jueves, 31 de enero de 2019

EL FINAL DE CICERÓN



Cita López Bulla en su blog de culto la siguiente frase de Oriol Junqueras, declamada en mitad de la tangana (algunos dicen tángana, quizá para pasar por cultos) que mantiene con Carles Puigdemont por la primogenitura del procés: «Sócrates, Séneca y Cicerón tuvieron la posibilidad de huir, pero no lo hicieron.»

Lo mismo que ha hecho él, se entiende. A ese recurso se le llama adornarse con plumas ajenas. Con la circunstancia agravante de que tales plumas son dudosas en algún caso, e inexistentes en otro.

Cierto que corre un rumor insistente relativamente reciente (desde hace unos quince siglos), en sostén de la opinión de que la autoridad ateniense habría preferido con mucho que Sócrates aprovechara cualquier viento fresco para pirarse a algún lugar discreto y lejano: Éfeso, Alejandría o Waterloo, lo mismo daba siempre que se hiciera humo. Pero él no, insistió en beberse la cicuta para dar por culo hasta el último momento a las leyes de la ciudad.

Fue su elección, si hemos de creer a Platón y a Jenofonte. Ambos eran grandes escritores además de filósofos, y es posible que hermosearan de algún modo los hechos, convirtiendo la aceptación de una sentencia (justa o injusta, en ese avispero no voy a meter la mano) en un acto supremo de libertad.

Lo de Séneca tuvo un matiz claramente distinto. Nerón le mandó recado: “o te suicidas o te suicidamos nosotros.” Y el filósofo estoico eligió la primera opción. Nadie, que yo sepa, ha apuntado que tuviera alguna “posibilidad de huir”. La burocracia imperial era ruda y bastante implacable. En el estadillo correspondiente constaba la anotación de que Séneca había de desaparecer de este mundo, y ese y no otro era el decreto a cumplimentar en el plazo prescrito por las ordenanzas.

Por fin, lo de Cicerón fue enteramente otro caso. Mientras tuvo posibilidad de huir, Cicerón huyó como un Puigdemont cualquiera. Optó por el destierro en la época de Clodio, volvió al foro como abogado privado cuando pasó el peligro inminente para su vida, optó por Pompeyo frente a César porque no tuvo más remedio que elegir, e intentó congraciarse servilmente con César cuando este sentenció la eliminatoria con una goleada tipo Barça.

César no aceptó sus disculpas, y Cicerón volvió a retirarse al ámbito privado. En una carta a Ático, escrita desde su finca rústica en Formia, explica así su alejamiento de los torbellinos políticos de la urbe: «Aquí me tienes filosofando (qué remedio).»

No fue ajeno al parecer al complot que puso fin a la vida de César. Por lo menos Marco Antonio estaba convencido de ello, y encabezó con su nombre la lista de enemigos de la patria que presentó a Octavio. Para Octavio, la época republicana senatorial era ya agua pasada, y concedió sin hacer remilgos a su entonces aliado la cabeza de Cicerón.

El cual se dio a la fuga, presa de pánico. Pasó por numerosas peripecias, pero no encontró ningún escondite adecuado. Fue delatado por amigos oficiosos cuando se creía seguro. Finalmente, los esbirros de Antonio lo interceptaron cuando huía desde Formia hacia el mar. Era aquel un Cicerón enflaquecido, desgreñado, de barba crecida, con el semblante patricio demudado por la agitación y la angustia. Según Plutarco, cuando su litera fue detenida, asomó la cabeza por la ventanilla y ofreció el cuello a la espada del centurión que mandaba la tropa.

Ningún parecido con Junqueras. En todo caso, con su mano derecha durante algún tiempo, Marta Rovira, que sigue en Suiza cultivando la filosofía, qué remedio.


miércoles, 30 de enero de 2019

PHOTOSHOP ESTADÍSTICO SOBRE EL EMPLEO


Ayer comentaba en esta página el ímprobo esfuerzo de los medios de comunicación para hacer pasar por buenas unas cifras estadísticas que no lo son. No hay más empleo en España, sino mayor fragmentación del empleo; pero si se toma como medida el número de contratos de trabajo ─sin tener en cuenta el hecho, estadísticamente comprobado, de que la duración de los empleos se está acortando progresivamente ─ en lugar del número de puestos de trabajo reales, viene a resultar que vamos lanzados hacia el pleno empleo, la crisis está superada y las repetidas reformas laborales desreguladoras han pavimentado el camino hacia un futuro radiante.

No tienen nada intrínsecamente malo dichas especulaciones, siempre y cuando uno no se las crea. Viene a suceder como con el photoshop; mediante esta técnica la figura resulta mucho más favorecida en el papel satinado, pero los michelines siguen ocupando tenazmente su lugar.

Conviene, por consiguiente, no poner demasiada fe, la fe del carbonero, en la ciencia estadística. El punto significativo es la obligación de cruzar todos los datos estadísticos disponibles sobre una realidad concreta, y hacer el diagnóstico a partir de esa totalidad. Quienes se adentran en esos vericuetos a partir de un dato aislado y sacan conclusiones generales de ese dato, se encaminan en derechura a la mentira, por no decir al ridículo.

Pongamos que estoy hablando de Nuño Rodrigo Palacios, que en elpais de hoy, en un trabajo que titula “Las cinco provincias que han recuperado todo el empleo perdido y la que no tiene casi paro”, comenta el excelente comportamiento de la provincia de Soria en el tema del empleo. La tasa de desempleo en Soria es del 4,35%, un sueño: «similar a la de Noruega y notablemente más baja que la tasa sueca», se maravilla Rodrigo Palacios.

