martes, 31 de mayo de 2016

EL ESTADO INEFICIENTE


Arturo Bris, director del centro de competitividad de la escuela de negocios IMD (International Institute for Management Development), ha señalado la ineficiencia del estado como uno de los elementos principales que lastran la competitividad española en la esfera global de los negocios (1).
El apunte, amparado en las cifras incontestables arrojadas por un ránking mundial de competitividad establecido desde la propia escuela con criterios científicos, merece varias consideraciones. La primera puede ser la paradoja de que una escuela de negocios evalúe la eficiencia de los estados en relación con la economía, y no al revés. Una muestra más de una situación en la que se considera “normal” que el negocio privado sea el fin, y las instituciones estatales el medio para alcanzar ese fin o facilitarlo sustancialmente.
Por dónde van los tiros que dispara la escuela IMD es una cuestión que se evidencia cuando reclama mayor flexibilidad del mercado laboral con el fin de mejorar la competitividad. Al mismo tiempo que se reclama la estabilidad de las instituciones, se insiste en propugnar la inestabilidad del factor trabajo (al socaire del concepto decoroso de “flexibilidad”) como una panacea cierta para la mejora de la economía. No se advierte la contradicción, y sin embargo el sentido común nos susurra al oído que, si la estabilidad de las instituciones es una condición sine qua non para la eficiencia económica (signifique tal cosa lo que signifique) del estado, de la misma forma la estabilidad en el empleo debe ser un elemento positivo para la eficiencia y la competitividad económica de la fuerza de trabajo.
Lo cual nos lleva al cuestionamiento de cómo se puntúan los datos en este tipo de clasificaciones “científicas”. Hay un quid pro quo o un círculo vicioso en la confección de los ránkings: se puntúa más aquello que de partida es considerado mejor, pero sin un criterio objetivo cierto que avale la bondad o maldad de los inputs. Entonces, lo que se demuestra es siempre aquello que de antemano se pretendía demostrar; lo bueno es siempre lo que se ha definido previamente como bueno. Es el mecanismo infernal mediante el cual el Fondo Monetario Internacional ha destrozado las economías de muchos países en vías de desarrollo, en particular en África, y sigue torturando a Grecia con la imposición de axiomas que han demostrado su fracaso rotundo en el objetivo que pretenden. Años y años de la misma medicina, y el enfermo, lejos de recuperarse, sigue descendiendo más y más en los ránkings.
¿Es adecuado, entonces, acusar de ineficiencia a los estados cuando se los ha convertido en marionetas que bailan al son de escuelas de negocios privadas tituladas en Harvard, llámense estas IMD o FMI? Viene a ser, excusen lo brutal de la comparación, como dar la consigna a todas las unidades de hundir al Bismarck, y una vez consumada la operación quejarse de que el Bismarck no flota.
 


 

