jueves, 30 de noviembre de 2023

SIN NOTICIAS DEL JUICIO FINAL, AUNQUE ÁNGELES JUDICIALES HAGAN SONAR SUS TUBAS

 


Primeros días de estancia en Atenas. Hemos tomado esta mañana el metro a Monastiraki, una plaza que tiene por skyline la Acrópolis vista desde el lado Norte. Desde allí, en un paseo casi ritual, hemos subido por la calle comercial Pandrossou hasta la plaza Mitropoleos, en la que coinciden lado a lado la iglesia bizantina más bonita de todas, la de la Madre de Dios Dispensadora de Gracias y San Eleuterio, visible al fondo en la foto, y la más fea, cuyo lateral se entrevé a la izquierda: la moderna catedral ortodoxa de Atenas, ahora por lo menos libre de andamios después de años y años de reformas y apuntalamientos. (Advertencia: nada que ver entre la foto y el texto que sigue.)

 

La mayoría conservadora “de facto” del Poder Judicial ha decidido considerar no idóneo al Fiscal General del Estado, según noticia aparecida hoy en los medios. Es la primera vez que tal cosa ocurre en democracia. Normalmente el CGPJ tomaba nota, y el nombramiento se acataba sin complicaciones. Ya no, y no por casualidad. Es el propio Consejo el que no es idóneo. Lleva cinco años caducado, y lucha en actitud de ilegítima defensa por su propia supervivencia. Si en lugar del CGPJ fuera un simple yogur, hace tiempo lo habríamos tirado a la basura. No merece estar en otro lado.

Nuevo capítulo, entonces, del pulso del Poder Judicial al Ejecutivo. No es viable algo así en democracia, en un contexto institucional asentado, en el corazón mismo de una Unión Europea contra la que también se arman vientos de Fronda desde la derecha, pero que sigue siendo una garantía de los derechos de las personas a las que la judicatura como institución tendría la función de proteger.

El objetivo de los conspicuos togados es desestabilizador, más allá del narcisismo que tan bien ha percibido López Bulla (los jueces golpistas se gustan, tirados como están allá arriba en el monte). Ellos se afanan en colaborar a la gestación de otra ¿democracia? posible en la que dispondrían como correa de transmisión de un gobiernillo genuino del Pipivox.

Estamos como país en una onda muy diferente. Las togas levantiscas son tan anacrónicas hoy como las puñetas de encaje de sus anchas mangas. El pulso que proponen es inviable. Más temprano que tarde, esta verdad se abrirá paso.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

MATUSALÉN Y EL CHATGPT

 


La Justicia. Escultura en la tumba del cardenal d’Amboise. Catedral de Ruán (Francia).

 

He buscado combatir la melancolía de este casi eterno proceso de investidura mediante procedimientos expeditivos muy particulares. Uno de ellos ha sido recurrir a (o recaer en) la lectura de George Bernard Shaw.

El tomo correspondiente de la Biblioteca de Premios Nobel de Aguilar (traducción de Julio Broutá, prólogo de A.C. Ward) me fue regalado por Reyes en 1963, a mis 19 años. Lo leí muy deprisa, saltándome por sistema los prólogos y quizás alguna otra cosa. Luego crio polvo de forma consistente en un rincón de mi biblioteca. Lo he sacado de ahí para centrar mi atención en algunos de los prólogos que me salté entonces y en las tres piezas que contiene (de un total de cinco), del ciclo “Volviendo a Matusalén” (Back to Methuselah), cuyas páginas leí en diagonal hace 60 años. Me parecieron entonces un rollo macabeo, en comparación con las comedias que sí me gustaron (Cándida, La casa de las penas, Pigmalión…)

Shaw escribió su ciclo de Matusalén entre 1918 y 1920, bajo la depresión que le produjo el desarrollo de lo que entonces se llamó la Gran Guerra. Su tesis es que hacen falta periodos de tiempo más amplios que el que abarca la vida humana media (unos 80 años) para que sea rentable que hombres y mujeres atiendan de forma adecuada a las cuestiones realmente trascendentes, capaces de asegurar la resiliencia y la sostenibilidad de la humanidad, para decirlo con términos actualmente en boga, que él no emplea.

En la última pieza del ciclo aparece, en una escena corta, el personaje de Pigmalión, del que Shaw se había servido ya en una obra anterior. Es aquí un artista capaz de dar vida a la materia más allá del arte, y no un profesor de fonética.

Estamos en el año 31.920 después de Cristo, y la humanidad ha evolucionado considerablemente. El entorno no es urbano, sino natural: prados y bosques en torno a un templete vagamente griego.

Los jóvenes de “ahora” colocan por encima de todo los valores de la belleza física, el arte y el amor; los ancianos consideran tales cosas “juguetes” y sienten mayor inclinación, por ejemplo, hacia las matemáticas que hacia las relaciones personales y sociales.

En una discusión colectiva en la que unos y otros presentan sus argumentos, comparece de improviso Pigmalión, y anuncia que ha conseguido crear con los materiales mismos de la vida una figura humana masculina y otra femenina, ambas de una estética perfecta: bellas, elegantes, majestuosas.

El artista no está satisfecho, sin embargo. Sus creaciones, dice, adolecen de una inteligencia “artificial”, con lo que quiere expresar que captan ideas y sentimientos de otros, pero no razonan por sí mismos; carecen de “alma”.

Los jóvenes, sin embargo, admiran la ejecución perfecta de los cuerpos, mientras los ancianos, desconfiados, los miran de reojo. Un joven, Acis, se dirige a la figura masculina presentada por el escultor, con ánimo de dialogar: “¿Qué piensa de lo que ve a su alrededor? Vamos, de nosotros y de lo que hacemos y hablamos.”

La respuesta es digna de la mejor IA de ChatGPT: “Todavía no he leído los periódicos de hoy.”

Una sorprendente retroactualización, pienso, de un concepto tenido hoy por novísimo… y seguramente, la crítica más aguda que puede hacerse del mismo.

jueves, 2 de noviembre de 2023

SINDICATO E INNOVACIÓN. UNA CORRELACIÓN DESEABLE

 


Antonio da FABRIANO, “San Jerónimo en su estudio”, Walters Art Gallery, Baltimore. Retrato de un intelectual (¿innovador?, lo ignoro) dedicado a su labor. Compartido de FB por gentileza de Miriam Beso.

 

Hace algunos meses, traje a estas páginas un apunte para una reflexión en germen; quiero decir con ello, una reflexión necesitada de mayor desarrollo. Lo titulé «El sindicato en la primera mitad del siglo XXI» (1). Lo que allí se indica es congruente con la idea de un mayor protagonismo del sindicato en la política, desde su peculiar autonomía y centrado en sus objetivos propios, que no son los avatares del gobierno ni el respaldo subalterno a una u otra opción política desde “dentro” de las fábricas. (Si puede hablarse aún en nuestro tiempo de “fábrica” y de una fuerza de trabajo ordenadamente incluida en ella, cuestión por lo menos dudosa.)