Soria sí ha hecho los deberes; la provincia está apenas a un pasito del pleno empleo. Soria y Noruega, los dos faros que deben guiar los comportamientos laborales en Europa.

No hace falta hurgar mucho en el contexto para desmontar esa visión. La tasa de desempleo soriana está en relación directa con su despoblación. En 1976 la provincia tenía 102.838 habitantes, que en 2017 han descendido a 88.903, tan solo 8,63 por km2. Las cifras más bajas de Europa.

Los que no se han marchado, han envejecido en este tiempo. La tasa de nacimientos es ínfima, los mayores de 85 años representan el 6% del total, la población activa (en edad de trabajar) es muy reducida, y las actividades económicas se centran en el sector primario (agricultura y ganadería) y en las industrias derivadas (cárnicas, bodegas). No estamos ante un ejemplo de empleo sostenido, sino ante la lánguida decadencia de una estructura económica intemporal, que no crea fuentes alternativas de riqueza ni genera nuevas oportunidades de empleo.

Rodrigo Palacios señala también animosamente las provincias donde el empleo ha crecido en números absolutos desde 2007. Son muy pocas: Santa Cruz de Tenerife, Guadalajara, Baleares, Málaga y Las Palmas. Con la excepción de Guadalajara, convertida por la fuerza de las cosas en suburbio periférico de Madrid, adonde se han trasladado recientemente mucha población, empresas y servicios nuevos generados por la capitalidad, las otras cuatro son provincias eminentemente turísticas, tres de ellas insulares. En el terreno del turismo ha habido en estos años un fuerte incremento de las infraestructuras hoteleras, de restauración y otras concomitantes. Es de nuevo la teoría del bar de copas de Europa. Pero añade el autor del artículo, sin salirse de las únicas estadísticas que maneja, que así como en ellas ha crecido el empleo desde 2007, también ha crecido ─más aún, en porcentaje─ el desempleo. El nuevo empleo no ha estado a la altura del incremento demográfico; lo cual pone en entredicho toda la estrategia “ortodoxa” del crecimiento preconizado por la banca y las instituciones.

Ni una palabra, en el artículo citado, de la “calidad” del empleo creado. Un tema sobre el que siempre se pasa de puntillas. Va a ser que el empleo basura es la panacea para la economía del país. Es lo que viene a defender  Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, que encuentra exageradas las partidas sociales de los presupuestos del gobierno de Pedro Sánchez, y recomienda mayor austeridad en las cuentas, dada la marcha trepidante que llevamos.

Posdata.- Encuentro, ya redactado este artículo, una argumentación mucho más solvente y completa que la mía sobre lo que aquí se critica. Es la de Lola Santillana, secretaria de Empleo y Cualificación Profesional de CCOO, que puede consultarse en https://www.nuevatribuna.es/articulo/economia-social/trabajo-precariedad-laboral-epa-ccoo-ugt/20190129130354159652.html


martes, 29 de enero de 2019

LA VENGANZA DE LOS MONOS


Gran satisfacción en la prensa generalista: el paro retrocede y el empleo avanza incontenible. ¡Por sexto año consecutivo! El sector público lidera la creación de empleo; la industria pierde personal, pero la pujanza del sector servicios absorbe el auge de la demanda laboral consecuente al aumento de la población activa en la fase expansiva del ciclo.

No se precipiten a descorchar el champaña; hay un malentendido de fondo. La alta dirección empresarial, bancaria y de la prensa escasamente canallesca, está haciendo juegos malabares con conceptos abstractos; y con esa vistosa exhibición de destreza está cubriendo al mismo tiempo con el famoso velo de Isis los misterios que ocurren realmente en los laberintos subterráneos del Templo de la Economía Boyante.

Creación de empleo significa tan solo multiplicación de contratos de trabajo; nadie añade al sustantivo “empleo” el adjetivo “duradero”, que sí supondría un avance. Algo parecido ocurre con los conceptos de “masa salarial”, “horario de trabajo” e, incluso, “salario mínimo interprofesional”. Las cifras de las listas de empleo son meras metáforas. Las personas reales desaparecen de las listas del paro no cuando consiguen empleo, sino meramente cuando siguen un cursillo. El cursillo en cuestión tampoco les capacita para optar a empleos de mayor responsabilidad y mejor pagados porque, sencillamente, ese tipo de empleos no se está creando. Todo es estacional, provisional, precario y a tiempo parcial. Calificativos poco lucidos todos ellos, que se dejan ocultos en la profusión de alharacas desplegadas en las primeras páginas de los periódicos que se felicitan y nos felicitan por la actual bonanza económica patrocinada por el gobernador del Banco de España y las diferentes y coincidentes troikas.

En el Guardian, mientras tanto, aparece una noticia que viene a completar una reflexión aparecida hace algún tiempo en esta bitácora (1). Ocurre, al parecer, que los monos que se pierden en invierno en Malaisia ya no son repatriados en trenes a sus selvas de origen. El crecimiento elefantiásico de Kuala Lumpur restringe cada vez más los espacios selváticos, y los monos perdidos y privados de billete de vuelta se han adaptado al nuevo hábitat: se han urbanizado. Y ahora el problema es que bandas de monos agresivos asaltan a los transeúntes y les despojan de la comida que puedan llevar, como objetivo preferente, y de cualquier otra cosa a falta de comida.

Es un ejemplo de la flexibilidad y la plasticidad de la naturaleza: si no le es posible seguir llevando una existencia pacífica y el struggle for life le impone un cambio radical de hábitat y de conducta, el animal se adapta a la nueva situación. No de la forma que desearía la gobernanza neoliberal de los destinos de la aldea global; pero se adapta.

