domingo, 31 de enero de 2021

ECONOMÍA DE PUNTILLAS

 


El arco iris sobre Poldemarx, ayer tarde. Se nota que estamos en campaña electoral. (Foto, Carles Rodríguez)

 

Lleva razón mi vecino de blog al quejarse de que en esta campaña electoral la situación económica aparece poco, por no decir nada. La economía es un tema que los políticos suelen tratar con pinzas y entre algodones, tanto más por cuanto la situación económica en la que nos encontramos es horrorosa. La ciudadanía catalana tiende a pensar que de esas cosas ya se ocupará el Estado. El Estado es ese señor que vive en Madrid y atiende ─mal─ a todo aquello de lo que nosotros renunciamos a ocuparnos.

─ Oiga, ¿y por qué renunciamos a ocuparnos nosotros?

─ Por hache o por be, caballero, escuche y no interrumpa mi perorata, que se me van las ideas al cesto de los papeles.

El Estado, entonces, viene a ser como el mítico maestro armero de la mili, a quien hay que llevarle la queja cuando el paracaídas no se ha abierto o la granada de mano te ha estallado en las manos. Odiamos al maestro armero, estamos seguros de que nuestra vida mejoraría sensiblemente sin él, pero no podemos prescindir de su know-how. That is the question.

Los candidatos hablan poco de la parte de la economía que no consiste en las políticas sociales. Se da por supuesto que de eso se encargará el gobierno central. Pero estas no son unas elecciones al gobierno central, y es ilusión creer que la Generalitat no tiene atribuciones propias en política económica. Se debe hablar más acerca de la reconstrucción del tejido industrial, de inversiones preferentes y forma de financiarlas, de nuevas infraestructuras, de soluciones energéticas, del mercado de trabajo y el empleo decente.

De nada de todo ello ha hablado Laura Borrás, de Junts per Cat, pero sí ha hecho una afirmación económica “fuerte”. Aunque en su descargo hay que apuntar que muy probablemente no sabía de lo que hablaba.

Ha propuesto, así a bote pronto, expulsar al Estado de Cataluña. Lo suyo parece una de esas ideas luminosas que nos ofrecía semanalmente en el TBO el profesor Franz de Copenhague. Sobre el papel impreso en cuatricromía todo cuadraba, pero nadie estaba tan loco como para intentar llevar el invento a la vida real.

─ Oiga, y a las multinacionales ¿también quiere expulsarlas Laura Borrás de Cataluña?

─ No, caballero. Doña Laura ama a las multinacionales y ve en ellas nuestra tabla de salvación y nuestra perspectiva de futuro. No lo pregona a los cuatro vientos porque es discreta a más de buena moza, pero ya su padrino de bautizo, el señor Pujol Soley, don Jordi, difundió la atrevida metáfora de una Cataluña que sería pista de aterrizaje de las multinacionales. Las multinacionales obtienen grandes ganancias con sus enredados tejemanejes, y no tienen mayor inconveniente en cotizar un generoso 3% por lo bajini a los gobiernos amigos que les eximen del 30% del impuesto de sociedades. De modo que las cajas B de ambas entidades engordan, y todos contentos.

─ Todos, no.

─ Toca usted un punto delicado, caballero. El Estado está siempre ahí para lo que haga falta, en cualquier apuro lo público acude al rescate de lo privado, incluso de lo privado que tiene por costumbre defraudar a lo público evadiendo capitales a latitudes más benévolas. Pero las multinacionales no están siempre ahí, son aves migratorias, son, si me permite el símil poético, como las oscuras golondrinas: vienen y se van con una regularidad pasmosa, y aquellas que aprendieron nuestros nombres, esas no vuelven nunca. Planta nueva, plantilla nueva, línea de crédito preferente siempre, y cuando te quieres dar cuenta estás en la calle y has de empezar otra vez a buscarte la vida, o emigrar al Beluchistán, que es donde se han llevado la planta en la que trabajabas.

En conclusión, la economía es un asunto delicado, y en general los candidatos prefieren no hacer manifestaciones comprometedoras sobre el asunto, para que no les saquen luego los colores a la cara las hemerotecas.

Pero la levedad insoportable de las campañas que prescinden en sus discursos de los temas esenciales para la vida de las personas y de las cosas de comer, tiende a convertir el hecho electoral en un pase de modelos o en un concurso masterchef donde el vencedor es el que ha conseguido una presentación más aparente para el mismo pastel.

 

sábado, 30 de enero de 2021

ILLA ES LEX LUTHOR


 Lex Luthor, biografía no autorizada (Zinco Comic)


En mi ingenuidad, estaba convencido de que Salvador Illa es Clark Kent. El aspecto inofensivo, el traje gris, el habla razonable y pacífica, las gafas de tímido insuperable. Todo concordaba. En cualquier callejón oscuro se quitaría el disfraz demasiado evidente (todos concuerdan en que Illa no es lo que parece), y aparecerían las mallas azules resaltando los poderosos bíceps y la tableta muy marcada de los abdominales. Illa con superpoderes, Illa volando entre los rascacielos de Metròpolis (atención a la dirección de la tilde) para evitar las catástrofes inminentes con supervelocidad y entregar en vuelo rasante a los Mossos a todos los pillos irredentos que urden sus maldades agazapados en los bajos fondos.

Bueno, pues no. El inicio de la campaña electoral me ha traído un doloroso desengaño. Illa no es mi superhéroe, sino mi supervillano. Algo así como un cruce de Nicolás Maduro con Julian Assange, más peligroso aún porque se disfraza de superhéroe disfrazado de persona normalísima.

Illa es Lex Luthor, y de alguna manera se ha agenciado kryptonita para maniatar en el ciberespacio a su poderoso rival de tantas historietas. Atención a “Lex” Illa. Cuidado con él, ha venido a alborotar el gallinero, es el candidato de Cs, del 155, del Ibex, de Vox… Todo en uno, un “Lex” multiuso pagadero en cómodos plazos. Es además el candidato de los poderes mediáticos y de los económicos, se puede decir más alto, pero no más claro.

