sábado, 29 de abril de 2017

PUJOLANDIA


Josep Ramoneda recuerda (en elpais) las palabras de Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol, cuando Pasqual Maragall, al frente del primer tripartito (PSC, ERC, ICV), ocupó la presidencia de la Generalitat: Ens han fet fora de casa, nos han echado de casa.
Aquella primera humillación fue vivida por el tardopujolismo como un sacrilegio, más que como la derrota de una opción política. Las esencias sagradas se estremecieron; el pueblo del Patriarca había sido expulsado con violencia (la violencia de unos votos “foráneos”) de su hábitat natural; tal y como los mossos desahucian a un mindundi cualquiera de su vivienda de protección oficial.
Ferrusola profetizó en otra ocasión, con amargura, la llegada de tiempos difíciles en los que las torres románicas de las iglesias catalanas serían reconvertidas en minaretes. Hay un fuerte sentido mesiánico en la parábola. Equipara a los catalanes con el Pueblo elegido, que desde el destierro y el oprobio espera llegar algún día a la Tierra prometida. Las vejaciones implícitas a la larga travesía del desierto se resolverán entonces en una nueva Jerusalén en la que manarán ríos de leche y miel (tal vez de mel i mató, más idiosincrásico).
En cualquier caso, ha existido siempre un fuerte sentido patrimonial, además del religioso, en el nacionalismo catalán. Esta es una tierra de acogida en la que se tolera bien a los advenedizos (el propio Pujol habló de convertir Catalunya en una gran pista de aterrizaje para las multinacionales), siempre que paguen puntualmente el arrendamiento convenido a los amos del lugar.
Y los amos no cambian. Son, en primerísima fila, unas cuantas familias protagonistas de una larga saga, promotoras de todo (el comercio, la cultura, la religión, la industria, los juegos florales) y a las que todo es debido. Existe una jerarquía espiritual, además de la material, pero ambas están estrechamente unidas. Como sucedía con el calvinismo, la riqueza es aquí un signo de predestinación.
Ahora el juez De la Mata sitúa a Marta Ferrusola (Això és una dona!, la aclamaban sus fieles en un multitudinario homenaje ¿espontáneo?) en el centro del patrimonio ilegítimo amasado por la familia Pujol. Ella era, al parecer, la que controlaba la trama. No es una trama espectacular, imposible compararla con los grandes pelotazos que se generan en la capital del reino, con el palco del Bernabeu como péndulo de Foucault invisible que recorre sucesivamente todas las posiciones del círculo. Pero este es un país pequeño, ya lo dijo Pep Guardiola, otro profeta desarmado.
Los Pujol no formaban parte originaria de la oligarquía de las grandes familias catalanas, pero para Ferrusola no era concebible que el rango espiritual de su marido en el país no se viera equiparado y confirmado por una posición similar en el rango patrimonial. Así fue, al parecer, como empezó a crecer esa burbuja oculta, no tanto invisible como omitida y sobreentendida, que solo ha reventado cuando se ha perdido la sintonía sutil de la Catalunya "de siempre" con el poder central.
Y es que las culpas del enriquecimiento ilícito de los Pujol no son únicamente una cuestión catalana. También esto lo señala Ramoneda en su artículo.
 

viernes, 28 de abril de 2017

AQUÍ NO HAY PLAYA


Una vez acordada la prioridad política absoluta del corredor Mediterráneo, ahora de lo que se trata, al parecer, es de decidir por dónde pasa el Mediterráneo. De la geopolítica, hemos pasado a la clase de geografía a secas. La moción presentada por el PSOE ha configurado el citado corredor con un trazado que une Algeciras con Barcelona pasando por Sevilla, los Montes de Toledo, Madrid y Zaragoza. En palabras de un senador valenciano, se sustituyen los puertos de mar por puertos de montaña.
La rompedora moción del PSOE, sin embargo, no ha podido ser debatida en el Senado, debido al veto interpuesto por Unidos Podemos, ERC y Compromís. Una situación que ha enfurecido a Susana Díaz.
No sé si recuerdan ustedes a Susana Díaz: es esa chica rubia que se postula con toda ilusión a unas primarias para liderar su partido, con todo en su contra dado que su doble condición de mujer y andaluza ha disparado los prejuicios ancestrales de los varones catalanes y del universo populista en general.
El tema del corredor Mediterráneo ha dado ocasión de que se exhiban descarnadamente tales prejuicios. No es que Susana haya sido la ponente de la moción de su partido, pero ha volcado en el tema todo su dinamismo y su considerable temperamento. La operación de colocar la línea costera del Mediterráneo entre Despeñaperros y Tardienta pasando ¡oh casualidad! por Madrid, por donde todo pasa necesariamente pero no hay playa, era singularmente delicada y estratégica. Los valencianos no tenían derecho a protestar, porque ellos sí tienen playa y en cambio, ahora, ya no tienen gobierno del PP.
La retirada final de la moción ha sido un revolcón para el nuevo PSOE que, de la mano de Susana, se define a sí mismo como “ganador”. No es extraño que a Susana se le haya calentado la boca. Esto es lo que ha dicho: «Y así estamos con quienes no saben que las instituciones sirven para cambiarle la vida a la gente y esa es la diferencia de la política de la izquierda útil que somos los socialistas y de la izquierda inútil que actúa como los tontos útiles de la derecha.»
Palabras tan llenas de equilibrio y de sensatez que huelga comentarlas en esta bitácora. Tan solo me permito destacar la guinda del pastel, ese “revival” de un viejo concepto, el de los tontos útiles, que tanto juego dio en el régimen ya fenecido y que ahora podría volver a ser trending topic en un contexto novedoso y rejuvenecido.
Díaz acaba de dar, o no, un paso de gigante en dirección a las primarias de su partido. Abran paso.
 

jueves, 27 de abril de 2017

EN EL ANIVERSARIO DE GRAMSCI


Hoy hace ochenta años que murió en Roma Antonio Gramsci. Estaba internado en la clínica Quisisana debido al deterioro irreversible de su salud, y técnicamente se encontraba en libertad condicional después de muchos años de prisión y de maltrato en las cárceles mussolinianas. En la tarde del 25 de abril sufrió una hemorragia cerebral, y murió a las 16.10 del día 27. Junto a él estuvo en todo momento su cuñada Tatiana Schucht. Su hermano Carlo se presentó en la clínica al conocer la noticia. Fueron las dos únicas personas a las que se permitió asistir al traslado del féretro al depósito; porque Giulia o Julca, la esposa, y los dos hijos de ambos, Delio y Giuliano, estaban a miles de kilómetros, en Moscú. El questore de Roma hizo la siguiente relación de los funerales, el 28 de abril (dejo el texto en italiano, creo que se entiende bien): «Comunico che questa sera, alle 19,30, ha avuto luogo il trasporto salma noto Gramsci Antonio, seguito soltanto dai famigliari. Il carro ha proceduto al trotto dalla clinica al Verano dove la salma è stata posta in deposito in attesa di essere cremata.»
Hay enterradores de vocación que persisten, ochenta años después, en tratar de incinerar a Gramsci; curas y barberos ansiosos por expurgar su biblioteca. Anoten el nombre de uno de ellos: Ramón Vargas-Machuca, filósofo y columnista de elpais. Publica hoy una tribuna bajo el título “El Gramsci de todos”, decidido a instalar sus cenizas en un panteón y a cerrar el sepulcro con siete llaves. Su Gramsci “de todos” es, más bien, el Gramsci de nadie. Atiendan a esta perorata insólita: «Tomarse a Gramsci en serio es no obviar su condición radical de “pasado ausente”. Respetando su historicidad podremos rastrear con cierta corrección epistémica e integridad intelectual al Gramsci real. De esta manera, se desvanece también la ingenua pretensión de hallar en él un menú de recetas para tratar un presente cuyos rasgos básicos se obvian. A los textos de Gramsci podría aplicarse aquello de que “con fecha se entienden todos; sin fecha, ninguno”. En fin, tratemos a Gramsci como un clásico.»
Si Gramsci es “pasado ausente”; si sus escritos solo se entienden cuando se les pone fecha, no tiene objeto plantearse tratar a Gramsci “como un clásico”. Un clásico trasciende su época, coloca su legado en una onda temporal más larga y reclama ser escuchado y atendido desde la posteridad. La pretensión del articulista es exactamente la contraria, a pesar de esta bonita frase final: «Un clásico es aquel cuyo proyecto ya no cabe aplicar pero de cuyo bagaje no podemos prescindir.» La distinción entre “proyecto” y “bagaje” es gratuita, y difícil de aplicar incluso desde una perspectiva estrechamente casuística. ¿Se ve el profesor Vargas-Machuca capaz de aplicarla a la obra de Montesquieu, de Stuart Mill, de Platón? ¿A la de Mahoma, de Jesucristo, de Gautama Buda? Lo que está proponiendo con Gramsci es cancelar toda posible pretensión de vigencia de sus textos porque, una vez examinada su fecha de caducidad, se comprueba que ha pasado con mucho.
Dejo de lado la cuestión de que Vargas-Machuca, como tantos otros componentes de la caterva paisiana, a lo que se dedica en ese texto generosamente pagado (supongo) es a disparar a mansalva contra Podemos; en este caso, contra los discutibles fundamentos teóricos del trío Laclau-Mouffe-Errejón. No me importa que lo haga, o no me importa “tanto”; pero, cuando lo hace utilizando a Gramsci como munición, está tirando por la ventana el niño junto al agua sucia de la palangana.  
 

