miércoles, 31 de mayo de 2017

DUCHESSE FINANCIAL OVERSEAS


Manuel Moix, fiscal anticorrupción nombrado entre mil por el poder judicial independiente de la nación, había sido reprobado ya (sin consecuencias perceptibles) por el parlamento antes de conocerse que, además de amigo personal del preso Ignacio González cuya suerte última está pendiente de definir por los tribunales, es propietario al 25% – con sus tres hermanos Margarita, José María y Pilar – de la empresa radicada en Panamá cuyo nombre figura como encabezamiento de esta página.
Manuel Moix, elegido entre mil para el cargo de fiscal anticorrupción, no ve nada malo en esa propiedad, a pesar de no haberla hecho constar en ningún momento ante el órgano de inspección interno. La suya ha sido sin duda una omisión inocente.
La empresa offshore Duchesse Financial Overseas fue constituida en 1988 por los padres de Manuel Moix. Sus activos se concretan en la propiedad de un chalé de tres plantas en Collado Villalba. El chalé, edificado sobre un terreno de 4.629 metros cuadrados también incluido en la propiedad, cuenta con seis dormitorios, cinco baños, dos salones, una bodega de 60 metros cuadrados y una piscina cubierta independiente. Los hermanos Moix la heredaron al fallecer su padre en 2012.
“Es ético que los hijos hereden de los padres”, se ha justificado el flamante azote de los corruptos de la nación. Cierto, pero es lo único ético en este fastidioso asunto. Porque los propietarios reales y hasta ahora ocultos de esa fastuosa propiedad tienen deberes con la hacienda pública que han soslayado mediante la radicación clandestina de sus bienes en un paraíso fiscal.
El asunto no parece haber quitado el sueño a los superiores jerárquicos de Manuel Moix. El fiscal general del Estado, José Manuel Maza, ha considerado que se trata de una “cuestión personal” que no afecta a la institución; el dinámico ministro de Justicia Rafael Catalá ha declarado no saber nada del asunto pero estar dispuesto a comparecer donde se le pida para dar las explicaciones pertinentes (las cuales, si lo hemos entendido bien, se reducirán a decir que no sabe nada del asunto); y el jefe del gobierno, Mariano Rajoy, ha contestado con un escueto “Sí” a las preguntas de la prensa canallesca sobre si mantiene su confianza en el fiscal anticorrupción parlamentariamente reprobado y sospechoso de evasión fiscal.
Vivimos en este país una pesadilla de la razón, que engendra una sucesión inacabable de monstruos. Solo nos queda la esperanza de que, cuando despertemos por fin, los monstruos no sigan ahí.
 

martes, 30 de mayo de 2017

TRABAJO SINIESTRO


Los accidentes de trabajo repuntan. Ha habido 149 muertes en el primer trimestre de 2017 pero las cosas van mucho más allá, no todos los accidentes que se producen en el trabajo mismo o in itinere tienen resultado de muerte. En conjunto, el porcentaje de la siniestralidad laboral ha aumentado en un 5,6% respecto del primer trimestre de 2016.
Se trata de un aumento neto. Es decir, no obedece a la regla de tres de que, a más población empleada, también más accidentes. Cierto que ha crecido (estadísticamente) el empleo, pero el porcentaje de siniestros en 2016 se calculó en relación con el censo laboral de ese período preciso; y el de 2017, también. Quiere decirse que no ha habido un incremento “natural” y punto, sino un incremento “natural” más el 5,6%.
La explicación de la cifra está en relación muy directa con la precariedad del empleo y con la escasa duración de los contratos, pero también con las malas condiciones objetivas en las que se realiza el trabajo. Así lo ha manifestado Oscar Bayona, técnico de la secretaría de salud laboral de CCOO: «Más allá de factores como la precariedad, hay un conjunto de relaciones laborales que afectan directamente a los trabajadores y elevan las desprotección y siniestralidad de éstos.»
Alguien puede tener la sensación de que la reclamación internacional de “empleo decente” se refiere a un empleo “decentemente pagado”. Es eso, claro, y es más. No hay una preocupación consistente, ni en el empresariado (considerado en general, con tantas excepciones como valgan) ni en la autoridad laboral, sobre las condiciones concretas de seguridad e higiene en las que tiene lugar la prestación del trabajo. Lo de la autoridad laboral se confirma con otra estadística: al tiempo que crecía desde el año pasado la siniestralidad, se ha reducido el número de inspectores de trabajo.
De modo que nos vemos enfrentados a dos lacras que se superponen: la primera es la de los “trabajadores pobres” cuyos ingresos no alcanzan el salario mínimo interprofesional; la segunda, la de los trabajadores en riesgo, por la falta de condiciones adecuadas en el desempeño de su prestación.
Como suele llover sobre mojado, las dos condiciones expresadas vienen a recaer con frecuencia en las mismas personas. Una precisión más: esas personas son, con mayor probabilidad, personas jóvenes. Tanto para las mujeres como para los varones, las estadísticas muestran que las cifras más altas de siniestralidad laboral afectan a la franja de edad comprendida entre los 16 y los 24 años.
Hoy se están discutiendo en las Cortes los presupuestos generales del Estado. De las cifras presentadas y de los argumentos con los que se defienden esas cifras, no se desprende ninguna preocupación especial por este tema. Ni siquiera alguna cautela parecida a la etiqueta que es obligatorio incluir en los paquetes de cigarrillos, y que en este caso diga: «Ojo, el trabajo mata.»
 

