Isabel García Tejerina, ha sido más explícita todavía, al advertir que «las urnas son peligrosas» (¡qué confesión inefable para una supuesta demócrata!) y apuntar, mintiendo sin reparos: «Grecia crecía al 3% y en cinco meses están haciendo cola para sacar 60 euros.»

No se trata del club de la comedia, atención; son declaraciones serias. Ciertamente, cabe alegar en favor de los dos opinantes que no están hablando de Grecia, por más que una primera impresión superficial apunte en ese sentido. Son dos ejemplos clásicos del añejo refrán castellano «A ti te lo digo, hijuela; entiéndelo tú, mi nuera.» Es decir, Grecia les trae al pairo a los dos. A Grecia, que le den. Mariano no sabe con exactitud por dónde cae la península helénica, por más que un avión lo dejara allí mismo cuando fue a echar una mano a su amigo Andonis Samarás, cuando las últimas elecciones. Es probable que, dada la rígida concepción geopolítica de nuestro presidente, piense que Grecia es vecina de la Venezuela chavista, situadas ambas en el mismísimo “eje del mal”.

De lo que hablaban en realidad Rajoy y Tejerina era de España, naturalmente. Ya lo dice el eslogan: «España, lo único importante.» Más aún, cuando los opinantes se están jugando las habichuelas a muy corto plazo, y, en una situación en la que, bien lo dice la señora ministra, “las urnas son peligrosas”. Nunca se sabe lo que puede salir de ellas: gente dispuesta a armar el lío, a cargarse en cinco meses un hermoso impulso ascendente desde la nada hasta la más absoluta miseria.

Algo puedo decir yo, desde dentro de Grecia, sobre el corralito. Este domingo había en Atenas colas delante de todos los cajeros automáticos visibles e invisibles; solo cedían las colas cuando el metálico se agotaba, y entonces quienes no habían podido servirse peregrinaban en busca de otro cajero que aún funcionara.

Se trata de una situación no del todo insólita, sin embargo. Hemos visto colas en los cajeros todos los finales de mes, antes y después de Tsipras. En Grecia las pensiones se ingresan en cuenta corriente, y los pensionistas griegos tienen resquemores viejos y arraigados en relación con el comportamiento de los bancos. Lo primero que hace un pensionista griego cuando ha cobrado su pensión, es sacar todo el montante en efectivo y guardarlo debajo del colchón para ir tirando con lo que hay (no mucho) hasta el ingreso siguiente.

Esta vez las colas eran mayores y la ansiedad más marcada, es cierto. También es cierto que el sábado vimos a un hombre mayor comprar en un supermercado dos cajas, cada una de diez bolsas de kilo de harina de trigo; veinte kilos en total. Son cosas que suceden en un país que solo espera malas noticias día tras día.

Pero también es cierto que lunes y martes hemos estado haciendo compras en museos, restaurantes y comercios con nuestra tarjeta de crédito, sin el menor problema. Consumimos más de 60 euros cada día. No mucho más – somos gente austera –, pero sí algo por encima de ese límite impuesto a los cajeros. Lunes y martes, por cierto, ya no había colas; a casi nadie interesaron los 60 euros del cupo.

El lunes hubo una gran manifestación en plaza Sintagma en favor del “oji” (no), a la que asistimos la familia en bloque, incluidos mis nietos, y de la que puedo dar fe. Éramos un gentío. El martes ha habido otra en favor del “né” (sí), a la que no hemos asistido y de la que, por consiguiente, no puedo dar fe; las imágenes de la televisión indican que también ha sido muy nutrida. Cabe concluir que para el referéndum las espadas están en alto: el voto de la confianza contra el voto del miedo.

Serán las urnas las que decidan. Las urnas son peligrosas, sí, pero hay peligros bastante mayores que los que ellas generan.

 

14.- Intrusos en la casa

Atenas, 2.7.2015. Leídas desde Atenas, me escandalizan pero no me sorprenden las diatribas unánimes de los medios digitales españoles contra Alexis Tsipras. No es que no entiendan su postura, es que hacen esfuerzos beligerantes por no entenderla; por declararla incoherente e incomprensible. Argumentan contra la pregunta del referéndum, desde el presupuesto falso de que se trata de un Sí o un No a Europa que se intenta disfrazar con retóricas ambiguas. El referéndum es un sí o un no a la sinfonía, delicioso nombre griego para denominar a un acuerdo. Los medios reprochan a Tsipras entonces que haya dado el sí a una parte de la sinfonía, y siga pidiendo el no al conjunto. Pero ese doble movimiento es una respuesta al presidente europeo Jean-Claude Juncker, que la misma tarde del anuncio del referéndum envió al gobierno griego una modificación de los términos que apenas unas horas antes le habían sido presentados como un ultimátum innegociable. Tsipras no desea ser acusado de cerrazón; da su acuerdo a algunas mejoras de la oferta de la troika, pero no a dicha oferta en su conjunto.

