sábado, 30 de noviembre de 2019

ENVUELTOS EN LA BANDERA



El belén madrileño de diseño, con su faldón “tradicional”.


El alcalde de Madrid ha presentado el belén municipal, instalado en el Palacio de la Cibeles, envuelto en un faldón con los colores de la bandera de España.

No hacía falta defender el faldón, pero él lo ha hecho de todos modos. Ha dicho que se trata de un elemento “tradicional”. Hay tradiciones que se inventan de repente, en un arrebato; más le valía al señor Almeida haber dicho: «Pongo la bandera ahí porque me sale de la entrepierna», le habríamos entendido mejor. Otros antes se han puesto la bandera en los tirantes, e incluso han cubierto con ella esos recovecos íntimos de la anatomía viril. Allá cada cual con sus gustos.

Se trata de un belén de autor, confeccionado en tres planos diferentes por el artista José Luis Mayo Lebrija. Incluye 200 “piezas de cerámica”, según la crónica del evento. En la tradición que yo conozco las llamábamos figuritas; se ve que las tradiciones que evoca el alcalde van referidas sobre todo a la denominación comercial del producto.

Hay tradiciones y tradiciones, cuestión no discutida por nadie pero que el alcalde ha subrayado en su discurso al referirse al sentido simbólico de la navidad, eso que en nuestra tradición obsoleta se venía resumiendo en el eslogan «Paz a los hombres de buena voluntad». Insatisfecho con la fórmula, el alcalde ha innovado en la dirección de una tradición diferente, pujante y alternativa. Estas han sido sus palabras:

«Frente a un Gobierno en funciones del PSOE que pretende pactar con aquellos que dieron un golpe de Estado y con aquellos que son herederos de los que asesinaron a más de 900 personas, creo que nunca está de más y menos en estos tiempos reivindicar la bandera nacional.»

Así consta en la crónica de lavanguardia. Como soy un pejigueras, debo matizar que me parece una muletilla poco elaborada eso de “nunca está de más y menos”, muy difícil de justificar desde el punto de vista del concepto.

En todo caso, el alcalde se acoge a otra tradición inveterada de nuestras derechas, al aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para lanzar una andanada contra los separatistas; y envolverse para ello muy bien envuelto en la sufrida bandera de España, si bien no exactamente la constitucional.

Quienes acusan a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau de destrozar el espíritu de la navidad, supuesto que tal cosa exista todavía, con sus artísticas instalaciones posbelenistas colocadas en la plaza de Sant Jaume, deberían meditar en el sentido claramente apropiatorio de la arenga de Almeida. Oyéndole se diría que Belén fue un lugar de la Mancha, y que Jesús nació solo y exclusivamente para iluminar a los buenos españoles y fulminar a los españoles malvados inficionados por los sofismas de la morería y otros extranjerismos.

Aplaudió la iniciativa "tradicionalista" del alcalde madrileño el dirigente de Vox Ortega Smith, y sin duda le ha dado su bendición el cardenal Cañizares, que hace un par de días ha predicado urbi et orbi que España se encuentra “en grave emergencia” por el pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos.

Todo dentro del tradicional espíritu navideño, tal y como se viene entendiendo el tal espíritu por estos andurriales.


viernes, 29 de noviembre de 2019

PARAJODAS DE LA DESOBEDIENCIA CIVIL


El president Quim Torra lo ha dicho muy clarito (en Twitter, la novísima tribuna pública de los novísimos tribunos de la plebe): «Si queréis ganar, tenéis que aceptar sacrificios mucho más altos.»

Torra está citando a Paul Engler, que en la presentación editorial de un “Manual de desobediencia civil” elaborado por él mismo, se refirió a tres condiciones que “los catalanes” (así, en genérico, como si todos/as los catalanes/as estuviéramos metidos en el mismo saco) habremos de tener en cuenta “si queremos ganar”. A saber, polarizar más; escalar más, y aceptar sacrificios más altos.

Paul Engler es sin duda una autoridad reconocida mundialmente. Lástima que aquí no conociéramos ni su nombre ni su gracia hasta que ha dejado caer su opinión sobre los catalanes. Es justamente ahora cuando ha empezado a funcionar el incensario puesto en marcha desde las cámaras o camarillas internas del Palau. Posiblemente mañana el señor Engler dirá alguna cosa que no guste tanto a los poncios del procesismo, y se verá condenado al olvido automático; aquí somos expertos en autoridades de usar y tirar. Mientras tanto, él habrá vendido algunos ejemplares de su Manual, y eso habrá salido ganando.

Entiendo que se proponga “escalar” más para ganar. Más o menos nos hemos acostumbrado ya a dejar las bolsas de basura en el lugar circunscrito de la calle donde antes había contenedores; y a pisar con cuidado los puntos de la plaza Urquinaona en los que se han levantado los baldosines para utilizarlos como proyectiles democráticos contra la pasma. Todo el asunto puede caer en la rutina. La acampada de plaza Universidad fue desalojada de madrugada sin incidentes porque los acampadores no estaban ahí, se habían ido a dormir a sus casas, dejando las tiendas de campaña en calidad de símbolos mudos de una revuelta acomodaticia.

