lunes, 31 de enero de 2022

TANXUGUEIRAS, NADAL, ANTÓNIO COSTA

 


Imagen de la actuación de Tanxugueiras en la Benidorm Fest.

 

No sé qué destino espera a Chanel y a su “SloMo” en la cita de Eurovisión, pero mientras tanto el grupo Tanxugueiras ya ha ganado su difícil apuesta.

Ha tenido visibilidad, apoyo popular, recorrido. Ha convencido a una buena parte de la audiencia. “Terra” se ha convertido casi en un himno. Todo eso vale más que un billete para el concurso más mediatizado (en los dos sentidos de la palabra) que existe en la aldea global. El proyecto musical del grupo galego ha salido fortalecido de una Benidorm Fest planteada, no como plataforma de lanzamiento de nuevos artistas, sino como artefacto ad hoc de la industria musical, con muchos recovecos recónditos y una transparencia escasa.

Hago estas afirmaciones desde fuera. No seguí el certamen por televisión. De hecho, tampoco vi ni un solo minuto de las cinco horas y media que duró el pulso de Rafa Nadal con otro gladiador, que por lo demás era ruso, lo que añadía a la contienda cierto morbo geopolítico. Vi que la Casa Real le había enviado un mensaje en la forma “campechana” de un alarido forofo: « ¡Vamos, Rafa! ¡Vamos, Rafa! ¡¡¡Vamos!!! » Mi sensación es que la Casa Real intentó jugar a una transferencia más o menos freudiana del éxito deportivo del día: transferencia de Rafa a la Marca España en primer lugar, y de ahí a la monarquía que lo resumiría todo en su quintaesencia. Pero las cosas no funcionan así, y la dudosa popularidad de los Reyes se parece más a la de Chanel, destilada en los alambiques de los estudios de programación, que a la de Rafa, apoyada en una trayectoria consistente, contra viento y marea, en las pistas de todo el mundo.

El tercer protagonista de la jornada, el socialista António Costa, que repetirá al frente del Gobierno de Portugal, ahora sin geringonça y con mayoría parlamentaria absoluta, compareció ya avanzada la noche. Conviene evitar cualquier extrapolación interesada de lo ocurrido allí respecto de lo que está ocurriendo aquí. El asunto merece un análisis en sus propios términos: en Portugal crece la ultraderecha, y crece más aún la opción de continuidad de una izquierda consistente, que está cambiando cosas a un ritmo pausado pero visible. Las impaciencias por la izquierda han sido castigadas por un electorado poco inclinado a los fuegos de artificio.

A bote pronto, eso es lo que hay, la cara y la cruz de los tres sucesos mediáticos globales de ayer.

 

sábado, 29 de enero de 2022

LOS MOTIVOS DEL "NO"

 


“La causa del Trabajo es la esperanza del mundo”. Grabado inglés del siglo XIX.

 

Fuerzas parlamentarias que se pregonan todas ellas de izquierdas han anunciado su voto negativo a la Ley de la Reforma Laboral, a menos que se desconsensúe lo que se ha consensuado entre el Gobierno y los sujetos sociales. Los sujetos sociales no están legitimados para consensuar nada, según esas fuerzas que se pregonan todas ellas de izquierdas, y el consenso habrá de buscarse en el propio Parlamento, lugar donde, como es sabido, lo que predomina es la rebatiña, y donde no se ha conseguido consensuar ni siquiera materias constitucionales trascendentes como la renovación del Poder Judicial.

Es el primer absurdo con el que nos encontramos en la situación actual. Luego me referiré a él más despacio. El segundo es que, en un apretado repaso a los motivos del “no” de esas fuerzas políticas, viene a resultar que con lo que no están de acuerdo, en cuestión de contenidos, no es con lo que hay en la Ley in pectore, sino con lo que no hay.

Nos enumeran de forma prolija (1) todo lo que le falta a la reforma propuesta para resanar las relaciones laborales. Es mucho, convengamos en ello. Pero nadie sostiene que el paquete que ahora se presenta a la aprobación del poder legislativo sea “toda” la reforma de lo que sí se legisló de un plumazo y sin consenso en 2012. Nadie ha hablado de una sustitución mecánica del viejo texto por el nuevo. Cuando caminamos en una dirección determinada, solemos dar un paso detrás de otro. A nadie hasta ahora se le ha ocurrido que el método sea malo, y que deba ser suplido por un brinco tal que dejaría chiquito el récord olímpico de salto de longitud.

Un paso detrás de otro no parece ninguna traición a los principios inconmovibles del movimiento obrero. La reforma que se propone no es ningún paso atrás, sino un paso adelante que habrá de ser completado por otros. Entonces, parece lógico considerar la posibilidad de limitar el voto del “no” a todo lo que la ley “no” contiene, y dar el “sí” a sus contenidos reales, severa, objetiva y laicamente considerados. Sería, por lo demás, un favor que nos haríamos todos a nosotros mismos. Si no damos este paso, el siguiente será más difícil.

Vuelvo al primer absurdo, el que deslegitima el consenso de las partes sociales. Quienes consideran que no se debe pactar con la patronal, lo digo muy claro, no han firmado jamás un contrato de trabajo. Quienes hemos pasado por ese trance sabemos de buenísima tinta que el patrón no consensúa jamás aquello que puede imponer. Está en su ADN. Para obligar a un patrón a consensuar un tema determinado, es demasiado frecuente que se haga necesario interrumpir el trabajo. Se interrumpe el trabajo no para romper la relación laboral, sino para elevarla a un nivel superior, en el que cuenten para el resultado final las expectativas y las exigencias de quienes ocupan por contrato una posición subalterna, sí, pero no sumisa. Lo dijo Francesc Layret: «Quienes hacen huelga no es que no quieran trabajar, sino que quieran hacerlo en mejores condiciones.»

Cualquier consenso real (no digo cualquier paripé) con la patronal es en sí mismo una victoria para la parte teóricamente débil en la relación laboral. Los partidos que se pregonan de izquierdas deberían saberlo de antes, y si no lo sabían, conviene que tomen buena nota. Esta no va a ser una votación rutinaria en el Parlamento: quienes voten con el bloque de la derecha ultra y la ultraderecha, quedarán señalados para siempre.

