lunes, 30 de septiembre de 2019

LA VIDA EN EL SUBSUELO


Iluminaciones de viaje


Matera. Santa Maria de Idris (derecha, en el saliente de roca) y San Pietro Caveoso, vistos desde media altura. Detrás, el fondo del barranco de la Gravina. La foto es gentileza de M.A. Carreras. No es enteramente satisfactoria porque está tomada de arriba abajo y, como dejó escrito Luisa Levi, Matera solo se percibe de forma adecuada mirando de abajo arriba. Pero no he encontrado una buena foto desde ese punto de vista particular; las fotos son planas y no reflejan bien lo que es hueco, lo suspendido, lo que gravita.


En una rápida escalada de posiciones, Matera ha pasado de ser la vergüenza de Italia a sitio oficial del patrimonio de la humanidad; y este año, Capital Europea de la Cultura.

No hay incompatibilidad entre los tres títulos; también Auschwitz es al mismo tiempo la vergüenza del mundo y patrimonio de la humanidad. Patrimonio de una humanidad avergonzada de sí misma. La humanidad tiene rincones oscuros que es preciso visitar de cuando en cuando, para no olvidar que existen; que no todo se reduce a palacios y a catedrales, a capiteles corintios, inscripciones en bronce y techos con alegorías pintadas.

La fisonomía de Matera es característica porque presenta de forma muy gráfica y primaria el doble rasero perceptible en todas las aglomeraciones humanas: aquí queda a la vista tanto lo que se muestra como lo que normalmente se esconde; lo que asoma por encima del umbral de la conciencia colectiva, y lo subterráneo, lo subliminar, lo indecible.

Luisa Levi, turinesa, neuropsiquiatra infantil, que visitó Matera en el año 1935 de paso para encontrarse con su hermano Carlo desterrado en Aliano, cuenta lo que vio al descender la ladera empinada de un “cono invertido” que tenía la forma “con que en la escuela imaginábamos el infierno de Dante”. Callejuelas estrechas en fuerte pendiente, escaleras, vueltas y revueltas, cuevas superpuestas unas a otras y habitadas por una humanidad doliente, aglomeración de chiquillos que le mendigaban no una moneda o un caramelo, sino “u chini”, la quinina.

Así concluye su descripción: «Habíamos llegado al fondo del hoyo, a Santa Maria de Idris, que es una hermosa iglesia barroca, y, al alzar la vista, vi por fin aparecer, como un muro oblicuo, toda Matera. Desde allí tiene el aspecto de una ciudad de verdad. Era como si las fachadas de todas las grutas, que parecen casas, blancas y alineadas, me miraran, con los agujeros de las puertas como ojos negros. La verdad es que es una ciudad bellísima, pintoresca e impresionante.»

La belleza puede ser sombría, puede ser terrible. También es bello, a su modo, el infierno de la Commedia de Dante. “I Sassi” de Matera, ese despeñadero en el que las casas aparecen para quien las contempla desde abajo como el desplome congelado de una avalancha catastrófica de piedra y escombros, tiene un valor particular como ejemplo de formas de vida en el subsuelo, tomando en más de un sentido el término “subsuelo”.

Y de alguna forma este austero conjunto monumental tiene también relación con ese plano inconsciente que todos los humanos cargamos en nuestro interior, y que con tanta agudeza cartografió Sigmund Freud: algo primario, caótico, innombrable, descarnado, harapiento, que el buen burgués rechaza y condena los domingos a la hora de la misa, pero que mantiene celosamente a su disposición los días laborables porque esa doble estructura le resulta funcional para su propio bienestar.

Desde ese punto de vista el éxito turístico actual de Matera viene a ser, también, una paráfrasis de la idea del retorno de lo reprimido que estudió el clínico vienés.


domingo, 29 de septiembre de 2019

EPIFANÍA MÁGICA


Iluminaciones de viaje



La catedral de Trani, iluminada por el sol poniente. El considerable cuerpo del edificio desaparece detrás de la fachada, en esta perspectiva.


La catedral de San Nicolás Peregrino, en Trani, se construyó en la primera mitad del siglo XII, al lado del puerto de pescadores y delante del mar. Un siglo después, el inevitable emperador Federico II hizo levantar a unos cientos de metros, también en la orilla, una notable fortaleza (Castello Svevo, es decir Suabo, por el lugar de origen de los Hohenstaufen) que mira al templo y es contemplada desde él.

Vale la pena dar la vuelta completa a la catedral y contemplarla desde todos los ángulos posibles. Se asienta en un lugar privilegiado, y es hermosa por dentro y por fuera. Pero si se elige una perspectiva determinada, en unas condiciones particulares de observación, la visión da lugar a una epifanía mágica. Nos ocurrió a nosotros.