Oju, este no es el Salvador que anunciaron los Profetas, no es el Mesías, sino un Mesiílla todo lo más. Es un impostor. Habla de un reencuentro de Cataluña con España, ¿a quién le interesa eso? El único reencuentro apetecible es otro dramático choque de trenes, para el cual vamos ya a colocarnos en trayectoria de colisión y pisar de una vez el acelerador a fondo.

 

viernes, 29 de enero de 2021

AL JEFE DE LA OPOSICIÓN LE CRECEN LOS ENANOS

 


La política de catenaccio, marcaje por zonas y bloqueo al gobierno, que ha diseñado Pablo Casado, no acaba de salirle bien. Siempre miró por el rabillo del ojo al contingente díscolo de Arrimadas, pero siempre también creyó en el seguidismo a machamartillo de Vox, un grupo salido de sus propias filas, nutrido desde sus propias fundaciones, amorosamente colocado en la vía parlamentaria con el fin de encargarse del trabajo sucio y ser la correa de transmisión de los sofisticados argumentarios elaborados en Génova.

Pues no. Ciudadanos se mantuvo firme en la embestida por el control de los fondos europeos, la satánica cohorte independentista se pronunció de forma inequívoca por el mismo tenor con la idea de socavar las “antinaturales” expectativas electorales de PSC + Comuns, y en esa brillante encerrona, en esa Sinigaglia destinada a dar otra vuelta de tuerca, tal vez definitiva, a la asfixia de Sánchez, quien ha fallado ha sido el socio más inesperado: Vox se ha abstenido.

Convengamos en una de dos hipótesis: a) Sánchez tiene baraka; b) Casado es el Pupas, si monta un circo le crecen los enanos.

Mientras, ha empezado la campaña electoral catalana, con la incógnita todavía de cuál será el día definitivo de las urnas.

Toda prudencia es poca, pero todo retraso es imprudente también. Los expertos del cambio climático alertan de que estamos a 100 segundos virtuales del fin del mundo. Cien segundos virtuales dan seguramente para cierto recorrido, pero no conviene en este trance dejar lo primero para luego; y salir del atasco de la política catalana, entra sin duda en la categoría de “lo primero”.

Una vocecita interior me insiste en que esta no va a ser aún ─seguramente─ la campaña electoral del juicio final, y que aún avizoramos la llanura de Armagedón a cierta distancia ─no mucha, la verdad─ del plató que ha organizado La Vanguardia para que se expresaran todos los candidatos a president.

Sí. Bueno. Claro. Tal vez.

Pero a cien segundos virtuales de la foto finish, cada cual habrá de menearse con agilidad si quiere evitar que se le queden los meados en el vientre. Ha llegado la hora de ejercer el tan mentado “derecho a decidir”, y quién sabe cuándo habrá otra ocasión, a cuatro años vista nadie es capaz de profetizar en qué punto nos encontraremos ya de la pendiente por la que vamos rodando entre acusaciones mutuas de traiciones, defecciones y cobardías.

Entonces, conviene que cada cual decida ahora si está con la dinámica del bloqueo o la del cambio; con los del No al decreto de los fondos europeos, con los del Sí, o bien con quienes se han abstenido, a lo mejor por causas peregrinas tales como la represalia contra quienes finalmente no se atrevieron a borrar un mural feminista en Madrid.

 

jueves, 28 de enero de 2021

EL TIEMPO DE LA CREDULIDAD

 


Les belles auront la folie en tête…

(Le temps des cerises)

 

Ayer, en una conferencia en la histórica Llotja de Mar de Barcelona, Laura Borrás anunció el final del tiempo de la credulidad. Excelente noticia, de no ser porque, a renglón seguido, lanzó la arriscada propuesta de expulsar al Estado de Cataluña, y puso como modelo a seguir el espíritu del 1-O. Vuelve la Laura al trigo.

La credulidad, entonces, se habría acabado por un lado para crecer inmensamente por el otro. “Se han terminado los tiempos de ir a mendigar a las mesas de diálogo”, ha dicho Madonna Laura, quizás en un descuido conceptual porque las mesas de diálogo las había reclamado su grupo como condición indispensable para no sé qué, y luego no acudió a la cita, antes bien se puso a abominar de las mesas con gestos de horror sacro. El diálogo es una trampa saducea, se dijo. Bienvenida la unilateralidad, y fuera los paños calientes.

De modo que los tiempos de ir a mendigar a las mesas se han acabado antes de empezar. Con todo, el Govern catalán ha recibido, sin mendigarlas, cantidades estimables del odioso gobierno central con el fin de contribuir a la lucha contra la pandemia y contra la crisis económica. El Govern no ha considerado oportuno, sin embargo, rendir cuentas de cómo se han utilizado esos dineros que querría, al parecer, expulsar del solar patrio. Dijo Laura ayer que “mano tendida sí, pero lirios en la mano, no.” Dicho en prosa romance, mano tendida para pedir más, sí, pero no el lirio en la mano de la transparencia y la justificación del empleo de lo recibido.

Supuesto que Madonna Laura acceda a la presidencia después del 14F, ¿podrá mantener a Cataluña en el aire, sin el cielo protector de un Estado, sin relaciones exteriores, sin más reconocimiento internacional que el de Lituania y las Islas Feroe, sin ejército, sin “colonos”, sin capitales porque los capitales han sido los primeros en huir a la desbandada desde mucho antes del anuncio de que se ha acabado la credulidad? (Los financieros son incrédulos por índole natural: tienen la patria en el bolsillo de la americana, la religión en el nudo de la corbata, la solidaridad en la cruz de los pantalones.)

Más astuto que los astutos de Waterloo, el candidato del PP Alejandro Fernández propone imitar a Madrid en la rebaja de impuestos. Si don Alejandro, es un suponer, consiguiera una adhesión (inesperada) a sus propuestas tan grande como para presidir, solo o en compañía de otros, la Generosidad de Cataluña, los capitales fugitivos volverían mansamente a su redil y posiblemente se construiría en mitad del parque de la Ciudadela, quizás en el mismo lugar donde ahora se alza la Dama del Paraguas, un gran hospital para la covid de altiva apariencia y modernas líneas arquitectónicas, que quintuplicaría la cifra inversora (del Estado) presupuestada inicialmente, y estaría lleno de estrépito y furia pero vacío totalmente de sentido.

Es otra hipótesis a considerar.