 

(1)  Es ilustrativa al respecto una entrada muy reciente del blog Según Antonio Baylos: “No hay razones suficientemente válidas para no convalidar la reforma laboral”. Ver https://baylos.blogspot.com/2022/01/no-hay-razones-suficientemente-validas.html

  

viernes, 28 de enero de 2022

DESPUÉS DE LA EDAD HEROICA

 


Helena de Troya, detalle de un mosaico de la villa romana de Noheda (Cuenca).

 

Sorprendente, el punto de vista de Yannis Ritsos en “Helena”, Acantilado 2022, traducción de Selma Ancira, recién salida del horno.

Ha pasado el tiempo de los héroes, la bella Helena ha envejecido mal, y su esposo Menelao «… fumaba sin parar. De noche deambulaba por la sala grande, con sus deshilachadas pantuflas marrones y su largo camisón. Cada mediodía, a la mesa, volvía a la infidelidad de Clitemnestra o al justo proceder de Orestes como si amenazara a alguien. ¿A quién le importaba?»

Posible que el momento justo, el más revelador, de la literatura sea este, el de la segunda parte de un Don Quijote que intuye de antemano su derrota final y declara: «Nadie podrá quitarme la gloria del intento». O la larga espera inútil de “El coronel no tiene quien le escriba”, en busca de una pensión que recompense sus fatigas por la patria olvidadiza. De una u otra forma, la escritura llega con el final de la aventura juvenil y el inicio de una nueva lucidez; así lo glosó Jaime Gil de Biedma en uno de sus “poemas póstumos”: « … envejecer, morir, / es el único argumento de la obra. »

Se esté o no de acuerdo con ese postulado de principio, me resulta sugerente la visión alternativa de la “Odisea” que nos da la Helena anciana de Ritsos: «Soñaba entonces con Odiseo, que no había envejecido, con su astuta gorra triangular, él, el ingenioso, que retardaba su regreso con excusas de imaginarios peligros, al tiempo que se entregaba (supuestamente náufrago) ya en manos de una Circe, ya en las de una Nausicaa … Supongo que él también habrá llegado a Ítaca; lo habrá arropado, pienso, con su tejido, la gorda y fea Penélope…»

 

jueves, 27 de enero de 2022

VIVÍAMOS EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS

 


El solipsismo sublime de quien ignora las fatigas ajenas que fundamentan el bienestar propio. Paul VETTRIANO, “El mayordomo cantante” (1992).

 

Y este pescaíto, ¿no es ná?

¡Sacao uno a uno del fondo del má!

¡Gloria pura é!

Las espinas se comen tamié

Que tó es alimento…

José Carlos de LUNA, ‘El Piyayo’

 

 He leído por ahí la opinión, netamente de izquierda, de que lo único importante del aumento de las pensiones es lo que queda aún por aumentar para llegar a nuestras expectativas mínimas. Bueno. Una inmunóloga madrileña, esta netamente de derechas, afirma que la tercera vacuna es postureo del gobierno para hacer como que hace algo contra la pandemia, porque en realidad no está haciendo nada. Bien. En los últimos 12 meses se han creado 840.600 puestos de trabajo y la tasa de paro ha descendido al 13,33%, la más baja desde la Gran Recesión de 2008; pero el camarada Rufián declara que la reforma laboral es solo un expediente de la ministra Yolanda Díaz para darse pote, y ERC, un partido que como se sabe es muy serio y ha sido siempre consecuente en su larga trayectoria, votará en contra porque no gusta de personalismos.

Vivíamos en el mejor de los mundos y no nos habíamos enterado. El actual gobierno de coalición socialcomunista es, dicen, el peor de la historia de la democracia, y si no reaccionamos aprisa nos va a meter un embolado serio.

Requetebién.

La causa de este extraño sesgo de opinión puede ser, para la derecha, que los muy ricos se están enriqueciendo más con la crisis, luego la crisis no es su problema. El actual gobierno está atajando la crisis, y al hacerlo ataja también el incremento espectacular de sus beneficios. Fuego a discreción entonces contra el gobierno. Todo vale.

Para la izquierda, la cosa es algo más complicada. Tenemos una izquierda que lo quiere todo, y ahora mismo, y por decreto. Una izquierda curiosamente inactiva  y contemplativa, pero muy severa con los avances insuficientes de la coyuntura. Una izquierda que no habita la realidad sino el bienestar utópico al que quiere llegar en coche oficial y con chófer a cargo de los presupuestos generales del Estado.

Deberíamos ser más “piyayos” (“piyayoflautas” si me apuráis) al valorar los modestos y no tan modestos éxitos que se van alcanzando. El Piyayo, creación inmortal del malagueño José Carlos de Luna (1890-1964), llevaba a sus nietecillos el pan y el pescaíto frito conseguidos de las contribuciones voluntarias recibidas por cantar y bailar y babear con una guitarra atada al cuerpo. Dice de él el poeta: «A chufla lo toma la gente. / A mí me da pena / y me causa un respeto imponente.»

Y mitinea el Piyayo a sus churumbeles:

« ─¡Chavales!

¡Pan de flor de harina…!

Mascarlo despasio.

Mejó pan no se come en palasio. »


martes, 25 de enero de 2022

LOS AMORES CON LA CRISIS

 


“Los muchachos con la crisis

Se han embravecido, se han embravecido

Ninguno agarra para marido

Mucho grupo, mucha pinta

Mucho bigotito, mucho bigotito

Pero no quieren entrar en acción.”

 

Me he despertado esta mañana entonando una canción venida de quién sabe dónde, y transmitida de cualquier manera por mis deterioradas circunvoluciones cerebrales aprovechando que yo estaba dormido e indefenso.

Mientras desayunaba la he ido tarareando y he recompuesto un poco la letra, entre muchas lagunas. Es más larga, pero lo único que he oído en toda mi vida son los seis versos que van arriba. Los cantaba mi tío Pepe, en los veranos que pasó en La Garriga, primeros años cincuenta. Antes había estado en el sanatorio de Puigdolena, tratándose una tuberculosis secuela de las penurias de la guerra civil, que por lo menos le valió para ser declarado “inútil” y librarse de ir al frente.

Tío Pepe, hermano pequeño de mi padre, fue mi padrino de bautismo. No era un hombre propicio a hacer regalos, cosa comprensible porque nunca tuvo suyas más de dos pesetas, pero sí adornó el dormitorio de los chicos con escenas populares (la sardana, el pescador, el torero, el faro, el camino de la escuela) que pintaba sobre ladrillos azulejados; un socio se las ponía a la venta en las ferias de las fiestas mayores de los pueblos.