miércoles, 26 de abril de 2017

PATRIA, DE FERNANDO ARAMBURU


Gran lección de anatomía la de Fernando Aramburu, que ha utilizado el escalpelo con precisión y al mismo tiempo con delicadeza, para hacernos visibles las entretelas de unos personajes abrumados en sus vidas cotidianas y en sus relaciones sociales rutinarias, simplemente humanas, por el peso insoportable de una patria omnipresente.
De “una” patria.
Hay muchas patrias, y todas ellas son potencialmente venenosas. Se equivocan quienes piensen que lo que se cuenta en la novela de Aramburu son cosas de Euzkadi, localismos idiosincráticos no trasplantables a otras latitudes. Las patrias, en plural, están ahí, reclamando insistentes, como Shylock, su libra de carne. Lo vemos en el despliegue de egoísmos sagrados que campean en estos precisos momentos por el mundo y condicionan los resultados de todas las elecciones democráticas. Patria como «lo nuestro», lo inefable, la última trinchera frente a “los otros”. «Todo por la patria» sigue siendo una consigna emblemática. «Es dulce y adecuado morir por la patria», si lo decimos tal y como lo dejaron escrito los antiguos.
Aramburu suprime cualquier énfasis y va al meollo, al deseo íntimo de normalidad e incluso de rutina por parte de unas personas obligadas por las circunstancias a asumir con todas las consecuencias, en su trayectoria vital, nada menos que el curso de la Historia. Una Historia que gravita sobre ellos hasta asfixiarlos, decidida a ser quien tome todas las decisiones.
Cada cual, metido en el ojo del huracán, reacciona como puede, como mejor sabe. Unos asumen sin reservas la presión social que padecen – desde el púlpito, desde las instituciones que les señalan el camino de los deberes sagrados, desde la herriko taberna donde nadie desea aparecer como un apestado –, y otros buscan alternativas, vías de escape. Todos tienen que adaptarse de un modo u otro a la presión para poder vivir, operación difícil con ese bulto tremendo, la patria, encajado en su interior. Bienvenido o no, se ven forzados a hacerle un hueco, simplemente para poder subsistir, para trampear desde la conciencia de no estar a la altura de las circunstancias históricas, para ir sobreviviendo a duras penas.
La novela me parece magnífica. Estoy haciendo un juicio literario, no político. Pero desde la conciencia de que la literatura es ante todo un ajuste de cuentas implacable con la vida, con la vida política también.
Me alegra el Premio de la Crítica, me alegran las cifras de ventas, la difusión imparable de un libro que ha prendido en la gente a pesar de que no gustará a los ideólogos, ni a los santones de las diferentes causas todas ellas loables, ni, tal vez, a los moralistas que esperan invariablemente el triunfo apoteósico del Bien absoluto (¿qué es eso?), y la reprobación eterna del Mal con mayúscula.
 

martes, 25 de abril de 2017

ESTEREOTIPANDO


El penúltimo jefe de gobierno que hemos tenido la desdicha de conocer, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, de visita en Barcelona, ha llamado a “deshacer los prejuicios” de los catalanes contra la candidata Susana Díaz, por ser mujer y andaluza.
Esta es una llamada a ZP para deshacer sus propios prejuicios en relación con este asunto. No es de recibo acusar a nadie sin pruebas, solo mediante la puesta en funcionamiento de un estereotipo mecánico. La libertad de expresión establecida por la constitución permite decir toda clase de tonterías en privado, pero en el ámbito público la responsabilidad de un político exige fundamentar las afirmaciones que se hacen. ¿Qué datos, qué resultados de sondeos llevan a ZP a señalar la existencia de ese extraño prejuicio por parte de los catalanes? ¿Qué catalanes, en primer lugar? Por los datos que están a nuestro alcance, Tele 5 tiene hoy más audiencia en Catalunya que TV3; y Belén Esteban, que reúne en su persona la doble condición de mujer y andaluza, tiene en estas tierras un predicamento y una popularidad notables. Estamos hablando de una sociedad muy mestiza y muy mezclada, señor Zapatero. Inés Arrimadas vino de Andalucía a hacer política, y no precisamente a favor del procès. Sus resultados electorales no son nada desdeñables; hoy por hoy es ella la cabeza de la oposición parlamentaria al govern.
Yo no puedo ni quiero hablar por todos los catalanes; hablo por mí mismo. No siento prejuicios en contra de Susana Díaz, sino prevenciones. Dichas prevenciones no derivan del hecho de que sea mujer, y tampoco de que sea andaluza. Las dos condiciones merecen todo mi respeto. Mis prevenciones hacia Susana son laicas. No es una recién llegada a la política, tiene una trayectoria detrás; unas actuaciones, unos discursos, unas tomas de posición determinadas. Es eso lo que juzgo, y no me gusta. Tampoco me gustan los tejemanejes de bricolaje y fontanería política en los que anda metida cierta personalidad del ámbito socialista que no es mujer ni andaluza, sino varón y leonés.
Quim Monzó lo ha expresado mejor de lo que yo podría hacerlo en lavanguardia. Les remito a su artículo, que encontrarán con facilidad en la sección de Opinión. El título reza así: «Rodríguez Zapatero es uno de los mayores jetas de la historia contemporánea.»
 