Por debajo del velo de Isis que protege los misterios de la fuerza de trabajo en España, está ocurriendo lo mismo. No es que se trabaje en negro como sostienen algunos sociólogos; por lo menos, no es que se trabaje “mucho” en negro. Es que hasta cinco de esos flamantes nuevos empleos tan publicitados los desempeña una sola persona; y aun entonces, le cuesta sobrevivir de forma digna hasta el final de mes.

Y la cosa puede ir a peor, si el gobierno no atiende las llamadas urgentes de atención de los sindicatos y los movimientos sociales, para reformar de forma drástica las reformas laborales.

Sin miramientos ni contemplaciones hacia unas patronales miserables empeñadas en convertirnos de grado o por la fuerza en el bar de copas de Europa.



lunes, 28 de enero de 2019

ACOSO Y DERRIBO A ADA COLAU


No escucho otra cosa en estos días.

Bueno, es cierto que yo escucho poco, mis performances auditivas no son para tirar cohetes; pero es que Carmen tampoco.

Manel Valls, ese catalán transpirenaico irredento, dio una conferencia hace pocos días sobre el tema del caos existente en Barcelona y sobre la inutilidad manifiesta de Colau para remediarlo. Qué quieren que les diga, a mí Barcelona me parece bien como está, incluso si hay momentos en que los taxistas “azuzados por Colau” ocupan la Gran Vía; y puestos a señalar inutilidades manifiestas en las instancias dirigentes de la catalanidad de ahora mismo, lo de Ada Colau, se mire el caso como se mire (la huelga del taxi, los belenes de plaza Sant Jaume, el proyecto de tranvía Esplugues-Besós…), parece mera evanescencia al lado de otras inutilidades patológicas ancladas en el otro lado de la plaza Sant Jaume, en el Parlament de Ciutadella e incluso en Flandes, ese Plat Pays al que cantó Jacques Brel con tanto sentimiento (Avec le Puigdemont comme unique montagne…, etc.)

No es solo cosa de Valls. Un hombre de la radio tan ponderado habitualmente como Josep Cuní desentierra cada mañana una nueva pulla contra la alcaldesa. Colau no tiene remedio, es su diagnóstico.

Cualquiera pensaría que se trata de una casualidad. A mí me suena más bien a consigna. En otra ocasión (1) me he referido a lo que ocurrió cuando Colau dio permiso para una instalación artística en el Fossar de les Moreres. El acontecimiento pasó inadvertido durante algunos días, y a partir de cierto momento devino en agravio intolerable a las esencias y generó una catarata de tuits, todos ellos concebidos en términos iguales o muy parecidos.

Ahora los conjurados para la implementación de la República, hartos de pelearse entre ellos y de subdividirse hasta el extremo de que el trencadís del catalanismo ha degenerado en trencadissa, han encontrado el chivo expiatorio ideal para sus calamidades. Se llama Ada Colau.

“Es la que mueve los hilos”, oigo a uno. “No puedo aportar pruebas aún, pero ella es la que está detrás”, escucho a otro. Los Comuns no consiguen consensuar los Presupuestos catalanes, y no es por falta de disposición, ustedes saben que Jésica Albiach no es sospechosa de reticencias hacia la Gene. Ella dice que no les han dado cifras concretas de nada (¿qué son unos presupuestos sin cifras, sino una pasión inútil, que diría Sartre?) ni han querido mover su punto de partida un solo milímetro en favor de una disposición más social de las cuentas ocultas.

Desde la otra parte se ha argumentado de modo diferente: la culpa la tiene Colau.

Estamos aún en enero. Esto va a seguir hasta mayo. No en el nivel actual: con una escalada progresiva de acusaciones sin fundamento y de presupuestos sin cifras. 

Con triunfo por goleada del “relato” por el relato. Del cuento de hadas hemos pasado al cuento de Ada. Ada es la bruja Piruja, en este cuento recosido a retales de papel de estraza por personas convencidas de que es posible implementar una República digital mediante unas herramientas virtuales de manipulación colectiva forjadas a partir del material con el que se fabrican los sueños.

domingo, 27 de enero de 2019

EL PLACER SOLITARIO DE LA LECTURA


«La escritura es un acto solitario que alguien emprende frente a una página en blanco y que otro asume frente a una página escrita. Son dos soledades que a veces se complementan. Todo lo demás es futuro imperfecto.»

M. Vázquez Montalbán, “A modo de epílogo para escritores jóvenes que empiezan a dejar de serlo”, en La literatura en la construcción de la ciudad democrática, Crítica, Barcelona 1998, pág. 186.


No me parece para rasgarse las vestiduras el hecho de que la masa de lectores infantiles antes del umbral de los 15 años (70,4% según la estadística de hábitos de lectura publicada por el Gremio de Libreros), retroceda a partir de esa edad hasta el 44,7%. El móvil sustituye al libro, en una edad característica de afirmación de la personalidad. Como herramienta de exploración del mundo y de interactuación con el exterior, el móvil supera con mucho al libro. La lectura es, como señala Manolo en la cita que encabeza estas líneas, un acto solitario, en tanto que las redes sociales lo son todo menos solitarias.

El dato preocupa al Gremio de Libreros, pero más que nada por el hecho de que supone una pérdida de clientela potencial. De cashflow, para expresarlo con crudeza.

Las cifras de lectores, al parecer, se recuperan a partir de los 25 años. Son datos cuantitativos, en todo caso; es decir, tienen poco que ver con las virtudes formativas de la lectura, las cuales van más referidas al contenido de lo que se lee que al acto de leer en sí.