lunes, 29 de mayo de 2017

CLAVES DEL PROCESISMO


Guillem Martínez, periodista político agudo, defiende que en Catalunya no existe ya procès, sino únicamente “procesismo”: la adhesión etérea a una idea simbólica cultivada y mantenida a través de gestos y de ritos, pero sin ninguna intención de plasmarla en ninguna práctica concreta.
La afirmación de Guillem es tan ingeniosa y brillante que cabría decir de ella lo de “se non è vero, è ben trovato”. Pero es que además, tiene todas las probabilidades de ser también “vero”, a juzgar por cómo se están desarrollando los acontecimientos.
Veámoslo. El president Puigdemont convoca hoy por sorpresa y con premura no suficientemente justificada la llamada Mesa Nacional por el Referéndum. Se trata de fijar la fecha y la pregunta de un referéndum de independencia unilateral, sin acuerdo previo con el Estado y sin la más mínima coincidencia con las condiciones establecidas por el Comité de Venecia para su eventual validación internacional.
Sería una decisión audaz e incluso filibustera, de no tratarse de un simple gesto. De hecho Catalunya en Comú, formación poco inclinada de suyo a este género de barroquismos, ha anunciado su inasistencia. La cual no tendrá consecuencias, sin embargo; los/las hombres/mujeres del president les habían invitado por pura formalidad. En el caso poco probable de que ellos/ellas sean llamados más adelante a declarar ante los tribunales, insistirán como en ocasiones anteriores en que no están contraviniendo ninguna norma estatal, no tienen a punto ninguna ley secreta de desconexión, y se limitan a cumplir la legislación vigente con la puntualidad y diligencia que se suponen a unos/as ciudadanos/as probos/as.
Se guardan las espaldas; ni van más allá de un amago ambiguo de intenciones secesionistas, ni tienen la menor intención de cruzar líneas rojas en el futuro. El procès sigue encallado en la inmovilidad más absoluta; lo que se mueve es únicamente el procesismo, y el procesismo vendría a ser, en la definición rigurosa y escueta de don Rubén Darío, la libélula vaga de una vaga ilusión.
Así estamos. Y tenemos para rato. Desde la segunda parte contratante, Mariano Rajoy ha dejado el recado de que se opondrá con toda firmeza al referéndum con las “mínimas medidas necesarias”. Muy propia de Rajoy, esa actitud minimalista. Otros conmilitones más impacientes o más bravíos, véase por ejemplo el ex ministro Margallo, han propuesto la rotura masiva de urnas, siguiendo el ejemplo histórico del rey Herodes con los inocentes. Rajoy, no. Romper urnas le parece un desperdicio de energías. Su marchamo particular es el ejercicio moderado y prudente de un inmovilismo lleno de fuerza contenida.
Tenemos para rato, entonces. Se augura un choque de trenes, pero eso es pura metafísica. Cierto que los dos convoyes se han colocado cuidadosamente en trayectoria de colisión. Pero no se mueven. Ninguno de los dos. Y mientras no se muevan, colisión no habrá, según las leyes elementales de la física.
A las dos partes contratantes les interesa el mantenimiento indefinido de la situación actual. Cada una de ellas saca réditos electorales de la gestualidad, en sus caladeros respectivos. De modo que ¿por qué cambiar las cosas?
Cambiarlas no, pero tal vez se podrían extender. No en balde el nuestro es un Estado de las autonomías. Igual que en tiempos se decretó el café para todos, ahora podría implementarse un procesismo para todos. Sería inocuo para la salud pública, barato para las arcas del tesoro, y a Mariano no le costaría ningún esfuerzo extra aparte de los que está ya evitando.
 

domingo, 28 de mayo de 2017

UN TEXTO DE GRAMSCI SOBRE LA TRADUCCIÓN


Las cartas escritas desde la cárcel por Antonio Gramsci iluminan algunos recovecos difíciles de su pensamiento; me refiero ahora en concreto a ese hilo conductor de la realidad política, social y cultural, que asciende desde el escalón local (en su caso, el sardismo) y pasando por la importantísima determinación de lo nacional (la cual explica su empeño en estudiar a los intelectuales del Risorgimento y profundizar en la obra de Benedetto Croce, ese “papa laico” que, dice el mismo Gramsci, “es un instrumento eficacísimo de hegemonía”), hasta el ámbito más inconcreto y bastante esquivo de aquellas realidades que reúnen características en cierto modo, o hasta cierto punto, universales.
En una carta escrita desde la cárcel de Turi a la carissima Julca, su mujer (fechada el 5.9.1932), distingue Gramsci entre el “entusiasmo estético” por la obra de arte como tal, y el “entusiasmo moral, o sea, la participación en el mundo ideológico del artista.” «Puedo admirar estéticamente La guerra y la paz, de Tolstoi, sin compartir la sustancia ideológica del libro; si los dos hechos coincidieran, Tolstoi sería mi vademécum; mi livre de chevet.»
Ese orden de ideas le lleva a continuación a dar a Julca algunos consejos que le parece “pueden ser de cierta utilidad si te decides a seguirlos”. Son estos (p. 327 de la Antología seleccionada y traducida por Manuel Sacristán, 1970):
«Los fines que tú podrías y deberías proponerte para utilizar una parte nada despreciable de tu anterior actividad serían, en mi opinión, estos: convertirte en una traductora de italiano cada vez más calificada. Y he aquí qué entiendo por traductora calificada: no solo la capacidad elemental y primitiva de traducir la prosa de la correspondencia comercial o de otras manifestaciones literarias que pueden resumirse en el tipo de la prosa periodística, sino la capacidad de traducir a cualquier autor, sea literato, político, historiador o filósofo, desde los orígenes de la lengua hasta hoy, y, por tanto, el aprendizaje de los lenguajes especializados y científicos y de las significaciones de los términos técnicos en las diversas épocas. Pero eso no basta: un traductor calificado tendría que ser capaz no solo de traducir literalmente, sino también de traducir los términos conceptuales de una determinada cultura nacional a los términos de otra cultura nacional; o sea: un traductor así tendría que conocer críticamente dos civilizaciones y ser capaz de dar a conocer la una a la otra utilizando el lenguaje históricamente determinado de la civilización a la que suministra el material informativo. No sé si me he explicado con claridad suficiente. Pero creo que ese trabajo merece el intento, y hasta la dedicación de todas las fuerzas.»
(La traducción de este texto es, como queda dicho de antes, de Manuel Sacristán; las cursivas son mías; el tipo de traducción que se indica arroja a mi entender alguna luz sobre la naturaleza y los contenidos concretos de la concepción gramsciana de la hegemonía política.)
 

viernes, 26 de mayo de 2017

EL CASO DE LA ELEFANTA IRRITADA


Un VIP de la caza mayor ha fallecido en Sudáfrica aplastado por una elefanta. Según las agencias que han hecho circular la noticia, guiaba a un grupo de turistas en una visita de safari fotográfico en un parque nacional, y fue a dar en mitad de un rebaño de elefantas que atendían a sus crías. Sea por lo que fuere, la irrupción inesperada del turismo de pago molestó a las madres dedicadas hasta ese momento pacíficamente a sus labores. Se desplegaron en guerrilla las elefantas, y acometieron belicosas a los intrusos. Cundió el pánico. El experimentado cazador, responsable a lo largo de su vida profesional de las muertes de un montón de bichos de gran o regular tamaño, empezó a disparar su fusil de mira telescópica para ahuyentar a las elefantas enfurecidas. Más o menos después del tercer disparo una de ellas lo atrapó con su trompa y lo levantó varios metros en el aire. En ese momento, otro participante en la excursión abatió a la agresora de un tiro certero. Aquello debería haber sido el fin de todo, pero la elefanta moribunda tuvo aún la presencia de ánimo, por decirlo de alguna manera, de derrumbarse con todo su peso encima del cazador, y este murió debajo de ella, aplastado.
De la noticia se desprende sin duda una moraleja, pero esta es dudosa. Podríamos destacar por encima de todo la intolerancia a todas luces desproporcionada con la que reaccionaron las elefantas al acceso pacífico a su hábitat íntimo por parte de turistas homologados que habían satisfecho en ventanilla el precio establecido de su ticket correspondiente. Daría la sensación de que en este caso los derechos estaban todos de un lado, y las obligaciones – ostentosamente quebrantadas – del otro. Alguien podría exigir una expedición de caza de represalia para poner fin a tiro limpio a las reacciones abusivas de un personal subalterno desagradecido que olvidó culposamente el generoso acomodo y la comida gratis y abundante distribuida en unos safari parks provistos de todos los adelantos y dotados de unos reglamentos ajustados a la legalidad vigente, visados por las autoridades tanto nacionales como internacionales.
Es hora de que los elefantes se enteren de una vez de que se están comportando como gorrones desagradecidos de un Estado que a duras penas consigue evitar (con dolorosos recortes) déficits presupuestarios peligrosos. Son animales que viven  a costa de los sufridos contribuyentes, y por tanto tienen deberes que cumplir; el principal, soportar con buen talante las pequeñas perturbaciones de su regalado modo de vida que les son impuestas por unos reglamentos ampliamente flexibles y nada autoritarios.
Y sí por voluntad propia no alcanza el sector laboral de los elefantes censados en parques nacionales a comportarse de forma lo bastante neoliberal para convivir sin conflicto en el mundo globalizado que es el nuestro, que sepan que se les puede obligar a hacerlo por las malas, caramba. TINA, There Is No Alternative.
 

