lunes, 31 de agosto de 2020

OFENSIVA DE OTOÑO

 


Cartel de ‘La túnica sagrada’, película de Henry Koster (1953).

 

Han caído algunas nieves en agosto, pero se trata de un dato puramente episódico, porque todos los indicios apuntan a que el otoño será caliente. El calendario incluye una moción parlamentaria de censura al gobierno, promovida por Vox; el debate tardío para la aprobación de los presupuestos generales del Estado, y la celebración catalana de la Diada nacional y de los consabidos sucesos de octubre del 17.

Un conato de incendio en el seno de la mayoría parlamentaria parece haber quedado sofocado. UP se abre a un posible pacto presupuestario con Cs, siempre que no se desnaturalicen los objetivos fijados en el programa de gobierno.

Es lo sensato.

Y lo sensato tiene en este caso la virtud añadida de reforzar los números de la mayoría. Es de cajón que Arrimadas no puede imponer un giro político de la coalición de gobierno hacia la derecha; le faltan argumentos y le faltan votos disuasorios. Tratará de mejorar la imagen de su grupetto después del descalabro de Rivera, y de apuntarse el tanto mediático de que gracias a ella no ha habido desparrames bolivarianos en los presupuestos (no los habrá, en ningún caso).

Si esa negociación se lleva medianamente bien, la moción de Vox quedará condenada, no solo al fracaso, sino a la soledad. Casado no querrá verse atrapado en un ideario falangista como alternativa al gobierno. En el debate de la moción, Vox habrá de recurrir a toda su imaginería incendiaria. Esa imaginería espanta a las bases del PP, que se sitúan entre la franja conservadora y la muy conservadora de la sociedad, y son capaces de esgrimir las cacerolas contra el gobierno si se les invita a ello; pero aborrecen la “dialéctica de los puños y las pistolas”.

La destitución de Cayetana Álvarez de la portavocía indica que Casado no va a jugarse otra vez la primogenitura en un choque frontal con Sánchez, cuando aún se está lamiendo las heridas del anterior. Un debate bien orientado y bien conducido, capaz de jugar con los matices en lugar de recurrir a descalificaciones de “todos ustedes son la misma mierda”, podría ayudar a romper el cordón umbilical entre Podemos y Vox. Eso significaría el aislamiento absoluto de Vox en las cámaras, y un aire mucho más respirable en el parlamento.

En la inevitable ordalía de las diadas catalanas, también sería posible una actitud más ofensiva en contra del procesismo. El govern está en una situación de descrédito absoluto, sin ningún dato positivo que llevarse a la boca; y la perspectiva tan repetida del viaje inminente a Ítaca carece de toda credibilidad. Ya no solo están peleados ERC y JxCat, sino PDeCAT y Junts. Todos contra todos, con la CUP en una situación marginal, enrocada, autista, convocando monótonamente a las masas a apuntarse a la próxima revolución pasiva.

El elemento decisivo para un cambio de situación sería que los Comuns renunciaran a seguir sosteniendo a costa de mil jeribeques los palos de ese sombrajo desfalleciente, y participaran en un conglomerado de oposición heterogéneo hasta el absurdo si se quiere (PSC, Cs, Valls y Comuns), pero capaz de conseguir una mayoría de desbloqueo de una situación agónica que no admite más espera porque pronto será ya irreversible.

Sé que es una receta que no va a gustar en los círculos. En la calle, creo que funcionaría. A mí, personalmente, me parece preferible partir entre varios la túnica sagrada, que rifarla a los dados.

 

domingo, 30 de agosto de 2020

LEER CASI LO MISMO QUE ESTÁ ESCRITO

 


La Sibila Délfica. Miguel Ángel Buonarrotti, Capilla Sixtina.

 

Dedicado a Gabriel Jaraba

 

Leo en facebook un texto muy hermoso de Gabriel Jaraba sobre la escritura. Gabriel es un periodista excelente, pero, humilde siempre, se culpa a sí mismo por no ser siempre bien comprendido o bien interpretado.

Será, dice, que no se expresa lo bastante bien. Sin embargo, escribir es siempre una batalla perdida contra la polisemia y la ambigüedad fundamentales de la lengua que utilizamos. Umberto Eco nos lo advertía en su ensayo sobre la traducción. Traducir nunca es decir lo mismo sino, en el mejor de los casos, solo “casi lo mismo” que el texto original. Y leer, incluso con un conocimiento acabado de la lengua, un texto original también es siempre entender de forma aproximada lo que quiso decir el autor.

Eco pone por ejemplo el primer verso de un soneto célebre de Dante. «Tanto gentile e tanto onesta pare…», dice el poeta de Beatrice, y el ilustre semiólogo nos explica de forma pormenorizada que ni “gentil” ni “honesta” tenían en el siglo XIII los significados precisos y codificados que tienen para un lector del siglo XX o XXI.

Estamos hablando del mejor de los casos posibles a considerar: el sentido propio de las palabras, sin enredos de subordinaciones sintácticas que lo oscurecen todo. Hay traducciones mucho peores. Recuerdo un chiste muy antiguo en el que alguien traducía la inscripción Ave Caesar morituri te salutant, por "las aves del César morirán por falta de salud", y añadía: "¡Qué importante es haber aprendido latín en la juventud!"

Después está la ambigüedad calculada. Es fama que la Sibila de Delfos respondía a los guerreros que partían para Troya y querían saber su destino: «Morirás No Volverás». El sentido era opuesto si colocabas una coma antes del No, o la ponías detrás. La Sibila acertaba siempre.

O el doble sentido. En una canción de La Trinca (Homenatge, creo recordar que se llamaba), "S'ha acabat el bròquil" cantado por Raimon significaba "Ha caído la dictadura". 

Sin tales artificios por medio, muchas veces el lector entiende justamente lo contrario de lo que el autor quiso decir. A veces es por distracción del lector; a veces, del autor. Uno relee el mismo texto unos años después, y no entiende lo mismo. Aparecen sentidos nuevos, otros que parecían inequívocos se han difuminado.

Y luego están los sentidos adicionales que el autor puso sin querer en su texto; los “lapsus”, estudiados por Sigmund Freud, reveladores de contenidos reprimidos, afloramientos parciales a la superficie de un filón de sentimientos prohibidos y sumergidos que se pretendía ocultar.

Lo que se escribe no es nunca lo mismo exactamente que se piensa; aunque la diferencia sea solo la retórica que se añade. Lo que se lee no es nunca lo que está escrito; siempre hay una interpretación. Podemos alardear de ser objetivos y precisos, pero hemos de conformarnos, nada más, con que uno y otro sentido, el del emisor y el del receptor, sean, por lo menos, “casi el mismo”.