Elegid la primera hora de la tarde de un día perfecto de finales de verano, con el cielo azul y el mar en calma. Descended hacia la piazza Duomo por el lungomare. La torre quedará oculta al principio por la esquina de un edificio. Cuando hayáis superado ese obstáculo, la fachada de piedra blanca rosada, con el rosetón y la altísima torre a un costado, os será revelada hasta el menor detalle, iluminada por el sol que empieza a inclinarse hacia el poniente. Y entonces la tercera dimensión del templo desaparecerá en la perspectiva, y un toque de magia momentáneo hará que la catedral aparezca delante, y no detrás, del resplandor de la fachada luminosa. Será catedral la imagen perfecta que se expande delante de vuestros ojos, y no lo será el bulto arquitectónico hurtado a vuestra vista entre bambalinas.

Es un efecto escenográfico, como tantos en un país que ama en particular las vedute, las perspectivas urbanas. En Trani está especialmente conseguido por la pureza de las líneas de la fachada del templo, por los dos tonos de azul del cielo y el mar al fondo, por la calidad excepcional de la piedra y por la limpieza del aire, que no deja manchas visibles en su superficie; y finalmente, por la orientación y la disposición particular del edificio.

En el interior os esperan las tres naves separadas por columnas pareadas, el delicado triforio, los ábsides altísimos, la cripta, las pinturas murales y las demás riquezas interiores de un templo no estropeado como otros por un afán desmesurado de volutas, columnas de mampostería, trampantojos y en general vanilocuencia barroca, de lo que vimos, en Lecce y en otros lugares, algunos ejemplos paradigmáticos.

Pero al traspasar el umbral del pórtico de Trani, uno es consciente de que pasa de una catedral a otra distinta, de la de la piazza soleada a la del interior en penumbra.



Momento de pausa de unos ajetreados turistas catalanes en el puerto de Trani. (Foto, Carmen Martorell)


sábado, 28 de septiembre de 2019

EL CASTILLO EN EL AIRE


Iluminaciones de viaje


Castel del Monte. Su estructura simétrica no se abarca completamente si no es desde el cielo, donde en la época de su construcción no había posibilidad de situar a ningún observador humano. Abajo, el esquema de su planta octogonal. Las dos imágenes son cortesía de M.A. Carreras.


La persona que dirigió la construcción de Castel del Monte, el emperador del Sacro Imperio Federico II Hohenstaufen, fue un hombre de carácter excéntrico y numerosos saberes: según los cronistas, que quizás exageraron un pelo, hablaba nueve lenguas y escribía en siete; fue un experto en filosofía, matemáticas, astronomía, medicina y ciencias naturales; fundó una escuela poética y una universidad; tuvo que ser además un experto halconero, puesto que escribió un tratado De arte venandi cum avibus, del arte de cazar con aves.

Sus contemporáneos le dieron el sobrenombre de Stupor mundi, asombro del mundo. No puede excluirse que el apodo tenga una carga oculta de retranca. En cualquier caso, el papa Gregorio IX tiró por la calle de en medio y le llamó sencillamente Anticristo. Eran tiempos de guerra abierta entre el papado y el imperio.

La pregunta del millón es para qué hizo construir Federico Castel del Monte. Es una construcción bellísima, única en el mundo en su género, pero no, en absoluto, una fortaleza militar. Anna, nuestra guía, defendió con calor las posibilidades militares del castillo. Dijo, por ejemplo, que no tenía foso porque no lo necesitaba. Bien. Tampoco tiene sitio donde alojar a una guarnición numerosa, ni unas cocinas capaces, ni cuadras para los imprescindibles caballos, ni corrales o gallineros o huertos interiores para atender al sustento de los habitantes, ni barbacana, aspilleras, matacanes y otros adminículos considerados imprescindibles en el género fortaleza por los arquitectos militares.

Es una construcción colgada entre el cielo y la tierra, en lo alto de un monte, dominando un extenso territorio pero más con la intención de ser observada que de observar.

Encerrada en sí misma, simétrica, hermética, dialoga directamente con el cielo y se hurta detrás de muros espesos al paisaje que la rodea.

Su planta es octogonal, con ocho torres también octogonales en los ángulos. No tiene almenas. Posiblemente se hicieron desde lo alto observaciones y quizás mediciones astronómicas, pero no cabe calificarla de observatorio. No ofrece tampoco concesiones a los fastos cortesanos, no es un lugar de recreo y ocio social; es más bien el refugio de un hombre solitario, contemplativo, un punto misántropo.

Es también una imago mundi, opuesta a la de las iglesias que proliferaban a su alrededor. En lugar de la planta en forma de cruz, que recordaba a los creyentes la redención, elige la forma de una corona imperial plantada sólidamente sobre la tierra, emanada y descendida del cielo protector que le confiere una autoridad irradiada hacia todos los acimuts, redonda y sobrenatural.

No es, entonces, un castillo-fortaleza sino un castillo-teoría, una explicación acabada de la estructura íntima del mundo hacia arriba y hacia abajo, radicalmente original y diferente de la habitual explicación religiosa.