Dos trabajos recientes de compañeros y amigos me ayudan a avanzar algo más en la concreción de aquel apunte, siguiendo una dirección concreta: el gobierno de la innovación. La innovación en los procesos productivos es un salto adelante, que abre un cambio de perspectiva. Si el sindicato (hablo de sindicato siempre en cuanto institución, sin referirme a esta o aquella central sindical, española o de otro país) no atiende a la innovación y no la asume como cuestión propia, esa innovación será gobernada por la contraparte, con consecuencias fácilmente previsibles. El primer deber, entonces, de los sindicatos sería estar “al loro”. Pero hay mucho más.

Explica Quim González Muntadas en su artículo «Romper piedras o construir una catedral», en “On Economía” (2), que según un estudio reciente del Boston Consulting Group, que abarca 17 años de innovación corporativa, el 78% de las ideas innovadoras incorporadas a los procesos productivos procede de los propios trabajadores de la empresa que las lleva a la práctica.

Un porcentaje tan abrumador de participación del factor trabajo en la innovación “real” (no solo ni principalmente esa “innovación” presentada como la única existente, publicitada y puesta en el mercado bajo la protección de patentes), implica que sería disfuncional y desastroso para la sociedad que quienes innovan – todos los días la inteligencia natural del colectivo trabajador está innovando en la economía real – sean apartados del gobierno de eso que ellos mismos han hecho funcionar en primerísimo lugar. Corresponde al sindicato, un ente también creado y organizado desde el trabajo, garantizar esa labor de gobierno y de control en todo lo que se sitúa más allá del centro de trabajo (el “ecocentro de trabajo”, para emplear una bella expresión de José Luis López Bulla). Incluida la negociación colectiva pero también, por supuesto, la concertación puntual con patronal y gobierno.

Así parece reconocerlo y recomendarlo Joe Biden, el presidente de EEUU, en una orden ejecutiva tendente a regular la inteligencia artificial. Es decir, regular y poner límites a una innovación gigantesca pero también particularmente peligrosa si es utilizada de forma sesgada para pervertir las relaciones entre personas y grupos sociales, en un contexto en el que tienden a borrarse adrede fronteras éticas que durante siglos han permanecido inamovibles. Al respecto, remito al lector de este apunte a la entrada del blog de Antonio Baylos «Modelos regulativos de la inteligencia artificial: la orden ejecutiva del presidente Biden» (3).

Puede ser revelador destacar en particular un párrafo de la orden presidencial que se refiere al alcance y las dimensiones de una apuesta que exige una presencia sindical vigorosa y positiva: En el propio lugar de trabajo, la IA [inteligencia artifical] no debe desplegarse de forma que socave los derechos, empeore la calidad del empleo, fomente la vigilancia indebida de los trabajadores, reduzca la competencia en el mercado, introduzca nuevos riesgos para la salud y la seguridad o cause perturbaciones perjudiciales en la mano de obra. Los próximos pasos críticos en el desarrollo de la IA deben basarse en las opiniones de los trabajadores, los sindicatos, los educadores y los empresarios para apoyar usos responsables de la IA que mejoren la vida de los trabajadores, aumenten positivamente el trabajo humano y ayuden a todas las personas a disfrutar de forma segura de los beneficios y las oportunidades de la innovación tecnológica.

(1)  Ver https://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2023/05/el-sindicato-en-la-primera-mitad-del.html

(2)  Ver https://www.elnacional.cat/oneconomia/es/opinion/romper-piedras-construir-catedral-quim-gonzalez-muntadas_1116967_102.html?fbclid=IwAR1_fHx4R0nJpcna8IfB25jBt51CiijEQN1ls9IYgi1RAuFVZbcHphe70E0

(3)  Ver https://baylos.blogspot.com/2023/11/modelos-regulativos-de-la-inteligencia.html?spref=fb&fbclid=IwAR18Pd6qLJiwi_JyMZxzqx5ecvlXYYPiumfUavut1BWnQQoLkmvhF0yfr6w

 

lunes, 9 de octubre de 2023

DESPUÉS DE LA CONFRONTACIÓN

 


La Academia platónica, mosaico pompeyano del siglo I aC, Museo Arqueológico de Nápoles. La escena podría ser considerada un eventual antecedente de las demoradas conversaciones sobre casi todo que tienen lugar diariamente en un Eje Consell de Cent pacificado de tráficos y confrontaciones.

 

Hace seis años, en Madrid, alguien me acusó con mucho ímpetu de que lo que estaba sucediendo en Cataluña era culpa precisamente de quienes no comulgábamos con el independentismo pero tampoco nos confrontábamos con él, por lo menos de una manera contundente.

Eran tiempos (no hace tanto, ustedes seguro que lo recordarán) en los que Cataluña era el único obstáculo para la ascensión de España a un puesto puntero en el concierto de las naciones. Mariano Rajoy, nuestro presidente del Gobierno, veía brotes verdes por todas partes, y Madrid ejercía de locomotora económica del país según un “modelo de éxito” exportable – decían – a otras comunidades. Exceptuada Catalunya, “España iba bien”, según parecer más o menos unánime de los poncios así de Génova como de Ferraz.

Ayer tuvimos manifestación en el Paseo de Gracia contra una posible amnistía a los sujetos activos del procès. No fue gran cosa, dicen, aunque no bajé a la calle a comprobarlo. Por la tarde sí salí, a Consell de Cent esquina Girona, del brazo de Carmen, y estuvimos sentados un rato en uno de los nuevos bancos, viendo jugar a los niños y pasar las bicicletas. Circulaban por aquel espacio arbolado y recién pavimentado algunos guiris, localizables por la forma de vestir y las zapatillas de marca, y una gran mayoría de gentes del país, muchas de ellas con cochecitos de niño y perros enlazados. Daban la nota de color algunos grupos familiares amplios de migrantes hispanoamericanos, gentes que  tienden a socializar de preferencia entre ellas en busca de una mayor cohesión en un contexto extraño.

Se hablaba tanto catalán como castellano o equivalente, sin problema aparente para el entendimiento mutuo. Nadie cargaba con una bandera, nadie levantaba la voz ni jugaba a ”confrontarse” con la contundencia debida contra algo, como los visitantes del mediodía.

Éramos bastantes más los manifestantes de la tarde que los de la mañana, seguro. Podríamos estirar incluso nuestra mayoría si saliera bien la operación delicada de la posible amnistía. Una amnistía con consenso popular y con respaldo constitucional, desde luego. Lo hago constar porque algunos confunden la amnistía con la amnesia, según comentario muy agudo de Nico Sartorius.