 

sábado, 29 de agosto de 2020

DEJAR LO PRIMERO DETRÁS DE TODO LO DEMÁS

 


Frente al concepto sólido, basado en una lógica rigurosa, de que “lo primero es antes”, emitido con fundamento por don Venancio Sacristán, padre de Pepe, el sobrio actor de nuestro cine más imborrable; frente a ese concepto, digo, se está desparramando por todos los vericuetos una izquierda tan dispersa como el ejército de Pancho Villa, que siente el prurito repentino de agarrar al paso todos los rábanos posibles por las hojas, dejando lo primero detrás de todo lo demás.

Lo primero en esta situación son los presupuestos del Estado. Son un elemento absolutamente vital para aportar algo de luz al panorama sombrío que debemos afrontar, con cinco crisis superpuestas gravitando sobre nuestras cabezas, cuando no pesando sobre nuestras espaldas.

Está claro, entonces. Lo primero es lo primero. Va antes. Sin embargo, algunos compañeros respetables están reclamando, antes del debate crucial de los presupuestos, que el Estado benefactor suministre mascarillas gratis en la vuelta a la escuela de septiembre; que dicte leyes contra el botellón; que tome medidas enérgicas contra los okupas; que no las tome contra los okupas sino contra los fondos buitre; que instaure un impuesto especial para las grandes fortunas; que convoque un gran referéndum sobre la monarquía o la república.

Nuestras izquierdas impacientes no están dispuestas a esperar un minuto más en ninguna de esas cuestiones, ni en las más importantes ni en las menos. Llueven las críticas; este gobierno es “ineficaz”, no ejerce adecuadamente de cielo protector. Ni rebaja las cifras de contagio, ni persigue al Emérito, ni acelera los farragosos trámites del cobro del IMV. Nuestras severas izquierdas exigen más eficacia y no están dispuestas a bajar el listón de sus exigencias ante un gobierno enfrascado hoy por hoy en el problema de los presupuestos, del que más o menos dependen todos los demás.

Peor aún: portavoces de Podemos anuncian a Pedro Sánchez que no se le ocurra contar con sus votos si pacta los presupuestos con Ciudadanos.

¿Con un vicepresidente y cuatro ministros en el Gobierno, están sufriendo un ataque de cuernos?

Solo nos faltaba en el país otra crisis del burofax.

Atiendan, por este camino no vamos a ninguna parte. Por lo menos a ninguna parte bonancible. Siglos antes de que don Venancio Sacristán formulara su modesta verdad, Nicolás Maquiavelo había señalado que el fin justifica los medios. La frase escandalizó, sin ningún motivo concreto, a muchas conciencias rectas que opinaban que no todos los medios valen para justificar un fin, por bueno que sea este.

Lo que Maquiavelo quizás pretendió expresar es que la persecución de un fin benéfico puede imponer rodeos fastidiosos por el camino, pero que los fastidios deben ser vistos desde una perspectiva amplia. (No estoy haciendo una interpretación buenista: el florentino dijo también que es deseable que el Príncipe sea amado por su pueblo; pero es esencial que sea temido. Quizás Pedro Sánchez deba reflexionar un poco más sobre esta fórmula.)

Lo que apuntan los nuevos maquiavélicos es, sin embargo, cosa muy distinta: que ningún fin es merecedor de esfuerzos si no pasa antes por la rigurosa aduana de los medios, los cuales son elevados a la categoría de líneas rojas intraspasables.

Atiendan, repito: por este camino no vamos a ninguna parte.

 

viernes, 28 de agosto de 2020

COLAUDEPENDENCIA


Ada Colau asediada por los medios (foto, El Independiente)

 

«Colau facilita una moción contra Juan Carlos I y el Gobierno», es uno de los titulares de El País de hoy. No tendría mayor importancia (todos sabemos lo que representa El País en la correlación de fuerzas, todos sabemos que se trataba de una moción-trampa y que los titulares contra la excelente alcaldesa de Barcelona habrían funcionado de un modo u otro, por fas o por nefas, según la acreditada política de la mierda y el ventilador), de no ser porque la votación de ayer es el suma y sigue a una serie de gestos y actitudes de la dirección dels Comuns que revela una afición reiterada a nadar entre dos aguas.

Los Comuns añoran un tripartito con PSC y ERC, así para Barcelona como para Cataluña. Algunos datos indican que se trata de una pasión no correspondida, y en consecuencia inútil: Esquerra ha torpedeado ya históricamente dos tripartitos en Cataluña y ha provocado trasvases a su favor de dirigentes, tanto del PSC (el Tete Maragall y su escuálida cohorte), como de los Comuns (Joan Josep Nuet y Elisenda Alemany). Debería estar claro para todos que, en sus siglas, RC ha desplazado con claridad a la E de Esquerra. Soñar con una utilización de sus relaciones difíciles con JxCat a fin de atraerla a un campo de maniobras intermedio entre el sí y el no al soberanismo, es, con perdón, soñar tortillas.

En la presente situación, era preferible para los Comuns votar en contra de la moción anti Gobierno. Les guste o no, están incluidos en él y moralmente obligados a defenderlo. Las críticas habrían llovido, pero eso estaba descontado. La abstención descuida el aspecto esencial de la cuestión, y solo satisface las ganas de dar caña al Emérito y a quienes le defienden.

No deja de ser un objetivo político, pero de orden muy secundario en este momento. En un post reciente se me ocurrió advertir de la posibilidad de que el Ex se comportara como un falso nueve que nos metiera un gol por la escuadra. Resulta que tanto desde un sector de Podemos como desde las alturas estratégicas de Waterloo se está utilizando al figurón con ese propósito. Y hay quien pica.

No debería haber picado Colau, porque su abstención de ayer emborrona aún más una posición ya de por sí borrosa. La moción municipal anti Gobierno ha salido adelante. No es un episodio tan grave como aquel pacto para apoyar los presupuestos de la Generalitat a cambio de reciprocidad con los municipales; eso también se hizo, desde la idea ingenua de que la legislatura estaba de todos modos finiquitada y en vía muerta. Luego se ha visto lo que se ha visto.

No es ni mucho menos tan grave el suceso de ayer como retirar de la primera fila a los parlamentarios Lluís Rabell y Joan Coscubiela, porque “dificultaban” un entendimiento con sectores independentistas proclives a la sensatez. Luego ni ha habido entendimiento ni sensatez en la contraparte, ni los recién ascendidos en el grupo parlamentario han dado muestras de ninguna especie de consecuencia ni de determinación. Los Comuns han debilitado gratis su arsenal parlamentario; su voz hoy apenas se escucha, sus portavoces no ofrecen referencias válidas.