Solo encuentro dos términos adecuados de comparación a esa función filosófica y científica de la imago mundi, y los dos son posteriores en muchos siglos a Castel del Monte: la torre Eiffel de París y el Atomium de Bruselas.


viernes, 27 de septiembre de 2019

DEMASIADA HISTORIA


Iluminaciones de viaje


Signos del zodíaco y trabajos del campo en el mosaico del pavimento de la catedral de Otranto, siglo XII.


Es el momento de recordar el resumen sintético del viaje a la Puglia que escribí anteayer en estas páginas: una historia terrible, bellamente contada. En próximos artículos pienso detallar algunas de las bellezas visitadas; ahora toca dejar constancia de la otra cara de la moneda.

Dicen que los pueblos felices no tienen historia; los pueblos del Mezzogiorno, en cambio, se han visto afligidos por demasiada historia. El sur de la península itálica ocupa el centro geográfico del mundo mediterráneo, que en la antigüedad era prácticamente "todo" el mundo, el ecumene o conjunto de las tierras conocidas. La punta del tacón, el Salento, se proyecta como una cabeza de puente del occidente hacia el oriente, o, a la inversa, como un pasillo invitador desde el que acceder desde el oriente hacia el occidente.

Griegos, romanos, bizantinos, normandos, teutones, aragoneses, angevinos, otomanos: la lista de ocupantes y/o invasores es larga; las huellas históricas, numerosas. Cristo se detuvo en Éboli, según dejó constancia Carlo Levi; pero fue casi el único. Otros muchos pasaron más allá.

En particular, aquí han gravitado pesadamente durante siglos los dos grandes poderes fácticos de este mundo: el poder político del Estado absoluto, con su aparato militar y represivo; y el poder sagrado de la Iglesia, con su mensaje trascendente y su escenografía persuasiva. En Puglia se da una de las mayores aglomeraciones mundiales de catedrales y de castellos por kilómetro cuadrado. El jefe político y el jefe religioso convivían a escasos metros de distancia en los centros históricos de las ciudades; y siguiendo los meandros oscuros de las dos políticas, en unas coyunturas había entre ellos connivencia y en otras confrontación; pero siempre su relación estaba condicionada por una rivalidad latente mal disimulada.

Unos y otros han dejado su huella en un paisaje amable, que resigue la costa del Adriático y se adentra en colinas soleadas idóneas para los cultivos mediterráneos: trigo, vid, olivo. La huella del fascismo, por ejemplo, sigue presente aquí sin recatarse demasiado, en monumentos (a los caídos “romanamente” por la patria, por ejemplo) y en instituciones como la prisión de Turi, cerca de Bari, que tuvo el desmesurado honor de tener encerrados entre sus muros a Antonio Gramsci y a Sandro Pertini. En Aliano, pueblo perdido en mitad de ninguna parte de la Basilicata, vivió algunos años desterrado por el régimen fascista el turinés Carlo Levi, que lo convirtió en su patria espiritual y en la gleba donde reposar sus huesos por la eternidad.

Tanta historia, y tan terrible, ha dejado en contrapartida un poso cultural de un valor incalculable. Puglia tiene también una presencia privilegiada en el patrimonio mundial de la Unesco. Las formas de vida de otras épocas, así de las clases dominantes como de las subalternas, se combinan y se superponen en su geografía como en un gran palimpsesto.

Hoy es además un destino turístico de primer orden, por la calidad y por los contrastes sorprendentes de lo que puede ofrecer. Sigan el ejemplo de Isa, sirena forastera de nuestra expedición, y acudan a la Puglia para zambullirse con decisión en su historia y en las aguas azules y transparentes del Adriático.


jueves, 26 de septiembre de 2019

EL AMIGABLE COMPONEDOR


Íñigo Errejón se dispone a desembarcar en la política nacional al frente de una plataforma llamada Más País.

Va a hacerlo no por propio impulso sino atendiendo a una decisión votada por las bases, y la idea de fondo que persigue es la de ponerse “al servicio de un gobierno progresista”. Amplío la cita; esto es, literalmente, lo que ha dicho Íñigo: «Nos presentamos en un ejercicio de responsabilidad después del fracaso de los líderes que no han sabido pactar, y pondremos nuestros escaños al servicio de un gobierno progresista.»

Parece una buena noticia, a primera vista. Errejón y los suyos empiezan su combativa andadura metiendo el dedo en el ojo a esos políticos de izquierda irresponsables y fracasados que han sido incapaces de pactar entre ellos, y llamándoles a capítulo.

Alguien pensará que es justamente lo que nos estaba haciendo falta. Ahí está, sin ir más lejos, la petición de Podemos Aragón a Pablo Iglesias de que aparte de una vez a Echenique para poder negociar con la Chunta. (Al parecer, con Echenique por medio no hay manera.)

Estando las cosas como están, sin embargo, dudo que la movida de Errejón apunte a soluciones eficaces para los males que nos aquejan. Hay la cuestión de fondo, y también la de las formas. En relación con las segundas, el publicitado experimento de composición amistosa empieza con el pie cambiado, es decir, poniendo a los protagonistas del anterior desencuentro a caer de un burro.