 

miércoles, 27 de enero de 2021

LA CLARIDAD INTERIOR DE DOSTOYEVSKY

 


Retrato de Dostoyevsky (1872), por Vasili Perov. Galería Tretiákov, Moscú.

 

Se cumplen en este año dos siglos justos del nacimiento de Fiódor Dostoyevsky. Mi homenaje a la efemérides va a ser ambivalente. Me ocurre una cosa rara con este escritor: lo he leído prácticamente todo (en las Obras completas de Aguilar, Madrid 1935, traducidas por R. Cansinos Assens) a un ritmo trepidante, novela tras novela, cuando tenía veinte años. No lo he releído apenas desde entonces, salvo algunos pasajes largos, la segunda parte de las Memorias del subsuelo ─de título A propósito de la nieve derretida─, y, saltándome párrafos pero más o menos completa, El idiota). Me parecería extravagante volver a enfrascarme en las páginas de Los hermanos Karamazov o Crimen y castigo, que desde el principio no me gustaron.

No me gustan ni su religión, ni sus ideas políticas y sociales, ni su defensa del eslavismo redentor, ni sus personajes masculinos. Me gustan las mujeres que describe, en particular las “perdidas” humilladas y ofendidas, como la Liza de la nieve derretida y la Nastasia Filíppovna que se casa con el idiota príncipe Mischkin y es apuñalada mortalmente por su antiguo amante Rogóschin.

Como artista, Dostoyevsky se sitúa en un territorio lleno de ambivalencias, en el que la maldad predomina y la bondad es siempre débil. Hay una gran dosis de autobiografía en sus personajes, desde El jugador hasta El idiota, desde Raskólnikov hasta cualquiera de los hermanos Karamazov, no únicamente Alioscha. Por no hablar del príncipe Stavroguin de Demonios, una novela cuya lectura me dejó genuinamente aterrorizado; tardé días en reaccionar.

Hay dos momentos de El idiota que conservo frescos de forma permanente en mi carga de cultureta literaria. Uno es la reunión mundana en casa de Lizaveta Prokófievna, en la que todo el mundo advierte a Mischkin sobre el cuidado que debe tener con el jarrón chino que es orgullo de la anfitriona. El idiota acaba por romper el jarrón, inevitablemente.

La otra es el pasaje en el que Rogóchin aguarda al príncipe en un rellano de una escalera oscura para apuñalarlo. Mischkin se lo encuentra delante, la cara desfigurada por la rabia, el puñal en alto.

«Recordaba únicamente que creía haber gritado:

─ ¡Parfén, no lo creo!…

Luego, de pronto, pareció refulgir algo ante él; una extraordinaria claridad interior iluminó su alma. Aquel ademán habría durado el espacio de medio segundo; pero él, no obstante, recordaba el comienzo, el primer sonido de su extraño grito, que le había salido de lo hondo del pecho y que no hubiera habido fuerza humana capaz de contener. Luego perdió momentáneamente la conciencia…»

 El ataque de epilepsia le hace rodar escaleras abajo, golpeándose la nuca con los escalones. No muere, estamos aún en los compases iniciales del drama. Será Nastasia la víctima expiatoria del puñal de Parfén Rogóchin, y la suerte de los dos hombres quedará ligada a la de ella.

Es esa “claridad interior” la que me seduce de Dostoyevsky y el juego de contrarios que se organiza a partir de ella. Viene a confirmar la idea expresada por Thomas Mann de que arte y enfermedad son avatares de una misma realidad oculta, ajena al mundo de las cosas prácticas.

 

martes, 26 de enero de 2021

LA METAMORFOSIS

 


Que Sepharad visqui eternament

en l'ordre i en la pau, en el treball,

en la difícil i merescuda

llibertat.

Salvador ESPRIU, ‘La pell de brau’

 

Vaya por dios, no solo vamos a tener que jugarnos la vida yendo a votar en mitad de una pandemia horrorosa, sino que además se nos ha colado un intruso en el festejo.

Vivíamos felices sin ser conscientes de ninguna de las dos calamidades. La pandemia era un dato conocido y divulgado (me diréis tal vez, con razón), pero nadie le había dado mayor importancia con excepción de los conspiranoicos que acusan del invento a Amazon y Google que lo habrían lanzado al mercado para forrarse; a Bill Gates y George Soros, por la misma razón; a los chinos para asaltar el imperio americano; a las abortistas y los sodomitas, por provocar la justa ira de la divinidad; etcétera.

Ha habido cierto revuelo con el uso de la mascarilla, es o no es útil, algunas voces previenen en su contra después de desempolvar estudios remotos que afirman que el remedio es mucho peor que la enfermedad, y la mascarilla utilizada con reiteración puede provocar apneas, meningitis, impotencia y síndrome de muerte súbita.

Lo mismo ocurre con las vacunas, se ha señalado la existencia indudable de vacunados que han mutado en murciélagos, y otros que nada más recibir la segunda dosis se han desvanecido y las autoridades se han visto obligadas a esconderlos en refugios antiatómicos ocultos en inciertos lugares subterráneos que no figuran en los planos oficiales de las metrópolis alegres y confiadas.

Incluso los negacionistas de la pandemia consideran escandaloso celebrar elecciones en el trance de la pandemia, y en una fecha que ha sido rechazada con horror por los mismos que la habían fijado previamente. ¿A quién se le ocurre votar un 14 de febrero?, claman los mismos que tuvieron en su día esa ocurrencia precisa. Y se rasgan las vestiduras por la abominación que no han sabido conjurar debido a la ignorancia de cómo redactar de forma adecuada un decreto gubernativo, ni qué atribuciones tienen o dejan de tener las autoridades vicarias en el extraño vacío de poder que se ha creado en las estirpes condenadas a diez años de soledad sobre la tierra.

Y luego está lo del intruso, el aguafiestas, el Nicodemo que ha aparecido de pronto para encaramarse a la cucaña de los festejos y arramblar con el santo y la limosna, y si te he visto no me acuerdo.

Dicen que se trata de un tal Gregorio Samsa, y que de la noche a la mañana le han crecido alas y patas de insecto, antenas en el extremo de la frente, una capa quitinosa alrededor del cuerpo. En unas elecciones tensadas, pretensadas, retorcidas y polarizadas, él se ha alzado como el no va más de la polarización, el tótem y el tabú, el profanador del sancta sanctorum y el macho beta que viene de pronto a suceder y a emborronar al único y auténtico macho alfa al que todos debíamos reconocimiento y pleitesía.

