miércoles, 25 de enero de 2023

ALCALDABLES A LA FUGA

 




Particular del monumento a Francisco de Paula Rius i Taulet, alcalde de Barcelona en varias ocasiones entre 1872 y 1889.

 

Xavier Trias i Vidal de Llobatera, alcaldable de Barcelona por Junts, se desentendió de la manifestación de protesta de su grupo por el cuajo con el que se presentaron en Barcelona Pedro Sánchez y Emmanuel Macron, dos “colonos”, con vistas a tomar decisiones sobre las que el “Govern legítim”, que afortunadamente no reside en Barcelona sino en Waterloo – es decir, in partibus infidelium –, no quiere definirse ni a favor ni en contra. Llobatera, en consecuencia, se declaró tibiamente partidario de la protesta popular y excusó su ausencia de la movida debido a la imperiosa urgencia de visitar a un amigo.

De forma simétricamente contraria, Jaume Collboni ha dejado sus responsabilidades de vicealcalde mucho antes de lo que prescribe la ley electoral, y va a preparar el asalto a la alcaldía no desde dentro, como ha venido haciendo hasta ahora, sino desde fuera y mirando al soslayo, no sea que alguien le relacione con el nefasto consistorio que ha vicepresidido.

Ha afirmado un bloguero de mi entera confianza, hará tan solo un par de días, que según “los analistas” (lo ha dicho así, sin más precisión), la alcaldía de Barcelona es el elemento decisivo para decantar la batalla por las mayorías suficientes que puedan dar salida al atasco político generado hace más de un quinquenio por la serie de acontecimientos conocida, para simplificar, bajo la etiqueta de “el procès”.

Si es así, y no tengo motivos para ponerlo en duda, no se entiende mucho el disimulo de un alcaldable y ex alcalde que se promociona para una misión crucial por el procedimiento de fingirse un ciudadano que simplemente pasaba por ahí, y ha decidido por pura afición entretener su tiempo en regar las margaritas del Parc de la Ciutadella. Y lo mismo cabe decir de quien se proyecta a sí mismo al suelo desde el balcón de la Casa Gran, con la pretensión de que sea reescrita desde el principio la historia de sus años pasados allí dentro, y se eche al olvido de las azucenas su corresponsabilidad con todos los acuerdos tomados con su asistencia y refrendados por su firma.

Lejos quedan los dos del perfil imponente de un alcalde de Barcelona a la vieja usanza. Recordemos la actitud de Rius i Taulet cuando hubo de hacer frente a la negativa general de apoyo financiero a una Exposición Universal, en una reunión con asistencia del gobernador, el capitán general, el presidente de la Diputación, el rector de la Universidad, el presidente del Ateneo, etcétera. Nos lo cuenta Eduardo Mendoza en un pasaje, tal vez no rigurosamente histórico pero aleccionador, de “La ciudad de los prodigios” (p. 37):

«Al final Rius y Taulet dio un golpazo en la mesa con una carpeta de cuero y cortó en seco tanta garrulería. Hòstia, la mare de Déu!, gritó a pleno pulmón. El vibrante exordio se oyó en la plaza de San Jaime, pasó a ser de dominio público y figura hoy, con otros dichos célebres, labrado en un costado del monumento al alcalde infatigable.»

Trias y Collboni, en comparación, ni chicha ni limoná.

 

jueves, 19 de enero de 2023

UN ÉXODO EN CADENA

 


Angelina Puig. (Fuente, Diario digital de Sabadell)

 

A lo largo de los años sesenta, una marea humana de dimensiones bíblicas se desplazó desde miles de localidades andaluzas y de otras regiones (extremeñas, murcianas), hacia lugares lejanos que ofrecían, si más no, la esperanza de trabajo remunerado y de una vida con algunas (muy pocas, en verdad) comodidades a las que los migrantes no tenían acceso en sus comunidades de origen. Ese fue el origen de un vínculo peculiar entre Andalucía y Cataluña, puntos mayoritarios de origen y de destino de aquella riada humana, que han sido tema para estudios recientes de diferente tipo pero en todo caso de gran enjundia, en particular en Andalucía. (*)

La Jerusalén celeste era un lugar de delicias en el que, según los creyentes, manaban fuentes de leche y miel. Cuesta reconocerlo en la descripción que Angelina Puig (**) hace de la “Tierra prometida” adonde se dirigieron miles de familias granadinas en las décadas de 1950 y 1960. «En 1950 el barrio de Torre-romeu no existe. Es un espacio situado al este de la ciudad [Sabadell], a la izquierda del río Ripoll, que se extiende desde el río hasta la parte más alta de la montaña … Es un lugar desequilibrado, inhóspito, de fuertes pendientes, que en los días de lluvia tienen más el aspecto de torrentes que de caminos. Algunas escaleras salvan los desniveles abruptos.»