jueves, 25 de mayo de 2017

POLÍTICOS PROFESIONALES


«Parece que todo indica que una parte muy importante de la dirección del PSOE, de sus cuadros dirigentes, de sus aparatos regionales, de sus líderes, estaban ignorantes de lo que pensaba la mayoría de la militancia del partido. Tal situación de distanciamiento entre cúpula y base nunca se había visto tan palpable. Si yo fuera dirigente regional del partido y hubiera perdido como han perdido en la mayoría de las regiones no sé si tendría agallas para continuar en esa responsabilidad.»
Así se expresa Javier Aristu en su artículo “Pedro y el PSOE”, publicado en el blog En Campo Abierto (1). Coincido con su análisis. Pero este párrafo en concreto apunta a una situación en el interior de las organizaciones políticas que no es exclusiva del PSOE y que aparece como producto residual del gran proceso universal de la reestructuración de la política como profesión remunerada.
Desde esta visión de las cosas, resulta ingenua la confesión de Aristu: “… no sé si tendría agallas para continuar…” Puesto que si él fuera un dirigente regional del partido, de cualquier partido, defendería en primer y principal lugar su modus vivendi, y la eventualidad de una dimisión por motivos de dignidad (“mis bases me han abandonado en la estacada”) dependería por entero de la posibilidad rápida de encontrar un puesto de trabajo alternativo, estable y con unos niveles de remuneración similares.
Cosa que no abunda. Hace muchos años, pregunté a un dirigente sindical de la corriente resistencialista ultra radical, que por azares electorales se había visto investido teniente de alcalde de su ayuntamiento, si pensaba llevar sus ideas a la gobernación del municipio. Y él me contestó: “En esto hay que hilar muy fino.”
Es seguramente lo mismo que se está diciendo en estos momentos la histórica dinastía, o jerarquía, “susánida”. Incluido Emiliano García-Page, que afirmó con luz y taquígrafos que abandonaría su cargo de ganar Pedro Sánchez las primarias. Fue un pronto que no se le debe tener en cuenta. Emiliano aún puede prestar grandes servicios al partido, por ejemplo en el próximo congreso. Su dimisión, ni está, ni se la espera.
El problema de fondo en todos estos tiquismiquis alambicados reside en un profundo malentendido en relación con el mecanismo de la representación; algo tan importante en democracia, que ha calificado a la modalidad de esta forma de gobierno más usual en nuestros días como “democracia representativa”.
Hoy la representatividad se entiende al revés. No es el dirigente quien ejerce la representación de sus bases, empoderándolas con su mediación ante las instituciones. A la inversa, son las bases las que, en virtud de una disciplina cuasi militar autoimpuesta, tienen la obligación sagrada o poco menos de representar ante la nación a sus jefes naturales, siguiéndoles con el refrendo de su voto en todo lo que propongan. El vínculo transcurre así de arriba abajo, desde la cúpula hacia la base, y no a la inversa, porque los canales de comunicación de abajo arriba han sido obturados a plena conciencia desde tiempo inmemorial.
Pero el dato, objetivo y laico, de que Susana Díaz ha tenido más avales que votos en el proceso de primarias del PSOE, viene a demostrar la falacia de esa disciplina ideal basada en una teórica “servidumbre voluntaria”. En este negociado por lo menos, tal servidumbre ha dejado de tener curso legal.    
 

 

miércoles, 24 de mayo de 2017

RAJOY, EL PODER INERTE


Parece que habrá moción de censura el próximo martes 13 de junio, festividad de San Antonio de Padua. A don Mariano Rajoy le ha parecido muy gracioso que caiga en martes y trece, una muestra de fino humor por parte de la presidenta de las Cortes, la también popular Ana Pastor.
Tiene varios frentes abiertos nuestro presidente. En todos ellos está bregando con no demasiado ímpetu pero sí en cambio con perseverancia, desde la enorme fuerza que es capaz de extraer de la inercia del poder. O tal vez sea más exacto decir, de un poder inerte. Sin pulso. Con encefalograma plano.
El juicio sobre la caja B de su partido, lo atenderá por videoconferencia desde su despacho en Moncloa. La comisión parlamentaria sobre la corrupción, la inaugurará con su presencia y de inmediato seguirá animando blandamente a sus íntimos (por lo menos, a los que aún no tienen casos judiciales abiertos) para que la torpedeen a destajo. Ha colocado al frente de la oficina anticorrupción a Manuel Cobo, que fue segundo de Gallardón cuando este era alcalde de Madrid, y que tendrá muchas cuestiones que aclarar ante la justicia por la gestión del Canal de Isabel II. Eso, díganme si no, también es una muestra de fino humor.
En tercer lugar está la necesidad de derogar el llamado “impuesto al sol”, bello recurso extractor de rentas inspirado desde los consejos de administración de las eléctricas. Europa no traga, el Tribunal de La Haya ha fallado en contra e impuesto multas que pueden ir creciendo en proporción geométrica. Algo había que hacer, y Rajoy lo ha hecho: ha cerrado la puerta y colgado el letrero de “No Molesten”. Estamos sin política energética y con las tarifas a los consumidores en cifras de récord. Los presupuestos del Estado no contemplan nada en esta dirección; ni siquiera una partida extraordinaria para el pago de las multas. Por cierto, el partido del gobierno ha vetado tropecientas enmiendas opositoras a los presupuestos por desbordar las restricciones en el gasto.
Y entonces aparece la moción de censura, promovida por el Coleta, ese chico tan descarado. A Mariano no le molesta que lo insulten, le basta con poner cara de palo, no escuchar, y elucubrar para sus adentros si en la final jugará Isco o Bale. Lo que le descompone son los turnos de réplica. Tener que hablar de lo que hará sobre esto y sobre lo otro, cuando lo cierto es que no hará nada, ni le apetece hacer nada, ni le apetece tampoco explicarlo con esas frases desafortunadas que se le enredan en la boca como las cerezas y acaban en bucle.
De modo que he aquí la solución: si se ha de hacer una moción de censura, que se haga, pero él no va a estar. Una vez más, colgará de la puerta cerrada el letrero “No Molesten”. Nadie diga que no se puede hacer: ya lo hizo en la última (o penúltima, no me acuerdo bien) campaña electoral.
En su despacho cerrado con dos vueltas de llave, arrellanado en la poltrona y con el plasma enchufado pero desentendido del debate en directo, recibirá un mensaje de uachap de su compi Angela Merkel, la única en el desagradecido mundo de la política que lo comprende.
«You Elephant Skin, Mariano.»
“Mierda, tendré que esperar a que vuelva Moragas de las Cortes para que me lo traduzca”, se dirá el Menda Delenda, confuso ante el jeroglífico.
 