lunes, 24 de abril de 2017

LAS DOS (O MÁS) FRACTURAS FRANCESAS


Javier Aristu nos hace el regalo de una interpretación ready-made de los resultados de las elecciones francesas de ayer mismo. Patrick Roger, en Le Monde, traducido para comodidad nuestra en el blog de referencia En Campo Abierto (1), detecta una doble fractura en el electorado: desde un punto de vista sociológico, el voto rural y periurbano va hacia el Frente Nacional de Marine Le Pen, mientras que en las grandes ciudades Emmanuel Macron consigue sus mejores resultados; desde el punto de vista geográfico, se detecta una preferencia hacia las posiciones neoliberales de Macron en las regiones atlánticas, mientras en los departamentos orientales predomina el voto ultra lepeniano.
El esquema es interesante, pero no es más que un esquema. Estábamos en la primera vuelta electoral, no en la segunda. Los candidatos eran más, y Patrick Roger solo habla de los dos que acceden a una segunda vuelta caracterizada siempre por el síndrome del mal menor. Es más interesante, creo, ver lo que ha ocurrido con las dos opciones históricamente preferidas por una ciudadanía famosa por su racionalidad, su estabilidad y su consecuencia.
El partido socialista gobernaba hasta ayer, y el movimiento republicano gaullista le disputaba la hegemonía hasta hace apenas cuatro días. ¿Qué ha sido de ellos? Hamon derrotó en las primarias a los pesos pesados del socialismo establecido, para luego resultar que nadie lo quería ni en pintura. Su fracaso y el de Fillon (que había dejado en la cuneta de las eliminatorias a Sarkozy y Juppé) son a mi entender el dato más significativo de la jornada: Francia se ha vuelto de espaldas a las sombras alargadas de De Gaulle y Mitterrand, a una grandeur impostada, con vocación de mando en el ámbito internacional. Se ha roto de alguna manera el eje París-Berlín, y esta es otra fractura no mencionada, tal vez no apreciada, por Roger. El liberalismo de Macron puede ser europeísta (lo señala Xavier Vidal-Folch en elpais, en un apunte de urgencia que me parece demasiado alborozado), pero sobre todo se remite al orden mundial de los mercados financieros y los supertratados comerciales. Macron “es” Unión Europea, pero tal como funciona ahora la UE, sin ninguna idea anunciada de plantear correcciones precisas a sus mecanismos de decisión y de gestión de los problemas comunes. También ha sido el ministro que ha hecho saltar el Code du Travail francés, en favor de una desestructuración a fondo del mercado laboral.
Su performance electoral ha sido tan solo levemente superior a la del “insumiso” Jean-Luc Mélenchon, candidato a contrapelo sobre el que han disparado sus baterías todos los medios informativos favorables al orden y al statu quo (también en nuestro país). Mélenchon ha quedado situado en una tercera posición dignísima, pero que lo descarta para el ballotage. Con todo, conviene no olvidarles, ni a él ni al bloque de más del 19% de voto popular que lo ha señalado con sus preferencias. Macron debería negociar aprisa políticas sociales compartidas con las que asegurar el apoyo táctico de una “indignación” consistente de izquierda, frente a la marea lepenista. Hillary Clinton cometió el error de desdeñar lo que representaba Bernie Sanders en su propio partido demócrata, y solo prestó atención a la aprobación de su programa por parte del establishment financiero e industrial. Luego sucedió lo que sucedió.
 


  

domingo, 23 de abril de 2017

SEMANA TRAGICÓMICA


Los diarios la llaman “semana trágica” para el PP, pero exageran. No es para tanto, caramba. Fíjense en Esperanza y las ranas, vaya imagen chusca para los aficionados a los memes. La mujer que amonestaba a Manuela Carmena con el apotegma de que para ir a la política se debe salir de casa llorada, no ha podido contener algunas lagrimitas (¿de despecho? ¿de nostalgia por cualquiera tiempo pasado?) dedicadas a su alférez de complemento, caballero cadete Ignacio González, que a su vez ha reaccionado a la prisión incondicional dictada por el juez con imprecaciones entre dientes contra Cristina Cifuentes (“esa gilipollas no esconde nada”). Cristina, por su parte, ha dado en la flor de “hacerse la rubia” como fórmula ideal para esquivar complicaciones de alto voltaje.
Visto en conjunto, tiene todo un aire de guión de una clásica película de enredo de Pedro Almodóvar: “Qué hace una chica como tú al borde de un ataque de nervios como este”. Por ejemplo.
Para semanas trágicas, aviso, las que se avecinan. La postura del PP en relación con la corrupción parece bastante perfilada hasta el momento. Rafa Hernando, el portavoz, ha podido hablar más alto, pero no más claro: «Me preocupa Venezuela.» La frase, sin quererlo él, se asemeja mucho en estructura y eufonía a esta otra: «Viva Cartagena.» Incluso riman. En asonante.
El jefe del gobierno, Mariano Rajoy, ha reaccionado a las malas noticias sobre su tropa saludando la actual bonanza económica. “Sí – debe pensar –, hay algunas víctimas de la coyuntura, es fatal que suceda así, pero no debemos entretenernos en guardar los lutos a la antigua, sino seguir adelante con mayor ahínco, trabajando por un futuro esplendoroso que tal vez llegue a depararme la plusmarca europea en la especialidad de resistencia en poltrona. Los muertos al hoyo y los vivos al bollo.”
Mientras, el PSOE sigue su fatigosa campaña hacia unas primarias en las que no tiene nada que ganar, y sí todo que perder. Y Podemos ha aparcado la política para subirse en un tramabús. Y Ciudadanos saca pecho porque cuanto mayores las cuitas del PP, tanto mejores las perspectivas electorales para su marca blanca o su cara B. Mors tua vita mea.
Y no se olviden de Carles Puigdemont llamando a somatén a la sociedad civil catalana, como una estructura más de estado (1). El temporal no amaina. Son tiempos de desolación en los que, siguiendo la fórmula ignaciana, todos cierran filas y nadie encuentra oportuno hacer mudanza.
Tal como están las cosas, se perfilan para el gobierno y para la clase política más semanas trágicas, y peores que la presente. Un síntoma: a quienes apostaron en su día todo su capital por la judicialización de la política, han empezado a estallarles en las manos las juntas de fiscales.
 

(1) Ver en relación con este curioso lapsus – si no es otra cosa – del president catalán, el siguiente certero apunte: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2017/04/la-version-totalizante-de-puigdemont.html

 

sábado, 22 de abril de 2017

OMERTÀ


Visita sorpresa en mi modesto apartamento de Poldemarx (1). Suena el timbre del portero automático, y a la pregunta ritual de quién es, responde una voz de barítono, con un deje inequívoco de autoridad: «Montalbano sono.» El comisario de Vigata, al que conozco desde hace muchísimos años, cuando era un joven inquieto que se iniciaba con talento innato en el oficio de esbirro.
¿Qué le trae por aquí, Salvo? Me contesta que se ha ofrecido a su amigo Andrea Camilleri para firmar en su nombre unos ejemplares para la Diada de Sant Jordi. En realidad él tenía que venir de todos modos por una investigación en curso; pero no a Barcelona, en Barcelona nunca pasa nada, solo menudencias, sino a Madrid, un hervidero de intrigas y crímenes.
– ¿Y quién es su sospechoso en este nuevo caso?
– ¡Ah, cualquiera! Tenemos lo que los franceses llaman embarras de choix. En Vigata, para cualquier delito en el que aparecen relacionados la política y los negocios privados, sabemos que de un modo u otro la familia Lupara estará detrás. En Madrid, salvando diferencias de detalle, ocurre más o menos lo mismo. Todo es un gran caldo de cultivo, todo está relacionado.
– No se estará refiriendo a…
– Lo siento, caro Roderigo, no puedo dar nombres ni datos. Esto es estrictamente confidencial.
– Entiendo.
– Mejor. Lo llamativo, si me permite la precisión, son ciertas concordancias colaterales. Cuando actúan, los Lupara avanzan en cuadro, como dice la historia que hacían los ejércitos napoleónicos. Todo el escuadrón unido, codo con codo. Bajo el fuego enemigo, los que caen son reemplazados sin vacilación por los de la segunda fila, y así sucesivamente, de modo que el frente sigue compacto y avanza implacable al asalto a la fortaleza. Ahora no se trata de tomar fuertes sino de esa operación peculiar llamada comúnmente “extracción de rentas”, pero el principio es el mismo: la formación compacta de combate, el codo con codo, la cobertura y la protección recíprocas para los asaltantes. Incluso algún detalle accesorio muy curioso.
– Usted dirá, mi querido Salvo.
– Entre los Lupara, “fare la bionda”, hacerse la rubia, designa una forma muy concreta de afrontar un interrogatorio policial. El sentido de la expresión es oscuro, pero viene a equivaler a salirse por la tangente, “Ah de eso yo no sé nada, señor comisario. Yo llegué al lugar de los hechos por casualidad, cómo iba a saber que alguien se había dejado cruzado en mi camino un catafero apiolado a punta de navaja y con la lengua seccionada por soplón. Yo tomé ese callejón trasero en concreto para atajar, mi intención era llevarle unos bombones a una sobrina de mi mujer que cumplía años ese día. Doce años, señor comisario. Un encanto de niña.”
– Curioso, el detalle de la rubia.
– Banal, más bien. Todo deriva de la regla básica de la omertà, la ley del silencio de la mafia. No siempre se puede callar todo, esconderlo todo, y entonces son los lugartenientes los que se comen los marrones. La mierda, con perdón, no debe salpicar nunca a los de arriba; solo al escalón intermedio, el de los cabos gastadores, los que marchan en primera fila. Las normas son estrictas. Los señalados con el dedo irán a la cárcel, pero la magistratura y las autoridades carcelarias procurarán ser amables con ellos. Después, habrá mil ocasiones para indultos estratégicos. La santa madre iglesia es muy eficaz en estos menesteres. Ya sabe, perdonar es de cristianos.
– Me deja usted de piedra, Salvo.
– Vamos, vamos, Roderigo. Sabe que en estas cuestiones los Lupara son meros aprendices. El gran juego, el de verdad, tiene lugar en las grandes capitales, en contacto estrecho con los aparatos del estado: la policía, la magistratura, el parlamento, los medios de comunicación al servicio del poder, los palcos de los estadios deportivos…
– ¡Ah, vaya, se está usted refiriendo a…!
– Ni una palabra más, caro Roderigo. Mis labios están sellados. No puedo dar nombres ni datos. Este es un asunto confidencial.
Anochece. Cruza el mar delante de nuestra terraza un gran crucero cuajado de luces, deslizándose silencioso por el agua en calma.
– Esos van a mi paese, a Génova. ¡Maldita sea mi estampa! – rezonga entre dientes el comisario. No parece que esté muy a gusto con su misión.