Yo leía mucho a los quince años, pero entonces no existían aún los móviles. Mi padre, en uno de los errores característicos de una época en que la educación era dirigista y rigurosa, me compró un ejemplar de David Copperfield, de Charles Dickens, pero no me dejó leerlo hasta que hubiera completado los deberes escolares que nos habían programado para el verano en el colegio. Para mayor refinamiento, colocó el libro en un estante alto, muy visible a un lado de la mesa donde se suponía que yo debía pasar dos eternas horas de la mañana trabajando.

Todo salió al revés. Me interesó enormemente el trabajo de ciencias, que consistía en buscar en enciclopedias datos sobre distintos animales, desde hormigas hasta osos polares. En cambio la lectura de Dickens, hecha a contrapelo en las ultimísimas fechas del verano, cuando el verdadero incentivo eran los paseos en bicicleta y las últimas aventuras con los amigos a los que no había de ver en el invierno, me aburrió soberanamente. No he podido superar aquel aburrimiento: David Copperfield es un título marcado para mí, nunca lo he releído.

En un post reciente (1) he querido conectar la lectura (los contenidos de la lectura, no el mero hecho de “consumir” lectura en beneficio de las finanzas de los Gremios de Editores y de Libreros) con la existencia en sociedad. La frase de Manolo en el encabezamiento lo expresa bien: la lectura como retroalimentación para la vida, la escritura como terapia personal, en algunos casos excelsos parcialmente transferible y compartible por pocos o muchos lectores, la cantidad no importa tanto.

Y el resto, futuro imperfecto.



sábado, 26 de enero de 2019

LAS ASIMETRÍAS DE LA UNIÓN EUROPEA


Andrea Rizzi publica un vistoso trabajo en elpais con un gancho especial en el titular: «¿Por qué el Norte de Europa confía más en la UE que el Sur?»

Se trata, sin embargo, de una pregunta mal planteada. El artículo contiene mapas coloreados y diversos gráficos muy explicativos, y desarrolla una argumentación bastante lógica. De lo que se dice y lo que se muestra, la conclusión más razonable es que el Norte de Europa confía en la UE, sí, pero “tal como es ahora”, y debido sobre todo a que desconfía de la otra parte de Europa: del Sur, tipificando y simplificando el problema.

A la inversa, el Sur se siente perjudicado por la actual estructura de la Unión, y aunque no es menos “europeo” que el Norte, sí desearía cambiar los actuales parámetros de convivencia.

Una frase avala esta interpretación. Dice Rizzi: «Algunos observadores creen que los hanseáticos son la avanzadilla del ala dura alemana para frenar la reforma del área monetaria común. Comparten instintos liberales, austeros y una profunda desconfianza en mancomunar más con el Sur.»

Los “hanseáticos” son Holanda en primer lugar, y tras ellos los países nórdicos y los bálticos. Al hilo de las vicisitudes del Brexit, el eje anterior Berlín/Londres, mucho más importante que el francoalemán en la determinación de las políticas comunes, tiende a ser sustituido por un eje Berlín/Amsterdam.

El Norte se desentiende del problema migratorio, favorece la creación de barreras virtuales internas en el espacio común, y tiende a considerar la Unión como un área prioritaria de negocios, no como una comunidad política. La confianza que muestra estadísticamente hacia Europa lo es más bien hacia las instituciones europeas tal como están configuradas. La nueva Liga Hanseática es, dice Rizzi, la “avanzadilla de la mano dura” alemana dirigida a frenar la reforma de la moneda común.

Una característica de este frente duro anti-reformas es su coherencia. En cambio los países mediterráneos, con unas tasas de paro más altas que en el Norte y un crecimiento inferior, carecen de una estrategia común hacia Europa e incluso de un proyecto europeo reconocible.

Sería importante corregir a tiempo esa deficiencia, porque de otro modo la Europa de dos velocidades se va a implantar por la vía de los hechos. En la cadena global de valor el Norte, con o sin la Gran Bretaña que empieza a comprobar los inconvenientes de querer volar sola, ocupará las posiciones más destacadas, mientras el Sur se situará a la cola, sin más consuelo que unos fondos de cohesión crecientemente recortados. Un futuro poco halagador, que propulsa el euroescepticismo en las latitudes mediterráneas y puede llevar en un futuro próximo a un refuerzo de las posiciones lepenianas y salvínicas tendentes a romper la baraja.

En nuestro país, el peligro de marginación es aún más acentuado, pero no hay síntomas de que se desee romper la baraja. En palabras del filósofo José Antonio Marina, nuestro destino si no enderezamos el rumbo del aprendizaje y del empleo, es convertirnos en el bar de copas de Europa.

Nuestra entrañable ultraderecha está en ello. Dispuesta a ofrecer a la Europa del frío, luterana y liberal, no solo barra libre en cuanto a las copas, sino un pack turístico completo que incluya las procesiones sacras, las romerías, las cacerías de perdices y las corridas de toros.


viernes, 25 de enero de 2019

MANUAL DE SUPERVIVENCIA



Filoctetes abandonado en Lemnos, en la decoración de un lekythos (vasija) conservado en el Metropolitan Museum de Nueva York, datado hacia 420 a.C. Son visibles la venda en el pie herido, y el arco de Heracles con su carcaj, en primer plano.

Será bueno que la buena gente de Podemos no se enrede en aporías. La dimisión de Ramón Espinar, hoy mismo, ha venido a demostrar el funcionamiento riguroso de la Ley de Murphy, avanzado ya en su momento en estas mismas páginas (1). A saber, cuando una situación determinada es susceptible de empeorar, en efecto empeora.

