El belén madrileño de diseño,
con su faldón “tradicional”.
El alcalde de
Madrid ha presentado el belén municipal, instalado en el Palacio de la Cibeles,
envuelto en un faldón con los colores de la bandera de España.
No hacía falta
defender el faldón, pero él lo ha hecho de todos modos. Ha dicho que se trata
de un elemento “tradicional”. Hay tradiciones que se inventan de repente, en un
arrebato; más le valía al señor Almeida haber dicho: «Pongo la bandera ahí
porque me sale de la entrepierna», le habríamos entendido mejor. Otros antes se
han puesto la bandera en los tirantes, e incluso han cubierto con ella esos recovecos
íntimos de la anatomía viril. Allá cada cual con sus gustos.
Se trata de un
belén de autor, confeccionado en tres planos diferentes por el artista José
Luis Mayo Lebrija. Incluye 200 “piezas de cerámica”, según la crónica del
evento. En la tradición que yo conozco las llamábamos figuritas; se ve que las
tradiciones que evoca el alcalde van referidas sobre todo a la denominación
comercial del producto.
Hay tradiciones y
tradiciones, cuestión no discutida por nadie pero que el alcalde ha subrayado en
su discurso al referirse al sentido simbólico de la navidad, eso que en
nuestra tradición obsoleta se venía resumiendo en el eslogan «Paz a los
hombres de buena voluntad». Insatisfecho con la fórmula, el alcalde ha innovado
en la dirección de una tradición diferente, pujante y alternativa. Estas han
sido sus palabras:
«Frente
a un Gobierno en funciones del PSOE que pretende pactar con aquellos que dieron
un golpe de Estado y con aquellos que son herederos de los que asesinaron a más
de 900 personas, creo que nunca está de más y menos en estos tiempos
reivindicar la bandera nacional.»
Así consta en la
crónica de lavanguardia. Como soy un pejigueras, debo matizar que me parece una
muletilla poco elaborada eso de “nunca
está de más y menos”, muy difícil de justificar desde el punto de vista del
concepto.
En todo caso, el
alcalde se acoge a otra tradición inveterada de nuestras derechas, al
aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para lanzar una andanada contra
los separatistas; y envolverse para ello muy bien envuelto en la sufrida bandera
de España, si bien no exactamente la constitucional.
Quienes acusan a la
alcaldesa de Barcelona Ada Colau de destrozar el espíritu de la navidad,
supuesto que tal cosa exista todavía, con sus artísticas instalaciones posbelenistas
colocadas en la plaza de Sant Jaume, deberían meditar en el sentido claramente
apropiatorio de la arenga de Almeida. Oyéndole se diría que Belén fue un lugar
de la Mancha, y que Jesús nació solo y exclusivamente para iluminar a los
buenos españoles y fulminar a los españoles malvados inficionados por los
sofismas de la morería y otros extranjerismos.
Aplaudió la
iniciativa "tradicionalista" del alcalde madrileño el dirigente de Vox Ortega
Smith, y sin duda le ha dado su bendición el cardenal Cañizares, que hace un
par de días ha predicado urbi et orbi que España se encuentra “en grave
emergencia” por el pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos.
Todo dentro del
tradicional espíritu navideño, tal y como se viene entendiendo el tal espíritu por
estos andurriales.