martes, 23 de mayo de 2017

EL ADEFESIO


Los datos constatados son que una porción mayoritaria amplia del parlament de Catalunya solicita a través de su president, Carles Puigdemont, consenso al gobierno de España para celebrar un referendo decisorio, en condiciones y garantías máximas y satisfactorias para todas las partes, sobre la separación de Catalunya de España. El plan ha merecido del ministro portavoz del gobierno, señor Méndez de Vigo, y de la ministra de Defensa, señora Cospedal, la calificación de “intento de golpe de Estado”. Parece, pues, que no va a haber ni mucho ni poco consenso en las alturas de la meseta para tal iniciativa.
En ausencia de acuerdo, es también un dato constatado que el parlament buscará activamente cobertura internacional a un referendo catalán unilateral, a través del llamado comité de Venecia, un organismo del Consejo de Europa. Sería esta autoridad, teóricamente objetiva e independiente, la que avalaría las condiciones de realización de la consulta, la igualdad de condiciones entre las partes defensoras de las diferentes posturas durante el desarrollo de la campaña, y los quórums de participación y de acuerdo para dar legitimidad al resultado. Como se hizo en Quebec y en Escocia.
Y luego está ese otro dato no constatado, filtrado a elpais en vísperas de una aparición pública de Puigdemont en Madrid, que sería el “plan secreto” de la secesión. Un plan que rezuma fascismo desde la primera letra hasta la última: ninguneo de la oposición, sometimiento del poder judicial al ejecutivo, supresión de prácticamente todas las garantías y los equilibrios democráticos, Volkgeist en todas sus amplias y reconocibles manifestaciones. Un adefesio.
De haber publicado algo así OKDiario o La Razón, la conclusión más verosímil sería, a lo que entiendo, que se trata de un bulo, un invento maliciosamente fraguado en una covachuela subterránea del poder verticalmente constituido. Puesto que quien lo ha publicado ha sido elpais, que conserva aún cierta credibilidad, muy erosionada en los últimos tiempos por otra parte, hay que pensar que el documento en cuestión procede en efecto del campo independentista. De una covachuela acondicionada en el subsuelo del campo independentista, me atrevo a precisar.
Pero no del estado mayor, para entendernos. No es, no puede serlo, “el” plan secreto, cualquiera que sea este. Se trata de un papel borroneado demasiado zafio, simplista, pedestre. Catalunya es un país serio, cosa que a menudo no se tiene suficientemente en cuenta ni a uno ni a otro lado del Ebro. Incluso los más consecuentes soberanistas se alinearían en contra de un intento tan obvio y mecánico de implantar una dictadura. La independencia a ese precio sería inasumible.
Por todas estas razones, me inclino por considerar irrelevante el adefesio salido a la luz de manera tan estrambótica. Por una parte. Por la otra, creo en la “buena fe” de elpais al publicarlo en las fechas y de la forma como lo ha publicado.
Se trata en ambos casos de una presunción meramente personal y iuris tantum, dicho quede en la jerga jurisprudente. La expresión significa que presumo que las cosas son así, pero estoy abierto a cambiar de opinión en el caso de que aparezcan pruebas en contrario.
 

lunes, 22 de mayo de 2017

LA REBELIÓN DE LAS BASES


No soy bueno adivinando. Hasta el último momento creí en una victoria ajustada de Susana Díaz en las primarias del PSOE, y así lo expuse a todos los que me preguntaron. Una victoria que no serviría de nada, anticipé; y en eso creo que no me equivoqué.
No es que yo estuviera a favor de la candidatura de Susana, y a mis escritos anteriores me remito. Tampoco estaba a favor de Pedro, ni de Patxi. Todo el proceso iniciado con la defenestración de Ferraz, pasando por la abstención en la investidura de Rajoy y el acaparamiento de la atención del público mediante el montaje de unas primarias muy publicitadas y a cara de perro, me parecía costoso, inútil, y negativo para el partido. Pero me parecía también que el aparato del PSOE controlaba las pasiones que estaba desatando en el seno de la organización, y que los barones (Ximo Puig, Page, Lambán entre ellos) garantizaban cómodas mayorías en sus feudos, según la vieja fórmula del cujus regio ejus religio.
No ha sido así. Ni la “neutralidad activa y operante” de la gestora, ni la vociferación maleducada de los pobladores de la torre del homenaje, han garantizado el resultado apetecido. Antonio Hernando, el hombre que cambió de caballo en mitad el vado, ha dimitido arrastrado por la corriente; Emiliano García-Page debería seguirle a muy corto plazo, si es que tiene palabra, puesto que prometió abandonar la política en caso de victoria de Sánchez.
Los dos próceres, y aun otros que puedan seguirles en su próxima travesía del desierto (pienso, por ejemplo en José Carlos Díez, el discutido gurú económico de la lideresa in pectore), se irán desnudos del afecto de sus bases. Lo cierto es que el cataclismo del voto interno no se ha decantado tanto en favor de una opción, como en contra de otra. El mecanismo del mal menor ha funcionado con una potencia y una proyección que no se le conocían. No ha habido resignación, sino ira. No es probable a estas alturas que las bases de todas las opciones políticas que compiten en el mercado público se instalen en la resignación. Si los líderes insisten en no escucharlas, habrán necesariamente de pagar el peaje consiguiente.
Así ha venido sucediendo en fechas recientes, también en otras latitudes. Hay un discurso instalado en la opinión que afirma que la izquierda no se ha sabido situar en el cambio de paradigma de los grandes cambios tecnológicos, económicos y sociales desencadenados a partir de los años noventa del siglo pasado. Los datos nos indican que tampoco las derechas han asimilado bien tanta novedad; que los controles y los equilibrios que regían la ciencia de la política han desaparecido por el escotillón, y que el ciudadano corriente, desprovisto de paraguas sociales frente al chaparrón, ha pasado a situarse de preferencia en la intemperie del individualismo a ultranza. "Si no me das, yo no te doy." 
Las bases se han rebelado; no quieren ser más bases. Algunos lo llaman populismo, pero posiblemente hay más de espartaquismo en esa actitud. Me refiero a los gladiadores, no a otros Espartacos más recientes. Un día, en la vieja Roma, los marginales entrenados para servir de diversión a la elite en el circo encontraron que se divertían más despanzurrando a generales de las legiones que despanzurrándose recíprocamente entre ellos. Aunque la rebelión no tuviera ningún futuro. De todos modos, ellos ya de antes tampoco tenían un futuro digno de ese nombre.
El otro gran derrotado en las primarias ha sido elpais, muy puesto durante todo el proceso en el papel de oráculo de Delfos y asesor privilegiado de conciencias. El editorial de hoy expresa la infinita desolación del rotativo por el resultado, con frases como esta (elijo la menos sonrojante): «La emoción y la indignación ciega se han contrapuesto exitosamente a la razón, los argumentos y el contraste de los hechos.» Si la razón, los argumentos y el contraste de los hechos son lo que connota la inequívoca posición de elpais a lo largo de todo el proceso vivido en las últimas semanas, la Real Academia deberá suprimir del diccionario de la lengua la entrada “torticero-ra”.
Así de claro.
 