No entiendo en cambio lo de la polarización; yo diría que hay ya la suficiente. De hecho, el número de traidores a la patria está creciendo últimamente de forma exponencial. Antes éramos solo unos pocos, más o menos el 52% del censo. Ahora tanto JxCat como ERC están también bajo sospecha, por distintos motivos, y la única organización que expende títulos certificados de traidoría en el país es la CUP. ¿Cuánto más hay que polarizar, entonces, para ganar?

¿Y quiénes serán los que ganen? Disculpen, pero el tuit de Quim Torra tiene una segunda lectura muy clara. Es esta, atención a las cursivas: “Para que nosotros ganemos, vosotros tenéis que aceptar sacrificios más altos.” El sujeto cambia de la oración principal a la subordinada. Unos se sacrifican y otros ganan; puro cadornismo.

Y finalmente, ganar ¿qué? Estamos, que yo sepa, no en una tesitura de desobediencia civil, sino de desobediencia institucional. De la reivindicación de la independencia de la República hemos pasado sin sentir a la protesta más o menos tumultuaria por la magnitud discutible de la sentencia condenatoria a los políticos presos o presos políticos. Mientras, el Parlament sigue partido por la mitad y utilizando una mayoría pírrica para simular que desafía las decisiones del Tribunal Constitucional, sin llegar nunca a hacerlo según la letra estricta de los códigos. Una especie de juego de la gallinita ciega.

Mientras, la gente de la calle se amarga y protesta por la inseguridad, la precariedad, el crecimiento del desempleo y los recortes de las pensiones que cíclicamente se vienen anunciando, también desde las tribunas de Palau. Son todos ellos sacrificios muy altos, que de forma subliminal se nos está diciendo que hemos de aceptar.

Y se abre paso la percepción de que vivimos peor, acompañada por la oscura certeza de que la culpa no es de Madrid, o por lo menos no es toda, y no es solo, de Madrid.


jueves, 28 de noviembre de 2019

POR UNA INNOVACIÓN CREADORA DE BUEN EMPLEO



Tony Barnes Atkinson (1944-2017)


En su último libro publicado en vida (este mismo año se ha editado póstumamente otra obra que dejó inacabada), Inequality, What Can Be Done? (2014), el economista Tony Atkinson enumeró una serie de “propuestas más radicales” (more radical proposals) para combatir la desigualdad creciente, un fenómeno que había abordado ya en numerosas ocasiones desde que en 1970 propuso un índice, conocido como Atkinson index, para la medición adecuada de una desigualdad estructural que atenta contra la justicia distributiva.

Entre esas quince propuestas radicales, y después de señalar a modo de provocación que «se habla de la tecnología como si viniese de otro planeta y acabara apenas de aterrizar en la Tierra», Atkinson incluye la siguiente: «La dirección del cambio tecnológico debería ser una preocupación explícita de los políticos, y estos deberían estimular la innovación tendente a aumentar la ocupabilidad de los trabajadores y enfatizar la dimensión humana en la oferta de servicios.» En su argumentación de la medida, menciona la insuficiencia, cuando no la falacia, de medidas tales como la bajada de impuestos, la promoción de la libre competencia, la flexibilización del trabajo o las privatizaciones.

Dejar el territorio de la innovación en manos de intereses oligopólicos tan poderosos como los que representan Google, Amazon o Uber, es dejar libre el campo para una tecnología concebida como el instrumento de dominación más sofisticado e irresistible que haya conocido el género humano. La tecnología no es neutral en sí misma: debe ser dirigida políticamente, desde los poderes públicos, los cuerpos intermedios y la acción colectiva de la ciudadanía.

Los algoritmos deben ser objeto de negociación (1). Y esa negociación ha de tender a colocar en una sinergia positiva de un lado la técnica y de otro el empleo, además de utilizar para el empoderamiento y el desarrollo del “buen” empleo toda la masa de conocimientos acumulados por el general intellect, es decir la masa de sabiduría compartida por todos de la que habló ya Carlos Marx, y que ahora, precisamente por el avance de la tecnología de las comunicaciones, está al alcance de todos mediante un solo clic en el ordenador o en la tableta.



miércoles, 27 de noviembre de 2019

ATENAS REVISITADA



Autorretrato de Paul Cézanne mirando por encima del hombro. Museo Fundación Basil & Elise Goulandris, Atenas.