(1) Para quien carezca de informaciones geográficas precisas. Poldemarx es un diminuto enclave costero que forma parte de la república libre de Parapanda. No consta su situación en Google Earth debido a un veto directo emanado de la administración Trump, pero es fácil llegar allí desde Barcelona en una noche serena, tomando como referencia la segunda estrella por la derecha y siguiendo todo recto en dirección nordeste, hasta encontrar un espolón de roca a flor de agua que constituye un área de descanso para cormoranes (corbs marins en catalán). El pueblo propiamente dicho está detrás de los pájaros. Algunos residentes de Poldemarx somos también un poco cormoranes.


viernes, 21 de abril de 2017

EL CERVANTES DE MENDOZA


Eduardo Mendoza no imaginó nunca que la gente seria de ahí afuera encontraría dignos de premio los frutos de su compulsión literaria. Menos que de ningún otro, claro, dignos del premio Cervantes. Y sin embargo, los dos estaban hechos el uno para el otro. Cervantes y Mendoza, quiero decir, Miguel y Eduardo; no los premios. Seguro que a Miguel no se le llegó a ocurrir nunca que en su nombre se otorgaría el galardón mayor de la lengua castellana; pero puestas las cosas como están, seguro también que se alegraría de ver recibir el premio de su nombre a un autor como Eduardo. Con preferencia incluso sobre Javier Marías, que lo recibirá también cualquier año de estos. Con preferencia sobre otros miembros selectos de la república de las letras que renuncio a nombrar para que no piensen que les quito méritos.
En el discurso que ha pronunciado en Alcalá de Henares, ha dicho Mendoza sobre Cervantes cosas de mucha sustancia en el tono zumbón que acostumbra usar. La zumba es una estrategia en Mendoza; Brecht lo llamaba distanciamiento, que suena más serio, pero en el fondo la zumba o la sorna vienen a ser modalidades oblicuas de esa misma condición.
Y eso es lo que Mendoza apunta que ocurre también respecto del Quijote. Con referencia a una de sus cuatro lecturas canónicas, creo que la tercera, ha hablado del humor de Cervantes, y señala que no nace de las situaciones (algunas son más bien penosas, por más que nos hagan reír) ni de los chistes sobre ellas; sino de la mirada particular del autor sobre el mundo en el que está inmerso. Cuanto más loco aparece Quijano, más cuerdo lo hace parecer la habilidad de su autor para señalar los contrastes con otros personajes, pobladores de un mundo salido de quicio. Don Quijote se equivoca, y mucho (“en eso nadie nos gana”, apostilla Mendoza), pero sus errores lo configuran como un héroe trágico, apto para seguir siendo de utilidad al lector de forma permanente, a diferencia del héroe épico, “que cuando ya ha hecho lo suyo se vuelve un pelma.”
Y es que, esta es la segunda intuición prodigiosa de Eduardo Mendoza, Don Quijote está loco, sabe que está loco, y sabe además que los demás están cuerdos, y en consecuencia le dejarán hacer cualquier disparate que se le ocurra. Propone su locura a los que le rodean, y recibe sin quejarse la respuesta, a veces jocosa y a veces mezquina, que provocan en las gentes sensatas sus iniciativas descabelladas. Acaba tundido a golpes de cuando en cuando, pero da el experimento por bueno, y sigue adelante con su papel de reactivo químico, de papel de tornasol que mide el punto de acidez de la sustancia social.
Comenta entonces Mendoza: «Es justo lo contrario de lo que me ocurre a mí. Yo creo ser un modelo de sensatez y creo que los demás están como una regadera, y por este motivo vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo.» Es “justo lo contrario” de Don Quijote tal vez, pero no de Miguel de Cervantes. Cervantes podría haber firmado esas palabras de Mendoza. También él pensaba que el mundo, en el muy renombrado siglo de Oro, iba catastróficamente mal y todos estaban como una regadera: el cura y el barbero, el bachiller Carrasco, los duques, los cabreros, Maese Pedro y su retablo de títeres, la doncella Altisidora, Dulcinea, el doctor Pedro Recio de Tirteafuera. Todos los que a lo largo de la aventura hacen buena, con sus pedradas o sus manteos, sus chanzas o sus desdenes, la locura con retranca de Don Quijote.
 