También me enseñó a jugar al ajedrez, y me regaló una copa muy chica que había ganado en un torneo del sanatorio, en el que acabó segundo. En la partida decisiva su adversario, el que sería ganador, se dejó la dama en prise, y mi tío le avisó del descuido y le permitió rectificar su jugada. Acabó perdiendo la partida, pero fue un resultado justo, dijo, porque el otro jugaba mejor. A mi prima Cuquín le descomponían esos altruismos tan poco prácticos: “los pantalones recosidos, y aires de millonarios”, decía para señalar el escaso apego de los varones de la familia a los bienes terrenales. Y la sentencia irrevocable: “Los Rodríguez, a los duros les dan patadas.”

Tío Pepe era un hombre inteligente, guasón, a medias optimista y a medias resignado a su mala suerte repetitiva. Su salud nunca fue buena, pasó media vida en cama, y cuando creía estar superando sus “alifafes”, se lo llevó un ataque de uremia en el veraneo de 1965, en tierras de Soria.

Fue un gran narrador de historias. Tenía una voz fina, pero cuando contaba algo en público, se hacía el silencio a su alrededor. En la foto le ven en Els Pinetons de La Garriga, en el centro de un corro, encandilando a un auditorio mayoritariamente juvenil.

La canción de mi sueño, que se quedó al parecer prendida en algún jirón de mi memoria por habérsela oído cantar algunas veces, la he podido localizar gracias a Google, que lo sabe casi todo. Su origen es argentino, fue compuesta por Guillermo Juan Pichot (alias artístico, Ivo Pelay),  e interpretada por Tita Merello, que hizo mucho cine en su país, mayormente con Sandrini, y en México. Su título es “Los amores con la crisis”. Es un pequeño milagro que me haya sonado de pronto esa melodía tan antigua por dentro de un sueño, y que haya conseguido recuperarla gracias al Big Data, como quien dice.

 

domingo, 23 de enero de 2022

AUTOMATISMOS ADQUIRIDOS

 


Un tramo de la carretera del Atlántico, en Noruega. (Fuente, Facebook)

 

Un lugar común desde tiempos antiguos afirma que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Es cierto, dos y tres, y siete, y setenta veces siete, según una fórmula evangélica.

Una constatación: tropezar tantas veces en la misma piedra no puede deberse a torpeza irremediable: no estamos hablando de un error muy repetido, sino de una prerrogativa.

Richard Hyman, profesor de Relaciones Industriales en la London School of Economics, señala en su obra de culto “Strikes” (“Huelgas”) que en los primeros años ochenta, después del gigantesco pulso entre el gobierno de la Dama de Hierro, Margaret Thatcher, y los sindicatos británicos (las trade unions), tres de cada cinco personas sindicalizadas votaron en las elecciones generales a favor de los tories de Thatcher o del Partido Socialdemócrata, que defendía medidas antisindicales muy parecidas a las de los conservadores.

Eran personas (varones blancos profesionalmente cualificados, en su gran mayoría) que habían luchado de forma encarnizada por el salario, la fijeza en el empleo y las condiciones laborales, en los primeros años setenta; diez años después, con su voto pretendían defender lo conquistado.

Hyman comenta con cierto detenimiento esta cuestión. Los obreros siguen en general el sesgo ideológico marcado por los economistas liberales: creen en unas expectativas de país que están por encima de las suyas propias como personas, aborrecen las huelgas excepto las que hacen ellos mismos. No todos piensan así, por supuesto; tampoco siempre, sino en particular en los momentos en los que la élite de los negocios juzga necesario pisar el acelerador.

Me detengo en el acelerador; dejo de comentar a Hyman, y hablo (desbarro quizá) por mí mismo. Diría que los humanos “modernos” hemos internalizado el esquema de conducción de un automóvil en nuestra conducta habitual. Dueños de un destino “nuestro” estrictamente individual, giramos el volante a derecha e izquierda siguiendo los meandros del trayecto. Disponemos de dos pedales para imprimir velocidad o pausa a nuestro viaje: el acelerador está situado a la derecha, el freno a la izquierda. No tenemos una preferencia especial por uno u otro; los presionamos alternativamente según las características del camino que seguimos. Siempre lo que nos mueve es una opción individual. Y nos fiamos de nuestra destreza para la conducción. Sabemos que muchos se han estrellado en la misma ruta, pero nos vemos capaces de surfear las olas más peligrosas.

Lo que nos da la acción política y su plasmación oficial en forma de leyes, lo consideramos como algo simplemente debido cuando es bueno; como algo atroz cuando va en contra de nuestra conveniencia; y siempre, como algo insuficiente para el vuelo alto de nuestros anhelos.

Es de esta forma como chocamos una y otra vez contra la misma piedra, despotricando siempre contra las autoridades que no la han apartado de nuestro camino; como aceleramos desproporcionadamente aunque veamos el semáforo en rojo en el cruce siguiente; como frenamos en el último instante y mediante un pisotón furioso a ese freno que es casi un obstáculo para nuestras ansias de correr.

Vivir de una manera más pacífica y más armónica es posible. Evitar las piedras colocadas en el camino, en lugar de tropezar setenta veces siete con ellas.

Pero es preciso un cambio molecular: transformarnos nosotros para transformar el mundo. No sé si estamos en condiciones de lograr semejante hazaña.

 

sábado, 22 de enero de 2022

CONTRA LAS GUERRAS

 


Natalia GONCHAROVA, “Invierno. Recogiendo leña” (1911).


 

«La guerra que vendrá

no es la primera. Hubo

otras guerras.

Al final de la última

hubo vencedores y vencidos.

Entre los vencidos, el pueblo llano

pasaba hambre. Entre los vencedores

el pueblo llano la pasaba también.»

  

Son versos de Bertolt Brecht, en versión de Jesús López Pacheco. Proceden del “Catón de guerra alemán”, escrito en el exilio danés, al hilo del final de la segunda Gran Guerra. Son la razón principal por la que el pueblo llano debe estar en contra de todas las guerras, sin especular sobre posibles ganancias en caso de victoria.

Dijo Clausewitz que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Es mentira. La guerra es la ruina de la política.

Me asombra que algunos justifiquen la actitud de Vladimir Putin en relación con Ucrania. Rusia dejó hace mucho de ser la patria del proletariado mundial, caso de que alguna vez lo fuera. No hay buenos y malos en el conflicto entre Rusia y Ucrania, ni en la posición de los Estados Unidos o de la OTAN al respecto. Todos valen lo mismo en ese cursillo acelerado de geopolítica, y ninguno de ellos vale un duro sevillano.