domingo, 29 de mayo de 2016

EN TORNO A LA REFUNDACIÓN DEL SINDICATO Y AL GOBIERNO DE LA INNOVACIÓN. VOCES DEL PASADO


La exhumación de viejas carpetas de sus escondrijos, consecuente a la necesidad de dar una mano de pintura a algunos ámbitos de mi madriguera, sigue aportando sorpresas y pequeños tesoros.
Entre el 4 y el 17 de noviembre de 1987 redacté una “Carta abierta, con nueve propuestas sobre el sindicato”. Había dejado la secretaría de Organización de la CONC para trabajar en el PSUC, y tenía la sensación obsesiva de que me había dejado en el trayecto muchas cosas en el tintero, por así decirlo, sobre las cuestiones sindicales. Envié, en tres partes, mi texto a José Luis López Bulla, por entonces secretario general de las Comisiones de Catalunya. Él me contestó con amabilidad y aportó matices a unos planteamientos expuestos bastante “en crudo” por mi parte. Fue un carteo privado y sin ninguna trascendencia mayor; pero apuntábamos ya, por la vía del tanteo, a cuestiones actuales hoy, tales como la “refundación” del sindicato y el “gobierno de la innovación”. Sin entrar en nuestras propias consideraciones de entonces, me parece útil reproducir tres citas incluidas en aquel texto, sobre las que yo trataba de extraer algunas consecuencias pertinentes al asunto del que trataba.
Corresponden las citas a Fausto Bertinotti, que ha vuelto recientemente al redil de la iglesia católica después de muchas revueltas por los caminos de la izquierda radical; a Mihail Gorbachov, falto de repente, al poco tiempo, de toda credibilidad y consideración por parte de sus compatriotas, que prefirieron entregarse alborozadamente en manos del capitalismo neoliberal; y a Bruno Trentin, que nos dejó bastantes años después, no sin antes construir algunos trabajos teóricos de gran valor para clarificar los problemas a los que aquí se hace referencia. Estas eran las opiniones de los tres, mediados los años ochenta.
«La izquierda en general, y el área comunista en particular, solo tendrán posibilidades de ser protagonistas del desafío que representa la innovación, a condición de refundar una nueva idea del sindicato, por un lado, y del estado social y la ciudadanía, por otro. Las bases para esa refundación habrán de buscarse en una idea acerca de la cantidad, la calidad y la distribución del trabajo, diferente – radicalmente diferente – de la que subyace a los actuales procesos de innovación, propugnada y teorizada por las fuerzas que hasta hoy hegemonizan dichos procesos.» (F. BERTINOTTI, “Gobernar las innovaciones: ni integrados ni apocalípticos”, en Democrazia e diritto, n. 1, 1986, pp. 124-25).
«Qué vías a seguir se plantea el Buró Político para impulsar la democratización de la sociedad soviética? Podremos impulsar de verdad la iniciativa y el espíritu creativo del pueblo solo si creamos los instrumentos democráticos capaces de ejercer una influencia real y activa en el funcionamiento de cada colectivo laboral, tanto en la planificación, como en la organización del trabajo, en la distribución de bienes materiales e inmateriales, en la selección y promoción de las personas más prestigiosas y competentes a los cargos de dirección. […] La economía es la esfera más importante del quehacer humano. A diario participan en ella decenas de millones de trabajadores. Por eso el desarrollo de la democracia en el sector de la producción constituye un aspecto de primordial importancia en la profundización y ampliación de la democracia socialista en general.» (M. GORBACHOV, Informe al Pleno del CC del PCUS, 27.1.1987).
«¿Con qué instrumentos, pues, refundaremos un sindicato que pretende construir su propia legitimidad política y contractual sobre la representación de los trabajadores asalariados y, también, de otras figuras sociales (desde los técnicos hasta los desempleados) que se han visto hasta ahora excluidas de la lógica del intercambio neocorporativo? ¿Cuáles deberán ser, en fin, y cómo se elaborarán, según los principios de la democracia y de la solidaridad, las prioridades reivindicativas efectivas que habrán de dirigir y cohesionar ese movimiento sindical, en la fase que se abre frente a nosotros? Y si esas prioridades han de confirmar, como creemos, la centralidad del tiempo de trabajo, de la calidad del trabajo, de la nueva profesionalidad, de la transformación de la organización del trabajo, de la autonomía contractual y decisional de los “colectivos de trabajo”, ¿qué implicaciones haremos derivar de esas prioridades para una mayor calidad de la política salarial y de reforma del coste del trabajo? ¿Cuáles, en definitiva, habrán de ser los criterios con los que construir una política salarial y una reforma del coste del trabajo que sean funcionales con los cambios en la organización del trabajo y con el control y la contratación de la condición obrera, de los procesos de movilidad, y del crecimiento del empleo de formas múltiples y articuladas?» (B. TRENTIN, “Le basi del nuovo sindacato”, en Rinascita n. 8, 24 febrero 1984, p. 4).
A algunos les parecerán desfasadas y polvorientas las manifestaciones de los tres sobre el trabajo, su lógica interna y su posición central en la sociedad y en la política. Mi opinión particular es que habría valido la pena tirar con más ahínco del hilo suelto que dejaban a la vista aquellas especulaciones remotas.
 