Nada de todo ello importa demasiado; tampoco la nueva condición de moroso del Estado griego. Tan cierto como que los medios españoles (Brunete mediática y otros, a priori alineados en posiciones diferentes) están disparando por elevación contra Podemos mediante Tsipras interpuesto, igualmente cierto es que los frentes reales de la batalla griega están situados en cotas diferentes de las que se publicitan. El escenario global ejemplifica el filo de la navaja por el que se ve obligada a circular cualquier opción política que se proponga poner en cuestión el statu quo, o dicho de otra forma, al establishment.

Ha contado Ianis Varoufakis que cuando, en respuesta al ultimátum (que al parecer no lo era) de la troika (que tampoco se llama ya así), anunció el recurso al referéndum, la señora Christine Lagarde, esa sublimación analógica de Cruela Devil, tuvo uno de sus característicos golpes de soberbia y de mal genio. Se levantó y dijo: «Seguiremos la negociación cuando haya adultos sentados a esta mesa.»

No conviene quedarse en la anécdota, porque el significado de la misma se sitúa más allá. Al fin y al cabo, Varoufakis puede presumir del apoyo a sus posiciones por parte de adultos muy significados en la escena mundial: Krugman, Stieglitz, Piketty, Habermas, y últimamente incluso Barack Obama. Y Lagarde, que merece calificativos muy duros pero no el de tonta, lo sabe muy bien.

El problema del impase que está viviendo Grecia no son entonces los términos concretos de la sinfonía, sino las personas que están sentadas a la mesa.

La posición oficial de Angela Merkel, es: primero el referéndum, luego la negociación. En la Casa Blanca esperan también los resultados, en una calma tensa. Obama no va a permitir en ningún caso el descuelgue de Grecia, el “Grexit”, no por ninguna razón de orden económico, sino por motivos geopolíticos. Existe ya un conflicto indeseado en el flanco oriental de la OTAN, con Ucrania, y el flanco sureste es de por sí lo bastante delicado como para no descuidarlo. Grecia, miembro de la OTAN, tiene un presupuesto militar absolutamente desproporcionado con sus dimensiones como país; pero los recortes en ese presupuesto están vetados por la superioridad geoestratégica, en la “sinfonía” en curso. Detrás de Atenas, tan solo un poco más allá, están Damasco, Bagdad, el Estado Islámico, el problema kurdo y los pozos petrolíferos de los emiratos. No es admisible tocar una ficha de ese dominó porque no se sabe las que podrían caer detrás.

La torpeza de Merkel y Schäuble a partir de 2007, su odiosa labor de cobradores del frac de una deuda tan impagable como insignificante a escala global, ha empujado a la indignación democrática del pueblo griego y ha llevado a Syriza al gobierno. Se han colado intrusos en la casa, y los amos del cotarro se han visto obligados a asumir la tarea ingrata de recoger velas en esta desgraciada historia. Lagarde está dispuesta a ser mucho más amable en los términos de la deuda griega y de su sólida permanencia en la Unión Europea. Amable sí, pero no con Tsipras. A Tsipras, ni agua.

 

15.- Plaza Sintagma

Atenas, 5.7.2015. No ha habido desabastecimiento, ni carestía, ni un caos mayor del habitual en este país en el que algunos tertulianos (y ministros) celtibéricos se empeñan en datar las dificultades a partir del momento de la elección de Tsipras, como si en ella estuviera localizada la raíz del mal y lo anterior hubieran sido tortas y pan pintado.

Se está votando ya en todo el territorio griego cuando escribo esta nota, y esta noche sabremos cuál es el veredicto de la gente, de la buena gente, de la gente común. Esa que unas veces acierta y otras yerra, pero cuya decisión es soberana porque es ella la que posee el derecho a decidir.

Hay dos imágenes que resumen y ejemplifican lo sucedido en este país en las últimas semanas: son la de la plaza Sintagma llena a rebosar el pasado viernes por la noche, y la de ese hombre despatarrado en el suelo, en Salónica, llorando porque un banco le niega un dinero que legalmente puede reclamar como suyo.