Queda dicho al principio que Ada Colau es una excelente alcaldesa. La mejor posible, seguramente, en el elenco municipal. El problema es que no tiene una idea clara de la realidad catalana, y cree posiblemente en el efecto salutífero que supondría convertir a Cataluña en una proyección magnificada de la universalidad y el cosmopolitismo barceloneses.

No es tanta la universalidad barcelonesa. No tienen tanto peso el logo y la marca. Y se van dejando plumas importantes por el camino. Basar la línea política en el resplandor barcelonés y dejar en la ambigüedad el encaje de Cataluña en España, en Europa y en el mundo, es una política errónea.

De momento, Lionel Messi ya se está buscando otros horizontes. Oído cocina.

  

miércoles, 26 de agosto de 2020

LA MONSERGA DEL EMPODERAMIENTO

 


Madre africana escasamente empoderada. La foto está tomada en préstamo de un enlace de Jordi Guiu Payá en facebook.

 

Ayer las chicas del Barça perdieron 1-0 las semifinales de la Champions femenina, pero certificaron que van hacia arriba. Un partido bonito, muchas ocasiones, algo de bisoñez aún en determinados momentos, como el del gol en contra. Nada que no sea posible remediar, con la ilusión que ponen.

Coincidiendo con la fecha, apareció en La Vanguardia un artículo titulado «El empoderamiento de la mujer a través del fútbol femenino: las razones de su éxito.» El artículo iba firmado por “Redacción”, pero arriba a la derecha llevaba la sospechosa etiqueta BrandsLab.

Oigan, la mujer no se empodera jugando al fútbol. Ni que lo diga Redacción, ni que sea cosa de BrandsLab. Nadie sabe bien qué significa “empoderar” ni cuáles son sus características, pero el término aparece de forma recurrente a propósito de temas de muy distinta índole.

Lo que significa en realidad descarnada el titular de La Vanguardia es «El fútbol femenino vende, y tiene potencial para vender aún bastante más.»

Es de cajón, echen cuentas: la mujer deportista vende, el fútbol vende, el fútbol con mujeres tiene que vender forzosamente. El hecho de que aún no venda mucho es objeto de atención en el mundo de la promoción de grandes espectáculos de masas. En su momento lanzaron a las Spice Girls como contrapunto a los grupos de música pop masculinos. Ahora se trata de hacer lo mismo en el fútbol. Ha habido pioneras destacadas en el asunto; la última, Megan Rapinoe. Ahora se trata de multiplicar la dosis, añadiendo glamour a la combinación.

No empoderamiento, entonces: glamour. El glamour como forma (tradicional, paternalista) de empoderamiento femenino por delegación de quienes siguen sujetando la sartén por el mango. El objetivo no es una mayor emancipación ni liberación de las mujeres, sino una mayor cuota de mercado de determinadas emisiones de pago de las cadenas televisivas.

Me parece magnífico que las mujeres jueguen al fútbol y demuestren que saben hacerlo por lo menos tan bien como los hombres. Me parecería magnífico que tampoco en este terreno existiera la acostumbrada brecha salarial (en el fútbol, más que brecha es un abismo). Pero hay que llamar a las cosas por su nombre: el empoderamiento, si tal cosa existe sobre la faz de la tierra, es una cosa; el fútbol es otra.

Remito como colofón final para las/los lectoras/es interesadas/os a un enlace de mi blog, de hace ya algún tiempo: http://vamosapollas.blogspot.com/2019/03/abrir-las-piernas-o-abrir-la-mente.html

 

martes, 25 de agosto de 2020

DÓNDE RECOSTARÁN LAS CABEZAS

 

Catamarán.

 

Algunos medios andan diciendo que el acoso a la familia Montero-Iglesias en Asturias ha sido un bulo interesado de los podemitas.

Dicen que no hay pruebas. Nunca hay pruebas para quien no quiere verlas. No hay pruebas ─es un simple ejemplo escogido entre muchos─ de que el ‘M. Rajoy’ de los papeles de Bárcenas que cobraba pluses de seis cifras sea el anterior presidente del Gobierno. No hay pruebas de que el hermanillo de Alfonso Guerra tuviese montada en el centro de Sevilla una oficina de tráfico de influencias a la luz del día. Nunca hay pruebas de nada, si la dicha es buena.

El periplo de la familia Montero-Iglesias desde que consiguieron situarse “en el centro del tablero” está resultando especialmente tempestuoso. Hay un ingrediente personal, sin duda; se trata de una pareja que cae, o muy bien, o muy mal, no hay términos medios. Pero ha cargado tanto las tintas del rencor nuestra derechona, que lo que fue al principio una actitud de polémica en términos políticos se ha convertido en odio moruno.

Disculpen lo de “odio moruno”, es un concepto abiertamente racista y supremacista. Me sirve para subrayar por contraste lo bajo que están cayendo en la escala de los valores quienes sostienen que la política debe fundamentarse en principios morales y en las ideas básicas de una civilización cristiana. Resulta que en este verano extraño los defensores de la fe llevan la descalificación y el acoso a las personas hasta un punto en que Irene y Pablo podrían hacer suyas las palabras que Mateo (8-20) puso en labios del secretario general de su movimiento revolucionario popular: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»

Pero Irene y Pablo están ahí para algo. Este gobierno de progreso es como un catamarán asentado en un doble casco, estructura que le proporciona una estabilidad especial en condiciones de mar gruesa. Si las personas que son objeto de esta guerra sucia y ominosa aguantan con firmeza las embestidas laterales, en el centro del tablero así sacudido seguirán pasando esas cosas que tienen algo de magia y mucho de liberación de colectivos oprimidos hasta el ahogo en los últimos años por las tenazas de un régimen “liberal” de mercado.

Que sepan Irene y Pablo, y Pedro, y Yolanda, y Salvador, y Fernando, y todos los demás zarandeados protagonistas de esta saga épica, que tienen en nosotros un apoyo tan firme y resuelto como su misma actitud, y que pueden contar con nuestra protesta justa, y nuestra movilización positiva, en todos los casos en que haga falta y se organice.

Y con nuestro voto.

 

lunes, 24 de agosto de 2020

NADA FUNCIONA DEL MODO CORRECTO

 

Vista aérea de Dublín (foto Harper’s Bazaar).

 

Ignacio Fariza señala en El País que las multinacionales estadounidenses declaran en Irlanda el 52% de sus beneficios en el extranjero, a través de filiales creadas con ese propósito.

Es obvio que un país como Irlanda, con algo menos de 5 millones de habitantes, no consume toda esa cantidad de productos de origen yanqui. Es, sencillamente, una cómoda pista de aterrizaje para las multinacionales.