miércoles, 19 de abril de 2017

LA MATERNIDAD DE ELNA


A Jordi Mir

Elna (Elne en francés) es una población rosellonesa, al sudeste de Perpinyà, con una hermosa catedral románico-gótica que resume en sus torres cuadradas y en su claustro prodigioso muchos siglos de historia. Fue el lugar elegido por Matisse para instalarse con algunos amigos pintores para trabajar con criterios nuevos sobre el color, de modo que no es exagerado llamarla cuna del fauvismo. Y en 1939 una maestra suiza, Elisabeth Eidenbenz, escogió un edificio semiabandonado de los alrededores, el palacete de Bardou, para instalar en él una maternidad que ayudara a las mujeres republicanas españolas  refugiadas en los campos vecinos de Argelers, Saint-Cyprien o Le Barcarès.
El edificio tiene cuatro plantas, grandes ventanales y una terraza abierta al sur. Allí nacieron un total de 597 niños entre noviembre de 1939 y la Pascua de 1944, bajo la protección precaria de la neutralidad suiza primero, y luego de la Cruz Roja internacional. Fueron en los primeros años bebés españoles, fugitivos de las represalias por la guerra civil; después judíos, fugitivos del horror nazi. El equipo que les atendía estaba compuesto por alumnas de la escuela suiza de enfermería y por voluntarias, tanto de las localidades vecinas como refugiadas de los campos de concentración. En un pequeño automóvil, apodado Rocinante, Elisabeth en persona recorría la región y brindaba ayuda a las embarazadas de los campos. En Elna tenían sol, agua abundante, comida suficiente. Se trabajaban los campos vecinos (hoy hay un alcachofar frente al jardín). Había clases prácticas de cuidado a los bebés; también se cantaba mucho a coro, según los testimonios de mujeres que estuvieron allí. Todo acabó con la apropiación del edificio por el ejército alemán, después de varias inspecciones siniestras de la Gestapo en busca de judíos, a las que Elisabeth Eidenbenz opuso una resistencia hosca y tozuda.
Muchas mujeres debieron a Elna y a Elisabeth en aquellos años la vida propia, además de la de sus hijos. Hoy los 597 nacidos allí están inscritos en una larguísima lista, en una de las paredes.
La recuperación del palacete de Bardou y de la memoria de la maternidad son hechos muy recientes. Carmen y yo habíamos visto una pequeña exposición de fotografías y testimonios en el museo local de Elna, hace años. Luego fue Jordi Mir, amigo y colega en aventuras editoriales, quien en una conversación casual me informó de que se había recuperado el edificio y convertido en un memorial. Hace muy poco vimos por TV3 una película, La llum d’Elna, dirigida por Sílvia Quer, y un documental centrado en el reencuentro de mujeres con el lugar de su maternidad o de su nacimiento.
Hemos aprovechado una estancia de mi hija y mis nietos griegos para hacer una escapada de dos días al Rosellón, incluida visita a Elna. Estaban también allí, cuando llegamos, tres autocares de visitantes que venían de Girona. Mis nietos lo miraron todo con mucha atención y cara seria. No era una historia feliz, pero sí aleccionadora. A Mijaíl le costó asimilarla: «Tengo problemas», nos anunció.
Elna manda una señal fuerte a la Europa triste de los refugiados, de las nuevas barreras y del racismo. Perpinyà estaba en ascuas por la campaña electoral. Delante del Hôtel de Ville, junto a la Loge (Lonja) gótica catalana, vimos los carteles colgados de los candidatos. La foto de Marine Le Pen estaba rayada y adornada con un epíteto poco amable (grosse pute). Macron también aparecía rayado, pero sin comentarios. Mélenchon parece bien considerado, a juzgar por lo menos por las listas del FNAC, en las que su libro-programa figura con el número 2 entre los más vendidos de no ficción.
Pero en Francia, como en Europa, todo está aún por decidir. La silueta casi futurista del palacete de Bardou podría ser un símbolo de lo que muchos queremos para Catalunya, para España, para Francia, para Europa.
 

lunes, 17 de abril de 2017

ROTACIÓN EN EL EMPLEO


2016 ha sido un año magnífico sobre el papel para la economía española. Se crearon más de cien mil empresas, por primera vez en la historia del país, y se cerró el ejercicio sin rebasar el déficit previsto, por primera vez en la historia del presente gobierno. He dicho antes “sobre el papel”. Conviene retener el matiz, porque vistos de esa manera los datos ofrecen disparidades sorprendentes con lo que se manifiesta en la prosa cotidiana.
Crear una empresa es en muchos casos un expediente sugerido desde una asesoría de negocios para reconvertir los tipos impositivos previstos para las personas físicas en los que rigen en el impuesto de sociedades, mucho más benévolos. Ocurre así porque en política fiscal se parte de la suposición de que el objeto de las empresas es dar empleo a personas, pero nadie pondría la mano en el fuego porque tal suposición se cumpla ni siquiera en el 50% de los casos.
De otro lado, la cuadratura de los presupuestos generales del estado se ha realizado mediante un vistoso artificio de quita y pon. La recaudación fiscal creció de forma repentina un 8% en el mes de enero, y un 5,8% en febrero, lo estrictamente justo para contener el déficit en los términos exigidos por Bruselas: 4,33%. Detrás de ese incremento, sin embargo, se detecta alguna “anomalía”, según reconoce el propio ministerio de Hacienda. La anomalía parece consistir (cito a Santiago Carcar en “bez”) en que dos empresas, dos grandes bancos, han cotizado a Hacienda de más, considerablemente de más, por “error”; en un caso en las retenciones del capital mobiliario, en el otro en el IVA. El montante de lo cotizado “erróneamente”, cerca de 1.500 millones de euros, ha cuadrado el déficit pero será devuelto, una vez se haya comprobado el “error”, a las empresas. O, más bien, se rectificarán los asientos contables, porque el dinero físico, el cash, no se ha movido en ningún momento de su lugar en las cajas acorazadas de las entidades. El déficit ascenderá entonces a lo que ascienda, pero desde Bruselas ya no darán más la lata hasta ver lo que ocurre con el cierre del siguiente ejercicio.  
En ambos asuntos ha habido una dosis considerable de “posverdad”. No estamos entonces en un crecimiento económico de verdad, sino de posverdad. Se demuestra con números que la economía ha crecido, pero se disimula “cómo” y en qué parámetros precisos ha crecido la economía. Se sigue sosteniendo como si fuera una verdad absoluta que, con el aumento del pastel, también los peor situados acabarán por recibir las migajas que caen de la mesa del banquete. Pero no va a ser así necesariamente; hay muchos expertos en absorber todas las migajas esparcidas en el mantel, sin dejar que caiga al suelo siquiera una.
Veamos otro caso. Según las estadísticas facilitadas por el Sepe (Servicio Público Estatal de Empleo), se han formalizado en 2016 un total de 19.978.954 contratos de trabajo, aunque solo se ha contratado a 7.053.023 personas. Eso quiere decir que la rotación en el empleo se ha situado en un 2,83. A cada trabajador realmente empleado le han correspondido 2,83 contratos en este año. En 2015 fueron 2,75; en 2012, 2,38. La anomalía no se corrige, sino que se incrementa.
Un 27,9% de esos siete millones de nuevos empleados suscribieron a lo largo del año pasado tres o más contratos de trabajo; un 2% de ellos (141.248 personas) llegaron a suscribir la cifra desoladora de quince contratos o más; uno cada veintipocos días. No crece la economía entonces, sino su impulso rotatorio. El bucle. La locomotora real del empleo es la velocidad con la que se hacen y se deshacen los contratos. Los números hablan de una prosperidad creciente; la realidad, de un deterioro de las condiciones de empleo. Tanto en el caso de los nuevos empleados, como en el de los que han conservado su puesto durante la crisis, pero han visto menguar su poder adquisitivo, incrementarse la jornada, disminuir los descansos, aumentar los ritmos. Puntualizando, Borja Suárez, profesor de Derecho del Trabajo en la UAM, señala que las dos palancas que han impulsado la “recuperación” económica han sido el uso fraudulento generalizado de la contratación temporal, y la utilización abusiva del despido.
No parece deducirse de todo ello que nos espere un gran porvenir, pero el ministro Montoro es un crack en las operaciones de maquillaje y efectos especiales. Seremos el La La Land del mundo.
 