 

miércoles, 4 de octubre de 2023

ALEGORÍA DE LA POBREZA

 


Jesucristo desposa a Francisco de Asís con la Hermana Pobreza, una mujer de una hermosura resplandeciente debajo de sus harapos. La escena altamente simbólica aparece en un fresco de Giotto di Bondone en la basílica inferior de Asís, Italia. Es una de las imágenes más bellas que conozco de un santo que se distingue de su pléyade por no haber sido especialmente tóxico, si bien la Iglesia, que lo acogió en su seno después de muchas dudas (la bula de excomunión estaba ya dispuesta para firmar, pero entonces el papa tuvo un sueño), se ha guardado mucho de seguir su ejemplo.

 


lunes, 2 de octubre de 2023

REVISANDO NOCIONES DE GÉNERO PRECONCEBIDAS

 


Anna Uddenberg. La imagen se ha compartido del muro de Cristóbal Gil Quirós en Facebook.

 

“Monumento a las nuevas generaciones”, es una escultura moldeada en resina y yeso por Anna Uddenberg (nacida en Estocolmo, 1982), y exhibida en la Bienal de Berlín de 2017. No harían falta más palabras para presentarla aquí, pero me parece oportuno el breve comentario que escribió para la ocasión la crítica de arte alemana Bianca Heuser: «Al tomar las ideologías de género, y las identidades que estas suponen, como un acto performativo, las esculturas de Uddenberg dialogan con sus observadores, al tiempo que les obligan a revisar sus propias nociones preconcebidas.»

 

 


martes, 19 de septiembre de 2023

EL INGENIERO Y EL GORILA



Un artículo de Eduardo Bayona en CTXT (1) muestra las cortapisas a las que está sujeta aún la igualdad de género en el terreno laboral: menor ocupación, más precariedad, mayor exclusión. Una carrera de obstáculos para las que entran en el mercado laboral por abajo, es decir la inmensa mayoría de las mujeres. No es que los varones lo tengan mucho mejor, pero todos los porcentajes mensurables están a su favor si se los compara con los de sus compañeras.

Seguramente, considerar que el culpable de este maldito embrollo fue el ingeniero Taylor sea simplificar en exceso el problema, pero aquel cabronazo ideó algo que llamó “organización científica del trabajo”, insostenible ya en la época del maquinismo y pestilente en el paradigma tecnológico en el que nos movemos hoy; pero que sigue siendo un axioma indiscutido en el mundo de las relaciones laborales, mientras el patrón no decida otra cosa.

El invento consiste en que los ingenieros (antes; hoy, han sido sustituidos por los algoritmos, y se han proletarizado) piensan en cuál es el mejor método para realizar las tareas de la producción de bienes y de servicios, y los trabajadores sometidos a riguroso control ejecutan lo ordenado al pie de la letra y sin pensar ni un solo momento por su cuenta. Para el ingeniero Frederic Winslow Taylor, el obrero industrial ideal era un gorila amaestrado. Nunca ni en ningún lugar, ni siquiera con la intención obscena de cubrir un renglón del Libro Guinness de los Récords, se ha intentado hacer trabajar en una cadena de montaje a uno o más gorilas. Nadie ha soñado con amaestrar gorilas para hacerse de oro ofreciéndolos a unos dadores de empleo ávidos por utilizarlos sin más salario que un puñado de cacahuetes. La única persona que ha cantado al gorila con talento y convicción ha sido Georges Brassens (2), y no estaría mal que el mundo atendiera su mensaje alto y claro.

Pero el neotaylorismo sigue vigente en el mundo de la economía, pese a todos los argumentos que se han ido acumulando en su contra. Hubo un derrumbe del fordismo, o del maquinismo, llámenlo como quieran, pero el taylorismo salió intacto del desastre. El taylorismo gusta a los emprendedores, que, ellos sí, colectivamente considerados forman parte de la subespecie zoológica de los gorilas amaestrados.

A falta de gorila, el dador de trabajo pondrá en la medida de lo posible un varón antes que una mujer en cualquier puesto de trabajo que necesite (porque el trabajo, según la moderna doctrina, no tiene ningún valor cotizable en bolsa; pero lo que es necesitarse, se necesita). Hay excepciones a esta regla general, y Bayona las enumera en su artículo. El principal sector con mano de obra femenina preponderante es la función pública, donde no hay un patrón privado y las mujeres obtienen plaza sometiéndose a un examen de aptitud imparcial. Las otras son la educación y la sanidad privadas, el comercio al por menor, la hostelería, las actividades administrativas y los servicios del hogar. En todos los casos los niveles de precariedad, tiempo parcial, intermitencia y baja remuneración castigan en particular a las mujeres, no según los Estatutos, pero sí según las estadísticas.

Es una de las que he dado en llamar dislocaciones más marcadas que se dan en el mundo en que vivimos, y correctamente resuelta abriría el paso a una gran bonanza en saberes, prácticas y cooperación positiva en la economía real.

 

(1)  https://www.publico.es/mujer/cara-b-femenino-menor-ocupacion-precariedad-mayor-exclusion-masculino.html?utm_source=whatsapp&utm_medium=social

(2)  Gare au gorille!

 

viernes, 15 de septiembre de 2023

"ESPLÉNDIDO MUNDO NUEVO". (DISLOCADO)



Leyendo uno de los capítulos sueltos del libro. Las palabras “Espléndido mundo nuevo” (Brave New World) son de Miranda, personaje de la comedia “La Tempestad” de William Shakespeare, y Aldous Huxley las utilizó para titular una obra de anticipación social aplastantemente negativa (entre nosotros, "Un Mundo Feliz"). Yo las empleo con una intención mucho más positiva aunque, ojo, crítica.

 

El próximo día 28, jueves, a las 18 horas tendrá lugar en el Espai Assemblea de las CCOO de Catalunya (Vía Layetana 16, Barcelona), la presentación de mi libro “Un mundo dislocado” (Ed. Bomarzo 2022). Me ayudarán en este trascendental rito de paso Maria Dolors Llobet, secretaria de Cultura de CCOO de Catalunya; Cristina Faciaben, secretaria confederal de Internacional, y Rosa Fabián, economista del sindicato y compañera durante muchos años de tareas y de luchas. Entre las cuatro intentaremos situar, con brevedad y sin abusar del rollo, las coordenadas principales de este nuevo mundo del posfordismo y la cuarta revolución industrial, que representa un nuevo paradigma y un desafío diferenciado al movimiento obrero. Porque, como avisó Gramsci respecto de una época anterior, hay una pelea empeñada entre lo nuevo que nace y lo viejo que se resiste a morir. Y en el calor de esa pelea, surgen monstruos.

Amigas y amigos, o simplemente interesados, considerad estas líneas como una invitación calurosa a asistir al acto, en la medida en que podáis hacer un hueco en vuestros trabajos y ocupaciones habituales. Un abrazo a todas/os.

Paco Rodríguez de Lecea

  

miércoles, 6 de septiembre de 2023

MIRABAN A OTRA PARTE

 


Jorge Vilda ha sido sustituido como seleccionador nacional femenino de fútbol, después de un trabajoso ejercicio de aceptación del principio de realidad por parte de unas instancias federativas que se empeñaban en mirar obstinadamente a otra parte, y cuya cabeza visible está ahora mismo, de forma aún provisional, al pie de los caballos.