Basil Goulandris fue un naviero nacido en la isla de Andros, que siguió la tradición paterna y llevó al apogeo la empresa familiar hasta convertirla de alguna forma en una “supernaviera”. En paralelo a su éxito financiero, y con su esposa Elise, de soltera Karadontis, reunió a partir de los años cincuenta del siglo pasado una extraordinaria colección de arte, muy mayoritariamente del siglo XX, pero con algunas piezas pictóricas notables de épocas anteriores: por ejemplo, una Santa Faz del Greco, varios Van Gogh (La recogida de las olivas, en particular), el autorretrato de Cézanne que aparece sobre estas líneas, y una fachada de la catedral de Ruán a la luz rosada del amanecer (el mismo color del cielo de la pintura de Van Gogh citada), por Claude Monet, variante afortunada que forma parte de su ciclo obsesivo sobre las tonalidades que imprime la luz cambiante del día en la labor gótica de encaje de piedra blanca del templo.

El Museo Fundación Goulandris ha abierto sus puertas hace poco más de un mes, y Carmen y yo hemos ido puntuales a visitarlo en un día límpido de sol cegador como solo sabe serlo en estas latitudes. El Museo está situado en el barrio de Pangrati, calle de Eratóstenes casi esquina con la de Arriano, dos ejemplos de toponimia urbana imposibles en nuestro país, en particular el segundo. El paseo por el barrio ofrece vistas robadas al Licavittos y a la Acrópolis, y en cuestión de pocos minutos permite acercarse al Estadio Panatinaico o a la plaza Sintagma. Es un escaparate vistoso de la ciudad moderna, con avenidas amplias y jardines cuidados.

Puede alegarse que también es una demostración de que el bienestar de los ricos siempre encuentra posibilidades de inversión de un dinero que se escatima en cambio para otros sectores de la población. En ese sentido, cabe apuntar que la colección de arte de Goulandris es conocida con el remoquete de “la de los 3 billones”, no sé exactamente en qué moneda de curso legal o virtual.

Lo uno no quita lo otro. En las salas del museo Carmen y yo hemos recuperado de pronto todo el encanto que emana de la Atenas más capaz de deslumbrarnos, no solo en metáfora. En nuestro vecindario de Egaleo, por contraste ─pero un contraste no menos amable─, nos quedan las calles irregulares con casas que prolongan su ruina de año en año, los omnipresentes gatos en todos los rincones, y los olores familiares y populares de los souvlakis asados al aire libre, de las espanacópitas recién horneadas, y de la variedad interminable de especias exóticas a la venta en la tienda vecina de nuestra calle.


martes, 26 de noviembre de 2019

VÍCTIMAS DEL FUEGO AMIGO



Luigi Cadorna, precursor histórico del procesismo.


El restaurante Siurana, enclavado en esta localidad del Priorat, municipio de Cornudella, va a cerrar sus puertas el próximo 9 de diciembre. Hacienda les ha retirado el NIF, por impago de los tributos correspondientes.

No ha sido exactamente un impago. Los propietarios, Andreu Bartolomé y Maria Casademunt, decidieron en 2012 adherirse a la campaña de “insumisión fiscal” promovida por la Generalitat de Artur Mas. Desde ese momento hicieron los pagos correspondientes a la Agencia Tributaria Catalana (ATC), y solicitaron un NIF catalán al que acogerse.

Cuando se dieron cuenta de que la ATC transfería religiosamente las cantidades abonadas a la Hacienda estatal que pedía boicotear, y no hubo más noticia acerca del NIF catalán, decidieron donar las cantidades correspondientes a sus obligaciones fiscales a diversas instituciones benéficas, e informar puntualmente de ello a la ATC.

La ATC nunca les ha dado respuesta, ni acuse de recibo, ni cobertura de ningún tipo. Andreu y Maria señalan asimismo, en el cartel que han colgado a la puerta de su establecimiento, que no han encontrado ningún apoyo en los partidos políticos catalanes (los favorables a la independencia “ya, con armas y bagajes, y sense retallar”, se entiende; ¿por qué habían de apoyarles los que no están metidos en esa aventura rocambolesca?)

Hace cinco años ya, dediqué un post al general Luigi Cadorna; o para ser más exactos, al “cadornismo” (1). El término lo empleó Antonio Gramsci para definir la posición de los responsables políticos y sociales que imponen a sus subordinados, o militantes, o seguidores, normas prácticas de una gran exigencia y en cambio inviables o inadecuadas a la situación concreta a la que van referidas. Todo el procès independentista ha sido un ejemplo histórico y monumental de cadornismo. Nadie en los despachos de la Generalitat sublimada ha dedicado un solo pensamiento a pequeños negocios como el que Andreu y Maria, fieles creyentes, habrán regentado hasta el próximo día 9 de diciembre.



lunes, 25 de noviembre de 2019

SOROLLA SIN LUZ NI COLOR



“Clotilde en el lecho”, Joaquín Sorolla, dibujo a lápiz de 1888. Fundación Museo Sorolla, reproducido de El País digital.


Peio H. Riaño informa en elpais de la inauguración en el Museo Sorolla de Madrid de una muestra de dibujos del artista: un centenar de piezas elegidas entre un fondo de más de 5.000. Es Sorolla sin luz ni color, las dos características determinantes de su pintura. Podría pensarse que se trata de “otro” Sorolla, entonces. De acuerdo, es otro mundo; pero está en éste.