LA EXPLOSIÓN DE THERA

Varios sucesos que conmocionaron el mundo antiguo y han llegado a nosotros por vías diferentes, podrían haber tenido un origen común. En concreto, el mito de la Atlántida, la salida de Israel de su esclavitud en Egipto y el final de la civilización minoica en Creta, pudieron haber dependido de una tremenda erupción volcánica localizada en la isla de Thera, una de las Cícladas, conocida hoy con el nombre de Santorini. El cataclismo tuvo lugar hacia el año 1470 antes de nuestra era, y se ha escrito mucho sobre el tema; yo sigo en este apunte, sin más pretensión que la divulgativa, el bien documentado relato del poeta y ensayista polaco Zbigniew Herbert en El laberinto junto al mar (Acantilado, Barcelona 2013, traducción de Anna Rubió y Jerzy Slawomirski).
La civilización cretense, llamada minoica por el más o menos mítico rey Minos, fue redescubierta por el arqueólogo Arthur Evans, que “resucitó” el palacio real de Cnossos y otros centros políticos y ceremoniales. Creta había caído en manos de pueblos de origen dorio hacia el 1200 antes de nuestra era. En la Grecia continental aquella guerra tomó la forma del mito de Teseo, el héroe que mató en su laberinto a Minotauro, monstruo engendrado por la reina Pasífae de un toro, y liberó a los atenienses del tributo anual de siete muchachos y siete doncellas entregados a la voracidad de Minotauro.
Con todo, la arqueología ha datado la destrucción violenta de los palacios cretenses en un momento bastante anterior a la conquista; y también se constata que el activo comercio de Creta con Egipto y Asiria quedó interrumpido por lo menos dos siglos antes de su sumisión a Atenas.
De otro lado, en dos de los últimos diálogos de Platón llegados hasta nosotros, el Timeo y el Critias, el filósofo hace alusión al hundimiento en el mar de un continente “mayor que Libia y Asia Menor juntas”. El legislador ateniense Solón tuvo noticia de dicho suceso durante una estancia en Egipto, por boca de los sacerdotes de aquel país. Solón habló a Platón de la desaparición de un continente debida a una gran explosión ocurrida nueve mil años atrás en el Atlántico, acompañada por fuertes temblores de tierra y columnas de humo que se hicieron visibles en todo el orbe.
A pesar de la incongruencia de los datos, las noticias recogidas por Solón podrían aludir a la gran erupción que sepultó en el mar la mayor parte de la isla de Thera. Al paso de las generaciones, todo el magno suceso se había hecho mucho más remoto en el espacio y en el tiempo de como realmente ocurrió. La erupción debió de producirse unos novecientos (y no nueve mil) años antes del viaje de Solón a Egipto; y Santorini no está en el Atlántico sino en el mar Egeo, apenas cien kilómetros al norte de Creta, y a una distancia no mucho mayor del delta del Nilo, de modo que los efectos de un fuerte movimiento sísmico tuvieron que ser muy perceptibles en toda la cuenca del Mediterráneo oriental. La antigua Thera no podía ciertamente ser confundida con un continente, pero tenía una extensión por lo menos tres veces superior a la actual Santorini, y estaba coronada por un gran cono volcánico de más de mil quinientos metros de altitud. De hecho el volcán ya parcialmente sumergido entró de nuevo en erupción en 198 a.C., y de ello nos han llegado noticias más precisas a través del geógrafo Estrabón. «A mitad de camino entre Tera y Terasia, unas llamaradas brotaron del piélago por espacio de cuatro días, de suerte que el mar hervía y ardía.» Grandes olas barrieron las Cícladas, Eubea, Fenicia y Siria, y destruyeron dos terceras partes de la ciudad de Sidón. Poco a poco, como empujada por una palanca, surgió a la superficie del mar una nueva isla compuesta de materiales incandescentes.  Esta isla, emergida a poca distancia del perfil occidental de Santorini, se llama hoy Palea Kameni, la “Vieja Quemada”.
Los sismólogos calculan que la anterior erupción de Thera pudo ser cuatro veces más violenta; mayor incluso que la histórica del volcán Krakatoa, en Sumatra, que también provocó el hundimiento de una porción amplia de tierra y toda clase de cataclismos. Más fuerte aún, en algunos aspectos, que la explosión de una bomba atómica. La lava del Vesubio enterró a Pompeya, pero los palacios de Cnossos, Festos, Hagia Triada y otros situados a lo largo de la costa septentrional de Creta debieron de ser arrasados de forma súbita por el terremoto mismo y por su secuela, una gran ola de más de cuarenta metros de altura.
En Egipto el cataclismo debió de manifestarse con temblores repetidos, un oscurecimiento de la luz diurna, lluvias de cenizas, aguas de color terroso, plagas y epidemias diversas. En un papiro de la época de la XVIII Dinastía, se habla de «una larga noche, truenos, diluvios y días en los que el sol del firmamento era tan pálido como la luna. No había manera de salir de casa, y unas tempestades violentas hicieron estragos durante nueve días. ¡Oh, que enmudezca por fin el estruendo de la Tierra!»
La descripción del papiro viene a coincidir con el relato de las plagas de Egipto en la Biblia. En aquel ambiente de terror telúrico, Moisés pudo conseguir de Faraón permiso para marchar con su pueblo hacia la Tierra Prometida. Es aventurado relacionar el paso del mar Rojo con un tsunami, porque el período de retirada de las aguas no pudo ser tan largo como para permitir el paso de una multitud que por fuerza tenía que moverse con lentitud. Pero el fenómeno del cauce seco del mar y la posterior irrupción de una gran ola que lo cubrió todo, sí pudo ser observado y anotado por testigos del suceso que sobrevivieron a la catástrofe; y sin duda la fuerza de las aguas puso fin al poder de los ejércitos de Faraón, si habían acampado en las proximidades del lugar.
Luego, la vida siguió su curso. Creta fue invadida, pero volvía a ser un reino poderoso en la época de la guerra de Troya, cuando su rey Idomeneo contribuyó con ochenta naves a la gran coalición de ciudades griegas presidida por Agamenón. Egipto siguió su trayectoria milenaria, e Israel se asentó en Palestina e inició una etapa de luchas continuadas con los filisteos y otros pueblos de la región. De la gran catástrofe de Thera quedaron algunos testimonios escritos que, de forma imperfecta y fragmentaria, han permitido a los estudiosos de siglos muy posteriores reconstruir a su modo lo sucedido.
 

domingo, 16 de abril de 2017

RUBIAS SON TONTAS


Palabra de Cristina Cifuentes: «Cuando te reúnes con hombres y te haces la rubia, consigues muchísimo más.» Se lo dijo en confidencia a la admirable Milagros Pérez Oliva, que retrucó: «¿Qué es hacerse la rubia?» «La tonta, como que no te enteras.»
Dijo Cristina en la misma entrevista que, una vez conseguida la igualdad legal de la mujer, lo único que subsiste son “micromachismos”; pero las palabras anteriores contradicen esta conjetura azarosa. De ser cierta la segunda afirmación, lo que Cifuentes habría dicho antes es que “todavía en algunos ambientes, cuando te reúnes con ciertos hombres”, etc. Sin embargo habló de “hombres”, en universal.
Que el machismo no es meramente una cuestión residual, lo sabemos todos. Bastaría con consultar las estadísticas de violencia de género para confirmarlo, por más que quizás Cifuentes se atreva a definirlas de muestras esporádicas de una “microviolencia” residual. En el PP son expertos en la teoría de los casos aislados no extrapolables.
Situémonos, entonces, en un terreno ajeno por completo a la violencia. Los caballeros, según una añeja película que protagonizaron Marilyn Monroe y Jane Russell, las preferimos rubias aunque tengamos tendencia a casarnos en cambio con las morenas. Pero Sonia Sotomayor, justice del Supremo estadounidense, de origen puertorriqueño, es morena y no consiente, en el austero entorno del tribunal, en pasar por rubia según la estrategia Cifuentes. Según cuenta Sol Gallego Díaz en elpais, ha sido interrumpida en 41 ocasiones por sus colegas varones, en sus intervenciones en el foro. Las interrupciones han consistido, prácticamente en todos los casos, en mansplaining, neologismo anglosajón consistente en que un varón explica pacientemente a una mujer algo que ella ya conocía perfectamente sin su ayuda. Lo cual viene a significar que no es en absoluto excepcional la actitud protectora del varón cuando, sea cual sea el color del pelo de la mujer con la que interactúa, la toma por rubia. Por tonta.
Sonia Sotomayor consiguió la proeza poco frecuente de reencontrar el hilo de su discurso y acabar de expresar con toda exactitud lo que quería decir, después de las 41 interrupciones. Ni se irritó, ni se descompuso, ni se dejó arrastrar a polémicas colaterales. Tampoco, en ningún momento, se le ocurrió prevalerse de las ventajas circunstanciales que una morena puede conseguir ejerciendo de rubia, según la “feminista moderada” Cristina Cifuentes. Bravo por Sonia.
 