sábado, 28 de mayo de 2016

GAVILLA DE JEREMIADAS SIN SUSTANCIA


Al parecer, el chiste que acapara hasta el momento el trending topic nacional del fin de semana es el del novio que demanda por uachap algún amigo que no le importe suplirle en la ceremonia de la boda, porque tiene entrada para la final de la Champions. Es de una tontez considerable, pero pueden superarlo de largo las recientes declaraciones las dos grandes esperanzas blancas de nuestra derecha política.
A su vuelta de Caracas, Albert Rivera ha dicho que aquello es mucho peor que una dictadura. En una dictadura no hay libertad, pero por lo menos hay “paz y orden, y todo el mundo sabe a qué atenerse” (sic).
Por su parte Mariano Rajoy, en la clausura de las Jornadas del Círculo de Economía en Sitges, se ha sumado al aluvión de críticas de la pijoset society a Colau y Carmena, acusándolas de hacer “demagogia barata”, y dañar por consiguiente la economía que él con tanto tino está enderezando. Si fuera verdad que la demagogia barata perjudica la economía, la azagayada de Mariano la habría hecho morder el polvo ipso facto.
Las dos ocurrencias dan que temer por el nivel de los argumentarios que se están preparando para la campaña de las elecciones inminentes. De confirmarse lo peor, necesitaremos árnica en abundancia para restaurar nuestros cojones del alma, que diría el llorado Manolo Vázquez Montalbán.
Pero no alarmarse, hay también motivos para el optimismo. Me he encontrado uno de ellos en el trasiego de papelotes archivados por las esquinas a que me ha obligado la pintura de algunas habitaciones de casa. Se trata de una carta de Rafael Sánchez Ferlosio al director de El País, que fue publicada el 14 de octubre de 1983. Después de reprochar a García Calvo que, desoyendo «el afectuoso y desinteresado consejo de la flor de sus amigos», se haya empeñado hacerle al señor Leguina el himno de la Comunidad de Madrid, añade el siguiente párrafo relativo a la bandera (cito literalmente):
«Por lo que atañe al eventual reglamento para el uso de la bandera autonómica, me atrevería, por mi parte, a sugerirle al señor Leguina la incorporación al mismo de una cláusula que podría ser sustancialmente la siguiente: “Con el objeto de dar mayor vivacidad y color festivo al fervor ceremonial que siempre debe rodear el merecido culto a la bandera de esta comunidad, la comisión de protocolo de la Autonomía de Madrid se complace en anunciar al público que, entre las prácticas rituales oficialmente reconocidas y prescritas para mejor honrar y celebrar dicha bandera, queda incluida la de su propia combustión, no teniéndola en adelante por agravio, sino por acendrada expresión del más devoto acatamiento, y con la sola reserva de que la limitación de las disponibilidades presupuestarias asignadas por la comunidad al capítulo de banderas pudiese eventualmente recomendar alguna siempre momentánea restricción en el legítimo  ejercicio de esta específica forma de culto a la bandera consistente en el homenaje incineratorio”.»
La iniciativa de Ferlosio no fue recogida en su momento por las autoridades, pero ahí queda, deslumbrante y tentadora como un bombón de licor recubierto de papel de plata y reposando en el alveolo correspondiente de la caja de golosinas. Lo mejor es que está disponible no solo para la bandera de la comunidad madrileña sino para todas sus hermanas nacionales y/o autonómicas, constitucionales y/o inconstitucionales.
 