domingo, 21 de mayo de 2017

REGRESAR AL CONFLICTO


Unidos Podemos ha apoyado con una movilización de calle la moción de censura que su grupo parlamentario ha presentado, en solitario, contra un gobierno tan autoritario como autista – además de corrupto – que merecía, en verdad, muchísima más censura. Una cosa es que el ejecutivo ningunee no solo a la oposición, vetando todas sus iniciativas legislativas, sino a la mayoría de las cortes soberanas que le han reprobado a un ministro y a dos fiscales; y otra cosa, peor aún, es que las cortes soberanas se ninguneen a sí mismas y concluyan con un encogimiento de hombros, “qué se le va a hacer, con esta gente es imposible razonar.”
Al parecer, suspiramos por aquel estado del bienestar que tan bien nos arropaba y que con tanto acierto gestionaron los primeros gobiernos de nuestra renacida democracia. Suspiramos. Ahora bien, para recurrir en este trance a un argumento de autoridad, conviene recordar que don Gustavo Adolfo dejó sentado en su día, en una irrefutable ecuación matemático-física de muchos bemoles, que los suspiros son aire y van al aire. Pensar en armar una oposición coherente sobre la base de suspiros prolongados y de la especulación, basada en un etéreo cálculo de probabilidades, de que nos tocará la lotería en los próximos comicios sin haber comprado antes ningún décimo, es seguir un camino que conduce directamente al infierno. No lo digo yo; se sabe de siempre que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
Los obstáculos políticos, económicos, financieros, sociales y morales que tenemos enfrente, son bastante más consistentes. El respeto que sienten por la democracia los poderes fácticos que nos empujan a la aceptación resignada de un margen para la política posibilista que cada día se va encogiendo un poco más, es un respeto “zarrapastroso”, según expresión de hoy mismo de mi siempre admirada Sol Gallego Díaz.
Practicar la democracia representativa a fondo, sin dejar de lado ninguna de sus herramientas institucionales, no se reduce a encajar de forma civilizada el “esto es lo que hay” que nos presentan los que sujetan el mango de la sartén. Siempre fue más aguerrida que todo eso, la democracia de los de abajo. Por mucho que se escandalice la señora Pastor, la presidenta de nuestro zarrapastroso parlamento, no es cosa de hoy el que suenen palabras fuertes en los debates de la cámara; y no son los representantes de sus colores los únicos con bula para insultar a los del otro campo. El insulto también es democrático.
Y todos los manuales al uso, establecidos a partir tanto de la teoría como de la experiencia, coinciden en afirmar que cuando no existe consenso, el único remedio posible para avanzar en democracia es regresar al conflicto.
 

viernes, 19 de mayo de 2017

PRIMA AL RIESGO SIN RIESGO


No es una errata, lo han leído bien. Es consenso común entre los economistas la teorización de que el sistema capitalista funciona de modo tal que la recompensa a la fuerza de trabajo se establece a partir de una evaluación técnica del alcance de su prestación; pero en cambio la recompensa al capitalista es mayor, porque se incluye en ella una compensación variable por el riesgo asumido al colocar en el mercado su patrimonio.
Ocurre que no es así, o por lo menos no es así en todos los casos. Lo explica en una tribuna de elpais el profesor Carlos Sebastián (1), con un título acuñado por Max Weber, “Capitalismo políticamente garantizado”, que demuestra que el invento dista mucho de ser reciente.
Es el caso de Abertis, empresa que construyó la autopista AP-7 y que ahora debe ser indemnizada con dineros públicos porque el tráfico ha resultado ser menor que el previsto inicialmente. Así figura en el contrato suscrito, no por ningún contubernio Gürtel o Púnica o Lezo, sino por el anterior jefe del gobierno, señor Rodríguez Zapatero. Es decir, que el Estado ha ofrecido a la segunda parte contratante la prima debida, según la teoría, al capital por el riesgo asumido, pero sin que exista asunción de ningún riesgo. A cosica hecha. Salgan o no salgan los números, tú recibes tu parte acordada de beneficio. Si no alcanzan a pagar esa parte los usuarios, lo harán los contribuyentes.
El asunto, medita el profesor Sebastián, puede tener algo que ver con el carrusel de las puertas giratorias, pero no se explica enteramente desde esa perspectiva. Lo que subyace detrás de tales asuntos es la sólida instalación de una estructura clientelar pública-privada muy extendida, que rebasa en mucho el círculo de influencia de las empresas del Ibex en cuyos consejos de administración figuran políticos relevantes.
Se trata de un fenómeno de parasitismo del capital, que se remunera a sí mismo con dineros públicos por prestaciones conseguidas mediante tratos de favor con las administraciones. Sus consecuencias en la competencia y la eficiencia de la economía nacional son muy graves, por más que el cálculo exacto resulte difícil de concretar. El profesor Sebastián lo expresa así, literalmente: «La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia estima que las malas prácticas en la contratación pública generan un sobrecoste del 25% (un 4,7% del PIB), pero el coste real puede ser mayor por sus efectos sobre la eficiencia productiva.»
 


 

jueves, 18 de mayo de 2017

GRAMSCI FÜR EWIG


Imposible cualquier pretensión de originalidad cuando se escribe sobre Antonio Gramsci. Todo está ya dicho, repetido, controvertido, refutado y recuperado de una u otra manera. Varias veces, además. Es, por tanto, con ánimo ligero como me dispongo a discurrir sobre el goethiano für ewig (“para siempre”, “para la eternidad”) que Nino repitió varias veces en su celebérrima carta a Tatiana Schucht desde la cárcel de San Vittore de Milán, con fecha 19.3.1927 (ver en págs. 223-226 de la Antología preparada y traducida por Manuel Sacristán, Siglo XXI Editores, 1970).
Nino afrontaba una condena dura, prácticamente de por vida. El fiscal del Tribunal especial fascista que lo juzgó, Michele Isgrò – un nombre propio para la historia universal de la infamia –, había afirmado: «Debemos impedir a este cerebro funcionar durante los próximos veinte años.»
Nino tenía planes muy distintos a los de Isgrò. Se los contó a su cuñada con una punta de ironía («Esta carta mía, querida Tania, va a ponerte los pelos de punta»). Era, aparte el cariño y la confianza en “el buen juicio y el fundamento de las opiniones” de Tania, un recurso para estimularse a sí mismo, porque, como comentará en otro lugar, su espíritu es “dialógico o dialéctico” y le es imposible elucubrar en el vacío, necesita una contraparte que le escuche y le rectifique de ser necesario: «Has de saber que escribir es para mí el sucedáneo de la conversación: cuando te escribo me parece verdaderamente estar hablándote…»
Este es el plan que expuso Nino a Tania, lo que adivinaba que iba “a ponerle los pelos de punta”: «Estoy obsesionado (fenómeno, supongo, característico de los presos) por la siguiente idea: que habría que hacer algo für ewig, según una compleja concepción de Goethe que, según recuerdo, atormentó mucho a nuestro Pascoli. En suma, querría ocuparme intensa y sistemáticamente, siguiendo un plan previo, de algún tema que me absorbiera y centralizara mi vida interior. He pensado hasta ahora en cuatro temas, y ya eso es un indicio de que no consigo concentrarme…»
El profesor Sacristán advierte en una nota sobre el carácter irónico del für ewig y sobre los tormentos de Pascoli al respecto. Lo asumo, porque además Gramsci no es nunca grandilocuente ni retórico; es, muy al contrario, un sardo de pies a cabeza, que se expresa "desde el pesimismo de la inteligencia", con sequedad y concisión objetiva. Pero la cautela introducida por el traductor no desvirtúa el hecho de que Gramsci no se está proponiendo incidir sobre la situación política concreta de su país, sino trascenderla en un estudio de tipo más general; no va a razonar en contra del fascismo, ni siquiera por elevación, sino a incluirlo como referencia de un ámbito en el que la sociedad, sus formas de organización y sus leyes intrínsecas van a pasar al primer plano.