Tengamos la fiesta en paz. Puedo decirlo más alto, pero no más claro.

 

jueves, 20 de enero de 2022

PATRONES LITERARIOS

 


Patricia Highsmith con algunos de sus títulos más reconocibles.

 

Ayer, 19 de enero, Patricia Highsmith habría cumplido 101 años Debo a mi admirada Irene Vallejo la siguiente cita de Patricia (la traducción es de Jordi Beltrán):

«Lo bueno del género de suspense es que el escritor, si así lo desea, puede escribir pensamientos profundos y páginas sin ninguna acción física porque el marco es esencialmente un relato animado. “Crimen y castigo” es un espléndido ejemplo de ello. De hecho, creo que a la mayoría de los libros de Dostoievski se les llamaría libros de suspense si se publicaran ahora por primera vez. Pero, debido a los costos de producción, los editores le pedirían que los acortase.»

Es así seguramente, pero no solo ocurre con el género del suspense, uno puede escribir “pensamientos profundos y páginas sin ninguna acción física” también en una colección de sonetos. Se ha hecho.

Me interesa, de otro lado, la actitud de los editores, en los tiempos de Dostoievski y en los de ahora. Ahora le exigirían, en efecto, acortar sus obras; o bien, por la brava, se las recortarían sin siquiera pedirle permiso, de una forma bastante drástica y malhumorada. En la época en la que él escribió sus obras maestras ocurría al revés, porque las novelas se iban publicando en los folletines semanales de los periódicos de más tirada. A los editores les interesaban las novelas-río, cuanto más largas mejor.

Nadie intentaría ahora algo semejante, pero es que estamos en una era tecnológica distinta, y lo que prima es la inmediatez. El lector paga por tenerlo todo a su disposición ahora mismo; la obra literaria renquea por ese lado, los pensamientos profundos repelen al lector y las páginas sin acción física son eliminadas sin contemplaciones por editores agobiados por el costo del papel.

Imaginen a Dostoievski en un tuit: ese sería el desiderátum de muchos, y eso es lo que se estila en las redes sociales: una foto, un nombre conocido y una frase cualquiera que hable del cielo, del corazón, las lágrimas y los sentimientos. “¡Cuánta verdad!”, se dice el lector, y añade un “like” y un comentario: «Dostoievski, uno de los imprescindibles.» Luego, a otra cosa.

Lo cierto es que Dostoievski utilizó el suspense en sus novelas por capítulos de aparición semanal. No lo inventó él, sino gente de bastante menos talla literaria, como Eugenio Sue (“Los misterios de París”) o Ponson du Terrail (“Rocambole”). Luego Balzac, Victor Hugo, Dostoievski, dignificaron literariamente el recurso, cuyo nada fácil objetivo era mantener “enganchado” al lector para que siguiera comprando mes tras mes y año tras año los suplementos dominicales de los periódicos. Un capítulo acababa en punta con dos enemigos a punto de dispararse con sus pistolas alzadas en el campo del honor, y el siguiente, esperado con ansiedad por toda la clientela, comenzaba imperturbable: «Dejamos en el capítulo anterior a Pierre y Jean apuntándose el uno al otro con sus pistolas de duelo. Veamos ahora qué hacía mientras tanto la bella Molly, causante involuntaria de aquella ofensa mortal…» El capítulo terminará posiblemente con Molly en deshabillé, asaltada en su boudoir por un energúmeno que pretende violarla. Y así sucesivamente.

Todo es posible en el mágico espacio en blanco de la página de papel, con tal de que el lector se lo crea. El infinito cabe en un junco, como ha señalado Irene Vallejo, mentada al principio de este ejercicio de redacción. También depende la obra del para quién se escribe: los antiguos afinaban más en contenidos y formas, porque escribían para un mecenas de mucho juicio crítico, que les mantenía a pan y cuchillo, y para un círculo reducido de ociosos ilustrados. En los siglos oscuros no había público lector, y si se recopiaban manuscritos era debido a la regla de San Benito que exigía a los monjes no estar inactivos a ninguna hora del día para no padecer los embates del demonio meridiano (ese mismo, dispensen la digresión, que ataca ahora a Iñaki Urdangarín, después de tanto ocio en una cárcel de diseño). La imprenta vino a democratizar la cultura, las clases medias e incluso las bajas se aficionaron a la lectura, y de ahí paso a paso hemos llegado a la confusión actual, en la que todo vale con tal que tenga un número crítico de compradores, no necesariamente lectores, que justifique la edición.

James Joyce puede representar la confusión a la que acabo de aludir. Su pretensión fue tal vez escribir para sí solo, conforme a unos códigos propios, sin pensamientos profundos ni acciones físicas, con estructuras narrativas cambiantes, sin sintaxis, con diálogo interior.

Y sin embargo ahí lo tienen, a los cien años de la edición del “Ulysses”, colocado en lo más alto del canon literario, leído y analizado frase a frase en las universidades, admirado hasta el fanatismo por legiones de letraheridos.

En el infinito contenido en el junco también cabe Joyce. “Respect”, como pide la FIFA en los grandes partidos de los campeonatos grandes.

 

martes, 18 de enero de 2022

NO MILAGROS, SINO INDUSTRIA

 


El patrón de patronos, Antonio Garamendi, ha asegurado mantener una excelente relación con el líder del PP, Pablo Casado, y ha propuesto posar ambos ante los medios como lo hicieron John y Yoko en una ocasión célebre. Desde este blog, deseamos a la feliz pareja una romántica luna de miel.

 

Algunos amigos son de la opinión de que la reforma laboral se ha quedado ridículamente corta, y dicen que la patronal está como unas pascuas con el resultado. La prueba, para ellos, es que consensuó. Una reforma consensuada con la patronal, dicen, ni es reforma ni es nada. “Les hemos lavado la cara.”

El consenso era, sin embargo, el núcleo íntimo, la razón de ser del proyecto mismo de reforma laboral puesto en marcha desde el Ministerio de Trabajo: la idea de partida era el aplanamiento de un terreno de juego, con sus altibajos y desniveles sin duda, pero ya no en pendiente de modo que una de las partes circulaba siempre cuesta abajo, y la otra cuesta arriba. No es una idea difícil de entender, pero mucha gente, así en la derecha como en la izquierda, está empeñada en ver las relaciones laborales como un partido de fútbol en el que lo que importa es meter cuantos más goles mejor al adversario.