Todos contra la fecha, todos contra el intruso, todos por unas urnas estratégicamente ubicadas en el espacio y en el tiempo de modo que todo siga del mismo modo que estaba, y ninguna opción pierda ninguno de los votos con los que contaba; al revés si es posible, que todas ellas ganen algún escaño más, como ocurre todos los días en los países altamente civilizados y en las asambleas que disponen de las mejores referencias.

Esto va mal.

Si posible fuera, y sé que es mucho pedir, yo preferiría votar en la fecha señalada por quien puede hacerlo, y de modo tal que Sepharad pueda vivir en el orden, en la paz, en el trabajo, y en la difícil y merecida libertad.

Amén.

 

lunes, 25 de enero de 2021

UNA BALA DESTINADA A TI

 


Fischia il vento infuria la bufera.

(Fausto AMODEI, Per i morti di Reggio Emilia)

 

No es conveniente, y seguramente tampoco posible, seguir viviendo de ilusiones. Este no es un país democrático hasta el tuétano. Los militantes de Vox no son alienígenas. Los militares jubilados que sueñan con el fusilamiento de millones de españoles “”díscolos”, se consideran a sí mismos representativos de un sector importante de la opinión. Hay fascismo explícito en el comportamiento de Josep Sort, presidente de un partido político legal, Reagrupament, al hacer públicos, no de forma episódica sino con reiteración, unos tuits truculentos que señalan su desvarío y que no reproduzco en esta bitácora por no ensuciarla gratuitamente. En la plaza Mayor de Vic (Osona, Cataluña), los CDR han desplegado una bandera negra adornada con los símbolos consabidos del independentismo.

Son los modos y los desahogos de una ultraderecha viva y operante. No estoy diciendo que los nacional-populismos sean en sí mismos fascismo, digo solo que no hay líneas rojas de demarcación entre una ideología y la otra, y que existe entre ambas una amplia zona de sombra, zona por la que se aventuran resueltamente personajes que reclaman a los cuatro vientos su “libertad de expresión” frente al aherrojamiento de la “corrección política”.

Somos una sociedad débil, fragmentada, indefensa, precaria, puteada. Una sociedad que dejó en algún momento de creer en el Estado, en las instituciones democráticas, en la Administración de Justicia, en los partidos políticos, en los sindicatos, en todo el cemento que (bien o mal) cohesiona a las personas, y desde entonces vive encerrada en su individualidad desnuda en lugar de abrirse a lo otro, a lo distinto, a lo que nos interpela.

El confinamiento pandémico viene de antes, el coronavirus no tiene arte ni parte en este declive de la sociabilidad y la juridicidad. En algún momento alguien determinó que no existen más que dos realidades: el egoísmo individual y el mercado global.

Urge reaccionar para que los dictadores en embrión no nos impongan SU libertad. Abrir puertas y ventanas, encontrarnos con “los otros” e interactuar con ellos en las calles o en las redes, construir alternativas, ya sean presenciales o bien on line, que nos impliquen más allá de nuestra zona de confort (de desconfort, más bien).

No hemos de dejar pasar bajo ningún pretexto al fascismo que, de vuelta cuarenta años después, reclama carta de legitimidad.

No es asunto para bromear: ese fascismo tiene en la recámara de su arma de fuego una bala destinada a ti.

 

domingo, 24 de enero de 2021

EL DILUVI


Ovidi Montllor, en concierto.

 

El mundo se está volviendo loco, sugiere Pere Aragonés al criticar al todavía no candidato Salvador Illa: «Un ministro de España pretende ser president de la Generalitat.» Como si dijéramos, un 155 permanente.

¿Inaudito? ¿Intolerable? ¿El Diluvio? Con letra del inolvidable Ovidi Montllor, le cantaría a don Pere con sorna mediterránea: “No es preocupi, senyor, això ja sol pasar.”

Y es que hay un cortocircuito mental en la afirmación de don Pere Aragonés, una falla tectónica más profunda que el Rift Valley.

Conviene explicarlo despacio, para que se entienda bien: el senyor Illa no es ministro como quien es de Móstoles o de Dinamarca, como quien es cojo o poeta simbolista. El ministerio no es una marca indeleble que acompaña a una persona toda la vida y conforma su personalidad entera. De ser así las cosas, yo podría decir de doña Laura Borrás: “Diputada al Parlamento español nada menos, y pretende la tía ser presidenta de Cataluña, vaya cara.”

Es peor aún, de veras. Mírese con atención don Pere Aragonés a sí mismo, y descubrirá tarde o temprano que carece de los preceptivos ocho apellidos catalanes para ser un auténtico pura sangre. En este peligroso tipo de inquisiciones, todos vamos al retortero.

Añade Aragonés en su declaración de precampaña que la fecha del 14F también es un impedimento, y pide sensatez para que se aplacen los comicios y eliminar así “cualquier sombra de ilegitimidad”. El escrúpulo le honra, cómo no, pero le honraría aún más si no considerara el resultado de las urnas puestas el 1-O como un mandato democrático impoluto, a pesar de la falta de garantías de todo tipo, de igualdad de acceso a los medios, de control del recuento, y tantas otras deficiencias no enmendables que no impiden a don Pere considerar aquello como un mandato inapelable del pueblo catalán.

Tan primmirat para unas cosas, y tanta manga ancha para otras. Esto no es serio, señor vicepresidente en funciones. ¿Un Aragonés, y pretende encaramarse de bóbilis a la presidencia de la Generalitat? ¡Vamos!

  

sábado, 23 de enero de 2021

EL VOTO DE LAS MUJERES TRABAJADORAS

 


Asamblea de fábrica, en los viejos tiempos de las ‘Norma Rae’.

 

Según un estudio sobre las elecciones presidenciales norteamericanas que estoy traduciendo, todo indica que el voto de las mujeres trabajadoras urbanas no blancas resultó esencial, en general y de forma señalada en algunos estados clave, para decantar la balanza en favor de Joe Biden.