Entendámonos. Las multinacionales no han desembarcado en Irlanda tecnología productiva punta, no han creado factorías ultramodernas ni dado trabajo consistente a la mano de obra del país. Se han limitado a abrir allí una filial, para lo cual les basta con un local pequeño y discreto, posiblemente alquilado e incluso compartido, y a colocar a su frente a una persona teóricamente responsable más un par de secretarias. Después han contratado a un bufete prominente de abogados de Dublín para el asesoramiento legal y la cobertura adecuada de imprevistos, y a partir de ahí se han dedicado a canalizar los ingentes ingresos procedentes de los países realmente consumidores de sus productos (Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, etc.; por supuesto, también España) de modo que estos pagan impuestos ─míseros─ según la laxa ley irlandesa, y van luego a almacenarse en las cajas B de paraísos fiscales variados, desde donde eventualmente serán repatriados con discreción al centro del Imperio.

Esto es el abc de la finanza moderna, la cual se caracteriza por desatender las necesidades de la producción de bienes y servicios para concentrarse en cambio en los vericuetos de la “distribución” (lo pongo entre comillas para significar que se trata más bien de un acaparamiento monopolístico). Empresas que ni son multinacionales ni son yanquis, y algunas personalidades que, en razón de su posición de privilegio en relación con la economía de un país grande o pequeño, manejan cantidades sustanciales de dinero “internacional”, actúan desde el punto de vista fiscal del mismo modo que las grandes empresas yanquis, las majors, como se las conoce.

Tal vez con una diferencia; esas personas o entidades periféricas no tienen que dar cuentas pormenorizadas a sus respectivas Haciendas. En cambio, la autoridad fiscal en EEUU es terriblemente rigurosa: ni un centavo escapa a la supervisión vigilante de su maquinaria bien engrasada. Las majors saben que están obligadas a pagar la cuota completa y exhaustivamente calculada que les corresponde por los beneficios obtenidos en los EEUU. De otro modo, el cielo puede desplomarse sobre sus cabezas.

A cambio de ese rigor, papá Fisco es muy muy indulgente con todo lo que ocurre de puertas afuera. Las mangas y capirotes que hagan en el exterior las empresas de capital yanqui funcionan en último término a favor del Imperio, de modo que por ahí no se ponen trabas.

Este esquema es el que sustenta la política de la softlaw en el comercio internacional: la sustitución de las leyes de los Estados-nación sobre la fiscalidad exigible a las grandes y en especial a las grandísimas empresas, por tratados internacionales de libre comercio como aquel TTIP (Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones) que nos quitó el sueño antes de que la llegada de la pandemia nos lo acabara de estropear.

El “nuevo paradigma” globalizador en el que estamos inmersos no responde solo a un escalón tecnológico más eficaz y sofisticado. La nueva forma de producir bienes es asombrosa y tiene consecuencias profundas también en el modo de trabajar, pero esa es solo la mitad de la historia. La otra mitad está referida al hecho de que los beneficios que obtienen de la economía productiva los accionistas de las grandes firmas y los fondos de inversión internacionales, son caca de la vaca al lado de los que son capaces de conseguir de forma instantánea mediante las sutilezas de la llamada “ingeniería financiera”, que en realidad es una forma de extracción de rentas consistente en el desvío masivo de caudales hacia determinadas cuentas anónimas de solidísimas entidades financieras fantasmas, caracterizadas por una opacidad absoluta en su constitución, en su dependencia de los Estados formalmente soberanos, en su forma de funcionar, y en el volumen de capitales internacionales que manejan.

Un indicio de que no les estoy contando historias para no dormir es la noticia reciente de que las grandes fortunas del planeta han crecido durante la pandemia. Caen en picado los PIBs, la economía productiva se desploma, se habla por todas partes de la necesaria “reconstrucción”, y, hale hop, ahí tienen ustedes el último triple salto mortal sin red de nuestra bella y acrobática ingeniería financiera, ágil y radiante como si en el mundo no estuviera pasando nada, o cuando menos nada que le impida imaginar recursos más y más sutiles para llenar los bolsillos de sus favoritos de siempre.   

 

sábado, 22 de agosto de 2020

ENSAYO DE CONTRAMANIFIESTO

 

Juan Carlos I en un desfile militar. (Foto, El Correo)

 

Setenta y dos políticos relevantes de distintas tendencias han firmado un manifiesto de apoyo a la figura política de Juan Carlos I.

A primera vista se trata de un sincero homenaje a las virtudes del Emérito, a su sacrificio, a su protagonismo en la transición y a su trascendente españolidad acrisolada.

No se lo crean, sin embargo. La figura política de JC I está a estas alturas tan amortizada como la de Quim Torra, incluso más.

O sea, Torra irá a Madrid “a mirar a los ojos a los miembros del TS”, según dice él mismo. Después del trance, que será durísimo para los miembros del TS confrontados ante tanta entereza, si el ya ex president decidiera trasladarse con armas y bagajes a algún sucedáneo de Abu Dhabi o de Waterloo, siempre encontraría 72 firmas para rendirle el mismo tipo de homenaje tributado ahora al Ex por antonomasia.

Ambos dos han conseguido deteriorarse a sí mismos hasta un punto de no retorno: el uno por golfería irredenta, el otro por incompetencia en grado heroico llevada mucho más allá del (in)cumplimiento del deber. JC, barrunto, morirá en tierra extraña, como les ha ocurrido a sus ancestros por línea directa. De QT no lo creo, su constitución de mosca cojonera indica más bien que buscará refugio por la banda de Santa Coloma de Farners, y concederá entrevistas exclusivas a los plumíferos dispuestos a escucharle, que no serán muchos porque en sustancia no tendrá nada nuevo que contarles.

El homenaje de los 72 prohombres y promujeres al papel desempeñado por JC en la democracia es más bien una forma de enaltecerse a sí mismos por persona interpuesta. El Ex les resulta indiferente en último término, pero todos tienen en el escritorio de su despacho privado una fotografía enmarcada en la que aparece vestido de capitán general o alternativamente de chaqué, estrechándoles la mano. Es esa efemérides más o menos lejana la que les importa; no lo que hizo él, sino lo que hicieron ellos, el grandilocuente papel que representaron en algún período, en alguna legislatura, en un momento más o menos azaroso sobrevenido a lo largo de los últimos cuarenta años, cuando acapararon las fotos y los titulares de primera página de los grandes medios.

Ese homenaje a sí mismos es, sin embargo, también una barrera que se está poniendo a lo nuevo, a lo que se nos echa encima a borbotones incontrolados en este país, desde hace algunos años.