Todo el recorrido del asunto desde la primera carta “de las 15” díscolas, incluida la obtención del título mundial por la selección española, ha sido un forcejeo entre la razón colectiva, esgrimida desde el lado de las futbolistas, y el disparate individual ofrecido por las jerarquías atrincheradas en los despachos del fútbol. No es inútil constatar que, mientras las chicas progresaban de forma acelerada en los campos de deporte, en los despachos las jerarquías no solo mantenían su actitud, sino que se enfrascaban en alambicadas maniobras impulsadas por una larga experiencia en el campo de los intereses creados y en el intercambio de favores entre élites federativas.

Jenny Hermoso no ha sido una heroína que se ha levantado por encima de las demás para llamar a la lucha. Ha tenido la suerte o la mala suerte de la visibilidad extrema en una situación no deseada por ella, y en la que ha recibido el pleno respaldo de sus compañeras. El tema del conflicto no ha sido un “Jenny versus Rubiales”; ha sido más bien el “#se acabó”. Las chicas han respondido como un bloque sin fisuras (apunten este término, “sororidad”) a las maniobras de fragmentación y de individualización promovidas desde los diferentes cuerpos federativos, y en particular desde una asamblea que se autojaleó en exceso al estilo del cervantino Retablo de las Maravillas, sin darse cuenta de que estaba dejando sus vergüenzas a la vista de todos los espectadores convocados a la función.

Veremos si la nueva seleccionadora, Montse Tomé, consigue restañar heridas muy dolorosas, pero ya está claro que la victoria del “#se acabó” no llegará a los extremos de rotundidad que sí ha tenido la victoria deportiva.

Con todo, la victoria deportiva ha sido un hito insoslayable. Sin la Copa Mundial, el enfrentamiento se habría estancado y todo seguiría igual que antes, con unos cuantos insultos añadidos a costa de las protagonistas. De nuevo se les habría mandado oficiosamente a la cocina, y a fregar suelos. El macho ibérico es un animal corto de alcances, pero pertinaz.

Vamos, muy al contrario, hacia un cambio progresivo de las estructuras. Si es cierto que no todo ha cambiado, también lo es que nada volverá a ser igual que antes.

Estamos en el siglo de las mujeres. Bienvenidas, todas vosotras, a vuestro terreno.

   

martes, 5 de septiembre de 2023

AQUELLOS VERANOS

 


Carmen y Paco de excursión familiar. El lugar no es Núria, pero la edad es más o menos la correspondiente. Tal vez la foto se tomó el mismo verano.

 

Debió de ser en agosto del año 1954; para entonces yo estaba en vísperas de cumplir los diez años, y Carmen tenía solo ocho. Las dos familias veraneábamos en La Garriga, y desde allí hicimos una excursión conjunta a Núria. Era necesario madrugar para coger el tren, que nos dejaba en Ribes de Fresser, y allí enlazar con el cremallera que por Caralps (ahora Queralbs) nos dejaba en el valle de Núria. Los vagones del tren de Ribes eran de madera con plataformas metálicas en los extremos, como los de los Hermanos Marx en el Oeste. Era un subidón instalarse en la plataforma, disfrutar del traqueteo y los decibelios, y ver el paisaje desde allí.

Las dos familias llevábamos a hombros todo lo necesario para la excursión. Cuando digo todo, quiero decir “todo”. A mí, como mayor de los chicos, me tocó cargar con la sandía, y para la ocasión (era una excursión larga, al límite de nuestras posibilidades para una ida y vuelta el mismo día), también con un rollo de papel de wáter marca “El Elefante” destinado a prevenir cualquier contingencia.

El desayuno tuvo lugar en el bar de la estación de Núria: un tazón grande de leche y un bocadillo de provisión casera, envuelto en papel de plata. Después de recontados niños y enseres, el grupo en perfecto orden de campaña dejó el valle por el camino de la Font Negra, que ascendía hacia poniente.

Era la Font Negra, creo. También pudo ser la Font Alba, que en mi recuerdo estaba más lejos y siguiendo un camino más empinado. Como íbamos mamás y niños pequeños, además de los jefes de familia al mando, mi idea es que en aquella ocasión se optó por lo práctico y el objetivo señalado fue la Font Negra, un afloramiento de agua en una ladera muy pina, a una distancia asumible para todas las edades.

Pusimos las bebidas y la sandía a refrescar en la corriente, buscamos asiento cómodo sobre la hierba, se repartieron los platos y los vasos de plástico, y empezaron a circular la tortilla de patatas, los filetes empanados y las grandes rebanadas de pan pringado con tomate. Los niños pequeños alborotaron para hacerse notar, y los mayores nos situamos al acecho de cualquier ocasión favorable para reengancharnos a un trozo de tortilla o un filete más.

Luego, los papás se tumbaron a dormitar con un pañuelo tapándoles la cara, y las mamás se juntaron a cuchichear informaciones inaudibles. La siguiente generación, la nuestra, había sido conminada con severidad a guardar un silencio profundo y continuado, cosa imposible dada la naturaleza de las cosas.

Antes de que la paciencia de los papás durmientes diera paso a una ira jupiterina, el sentido práctico de las mamás les sugirió la idea de mandarnos por parejas a recoger ramitas con las que hacer un refugio para aves. También hubo una recogida escrupulosa de “basura”, es decir de papeles de envolver, platos sucios y corteza y semillas de sandía. Todo se guardó en un gran paquete, dejando limpio el paraje.

Acabada la siesta, emprendimos todos la vuelta hacia el valle y el tren. Libre de la sandía, yo llevaba ahora una bolsa con el paquete de la basura y el rollo de papel higiénico, más una vara de avellano como bastón.

Carmen me pidió el rollo por una urgencia. “Busca un sitio escondido, no hay problema, yo vigilo”, le dije, solos los dos frente a la naturaleza. Yo tenía hermanas, sabía cómo funcionaban aquellas incidencias en las circunstancias, siempre complejas, propias del otro género.

Hubo un fallo. Pensamos que sería cosa de un momento, no pasamos parte de incidencias a la superioridad por el breve receso, y se produjo un desajuste en el plan de campaña. Caminamos un rato sin ver a nadie delante, y ni siquiera seguros de que no quedara nadie detrás. Incluso esperamos un rato prudencial por si aparecía a nuestras espaldas alguna compañía.

Nadie apareció. Caminamos más deprisa, pero tampoco estábamos seguros del camino, y no se oían voces. Sabríamos luego que los papás habían dado la consigna de acelerar, para llegar a la estación con tiempo suficiente para coger asientos en el cremallera, siempre lleno.