He dejado constancia en estas mismas páginas de mi gusto, de largo tiempo y quizás también de un tiempo un tanto desfasado, por Joaquín Sorolla (1), un hombre a contracorriente del canon de las vanguardias artísticas de su época. Un canon que por lo demás, según expresión de Christine Bucci-Glucksman, fue «de una austeridad machista» desde Cézanne a Pollock, pasando por Picasso.

Sorolla utilizó el dibujo de forma incesante, pero también alternativa a su concepción pictórica. El lápiz o el carboncillo fueron para él una cámara fotográfica indiscreta, utilizada con una intención abiertamente diferente de la que le movía cuando salía de excursión en busca de motivos al natural, esgrimiendo el pincel, la paleta y el caballete.

Motivos preferidos de sus dibujos son el acontecimiento urbano, dice Riaño; y muy en particular los interiores de su vida íntima. Algo, en resumen, que fija para sí mismo, en vez de ofrecerlo a la contemplación crítica de un público entendido y exigente. Algo con lo que ahora el Museo que fue su casa de Madrid inaugura una muestra concebida precisamente como «un friso biográfico dibujado».

Gran idea la de la Fundación Sorolla. Posiblemente no llegaré a tiempo para verla, acabo de venirme a Grecia siguiendo mi propio “friso biográfico”. No me hace falta verla en persona, sin embargo, para recomendarla calurosamente.


sábado, 23 de noviembre de 2019

DINAMITA A LOS PUENTES



Dinamitando el puente sobre el río Kwai (fotograma de la película)


Despegué de Barcelona con la sensación confortante de que los puentes no estaban rotos: una encuesta muy reciente señala que el 68% de los españoles prefiere el diálogo a la mano dura en las relaciones Cataluña-España.

Nada más aterrizar en Atenas me ha llegado la última propuesta de ERC, formulada antes incluso de recibir la respuesta solicitada a sus bases: dinamita a los puentes. Para el partido, el acuerdo de investidura pasa necesariamente por la exigencia de un diálogo de igual a igual entre gobiernos, no entre partidos. La presencia del president Quim Torra, que no milita en ERC sino en los CDR, sería inexcusable en dicho diálogo suprainstitucional.

¿A qué juega ERC? ¿A qué viene ese prurito ya demasiado repetido de borrarse a sí misma en el momento de la posibilidad de realización? Es tan permanente, tan al parecer inevitable el coitus interruptus político que les sobreviene con cada uno de sus sucesivos partenaires, que no cabe otro remedio que concluir que se trata de una condición genética del invento.

No quieren ser traidores, no quieren aparecer como traidores, en la mismísima “hora de los traidores” a la patria, como señalaba yo anteayer que señala Javier Aristu. El lugar de ERC en el mundo viene a ser un teresiano “vivo sin vivir en mí”; así lo ha señalado López Bulla en el blog de aquí al lado. Él les califica de cagadubtes. Cierto, lo suyo es cagadubtismo elevado a la enésima potencia, a condición existencial.

Como algo hay que explicar a la parroquia, si más no porque la parroquia tiende a la impaciencia después de tantas promesas de que ara és l’hora, de que el objetivo está a tocar, de que todo está previsto y programado y el resto va a ser solo un paseíllo triunfal, los portavoces de ERC esgrimen su lealtad a la causa. Cierran los ojos para no ver las maniobras de Víctor Terradellas ofreciendo a Putin en nombre de Puigdemont el reconocimiento de Crimea en contrapartida a la financiación de la barbarie; omiten, en una palabra, que el dilema no es “independencia o barbarie”, sino “diálogo o barbarie”, y que en ese dilema el equipo de combate Puigdemont-Torra ha elegido ya la segunda alternativa.

Colocar a esa dupla de friquis partidarios convencidos del heavy metal al frente del “diálogo” con un Estado al que no reconocen, tanto si es para la investidura como si es para una solución duradera del encaje recíproco de las autonomías, es un piadoso encogimento de hombros ante una catástrofe que se podría, pero no se quiere, evitar.


jueves, 21 de noviembre de 2019

LA HORA DE LOS TRAIDORES



Noviembre de 2014, celebración de los 50 años de CCOO en el Museu d’Història de Barcelona. De izquierda a derecha: Juan López Lafuente, Joan Coscubiela, Antonio Quijada y Paco Rodríguez.