Lo diré de forma más explícita. En Georgia, donde la diferencia final rondó el 1% entre los dos candidatos, los votos de los trabajadores varones blancos de las áreas rurales, y en particular los de los obreros de las manufacturas y el transporte, engrosaron la cuenta de Donald Trump, en tanto que la gran área metropolitana de Atlanta se decantó por Joe Biden, con incidencia especial de los trabajadores afiliados a sindicatos, y largamente movilizados, de la Enseñanza, la Sanidad y la Administración Pública. En las tres ramas se da una gran mayoría de mujeres no blancas. Habría sido entonces una surgencia de voto femenino, urbano, multirracial, de nivel técnico o especializado, y característicamente de clase, la que habría acabado con el predominio del GOP (Great Old Party, es decir el republicano) en el estado que fue su estandarte.

El dato lleva a una reconsideración de los esquemas y las pautas de conducta político-sindicales también en nuestro país. La feminización del sindicato es un hecho. La conciencia y la combatividad de las mujeres en la defensa de sus derechos laborales, pero también los individuales en lucha por la igualdad y por el futuro, están dando frutos importantes de un primerísimo nivel. No solo los datos de la afiliación, también los de la movilización, indican una marejada profunda en el seno del sujeto sindicato. Los impulsos son los mismos, el poder de arrastre se está resituando a partir de maneras diferenciadas de ver los mismos problemas. Además de temas como la paridad, la conciliación, el reconocimiento social, y la reivindicación de la remuneración en su caso de determinados trabajos como los cuidados, otros tópicos de tendencia insisten en ampliar el concepto de la solidaridad sindical para situarlo en el centro de la vida como un todo: el derecho de todas las personas a la dignidad, a una vivienda familiar suficiente, a la riqueza energética indispensable, a la limpieza del aire que se respira.

No estoy en condiciones de poner cifras a ese impulso diferente que empuja la acción de nuestros sindicatos hacia otro cuadrante de la misma rosa de los vientos. Intuyo, con todo, que en una batalla electoral indecisa como la que vamos a librar en mitad de una pandemia, serán la convicción y el activismo de las mujeres trabajadoras, lo que señalará una senda de progreso capaz de conducir a la salida del profundo pantanal en el que lleva sumergida Cataluña desde hace ya cerca de cuatro años.

No vendrá la solución tanto de los liderazgos fuertes, ni de la sabiduría de las universidades, ni de las fábricas “si un tiempo fuertes, ya desmanteladas”, sino sobre todo de la capacidad para decidir de muchas mujeres trabajadoras que saben que este es su siglo, y que su hora ha llegado ya.

(Leed esto como un mensaje metido dentro de una botella lanzada al mar; como un dardo en busca de una diana invisible. Esas mujeres sois vosotras, estáis ahí y todos necesitamos el empujón fuerte que podéis dar.)

   

viernes, 22 de enero de 2021

ATERRIZAJE

 


Grupo de viajeros en un aeropuerto. El momento es emocionante, como ocurre siempre en tales casos, y los aplausos, sin duda muy merecidos. Son reconocibles algunas caras de habituales de este foro. (Foto, Carmen Martorell)

 

De nuevo en Barcelona. El viaje fue todo lo bien que puede ir cuando te levantas a las cinco de la mañana, deambulas somnoliento por los aeropuertos guardando distancias sociales, te duele la rabadilla de tanto estar sentado en vuelo o en tránsito, tus puntos de referencia se reducen a los WC sucesivos que jalonan los pasillos por los que arrastras el maletín sin descuidar el seguimiento ─así en los urinarios como fuera de ellos─ de todas las normas preventivas en pandemia, y te das cuenta de que has perdido todo contacto con tus medios habituales de información.

Esto último casi es lo mejor de todo el paquete. De pronto, te sientes liberado del pesado fardo de datos poco relevantes con los que los medios y las redes te bombardean a toda hora. Te asalta una vaga alarma por la desorientación, pero también sientes alivio: has entrado en un paréntesis del tiempo y no eres responsable de nada de lo que ocurra en el mundo, salvo de tu equipaje y de tu tarjeta de embarque.

Barcelona sigue más o menos como la recordábamos, de hace ya cuatro meses. La temperatura es benigna. Me entero con sorpresa de que el Real Madrid se ha dejado eliminar por el Alcoyano de la Copa del Rey de fútbol. (La monarquía está decididamente en crisis; fantaseo con que algún día el equipo blanco pase a llamarse Madrid Republicano Club de Fútbol, y dispute ¡y gane! la Copa de la República Federal).

Una encuesta del “CIS de Tezanos”, leo, y el tono en sí mismo del escrito es ya despectivo, da al PSC como ganador de las inminentes elecciones catalanas. La fecha aún no está clara, el TSJC la decidirá finalmente el 8 de febrero.

La fecha es lo de menos, cuanto antes mejor, siempre que se aseguren las medidas preventivas adecuadas y la gente esté a gusto votando. Yo diría que no van a hacer falta muchos estímulos para que la ciudadanía haga cola ante las urnas, puestas por fin con las garantías debidas donde deben estar para cumplir su función. (La consellera Budó repartió las pasadas navidades urnas sobrantes del 1-O para los niños pobres a los que los Magos no han traído juguetes. Dejo constancia aquí del suceso, porque nuestros tataranietos futuros no se lo creerán, si no tienen pruebas documentales que lo abonen. Tanta estupidez queda fuera de cualquier hipótesis razonable; tanta estupidez, sin embargo, existe aquí y ahora.)

Puede que a ustedes les guste Salvador Illa como president, o que no les guste. Si no les gusta, lo mejor que pueden hacer es votar a otro/otra. Y aceptar los resultados finales. En eso está el busilis de la cosa, no en ir aplazando la democracia hasta que los vaticinios sean favorables a su candidato/a. Eso, disculpen que señale con el dedo, está feo. Yo he ido a votar muchísimas veces con todos los sondeos en contra. Si mi voto servía nada más que para que mi opción preferida no desapareciera del horizonte político del país, ya me daba por contento.

 

miércoles, 20 de enero de 2021

DE VUELTA AL DIÓXIDO

 


Panorámica de Atenas desde las proximidades de los Propíleos de la Acrópolis. Foto de 2014.