viernes, 27 de mayo de 2016

TODAS LAS CONSPIRACIONES


Desde el lunes tenemos el pintor trabajando en casa, y en coincidencia yo estoy en plan de reposo y medicación, por culpa de una lumbalgia aguda. Entre mano y mano de pintura, he recibido un volumen importante de información no solicitada, de orden trascendente.
Eduardo, el pintor, es un profesional; así lo anuncia en un texto impreso en su camiseta de faena. El texto dice así: «¿Brico… qué? Yo soy un PROFESIONAL» Eduardo es, además, un adepto a todas las teorías de todas las conspiraciones. Fue desenrollando la madeja poco a poco, en nuestras charlas. Empezó por lo más obvio, Lady Di, que fue abatida por los 007 de los servicios secretos británicos gracias a una bomba minúscula adherida al neumático trasero del automóvil. Indetectable, porque después del choque todo parece consecuencia de un reventón normal.
También hubo conspiración en el caso del papa Luciani. Todo fue dirigido por ese alemán, o polaco, que vino después, el Kissinger (o bien quiso decir Ratzinger, o la trama tuvo en este caso connotaciones insospechadas), respaldado por “los tres mil de la curia”.
– Y el de ahora, ya se puede andar con cuidado de que no lo enfilen.
Ya metido en el tema, me habló de una señora amiga suya que viaja todos los años a la India para visitar la tumba de Jesús de Nazaret en Bombay.
– Pero cómo en Bombay…
Sí hombre, ahí fue a parar en realidad, todo el montaje de la resurrección fue pura propaganda. Jesús tenía buenos amigos en la India desde aquella temporada en la que desapareció y nadie sabía dónde estaba, “entre los treinta y los treinta y tres años”. El blackout de los Evangelios sobre esos años es, según Eduardo, muy significativo.
Hasta ahí le seguí con tan solo algunas reservas mentales, pero luego me desarboló con la teoría de que todos los actos de nuestra vida dependen de los planetas.
– Ahora mismo nos atraviesan por todas partes miles de isótopos emitidos por los planetas. Desde que naces te están atravesando isótopos que circulan en todas direcciones. Esto se ha descubierto recientemente. ¿No lo sabías?
– No.
– Me extraña, con todo lo que has leído.
El día, el lugar y el modo de nuestra muerte están determinados por las idas y venidas de los isótopos.
– Tú crees que es un cáncer, o un atropello por un autobús, y en realidad son los planetas los que lo controlan todo.
El mundo es una gran conspiración; la religión, otra; la política, más de lo mismo. Eduardo no votó en las pasadas elecciones y tampoco piensa hacerlo en las próximas. Para qué, si no va a cambiar nada.
– Tú eres un anarquista en el fondo, Eduardo – le digo. No está de acuerdo.
– Todos los políticos son malos, pero esos son lo peor de lo peor.
– Hombre, no, los peores tienen que ser los del PP, con lo que roban.
Tampoco está de acuerdo.
– Roban porque pueden, porque está en la naturaleza humana. Si tú estuvieras donde están ellos, también robarías.
Es lo que se llama un argumento “ad hominem”. Le digo que no puede demostrar eso, y me responde que sí puede. Renuncio a discutir, él cuenta con todos los isótopos a su favor. Además del antiinflamatorio para la lumbalgia, me tomo una paraceta para el dolor de cabeza.
 