Así, el pulso con Manuela Carmena por la candidatura municipal de Madrid, tratando de imponerle acompañantes que no quería en perjuicio de las/los compañeras/os con quienes había compartido el éxito de la legislatura anterior, forzó el desmarque estratégico de Íñigo Errejón, que se sintió demasiado incómodo y presionado en su papel de candidato abocado al fracaso en la Comunidad. La reacción furibunda contra Errejón desde las alturas olímpicas de la dirección nacional, inyectando más presión a la organización para competir electoralmente con Más Madrid (una aberración, se mire como se mire), ha desequilibrado ulteriormente el dominó estratégico, y forzado a Espinar a tirar la toalla. “No Podemos”, es casi literalmente su confesión.

Todo este mejunje puede recomponerse, en mi modesta opinión, si entre todos Podemos encaminarlo en una dirección distinta de la de un recital consabido de egos heridos de susceptibilidad. Los Unidos han dado ya algún paso tentativo para liberarse de la férula que les oprime, y buscan un acercamiento a Más Madrid al tiempo que consideran sin efecto el pacto al que llegaron con la dirección nacional de Desunidos No Podemos.

Se trataría ahora de poner en línea a Carmena, Errejón, Garzón, Iglesias, Montero y Rodríguez (don Julio). Esta es una situación en la que todos son necesarios.

En la antigüedad mítica el astuto Odiseo (Ulises) vio cómo, después de muchos años de guerra baldía en Troya, cundía la desmoralización en el campamento griego.

Hacía falta un revulsivo salido del banquillo para inclinar la balanza de un partido desfavorable a los atacantes. Odiseo se acordó entonces de Filoctetes, el guerrero heredero del arco de Heracles, que había sido abandonado por la expedición en la isla de Lemnos porque, mordido en el pie por una serpiente venenosa, despedía una pestuza poco agradable para las rectas narices helénicas.

El "Astucísimo", como le llama Homero, tiró en la ocasión de manual de supervivencia para conjurar la crisis. Convenció a Neoptólemo (el “Joven Guerrero”, sobrenombre de Pirro, hijo del fallecido Aquiles) para ir juntos a buscar al héroe olvidado pero necesario. Para entonces, Filoctetes odiaba a todos los griegos, y se negó a acompañarles. Hubo de intervenir desde los cielos Heracles y hacerle ver que, sin su participación, los augurios y las viejas profecías no podrían encontrar adecuado cumplimiento.

Filoctetes se presentó ante Troya con sus dos valedores, y de buenas a primeras un certero flechazo suyo acabó con Paris, y la guerra entró en su fase final.

Es de lo que se trata ahora, si se me da como válida la atrevida licencia poética de llamar Troya a la Comunidad de Madrid.



jueves, 24 de enero de 2019

MÁS CRISIS PARA SALIR DE LA CRISIS


Un tipo determinado de sabiduría popular sostiene que siempre habrá ricos y pobres. Se puede estar de acuerdo, como con todas las verdades de Perogrullo. Los desacuerdos empiezan en el momento de determinar cuán ricos han de ser los ricos, y cuán pobres los pobres. O cuántos deben ser los ricos capaces de costearse el pasaje en el Arca de Noé, y cuánta la humanidad restante condenada a ahogarse en el diluvio universal.

Al parecer el gobierno Sánchez está meditando la posibilidad de implantar la llamada “mochila austriaca”, consistente en detraer un porcentaje del salario para que el trabajador financie o ayude a financiar su propio despido.

He alertado antes, en uno de estos posts melancólicos (1), de que toda la hoy multiforme y fragmentada clase trabajadora constituye un ejército de reserva de nuevo tipo en el mercado de trabajo. No hay titulares y suplentes en el equipo compacto del trabajo bajo el nuevo paradigma; todos lo son todo, sucesivamente. El “puesto” y el “lugar” de trabajo como solíamos imaginarlos en otra época, han desaparecido. Antes lo hicieron las categorías profesionales. Los trabajadores flexibilizados por las reformas laborales rampantes son formalmente autónomos, en realidad parasubordinados, que se costean la previsión sanitaria y social, cotizan para sus planes de jubilación individualizados y pagan a tocateja un porcentaje de sus ingresos a lo que antes era “empresa” y ahora es una plataforma, también parasubordinada de alguna forma, que se limita a ofrecerles empleo. 

O empleíllo. Un empleíllo sincopado y aleatorio, sin ninguna garantía ni compromiso por parte del empleador. Se avisa por teléfono móvil (el móvil es una herramienta indispensable para el trabajador precario) o por mail cuando hay curro, siempre por tiempo determinado, y el presunto “empleado” acude raudo a la llamada. Si no hay llamada, espera, por tiempo indefinido.

La mochila austriaca significa que el empleadillo a la espera de llamada también se financiará de sus propios limitados recursos su desempleíllo, santificado por el preaviso o preavisillo correspondiente. Las grandes patronales están en desacuerdo porque la medida encarecerá la contratación. Es sabido que las grandes patronales son entidades filantrópicas que se dedican obstinadamente a crear empleo despidiendo personas.

Por ese camino vamos consiguiendo entre todos salir de la crisis. La salida de la crisis, sin embargo, es, quién iba a decirlo, otra crisis. De mayor magnitud y profundidad. Los ricos son menos, pero mucho más ricos. Los pobres son muchos más, y también más pobres. Se espera que tanto las derechas como las izquierdas den el visto bueno a este nuevo paradigma económico, porque los sabios y los algoritmos son unánimes en la prédica insistente de que no hay alternativa.



miércoles, 23 de enero de 2019

LEO, LUEGO EXISTO


Los datos del Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros para 2018 constatan la existencia de un 32,8% de personas en España que no leen nunca. Las dos causas más frecuentes que alegan para tal anomalía son: que no tienen tiempo, y que no les gusta leer.

Luego hay un 12,5% de lectores ocasionales o poco consolidados, y una masa del 49,3% de lectores habituales.