 

Leo en El País que en un estudio realizado en 858 urbes, Madrid ocupa el primer lugar en muertes asociadas a la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2). Barcelona ocupa el sexto lugar. Nos disponemos a viajar mañana a la sexta contaminación del ránking mundial. Tenemos el PCR en regla (negativo), y hemos rellenado los formularios oportunos y cumplimentado los e-checkin de rigor. Un familiar de Carmen nos avisa desde Barcelona: «Esto está rarito. Bienvenidos, pero echaréis de menos Grecia.»

Seguro. Vivir es un largo echar de menos. Dijo John Lennon que la vida es lo que te ocurre mientras estás ocupado en otra cosa. Marcel Proust vivió encerrado en una habitación con inhalaciones contra el asma, para contar con detalle cómo había sido el tiempo que se había ido deshilachando hasta perdérsele. (Al final tenía previsto encontrarlo, tituló su último volumen Le Temps retrouvé, pero se murió un poco antes de haber hecho las últimas correcciones.)

Es posible que estos últimos cuatro meses me hayan sentado bien, que se vea el mundo con algo más de claridad desde el marco de unas columnas dóricas inmortales. Quizá lo más necesario para la vida sea la arquitectura: los arquitrabes, los zócalos de mármol, una buena base sólida y bien nivelada. (Lo más prescindible posiblemente sean las banderas, los lazos, los perifollos y los ringorrangos.)

Hoy se inaugura el mandato de Joe Biden en la nueva normalidad. La última ─salvo sorpresas de última hora─ decisión de Trump ha sido indultar a Steve Bannon, no sé de qué delito pero da igual, Bannon reincidirá, forma parte inescindible de la banda del Tornarem a fer-ho, del “Vuelta la burra al trigo”.

Mientras, el TSJC examinará el fondo de la cuestión del aplazamiento y/o suspensión de las elecciones autonómicas. Valorará el Tribunal, espero, que las elecciones eran la única institución catalana que aún no había sido suspendida por el governet en funciones respaldado por el síndic en funciones. Todo el país anda rarito, a la búsqueda del tiempo perdido. Es en este momento de desconcierto, y con altos niveles de NO2 en el aire, cuando nos disponemos a aterrizar de nuevo.

Que dios reparta suerte.

 

martes, 19 de enero de 2021

ROMPER EL VÍNCULO EMOCIONAL

 


Bonaparte abucheado por el Consejo de los Quinientos en Saint-Cloud, el 19 de Brumario. Detalle de la pintura de François Bouchot.

 

Traduzco al castellano una frase de un tuit de Joan Coscubiela: «No hay nada peor para una fuerza política que romper el vínculo emocional con su gente.»

Se trata de una asignatura que no se enseña en las universidades. Hay errores perdonables, otros lo son menos; hay gente que trabaja a piñón fijo y perdona incluso los errores menos perdonables, pero no es ese el dato, sino el impacto negativo en el electorado potencial. No importa tanto lo que se ha dicho, sino cómo ha sido entendido por la gente más afín a la fuerza política de que se trate.

En 1804, el primer cónsul Bonaparte se convenció por alguna habladuría indiscreta de que el joven Luis Antonio Enrique de Borbón-Condé, duque de Enghien, estaba implicado en la conjura urdida por Cadoudal y Pichegru para asesinarle. Hizo detener al duque, que fue juzgado sin mayores garantías por un consejo de guerra, y fusilado. En todo momento había negado cualquier clase de participación en los hechos que se le atribuían.

El gélido jefe de la policía, Joseph Fouché, que consiguió pasar sin tropiezos del Antiguo Régimen a la Revolución, al Imperio y a la Restauración, calificó de este modo el suceso: «Ha sido peor que un crimen, ha sido un error.»

De crímenes, había para parar un tren en aquellos años; errores, nadie podía permitirse el más mínimo. Iba la cabeza, literalmente, en el envite

Napoleón, sin embargo, consiguió superar el tropiezo y sus adversas consecuencias diplomáticas. Luego siguió lo que siguió: una larguísima serie de guerras contra distintas coaliciones europeas. Éxitos asombrosos y crudas derrotas. Un hombre que se consideraba a sí mismo superior a los que le rodeaban y estaba convencido de poder imponer su voluntad a una gran nación; más aún, al mundo.

Seguramente todo podía haber sido más fácil de otro modo. Fouché no tenía escrúpulos, pero detestaba las inoportunidades. Puestos a elegir entre los dos grandes hombres, todos nos inclinaríamos por Napoleón, sin dudarlo.

No obstante…

 

lunes, 18 de enero de 2021

BALADA DE LOS VOTOS DE ANTAÑO

 


Fieras devorándose mutuamente, relieve bizantino, Atenas.

 

En la parábola evangélica de los talentos, el siervo que había recibido tan solo uno del señor que había de estar ausente por un tiempo, lo enterraba en el suelo para estar seguro de no perderlo. Resultó, en cambio, la manera más segura de perderlo: el señor, a su vuelta, montó en cólera, se echó a la faltriquera el talento desenterrado y arrojó al siervo a las tinieblas exteriores, fueran estas lo que fueren.

No soy un fan del evangelista Mateo, pero la actitud que describe es asimilable a la de las diferentes opciones políticas catalanas que han acordado retirar las urnas sine die por miedo a perder cada cual lo que ahora tiene.

Se atesoran los votos de antaño como si fueran amuletos contra el mal de ojo, mientras el mal de ojo se ceba una y otra vez en las flaquezas de una Cataluña que a saber cuándo tornarà a ser rica i plena. No hay trazas por ninguna parte de que tal cosa pueda ocurrir, no habrá “brotes verdes” si primero no se ponen las urnas, se pasa página de la pesadilla y el marasmo, se renuevan los mandatos caducados (sí, también el del Síndic de Greuges) y se emprende la marcha hacia alguna de tantas Ítacas posibles, al alcance después de solo unos días de navegación si el timón se tiene firme y el trayecto queda estipulado con claridad entre los navegantes.

Oigan, la porción de voto que atesora cada cual no tiene ya ningún valor en este momento; tenía fecha de caducidad, y está ya sobrepasada. Quienes echan pestes de la política habrán de considerar ahora los males de la ausencia de política, el vacío sobrecogedor que se está adueñando de las instituciones mientras nos rondan como buitres los escuadristas de dos facciones teóricamente enfrentadas pero idénticas a sí mismas, los CDR de la Meridiana y los fachas de Pallejà.