Ha aparecido ya en la nube el decimoséptimo “paso a la izquierda”. Los lectores pueden encontrarlo en su quiosco electrónico habitual. Y puesto a destacar algo entre lo mucho que merece ser destacado, elijo este llamamiento de Javier Aristu (ver en https://pasosalaizquierda.com/?p=5195): «Necesitamos traidores, dirigentes que sean capaces de enfrentarse a las corrientes rutinarias de la política y provocar un giro, enfrentarse a veces a sus propias bases corporativizadas y seguidistas. Un cambio de rumbo que replantee la necesidad de un proyecto capaz de abrir vías en esta selva social … ¿No es menos verdad que nuestra izquierda española necesita también de botiflers, impíos e iconoclastas? Incrédulos que, sin mirar lo que dirán los medios de las 8 de la mañana ni los seguidores de Instagram, comiencen a penetrar en terrenos …»

Decía yo ayer mismo que la derrota no está en nuestro código genético. Pero la traición, sí. En particular la traición a la patria, porque la patria es desde siempre el poderoso imán de todos los inmovilismos, la piedra de toque de las jerarquías y de las sumisiones, la madre de las sinecuras y los momios que se inventan y se establecen para los “patriotas”, en perjuicio de quienes no lo son por falta de adhesión inquebrantable o simplemente por falta de medios.

Eso sigue siendo cierto ahora, como lo fue hace 55 años, cuando nacieron extraoficialmente las comisiones obreras en Cataluña, en un acto no exactamente clandestino pero tampoco anunciado por los medios de comunicación, un acto digamos “tolerado” que se celebró en la parroquia barcelonesa de Sant Medir. Quienes allí estuvieron traicionaban las esencias y lanzaban al régimen un reto nuevo, absolutamente inédito. Una parte de la patronal ilustrada aplaudió la iniciativa: el empresario Pere Duran Farell tuvo el valor de decir que el sindicato vertical (¡la patria!) no le servía para nada, y que prefería negociar en su empresa con la comisión de fábrica. Muy pronto, cuando los nubarrones cubrieron el cielo económico del país y se hizo patente de otro lado que el “hecho biológico” amenazaba la continuidad de unas instituciones basadas y ancladas en el caudillismo, las nacientes comisiones fueron "ilegalizadas" (por más que nunca habían sido legales) y sus exponentes principales empezaron a desfilar por el Tribunal de Orden Público (¡la patria!) recién creado ad hoc.

La historia del mundo está compuesta a partir de traiciones fructíferas a los principios hasta entonces establecidos. De negaciones de las negaciones anteriores. A eso se le llama dialéctica: la síntesis como superación de la tesis y la antítesis previamente existentes.

Vean ahora un ejemplo espurio de seudo dialéctica: miedo, prevención, rechazo de lo nuevo, añoranza de lo conocido aunque lo conocido sea a todas luces inservible. Esta es la pregunta que ERC somete ahora mismo a la consideración de sus bases: «¿Estás de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?»


miércoles, 20 de noviembre de 2019

HISTÓRICOS



Imagen reciente de Anita Sirgo, una de las protagonistas de la Huelgona de la minería asturiana en 1962. Desgranaba maíz delante de los esquiroles que entraban a trabajar a los pozos; una forma de llamarles gallinas.


El otro día, en Torremolinos, ejercí modestamente de “histórico”. Sobre la mesa, delante de mi asiento, una cartela decía: «Paco Rodríguez de Lecea, histórico de CCOO». Lo histórico, sin embargo, fueron las CCOO, los acontecimientos que se vivieron colectivamente, y todo lo más algunas grandes personalidades entre las que no sueño con contarme. Que yo sea histórico no significa en rigor más que dos cosas: que soy viejo, y que estuve allí. Ninguna otra cualidad añadida.

Alguien, en el mini coloquio que siguió a las intervenciones, preguntó si no teníamos miedo en aquella orgía de represión. Anita Sirgo, asturiana, minera de Langreo, contestó por los cuatro ponentes:

─ ¿Miedo? ¿Qué si teníamos miedo? Estábamos acojonaos… Pero a ver qué remedio…

Más que hacer nosotros/as la historia, la historia nos cae encima. Históricos lo somos todos/as, esa es la verdad, en algún momento puntual, en el cuarto de hora de protagonismo que a todos/as nos toca. En ese trance concreto, cada cual hace honestamente lo que debe y lo que puede, dada la situación con la que le ha tocado bailar.

Y dos notas añadidas a la forma en que empezó “todo aquello”. La primera, éramos muy jóvenes. Recuerdo a ese propósito una frase de la escritora Alice Munro, que he citado ya en otra ocasión en estas páginas: a los treinta años, dice Munro, vemos las cosas que nos pasan como si le estuvieran pasando a otra persona. (Nosotros ni siquiera llegábamos entonces a los treinta. Y en ningún momento, constato, se nos ocurrió que lo que nos estaba sucediendo fuera historia; que nosotros/as mismos/as fuéramos históricos de alguna forma o por alguna analogía.)

La segunda nota la expliqué en mi parlamento: nosotros no éramos los vencidos de la guerra incivil; éramos otra generación, estábamos ya en otra película. La derrota no estaba en nuestra herencia genética, y por esa razón pasamos por encima de todas las dificultades con la idea de que teníamos de nuestro lado la razón, y con la razón de tu lado siempre ganas, como se enseña en el cine.

Claro que tuvimos miedo, claro que estábamos acojonaos. El hecho objetivo es que no pisamos nunca el freno porque, como dijo Anita, “a ver qué remedio…”


martes, 19 de noviembre de 2019

SALVINI Y LAS SARDINAS



Piazza Grande de Módena, abarrotada de “sardinas” bajo la luvia.