Qué consenso entonces, si lo que anhelan es meterles el dedo en el ojo, como hizo Mourinho. Aquel hecho provocó la pancarta más vergonzosa que se ha desplegado de forma impune en un estadio llamado deportivo: “Mourinho, tu dedo señala el camino”, en el Bernabeu. Nadie ha pedido perdón por la infamia, se tiende a considerar que fue solo una chiquillada sin importancia. Pero aquel dedo sigue señalando el mismo camino, y ya no solo en el fútbol.

Percibo una manera muy extendida de entender la lucha de clases como un “trágala”: la revuelta a cara de perro de los de abajo contra los de arriba, la tortilla vuelta en la sartén. Es una idea de escaso recorrido, no la defendió ninguno de los grandes clásicos del pensamiento del movimiento obrero, empezando por Marx y por Rosa Luxemburgo, el aniversario de cuyo asesinato acabamos de conmemorar cariacontecidos.

Lo cierto es que la conciencia de clase tiene sus recovecos. Debería ser una conciencia de “clase dirigente”, la conciencia del valor propio de un colectivo amplísimo y esencial, la urgencia de colocarnos a la altura necesaria para dar una respuesta eficaz a los grandes problemas comunitarios y a la exigencia de más derechos para las personas, sin exclusiones por razón de sexo, raza, lengua, nacionalidad u otras circunstancias.

Y puestos a postularnos como clase dirigente alternativa, es imperativo utilizar en la acción social esas dos herramientas imprescindibles, el consenso y el conflicto. Una legislación bien encarrilada llega hasta donde es posible hacerla avanzar, pero no hace milagros. En general, los milagros no existen. Cervantes nos lo advirtió en el feliz trance de la resurrección repentina de Basilio el Pobre, después de ser bendecido por el cura su matrimonio in artículo mortis con Quiteria la Bella, prometida a Camacho el Rico. “Milagro, milagro” se exclamaban los invitados, y respondió Basilio: «No milagro, milagro, sino industria, industria.»

Son cosas que de vez en cuando se nos olvidan.

  

domingo, 16 de enero de 2022

AUSTRALIA DE MIS AMORES

 


Mapa físico de Australia. Melbourne queda del todo abajo, a la derecha, en el estado de Victoria.

 

Quién estuviera en Australia en algunas ocasiones… (POPULAR)

¿Alguien duda de que, de haberse tratado del Open de Madrid en lugar del de Melbourne, Novak Djokovic estaría inscrito en el cuadro de competición con todos los honores? Ayuso nos habría lanzado otra soflama sobre las bondades del libre-tenis en terraza, Olona se pediría el crack para el Open de Sevilla, Pablito Trampas se habría fotografiado para los medios rigurosamente de blanco y con una raqueta en la mano.

El horrible atropello de que ha sido objeto Nole en Australia ha sido culpa de Pedro Sánchez, ciertamente, que ha intrigado desde la Internacional Socialcomunista. Es una pena que no proceda el recurso al Tribunal Constitucional español, que se apresuraría a poner las cosas en su sitio (por mayoría, con dos votos particulares), desde el enfoque de que por encima de todo están los derechos individuales de aquellas personas que poseen derechos individuales (mindundis abstenerse), y de que constructos tales como la alarma social, la prevención de riesgos y los derechos sociales no tienen cabida en la recta doctrina jurídica neoliberal.

Se rumorea que Martínez Almeida sopesa la oportunidad de declarar a Nole hijo predilecto de Madrid, aprovechando el paso del Pisuerga por Valladolid. Sería un aldabonazo a la conciencia del mundo, ahora que en la punta de lanza de la lucha por las libertades solo se encuentra a Madrid Región y Serbia, que están volcadas a una con el simpático y modesto tenista. Serbia, como es sabido, tiene una larga tradición en la defensa de los derechos humanos; día sí y día también, el Tribunal de La Haya convoca a uno de sus nacionales a sus estrados.

Esperen a ver qué ocurre cuando lleguen las fechas del Open de Madrid (o del Conde de Godó, para el caso). Cierto que para entonces es posible que “ómicron” haya vuelto a ser nada más una letra del alfabeto griego. O que Nole se haya vacunado, cosas más raras se han visto.

Aunque me da en la nariz que este es de los de “sostenella y no enmendalla”.

 

sábado, 15 de enero de 2022

JAMÓN O CAPITALISMO


 

El McGuffin más célebre de la historia del cine fue un sencillo vaso de leche, que Cary Grant subió por unas escaleras a su amante esposa Joan Fontaine en ‘Sospecha’ (1941). La pregunta del millón para el espectador es si se trataba de leche comunista de macrogranja, por consiguiente envenenada, o genuina leche neocapitalista radiante y benéfica.

 

Pablo el Agonías pretende basar la campaña electoral en Castilla y León en la alternativa siguiente: o jamón, o comunismo.

No son incompatibles, sin embargo, los dos cuernos del dilema. Podría haber (lo sospechamos, nunca hemos podido comprobarlo in situ) jamón y comunismo al mismo tiempo, e intuimos que eso podría ser un derroche, un auténtico lujazo, demasié para el cuerpo.

Por el contrario, sí tenemos la experiencia suficiente para sostener, con pruebas materiales fehacientes, que el capitalismo neoliberal no da para jamón, y sí solo, en el mejor de los casos, para chopped de granja de cerdos intensiva.

De modo que la mejor recomendación posible para la ciudadanía en este avatar es no hacer el menor caso de Pablito el Trampas, que ha arrancado la precampaña haciéndose una foto abrazado a vacas extensivas. Las vacas no dan jamón, pero un prado es más fotogénico que una pocilga. El jamón del que habla el Fra es un McGuffin, ese recurso que se sacaba Hitchcock de la manga para despistar al espectador en los momentos de suspense casi insoportable.

En términos del arte de la guerra, la macrogranja es lo que se llama una diversión, es decir una maniobra lateral para desordenar las filas enemigas cuando están a punto de conquistar un objetivo duradero. Los sarracenos lo hacían muy bien en Tierra Santa, frente a los cruzados. Los cruzados disponían de superioridad en el manejo de la caballería pesada. Era como hacer avanzar tanques por Tiananmen. Los hombres cubiertos de hierro, a caballo de corceles poderosos y también acorazados, formaban en filas muy juntas y se lanzaban al galope tendido en campo abierto. Imparables. La tierra temblaba con el golpeteo de los cascos, y las lanzas enristradas apuntaban al frente. Entonces surgía de entre las dunas de un costado un grupo de guerreros árabes ensabanados y montados en caballos ligeros y gráciles, y lanzaban algunas flechas contra la vanguardia. Digo flechas; llámenlas McGuffins, o macrogranjas si les apetece, o libertad, o cervecitas en terraza.