No podemos permitirnos hacer caso a los figurones y las estantiguas abajo firmantes, cuando nos proponen elevar a los cielos un himno de gratitud intemporal, y eternizar a conciencia una determinada solución de país que en su momento fue provisional, el fruto imperfecto de una relación de fuerzas determinada y de un acomodo incómodo. El régimen económico y social del 78 hace aguas por todas partes, lo “nuevo” (“no hay que tener miedo de lo nuevo”, nos advierten voces que suenan cerca del río Genil) está reventando las costuras prefabricadas en este patio de vecindonas a partir de un zurcido sobado de principios intemporales, consejas de vieja junto a la lumbre y admoniciones de confesionario. Lo “nuevo” viene atropellando con todo en general, y en particular con el bienestar modesto de los humildes, el valor más deteriorado hasta el momento en las estructuras de nuestro régimen.

La realidad es inaplazable. Lo nuevo merece una consideración atenta y pormenorizada (sin miedo, pero sin pausa) y la creación de los moldes idóneos en los que contenerlo.

Oigan, ustedes que me están leyendo. Si tienen la bondad, y nada mejor que hacer, fírmenme aquí este contramanifiesto. Deprisa, que es para hoy.

 

viernes, 21 de agosto de 2020

SOBRE EL DERECHO FUNDAMENTAL AL CIGARRILLO

 

Un cantamañanas madrileño ha anulado la orden comunitaria que prohíbe fumar si no existe la distancia social adecuada. El cantamañanas en cuestión es juez, desgracia que puede afligir a cualquiera; pero vistas las cosas objetivamente, no es tan grande el peso de dicha desgracia para que se haya puesto así.

Veamos el razonamiento completo que ha seguido el juez cantamañanas: a) fumar es un derecho fundamental de la persona; b) solo pueden restringirse los derechos fundamentales en caso de estado de alarma; c) no hay en el momento presente ningún estado de alarma legalmente declarado, luego la orden es nula.

Apuesto lo que quieran a que el juez es fumador. (Apuesten lo que quieran a que yo no lo soy). Mi suposición de no fumador militante es elemental; únicamente los fumadores consideran que su derecho a fumar sin restricciones es un pilar fundamental de la sociedad.

No obstante, y pensemos cada quien lo que pensemos en torno al derecho fundamental al cigarrillo, lo que está en cuestión en este caso es otra cosa, a saber el derecho a fumar por debajo de la distancia social prescrita. Ahí está el primer quid del asunto. Se trata de un derecho que no consta en ningún listado de las numerosas constituciones, ni en el de las Naciones Unidas. Que el juez madrileño considere que de todas formas existe, queda contradicho por su propia argumentación posterior.

Aquí aparece el segundo quid, el de la alarma social, y el juez da un cambio de criterio de ciento ochenta grados. Según él, si no hay una alarma legalmente declarada con su debido articulado y sus cláusulas transitorias, no hay alarma de ninguna clase. Si no hay alarma, no hay peligro social. Sencillamente, no existe tal peligro. Cada cual puede fumarle en la cara a quien quiera, sin que ninguna autoridad pueda impedírselo. Al derecho fundamental (no declarado en ninguna parte) a fumar sin restricciones, no se corresponde en la visión del juez madrileño ningún derecho no escrito pero igualmente fundamental a no ser fumado, en una situación en la que los científicos concuerdan en que un virus potencialmente letal presente en suspensión en el aire, se desplaza con la respiración de las personas y tiende a infectarlas a través de la nariz.

¿Tienen, entonces, los jueces de carrera un derecho fundamental a sentenciar aberraciones jurídicas sin que les pase nada? Su papel de intérpretes ponderados de los derechos y deberes de las personas, ¿les consiente esta pinturera arbitrariedad, este tocomocho legal? Dejo la pregunta en el regazo del señor Lesmes, que es quien tiene mano en la cosa y quien debe velar por el prestigio y el buen nombre de la profesión judicial.

 

jueves, 20 de agosto de 2020

SE APLAZARÁ EL ADELANTO EN CATALUÑA

 

“Churchill también habría llevado lazo amarillo”, monólogo de humor político.

 

Las caras cambian, pero los proyectos siguen impertérritos. Vienen diferentes perros, pero traen los mismos collares ya sobradamente conocidos.

Cayetana Álvarez de Toledo dio el pistoletazo de salida. Su marcha ha tenido flecos originales: no aceptó la sinecura de rigor que se le ofrecía (la verdad es que no era gran cosa, secretaria general de la Fundación Concordia y Libertad, a saber qué es eso), y dio una rueda de prensa para poner a parir a su señorito. Un día habremos de agradecer a Cayetana los servicios prestados a la causa: ella nos ha explicado, con más claridad que nadie, qué significa ese concepto raro, la “casta” (debo el meollo de esta reflexión a Maxi Antequera; gracias, Maxi).

Cuca Gamarra sustituirá a CAT. Es más de lo mismo, pero con formas menos rompedoras. Se hace difícil avizorar a partir de ahí un cambio de línea en el partido popular, cuando Casado anuncia ya que no respaldará los presupuestos y apostará fuerte porque el Congreso no los apruebe. Volver al viejo caos, todo un programa de regeneración.

¿Por qué se ha cambiado a la portavoz? Se trata probablemente del reconocimiento tardío de un error de casting. Puede pasarle a cualquiera, pero Casado deberá ser más cuidadoso si quiere seguir en el candelabro hasta el final de la legislatura. Sus errores de casting han sido numerosos, y el de CAT no ha sido el más grave, ¿qué me dicen de IDA? Ayuso vive, como la santa de Ávila, sin vivir en ella y con la lagrimita colgada de la mejilla, ni en casa de sus padres ni en la suite privada que le facilitó por un precio simbólico Kike Sarasola. Está en la Comunidad pero sin estar; los números de la pandemia le suben tanto que se le contagian incluso los negacionistas incondicionales que se manifiestan contra la mascarilla; la Sanidad se le ha puesto de morros, y la Escuela otro tanto, porque con tanto trajín sigue sin tener a punto los protocolos para la vuelta a las aulas, dentro de cuatro días.

Un día Ayuso se marchará por fin, y entonces los estudiosos entrarán a fondo en la peliaguda cuestión de si alguna vez estuvo.

Tres cuartos de lo mismo le ocurre a Quim Torra en Cataluña. Sus colegas lo dan ya por amortizado, será incapacitado por un tribunal y su propio partido no recurrirá a Europa para cuestionar la sentencia. Todo transcurrirá de un modo más pacífico.

Él considera que “ha estado a la altura” en el desempeño de su cargo, si bien reconoce no haber adelantado nada en el único asunto que le interesaba. Pero más cierto es que lo único que podía haber adelantado Torra, de haber sido favorables los presagios basados en las vísceras de las bestias sacrificadas, era la fecha electoral de las elecciones autonómicas.