Las cifras son algo escasas si se quiere, pero han mejorado desde el Barómetro anterior. Entonces quienes no leían nunca eran el 40,1%. El descenso es significativo.

Hay más mujeres lectoras habituales “en tiempo libre”, que hombres: 67,2 por 56,2 por ciento. No se atiende en las cifras de la encuesta al soporte ni a la calidad de lo leído, de modo que lo mismo dan a efectos de porcentaje los Pensamientos de Marco Aurelio anotados, como la sección de Contactos en los anuncios por palabras.

Y qué. Cada cual es responsable de sus lecturas, y a la inversa puede sostenerse que las lecturas son responsables de la persona lectora. Somos aquello que leemos, de la misma o parecida forma que somos aquello que comemos. La personalidad sería una tabula rasa, como sostenían los antiguos, a la que no hay más remedio que alimentar con distintos inputs para que resulte una organización sostenible a largo plazo. El “yo” no es del todo yo sin sus circunstancias, según se deduce de lo que dejó escrito don José Ortega y Gasset.

El alimento cultural de ese 32,8% que no lee les llega por otras vías: vía oral, o vía pantalla amiga, por lo general. Esas personas no están absolutamente desprovistas de alimento cultural, pero la diferencia entre ambas situaciones tiene su importancia. Leer implica actividad y concentración; ver o escuchar se configura, en principio, como una recepción pasiva. Quien lee elige (bien o mal, esa es otra cuestión); quien ve televisión, cae sobre lo que le ofrecen.

Sí que se puede zapear de un canal a otro, pero en el mejor de los casos la oferta al alcance no es comparable con el universo de estímulos intelectuales potenciales que provoca un hormigueo característico de nuestras neuronas cuando cruzamos el umbral de una librería.

Las librerías, por cierto, cotizan a la baja frente a la expansión irresistible del monopolio digital de Amazon. Algunas muy renombradas y longevas han cerrado sus puertas en estos días. El concepto de la lectura, el soporte de la misma y las formas de adquirir libros han cambiado en la sociedad en la que vivimos. Antes la lectura dejaba impresa una huella mucho más profunda y apasionada en la personalidad del lector, y ahora nos resulta imposible recordar la frase que nos llamó la atención en una lectura del sábado pasado, o bien si la cita memorable que nos disponemos a emplear se debe a Winston Churchill o a Paulo Coelho.

Son pequeños inconvenientes sin importancia del hábito benéfico de la lectura.


martes, 22 de enero de 2019

EL RIGUROSO ITINERARIO DEL MAREO DE LA PERDIZ


Es sabido que todos los caminos conducen a Roma. El porqué sigue siendo un misterio, después de siglos de exploración del planeta y de cartografía científica.

Se sostiene asimismo que los caminos del Señor no conducen a Roma como todos los demás, sino que son imprevisibles, ya sea por antonomasia o ya por la razón que sea, que en ese laberinto no me atrevo a entrar.

Ahora se da el caso de que Carles Puigdemont, el hombre de Waterloo, aspira legítimamente a ir desde allí a Estrasburgo, y al examinar el mapa oportuno ha averiguado que el camino más directo entre ambos puntos no pasa por Roma sino, quién lo iba a decir, por Madrid. De modo que, ni corto ni perezoso, ha puesto un recurso ante el ominoso Tribunal Constitucional del Estado opresor contra la decisión del Parlament independentista de Catalunya de retirar la delegación del voto a los incursos en la causa del 1-O. (Puesto que sin el ejercicio del voto de nada le serviría sentarse en el Parlamento de Estrasburgo.)

Juntos por Cataluña (JxCat), la formación que lidera Puigdemont, ha hecho honor a su nombre apresurándose a hacer constar de forma pública que el recurso en cuestión no va contra nadie (nadie es, en este caso concreto, su compañera de fatigas ERC), y que se trata de una mera cuestión técnica.

No hacía falta la aclaración, las bajas por fuego amigo han sido siempre una cuestión técnica. Algo engorrosa, eso sí, quién explica a los familiares del fallecido que no se le ha disparado por motivos personales sino solo por razones técnicas. “Pues me cago en la noticia”, se supone que habrá respondido Roger Torrent, militante de ERC y presidente del Parlament cuestionado desde las propias filas ante una autoridad respecto de la cual tanto JxCat como la propia ERC predican su ilegitimidad radical desde la unilateralidad que les anima.

El viaje a Ítaca de los intrépidos independentistas catalanes se está complicando hasta extremos impensables, mucho más allá de los ya complejos intríngulis iniciales. Ahora viene a resultar que el camino a Ítaca pasa por Estrasburgo, y el camino a Estrasburgo pasa inexcusablemente por denunciar al Parlament del Parc de la Ciutadella ante los tribunales de Madrid.


lunes, 21 de enero de 2019

ALABANZA DE LO CONCRETO


Algunos de los tenores de moda están desafinando en el fraseo del “relato” que desean transmitirnos conforme a las partituras establecidas. Es improbable que el arrebato de Pablo Casado en la convención del PP reúna al partido alrededor de su propuesta, sobre todo porque su propuesta no ha aparecido por ninguna parte. Su monólogo se ha dirigido a convencer a la audiencia de que no hacen falta iniciativas tediosas de gobierno de las cosas, sino que lo importante es la idea central que lo abarca todo, convenientemente despojada de toda contaminación práctica.

Es como si Eugenio nos dijera desde su eterno taburete: “Saben aquel que dice no me acuerdo qué pero era la monda, oigan.” El público no sabría si reír o llorar.