“Inútiles, irresponsables, fracasados, venid acá que os voy a meter en vereda.” No suena muy bien, la verdad, como cimiento de un gran consenso.

Desde su perspectiva, Errejón trata legítimamente de canalizar y recoger los votos de muchos/as indignados/as, que irían derechamente a la abstención; y es muy posible que bajo esa bandera la nueva plataforma coseche una representación modestamente positiva.

Pero la idea no es compatible con la de construir un gran acuerdo de las distintas izquierdas. Íñigo Errejón no es un pegamento universal garantizado, y su colocación en el Congreso va a ser ancilar, de apoyo al mando, de plus. “Consensuad de una vez un gobierno, coño, y aquí nos tendréis a vuestro servicio.”

Y ahí entramos en la cuestión de fondo, en lo que un par de días atrás y de la mano del llorado Riccardo Terzi, describía yo en estas mismas páginas como el “qué hacer”, pregunta muy diferente de la de “quién lo hace”. La propuesta de Errejón responde, bien que mal, al segundo problema, pero omite por completo el primero.

Sabemos que su grupo parlamentario aún potencial va a ponerse al servicio de cualquier gobierno progresista que se constituya; pero no sabemos para qué. Intuimos que el objetivo es cerrar el paso a las derechas, y eso está bien. Pero ¿con qué política, que es en último término lo que define a un gobierno como progresista?

En ausencia de propuestas concretas de progreso, y con los líderes siempre colocados junto a la línea de candilejas y por delante del meollo, el calificativo de “progresista” dado a un gobierno cualquiera se queda en un mero adorno retórico. Un adorno de una ambigüedad que puede llegar a ser peligrosa.


miércoles, 25 de septiembre de 2019

PERDIDOS SIN UNA GUÍA


Iluminaciones de viaje



Anna, nuestra guía en la Puglia. (Foto, M.A. Carreras)


Para viajar en grupo se requiere una sabiduría especial que no es innata. Se trata de una actividad cuyo know-how, como viene a ocurrir en tantos otros aspectos de la vida y del trabajo, exige un aprendizaje. Un capítulo esencial de la asignatura es el de las colas. Hay quien no las soporta, y sería preferible entonces que viajara por su cuenta. Porque en un viaje colectivo es necesario hacer cola para muchas cosas: subir y bajar del autocar, pedir la llave de la habitación del hotel, entrar en los monumentos, y otras más.

La más fastidiosa, seguramente, es la cola para mear. Mear es un recordatorio permanente ─más para los que hemos rebasado de largo el umbral de la tercera edad─ de nuestra fragilidad consustancial y de los límites insalvables que nos impone la naturaleza. Hacer cola para eso viene a ser algo contra natura, y solo es viable afrontarlo desde un entrenamiento adecuado en un espíritu comunal deportivo y solidario.

Y así se ha hecho.

Pero al margen de las colas, para viajar se precisan una infraestructura adecuada, un programa atractivo y una guía. El viajero debe estar atento a lo que explica la guía, a tiempos y pausas que no coinciden con los que uno/una desearía, a no particularizar en exceso la visión que tenemos de las cosas a fin de no perder de vista la perspectiva global en la que estas se enmarcan.

Mucha tela. Sin una guía, estás perdido.

Lo digo yo, el más indigno del grupo, porque mi vocación de escuchar es muy superior a mis capacidades altamente disminuidas para hacerlo, y porque en efecto me perdí en una ocasión, y fueron mis amigas Carmen y Gloria quienes supieron encontrarme, no yo a ellas.

Anna, nuestra guía pugliese, hizo alarde de paciencia y dedicación con el grupo, y el grupo le respondió con disciplina y con motivación. Nos enseñó muchas cosas sobre la región, su historia y sus circunstancias que sin ella nos habría costado mucho más tiempo y esfuerzo averiguar. Le rendimos un homenaje particular, en la despedida, muy merecido.

Más particular todavía, aunque menos trascendente, fue nuestro homenaje a Carlo, el maître del hotel de Bari. Todas las noches nos amenizaba los postres de la cena con canciones voceadas a capella (O sole mio, L’uomo in frac, Il mondo), y en la despedida le correspondimos con un Amics, amics per sempre més, en una actuación coral improvisada, sin apenas ensayo previo. Dijo que jamás antes le había sucedido algo así. Es una medalla que nos colgamos.

Dejo para el final de este capitulillo de agradecimientos a Estrella Pineda (para nosotros su nombre debería ser, mejor, el de Estrella Polar), que con su marido Víctor ejerce de organizadora meticulosa de todos los viajes y de este viaje. La eficiencia es una virtud tan rara que cuesta darla por descontada; pero entre nosotros, los jubilados de CCOO, sucede así.

Y que sea por mucho tiempo, Estrella.


martes, 24 de septiembre de 2019

NO 'QUÉ HACER', SINO 'QUIÉN LO HACE'


De derecha a izquierda, Pedro López Provencio, Paco Rodríguez y Javier Aristu ejerciendo de turistas en un rincón de Locorotondo. (Foto, Carmen Martorell)


Hemos pasado, un numeroso grupo fraternal de turistas de CCOO, el aliento final del verano en la Puglia, y estamos de regreso en Barcelona con el primer soplo del otoño. Me referiré poco a poco en estas páginas a algunas de las cosas vistas y vividas allí. El primer resumen que se me ocurre del viaje, a bote pronto, es este: una historia terrible, bellamente contada.