Eso es dolor. Dolor infligido gratuitamente. Dolor inadmisible. Pregúntense ustedes por los culpables de ese dolor, pregúntenselo muchas veces pero, por favor, no se detengan en Tsipras como hacen nuestros tertulianos (y nuestros ministros). Aquí sobran maestros en sacudirse las moscas con el rabo, que consideran bueno el desahucio y perversa la violencia “generada” por quienes tratan de detenerlo. El hombre en el suelo de Salónica es un símbolo fuerte. Averigüen ustedes pronto qué es lo que simboliza, porque ese, en efecto, puede ser mañana el sino común a todos nosotros.

La otra imagen es la plaza Sintagma vibrante de una pasión multitudinaria. Mientras los indignados son expulsados de las plazas de otras latitudes mediante leyes mordaza, he aquí una imagen limpia, rotunda, pacíficamente democrática: un pueblo que responde a una llamada inequívoca. Algo que provoca las burlas de nuestros tertulianos (y de nuestros ministros), porque ellos mismos no tienen en su interior nada de limpios, ni de rotundos, ni de pacíficos, ni de demócratas.

Les voy a contar una pequeña anécdota de signo político. La dirección del KKE, el partido comunista griego, ha adoptado una decisión rocambolesca, que llama del “doble no”: no al no y no al sí. En consecuencia, prohíbe a sus militantes ir a votar al referéndum. En la agrupación de Egáleo, los militantes forzaron en asamblea y a mano alzada una decisión contraria: el partido ha de estar allá donde está el pueblo, y en una ocasión como esta, corresponde ir a votar. Si la dirección no tiene claro el qué, cada cual lo decida por sí mismo. Pero el deber del ciudadano en una democracia es votar cuando es convocado a ello.

Finalmente, saldrá de las urnas lo que salga, y eso será aceptado por quienes creen en la democracia. La vida y la historia son así, unas veces se gana y otras se pierde. Puede perderse una votación, pero no el respeto a la opinión contraria, y menos aún el respeto debido a uno mismo en tanto que ciudadano portador de derechos y de obligaciones. Así es como se gana a largo plazo el futuro. Con imposiciones y ninguneos, nadie gana absolutamente nada.

 

16.- Sí se puede

Barcelona, 6.7.2015. Anoche celebramos en familia la victoria del “oji” en la terraza al aire libre de una taberna próxima a la casa de mis hijos. Brindamos con cerveza y con rakí, un aguardiente local. Después ellos fueron a Sintagma a participar en la fiesta autoconvocada espontáneamente en la plaza simbólica, y Carmen y yo, agotados no de alma pero sí de cuerpo, nos acostamos pronto porque hoy habíamos de madrugar para tomar el avión de vuelta a Barcelona.

Durante el vuelo me he solazado con el editorial de El País, titulado “Política de altura”. El País nunca defrauda mis expectativas; es un medio tan volcado en su línea editorial al respeto por los ricos y a la adoración del dinero, que ningún límite le parece suficiente cuando se trata de entregarse al culto de su religión. Manejen con cuidado la siguiente frase si no quieren abrasarse con el fuego de su indignación: «Pero es importante no dejar que el porvenir sea decidido por un grupo de demagogos en Atenas y otros muchos, a izquierda y a derecha, que querrán sumárseles en los próximos días, en varios países del continente.» ¡Vaya!

Veamos ahora más despacio cómo han actuado los demagogos, y qué crédito merecen al editorialista. Atención de nuevo, porque se está manejando potencia de alto voltaje: «La mediocridad de esa consulta, por la extraña pregunta, el corto plazo, el ambiente emocional y la gran división ciudadana es evidente. Y es aún peor si se computa no ya el alborozo de los radicales griegos, sino el deleznable apoyo del partido nazi Aurora Dorada y el repugnante aplauso del antieuropeísmo ultra simbolizado en el lepenismo: la victoria táctica de Tsipras y sus planteamientos nacional-populistas suponen una triste jornada para el europeísmo.»

Si hemos de hablar todos con la misma claridad, la jornada gloriosa para el europeísmo secundum El País debería haber sido la crucifixión solemne en el Gólgota de ese cenizo Tsipras y de su patulea de publicanos y prostitutas, mientras en el Templo del BCE se arrullaban los fariseos en sus reclinatorios con los discursos de condena entonados por Jean-Marie Colombani, Martin Schultz, François Hollande o Matteo Renzi, por no hablar ya de la selecta hermandad de los levitas, que les acompañan y secundan en el mismo cometido.