Pues tampoco, y eso que iban a ser unas elecciones plebiscitarias, una revalidación del 1-O, etc. No ha cuajado el plan. Ahora mismo lo que se baraja es agotar la legislatura con un recambio discreto en la presidencia de la Generalitat.

La elegida parece ser la actual alcaldesa de Girona, Marta Madrenas. Para ir abriendo boca ante la parroquia, ya ha declarado ante los micrófonos incondicionales eso de que España no es una democracia. No es original, nadie va a darse una palmada en la frente y exclamar “¡Caramba, no había caído!” Pero menos da una piedra.

Marta Madrenas proviene del “trust gironí”, tiene buena sintonía con Pseudomont y la devoción imprescindible por JxCat. Es casi imposible que sea tan incapaz y tan autista como su antecesor en el cargo, de modo que se producirá previsiblemente cierto apaciguamiento en la inquietud de los fieles dispuestos a viajar a Ítaca, pero con reticencias fundadas en lo que se refiere a la profesionalidad y competencia del timonel.

Así pues, se aplazará el adelanto electoral y celebraremos en paz las Pascuas venideras, tal vez, al ritmo a que crecen los contagios, con un nuevo confinamiento (vuelve a casa por Navidad). En Cs han aprovechado el receso para cambiar también su cabecera electoral en Cataluña: Carlos Carrizosa sustituirá a esa chica, ya saben quién quiero decir, tengo el nombre en la punta de la lengua, ¿Roldana Lorén?

 

miércoles, 19 de agosto de 2020

CONVIVIR CON LA DIVERGENCIA

 

Enric Juliana Ricart (Foto, Diálogos Andalucía-Catalunya)

 

Una galopada a ritmo frenético me llevó ayer hasta el final del libro de Enric Juliana (‘Aquí no hemos venido a estudiar’, Arpa 2020). No era mi plan, mi intención era seguir una lectura más pausada, pero toda la parte final del libro es una exhalación. Juliana es por encima de todo un periodista, y sabe atraer y dirigir la atención del lector. Con este libro, además, se la ha jugado a cuerpo gentil. Comparecen Stalin y Carrillo, Tito, Mao, Semprún y Claudín, Deng y Gorbachov (“Es un idiota”, la lapidaria opinión del primero sobre el segundo), la Caverna de Platón y el Pont del Petroli, con muchas personas y escenarios más, pero comparece sobre todo Enric Juliana manejando los temas y los tiempos en un caleidoscopio muy medido, en el que sin duda faltan muchas claves, pero todas las que nos ofrece son certeras.

El libro es un repaso de lujo a una cuestión de orden general, por mucho que se planteara en un momento (1962) y en un lugar dado (penal de Burgos). Cada cual habrá de responder a la pregunta, “¿Hemos venido a estudiar aquí, o hemos venido a otra cosa?”, desde su propio “aquí”. En el curso del laborioso ensayo de respuesta, Juliana avanza muchos insights, muchas sugerencias e hipótesis aventuradas, que deja suspendidas en el aire desde un ánimo de levedad, de juego. Bien hecho, porque si la Historia con mayúscula arrumba primero y tritura después todos los dogmatismos y las grandes teorías explicativas, en la intrahistoria y la criptohistoria las síntesis son sencillamente imposibles.

Me limito a comentar una sola sugerencia, apuntada por Juliana y atrapada al vuelo por mí. Pág. 249: «[los comunistas] … discutían mucho y no tenían suficiente capacidad para convertirlo en un producto interesante para la sociedad que surgía del neocapitalismo. No disponían del método adecuado para convivir de una manera estable con la divergencia de opiniones. No podían convertir su diversidad de opiniones en un hecho ‘alegre’.»

Y un poco más abajo, con el mismo ánimo juguetón: «El género humano, dramáticamente sobrevalorado por el marxismo, necesita reír y hacer el tonto.»

Está por una parte el mecanismo del centralismo democrático, que tanto reforzaba a las direcciones en perjuicio de las bases. No era un buen método, salvo como freno de mano en una emergencia. En Comisiones Obreras lo vivimos de una manera bastante desgarrada: nuestros análisis concretos sobre la realidad concreta chocaban con la rigidez de las militancias. En el terreno social la discusión era fructífera en general, pero en las decisiones políticas, gentes que nos habríamos puesto de acuerdo para un sí o un no en cinco minutos, no teníamos permitido ceder y nos retirábamos con armas y bagajes a los cuarteles de invierno de los acuerdos del propio comité central. Algunos tuvimos siempre más problemas en nuestra propia casa que con los compañeros de otras casas distintas.

Por otra parte, el párrafo de Juliana evoca el desfase permanente entre el futuro luminoso que es posible percibir a través del estudio de la teoría, y el presente constreñido de unas personas que desean por encima de todo trabajar y vivir, trabajar bien y vivir bien también. «Reír y hacer el tonto» como un ingrediente más de la buena vida, del buen trabajo, de la dignidad personal e intransferible. Algo situado más allá de la cuestión crucial de si “aquí” hemos venido a estudiar, o bien a otra cosa.

Aquí lo dejo.

 

martes, 18 de agosto de 2020

BYE BYE CAYETANA

 

Libélula violeta desplegando sus alas multicolores al sol. (Foto, Macronatura)

 

Al parecer la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, no se ajustaba suficientemente al argumentario recetado por las asesorías de su partido. Pablo Casado la defendió el año pasado contra viento y marea, pero ahora la ha fulminado. No lloraré por Cayetana. (Ni por Quique Setién, lo menciono aunque no venga a cuento.)

No lloraré tampoco por las asesorías del PP, cuando llegue el momento inevitable de su defenestración. Ni por el campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna, en la eventualidad de que le llegue el turno de encaminarse a una de tantas puertas giratorias. Esa gente se las arregla para caer siempre de pie.

El caso de Cayetana da para alguna reflexión más. De alguna forma, ha sido la democracia la que la ha derribado en lo más alto de su vuelo. Cuando la libélula vaga de una vaga ilusión desplegaba al sol las alas multicolores de su libertad libérrima, de su feminismo amazónico, de su desprecio por lo vulgar, de su elitismo de sangre azul, de su eterna mueca de desdén ante ese Parlamento que no la merece, los/las votantes medios/as del PP se han hartado de ella y lo han dicho sin embozos ni rebozos de ninguna clase.

Cayetana hizo su bautismo de fuego político en el Parlament catalán. Gustó a los fieles de la derecha eterna su altanería, lo afilado de su lengua, su potencia de fuego dialéctico. El resultado electoral fue malo, pero ella sobrevivió al naufragio.