La solución apareció de pronto, en una revuelta vimos aparecer el monasterio, inconfundible, a lo lejos. Había una tartera en aquel lugar, en una ladera en fuerte pendiente de más de cien metros, y abajo se veía un camino más ancho y mejor trazado, junto a un arroyo de montaña.

“Creo que por aquí podemos atajar”, propuse. “Si no tienes miedo”. Carmen no tenía miedo a nada. Las piedras sueltas apenas representaron un problema, y la tartera fue un atajo maravilloso. El camino ancho y el arroyo nos llevaron en poco tiempo hasta la explanada principal del monasterio.

Cuando llegamos, estábamos seguros de que éramos los últimos, pero el lugar estaba desierto de familia. Ahora no sabíamos si habíamos caminado delante o detrás del grupo. Paciencia, para volver al tren había que pasar exactamente por ahí.

Lo que de verdad había ocurrido, fue que en algún momento las familias se dieron cuenta de la ausencia de dos unidades en el efectivo de la expedición. Dieron marcha atrás, vocearon por los valles, no encontraron a nadie. Se efectuaron marchas y contramarchas, alguien se asomó con cuidado a los puntos peligrosos del camino en los que podía haberse producido una caída, y por fin se optó por seguir a toda prisa hasta el valle y dar parte a la guardia civil para organizar una búsqueda con más medios. Los niños pequeños pedían brazos, los mayores callaban, todos estaban nerviosos y desanimados.

Y al llegar a Núria, allí estábamos esperándoles Carmen y yo, contentísimos de verles. Agitamos los brazos, revoleamos los jerséis, y conseguimos que nos vieran desde bastante distancia.

Se adelantaron al resto del grupo la mamá de Carmen y mi papá. Ella le dio un abrazo muy fuerte, y muchos besos. Papá me pegó una bofetada, por incumplir órdenes y tomar iniciativas indeseadas. “Pero si no ha hecho nada malo”, le protestó Carmen, cándida.

No puedo decir que la bofetada me extrañara. No es que mi padre fuera ningún monstruo, pero por lo común prefería tensar la cuerda. Siempre tuve la sensación de que, a la larga, yo acabaría por decepcionar las expectativas que había puesto en mí; y los años confirmaron ese presentimiento.

Enseguida llegó mi mamá, y yo también tuve, como Carmen, mi ración de besos y caricias. A la hora de las explicaciones, se aceptó que yo había tomado una decisión adecuada e incluso brillante, habida cuenta de que no podía conocer todas las circunstancias del caso.

Por fortuna, había asientos libres suficientes en el cremallera, y todos estábamos muy cansados. Luego, durante el interminable viaje hasta La Garriga en el tren del Far West, cada cual intentó dormir y reinó el silencio.

Hasta ahí, mi recuerdo. El día estuvo cargado de premoniciones para el futuro, pero nunca me di por aludido. Para ser del todo sincero, no creo en las premoniciones.

sábado, 12 de agosto de 2023

COINCIDENCIAS QUE NO LO SON

 




Edgar Degas, “La toilette” (arriba), y Mary Cassatt, “El baño” (abajo). Un mismo tema y dos espléndidas soluciones artísticas de mano de dos grandes artistas contemporáneos entre ellos.

 

Mary Cassatt, nacida en Pennsylvania en 1844 pero afincada en París desde la voluntad de seguir una carrera artística, vio en 1877 como el Salón de la Academia rechazaba las dos obras que había presentado a la exposición anual. Era la primera vez que le ocurría una cosa así, en siete años. De su estado de confusión la sacó Edgar Degas al invitarla a presentar alguna cosa al Salón paralelo de los impresionistas, gente peligrosa que prefería utilizar colores puros, que se mezclaban en la retina del espectador, a efectuar previamente de forma ortodoxa la mezcla en la paleta.

Cassatt y Degas no eran dos desconocidos en 1877, y ella tenía ya una buena aliada en las filas de los transgresores, en la persona de Berthe Morisot. Cassat se sumó decididamente al grupo, y Degas le dio lecciones de grabado y pintura al pastel. Tenían sus talleres respectivos a menos de cinco minutos de distancia a pie, y Degas solía acabar su jornada con una visita a su vecina para ver su obra in progress y charlar de pintura.

Los dos tenían preferencia por la figura humana como tema, y muchas inquietudes comunes. No es probable que se diese un romance entre ambos: Cassatt había descartado la vida en pareja como nociva para su carrera, y Degas, diez años mayor que ella, era un soltero empedernido con puntos de vista abiertamente misóginos.

Pero desde el punto de vista artístico, los dos se influyeron y de alguna manera se complementaron. La composición de Cassatt se remonta a 1891. No tengo noticia de la fecha en que fue pintado el cuadro de Degas, pero tanto pudo haber sido antes como después del de ella.

 

jueves, 10 de agosto de 2023

TRANSFIGURACIONES ESTIVALES

 


Federico Martín Bahamontes negociando una revuelta en la “grande route” francesa. Ha fallecido a los 95 años. Ganó un Tour, en 1959, y seis Premios de la Montaña, además de otras carreras en Italia y en España.

 

Todos éramos Bahamontes, en la segunda mitad de los cincuenta. El Tour de Francia tenía una mística propia, e inspiraba un temor reverencial. No era para ciclistas españoles, “nosotros” no sabíamos correr en pelotón, no entendíamos las tácticas, íbamos a nuestro aire sin formar adecuadamente “la grande boucle”, nos dejábamos desbaratar sin abanicos cuando soplaba el mistral. Éramos soldados de guerra de guerrillas, escapadas en solitario, machadas sin apenas consecuencias en la clasificación general.

Teníamos, sí, a Bernardo Ruiz, que subió al podio del Parque de los Príncipes el año 52, y a Miquel Poblet, que ganó al esprint una primera etapa y fue dos días de amarillo: nada en comparación con Louison Bobet o los grandes italianos Bartali y Coppi, o incluso el suizo Koblet y el luxemburgués Charly Gaul.

Y en estas llegó Federico, que se subió en solitario al Tourmalet y se detuvo en la cumbre a la espera del pelotón tomando un helado, porque le daba miedo bajar solo por aquellos vericuetos. ¡Tan español, tan nuestro!, decía la prensa, que le dio el título de Águila de Toledo.

En el pueblo de la sierra donde pasaba el verano con mi primo en casa de las tías, les sonsacábamos una pesetilla para comprar la Marca; entonces no había tele, y tampoco radio que siguiese el evento en román paladino. Nos conectábamos a una emisora francesa de deportes, pero ellos solo hablaban de Anquetil y Poulidor, la nueva generación de maravillas de la ruta. Y la verdad es que no se les entendía, solo pescábamos algún retazo de información.