jueves, 26 de mayo de 2016

LA ALCALDESA PILLADA EN UNA PINZA


Ada Colau lleva un año al frente del consistorio de Barcelona, y en su caso se cumple al pie de la letra la variante específicamente política del curioso caso de la botella medio llena o medio vacía: unos creen que Colau va demasiado lejos, y otros que no hace ni mucho menos lo bastante. En el caso del llamado “banco expropiado” u okupado, en el barrio de Gràcia, el ministro en funciones de la Mordaza, Jorge Fernández Díaz, ha calificado de “insólito” su comportamiento por ponerse “a favor de los ilegales”. Lo cual contrasta con el tuit que le han dedicado desde el hashtag #BancExpropiat: «Seremos vuestra peor pesadilla.»
Colau tiene en la mente una idea de ciudad, y también una idea de la convivencia. Se trata de ideas insoportables para muchas personas. Por citar un ejemplo no exhaustivo, resultan insoportables para la intención convergente de arrastrar quieras que no el cap i casal hacia el campo de los “buenos catalanes”, los dispuestos a colocar el gran juego de rol de la independencia virtual en el centro de sus vidas y de sus opciones de voto. La intención de Colau de ser alcaldesa de todos, también de los “malos”, les exaspera los peores instintos. Si poseen ustedes el espíritu altruista exigido para hacer grandes sacrificios en favor de la ciencia, echen un vistazo a los programas de tertulias de TV3, escuchen las mesas redondas de Catalunya Ràdio y de la Cadena SER catalana, y paseen la mirada por las publicaciones periódicas subvencionadas por la Generalitat. Comprobarán que el asedio mediático a Ada es aproximadamente del volumen y el calibre del que se desató contra Dilma Rousseff en Brasil, y acabó por forzar su destitución.
Esa es la idea, la destitución por fas o por nefas. La misma que subyace en los ataques interminables contra otra alcaldesa progresista, la madrileña Manuela Carmena. Cualquier cosa que hace, o simplemente que hizo en tiempos, viene siendo pretexto para moverle la silla: desde el vestido de eccehomo del rey Gaspar en la última cabalgata de reyes, hasta haber pagado, hace años, con talones al portador la compra de una vivienda.
Desde otros cuadrantes de la rosa de los vientos, también se combate a Carmena por intentar “pacificar” el tema de la memoria histórica en la nomenclatura de las calles madrileñas. Las críticas vociferantes descargadas contra las dos alcaldesas “vendidas” y “traidoras” por severísimos poncios que reclaman pureza y radicalidad revolucionarias, parecen un tantico exageradas. Los críticos utilizan orejeras para no ver más que aquello que desean criticar; nunca el entorno.
No es solo que ninguna de las dos goza de una mayoría de progreso estable y consolidada. La cosa va bastante más allá. Un artículo reciente del maestro Vicenç Navarro alerta contra la falacia de quienes establecen porcentajes apresurados del 1% para el poder real, y del 99% para “los de abajo”. Aquí interviene también el pensamiento mágico de unas matemáticas aplicadas con calzador a los temas sociales. Y otra falacia, derivada de la anterior, es la de considerar que el 99% en el que me incluyo comparte todos y cada uno de los puntos de vista que sostengo yo. La conclusión obligada de ese planteamiento es que todo aquel que no piensa como yo, es un oligarca o un traidor. Y los “traidores” proliferan hasta formar una lista inacabable y castradora de todo intento de confluencia política de progreso.
 