sábado, 15 de abril de 2017

GLORIAS CULINARIAS QUE CAMPEAN POR ESPAÑA


Un británico defensor del Brexit apuntó en un rotativo de las Islas que no se pierden tanto aislándose de Europa. La cocina española, es el ejemplo que dio, está sobrevalorada (overrated), y las famosas patatas bravas no son otra cosa que chips con kétchup.
La conclusión evidente es que ese individuo se merece quedarse donde está y seguir alimentándose con rosbif hervido a la menta. La honesta patata brava de tantas tascas anónimas pero decentes se habrá estremecido en su tumba al escuchar la descripción. La RAE, caso de ser receptiva al sentir popular, cosa que está aún por demostrar, debería incluir en sus trabajos una variante moderna del adagio que afirma que es tiempo perdido arrojar margaritas a los puercos. Ahora puede añadirse que mayor pérdida de tiempo aún es arrojar patatas bravas a un inglés.
El caso es que hay mil fórmulas diferentes para preparar las patatas bravas, y buena parte de ellas responden adecuadamente al fin para el que fueron creadas. Otras, por supuesto, no: chips con kétchup es un afrenta innoble a cualquier norma gastronómica y dietética.
Sería vano seguramente decidir quién inventó las bravas, porque la patata con salsa picante no responde a un canon establecido, como el de la estatuaria clásica, y cada cual se ingenia a su modo para prepararla.
Lo mismo ocurre con la tortilla de patatas, salvada la erudición de don Javier López Linaje, científico del CSIC. Don Javier ha escrito un libro titulado La patata en España. Historia y agroecología del Tubérculo Andino. Y allí sitúa la invención de la tortilla de patatas en Villanueva de la Serena, Badajoz, y en el año de 1798. Habrían sido sus inventores Joseph de Tena Godoy y el marqués de Robledo. En la localidad pacense proyectan erigir un monumento a la tortilla de patatas, gloria local. Me parece bien, hay monumentos mucho menos justificados, por ejemplo el tan controvertido al Alférez Provisional, en Madrid.
Pero no por ello se debe pensar que Tena y Robledo inventaron el exquisito comistrajo. Todo lo más, lo interpretaron a su conveniencia y pusieron el resultado por escrito. Quizás ni eso. Pudo ocurrir simplemente que, hambrientos al regresar de una partida de caza o de una galopada por el latifundio, el marqués pidiera a su cocinera, “Antonia, ponnos algo sustancioso para cenar, que venimos desfallecidos”. Y Antonia añadiese algunos trozos de las patatas que guardaba en la despensa a la tortilla viuda de otras noches.
Pero eso mismo pudo ocurrir al mismo tiempo, antes incluso, en otros lugares y para otras personas que no pensaron en poner por escrito la delicia que les había reconfortado los estómagos. La erudición se empeña en recrear la historia a partir de los textos escritos, pero los textos escritos solo contienen una parte ínfima de lo que sucede. Bien está que la tortilla española proceda de Extremadura, pero tanto daría que fuera berciana o alicantina. En unos lugares añadieron a la patata chorizo, en otros pimientos, o jamón. El tema de la cebolla sí o no sigue sujeto a controversias furibundas. Yo soy un negado para esa alquimia, pero Carmen – la tienen aquí al lado, los dos delante del Partenón – ha inventado a lo largo de los años docenas de tortillas con distintos ingredientes y grados de melosidad y jugosidad. Seguro que no desmerecerían en la compulsa con lo que pusieron a punto don Joseph Tena y el marqués de Robledo, supuesto que la artífice real del invento no fuera, a fin de cuentas, la señá Antonia.
  

viernes, 14 de abril de 2017

REPERCUSIONES INTERNACIONALES DE LA SEMANA SANTA


Esta semana santa viene movida porque el populismo acecha en todos los rincones para promover desórdenes que afectan hondamente a la gente de orden en general y al nazarenío en particular. En la Madrugá de Sevilla se produjeron ayer alborotos, con golpes en el suelo y gritos amenazadores según crónicas de los diarios, que provocaron varias estampidas de los devotos. El más lamentable fue tal vez el desbaratamiento del cortejo de la Esperanza en el puente de Triana. Los músicos no pudieron seguir en la procesión y algunos necesitaron atención psicológica.
Hay ocho detenidos, y es seguramente el momento oportuno para poner coto severo al desmán. No debe olvidarse nunca que el Nazareno sufrió pasión muy especialmente, si no en exclusiva, por nosotros. La semana santa es marca España, las banderas ondean aquí a media asta y en ningún otro país existe la costumbre de indultar a presos en recuerdo del Inocente por antonomasia. Además el paquete turístico semana santa-feria de abril es, hoy por hoy, imbatible en Andalucía. Los turistas acuden atraídos por nuestras tradiciones y procuran emularnos en todo: leo que un turista abroncó en el metro de Barcelona a dos lesbianas que se besaban en público. El gesto es bonito, si bien algo melancólico. Hace años la ciudadanía indígena más consciente se habría adelantado al guiri por varios cuerpos de ventaja. ¿Qué nos está pasando?
Otros signos premonitorios acentúan la alerta. Llegará un día en que la semana santa será un evento internacional, y la Macarena recorrerá en procesión las calles de, qué sé yo, Bombay o San Francisco. El turista devoto podrá flagelarse las carnes entre baño y baño de mar en Playa Bávaro o Phuket. Todo será distinto.
Por ejemplo, el sommelier Diego Di Giacomo, apoyado por algunos estudiosos del tema, sostiene que el vino consumido por Jesús en la última cena fue, «con cierto margen de error, un caldo denso, de cierto cuerpo, con un breve añejamiento, una graduación alcohólica en torno a los 14 grados, procedente de las uvas parientes de la que hoy se conoce como Syrah.» Las cepas de Syrah proceden de Persia; una decepción para quienes apostábamos desde siempre por un fino amontillado o, mejor aún, por una manzanilla procedente de Sanlúcar. Lo que nos salva aún es esa prevención, “con cierto margen de error”. Pero con los progresos de las ciencias en todos los terrenos, las probabilidades de rectificación son escasas.  
Lo más fuerte de la semana santa de este año, además, no ha sido lo del puente de Triana. Ayer a las 19.32 hora local, en el distrito de Achin, provincia de Nagarhar, Afganistán, Donald Trump ha hecho estallar un ejemplar de la madre de todas las bombas no atómicas, el GBU-43, que pesa diez toneladas y mata por una onda de presión aérea. Han muerto por lo menos 36 guerrilleros del ISIS, y se ha destruido abundante material bélico.
Con los recortes drásticos en nuestros presupuestos y el ojo avizor de las autoridades de la Unión europea, el Fondo monetario y el Banco mundial, que no pierden detalle de nuestra compulsión secular a gastarnos los préstamos bancarios en vino, mujeres y procesiones, no sé cómo vamos a poder competir con festejos internacionales de ese volumen.
 