«Es la primera vez en Italia que se forma una corriente organizada de jóvenes contra el ascenso de la ultraderecha», informa Daniel Verdú en elpais. Ocurrió en Bolonia, capital universitaria de la Emilia-Romaña y feudo tradicional de la izquierda, donde en la campaña electoral anterior Matteo Salvini, el tóxico líder de la Liga, alardeó de haber hablado ante 100.000 personas, a pesar de que no llegaban a 10.000. Ahora, a la vuelta del mentiroso a la ciudad, en el preámbulo de unas elecciones regionales para el próximo enero, un grupo de jóvenes llamó a concentrarse “como sardinas” en la Plaza Mayor para cantar a voz en cuello el Bella ciao como salutífero cordón sanitario en una época en la que los partidos de izquierda flojean en la cuestión de los principios antifascistas, en buena medida porque andan a la greña entre ellos.

Lo ocurrido se repitió en Módena. Salvini ha dicho que los participantes en el movimiento de las sardinas son “imbéciles”, cosa más fácil de decir que de demostrar. Son jóvenes. Obedecen sus propias consignas. No están encuadrados en las formaciones políticas de la izquierda, que por lo demás, en este caso concreto y dramático, andan muy huérfanos así de consignas como de ideas para detener la acqua alta liguista. Se han movilizado, y apagan con las estrofas de Bella ciao y gritos de “Fermeremo Salvini” (pararemos a Salvini) las imbecilidades que va desgranando micro en mano ante sus secuaces el jerarca del neofascio.

En esas estamos. Que cunda el ejemplo, también en nuestras latitudes. El fascismo solo avanza si la democracia retrocede.


lunes, 18 de noviembre de 2019

LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES



En política parlamentaria y democrática abundan las segundas oportunidades, tanto para formaciones que han quedado en precario una primera vez, como para líderes que demuestran su capacidad para rehacerse de un batacazo imprevisto a través de una de las dos vías principales recomendadas por nuestro refranero: la primera es la de “rectificar es de sabios”; la segunda, abiertamente contradictoria con la anterior, la de “sostenella y no enmendalla”.

Ignoro cuál de los dos caminos seguirá Inés Arrimadas, la siempre intrépida “escudera fiel” (Elsa García de Blas dixit) de Alberto Rivera, que se apresta a hacerse cargo del timón de la nave de Ciudadanos, en los tiempos y en las formas estatutarias y con la bendición añadida de gozar de la unanimidad interna de toda la plataforma política en torno a su figura.

La merece, en mi opinión, esa segunda oportunidad. Ciudadanos tiene asumidos muchos compromisos en diferentes áreas de gobierno. Muchos de esos compromisos son tóxicos: con Vox, en concreto, se han firmado papeles infumables y se ha ido a dormir en la misma cama, o camastrón, en más de un puticlub jediondo de carretera.

Y la propia Inés ha dicho en público (hasta cierto punto las sigue diciendo), en voz alta y tono de desafío, muchas tonterías sobre “España”, ese problema abstracto, ese círculo que muchos aspiran a cuadricular.

Todo ello iría en la dirección del sostenella y no enmendalla. Sería una lástima.

Porque Arrimadas tiene coraje personal e inteligencia suficiente para ir en la otra dirección, la de la rectificación, con el fin de aferrarse a su segunda oportunidad personal y hacerla fructificar.

Estamos necesitados de una derecha templada, dialogante, social. Un electorado muy vapuleado por toda clase de extremismos nacionalistas vociferantes podría olvidar rápidamente la nefasta etapa anterior de Ciudadanos bajo el mando de Rivera, y agradecer con nuevos votos un cambio de dirección en una formación que descarriló por imitación, por considerar electoralmente rentable el energumenismo y la capacidad de mear más lejos que otros.

Vendría bien a todos, también a la izquierda, que desde la derecha parlamentaria se concretara un cordón sanitario a Vox. Y que Ciudadanos/Arrimadas emprendiera una travesía parlamentaria distinta, en dirección a los consensos esenciales para llevar la democracia española a mejor resguardo, lejos de tanta intemperie descarnada.

Con lo cual (parece obligado aclarar) no pretendo postular que Ciudadanos se añada a un hipotético gobierno de coalición “transversalizado” al estilo de lo que proponen, con sobra de desvergüenza, personas como Pedro Jota Ramírez. Una rectificación de rumbo tan rauda y acelerada dejaría bajo la sospecha de un oportunismo de la estofa más baja a la formación. También en política las ascensiones a los cielos requieren temporadas adecuadas de purgatorio de los pecados cometidos.

Estoy pensando entonces, más bien, en el sentido de los votos de Ciudadanos tanto en el Congreso, desde la mismísima investidura más o menos inminente, como en las cámaras de distintas autonomías, en las que tiene grupo e influencia que ejercer aún en la marcha de los acontecimientos.