martes, 24 de mayo de 2016

SE BUSCAN ESTRATEGAS PARA CAMPAÑA ELECTORAL


Los viejos trucos ya no sirven, se percibe una necesidad imperiosa de renovar el atrezzo. Mariano Rajoy echó mano del siempre socorrido anuncio de una rebaja de impuestos, pero quedó de inmediato en paños menores al saberse que en carta a Juncker prometía nuevos recortes caso de seguir al frente del gobierno. Acto seguido encomendó a Dancausa la prohibición de las esteladas para atizar el conflicto con Cataluña, tema que siempre había dado réditos electorales jugosos. Javier Tebas, presidente de la Liga de fútbol profesional y veterano militante de Fuerza Nueva nunca reciclado en demócrata, se apresuró a aplaudir la medida, y lo mismo hicieron in pectore los prohombres promotores de Junts pel Sí, que pasan por horas electorales bajísimas. Pero todo quedó en agua de borrajas: un juez desestimó la prohibición y hubo esteladas, hubo bronca de 94 decibelios contra el himno, hubo también civilidad perfecta en las gradas (menos, en el campo), y por más que los ideólogos de las CUP siguen predicando la insurrección popular para montar un referéndum ilegal, no parece que vaya a producirse a corto plazo el caos catalán anunciado por los agoreros.
Pedro Sánchez también anda desconcertado. Qué podría prometer al electorado si sigue encerrado con un solo juguete, además roto. Anuncia que tendrá, si llega a la jefatura del gobierno, la generosidad que otros no han tenido con él, y susurra por las esquinas su rencor hacia Podemos por la sospecha de que, caso de necesitar sus votos para ser investido, Iglesias no se los dará. El victimismo no es nunca un argumento muy convincente, ni parece el talante adecuado para afrontar unas elecciones en las que la cifra de votos socialistas puede seguir descendiendo en caída libre.
Albert Rivera ha aprovechado un hueco en la agenda para plantarse en Venezuela, donde lo esperaban con los brazos abiertos. No es ni siquiera un gag original, ya hizo lo mismo Felipe González. Suponer además que el electorado español está pendiente de lo que ocurra entre Maduro y Leopoldo López, equivale a intentar montar castillos de cartas sobre la arena en un día ventoso. Aquí hay preocupaciones de sustancia, sin necesidad de ir a buscarlas a Caracas.
Por su parte, en los cuarteles de Podemos e IU reina la euforia. Habrá listas conjuntas con campañas separadas, y previsiblemente sorpasso. Y después, ¿qué? No habrá mayoría suficiente para un asalto a los cielos en toda regla; todo lo que no se haya acordado antes del 26-J con las fuerzas concomitantes con las que ahora se intercambian mandoblazos, habrá que intentarlo después bajo la presión del reloj.
No sería preciso seguramente llegar a programas acabados, sino solo compartir una predisposición amistosa. Para volver a la metáfora del fútbol, se trataría de elaborar una visión conjunta del juego y de sus necesidades, de buscar situaciones de superioridad en el campo, de entrenarse en la práctica del desborde y la verticalidad. Después, ya se sabe, hará falta un pelín de suerte para lograr la definición.
Pero que no recurran a la heroica, por favor. Yo ya me he apeado de la épica.
 

lunes, 23 de mayo de 2016

ME APEO DE LA ÉPICA


Leo en las crónicas periodísticas que la final de la Copa fue un partido “épico” e “inolvidable”. Será que a los periodistas les encanta ver saltar por los aires a los futboleros y caer despatarrados sobre el césped en posturas variadas. Tiene un pase que lo llamen épica; me recuerda un cantar de gesta de mis años mozos, hoy en desuso seguramente por mor de la corrección política. Decía así:
«Hemos ganao
el equipo colorao;
el portero medio muerto
y el defensa escalabrao.»
Recia virilidad en la que hemos sido educados. No se me olvidan las instrucciones de un míster que tuve en aquellos años: «o dejas pasar el balón, o al jugador rival; a los dos juntos, nunca.» Todo fluye, según la doctrina de Heráclito, pero las tácticas siguen imperturbables. Y eso que aquel era un equipo de colegio, nada de profesionales dispuestos a la conquista de un trofeo jugando “a muerte”. A muerte del contrario, claro.
Me apeo de la épica.
Algunos psicólogos sostienen que el espectáculo deportivo libera las pulsiones agresivas latentes en el sustrato último del ADN de los cromañones vetustos que somos todavía, y que eso tiene un efecto benéfico en la convivencia. Monsergas. Lo mismo hacían los romanos antiguos en los juegos de gladiadores, y aquello nunca mejoró los estándares de cooperación y solidaridad del imperio.
Si yo quisiera ver gladiadores, me pondría el DVD de aquella de Russell Crowe. Lo que quería ver ayer es fútbol. Y sería imperdonable no dar las gracias a Andrés Iniesta por dar a todos una lección sencilla de cómo es el fútbol y cómo se hace. Sin épica.
 