Pero antes de empezar, y dirigiendo ahora la mirada a las cosas de aquí, que también nos preocupaban mientras recorríamos la región de la espuela y el tacón de la bota italiana, vayan las siguientes líneas, improvisadamente traducidas. Son de Riccardo Terzi (1), extraídas de una intervención sobre «sindicato, política y autonomía» en un Seminario para cuadros de la CGIL de Bergamo, el 16 de marzo de 2015 (Tal vez su última fatica. Riccardo falleció el 12 de septiembre de ese año). Son reflexiones, creo, pertinentes también al aquí y ahora de nuestra propia política y de nuestra propia autonomía.

«Utilizamos la misma palabra, “política”, para describir cosas muy diferentes. Necesitaríamos encontrar palabras distintas, la política de los grandes partidos de masas tenía una fisonomía propia, una historia, una cultura. Lo que se ve hoy no tiene nada que ver con aquella experiencia; es también política en cierto sentido, sí, pero su naturaleza ha cambiado. […] 

»Todos los gobiernos son un poco gobiernos técnicos, que se ocupan del mantenimiento del sistema y evitan la posibilidad de modelos alternativos; gobiernos técnicos sobre la base de una agenda política ya escrita y coherente con una visión ideológica dominante. […] 

»La discusión ya no se hace sobre el proyecto político sino sobre quién lo realiza, ya no es el “qué hacer” sino “quién lo hace”, hasta el punto de que la única forma de democracia que ha sobrevivido es la de las primarias, en las que el problema no es el programa, sino el líder. Luego las primarias pueden tener efectos positivos, son en cualquier caso un momento de participación, pero es una participación metida dentro de ese envoltorio en el que el problema es “quién”, la designación del líder, ya sea del partido, del gobierno, el alcalde… […] 

»Toda la discusión que estamos teniendo sobre las reformas institucionales parte de esta premisa: que es necesario ante todo asegurar la estabilidad del sistema, en perjuicio de la representación. De la competición entre programas alternativos hemos pasado a una competición dentro de una oligarquía restringida para definir el equilibrio del poder; y de la democracia como práctica de masas ─partíamos de ahí, la democracia nace con el ingreso de las grandes masas en la vida política─, a un modelo de centralización del poder…»

La lección de Terzi continúa durante varias páginas más, renuncio a seguir citando. La sustancia, con todo, es que ese “poder centralizado” de la práctica actual de la democracia no acepta ser dividido, no reconoce la complejidad de un país y de un sistema, tiende a anular el conflicto y a situarse frontalmente en contra de los “cuerpos intermedios” que reclaman una esfera mayor de autonomía: del sindicato desde luego, pero también de las provincias, las corporaciones, los ayuntamientos, etc. Tiende a convertirse en un poder abstracto y omnímodo, que ejerce su autoridad a través de unas reglas de gobernanza uniformadas y estereotipadas.

Quizás la percepción de esta “nueva” dimensión de la política ayuda a clarificar posiciones poco comprensibles de entrada para un alma cándida: la tozuda pretensión de Iglesias de estar en el meollo del “quién” en lugar de pactar el “qué”, o la sorprendente declaración de Sánchez de que no dormiría tranquilo si compartiera gobierno con Unidas Podríamos.


(1) Sindacato, política, autonomía. Per Riccardo Terzi, Ediesse 2016, pp. 86-87. Encontré este libro (y varios más) en Lecce, piazza Sant’ Oronzo, en un estand de Ediesse colocado para unas Jornadas de la CGIL (al día siguiente intervenía Maurizio Landini en el mitin de clausura, pero nosotros estábamos para entonces en Otranto). Buscando alguien a quien pagar mi lote de adquisiciones, creí estar siguiendo de reojo las evoluciones de nuestra guía, pero me equivoqué. Fui detrás de otro grupo (todos los turistas de masas se parecen) en una dirección distinta, y cuando me quise dar cuenta estaba perdido. Deliciosamente perdido, debo decir, en el corazón del centro histórico de la ciudad, en medio de una multitud festiva. Fue Carmen, más perspicaz y práctica que yo, quien me encontró por fin y me reintegró al grupo. Bienaventurados los perdidos porque ellos serán encontrados…
 

domingo, 15 de septiembre de 2019

EN HORAS BAJAS



Imagen ideal de Pablo Iglesias batallando por una vicepresidencia y tres ministerios con un feroz tigre socialista de Mompracem.


Los asiduos del vermú en la porxada de La Contigüidad del Cosmos, el afamado restaurante de Poldemarx, estamos de enhorabuena. Concluido el fenómeno de la gota fría, los cielos despejados y las temperaturas en ascenso nos han permitido volver a ocupar nuestras posiciones preferidas, a la sombra de los pámpanos y debajo mismo del alero con los nidos de golondrinas en los que la nueva ola de nidadas está empezando a hacer sus pinitos revoloteando con alguna torpeza.