Como prueba de lo anterior, estos son los cuatro temas en cuestión: 1, la continuación del ensayo interrumpido por su detención sobre la “quistione meridionale”, a fin de profundizar en la “formación del espíritu público” en Italia en el XIX, y en el papel desempeñado por los intelectuales; 2, un estudio de lingüística comparada, desde el punto de vista de los neolingüistas contra los neogramáticos; 3, un estudio del teatro de Pirandello, y 4, un ensayo acerca de la novela de folletón por entregas.


La elección de los temas resulta disparatada a primera vista, y sin embargo Nino encuentra un lazo de unión entre ellos: «En el fondo, si bien se observa, hay homogeneidad entre estos cuatro temas: el espíritu popular creador, en sus diversas fases y grados de desarrollo, está en el fundamento de todos en la misma medida.»
Este plan inicial, “desinteresado” y für ewig, según insiste (con tanta carga de ironía como se quiera) en varios pasajes de la carta, se plasmó en 32 cuadernos escritos a mano durante seis años, entre el 8 de febrero de 1929 y algún momento de 1935 en el que la consunción de su cuerpo, las enfermedades, los dolores y el insomnio acabaron por hacer imposible el esfuerzo diario. En total llenó 2.848 páginas, que corresponderían a unos 4.000 folios mecanografiados. Todo ese volumen de escritura tenía un carácter forzosamente provisional. El preso 7047 de la cárcel de Turi utilizó a fondo las lecturas escasas y diversas a las que pudo tener acceso en prisión, pero se limitó a esbozar sus tesis «a grandes rasgos, dada la imposibilidad absoluta de disponer de la mole inmensa de material que sería necesaria», según comenta en la misma carta a Tania.
De los Cuadernos emerge, sin embargo, una concepción original y consistente de la praxis política, de la filosofía que la sostiene, y de los elementos estructurales y sociales que deben secundarla de forma imprescindible. Una concepción für ewig, dicho sea sin énfasis pero en verdad. De ahí que resulte un comistrajo incomible la pretensión, organizada desde sectores académicos, de “datar” a Gramsci y reducir su significación como pensador al marco histórico de la lucha antifascista.
 

miércoles, 17 de mayo de 2017

EL CLUB DE LOS NEGOCIOS PINGÜES


Al tiempo que escribo estas líneas, Mariano Rajoy está reiterando en el Congreso su plena confianza en el tridente de gala que ha colocado en su equipo para cubrir el flanco Aranzadi de la política de negocios pingües que promueve con empeño digno de mejor causa el partido del gobierno.
Catalá, Maza, Moix. Tres cracks.
De nada sirve que el Congreso, presunto depositario de la soberanía nacional, haya reprobado a los tres. El parlamento solo es útil en la actual situación como arma arrojadiza contra los extraparlamentarios. Se ningunean las movilizaciones de calle con el argumento de que las cuestiones políticas han de dilucidarse en el parlamento. Cuando se llevan esas mismas cuestiones al parlamento, en cambio, la opinión mayoritaria de la cámara tampoco vale de nada. Tenemos la confianza del gobierno, ha venido a decir el fiscal general del Estado, señor Maza. Respecto del resto, preferimos que se nos aplauda, claro está. Pero si nos aplauden en la cara, no por eso vamos, ni a dimitir, ni a rectificar.
¿Qué vale, entonces, para que el pueblo soberano pueda cambiar lo que es evidente que no le gusta?
El desprecio de los poderes ejecutivos hacia las cámaras legislativas es más o menos universal, pero en pocas ocasiones, diría que en ninguna, ha llegado tan lejos como para hacer caso omiso de una votación parlamentaria de confianza. Es otro récord mundial de la marca España. La jeta entre divertida y socarrona de Catalá y Maza después de la sesión, y sus explicaciones a los medios, valen por toda una lección de dictadura de facto.
Y es que el club internacional y exclusivo de los negocios pingües se sitúa cada vez más lejos de la democracia. La tolera como un mal menor, pero siempre y cuando no resulte un incordio excesivo. Error. La democracia, si es de verdad y no de mentirijillas, siempre es un incordio excesivo.
Por todos estos intríngulis, resulta inane que Patxi López, outsider al cargo de secretario general del PSOE, afirme (literalmente): «Nosotros somos la alternativa al PP, y no tenemos que pactar con Podemos.» Y en la misma entrevista, firmada por Anabel Díez y Rafa de Miguel en elpais, añade que «… debemos definir espacios de consenso [con el PP] en asuntos muy relevantes, de Estado.»  
Declaraciones que me parecen lamentables para un político que aspira a postularse como jefe de un futuro gobierno de la nación. Lo que implican, es que toda una porción del Congreso de los Diputados tiene para él un valor cero en lo que se refiere a los consensos (de Estado u otros). Y en último término, se deduce sin demasiado esfuerzo de ellas que la "alternativa política" que avizoraría el PSOE bajo su mando tendría sentido, no en relación con la ciudadanía (ni se menciona la palabra), sino en relación con la prioridad en el trato con el selecto club internacional de los negocios pingües.
 