La línea de ataque se dividía de inmediato. Todo el flanco izquierdo (hablo de geometría, no de ideología) hacía una variación impecable y se lanzaba en persecución de los arqueros. Estos corrían más, y los caballeros cristianos no conseguían alcanzarlos a pesar de que espoleaban a sus monturas hasta dejarlas agotadas.

Mientras, el centro seguía a lo suyo y el flanco derecho lo mismo pero sin enterarse de nada. Al llegar el choque, faltaba la cobertura de un flanco, y quienes debían desempeñarla estaban a varios kilómetros de distancia, sudorosos y con los caballos sedientos y agotados. Así no se conquistó Tierra Santa en diez cruzadas; ni en cincuenta que hubieran hecho.

Ahora que llega la reforma de las reformas laborales al parlamento, los McGuffin nos informan de que el consenso social no vale para nada, y lo que sí se necesita es llegar a pactos parlamentarios que ellos de ninguna forma están dispuestos a suscribir. Pues qué bien.

También nos aseguran que, si renunciamos al comunismo, no nos faltará nunca el jamón de macrogranja. Un poco de sensatez, por favor. Aquí el comunismo no lo hemos jamado jamás, y el jamón (pata negra) solo lo hemos podido catar de higos a brevas, para expresarlo con una comparación bien rural, propia de la España vacía que nos ha dejado el neocapitalismo de los McGuffin.


jueves, 13 de enero de 2022

SIEMPRE NOS QUEDARÁ EL PARTENÓN

 


De vuelta en Barcelona. No me preguntéis detalles, ha sido un rito de paso y todo ha pasado como en sueños. Los aeropuertos son lugares emborronados, con butacas alineadas donde uno se sienta a consumir las esperas. El vuelo ha sido estrictamente puntual. Las azafatas han gesticulado y hecho indicaciones imposibles de atender, ponerse el chaleco salvavidas, ajustarse la mascarilla de oxígeno (bastante teníamos con la otra) y saltar al mundo exterior por el hueco de la puerta de emergencia, sin morir en el intento, tiene que ser muy difícil, por fortuna el aparato se ha mantenido airosamente en el aire y no ha habido que recurrir a la heroica. En Barcelona todo está igual y todo es nuevo. Hemos reencontrado el sol, después de pasar por la penitencia de cuatro días de lluvia insistente en Egáleo.

Melina se acercó para despedirnos de Atenas. Bajó solemne del Partenón con un ramo de flores, el otro brazo extendido y una sonrisa radiante. «Siempre sois bienvenidos aquí», nos dijo efusiva, y yo le robé una foto. Por la perspectiva parece de mayor tamaño que Carmen, pero es una ilusión, son las dos igual de grandes. También me acusaréis de fotoshop y no es verdad: esto es una instantánea sin truco, captada en un andén de metro, estación Acrópolis.

«Hasta la próxima», dijimos a dúo a Melina. «Siempre estáis en nuestro corazón, el Partenón y tú.»

 

miércoles, 12 de enero de 2022

VIDAS EN EL AIRE

 


 

A Carles

 

Leer “Los vencejos” de Fernando Aramburu no es un ejercicio particularmente agradable, pero sí provechoso. Lo dije hace un par de días, en un post que titulé “La atracción del abismo”, y lo reitero ahora que he concluido la lectura.

Aramburu me enganchó en “Patria”, un documento impresionante acerca de cómo determinada perversión de las ideas dominantes en una comunidad tiene efectos capilares sobre todos sus componentes, lo quieran ellos o no. Alguien escribirá algún día una “Pàtria” en catalán sobre lo ocurrido en Catalunya en los últimos años, y quizás de ese modo nos daremos cuenta de cómo se esencializó, y se prostituyó al mismo tiempo, un sentimiento común a muchos de nosotros, hasta convertirlo en arma de destrucción masiva.

Aramburu traslada ahora la acción de la novela a Madrid, y a un hombre, Toni, consciente de vivir en un mundo degradado, con unas relaciones humanas insatisfactorias, sin el menor atisbo de esperanza de redención. No es casual que la acción ocurra en Madrid, pienso, porque en Madrid el vacío es más visible y más concreto que en las áreas que disponen para su uso particular de patrias más chicas y abarcables. “España” en tanto que patria solo funciona como abstracción razonada; no genera sentimientos fuertes, a pesar del paripé que al respecto vienen haciendo nuestras derechas políticas, eclesiásticas y judiciales.

Estamos en Madrid, entonces, y en el alma de un varón insatisfecho consigo mismo, y con el país y el paisanaje en general. «Nací y he vivido en un mundo chabacano», escribe en cierto momento. El autor ha dibujado en el preámbulo del libro la constelación de Toni. Del círculo que lleva su nombre salen doce vectores, siete correspondientes a sus relaciones directas: sus padres, su hermano, su ex mujer, sus suegros y su hijo, y cinco radios más, tres de ellos conflictivos de algún modo (su amigo Patachula, su ex relación Águeda, que le disgusta por fea y por meticona, y las notas anónimas que recibe en el buzón), y otros dos que resumen toda la felicidad que se siente capaz de aceptar: Pepa, la perra que compró para su hijo y, ya en su tercera edad, le hace una compañía silenciosa, amable y llena de tacto; y Tina, la bellísima muñeca hinchable grandeur nature.

Pepa y Tina son las amarras más poderosas que lo sujetan a un mundo que él desearía sobrevolar como uno de esos vencejos que «… pasan la mayor parte de su vida en el aire. Justamente lo que yo hubiera deseado: no tocar el suelo, no rozarme con nadie.» Puesto a pensar en abandonar un mundo tan decepcionante, “por dignidad”, le preocupa sobre todo quién cuidará a Pepa, a quién dejará en herencia a Tina. Por lo demás, va desprendiéndose de pequeños electrodomésticos y de los libros de su biblioteca personal: los deja en los bancos del parque, en lo alto de los toboganes de los juegos infantiles, en los buzones suficientemente grandes de portales anónimos.