La degradación continúa sin descanso, alargar los plazos y paralizar el calendario después de “salvar” las navidades y mientras se van abriendo las pistas de esquí y los comercios, no arregla nada. No habrá presupuestos para este año, los millones de Europa no llegarán, Cataluña quedará marginada en ese lugar incierto que Mateo describía como “tinieblas exteriores”, y allí, como quedó escrito en su evangelio, «será el llanto y el crujir de dientes».

Espabilen, si no es mucho pedir. Echarnos la culpa a quienes hemos votado, votamos y votaremos un No a la independencia unilateral, no va a arreglar nada. Cocerse en el caldo propio será siempre una alternativa peor.

 

domingo, 17 de enero de 2021

CITA A CIEGAS

 


Publicidad de ‘Cita a ciegas’, película de Blake Edwards (1987).

 

Ayer escribí mi entrada del blog a ciegas, y me fue imposible colgarla. No es que se hubiera ido la luz, pero el wifi falló desde que enchufé a la corriente el portátil a primera hora de la mañana.

Estas cosas pasan. Filomena se ha amansado un tanto al cruzar el Mediterráneo, pero sus aproches iniciales se dejan sentir ya en Grecia de forma imperiosa. Las temperaturas se han despeñado aunque no tanto, hemos pasado de máximas de +18º a +4º, que no son para quejarse, pero es frío. Hemos recurrido a los jerséis más gruesos, encendido las estufas y acumulado mantas. Llovió sin fuerza pero con persistencia a lo largo de todo el día, un goteo malayo, tenaz. Las tórtolas que nos arrullaban a la salida del sol se escondieron en algún refugio recóndito, si no decidieron migrar tardíamente al Sahel. En la calle resonaban ecos de los largos sollozos de los violines del otoño (del invierno en este caso) que escuchó el primero de todos Paul Verlaine, poeta y dipsómano. Fue un día de vague à l’âme et de mélancholie, de marejada anímica, un día de esos en los que incluso la intratable Penélope se siente tentada a contar nuevas estrellas en el cielo de otro lecho, según nos certificó la aguda intuición de Georges Brassens.  

El wifi ha vuelto esta mañana. Con la cabeza gacha y a regañadientes, nada me asegura que no se ausente de nuevo sin dar explicaciones. Mi portátil tiene ya una edad, y el sistema operativo es de aquellos que Microsoft se niega a poner al día con actualizaciones periódicas. Incluso en condiciones normales, el Messenger solo da señales de vida en mi móvil, y aun eso con carácter esporádico. Hay amistades que me envían mensajes por ese canal y yo siempre los agradezco, pero aun así no los recibo a veces hasta pasadas semanas. Es lo que hay, quedan avisados.

De modo que escribí a ciegas, en un sentido. Yo suelo leer con detenimiento la prensa digital mientras hago la digestión del desayuno, y de esa apacible rumia simultánea de la actualidad y del bizcocho ensopado en el café con leche, surge de forma bastante natural algún tipo de comentario en contrapunto que me apresuro a trasladarles.

Diserté ayer a ciegas sobre las elecciones catalanas, pero mi argumentación quedó recogida, en mucho mejor, en el blog de López Bulla. Di por cierta la fecha del 30 de mayo, y veo hoy que no es así, que solo se apuntó como tentativa, y entra en los cálculos de la autoridad insolvente que nos desgobierna prorrogar la prórroga si los augures no se sienten satisfechos al examinar las entrañas de las bestias sacrificadas.

El procesismo busca una fecha mágica como tabla de salvación, pero se trata de una esperanza cuando menos dudosa. ¿Es verosímil que las coordenadas del país varíen de modo significativo en unos meses, cuando no lo han hecho en cuatro años? Las posiciones en Cataluña están muy enrocadas, y cualquier desplazamiento significativo del voto vendrá únicamente por una variación constatable en las apuestas colocadas sobre el tapete, no por ningún “efecto” instantáneo de formato meramente electoral.

La clave no va a estar en una fecha propicia ni en unos nombres, sino en las cosas. No en golpes de efecto sorprendentes que muevan el ánimo de las multitudes, sino en propuestas meditadas, en líneas de apertura, en una epifanía que abarque nuevos objetivos y nuevos modos de entender la política, y tenga fuerza suficiente para acercar a las urnas ese fondo espeso de abstención acumulado por un decenio de solipsismo, mal gobierno y decadencia acelerada.

En Estados Unidos, el voto al trumpismo ha crecido desde que derrotó a Hillary Clinton, pero la búsqueda de una alternativa ha movilizado un bloque nuevo de votantes de “cordón sanitario”, que no han votado por Biden tanto como contra Trump.

Es lo que cabe esperar de las próximas calendas electorales, cuya fecha baraja aún interminablemente el procesismo en busca del momento mágico en el que las divinidades propicias accedan a los deseos de la troupe, sin respeto ni por las reglas democráticas, ni por las instituciones, ni por las personas.

Es una irresponsabilidad grave, descomunalmente grave, como queda dicho en otras bitácoras.

Y además, es inútil. Por mucho que reordene sus filas y engresque a base de efectos especiales a sus leales, ya ha dicho a estas alturas todo lo que tenía que decir. Donec perficiam, hasta que horade la roca viva a base de insistencia. Su mensaje es solo monotonía: vuelta de la burra al trigo, dicho oído en mi infancia que me ha vuelto de pronto a la memoria.

La acumulación de nuevas fuerzas es solo posible en el otro lado, desde la alternativa. Hará falta un catalizador, pero sobre todo una voluntad unitaria de progreso, capaz de dejar atrás una de las etapas más torpes y ciegas de la historia de la Cataluña real.

Y una cita a ciegas es lo que nos propone el governet, en mayo o cuando le venga finalmente el pujo.

 

viernes, 15 de enero de 2021

MÍSTER MARRIED Y ALMEDILLA EN LA CUEVA

 


Don Quijote en la cueva de Montesinos. Ilustración del 'Quijote' (1894).