martes, 16 de mayo de 2017

PRIMARIAS


El voto de las primarias es un voto interno, y quien lo controla es el partido convocante. No pretendo decir que haya trampas obligatoriamente, pero se sabe de algunas historias raras. En una ocasión, votó en unas primarias para la candidatura socialista a la alcaldía de Barcelona un grupo de paquistaníes recién llegados a la capital catalana en busca de trabajo. La cosa trascendió porque fueron casi los únicos que se acercaron a las urnas partidarias aquel día.
Lo normal es que no sea necesario llegar a esos extremos. Aun así, es difícil argumentar la utilidad del invento. Parece preferible para el electorado decidir su voto por una opción coral, un equipo dirigente sólido, eficaz y conjuntado, que deshojar la margarita entre uno de tres tenores o primadonnas. Los torneos de fútbol no los ganan en último término los Cristiano Ronaldo ni los Leo Messi; quienes acaban sacando las castañas del fuego en las jornadas grises y deslucidas son las opciones B o los fondos de armario, según la etiqueta preferida por cada cual. Es muy distinto ganar el Balón de Oro que una gran liga, en la que el glamour no es un añadido desequilibrante y lo que cuenta es la regularidad del partido a partido.
En política viene a suceder lo mismo.
El SPD centró sus esperanzas de sorpasso para la cancillería alemana en la operación de imagen asociada al candidato Martin Schulz, pero de momento este no ha ganado a Merkel ni siquiera en el feudo socialista de Renania del Norte-Westfalia. El PSOE, de forma similar, ha puesto sus esperanzas de remontada en un proceso de primarias muy seguido por las audiencias de los medios por el morbo inherente a dos de los tres candidatos, que se llevan como el perro y el gato y lo demuestran cada vez que hay ocasión.
Están por ver los réditos en forma de votos que dará al partido ese culebrón. Susana Díaz ha dicho con mucho énfasis que, si es ella la candidata electa, caso de que el PSOE no remonte electoralmente se marchará sin hacer ruido y sin fracturar el partido. La oferta es tentadora, pero se ha dejado algún cabo suelto. Veamos, ¿esa prometida retirada silenciosa y discreta se hará, como ha sido habitual en sus antecesores, por alguna puerta giratoria? Es algo que a la ciudadanía le agradaría saber. No para votarla, lo digo con total sinceridad, sino debido a lo que nos cuesta a los contribuyentes una práctica tan consabida y reiterada.
También ha prometido  Díaz, después de no contar en la autonomía catalana con avales ni siquiera de paquistaníes en tránsito, que “se dejará la piel” en Catalunya. Seguro que será así, por varias razones. Una de ellas, que habrá quien se la arranque a tiras.
 

lunes, 15 de mayo de 2017

COMERSE EL PASTEL Y GUARDARLO


Peter Pan, según la historia de James Barrie, tenía un dilema serio (algunos, aficionados en exceso a esta palabra, lo llamarían “profundo”). Si quería seguir teniendo a su lado a Wendy, aquella encantadora madrecita cuya aspiración en la vida era recoser por las noches la ropa de los niños perdidos mientras les contaba cuentos para hacerles dormir, Peter estaba obligado a crecer. Si elegía no crecer y seguir siendo eternamente un niño, perdía sin remedio a Wendy y el mundo que representaba.
Crecer implicaba hacerse persona mayor, es decir: vestir levita, pantalones rayados, botines, sombrero de copa, gafas de concha y paraguas; manejar presupuestos complicados; regir la agenda diaria por el reloj, y echar una tripa consistente, entre otras obligaciones quizá no tan repulsivas.
Tal y como ha quedado debidamente documentado, Peter tiró por la calle de en medio y se llevó a Nunca Jamás a Wendy y a sus dos hermanos. Durante el viaje, que fue divertidísimo, se olvidó de sus acompañantes en varias ocasiones; en una de ellas el pequeño Miguel se durmió y cayó a plomo a cielo través, pero pudo ser salvado en última instancia de estrellarse gracias a una ágil pirueta de Peter, que quedó encantado de sí mismo después de aquel lance.
Los niños vivieron aventuras emocionantes en Nunca Jamás, pero en definitiva eligieron volver junto a sus padres. Peter, por el contrario, eligió no elegir.
Su posición es parecida a la de las personalidades adictas al credo neoliberal que gestionan el actual capitalismo. Creen que el egoísmo privado es el anclaje ideal para la cohesión social; que el esquilmo de las materias primas y la emisión de gases venenosos a la atmósfera son minucias que no perjudican la sostenibilidad del planeta; que incrementar hasta extremos insoportables la desigualdad entre las personas llevará a largo plazo a la mayor felicidad de todos. Para plasmar esas fantasías inconsistentes y contradictorias, su receta mágica es el polvo de hada. El polvo de hada es brillante y dorado, como es sabido; esparcido sobre las personas, les permite levitar y evadirse sin esfuerzo del mundo real.
Se trata de chiquilladas, por supuesto. Pero están costando muy caras. Pensar de esa manera permite acelerar alegremente la marcha y ahorrarse preocupaciones sobre el futuro, pero el futuro está ahí, esperándonos puntualmente todos los días.
Es imposible comer el pastel y guardarlo, al mismo tiempo. Es imposible no introducir el futuro en nuestros cálculos y sin embargo pensar que en su momento tendremos un futuro amable a nuestra disposición.
La vida consiste en elegir. Elegir no elegir es una actitud suicida. Las tasas de suicidio se están incrementando en las sociedades postindustriales que se postulan como punta de lanza de nuestra civilización.
El fin del mundo podría ser muy triste.
 

domingo, 14 de mayo de 2017

FELICIDAD PRETECNOLÓGICA


Una avería en la línea telefónica fija nos dejó ayer en Sant Pol sin acceso a internet. Ya ha sucedido otras veces, pero ayer, cuando avisamos a la compañía desde el móvil, nos contestaron que la reparación no podía ser inmediata debido a que un ciberataque internacional masivo había afectado a toda la estructura de servicios.
Fuerza mayor. Después de rabiar un rato y de sentir la profunda mordida del síndrome de abstinencia, opté por el consuelo clásico en situaciones de impotencia: relajarse y gozar.
Cuando manejé por primera vez tal cosa como un ordenador, recuerdo, no existía aún el internet, y mi cachivache, un Amstrad (¿recuerdan la marca?), tampoco tenía disco duro, el sistema operativo iba en un disquete floppy y se introducía en el mecanismo por una de dos rendijas laterales. Como la memoria RAM era tan solo un futurible, el usuario debía almacenar el trabajo hecho en otros disquetes similares. Cuando uno estaba lleno, el sistema te avisaba para que lo cambiaras. El resultado final se imprimía trabajosamente en papel.
Yo utilizaba mi Amstrad como procesador de textos. A pesar de las limitaciones de un sistema informático tan rudimentario, comprobé que mis traducciones avanzaban el doble de deprisa que con la máquina de escribir, y eso que tenía una larga experiencia en el manejo de esta. Hoy, con herramientas tales como el corrector automático, el diccionario online y el buscador de datos de google chrome, mi velocidad de traducción es más de tres veces y media superior a la del tiempo previo a la irrupción de las TIC.
Y eso contando la pérdida de agilidad mental sobrevenida con el paso de los años. Pero ya no es obligado buscar el sinónimo, consultar la duda, ordenar la sintaxis, etc., antes de plasmar el discurso en la hoja de papel en blanco, un soporte atemorizador, terriblemente rígido y delator de cualquier mínima imperfección. Ahora puedo trabajar en bruto y perfilar el estilo en un plisplás con el penúltimo repaso, ese que antes te obligaba al tippex.
Iba pensando en esos cambios, y se me ocurrió tomar alguna nota para este post, utilizable cuando el escalón tecnológico actual volviera a la normalidad. Como tenía el portátil apagado, busqué un bolígrafo y el dorso en blanco de un sobre usado, y empecé a garabatear. Taché, reescribí, volví a tachar, añadí flechas para indicar por dónde seguían algunas frases. Al rato, el sobre se me quedó pequeño y hube de agenciarme otro. Al final, esto que ustedes leen quedó esbozado en un espantoso galimatías. Sentía cansada la mano por el empeño de la escritura. Y eso que solo eran notas para un futuro borrador.
Contemplé en éxtasis los dos sobres emborronados. ¡Así eran las cosas antes! Y me dejé invadir por la felicidad pretecnológica de las ideas que surgen de la nada y se concretan fatigosamente a punta de bolígrafo.
Después me puse a leer un libro de papel, una aventura de John Rebus, el policía creado por Ian Rankin (1). Rebus es un residuo de épocas pretéritas en la policía escocesa. Está jubilado, procura no beber tanto alcohol como antes, y está adscrito a una sección que trabaja sobre casos antiguos aún abiertos. En relación con una desaparición antigua no resuelta, recurre a Christine Esson, una agente joven, menuda y pizpireta que ejerce de vínculo entre la policía y la comunidad de internet. Rebus le lleva en unas carpetas la información del caso, en forma de informes antiguos, notas aclaratorias escritas a mano por él, y un rimero de fotografías. Christine le dirige una mirada divertida:
– ¿Has oído  hablar alguna vez del e-mail?
Y él contesta, picado:
– ¿Algún problema con mi caligrafía?
 