Casado la utilizó entonces como ariete contra el gobierno progresista. En este cometido, dio la pauta de la función a las Macarenas y las Monasterios de Vox. De hecho, no se puede excluir que Cayetana fiche pasado mañana por Vox si la corroe el gusanillo de la política; están hechos el uno para la otra.

Ahora, sin embargo, la estrategia del PP ha cambiado. Ya no se trata de expulsar a la coalición progresista del gobierno, sino de entrar en el gobierno por la puerta trasera de una nueva coalición. El resiliente Sánchez se ha consolidado a lo largo de la pandemia, y el objetivo es ahora desanudar la coalición y pactar con la porción más numerosa y menos incómoda del gobierno una política distinta, además de ocupar algunos ministerios y entrar en el interesante reparto de los fondos europeos antes de que sea tarde.

Ha pasado el momento de las cayetanas, vienen arreando los almeidas y las cucas gamarras, ¡los “moderados”!, patrocinados desde las columnas de opinión, ya no por los indas y los losantos, sino por los ansones y los zarzalejos, ¡los “moderados”!

Bye bye, Cayetana. Buenas noches y felices sueños.

 

lunes, 17 de agosto de 2020

INFORMACIÓN PRIVILEGIADA

 

Thomas Fairchild (John Williams) y su hija Sabrina (Audrey Hepburn), en el garaje de los Larrabee. Fotograma de ‘Sabrina’, Billy Wilder 1954.

 

El humilde chófer de los adinerados Larrabee se hizo rico gracias a la información privilegiada sobre activos financieros que ellos dejaban ir despreocupadamente y él absorbía con dedicación, durante el trayecto de casa al trabajo y del trabajo a casa.

Thomas no era un ladrón ni un caradura. Invertía y desinvertía en Bolsa en función de sus posibilidades y de las directivas que escuchaba mientras se movía por el denso tráfico de Nueva York. Siempre guardó el debido respeto a las clases privilegiadas y a sus privilegios clasistas. Su filosofía la expone, en la película, más o menos así: «Me gusta pensar en la vida como una limusina en la que cada cual ocupa su sitio. Hay unos asientos delanteros y unos asientos traseros, y un cristal entre ambos.» Se lo dice a Linus Larrabee (Humphrey Bogart), que le contesta: «Thomas, es usted un esnob.»

El equivalente de la limusina de los Larrabee, en nuestra época y en nuestro país, podría ser el palco del estadio Santiago Bernabeu. Allí se han enhebrado cientos de negocios interesantes. Madrid ha sido durante décadas un «modelo de éxito» bastante peculiar. Ha habido un considerable número de “chóferes” que han prestado oído atento a los off the record que se cruzaban allí, en el reducido círculo de don Florentino y sus amigos.

El Campechano ha estado en ese círculo en su salsa: un punto fuerte en las tertulias, siempre con una cuchufleta en los labios. Un hombre superior, siempre magnánimo con todos, siempre bien dispuesto a hacer un favor a un amigo, si se le pedía bien y con discreción, y si las condiciones eran asumibles.

No habrá gran cosa que reprocharle en un acta de acusación. Técnicamente, no hubo robo. Hubo evasión fiscal, eso sí. Pero la evasión fiscal ha sido el ejercicio favorito de nuestras élites económicas. «Quien esté libre de ese pecado, tire la primera piedra», dijo Alguien, en un libro gran éxito de ventas, dirigiéndose a quienes se disponían a lapidar a una adúltera. El Campechano va a encontrar muchos defensores partícipes en su mismo pecado, en este aquí y ahora.

Entonces, siguiendo la regla de “lo primero es antes” establecida por don Venancio Sacristán y publicitada ampliamente por el Padre Prior Bulla, deberíamos empezar por atacar el consabido “modelo de éxito” de los negocios: castigar con mayor rigor la filtración de informaciones privilegiadas que enriquecen a unos pocos y arruinan a muchos (el dinero no se crea ni se destruye, solo se trasvasa de unas manos a otras), cambiar la legislación fiscal, cambiar la cúpula judicial, impedir el dumping y poner coto a la evasión de tantos capitales a tantos paraísos.

Si empezamos, en cambio, por debatir sobre monarquía sí o no, sin cavar antes trincheras hondas y trazar aproches bien diseñados, quedaremos bien servidos de fuego graneado desde la fortaleza. Algunos piensan que el capitalismo en crisis que padecemos es un tigre de papel, y que caerá por sí solo con un soplido un poco más fuerte de lo normal.

Pero lleva siglos sobreviviendo a las innumerables crisis que genera.

 

domingo, 16 de agosto de 2020

FÚTBOL Y PARAFERNALIA

 

Dayot Upamecano, defensa central del Leipzig.

 

Vamos a hablar claro: el fútbol sin parafernalia es un palo.

No lo digo por los ocho goles. Oigan, le metimos dos al todopoderoso Bayern, y de haber sido un poco más cuidadosos en defensa y con alguna ayudita más del VAR, estaríamos en semifinales. No, no lo digo por eso, sino porque el momento sublime del gol decisivo pierde toda su gracia si uno no puede colocarse un dedo ante la boca para reclamar silencio a un estadio hostil, o alternativamente besarse el escudo de la camiseta delante de un estadio entregado.

O sea, si el estadio está vacío, si faltan el rugido y/o el lamento de las cien mil bocas, ¿dónde está la gracia del gol decisivo?

La objeción es extensiva a otros deportes. ¿Quién va a tener la santa paciencia de ver mañana, tarde y noche las interminables retransmisiones de unos Juegos Olímpicos, si cuando por fin sube nuestra bandera al mástil de las medallas no hay una multitud en pie y la mano al pecho, guardando un silencio religioso mientras dura el himno para luego corear ese “¡Bieeeen!” que se extiende de forma instantánea a todos los rincones del planeta?

Si el mundo no nos mira, ¿para qué molestarnos en competir? El mundo no mira a nuestro esforzado corredor de mil quinientos, el mundo mira las banderas y escucha los himnos. El resto es una pasión inútil, como señaló Jean-Paul Sartre, o “une sale manie”, como le retrucó Georges Brassens.

La parafernalia del deporte son los hooligans que invaden nuestras terrazas, se beben nuestra cerveza y la mean en nuestras esquinas antes de pasar por comisaría bajo la acusación de altercado público. Con la nueva normalidad, esos hooligans se emborracharán en sus casas, bebiendo su cerveza y meando en sus inodoros. Nuestros guardianes del orden público se estarán mano sobre mano. Perderemos incluso los salarios precarios de las brigadillas de la limpieza contratadas al efecto por nuestros ayuntamientos.

¿Dónde está la gracia?