 

Pablo Casado entiende que los dineros que apronta la Unión Europea para reconstruir las economías deterioradas por la pandemia, deben ser utilizados para poner Madrid en estado de revista, después de las nevadas.

Vendría a ser lo mismo que decorar con mimo el escaparate como remedio para reflotar un comercio en suspensión de pagos. Pero se trata de una propuesta coherente con el teatro del absurdo al que se dedica el líder del PP desde hace tiempo.

De paso, también es coherente con la petición del alcaldillo Almedilla de declarar Madrid zona catastrófica y recuperar de ese modo 1.400 millones de euros con los que adecentar las aceras de la capital por las que las floristas vienen y van con los nardos apoyados en la cadera.

O sea, a ver si lo pillan ustedes: cuando asociamos Madrid y catástrofe no estamos haciendo referencia a las cifras fuera de control de contagios y de muertes, ni a las dificultades para sobrevivir del pequeño comercio y de la industria, ni por pienso a la situación que están viviendo los vecinos de la Cañada Real. En todos esos temas, cada palo habrá de aguantar su vela y que Dios reparta suerte. A lo que se refieren Míster Married y Almedilla es a otra cosa muy distinta, a la esencia sutil que envuelve a Madrid y a España bajo la misma bandera kilométrica y cuajada de luces y efectos especiales.

Es tanta la identificación que ambos líderes de la derecha hacen de Madrid con España y de España con Madrid, que para ellos resulta meridiano que la parte de España que no es Madrid es menos España, o lleva emborronada la Marca España; y en consecuencia debe ser colocada en un renglón más bajo del listado de prioridades.

Madrid da con gallardía el paso al frente, y se ofrece para liderar la reconstrucción del país bajo sus parámetros propios. No solo ha de ser el tajamar de las Españas ─y por ese motivo reclama toda la financiación estatal disponible, ya que desafortunadamente no cuenta con recursos propios y en las arcas municipales solo tiene un enorme agujero de deuda─, sino que se propone además como tajamar de toda la Unión Europea, que ya está tardando en entregar los recursos necesarios para la mayor pompa y boato del milagro madrileño/español.

Con estas cosas que digo, y las que guardo en silencio, circula entre Alcalá y Recoletos la extraña pareja, a piñón fijo y con los nardos prendidos de la cadera. Son un mal remedo de Don Quijote y Sancho maravillados por las riquezas asombrosas que se guardan en la Cueva cuya entrada solo ellos conocen, y que ya no es la de Montesinos sino la de Monipodio.

 

jueves, 14 de enero de 2021

IMPEACHMENTS

 


El estrecho camino de la legalidad (metáfora). 

. Ano Syros, 2020.

 

El GOP (Great Old Party), es decir el partido republicano de los Estados Unidos, ha rectificado parcialmente su desvarío trumpista, lo cual ha facilitado la aplicación oportuna de la regla del impeachment, que en un primer intento no había funcionado.

Es una buena noticia, aunque haya sucedido en los minutos de la basura del mandato de Donald Trump, un paranoico decidido a utilizar todas sus prerrogativas para hacer daño a la democracia americana; la más antigua de las democracias modernas, un dato para no olvidar.

Cabe suponer que la medida permitirá abortar una potencial “traca final” del Carioco de la Casa Blanca, sobre la que alertan investigaciones del FBI. La defensa de la democracia se ejerce siempre en modo activo, y no por pasiva. Nada puede dejarse al laissez-faire ni darse por supuesto en este terreno, porque el concepto de “democracia” remite directamente a los derechos esenciales de las personas: a sus derechos políticos en primer lugar, pero a partir de ahí, y en cascada, a todos sus derechos sociales e individuales, que, privados del marco institucional adecuado, dejan de existir.

Al parar los pies a la antipolítica y a la infracción consciente del marco de garantías y equilibrios de poder que implica una democracia, se está ahondando en la raíz misma de las cosas de cada día, las cosas de comer. Toda infección, todo escamoteo de las leyes que la comunidad se ha dado a sí misma, generan desamparo y ponen en peligro de varias maneras las vidas de las personas.

En nuestra joven democracia, en nuestra Constitución que aún no llega al medio siglo de existencia, no hay apenas providencias contra la antipolítica ni contra el abuso de poder. Se trata de una Constitución buenista, para expresarlo de alguna forma. Aún perdura el eco de Cádiz, donde se escribió que los españoles somos justos y benéficos. Y una mierda.

Está, sí, el artículo 155 respecto de las autonomías. Solo ha sido utilizado en una ocasión (bien utilizado, nada que reprochar), pero bien podría resucitarse ahora mismo para corregir la situación extrema por la que atraviesa la CAM. Por escrúpulo garantista, se concibe en un sentido muy restringido la incapacidad de las autonomías para cumplir su función en relación al conjunto del país; y en consecuencia, las medidas abiertamente sediciosas e insolidarias del actual “Madridexit” tienden a pasar inadvertidas para los expertos, cubiertas como están bajo kilómetros de banderas constitucionales. Algo falla, Madrid incumple sus obligaciones con la España que tiene siempre en boca, y no pasa nada.

Algo falla también cuando se extiende, sin cobertura jurídica contrastada, la inviolabilidad jurídica prevista para las máximas personalidades del Estado, hasta una impunidad de facto y sin límite para cualquier enjuague privado en el que se impliquen. No puede entenderse el respeto a la monarquía como un absoluto; el respeto, o se merece, o no es nada. Los monárquicos deberían ser los primeros en darse cuenta de que no fortalecen su sentimiento sincero en favor de la institución, si siguen haciendo la ola a un hooligan que nos ha meado a todos en la boca abierta.

No lo digo por esa comisión parlamentaria que no se va a concretar por escrúpulos de los gobernantes del PSOE. Es ya historia que nuestras comisiones parlamentarias son por regla general telegénicas, pero no eficaces.

Lo digo porque necesitamos con urgencia vacunas contrastadas, también para este virus que desmejora de día en día nuestra democracia febril, taquicárdica y con ahogos intermitentes. Lo primero es antes, sin duda; pero en punto a prevención, no habrá de dejarse para muy luego un aumento de la vigilancia, una dinamización de las alertas tempranas, y un avance rápido en la creación de cortafuegos para que no se nos queme el bosque, cualquier día.