No hay luz eléctrica, ni agua corriente, ni alcantarillado, ni calles propiamente dichas. En octubre de 1950, fecha del Plan General de Ordenación de Sabadell, viven allí 2.111 personas en 354 casas, 70 “semi-casas”, 292 cobertizos. 94 barracas y 182 cuevas. Unas 1.550 lo hacen en cuevas y barracas. El propietario de la mayor parte del terreno es don Segimon Homs. El precio de una cueva en 1950 podía ser, según el historiador sabadellense Antoni Castells, de unas 3.000 pesetas.

Angelina ha trazado de forma pormenorizada la historia del éxodo prodigioso que llevó a este lugar, entre 1950 y 1972, a más de mil personas procedentes de Pedro Martínez, población de los montes de Granada. Parte destacada del libro es la palabra de los/las protagonistas, que cuentan en primera persona su antes y su después. Memoria oral, admirablemente encajada en el relato.

La mayoría llegaron por tren, en grupos grandes, porque así era más barato. Traían consigo todos sus enseres, sus muebles. La primera oleada se produjo en los años cincuenta: fueron gentes con menos arraigo en su pueblo de origen, problemáticas para los propietarios, o los curas, o la guardia civil. Estuvieron primero en el Pirineo, en la construcción de embalses para las compañías hidroeléctricas. Un trabajo duro y peligroso. Hubo accidentes, muertos que llorar. Desde Pont de Suert, recalaron en Sabadell buscando trabajos más asequibles y refugio.

La primera oleada fue entonces la de los inquietos, los desarraigados, los descontentos, los directamente antifranquistas, algunos de ellos directamente organizados. En los años sesenta, las condiciones de trabajo en los latifundios de Andalucía empeoraron. Se compraron máquinas para las faenas del campo, la demanda de mano de obra disminuyó, los jornales menguaron. La segunda oleada de migrantes incluyó a todos, desde los jambríos hasta una parte de las clases medias. Angelina define aquel movimiento colectivo de forma interesante, como una “migración en cadena”. Las gentes de Pedro Martínez no eligieron como punto de destino Torre-romeu como un desiderátum, sino porque otros lo habían hecho antes. Un instinto de grupo les llevó a mantener a toda costa la familiaridad y la coherencia de su origen común.

Todos trabajaron: quien podía, con un contrato de trabajo; quien no, con “faenas” de ocasión pagadas en negro, en la economía sumergida; las mujeres, auténticas cabezas de familia, en cuidados de todo tipo, a familiares y a vecinos necesitados, que nunca tuvieron remuneración dineraria, pero fueron esenciales para la supervivencia y para la cohesión.

Todos trabajaron además en convertir el desmonte en un suburbio. Las cuevas se limpiaron, se ampliaron y compartimentaron; las barracas se reformaron y se consolidaron, incluso se convirtieron en casas dignas de ese nombre, algunas de más de un piso. Los propios vecinos construyeron aceras, con cemento y tochos. Por agua se iba a las fuentes, se repartía acorde con las necesidades, y por ella se pagaba al propietario. Cada vivienda mínima era habitada por tantas personas como podían ocuparla. La densidad de población era altísima.

Aquello ocurrió bajo el franquismo, bajo el nacionalcatolicismo, con la “buena gente” mirando a otro lado. Solo con la llegada del primer alcalde democrático, Antoni Farrés, del PSUC, llegaron los servicios esenciales, y el espacio primigenio junto al río que inundaba las cuevas en los otoños lluviosos, se convirtió en un barrio “normal”.