jueves, 13 de abril de 2017

FONDO DE ARMARIO


David Bonvehí es el responsable de organización del PDeCAT, retahíla impronunciable de siglas en la que ha renacido la antigua Convergència Democràtica de Catalunya. A ojo de buen cubero yo, que soy experto en la materia, me atrevo a afirmar que Bonvehí es uno de los políticos todo terreno más competentes que es posible encontrar hoy en una especialidad en la que la calidad nunca abunda. Bonvehí, en cambio, se sale. La prueba del algodón son sus recientes afirmaciones en una cena con las bases del partido, en Manresa. Dijo en la ocasión que si las cosas del procès van bien encarriladas en las próximas calendas electorales, colocarán un candidato “normal”; si todo está muy liado y hace falta un empujón para desencallarlo, pondrán a alguien muy independentista; y si todo ha salido mal y la moral anda por los suelos, tampoco hay que preocuparse porque pondrán a un autonomista.
Algunos se han escandalizado ante un realismo que sitúa su centro de gravedad tan a ras de tierra. No hay por qué. Zidane y Luis Enrique hacen lo mismo con la alineación de sus clubes todos los fines de semana. Para lucirse está la alineación de gala; en los trances apurados se busca un revulsivo; y si el marcador no deja esperanzas, se conceden minutos de juego a alguno de esos chicos que se definen colectivamente con el concepto poco glamuroso de “fondo de armario”. En el fondo de armario hay gente muy apañada que está suspirando por una oportunidad que le permita mostrar su potencial real al socio y a la prensa.
Igual que después de una liga viene la siguiente, de modo que siempre es posible enmendar los desastres y volver a empezar desde cero, también con las elecciones cabe aplicar la misma regla: si el 3-4-3 no dio resultado y el soberanismo no consiguió plantar una pica entre los cacahuetes de la hacienda de Jimmy Carter, paciencia. Ya llegarán tiempos mejores, y para el mientras tanto siempre habrá un autonomista voluntarioso capaz de cubrir el expediente sin remilgos.
Marx (no Carlos, Groucho) ya expresó el mismo pensamiento con profundidad y concisión: «Estos son mis principios, pero si no le gustan no se preocupe: tengo otros.»
 

miércoles, 12 de abril de 2017

GEOGRAFÍA DEVOTA DE LA SEMANA SANTA


Con cierto asombro, porque soy persona poco impuesta en estos entreveros, me entero por la prensa de que la cofradía de Jesús el Rico, de Málaga, se quedará por primera vez en 160 años sin el tradicional indulto por la semana santa de un preso de la provincia. El gobierno ha accedido a las peticiones razonadas de las cofradías de seis provincias representativas de la piedad y la tradición castiza española; pero no a la de Málaga. Es un feo considerable, ya que no había razón imperativa para que el ministerio de Justicia desatendiera la instancia elevada a través de los canales reglamentarios por la cofradía malagueña: no hay numerus clausus en la concesión graciosa de los indultos, e igual que este año se han implementado siete, el pasado fueron trece, y en 2014 habían llegado a veinte. Quizás, cabe argumentar, el crecimiento de la alarma social debida a la corrupción de la vida pública ha aconsejado mayor sobriedad y un recorte adicional en la utilización de puertas giratorias entre las prerrogativas del gobierno de la nación y las de las cofradías piadosas.
Puede ser útil cartografiar la influencia comparativa de las provincias españolas en este curioso concurso de devoción. La lotería del ministerio ha recaído este año en Sevilla, Madrid, Salamanca, Oviedo, Zaragoza, y por dos veces en León, una en la capital y la otra en Ponferrada. Las cofradías agraciadas han sido la Archicofradía de Nazarenos del Sagrado Decreto de la Santísima Trinidad, Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, María Santísima de la Concepción, Nuestra Señora de la Esperanza Coronada y San Juan Bosco, todas ellas de Sevilla; la ponferradina Real Hermandad de Jesús Nazareno; la madrileña Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno Cristo de Medinaceli; la salmantina Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía y de Nuestro Padre Jesús del Perdón; la ovetense Hermandad de Jesús Cautivo; la zaragozana Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, y finalmente la leonesa Cofradía del Santo Cristo del Perdón.
A todas ellas, mi más expresiva enhorabuena. Pero me sigue pareciendo injusto que Jesús el Rico se haya quedado esta vez sin su indultado malagueño. Si el indulto era incluso un reclamo turístico, por dios. Hacía 160 años que no ocurría una cosa así. Un escándalo. Ni los más viejos de la localidad recuerdan nada semejante.
 

martes, 11 de abril de 2017

UN VOTO NO DE CLASE


Así transcurre la entrevista telefónica de Irene G. Pérez a Mike Savage, sociólogo británico, aparecida en CTXT (1):
«– ¿Cuál es la inclinación política del precariado?
En nuestro estudio, el precariado estaba bastante desilusionado, era bastante escéptico respecto a la política. Sin duda lo era respecto a la política oficial del Partido Laborista y del Partido Conservador. Tenemos la imagen de un cambio hacia una política más populista, que se ha podido ver en el Brexit. Mucha gente del precariado no se sentía atraída por vivir en Europa porque no veía qué ventajas le ofrecía personalmente el hecho de quedarse en Europa, y también había preocupación por la inmigración. El precariado no es particularmente de izquierdas, tiene mucho más que ver con una visión cortoplacista, se siente más atraído hacia políticas y líderes anti-establishment.
– ¿Diría que el Brexit fue un voto de clase?
– No sólo de clase, pero sí que la clase fue uno de los elementos, junto con el miedo a la inmigración, la raza… Los resultados del referéndum muestran que fueron quienes vivían en zonas pobres los que se inclinaron por abandonar la UE. Las personas que vivían en zonas con más inmigrantes y un nivel de estudios superior tendieron a votar a favor de permanecer.»
 
Existe un esfuerzo considerable en la sociología de campo, en particular la británica, por unificar bajo el nombre de precariado a unas capas sociales extensas (cada vez lo son más, por desgracia) caracterizadas a partir del entrecruzamiento de una serie de clasificaciones objetivas fácilmente constatables: bajo nivel de renta; empleo temporal, esporádico y mal retribuido; nivel de estudios primario, etc. El elemento unificador más importante para todas esas situaciones es, sin embargo, el deseo de quien las padece de escapar de un determinismo social que le empuja a una marginación sin esperanza. El escape se concibe en términos individuales, no colectivos; como un ascenso social, no como una emancipación.
En este sentido, el precariado sería una no-clase social: la única aspiración de quienes componen esta no-clase es abandonarla, mediante un golpe de suerte en el mercado de trabajo (un empleo estable) o en el estado de sus finanzas (una herencia, un premio en la lotería o en el bingo). Si todas esas personas están juntas en una clasificación, lo están, según una expresión de Carlos Marx, «al modo como las patatas de un saco forman un saco de patatas».
La constatación de Savage, en el sentido de que la visión política del precariado no es particularmente de izquierda sino cortoplacista y anti-establishment, es exacta, pero al mismo tiempo muy poco significativa. Esa “visión política” no responde a una perspectiva de futuro, sino más bien, precisamente, a la carencia racional de toda perspectiva de futuro. Lo cual conduce a depositar las esperanzas en una sacudida brusca, un cambio radical de escenario que, de alguna forma, conduzca a un nuevo reparto de naipes.
Se trata de un albur que se está dispuesto a correr, más que de una “visión” política. La posición del precariado viene a equivaler, volviendo a Carlos Marx para poner un ejemplo histórico célebre, a la de los campesinos parcelarios descritos en El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Permítaseme una cita amplia, dirigida a subrayar las analogías entre el voto de aquella no-clase a Luis Bonaparte, en un caso, y el de esta nueva no-clase al Brexit, o para el caso, a Trump, y quién sabe a qué cosas más en un futuro próximo:
«Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulación puramente local y la identidad de sus intereses no engendra en ellos ninguna comunidad, ninguna unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase. Son, por tanto, incapaces de hacer valer su interés de clase en su propio nombre, ya por medio de un parlamento o por medio de una asamblea. No pueden representarse sino que tienen que ser representados. Su representante tiene que aparecer al mismo tiempo como su señor, como una autoridad por encima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las demás clases y les envíe desde lo alto la lluvia y el sol. Por consiguiente, la influencia política de los campesinos parcelarios encuentra su última expresión en el hecho de que el poder ejecutivo someta bajo su mando a la sociedad.» (2)
     


(2) K. Marx, El 18 Brumario…, p. 145. Ariel, 1968. Traducción de O. P. Safont. Debo a Bruno Estrada la cita felizmente significativa, aunque él extrae de la descripción marxiana conclusiones diferentes.