De forma en cierto modo opuesta a Casado, el otro Pablo en el candelero no está consiguiendo evitar una chamusquina generalizada debida a la sensación de que la “traición” de Íñigo no lo ha sido a las líneas directrices de la formación en la que ambos militan hasta el momento, sino a sus reglamentos; no a las políticas a medio plazo que se proponen, sino al liderazgo personal establecido numéricamente de forma irrebatible en Vistalegre II.

Lo que ha hecho Íñigo está mal porque no era él el señalado por el escalafón establecido para hacerlo.

Pero esto no va de títulos deportivos ni de trofeos ganados en lides electorales, sino de lo que colectivamente se propone en concreto para Madrid-ciudad y para Madrid-comunidad, después de desmenuzar la red tupida de correspondencias que existen entre ambas.

En tiempos solíamos calificar como “los del piñón fijo” a quienes tenían ese prurito irreprimible de atender a las formas y las jerarquías prescritas, y omitían en cambio, o no llegaban siquiera a percibir (también decíamos de ellos “los del vuelo rasante”), la perspectiva a largo plazo que solo emerge de los asuntos inmediatos si se examinan estos desde una altura analítica superior.

Comprendo que al razonar de este modo estoy asumiendo la posición del eterno pejiguera. Nunca me conformo. Critico a quien subraya la idea última y no precisa las formas de alcanzarla, y critico también al que, por el contrario, bloquea cualquier posible vía hacia la consecución de los objetivos últimos si esta no es conforme a las premisas reglamentariamente estipuladas.

Quizá la clave de todo el asunto está en esta formulación reciente del maestro Antonio Baylos: «La política sirve para cambiar las cosas en lo concreto.» No se me escapa el parentesco de tal pensamiento con el letrero que tenía colgado Bertolt Brecht, delante de su mesa de trabajo en el exilio danés, en el que había escrito lo siguiente: «La verdad es concreta.»


domingo, 20 de enero de 2019

LA ROTACIÓN EN BUCLE DE LOS PARADOS


En el blog “Según Antonio Baylos”, con nuevo formato desde el año nuevo, y que se mantiene como una de las referencias más firmes a las que acudimos las personas con sed de justicia laboral, apareció ayer un post sin desperdicio: “Los resultados de 2018: la precariedad laboral como rasgo estructural del sistema de empleo” (1).

Lo que ahí se dice es congruente con lo que se afirma en un libro-encuesta de Pere Jódar y Jordi Guiu, que acabo de leer y sobre el que volveré en más ocasiones (2).

Expresado en pocas palabras: en el mercado de trabajo tal como está conformado en nuestro país, no existen tres situaciones delimitadas con claridad, la del empleo fijo, la del desempleo y la intermedia del empleo precario. La precariedad es estructural, la entrada y salida en empleos efímeros es continua, y el parado no es un marginado por el mercado laboral sino una persona que forma parte imprescindible de dicho mercado, tal como este está configurado en sus mecanismos de funcionamiento.

Un ejército de reserva de nuevo tipo. El sistema ha hecho suya una antigua aspiración expresada desde partidos o movimientos de la izquierda, «Trabajar menos para trabajar todos», y al mismo tiempo la ha desfigurado y convertido en una maldición más que proyectar sobre el pluriverso del trabajo asalariado.

Señala Baylos cómo en el año 2018 se han sustanciado más de 21 millones de contratos de trabajo para una fuerza de trabajo situada en los 14 millones de personas. No es el sueño del pleno empleo, sino su pesadilla: el trabajo hecho cachos.

El trabajo ha dejado de ser determinante en la marcha de la sociedad, dicen los nuevos liberales. Y lo demuestran, porque el trabajo asalariado ya no da para vivir.

Todo se ha desdibujado: la empresa ya no es empresa, sino un punto innominado en una cadena de valor en la que las subordinaciones escalonadas son infinitas y nadie responde desde el otro lado de la línea; en la que los asalariados mutan en emprendedores que se autoexplotan, carecen de toda protección institucional, están obligados a pagarse sus cuotas a la seguridad social y al seguro de enfermedad, y pagan además a las plataformas que les proporcionan clientes de forma aleatoria, con lo que tampoco los horarios son horarios, las vacaciones no existen y el lugar de trabajo no está diferenciado de la vivienda familiar.

Es la forma que se nos ofrece de salida de la crisis. También el término “salida” está desfigurado, en este contexto. Se trata de una salida en bucle, de una crisis que se realimenta a sí misma. Los listos sobrevivirán, nos aseguran. Es una profecía autocumplida: son los privilegiados los que nos avisan de que “ellos” van a seguir medrando indefinidamente. Para eso tienen la sartén por el mango.
  

(2) P. Jódar y J. Guiu, Parados en movimiento. Historias de dignidad, resistencia y esperanza. Icaria, Barcelona 2018. Hice una primera referencia, en curso aún de lectura, a esta obra en un un post reciente: http://vamosapollas.blogspot.com/2019/01/cuando-el-paro-genera-empleo.html


sábado, 19 de enero de 2019

RETORNO A CALABUCH



Valentina Cortese, la maestra, y Edmund Gwenn, el sabio, en una escena de 'Calabuch'.

Pedro Acedo, del PP, presentaba en un discurso a la candidata de su formación a la alcaldía de Mérida. La disposición eficaz de la candidata, dijo, había quedado demostrada por su gestión como subdelegada del gobierno en Extremadura. Una gestión, sin embargo, insuficientemente conocida debido a un imponderable: «No es como otros que van a los bares y beben vino. Ella tenía que atender a sus hijos claro, como es lógico, lo correcto y lo que hay que hacer.»

Hay dos implicaciones interesantes en las palabras de Acedo. La primera es que el modo habitual para un dirigente emeritense de dar a conocer su gestión política es la tertulia de barra de bar, consumiendo unos vinos en la compañía de las personas adecuadas. La segunda es que claro, lo lógico, lo correcto y lo que hay que hacer cuando se es madre, es poner por delante de todo la atención a los hijos.