La Marca lo traía todo negro sobre blanco, con un día de retraso. En las primeras etapas, perdidas para la causa si no estaba Poblet, nuestra Águila llegaba a la meta el 132º, por ejemplo, y perdía regularmente un buen cuarto de hora al día. Todo cambiaba cuando la Grande Boucle llegaba a Pau y empezaban los Pirineos (Luchon, Bagnères de Bigorre…). Ahí éramos los amos, Federico se empinaba sobre el sillín y se hacía el vacío a sus espaldas. El Aubisque (nunca pronunciamos “Obisc”) por las dos caras y el Tourmalet de postre. Federico iba solo, Anquetil solo estaba atento a la rueda de Poupou, el Gran Perdedor. Nosotros hacíamos cola delante del quiosco de la plaza a partir de las diez, cuando ya había llegado el tren de Madrid que traía la prensa, para ser de los primeros en leer la Marca con toda la información y clasificaciones de la etapa del día anterior. El único galardón que avizorábamos en esos días críticos era el Premio de la Montaña. El Tour, con su prestigio intacto, era el Nunca-Jamás de nuestros sueños, durante tres semanas. Nos habíamos transfigurado en Bahamontes alzado sobre su sillín.


miércoles, 2 de agosto de 2023

LA DUDOSA UTILIDAD DE LO PRÁCTICO

 


Descanso durante una excursión a Petaludes, el Valle de las Mariposas, en el centro de la isla de Rodas. La foto es del mes de junio; por fortuna, los incendios recientes han respetado este santuario natural. (Foto, Carmen.)

 

Una caída tonta me ha dejado un dolor intermitente en el costado izquierdo. Soportable a ratos, a ratos no. Después de varios días de convivencia asidua con antiinflamatorios y paracetamoles, he acabado por recurrir a las Urgencias del Hospital de Calella, aquí al lado. Resulta que tengo dos costillas rotas, la octava y novena del costillar izquierdo, para ser precisos. Me estoy tratando, pero mi minusvalía añadida no favorece mi inspiración escritora. No sé la razón, solo que es así. Ignoro cómo pudo arreglárselas Cervantes, con todo su altísimo ingenio, para escribir a pesar de esa mano izquierda seca.

Sin ganas de escribir, entonces, he encontrado el tiempo y la paciencia para leer “La utilidad de lo inútil”, de Nuccio Ordine (Barcelona, Acantilado Quaderns Crema 2013, traducción de Jordi Bayod, 29ª edición). Ordine ha recibido el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2023, y fallecido muy recientemente de forma inesperada.

El libro es excelente. La idea central se desarrolla a partir de un entramado de voces singulares de épocas diferentes. Aristóteles, por poner un ejemplo, reclama una ciencia libre para un hombre libre; Leopardi desprecia la “utilidad” de vuelo rasante por la que el hombre se identifica a sí mismo con el dinero.

Quizás el apunte más significativo (pág. 81) sea la afirmación de Marc Fumaroli que relaciona la adquisición de conocimientos con el crecimiento de la autonomía humana. Este crecimiento se relaciona directamente con la prestación de trabajo (onerosa o gratuita, subordinada o autónoma, trabajo de cualquier clase). Lo “útil” sería entonces lo “práctico”, lo mensurable, lo hacedero a corto plazo en un círculo estrecho de posibilidades; mientras que el único progreso real accesible a la humanidad ha de llegar a través de nuevos contenidos universales, no codificados previamente, y grávidos de potencialidades de cambios futuros.

Lo cual tiene poco que ver con los algoritmos y las inteligencias artificiales, que conforman a los humanos como inteligencias subordinadas a una “utilidad” exterior y aleatoria, relacionada con la posición en los mercados y la ganancia material.

Del iluminista Gotthold Ephraim Lessing (citado en pág. 133) es la siguiente afirmación comprometida: «La valía del ser humano no reside en la verdad que uno posee o cree poseer, sino en el sincero esfuerzo que realiza para alcanzarla. Porque las fuerzas que incrementan su perfección solo se amplían mediante la búsqueda de la verdad, no mediante su posesión. La posesión aquieta, vuelve perezoso y soberbio.»

En el mundo actual los avances científicos de orden práctico reposan por lo general en forma de patentes de explotación en las cajas fuertes de los bancos, y el esfuerzo de las personas individuales y los colectivos sociales por alcanzar verdades más duraderas y universales, es desestimado. Nuccio Ordine apostilla: «La posesión y el beneficio matan, mientras que la búsqueda, desligada de cualquier utilitarismo, puede hacer a la humanidad más libre, más tolerante y más humana.»

 

martes, 25 de julio de 2023

EL DIOS DE LOS PEQUEÑOS FAVORES

 


Cartel de la Feria del Libro de Kiev 2023. (Imagen tomada en préstamo de Facebook).

 

Algunos esperaban al dios de los grandes milagros y las remontadas heroicas, pero solo ha comparecido el habitante del altar más pequeño y peor iluminado de todos: el dios humilde de los pequeños favores.

La izquierda no ha sido barrida en las elecciones generales, como se había anunciado profusamente en los medios de uniformización con redoble de timbales y alarde de trompetería. Ha aguantado atrincherada en un rincón del tablero, contando los minutos para el silbido final, pidiendo la hora, despejando fuera de banda una y otra vez balones perdidos.

Se han salvado los muebles. Nada de lo que enorgullecerse. El intento de “Sumar” voluntades no ha llegado hasta donde habría sido deseable. obstaculizado por la minucia y el énfasis de muchos de los sumandos, de un lado, y de otro por la “boria di partito” que ha dirigido los movimientos de la casa común, que no desea de ningún modo que la presencia de construcciones sólidas a la izquierda de la izquierda le tapen las vistas a poniente. porque las considera una merma de la importancia de sus propias decisiones urbi et orbi.

Puede que aún estemos a tiempo de rectificar, pero el tiempo se acaba y cada vez queda menos espacio para trazar la muy pronunciada curva a la izquierda con garantías. No se trata ahora de elegir entre Maria Callas y Renata Tebaldi; nos son indispensables de todo punto las florituras de las dos divas en el despliegue del repertorio operístico imprescindible.

O “Sumar” se consolida de aquí a noviembre, no solo para ayudar a Sánchez con sus votos sino para implantarse como una opción real y eficiente, con cara y ojos.

O bien nos desvivimos en demandar generosidad y altura de miras a la gente de Junts para que no nos acaben de chafar la guitarra, y la cosa, ¡oh casualidad!, da resultado debido a alguna carambola insospechada.

O bien, mucho me temo que ni siquiera el dios oscuro de los pequeños favores responderá a nuestras fervientes plegarias en la próxima ocasión.

 

viernes, 14 de julio de 2023

UNA INDICACIÓN DE ROMAGNOLI

 


Asamblea de delegados de CCOO de Industria. Cotxeres de Sants, Barcelona, 13 de julio de 2023. (Fuente, Facebook)

 

Reproduzco una cita de Umberto Romagnoli que me parece de sustancia. Se encuentra en el libro “Trabajo y ciudadanía” (Ed. Bomarzo 2023), y más precisamente hacia el final de la conferencia “Las desigualdades en el mundo del trabajo”, que el maestro laboralista boloñés impartió en el Festival del Derecho de Piacenza del año 2010. La traducción es de Antonio Baylos, revisada por el autor.