El itinerario íntimo que Toni recorre a lo largo del libro es instructivo. Está escrito en primera persona, y por algunos indicios sabemos que no debemos hacerle caso más que de forma relativa: «Estas páginas que redacto para mi diario están destinadas a contener mi verdad personal, aunque sea una verdad triste, dolorosa, repulsiva.» A contrapelo, sin embargo, van surgiendo notas positivas de cooperación, de amistad, de solidaridad, desdeñadas y criticadas en el “diario” pero que van marcando un itinerario de reconciliación progresiva consigo mismo.

Léanlo, si se atreven. A mí me ha ayudado ─por poner un ejemplo, que no agota el tema─ a entender el último sondeo de situación política de El País, un sapo difícil de tragar de cualquier manera. Flota en el ambiente político una negativa beligerante a admitir la posibilidad de un giro favorable hacia el entendimiento en las cosas de la política, y mucha gente objetivamente de izquierda aparece “desmotivada” (JLLB dixit) y se diría que prefiere la sinrazón y el solipsismo del “ya me las apañaré yo solo”.  

La situación me recuerda una anécdota, signo de los tiempos, que contaba Javier Aristu, de cuando daba clases de lengua en Bruselas. «Fulanita ─dijo a una alumna que estaba escribiendo al dictado en la pizarra─, ‘ahí” lleva hache entre la ‘a’ y la ‘i’». Y la alumna adolescente le contestó: «Sí, porque tú lo digas.»

 

martes, 11 de enero de 2022

EL APOCALIPSIS DE LA BELLEZA GRIEGA



“Preparativos de boda”, pintura griega antigua sobre cerámica.

 

Esta entrada es un prolongamiento o conclusión de otra aparecida en mi blog el 1 de octubre, “Belleza y plenitud” (1). Salía entonces de ver la exposición Kál.los, en el Museo Cicládico de Atenas. Dediqué, a finales del año pasado y principios de este, tres entradas más a la belleza femenina antigua (la actual es seguramente del todo otra cosa), que el/la lector/ra puede encontrar sin problema en su lugar (2). Hoy retorno al principio, a la belleza asociada a la plenitud, para contar la sorpresa que me ha producido la triple etimología que un profesor adjudica a la voz “oreos” (‘oraios), que en griego se emplea desde la antigüedad para designar lo que es bello y lo que está en sazón. La plenitud del ser se expresa, así pues, con el término ‘ora, que indica la madurez alcanzada por los seres vivos en un momento de desarrollo; y está relacionada con otros dos términos: Hera, la diosa de las cosechas, la que ordena los trabajos agrícolas; y además, héroe, el varón que alcanza la sazón y la plenitud en el momento de arder en la pira funeraria, como el Ave Fénix. El profesor aduce entre otros argumentos un verso de la Ilíada en el que Aquiles encolerizado avanza por el campo sembrando a su paso la muerte y la destrucción, y es calificado por el rapsoda como el más anoraios, el más falto de sazón o de belleza, de todos los presentes en la escena. El único héroe bueno para los griegos era el héroe muerto, como decía Búfalo Bill de los indios.

La suerte de la mujer griega era parecida y muy distinta a la vez a la del varón. Su heroísmo llegaba con la consumación, con el paso de doncella a mujer, lo cual daba lugar a un rito de paso muy especial.

Los matrimonios los concertaban las familias, de modo que cuando el joven pretendiente acudía acompañado por un cortejo de familiares a la casa de su prometida, que no solía tener más allá de catorce a dieciséis años transcurridos casi enteramente en el gineceo, era muy probable que los dos no se hubieran visto jamás antes.

En cuanto a ella, había sido preparada concienzudamente para la ocasión. Era bañada en primer lugar en agua de la fuente Calírroe (situada en el ángulo sudoriental del ágora de Atenas y lugar de un mito en el que el desdén de una ninfa por su enamorado acabó con el suicidio de ambos), traída a la casa en un lutróforo, una vasija panzuda de cuello largo y estrecho, con doble asa. Después, rodeada por su madre, sus amigas y parientas, era ungida, minuciosamente peinada, maquillada, vestida y enjoyada en el gineceo; finalmente, cubierto su rostro por un velo, era conducida a la presencia del pretendiente. Y delante de él, “solo para sus ojos” como si dijéramos, la nimfeutria (una suerte de directora de escena) procedía a su “desvelamiento” o “revelación”, retirando el velo de su cabeza y haciendo relumbrar en la estancia toda su belleza y su embellecimiento hasta entonces ocultos.

El nombre griego para la “revelación” es, justamente, apocalipsis.

Después del apocalipsis venían los regalos mutuos, el banquete y la procesión nupcial, que llevaba a los recién casados, en carro engalanado y conducido por un amigo, hasta la casa de los padres del novio. Estos recibían al cortejo con un reparto de dulces nupciales de sésamo y miel, los melikouni (también nos los ofrecieron nuestros parientes rodios en ocasión de la boda de mi hija Albertina con Nikos, en Bigues i Riells del Vallés).

Después los novios eran acompañados a la cámara nupcial y dejados solos en el tálamo, el lugar donde había de quedar ratificada la ‘ora, la sazón y la plenitud, de la hasta entonces doncella.

 

(1) http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2021/10/belleza-y-plenitud.html

(2)   Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2021/12/el-relumbre-de-un-muslo.html; http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2021/12/praxiteles-y-la-diosa.html, y http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/01/polivalencia-del-manto.html

  

lunes, 10 de enero de 2022

EN TORNO A UNA ENCUESTA DE OPINIÓN

 


Viñeta de Peridis en 'El País' de hoy.


La  mayoría de la población se muestra conforme con las medidas tomadas por el gobierno de progreso contra la pandemia, el estado de alarma, el confinamiento y la vacunación, según una encuesta que aparece hoy en primera página en El País. En cuanto a la mejora de la economía y el crecimiento del empleo, la población da al PSOE una cuota de confianza solo ligeramente superior al PP, y bastante superior a Vox y UP, estas dos en un orden diferente según el tema: para la economía, Vox presenta mejores números (9,8 por 8,6), mientras que en el empleo hay una preferencia más marcada hacia UP en relación con Vox (11,7 por 9,3).

El bloque mayor de respuestas es el que no considera a ninguno de los cuatro partidos principales capacitado para abordar los problemas, así de la economía como del empleo. Alcanza prácticamente un cuarto de las respuestas. Esto supone en sí mismo un problema. El partido que ha destruido más empleo en España durante la larga gestión de Mariano Rajoy, es considerado como el más capacitado para crear empleo por el 20,0% de los encuestados, mientras que aquel en el que milita la ministra de Trabajo que ha encabezado y personificado el esfuerzo por preservar y consolidar el empleo decente, se queda en el 11,7%.