El trabajo, sobre todo en las fábricas textiles y de la construcción, y la lucha vecinal por mejorar el espacio comunitario, estuvieron también presentes en el proceso de integración de los migrantes en un territorio y una cultura diferentes. De Pedro Martínez trajeron muchas de las personas migrantes semillas cuidadosamente atesoradas de antifranquismo, de anhelos democráticos y de reivindicación de derechos igualitarios. La lucha sindical y vecinal fue a partir de los setenta un cemento social y cultural poderoso en el mosaico de comunidades que convivieron en un Sabadell, un foco tradicional de inmigración que triplicó su población censada en tres decenios y medio (1950 = 59.494 hab.; 1985 = 187.506).

 

* Quiero referirme en particular a dos libros recientes de dos grandes amigos: el póstumo del inolvidable Javier ARISTU, “Señoritos, periodistas y viajeros”, (2022) y al último estudio de Carlos ARENAS POSADAS, “Lo andaluz. Historia de un hecho diferencial”, del mismo año.

** Una reelaboración de la tesis doctoral de Angelina PUIG I VALLS, “De Pedro Martínez a Sabadell: la inmigració, una realitat no exclusivamente económica”, ha sido editada en la forma de un volumen de la colección Serie General Universitaria (SGU) de Edicions Bellaterra, junto a otro estudio de Teresa M. ORTEGA, bajo el título común de Andalucía y Cataluña: dictadura y emigración (Barcelona 2020).



sábado, 14 de enero de 2023

SUMANDO DOS MÁS DOS EN EL AUDITORIO

 


Los ponentes, al finalizar el acto en la Sala 1 del Auditorio de Barcelona, esta mañana. Mi gratitud a Lluís Filella Carballo, de cuyo muro de FB he tomado en préstamo la imagen.

 

El acto de “Sumar” celebrado esta mañana ha desbordado por completo el aforo de la sala grande de conciertos del Auditorio de Barcelona. Yolanda Díaz y Ada Colau nos han hecho esperar, a los madrugadores que sí habíamos encontrado sitio, entretenidas durante un buen rato en una charla “de calle” improvisada con las más de mil personas que seguían plantadas en la cola después de una hora de espera frustrada para entrar. De modo que el acto en sí, previsto para las 11, ha empezado en realidad una hora después.

Busquen la noticia en las redes sociales, porque las primeras planas de la prensa digital no la recogen, al menos aún, volcadas como están con los dicharachos entre Shakira y Piqué, y otras fantasías.

No digan que eso es cosa del país, la prensa funciona lo mismo en todos los demás sitios. Quien manda, manda.

No digan (se ha dicho ya) que la iniciativa encabezada por Yolanda Díaz solo sirve para dividir a la izquierda: estamos delante de una izquierda sórdidamente dividida, y las iniciativas como “Sumar”, que tienden a reconstruir la esperanza, la ilusión y la libertad, trabajan en favor de una reconstrucción de la unidad popular.

No voy a hacer juicios de valor en relación con el acto en sí. Me felicito de haber estado allí, porque a estas alturas de mi vida y de mi militancia me conforta sentir la adrenalina recorriendo mis arterias endurecidas, de tanto en tanto. Soy optimista en general respecto de la situación política actual y futura del país, considerando como tal, no el breve lapso que nos separa de las próximas elecciones generales, sino una perspectiva menos cortoplacista y situada a una mayor altura. En este sentido, destaco tres notas de la encrucijada en la que nos encontramos, que he ido anotando mentalmente al hilo de la intervención de Yolanda Díaz:

 

- estamos en un cambio de época;

- arrancamos un nuevo modelo productivo;

- no solo necesitamos más salario, más protección y más derechos personales y sociales para las personas trabajadoras, sino más democracia económica.

 

La conciencia, asumida de forma colectiva (partidos, sindicatos, movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales), de esta encrucijada histórica concreta implica el diseño de un proyecto unitario también concreto, cuyo avance será difícil pero posible, ha señalado Yolanda. Y la maravilla es que ella ha entrado en este jardín, mientras que no lo han hecho, ni por alusiones, otros líderes de la izquierda vieja y nueva que han venido ocupando el escenario en los últimos años.

 

martes, 10 de enero de 2023

EL EFECTO ARBELOA

 


Don Ramón de Campoamor, poeta relativista.