«Ahora que la fábrica ya no es uno de los grandes laboratorios de la socialización, y la vida laboral se aparta del modelo estándar que sometía a los comunes mortales a la condición de desarrollar el mismo trabajo en las instalaciones de la misma empresa todos los días laborables de la semana en todos los meses del año hasta la pensión …, nos parece claro que el status de ciudadanía es el principal, el más seguro y quizá el único factor de cohesión social … Es eso exactamente lo que obliga a la creación de un amplio y articulado derecho antidiscriminatorio.

Debe ser el sindicato quien desarrolle, en el ámbito de su autonomía para adoptar decisiones, todas las implicaciones relativas al trabajador en cuanto ciudadano, y quien trace el itinerario que se debe recorrer. Que no será continuo ni rectilíneo, entre otras cosas porque traspasará las fronteras del trabajo dependiente para adentrarse … en el territorio del trabajo en todas sus formas y aplicaciones. Un territorio que el sindicato debe aprender a explorar.»

 

Los puntos suspensivos señalan la omisión de algunas oraciones subordinadas presentes en el original. En general se refieren a un tema de 2010, la preparación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores para el siglo XXI. Seguimos teniendo pendiente esa tarea, trufada de multitud de obstáculos diseminados, tanto en el país de Romagnoli, Italia, como en el nuestro.

Pero no me parece perder el tiempo el dedicar alguna atención, incluso en campaña electoral, a un problema cada día más visible y acuciante: la fragmentación, no ya de los trabajos, sino además de la mentalidad de los trabajadores, y su disposición a votar de forma dispersa, en alguna medida en contra de sus intereses reales a medio y largo plazo. Estamos contemplando veleidades de apoyo político, por “amor al zasca”, que favorecen a formaciones que niegan de plano los derechos de ciudadanía y la existencia misma de esta.

No es en absoluto una batalla secundaria, ante la cita del próximo día 23.

 

viernes, 30 de junio de 2023

BELLEZA COMO PLENITUD

 


Afrodita desenredándose los cabellos después del baño. El “hermoseamiento” era un ingrediente obligado para la autoestima de las mujeres; de ninguna manera era admisible la dejadez en este tema. (Figura de mármol hallada en la ciudad de Rodas, s. I aC. Museo Arqueológico de Rodas).

 

La belleza era para los griegos antiguos un don propio de los dioses, su esencia íntima. Ese don podía ser compartido por algunos mortales, pero solo en momentos puntuales, cuando la plenitud del ser rebosaba, por así decirlo, de la envoltura mortal y la hacía resplandecer.

En los varones, esto podía ocurrir en la guerra, debido a un comportamiento heroico, o bien en el estadio o la palestra, por una proeza deportiva destacada.

En las mujeres, con la excepción de unas pocas famosas por su belleza casi divina y, en ocasiones, por la maldición que esta les acarreaba (Helena de Troya), el resplandor era visible únicamente en los esponsales, con la revelación (“apocalipsis”) al pretendiente de la figura bañada, perfumada, peinada, suntuosamente vestida y enjoyada, de su prometida, al modo precisamente de una divinidad de orden inferior, protectora del hogar doméstico.  

En uno y otro caso, un instante de plenitud justificaba una vida. Se compadecía más que a nadie a las personas que morían sin haber llegado a alcanzar esa plenitud, a desarrollar el potencial de belleza que correspondía en principio por igual a todas las personas. Ahoraios, llamaban a quienes no gozaron de su cuarto de hora de reconocimiento social: los “no-bellos”.

Colaboraban en la plenitud física la edad, el ejercicio, el aprendizaje, la socialización. No había nada más hermoso que un hoplita dirigiéndose a la batalla con paso ligero y elástico, armado hasta los dientes. La gloria estaba a su alcance, tanto mediante la victoria como con una muerte heroica. “O con el escudo, o sobre el escudo”, así recomendaban las madres a sus hijos que debían volver, cuando los enviaban a la guerra. El escudo era muy pesado, y lo primero que se abandonaba en una desbandada; de modo que conservarlo era prueba de haberse comportado bien, vivo o muerto. Esta última diferencia no era en ningún caso decisiva. La canción más antigua conservada con su notación musical, en la estela dedicada por Sícilo a su esposa Euterpe (Trales, Asia Menor, siglo I dC), expone precisamente ese tema: «Mientras vivas, brilla… La vida dura poco, y el tiempo exige su tributo.»

Los artistas plasmaban y eternizaban la plenitud memorable alcanzada por algunos humanos, sus momentos álgidos de plenitud y de gloria. Entre los dos sexos, la diferencia más marcada era la siguiente: el varón solía estar desnudo, tal como acudía a la guerra y a los Juegos; la mujer estaba siempre vestida, porque el vestido y el adorno sofisticado formaban parte indisoluble de su dignidad. Las diosas podían escapar a esa norma vestimentaria, porque eran diosas siempre y en cualquier caso. Pero las mujeres comunes solo aparecían desnudas en circunstancias lamentables (Casandra violada por Áyax, Perséfone desnudada por su raptor Hades mientras es llevada en volandas a los infiernos) o indignas de respeto (había, por supuesto, imágenes pornográficas para excitar el deseo de los varones; pero nadie las consideraba “arte” propiamente dicho, los antiguos hilaban más fino que muchos modernos).

Ser sorprendida en su desnudez, como le ocurrió a Ártemis cuando Acteón la espió mientras se bañaba en una fuente con sus ninfas, era sencillamente un insulto. La evolución del mundo en general y los cambios en la consideración social de los artistas y de sus modelos, hicieron que con el tiempo estas premisas variasen, aunque solo un poco. El mundo antiguo siguió siendo antiguo hasta el final…

 

martes, 27 de junio de 2023

VIVA LA IZQUIERDA

 


Javier Tébar Hurtado, historiador, profesor, militante y editor.

 

Me advierte el editor y amigo Javi Tébar que está ya en los quioscos virtuales el número 30 de la revista “Pasos a la izquierda”, accesible a cualquier interesado/a en su muy potente contenido, sin inscripciones previas, ni contraseñas, ni peajes publicitarios. A eso no le llaman “libertad” los ayuseros que invaden las terrazas con banderas desplegadas y birra en mano, y sin embargo nada es más libre que beber de la misma fuente y sin preámbulos forzosos las elaboraciones recientes de un pensamiento colectivo que se reclama con orgullo de la izquierda, así en nuestro país como en otros muy destacados.

Lean, si gustan. En unos momentos de volteretas ideológicas inverosímiles, cuando 2 x 10 = 22 según el portavoz de la maximización del beneficio empresarial en nuestro país, es necesario rearmarse de razón y de argumentos. Porque podríamos creernos a pies juntillas aquello que puso Shakespeare en boca de Macbeth, «La vida es un cuento contado por un idiota». La vida es otra cosa, por supuesto, y hay otro cuento por contar, y personas capaces de hacerlo desde discursos elaborados por mentes menos volanderas.