(1) El título de novela es Sobre su tumba. Versión española RBA 2014, traducción de Efrén del Valle.

 

viernes, 12 de mayo de 2017

PASCUAS ANTES DE RAMOS


Lo malo del procès catalán es que, al alargarse tanto todos los prolegómenos inexcusables, la hoja de ruta resulta confusa y el calendario se enreda en demasía. Se pierde la perspectiva sobre lo que va primero y lo que viene luego. De alguna forma estamos probando las hieles de un Estado soberano antes que las mieles.
El parlament aprobó la creación de una comisión para investigar los entresijos de la Hacienda catalana después de que el juez Vidal afirmara de forma pública y repetida que esta ya tiene todos los instrumentos para funcionar a pleno rendimiento, y que no se le escapará ningún contribuyente por las rendijas.
Esta afirmación en sí misma ya era una muestra del mal mencionado arriba. La voluntad de conducir a su pueblo a Ítaca por parte del grupo político que ocupa la mayoría en un parlamento meramente autonómico, es ciertamente muy firme. De acuerdo, pero ocuparse de la forma de llenar las huchas antes que de la de llenar las urnas no deja de ser un procedimiento extemporáneo y abusivo. Cualquier hoja de ruta bien confeccionada dirá que las cosas deben hacerse al revés. Primero, preguntar educadamente, “¿quiere usted, señora/caballero, tener un Estado independiente?” Y solo después de una respuesta positiva claramente mayoritaria, no diré en qué porcentaje para no pillarme los dedos porque sobre eso están divididas las opiniones de los doctores de la iglesia, solo después, subrayo, presentar la factura: “Pues esto es lo que le toca pagar. Póngase en la cola para pasar por caja.”
Nuestro conseller de Hacienda se apresuró a decir que las afirmaciones del juez Vidal no eran ciertas, que fabulaba. Mejor. Pero luego el cantante Llach, que sucedió a Vidal en las tareas de adoctrinamiento a los fieles sobre las bendiciones que nos esperan, ha advertido de que los funcionarios del Estado español en Catalunya que se nieguen a aplicar la desconexión serán represaliados. Se ha armado un segundo escándalo. El escándalo no está tanto en las palabras de Llach en sí mismas, al parecer, como en el hecho de que la prensa, con desafecto notorio hacia la causa, las haya dado a los cuatro vientos, en lugar de disimular y mirar a otra parte como estaba mandado.
Y ahora, un rodillo parlamentario bien engrasado ha denegado la asistencia ante la comisión de ninguno de los llamados por los partidos a dar explicaciones. Ninguno, repito. Ni tan siquiera el mismísimo juez Vidal.
Mi enhorabuena a los muñidores de la mayoría por esta perfecta interpretación coral de la vieja práctica parlamentaria del rodillo. Estamos a la altura de los primeros países de Europa en triquiñuelas obstruccionistas.
Solo que no tocaba. Una vez más, los sueños de soberanismo de nuestras/os próceres han degenerado en semenfotismo, que no es lo mismo, y les han llevado a celebrar la Pascua de Resurrección antes de la fiesta de los Ramos.
Nos hemos quedado nosotros sin comisión, y ellos sin credibilidad.
 

jueves, 11 de mayo de 2017

POESÍA INEVITABLE


En abril de 1965, y como presentación de algunos poemas propios en una antología de poesía social preparada por Leopoldo de Luis, Ángel González (Oviedo, 1925 – Madrid, 2008) defendía la poesía social de la acusación de “mala poesía”, con las siguientes palabras: «Más que posible, esa poesía me parece inevitable.»
Hoy cedo al poeta las páginas de mi bitácora. Que el lector juzgue por sí mismo si la composición siguiente, datada en los primeros años sesenta, ha fracasado en el intento de superar la barrera del tiempo, o si por el contrario sigue siendo de actualidad rabiosa. Si es “mala poesía”, o poesía inevitable.
 

ALOCUCIÓN A LAS VEINTITRÉS


Ciudadanos perfectos a estas horas,

Honorables cabezas de familia

Que lleváis a los labios vuestra servilleta

Antes de pronunciar las palabras rituales

En acción de gracias por la abundante cena:

 

Vuestra responsabilidad de sólidos pilares

De la civilización y de Occidente,

Del consumo de bicarbonato sódico

Y del paternalismo hacia la servidumbre,

Exige de vuestra parte

Cierta ignorancia de hechos también ciertos,

Un esfuerzo final en bien de todos,

La tozuda incomprensión de algunas realidades,

La fe más meritoria, en resumen,

Que consiste

En no creer en lo evidente.

 

Yo podría jurar que la tierra está fija

– ya lo juré otras veces –

Y que el sol gira en torno a ella;

Yo podría negar que la sangre circula

– lo seguiré negando, si hace falta –

Por las venas del hombre; yo podría

Quemar vivo a quien diga lo contrario

– lo estoy quemando ahora –.

 

No es que sean importantes los asuntos

Objeto de polémica:

Lo importante es la rígida

Firmeza en el error.

Pues las mentiras viejas se convierten

En materia de fe,

Y de esa forma

Quien ose discutirnos

Debe afrontar la acusación de impío.

Con esto,

Y una buena cosecha de limones,

Y la ayuda impagable de nuestros coaligados,

Podemos esperar algunos lustros

De paz como esta de hoy,

En una noche

Semejante a esta de hoy,

Tras una cena

Lo mismo que esta de hoy.

Tal como siempre, pues, pedid conmigo:

Más fe, mucha más fe. Que en cierto modo,

Creer con fuerza tal lo que no vimos

Nos invita a negar lo que miramos.