 

Lo que quiso Cuca Gamarra en su célebre tuit, fue hacer una comparación atrevida entre las hordas comandadas por Pedro Sánchez, que han irrumpido al asalto y al desmadre en las venerables instituciones de gobierno del país, y los dignísimos ciudadanos bolsonaristas (no confundir con los bolivaristas, estos son la hez) que intentaron remediar el curso de las cosas después de que unas elecciones fraudulentas apartaran a su líder del encomiable empeño democrático en el que se hallaba enfrascado.

Gamarra comparte punto de vista (o color del cristal con que se mira, en palabras de don Ramón de Campoamor) con un friqui al que he conocido debido a un rebote inesperado, e involuntario por mi parte, de los fastos del Mundial de fútbol celebrado por ahí hace poco. Se trata de un tertuliano criado en los basureros mediáticos, llamado Juanma Rodríguez y apodado “Gargamel”, que está llevando adelante una cruzada esforzada para desinflar lo que él llama la “burbuja Messi”.

Messi no es el mejor futbolista de todos los tiempos, señala Gargamel; está muy, pero que muy, sobrevalorado. Currículo por currículo, lo tiene mucho mejor Álvaro Arbeloa, sin ir más lejos.

No sé si se acuerdan de Arbeloa. Se distinguió en el Chelsea * por su manera de frenar a Messi, en una época en la que estaba a las órdenes de José Mourinho. Lionel fue derecho a la enfermería, y Álvaro fue premiado con una tarjeta roja. “Mou” protestó mucho aquella tarjeta, según él no había sido para tanto. En tarjetas rojas, dicho sea por escrúpulo de la verdad, Arbeloa va muy por delante de Messi en cualquier ranking que se considere.

Arbeloa (y al año siguiente, también Mourinho) fichó por el Real Madrid en 2009. La idea de la alta dirección era parar a Messi como fuera. La ficha de Arbeloa fue de 4 millones por 5 años. Estuvo ahí en la gran mayoría de las alineaciones de Mourinho y sucesores. También apareció en la selección española que ganó el Mundial de Sudáfrica. Del Bosque, un hombre siempre discreto y sensible, nunca olvidó incluir en su grupo a jugadores madridistas, con el fin de no enemistarse con las autoridades federativas.

(Su ejemplar comportamiento, de todos modos, no alcanzó su objetivo. A horas de hoy, Don Vicente sigue siendo considerado un disidente de la Iglesia de San Floren; y me temo que el asunto tiene ya poco remedio, aunque al seleccionador que ganó una Copa del Mundo, el resquemor de los despachos debe de traerle muy al fresco.)

Arbeloa fue, por consiguiente, un jugador “de cupo”; fue seleccionado porque el once representativo de España estaba obligado a incluir sí o sí un porcentaje estimable de unos colores determinados.

Gerard Piqué, un extravagante de lengua larga, llamó en una ocasión “cono” al defensa madridista. Cuando le preguntaron a qué se refería, explicó que cuando desde Tráfico no quieren que la circulación pase por un lugar determinado, colocan ahí un cono que obliga a todos a dar un rodeo. Y esa exactamente era, según Piqué, la función de Arbeloa en la banda derecha de la defensa.

Metió sin embargo algunos goles, a lo largo de su carrera. No tantos como Messi, sin duda, pero metió tres. Lo digo de memoria, es posible que me descuente, y esté contabilizado oficialmente alguno más. Recuerdo uno de ellos: Cristiano armó un belén porque Arbeloa había rematado a puerta una asistencia dirigida claramente hacia el portugués.

Arbeloa permaneció cinco años en el club blanco y luego se fue, resignado a buscarse la vida porque no estaba en condiciones de competir con los mejores.

Y ese es el crack que supera a Messi en currículo, según Gargamel.

Gamarra valora de modo parecido la trayectoria de Pedro Sánchez, infravalorado según ella como golpista al lado de un estadista tan sumamente respetuoso de la Constitución de su país como Bolsonaro. En este mundo cruel, valgan los versos como conclusión, nada es verdad ni es mentira.

* Dejo constancia de un error de memoria, después de comprobación en Wikipedia. Arbeloa no jugaba en el Chelsea sino en el Liverpool, y no estaba a las órdenes de Mourinho sino de Rafa Benítez. Lo demás, vale.

lunes, 9 de enero de 2023

ULTRAS EN BUCLE

 


Lula 2023, o el símbolo de la paloma cuando las aguas del diluvio comienzan a remansarse.