Ese es el terreno que la nueva timonel de Ciudadanos habrá de trabajar, para merecer su segunda oportunidad política. Tiene poco que perder, y una cuota no desdeñable de opinión que ganar. En una situación tan bloqueada, cualquier elemento liberador sería excelentemente recibido por la ciudadanía.
   

domingo, 17 de noviembre de 2019

CÓMO EMPEZÓ TODO



Mesa de la sesión “Así empezó todo” en el Encuentro de Jóvenes de la Federación de Sanidad de CCOO. Salón “Málaga” del Hotel Amaragua, en Torremolinos, día 15.11.2019. De izquierda a derecha aparecemos los “históricos” Manolo Verano (Andalucía), Paco Rodríguez (Cataluña), Leonardo Romero (presentador), Anita Sirgo (Asturias) y Miguel Mata (Euskadi). La foto, muy de circunstancias (la iluminación no era buena) es de Carmen Martorell.


Me sentí muy honrado con la invitación a participar en un encuentro de jóvenes de CCOO, y explicar en un tiempo limitado cómo iban las cosas hace cincuenta años. Era un desafío personal: he hablado bastantes veces en público, pero eso ocurrió hace muchos años. Y después están los achaques físicos, que van siendo ya importantes. La cosa resultó satisfactoria en conjunto, según me han comentado algunos de los oyentes. Me refiero a mi intervención en particular; la sesión fue sin duda muy interesante, y todos los viejos tenores (más una soprano) de bravura echaron el resto. El ambiente y la interacción de veteranos con noveles fueron realmente magníficos.

Diré algo más acerca de mi intervención. La primera tentación era hablar de las personas, los dirigentes, las personas que estuvieron en aquella etapa histórica en la cresta de la ola. Fueron muy grandes y sentimos hacia ellos una deuda de agradecimiento y de admiración; pero de ellos hablan ya los libros de historia y pensé que no hacía falta decir más. Decidí, en consecuencia, no dar ningún nombre y hablar solo del movimiento mismo, no de quienes lo encabezaron. Dicho en otras palabras, no hablar de la cresta de la ola como si en ella se resumiese todo, sino contar de la ola misma, de sus características y sus leyes “físicas”: volumen, masa, fuerza, movimiento.

Recurrí a mi memoria personal, pero ayudándola con algunas lecturas y con bastantes notas puntuales, sobre todo numéricas y estadísticas, que tenía intención de mencionar en mi discurso, aunque luego no las saqué a relucir porque me estaba alargando ya mucho y porque por las caras de los/las oyentes llegué a la conclusión de que lo que estaba contando resultaba de por sí, y sin añadirle “muletas”, suficientemente veraz e interesante.

Quizá en esta bitácora, y en días sucesivos, utilice de alguna forma el aparato de documentación que he reunido para referirme de nuevo a aquellos tiempos, a la experiencia dura pero liberadora por la que pasamos toda una generación. No me parece imprescindible, sin embargo, porque enredados como estamos en una batalla (o varias) de actualidad rigurosa, retroceder al pretérito puede resultar bombástico, o por lo menos inoportuno. Se verá.

¿Qué fue lo que dije, en sustancia? Me referí al movimiento inicial de las comisiones obreras, surgido en una circunstancia concreta del seno de los lugares de trabajo, con cinco notas caracterizadoras:

1) Nuevo. Apareció en el panorama cuando, en la etapa del desarrollismo franquista, se alcanzó una masa crítica de trabajadores industriales y de los servicios que antes, en las etapas de la autarquía y de la estabilización, no existía.

2) Joven. Fue una generación recién aparecida como población laboral activa la que se hizo con la manija de las operaciones. Ocurrió así porque se había roto el relevo generacional normal y ordinario: la generación que nos precedió había muerto en la guerra o en la represión de la posguerra; o estaba en las cárceles; o se había exiliado; o había emigrado a Europa en busca de mejores aires.

3) Auto organizado. Con lo que quiero decir que no fue un movimiento “encuadrado” ni dirigido desde fuera de los propios centros de trabajo. Sobre esta cuestión hay demasiadas opiniones acumuladas, pero quienes lo vivimos desde dentro estamos sustancialmente de acuerdo. El movimiento creció como debe ser en la naturaleza, de dentro afuera y de abajo arriba. Hubo toda clase de consignas y de apropiaciones, cierto, pero todas ellas importaron muy poco en lo que respecta a la cuestión fundamental: las comisiones se organizaron en las fábricas y para las fábricas; no en las células y para una lucha de masas contra la dictadura. Eso vino en una segunda instancia, y a más a más. Claro que hubo un trasvase entre lo laboral, lo social y lo político, en una época en la que todas las crisis coincidieron y se superpusieron. Pero, para utilizar una expresión que le he oído muchas veces a José Luis López Bulla, éramos un sindicato socio-político, nunca fuimos un político socio-sindicato.