Ni la pregunta fue extraña, ni el plazo corto para lo que importaba, ni apoyó en nada el partido nazi Aurora Dorada. No he conseguido ver ni un solo cartel, ni he sabido de ningún acto de campaña en el que participara; puede ser cosa mía, pero tampoco los enviados especiales de la prensa y la televisión española detectaron nada parecido en los días que pasaron en Atenas cumpliendo de forma exhaustiva sus deberes informativos. Un grupo de encapuchados intentó irrumpir el viernes en la concentración del No, y fue amablemente disuadido de hacerlo por el servicio de orden. Sea ello lo que fuere, es todo lo que ha habido.

En cuanto al lepenismo, convendremos todos en que mantuvo achantada la mú hasta después de conocer el resultado de las urnas. Su aplauso será repugnante, pero es meramente anecdótico. Si los voceros del statu quo no se sienten descalificados ellos mismos por las alharacas con que celebran sus argumentos los habituales de la caverna mediática en este pleito, ¿por qué han de arrugar la nariz si doña Marine Le Pen apunta en la dirección contraria?

El triunfo del referéndum no es de los antieuropeístas sino de los del Sí Se Puede. La derrota no es tampoco del europeísmo, sino de una forma monodireccional y unidimensional de concebir Europa. Y puesto que la intención de los fariseos es la de ahogar de raíz no ya toda disidencia, sino también toda discrepancia, habremos de convenir que no son antieuropeístas, pero sí antidemócratas convictos.

 

17.- Fin de fiesta

Barcelona, 13.7.2015. Alexis Tsipras ha conseguido evitar el “Grexit”, nada menos. Pero nada más. Ha acabado por ceder, porque el pueblo griego – que lo respaldó primero en las urnas y luego en el referéndum – se lo ha pedido. Reformará las pensiones. Subirá el IVA. Seguirá con las privatizaciones. Y procurará hacer milagros para afrontar la devolución del nuevo rescate. Milagros, se hacen todos los días en Grecia; pero este en particular puede que no sea posible. Grecia está en el fondo de un pozo hondo y estrecho y ríspido.

Tsipras ha perdido. Convocará nuevas elecciones, y existe la posibilidad, pero no la certeza, de que los griegos le renueven la confianza. Los vencidos no son populares. Los griegos saben bien cómo estaban las cosas antes, cómo se ha luchado por enderezarlas, qué batalla desigual se ha afrontado con un arrojo que rápidamente ha sido calificado de insolencia por los comisarios.

Los griegos lo saben, los europeos no. Por aquí se sigue considerando el corralito como el peor de los males posibles para una nación, pero no hay dinero que sacar ya de los bancos griegos, no hasta que a final de mes se ingresen los salarios y las pensiones en las escuálidas cuentas corrientes.

No es el corralito, idiotas, es la insolvencia.

Tsipras ha perdido, ¿quién ha ganado? No los españoles. Ahora sabemos que no somos propietarios sino inquilinos de una casa de vecinos, y qué pulgas gasta la patrona. Mariano Rajoy presumía de su influencia en el cotarro para llevar a Guindos a la presidencia del Eurogrupo, y ahora sabemos cuál es el alcance exacto de la influencia de Rajoy, de la influencia de España en la Unión Europea.

Toca tentarse la ropa, caballeros. ¡Que vienen los bancos y las multinacionales, banderas desplegadas y tambores batientes! Se va a firmar el TTIP, no va a haber cuotas solidarias de asilo para los extracomunitarios que lleguen a nuestras costas, esta no es una tierra de promisión sino una fortaleza hosca para salvaguarda exclusiva de los bancos.

Tampoco han ganado los dirigentes alemanes, creo. Los Merkel, los Schäuble, y también, para nuestra mayor desolación, los Martin Schulz. Con Bild como buque insignia de una forma determinada de entender Europa. Ellos han impuesto, no ya a los griegos sino a todos, su criterio cerrado. Contra todas las objeciones, contra todas las componendas preconsensuadas. Y han enseñado en el proceso su peor cara de perro, su orgullo patriótico simétrico al de los griegos pero mucho más peligroso, porque sus mandíbulas son más fuertes y sus colmillos más afilados. Estas exhibiciones no se olvidan de un día para otro, todos sabemos sin equívoco posible con quién vamos a jugarnos los cuartos esta semana próxima y la que vendrá. No es una perspectiva agradable.

Se acabó la fiesta de Europa, compadres. El limonero de Goethe se ha marchitado. Llegan los malos tiempos para todos.