Ayer hablaba en esta bitácora de ideas y de emociones. La idea del fútbol sin la emoción compartida por la hinchada fiel, no es nada. Naíca de ná, como dicen en la Vega del Genil. No eran Pep Guardiola, Jürgen Klopp o Zinedine Zidane los que ganaban las grandes copas gracias a su superior conocimiento de la enrevesada táctica del falso nueve; eran en realidad las hinchadas multitudinarias las que llevaban a las grandes finales europeas a sus onces favoritos, con los estadios vibrando al unísono en las grandes remontadas.

Este año, jugando de vacío y en campo neutral, ni la Premier, ni el Calcio ni la Liga están en las semifinales. Dos equipos alemanes y dos franceses: burguesía acomodada del deporte rey, pero no aristocracia. La estrella en el candelero no es ni Lionel Messi ni Cristiano Ronaldo, sino un defensa del Leipzig llamado Dayotchanculle Upamecano. Sobran comentarios.

Decían los antiguos hace una eternidad (unos seis meses), que el VAR iba a salvar el fútbol moribundo, en las decisiones a favor, o bien iba a acabar de golpe con todas las esencias deportivas, en las decisiones en contra.

No era el VAR, era la parafernalia. Sin parafernalia, el deporte rey pasa a ser un rey emérito.

 

sábado, 15 de agosto de 2020

DE IDEAS Y DE EMOCIONES

 

Gráficos unidos en la playa de Pineda (2017).

 

Subrayo en el ejemplar que estoy leyendo del libro de Enric Juliana (“Aquí no hemos venido a estudiar”, Arpa 2020, pág. 209): «Las batallas de las ideas siempre las ganan las emociones. Idea y sentimiento son una unidad dialéctica inseparable. Las ideas son sentimientos en frío.»

Son tres afirmaciones consecutivas, y a primera vista, relacionadas entre ellas de forma que la primera lleva a las siguientes. No me parece que sea así, sin embargo.

Ensayo una redacción alternativa, una enmienda parcial.

[Me excuso por la pejiguería, no hay derecho, estamos en el día de la Virgen de Agosto y la idea me ha venido tendido al sol al lado de Carmen en la playa de la Riera de Poldemarx, embadurnado de crema solar de alta protección, hacia las diez y cuarto de la mañana. El Padre Prior Bulla está a tan solo unos kilómetros hacia el norte, pero me consta que no baja nunca a la playa. Sí es posible, en cambio, que ocupe su lugar al sol Pedro López Provencio, desplazado junto a la "sirena" Isa en los arenales de Ciudadana Susana. De Maxi Antequera, sin duda en su Blanes, no sabría decir, porque no conozco sus costumbres; pero sin duda no se perderán el jugueteo con la onda Aurora y Antonio Quijada. Tal vez en Canet de Marx estén a estas alturas de la canícula Alfons Labrador y Angelina Puig, que hace poco andaban por el corazón de las montañas. Más arriba, en la Platja del Racó de Pals pasa el agosto Quim González. Formamos entre todos una aguerrida falange dándole brega combativa al Mediterráneo. Pido la indulgencia de todos ellos por meterme en contrapuntos e ir a pollas aprovechando que el agua no está tan fría, solo fresquita y lo justo.]

Esta es mi propuesta de enmienda: “«Las batallas de las ideas suelen ganarlas las emociones. Eso sucede sobre todo en los casos en los que idea y sentimiento forman una unidad dialéctica inseparable. Las ideas que solo son sentimientos en frío, carecen de vida

Antonio Gramsci expresó un pensamiento parecido cuando escribió que las ideas no viven sin organización. A saber en qué estaba pensando con eso de la organización, yo creo que se refería a la puesta en práctica ordenada de las ideas que, de otro modo, se confunden, se desperdigan y no son de utilidad a nadie por mucho que se difundan desde los púlpitos. «Una cosa es predicar, y otra dar trigo», ha sentenciado la sabiduría popular.

Ramón Ormazábal tenía sin duda su parte de razón cuando decía en el penal de Burgos que “aquí no hemos venido a estudiar”. La frase está construida mal, porque “aquí”, que se sepa, nadie había venido por su gusto; de lo que se trataba era de decidir lo más adecuado que podían hacer los presos dentro de un abanico de opciones muy limitado.

Por dársela a Orma, no le estoy quitando razón a Manuel Moreno Mauricio. Siempre ha sido considerado el estudio como un deber revolucionario, en cualquier situación, con cualquier material disponible.

Los dos tenían la razón, entonces, y era una razón dialéctica. Marx lo había dicho antes que ellos nacieran: los filósofos se han limitado a contarnos cómo es el mundo, pero lo que hace falta ahora mismo es cambiarlo.

 

jueves, 13 de agosto de 2020

BLED, EL ESCENARIO ROMÁNTICO

 


Panorámicas cruzadas: el castillo de Bled visto desde la isla, y el lago y la isla vistos desde el castillo.

 

Visitamos Bled, en los Alpes eslovenos, el 18 de septiembre de 2018. La visión del lago glaciar, con el castillo colgado del acantilado y abajo, en la isla, el campanario de la iglesia de la Asunción reflejado en las aguas de color turquesa, resulta irresistible. Demasiado bella para ser real, y sin embargo “es” real.

Se cruza el lago en barcas ligeras de dos remos verticales, manejados por un solo remero. Las aguas son límpidas, la fauna lacustre se ve con toda nitidez, como en un acuario.

Parejas de novios acuden desde todo el país a casarse a la iglesia del lago y, siguiendo una tradición arraigada, el novio sube en brazos a la novia por los 99 escalones de piedra que llevan del embarcadero a la puerta del templo. A la novia se le impone una obligación paralela: la de no decir palabra mientras dura el ascenso. Después de la ceremonia, entre los dos jalan una larga cuerda para dar tres toques de campana, que supuestamente atraerán hacia ellos la buena suerte.

El castillo que corona el acantilado es superlativamente estético, pero la visita se reduce a una sucesión de cafeterías al aire libre, tiendecillas de souvenirs, recreaciones históricas dudosas y  amplias terrazas con vistas a los bosques de coníferas que cubren el macizo de Triglav, donde se encuentra la mayor altitud del país. Una clientela internacional acude a los balnearios de lujo de la localidad, famosos por sus aguas termales.  El marco paisajístico es admirable; tan ajustado a la visión romántica de la naturaleza que se diría artificial.

Y no lo es, salvo por el mantenimiento exigente y escrupuloso del marco natural y del medio ambiente. Una actitud inteligente por parte de las instancias públicas de este pequeño país encantador, incrustado entre el mundo alpino, la llanura danubiana y el Mediterráneo.

 

Las barcas regresando de la isla.