Por llamarles la atención sobre un contenido concreto del número 30, entre otros muchos posibles, permítanme indicarles el artículo de Samuele Mazzolini “El populismo ha muerto, ¡viva la izquierda!” He convivido con ese texto bastantes días, porque he sido yo el traductor. Lo que explica, se refiere a la situación italiana y en buena parte al Movimiento 5 Estrellas; pero es lícito leer entre líneas consideraciones y críticas que son válidas en mucha parte para nuestro país. Desde el chispazo populista que alumbró una posibilidad de lucha donde solo existía miseria de las izquierdas. La rápida conquista de seguidores y de posiciones institucionales. La pésima gestión del terreno conquistado. El distanciamiento progresivo entre una élite autodesignada y la “gente” representada en teoría por ella. El empeño suicida en mantener la prioridad absoluta de reivindicaciones correctas según análisis, pero no sentidas ni dotadas de efecto alguno de arrastre. El encerramiento voluntario en círculos-burbujas bloqueando el paso a otras personas o grupos que intentaban modificar o alargar el sentido del impulso originario…

Todo lo cual no excluye que no se presente más adelante otro “momento” populista luminoso que enderece un camino hoy por hoy sin salida.

Pero resulta necesaria una muy consciente sobriedad de la inteligencia y de la expresión, una rosa de los vientos que señale nítidamente el lugar de la izquierda frente a la superabundancia desbordada de otros discursos más o menos populistas que nos ofrecen la conciliación del crecimiento industrial con un respeto moderado a la ecología; la bienaventuranza de las empresas, compatible con el hondo contenido social del trabajo decente; el crecimiento sin trabas del parque automovilístico, con el añadido de una futura severa restricción de las emisiones que llegará por sus pasos contados; y, finalmente, imagen clave y definitoria del conjunto, la construcción de un Gran Casino como síntesis exacta de la propuesta económica que se nos está haciendo.

No es broma, lo dicen en serio.

 

domingo, 25 de junio de 2023

DE NUEVO, EL CICLO ANUAL EN ELEUSIS

 



Yo, comentando los Misterios de la actualidad con la Cariátide de Elefsina. Boquiabierta se quedó de las cosas que le conté. (Foto, Carmen. Es foto robada, sacada con habilidad a escondidas de las guardianas.)

 

“Tres veces bendecidos son los mortales que descienden al Hades habiendo visto estos ritos. 

Solo para ellos hay vida allí, para los demás todo es miseria.”

SÓFOCLES

 

Elefsina fue elegida capital cultural europea para el año 2021; la nominación decayó debido a la pandemia, pero se ha hecho efectiva en este 2023, en el que todo el yacimiento arqueológico está siendo removido, salen a la luz nuevas estructuras, y el Museo Arqueológico se ha enriquecido con una nueva ordenación de los materiales y la adición de presentaciones multimedia.

Esto es, con pequeñas correcciones. lo que escribí de Elefsina en 2014, después de mi primera visita al lugar:

Eleusis, el antiguo lugar de los Misterios situado a una quincena de kilómetros de Atenas, fue erigido para celebrar la sucesión de las estaciones y la renovación de la fertilidad de la tierra en la primavera, pero su situación en el extremo norte del golfo Sarónico y en las cercanías del puerto del Pireo lo ha rodeado de refinerías de hidrocarburos que lo condenan a padecer una atmósfera de baja calidad que compromete sus posibilidades de turismo cultural.

Todo debió de empezar a partir de una oquedad que se abre como un gran bostezo en el flanco de un cerro que domina la llanura aluvial y el mar cuajado de islas (Salamina está justo enfrente). Las paredes de la gruta son de color oscuro, ennegrecidas de humo, y en ellas se abren grietas de gran tamaño. Al parecer por esas grietas salían en tiempos fumarolas sulfurosas, y se consideró por ello que se trataba de la puerta de acceso a los infiernos. Según el mito, el dios del inframundo, Hades, se llevó un día a su reino a la ninfa Perséfone, hija de Démeter, la diosa de la fertilidad y de las cosechas, e hizo de ella su compañera. El rapto de la niña irritó tanto a Démeter, que dejó de dispensar sus dones a los humanos: el invierno y la aridez tomaron posesión de toda la tierra. Hades, por su parte, se negó en redondo a devolver a Perséfone a su madre. El complejo pleito requirió una asamblea de dioses, en la que se llegó a una solución transaccional: Perséfone pasaría una parte del año con su marido en el inframundo, y otra en la superficie junto a su madre. La tierra solo florecería y daría frutos en los meses en los que la ninfa disfrutara de la luz, el aire y el sol.

 

El yacimiento arqueológico de Elefsina en 1934.



Elefsina el 25.6.2023.

 

Cada nuevo otoño, entonces, tenía lugar una procesión que llevaba a Eleusis los objetos sagrados (se ignora cuáles eran con exactitud) que simbolizaban el regreso de Perséfone al inframundo y la vuelta de la aridez a la tierra. La procesión seguía la Vía Sacra (Iera Odos), que atraviesa de parte a parte – entre otros – el municipio de Egáleo en el que residimos, hasta la explanada de Eleusis. El séquito no era triste ni lamentoso; debió de tener un parecido notable con la romería del Rocío. Los atenienses viajaban en carros, bien provistos de comida y bebida; cantaban, se cruzaban bromas y pullas entre ellos, y se tomaban las cosas con calma. Partían del ágora de Atenas, al pie de la Acrópolis, a la salida del sol, y se instalaban delante de los Propíleos de Eleusis ya anochecido. Durante cuatro días celebraban los misterios. Había danzas de muchachas, invocaciones de sacerdotes, tal vez ceremonias orgiásticas y sin duda mucho “intercurso” que dicen los ingleses. En fin, más o menos lo mismo que podía verse siglos después en épocas de carnaval. Los ciclos naturales son siempre los mismos, y cuando una comunidad se prepara para ayunar, celebra con más vigor las épocas de abundancia pasadas y futuras.

Los misterios siguieron celebrándose cuando Grecia se convirtió en provincia de Roma. Luego, ya en el declive del imperio, Eleusis se convirtió en otra cosa, en un centro más o menos internacional de estudios filosóficos y religiosos esotéricos y de sincretismos de todo tipo. Ya no se peregrinaba allí desde Atenas sino desde la Galia, Egipto o Siria, en busca de un saber alambicado. En los inicios del siglo quinto, se presentó en el Ática el bárbaro Alarico y arrasó con todo: murallas, pórtico, templos y arcos de triunfo. A unos cientos de metros del yacimiento arqueológico, otros bárbaros modernos han comprometido el medio ambiente de un lugar que fue sagrado.

 



Junto a la “Puerta del Hades”.