Quizá por asociación de ideas, las conversaciones se han centrado esta mañana en la petición de Pablo Iglesias el Joven a Felipe Uve Palito, de que medie ante Sánchez para propiciar un gobierno de coalición. Pablo pasa por horas bajas, de otro modo no se explica la doble gaffe, porque, primero, el rey no “puede” hacer eso, al menos constitucionalmente (es decir sin borbonear, como agudamente apunta José Luis López Bulla). Y segundo, más importante aún, porque el Borbón no “quiere” hacerlo tampoco; sus apetencias políticas van en una dirección distinta, como está ya más que demostrado.

De modo que la bisoñez política y la manca de finezza de PI el Joven han quedado de manifiesto y le perjudican a la hora de jugar sus bazas en la inminente contienda a finish para desenredar la madeja de una investidura que sigue enmarañada desde el pasado julio. Pablo se ha dejado decir además que se abstendrá en el caso de que sus reclamaciones no sean atendidas. Él verá si les interesa, a él personalmente y a la ciudadanía en general, esa nueva y fatal abstención. Sería la tercera negación a Pedro, y cabe la posibilidad de que cante el gallo negro. (Si cantara el gallo rojo, dice la canción, otro gallo cantaría).

La escasez de sentido común y de recursos negociadores de la joven estrella en horas bajas contrasta con la madurez de visión y la plétora de recursos que mostró anoche Ansu Fati en el partido del Barça contra el Valencia. Un gol, una asistencia de mérito y una rosca diabólica que se marchó por un suspiro junto a la escuadra; sin contar unos cuantos detalles técnicos más que desataron el revuelo de la concurrencia.

Lo hemos comentado también con fruición esta mañana, cobijados bajo la porxada de La Contigüidad del Cosmos. Un entusiasta ha propuesto crear una “Asociación Poldemarxista de Amigos de Ansoumane”, que promueva su candidatura a la presidencia de la Generalitat y paralelamente su beatificación. He prometido mi modesta adhesión a la iniciativa para más adelante, cuando hayamos vuelto Carmen y yo de visitar las maravillas artísticas e históricas de la Puglia y la Basilicata, adonde volamos mañana mismo en excelente compañía.

Quedan advertidos los pacientes lectores asiduos de estas páginas.


sábado, 14 de septiembre de 2019

PASARSE DE FRENADA



La suerte de Don Tancredo. Aguafuerte de Pablo Picasso, 1957.


Por enésima vez, Cayetana Álvarez de Toledo se ha pasado de frenada en una curva peligrosa, al acusar a sus propios conmilitones de defender el foralismo y, en estricta consecuencia, ser “tibios” con el nacionalismo vasco.

Cayetana defiende con rigor de inquisidora los puntos de vista centralistas a ultranza de su patrón. Nacionalismo , como la madre, no hay más que uno, sostiene Pablo Casado; todo lo demás que se mueve por ahí es herejía, u oportunismo, o mezcla de ambas cosas.

Lo que ocurre es que Cayetana no se controla lo suficiente; es como esos tenistas que golpean la bola con rabia estimable e intención perversa, pero la envían más allá de la línea de fondo y pierden el punto.

Los peperos vascos han reaccionado mal al réspice propinado por la dama. Borja Sémper le ha respondido que “unas caminaban sobre mullidas moquetas mientras otros nos jugábamos la vida defendiendo la Constitución”.

No exagera, ETA mataba a quienes defendían la Constitución estricta, que incluye el foralismo atacado por la Voz Altanera de su Amo. Lo que defiende Cayetana no es precisamente la Constitución que tenemos, sino otra cosa.

También se ha pasado de frenada Quim Torra en un acto celebrado en Arenys de Munt, en conmemoración de los diez años de la primera consulta independentista. El Molt Honorable se ha excusado por “no haber estado a la altura” en la cuestión de la independencia. En el acto estaba presente la presidenta de la ANC Elisenda Paluzie, además de miembros del Ateneu Independentista de Arenys de Munt, y del Moviment Arenyenc per l’Autodeterminació.

No da la sensación de que se tratara de una multitud, ni de que la audiencia representara a la gran mayoría de la población arenyenca. En la consulta citada participó el 41% del censo de la población, con muy escasos controles democráticos; de modo que, si de allí surgió un mandato para los políticos, estaba lejos de tratarse de un mandato taxativo, imposible de ser ignorado.

En cualquier caso, convendremos todos en la verdad patente del tema de fondo: la gran mayoría de los catalanes, e incluso de la gente de fuera, somos de la opinión de que los políticos independentistas no han estado a la altura del objetivo que se proponían. Incluso nos parece que han estado muy por debajo. Y quien habla de la independencia ─palabras mayores─, habla también de la gestión cotidiana, de la olvidada política de las cosas.