 

Dos años después, se ha repetido el asalto multitudinario de Washington a las instituciones democráticas de gobierno del Estado. Ha ocurrido en otro país y con otros nombres propios, pero con una lógica, e incluso una táctica, idénticas. Cabe sospechar que algunas personas hayan tenido una intervención presencial en las dos movidas; y no me refiero a las ovejas, sino a los pastores. Las movilizaciones de masas tienen por lo general poco de espontáneas.

El de Tejero en las Cortes madrileñas, hace un montón de años, fue tal vez el último golpe a la antigua, herencia del viejo golpismo del siglo XIX: uniformes, tiros al aire, se sienten coño. Se intentó entonces impedir la transmisión por televisión de lo que estaba ocurriendo, mientras que ahora el intríngulis va en la dirección contraria, facilitar imágenes en directo de la debilidad de las sedes de las instituciones democráticas frente a una turbamulta.

La intención, en cualquier caso, es muy parecida en ambos casos: no ya un pronunciamiento en apoyo de un cambio de gobierno, sino un intento de deslegitimar el acceso al poder de nuevos grupos políticos potencialmente contrarios al establishment constituido.

Al hablar de establishment no apunto, claro es, a la política. Hoy es la economía la que manda, y la política “debe”, según los expertos, estar a su servicio (at your beck and call, para expresarlo en lenguaje vintage). Tenemos situada en el puente de mando de la aldea global, y de muchas de sus franquicias, una élite adiestrada en las finanzas virtuales y la contabilidad creativa, decidida a marcar el rumbo de los negocios en los próximos tres o cuatro siglos. Esas élites se fotografían poco, y siempre tienen a mano un Steve Bannon capaz de remediar cualquier roto en las costuras del invento, con un puñado de dólares bien exhibidos y repartidos.

Pensar que nuestros jueces y fiscales son enteramente otra cosa, y que persiguen objetivos específicos, particulares de su corporación, es fantasía. Al cuartelazo y el mogollón, han añadido ellos una tercera modalidad de asalto a las instituciones: el bloqueo de la administración de justicia. Y esa es toda la diferencia.

Tenemos a la ultraderecha en bucle.

 

viernes, 6 de enero de 2023

REYES CAMINO DEL PORTAL

 


Cabalgata de los reyes, en las proximidades del Portal de un Belén del Eixample de Barcelona. El hilo blanco tachonado de puntos de luz, visible entre los camellos, no tiene una explicación teológica adecuada. Las figuras son herencia de familia, hoy ya no se fabrican así, todo degenera.

 

Noticias de Belén, datadas de hoy mismo, señalan que a lo largo de toda la noche pasada hubo aglomeración de gentes y revoloteo de ángeles en el Portal ubicado en las afueras de la villa. Pudo deberse tal circunstancia a la actuación estelar de Ella Fitzgerald, que arropó con su voz (“All of me”) a un niño maravilloso, nacido hace pocos días y sobre el cual el Madrí de Floren posee ya una opción millonaria de compra, para cuando madure, dentro de unos años, el talento futbolístico que atesora. ¡Será mejor incluso que Benzema, se asegura por los chiringuitos!

El gentío y el angelío reunidos allí pudieron ser también consecuencia colateral de la timba de unos popes que se sentaron al ladito a jugar a las cartas, con menosprecio de un grupo de migrantes que contaban tan solo, para resguardarse de la baja temperatura ambiente, con el calor animal de una mula y un buey, pacientes ambos y sufridores como es su costumbre. Los popes contaron para calentarse con su propio brasero, de oro de ley recamado con piedras semipreciosas. Normal, es notorio que la Iglesia atiende siempre de preferencia y en línea de principio a las comodidades terrenales, y es dura de oído para las músicas celestiales. No digan ustedes después que nadie les ha advertido.

Se añadieron al gentío pastores curiosos, acompañados por sus ovejas, y un trasiego constante de gente del común volcada a ver el prodigio. Destacó al respecto la refinada amabilidad de las mujeres, que aparecieron puntuales para aportar sus presentes de todo tipo y sobre todo su presencia, tan necesaria para una historia completa del evento.