Sumadas y cruzadas las dos implicaciones, se diría que Pilar Nogales no es una buena candidata a alcaldesa de Mérida según los valores inmarcesibles de nuestras derechas. No tendrá demasiado tiempo en un cargo de tanta responsabilidad, ni para bajar al bar a tomar unos vinos con quien conviene, ni para atender debidamente a sus hijos, ni con mayor razón para ambas cosas al mismo tiempo.

La sombra del campanario es alargada en la España de hoy. Cultivar el pequeño huerto de nuestra peculiar idiosincrasia es una tentación recurrente  cuando la alternativa es zambullirse en las aguas procelosas de la posmodernidad posfinanciera. Hay un discurso repetido desde las derechas tendente a seducir a un electorado envejecido de extracción rural o semirrural, distinto en todo caso del proletariado postindustrial y de los jóvenes implicados en las dinámicas urbanas. Ese vídeo promocional de Vox con el galope de los terratenientes de siempre por sus anchos dominios reproduce los parámetros de una sociedad antigua ─feudal, para decirlo con más precisión─ fuertemente jerarquizada y controlada con mano férrea por el cacique y sus muñidores.

Esa nostalgia del pasado parece atraer especialmente a quienes se sienten perdidos en el laberinto de una sociedad actual fragmentada y corroída por toda clase de desigualdades. Es el retorno al mito de Calabuch, aquel pueblecito en el que la autoridad la ejercía una peña compuesta por el alcalde, el párroco y el sargento de la guardia civil, más el patrón del bar y el farero; y donde los contrabandistas actuaban las noches en que el único cine programaba una película de Juanita Reina, porque sabían que todas las fuerzas vivas estarían concentradas allí. En semejante paraíso terrenal, el físico nuclear fugitivo de la estrategia de la deterrence era tan solo un excéntrico inofensivo con buena cabeza para el juego del ajedrez.

Lo que Berlanga concibió como una sátira, fue fagocitado y asimilado por la España franquista como el retrato idílico de una “Spain is different”. Ahora retorna con fuerza la nostalgia de aquella vida diferente y desconflictivizada, de aquel tratar los pequeños problemas (los únicos, no se concibe que haya otros) en una charla de bar, delante de unos vinos y unas tapas de jamón de mono.

Vinos de la tierra, eso sí, que no los hay mejores.

Dice el filósofo José Antonio Marina, en una entrevista que aparece en elpais: «Si España pierde el tren del aprendizaje, nos convertimos en el bar de copas de Europa.»

Al parecer de eso se trata, últimamente. El bar de copas para el ocio idílico de los europeos, que encontrarán aquí el mítico Calabuch esperándoles.

Con dos matices importantes. Uno, que las esposas de los europeos cultos que nos visiten no asistan a la tertulia y se dediquen “claro, como es lógico”, a atender a los hijos, en lugar de andar metidas en fregados feministas. Dos, que el vino que se sirva a los caballeros europeos sea de la tierra, que no los hay mejores.


viernes, 18 de enero de 2019

LA TOSTADA SIEMPRE CAE DEL LADO DE LA MANTEQUILLA

Yo apuntaba ayer a que el acuerdo Carmena-Errejón tenía pinta de ser un buen acuerdo. Resulta que era una traición infame.

¿De verdad?

Me había parecido que las confluencias estaban incorporadas al ADN del joven partido de Pablo Iglesias. Tenía entendido que Manuela era la niña de los ojos de la dirección podemita, y el Ayuntamiento de Madrid, la Joya de la Corona. De otro lado, no era suposición mía sino letra escrita en tinta de imprenta que Íñigo Errejón es el candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid.

Sumado todo lo cual, las cuentas salían: la alianza Carmena-Errejón (Más Madrid-Podemos) era un paso en la buena dirección.

Un Gran Paso, en mayúsculas, dado el panorama político complicado, para expresarlo con finura, que tenemos en la perspectiva inmediata.

Había que leer la letra pequeña, sin embargo. La idea no era apoyar a Sánchez sino presionar a Sánchez, ocupando cuantos más espacios de poder, mejor. Ir más allá del actual gobierno socialista en precario. Desde esta perspectiva, debilitar a Carmena no sería un precio excesivo  para acabar definitivamente con Errejón, que es un podrido socialdemócrata.

Gran estrategia. Lo que sea luego del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, y de toda la cola que cuelga detrás, es pecata minuta.

La percepción del electorado, sin embargo, es que lo que está detrás de este curioso caso es el reparto de la piel del oso (las posiciones de poder) mucho antes de cazarlo. Con algo más como añadidura: un ramalazo de soberbia del macho alfa de la formación, debido a un ataque de cuernos. Después de años ya de ninguneo de Íñigo, ahora no soporta que este quiera más a Manuela que a él.

Dice la Ley de Murphy, una ley más seria y contrastada científicamente que la de la gravedad, que si una situación es susceptible de empeorar, empeorará. El pronóstico, entonces, es claro pero bicorne. Los optimistas sostienen que empeorará aún “un poco” más; los pesimistas, que empeorará “mucho” más.

Enric Juliana recuerda hoy en lavanguardia la bofetada que Luis Araquistáin, del ala radical del PSOE, propinó en una sesión de las Cortes a Julián Zugazagoitia, del ala moderada. Transcurría el mes de mayo de 1936. La situación era mala para las izquierdas entonces, pero convendremos todos en que podía empeorar aún mucho más.

Si la tostada cae al suelo, siempre lo hace por el lado de la mantequilla.