Torra defendió la necesidad de centrarse en el objetivo de la independencia («basta de jugar con las palabras»), «sin temer las amenazas ni las consecuencias». Ahí hay otra pasada de frenada. Vale que no se teman las amenazas, pero Cataluña no funciona envasada al vacío. Cualquiera que intente hacer política para el pueblo y acepte ser responsable ante él, está obligado a tener en cuenta las consecuencias que tendrán sus actos no solo para sí mismo, sino para los demás.

Después de dos años de los sucesos de octubre, con la elite política del independentismo en prisión o en fuga, las sedes sociales y fiscales de muchas empresas principales trasladadas a puntos menos calientes de la geografía económica, y con la producción y la renta per cápita en parábola descendente, llenarse la boca con la declaración de que no hay que temer las consecuencias de una nueva intentona de asaltar los muros del estado de derecho, con menos infantería de la de hace dos años y sin munición tangible que disparar, equivale a hacer el Don Tancredo.

Para quienes no conozcan la antigua suerte del toreo de la que estoy hablando, el Don Tancredo de turno se colocaba en medio del redondel vestido de blanco y con la cara enharinada antes de que se diera suelta al morlaco. La gracia del asunto estaba en hacer la estatua y respirar apenas, para que el toro no se escamara y embistiera. Si a pesar de todo el toro embestía, el artista se llevaba, además del revolcón, los pitos y la rechifla del respetable.


viernes, 13 de septiembre de 2019

GOBERNAR PELIGROSAMENTE



Elefantes en Kenya. Imagen de CNN.


Pedro Sánchez sigue practicando el “balconing” político, y quizás extrae de la experiencia un escalofrío morboso de placer. Las encuestas le respaldan, pero las encuestas son móviles cual pluma al viento, mudan de acento y de pensier. Y la mayoría socialista en las urnas podría, a fin de cuentas, desaparecer si resulta en definitiva que el coñá del fondo de las botellas se había disfrazado de noviembre para no infundir sospechas.

Viviremos, en esa aciaga eventualidad, gobernados peligrosamente por las derechas. En Andalucía ha saltado ya la tercera alarma consecutiva por listeria, y la gente que ama las carnes mechadas accede así de forma gratuita, después del adoctrinamiento preelectoral, a la intoxicación post-voto. En Madrid Central se ha vuelto a los índices de contaminación previos a las multas, es decir a la entrañable polución de toda la vida que Carmena nos quería sustraer. Y los paseantes en Corte se sienten confortados por el regreso de una intoxicación por gases de tubo de escape gratuita y libre de impuestos.

Se desmontan los mecanismos de control y de prevención de la salud pública, a cambio de bajar los impuestos para que cada particular se patee su salud alegremente en chiringuitos en los que un personal precarizado sirve a la selecta clientela brebajes alcohólicos dudosos sin denominación de origen controlada. Viva la juerga.

Para impedir que migrantes potencialmente delincuentes accedan de rositas a nuestro paraíso, Vox propone la construcción de un muro “infranqueable” que aísle nuestros territorios africanos.

Mientras, en el mundo, cada año se desforesta una porción de territorio equivalente en extensión al Reino Unido. En Zimbabwe, una sesentena de elefantes están devastando las nuevas granjas instaladas mediante la utilización de energías limpias con el fin de cultivar en regadío científico las plantas que la aridez circundante impide germinar. Incluso los elefantes, pacientes por naturaleza, se rebelan a su manera contra el doble azote del hambre y la errancia infinita. 

Algún remedio ofrecen a su proliferación los cazadores furtivos codiciosos de su marfil, que además, para que los buitres, aves carroñeras por excelencia, no delaten sus actividades, han dado en la solución de poner veneno en los cadáveres de los paquidermos ya desposeídos del marfil y de la vida. Se calcula que han muerto envenenados en año y medio más de mil ejemplares de buitre. Es una variante diferente a la de los envenenamientos por carne mechada contaminada en curso en nuestras latitudes, pero el resultado viene a ser parecido.

Dicho sea de pasada, también se está intentando desde instancias oficiales poner remedio al problema del furtivismo. Una población sobredimensionada de elefantes irritados resulta tan inadmisible como una caza furtiva también excesiva, que no beneficia como debería a las elites reconocidas de una sociedad desigual. Así pues, en Botswana van a concederse más licencias oficiales para la caza a los elefantes, especie protegida pero solo hasta cierto punto. 

Nuestros ricos podrán así dedicarse al turismo de safari gracias a los ahorros obtenidos con los impuestos que nuestros gobiernos de derechas no les cobran.


jueves, 12 de septiembre de 2019

DIADA CON CONTORNOS


Cataluña ha dejado de ser “el” problema para España. Ayer, cuando Alberto Rivera pidió en el Congreso, una vez más, la activación del 155 como solución taumatúrgica del presente bloqueo institucional, Pedro Sánchez le llamó hipócrita. También podía haber declamado, con resonancias shakespearianas: «Hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que caben en tu filosofía.»