Por desgracia, todo ello perjudicó la epifanía de unos reyes venidos desde lejos y guiados en su viaje por complejos cálculos astronómicos y por profecías difíciles de desentrañar. Los reyes, que traían incienso, además de oro y perfumes, llegaron justamente al humo de las velas, pero el público en general se sintió satisfecho con la visión lejana, por entre las palmeras del skyline, de una cabalgata con camellos silueteados a la luz de la luna.

Las autoridades municipales, que son quienes tienen la última palabra en estos asuntos, anuncian ya que el exitoso acontecimiento se repetirá el año que viene, si todo funciona como debe en las inminentes elecciones.



El Portal, a vista de pájaro. Ella Fitzgerald y su grupo proporcionan el hilo musical. El otro hilo, el eléctrico, es un misterio insoluble, los expertos hablan de un posible anacronismo, concepto que no sabemos qué significa porque aún no lo han definido en Pasapalabra.

 

martes, 3 de enero de 2023

EL DOGMA Y LA VERDAD

 


La Verdad. Detalle del lienzo de Sandro Botticelli “La calumnia de Apeles” (Galería de los Uffizi, Florencia)

 

Emiliano García-Page, presidente autónomo de Castilla-La Mancha, se ha condolido por Twitter de la muerte del papa emérito Benedicto XVI, «un gran defensor de la verdad».

Quizás yo debería escribir aquí Verdad, con mayúscula; Ratzinger fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes que papa Benedicto, y desde aquel puesto trascendente defendió con ardor el Dogma católico. No es seguro, en cambio, que defendiera asimismo la Verdad a secas, a menos que consideremos que Dogma y Verdad, considerados bajo el prisma de la religión, son una misma cosa.

Pero los dogmas no cambian nunca, y las verdades sí, siempre y en todos los casos en los que cambian las circunstancias. Dios es Uno y Trino siempre, según un dogma indemostrable; mientras que la verdad comprobada dice que a unas horas es de día en un lugar determinado, y a otras es de noche.

Noten la diferencia. El prefecto Ratzinger la notaba; Page, en cambio, no. (Ayuso, tampoco, dicho sea de paso.) Cuando una persona está convencida de que la Verdad desciende de los cielos por Revelación divina, tiende a caer en confusiones deplorables. Page y Ayuso creen firmemente en una Santísima Trinidad que gobierna nuestros destinos, a saber: Banca, Monarquía y OTAN. Las tres componentes tienen una existencia que solo depende de sí misma y no puede ser cambiada; a eso se le llama “aseidad” en teología. Las tres gravitan desde las alturas sobre los mortales, y son de necesidad estricta en un sentido riguroso. De ellas se desprenden algunos corolarios: el Salario Mínimo, por ejemplo, tiene que ser en efecto mínimo, como sostiene el gobernador del Banco de España señor Hernández de Cos; porque otra cosa sería herejía y desestabilización.

El economista Niño Becerra acaba de declarar que es incoherente no contar como parados a los trabajadores fijos discontinuos. Confunde el dato con el dogma, eso es todo. Lo cierto es que hay una diferencia clara entre ambos: los discontinuos mantienen su expectativa de puesto trabajo, cobran regularmente el subsidio, tienen protección legal, son sujetos de derechos ante la empresa y el Estado.

Los parados, no. El paro visto como dogma económico es similar al Diluvio Universal de la Biblia: una calamidad sin remedio. Llueve sobre justos y pecadores, y al que le toca le tocó. Los humanos no pueden rebelarse contra el destino fatal implícito en su condición de parados potenciales, sin caer en sacrilegio.

Si de los dogmas pasamos a las simples verdades, estas carecen de halo sagrado, son de naturaleza terrenal, y pueden ser compartidas, negociadas, y generar consensos amplios.

¿Qué defendió el papa Benedicto, el dogma religioso o la verdad mundana? Cada cual busque la respuesta a esa pregunta. Yo me atrevería a apuntar que ciertas verdades del barquero nunca acabaron de entrarle en la mollera. Todo se reducía para él a un gran misterio sacro. En sus peores momentos, convirtió ese misterio en una alfombra bajo la cual se escondían cosas que no interesaba que se mostraran a la vista.