4) Hombres y mujeres. Unas y otros participamos juntos y en pie de igualdad en la creación y en la organización de aquello. Es necesario subrayarlo: se ha tendido a invisibilizar a las mujeres también en el tema sindical, como si todo hubiera sido cosa de machos alfa. Di tres pistas que revelan la intervención sustancial de las mujeres en la creación y la organización del sindicato: una, la inclusión estatutaria de secretarías de la mujer en todos los órganos de dirección (aún se ha de escribir la historia de las secretarías de la mujer y del papel importante que desempeñaron. Nadia Varo Moral ha hecho una aportación de un gran interés, pero limitada a una pequeña zona geográfica: “Las militantes ante el espejo”.) Dos, las formas distintas y originales de lucha en centros de trabajo con fuerte presencia femenina. Y tres, la panoplia de reivindicaciones, en particular las relacionadas con la flexibilidad, la compatibilidad y la conciliación, que han liderado el tránsito desde un sindicato “fordista” de los salarios y las categorías, a un sindicato “general” de las personas y de los derechos de las personas.   

5) Espacios de libertad. Fuimos pioneros de la libertad en un país encorsetado aún por las leyes franquistas, por las fuerzas represivas, por la autoridad de los eclesiásticos del régimen. En la lucha solidaria y en la movilización, frente a la represión diaria, nos sentimos exaltantemente libres, y extendimos esa condición colectiva a la política en primer lugar, y a las personas y las clases sociales que seguían aún “atadas y bien atadas”. Hubo una transición política en España; pero la nuestra, la transición de los trabajadores del verticalismo a la democracia sindical, vino antes y fue más profunda y completa.

Eso viene a ser lo que dije el otro día, en Torremolinos.


jueves, 14 de noviembre de 2019

LAS BELLEZAS TERRESTRES



Jeanne Duval retratada ─vestida─ en un diván, por Édouard Manet en 1862. El poema de Baudelaire fue escrito veinte años antes.

Marc Bassets anuncia en elpais (1) el descubrimiento de un cuarteto inédito de Charles Baudelaire, escrito de su puño y letra en un ejemplar de la primera edición de Las flores del mal dedicado a un amigo periodista.

Se trataría de la novena estrofa de “Les bijoux”, uno de los poemas malditos del autor, expurgados por la censura después de un juicio resonante. El cuarteto, sin embargo, fue escrito mucho después que la composición a la que se añade. Esta se sitúa en torno al año 1842, dentro del llamado “ciclo de Jeanne”, es decir de los poemas dedicados por Baudelaire a su amante haitiana Jeanne Duval, y caracterizados por un erotismo de altísimo voltaje. Sin embargo, la primera edición del libro tuvo lugar quince años después, en 1857, y la nueva estrofa está anotada a mano sobre un ejemplar impreso.

Por en medio hubo un intento fallido de suicidio, del que he dado cuenta en otro lugar de estas páginas (2), y muchas otras vicisitudes personales para Baudelaire, apremiado en general por los alcoholes y la falta de medios de vida, y más abrumado que satisfecho por las “alas de gigante” con que el genio le había dotado, y que, como las del albatros en una de sus composiciones más conocidas, le permitían un vuelo incomparable, pero le impedían caminar por el suelo común.  

Hubo dos ediciones más de Las flores del mal en vida del poeta, y este no consideró oportuno incluir, en el poema en cuestión, el añadido que improvisó al escribir una dedicatoria. Se trataría entonces de una especie de “verso libre” escrito a beneficio de inventario para el lector al que estaba destinado el ejemplar; pero merece sin la menor duda una nota a pie de página en futuras ediciones.

La composición “Les bijoux” comienza así: «La très-chère était nue,et, connaissant mon coeur, / elle n’avait gardé que ses bijoux sonores…» (“La muy querida estaba desnuda y, conociendo mi corazón, solo llevaba encima sus joyas sonoras…”). Delante del “candor unido a la lubricidad” de las poses de la mujer tendida en un diván, el poeta se describe a sí mismo como un “alma en reposo” que se ha sentado, “tranquila y solitaria”, en un rocher (roca) de cristal. El desfile voluptuoso ocurre frente a unos ojos “clarividentes y serenos”.  

A esta expresa actitud metafísica delante de la belleza terrenal corresponden los cuatro versos ahora resucitados:

Et je fus plein alors de cette Vérité:
Que le meilleur trésor que Dieu garde au Génie
Est de connaître à fond la terrestre Beauté,
Pour en faire jaillir le Rythme et l’harmonie.

Cinco términos aparecen subrayados con mayúscula: Verdad, Dios, Genio, Belleza, Ritmo. Más énfasis: el artista se siente “lleno” de esa Verdad que es el “mejor” tesoro que Dios le concede, al permitirle penetrar “a fondo” la Belleza terrenal y extraer así de ella su ritmo y su armonía.

No es el “mejor” verso de Baudelaire, ni el que contiene más “Verdad” ni “Belleza”. Pero tampoco es en absoluto desdeñable para comprender su estética y su intención.