Las hay, en efecto. La Diada ha sido la menos multitudinaria de los últimos años, pero eso tiene poca importancia. También ha sido la menos festiva y la menos pacífica. Las exhortaciones en los distintos parlamentos a “seguir avanzando” hacia un objetivo “aún” no alcanzado, dan la medida de un cierto desespero, porque no solo no se avanza sino que el objetivo final aparece cada vez más lejano.

Quim Torra ha regresado espiritualmente a 1714. Ha dicho que “no hemos sido derrotados”. Cierto. También después de perder 9-1 contra el Barça femenino (¡cómo me gusta el fútbol femenino!), las jugadoras del CD Tacón-Real Madrid dijeron que “este equipo no se rinde nunca”. ¡Y era su primer partido!

Todo lo cual, como he advertido antes, tiene poca importancia. Son esfumaturas, chucherías del espíritu con las que emperifollar las corrientes subterráneas que, ellas sí, ejercen un papel determinante.

Entonces, resulta cada vez más claro que el encaje de Cataluña en España no es a fin de cuentas un problema tan serio. Si eso fuera todo, habría varias maneras de resolverlo. El 155 de Rivera sería la más torpe, sucia y engorrosa de todas ellas, pero sería a fin de cuentas “una” solución al publicitado como “gran” problema de España.

Nadie, salvo quizá el propio Rivera, cree que por esa vía se solucione nada. El “pantano catalán” es ahora la ciénaga española. Por ese espesor embarrado transitamos todos. Nadie se hace ya ilusiones de estar a salvo de una regresión sensible en lo referente a la democracia representativa y a la credibilidad de las instituciones del país. Los salvapatrias siguen ofreciendo como soluciones la recentralización y el retorno al bipartidismo, pero tienen menos eco incluso que Rivera. No es viable ese género de amor en los tiempos del Brexit.

He mencionado antes las corrientes subterráneas que ejercen un papel determinante, en razón precisamente de su subterraneidad. (Es difícil, dada su especial condición, enfrentarse a ellas marchando con resolución contra corriente.)

Oigan esto, ha sido publicado en la prensa: los empresarios afirman preferir una repetición de las elecciones a un gobierno del PSOE.

Entonces, dejen de pensar en la estabilidad, el consenso, la unidad de propósito más allá de las siglas, y otras zarandajas; y saquen ustedes mismos las conclusiones pertinentes.


miércoles, 11 de septiembre de 2019

JETTATURA



Amuleto griego contra el mal de ojo.

No es que Pedro Sánchez no quiera gobernar. Quiere hacerlo desde el centro. Quiere hacerlo solo.

Tiene en mente un modelo para armar, pero las piezas no le encajan. Unidas Podemos no puede estar en el gobierno, porque asusta. Los trabajadores saldrán beneficiados siempre que los patronos no se vean perjudicados. No es deseable adoptar decisiones traumáticas, de modo que es posible que la reforma laboral no se derogue a fin de cuentas, y que los restos mortales de Franco y Queipo de Llano permanezcan en donde están, provisionalmente y a la espera de que en un futuro sin concretar la autoridad competente disponga otra cosa.

Se irá a nuevas elecciones en noviembre, con un programa de 370 medidas progresistas de gobierno. Hay un problema en los números, lo que deseamos desde el electorado no son “370” medidas, sino “1” gobierno progresista.

Y no deseamos nuevas elecciones en noviembre. Así de raros somos nosotros, el electorado.

Alguien nos ha echado la jettatura, el mal de ojo. No se da con la tecla. Cuando pitos flautas, cuando flautas pitos. Las derechas aguardan esperanzadas, Alberto Rivera habla ya de una segunda oportunidad. Pablo Casado convoca a sumar en la casa común. Para ellos se abre una ventana; para una mayoría numéricamente nutrida pero muy movediza e inestable, podría cerrarse de forma estruendosa.

PSOE y PP añoran el bipartidismo convencional, la época de las mayorías sólidas y los gobiernos estables, la domesticidad del electorado y la retórica del cambio que no impide que todo siga más o menos igual: la dirección económica desde la gran banca, el imperio del PIB como artículo de fe, la austeridad para unos y el despilfarro para otros como discurso del método, el poder judicial alineado según cuotas, el “liberalismo” profundo y la fragmentación en el interior de las empresas, la concertación privadopública en la sanidad y en la enseñanza, la precariedad como signo del mercado de trabajo y la subida ritual de sueldos a los ediles al constituirse cada nuevo consistorio así de derechas como de izquierdas.

Los votantes deseábamos otra cosa, los números lo dicen de forma explícita. Será un fracaso desembocar en nuevos comicios sin haberlo siquiera intentado. El adormecimiento social no es una solución, y además, es inviable en un escenario de sufrimiento agudo de las capas más débiles de la población.

Tampoco serviría de nada la resignación cristiana; es decir, la aceptación mansa de la jettatura que nos están echando desde sus lobbys determinados brujos a partir de la premisa de que no hay más que una política posible en España, de que no hay alternativa. TINA, There Is No Alternative.