Quejas: qué mierda de encuesta es esa, que sitúa como temas diferenciados la marcha de la economía y la creación de empleo. Seguimos bajo la hegemonía del “sentido común” neoliberal, y así es difícil hacer propuestas políticas que no sean tergiversadas de inmediato por la cantarela de los medios.

Reflexiones: como expresa la viñeta de Peridis, a mucha gente le gusta la política que se hace, pero no quien la hace. A pesar de todo.

Esto no es una fatalidad inamovible. Entre las cosas que no se están haciendo bien, yo colocaría el sermoneo excesivo. El último incidente sobre cerdos es bastante significativo: el detonante de la ira excesiva de los señalados fue derivado de un sermón introducido con calzador en una entrevista a un medio de prensa inglés. Tampoco me convencen los repetidos zascas de Yolanda en el Congreso: puedo pecar de escamón, pero para mí que Teodorico actúa como el peón de brega que cita al morlaco desde el burladero, solo para que el público le vea correr.

Quizá conviene a la política ─necesaria─ de este gobierno una mayor dosis de entusiasmo compartido por las reformas, y menos fruncimientos de nariz al examinar, desde la cima de su superioridad ética, a una ciudadanía que no es otra que la que hay.

 

 


domingo, 9 de enero de 2022

LA ATRACCIÓN DEL ABISMO

 


Llega la enésima encuesta electoral y el panorama no mejora. Baja algo el PSOE, aunque sigue encabezando las opciones; no arranca la remontada de la izquierda de la izquierda; baja el PP más que el PSOE, y cede un 15% de sus expectativas a Vox. Un pasito más hacia el abismo; se constata que no son pocas las gentes que aman el abismo por encima de todo.

Le ocurre a Patachula, un personaje de “Los vencejos” de Fernando Aramburu, que estoy leyendo. No es una lectura agradable, en el sentido propio del término, pero sí provechosa. Patachula es el apodo que le adjudica el protagonista, porque perdió un pie en el atentado de Atocha y usa una prótesis. Se considera un hombre de izquierda, pero está decidido a votar a Vox. Ve la contradicción, pero considera que esa es la única forma de “remover el avispero”.

¿Para qué quiere remover el avispero Patachula? No lo explica, pero se intuye que el problema radica en una profunda insatisfacción personal y social. “Hágase la injusticia para que perezca el mundo”, podría ser su lema. El procedimiento que elige para contrarrestar el sentimiento, mezcla de rabia y de impotencia, que le oprime, no es el de contribuir a enderezar lo que está mal, sino despejar el camino para que todo vaya aún a peor.

Esta podría ser una de las claves (no quiero simplificar un tema que me parece de una complejidad enorme) de una tendencia suicida al cuanto peor, mejor, rabiosamente militante en el fondo de armario de una ciudadanía que pasó en un lapso muy breve de la generación del desencanto a la de la indignación, y ahora se sitúa más o menos en la generación del negacionismo de todo y del botellón.

Hay remedio, quiero suponerlo. Convendría a los intrépidos viajeros por los cráteres de nuestra geografía tomar las “lecciones de abismo” que aconsejaba Arne Saknussem a los intrépidos ansiosos de llegar al centro de la Tierra.

Lecciones muy necesarias, porque les ayudarían a calibrar las distancias y evaluar las perspectivas, a fin de no acabar por despeñarse ellos y despeñarnos a todos.

 

sábado, 8 de enero de 2022

DISPARAR SIN PREVIO AVISO



Redacción de un periódico moderno. Foto Julio Carbó.


¿De qué nos están informando los medios de información? No de lo que acontece consuetudinariamente en la rúa, para seguir la fórmula de Juan de Mairena, sino de la opinión que ellos mismos desean que nos formemos acerca de lo que pasa en la calle.

Dicho así, parece algo complicado. Pero “es” así, no me lo he inventado yo. Me imagino que los directores de los grandes medios siguen la receta de aquella niña cantaora de hace unos años: “La noticia, deben de adoctrinar a sus plumíferos, antes muerta que sencilla.”

En parte, una recomendación tan barroca se hace para que el lector, una vez suscrito al medio electrónico de que se trate, clique en cada uno de los titulares intrigantes confeccionados de modo que no destripen la verdadera y escuálida noticia. Por ejemplo: «Admire el zasca de Menganita a Fulanito que lleva 250.000 likes en las redes». El zasca en cuestión, si sigues todo el prolijo texto emborronado en el cuerpo del artículo, puede reducirse a un: “Y tú más”. Hoy las redes jalean con likes cualquier cosa.

Lo que hay en un caso así es una nadería aderezada para su consumo masivo. La cosa, sin embargo, es sutilmente distinta cuando te dicen que el presidente de Kazajistán ha ordenado a las tropas disparar “sin previo aviso” sobre los manifestantes que protestan. Se da a entender, de forma subliminal, que disparar al bulto contra manifestantes previamente avisados sería una conducta irreprochable, admitida incluso en las democracias más prestigiadas. El acento de lo escandaloso se pone en la falta de aviso, no en los disparos. Hombre, parece decirte el redactor, si estabas avisado no puedes quejarte de que te disparen por ocupar la calle. Ya Manuel Fraga, aquel gran demócrata, dijo “La calle es mía”. O sea, del poder.

Un torcimiento parecido ha tenido la noticia de unos comentarios hechos a un medio extranjero por nuestro ministro de Consumo. Algunos han saltado como tigres en defensa de la ganadería intensiva y de la carne de mala calidad, de la que les parece obligado decir que es carne de primera porque la exportamos a países de la Unión. Para otros, Garzón es un héroe por haber denunciado una cuestión que, sin embargo, ya era súper conocida y criticada por todos, incluso por quienes se han apresurado a desmentirle ahora.

Alguien se está frotando las manos en el despacho principal de cada uno de los medios que han dado vuelo a una noticia tan nimia. Se diría que la segunda principal tarea del periodismo patrio es generar ruido; cacofonía para ser más precisos, o sea ruido desagradable y chirriante. La tarea principal, por supuesto, sigue siendo la de generar beneficios para los accionistas, gracias, no a los lectores escamados, sino a las generosas dádivas que reparten los poderes fácticos a sus obedientes escribas sentados.