domingo, 22 de mayo de 2016

O CAMBIO O CAMPANARIO


Válgame dios, y cómo se ha puesto elpais.com al constatar que las encuestas de opinión arrojan resultados opuestos a los previstos por los estados mayores de los partidos. «Irresponsables», editorializa, y subtitula más tonante que Júpiter: «La polarización creada por Podemos y el Partido Popular es falsa y peligrosa para España.»
Primero, también el PSOE está polarizando hasta el extremo su campaña. Segundo, mal puede haber “creado” polarización el Partido Popular desde su posición de absoluta inmovilidad. Tercero, mal puede reprocharse a Podemos que busque aire electoral para salir del rincón donde quería asfixiarlo la tenaza PSOE-C’s. Y cuarto, quien ha repartido a su gusto las cartas para la partida, no puede quejarse de que los demás saquen ventaja jugando unas bazas a las que se había asignado a priori el rol de perdedoras.
Irresponsables son quienes han desperdiciado las posibilidades que les ofrecía el resultado del 20-D porque querían más todavía; no solo un cambio fotogénico, valorable sobre todo en relación con el desastre de los cuatro últimos años, sino además a su entero gusto, con ignorancia o con desdén hacia las fuerzas telúricas (no confundir con las siglas, estoy hablando de las mareas) que están sacudiendo con insistencia el tablero de juego.
No se ha hecho ni siquiera política de campanario, sino política reducida a la disputa por el cuerpo inferior del campanario, dejando salir indemne al PP del apuro donde lo han metido la codicia desaforada y el gusto por la chulería gratuita del ordeno y mando. Ahí están los resultados de tanta cominería por mejorar a base de fotoshop el retrato auténtico del 20-D: crecen las opciones del PP, crece una abstención que favorece también al PP, y las perspectivas del PSOE quedan por detrás de lo que se sitúa a su izquierda. No es una “pinza”, es un juicio sumario de la opinión.
Un porcentaje considerable del electorado sigue indeciso sobre su voto; otro porcentaje, que ha decidido abstenerse en junio, podría cambiar de opinión. Un viraje del PSOE hacia un pacto de todos contra la derecha tendría efectos multiplicadores inmediatos. Hace falta cierta valentía para probarlo, en una organización tan orgullosa de su imagen de marca y que cuida con tanto mimo su proyecto de diseño exclusivo. Pero como le explicó Togliatti a Nenni en ocasión de un cambio de rumbo histórico para Italia, la disyuntiva real está entre el hacer política – ejercicio difícil, pero remunerador en ocasiones – y el hacer propaganda, cosa más sencilla en principio, pero también bastante más aguachiná. La política real tiende al mestizaje; las poses identitarias son más bien propaganda, apta para ser difundida desde los altos campanarios.
 

viernes, 20 de mayo de 2016

TIEMPO PARCIAL Y CONCILIACIÓN


Siguen coleando las declaraciones de Juan Rosell, para quien el empleo fijo «es cosa del siglo XIX». La apreciación resulta chocante y la precisión de siglo bastante paradójica, pero responde a una óptica empresarial, diríamos, “a ultranza”. Hubo un tiempo en que la religión del beneficio imponía a los empresarios tener a su entera disposición una fuerza de trabajo numerosa, dócil y no contaminada por los vientos socialistas y anarquistas procedentes de una Europa atea, obrerista y echada definitivamente a perder. Entonces se construyeron a lo largo de los ríos catalanes fargas y colonias textiles que concentraban a las familias de los trabajadores en las condiciones casi de un convento de clausura, las alimentaban a través de los economatos de la empresa (dándoles en vales una parte del salario, de modo que todo quedaba obligatoriamente en casa), velaban por su reproducción ordenada en paritorios también proporcionados por la empresa y nada gratuitos, dificultaban la entrada y salida de elementos extraños potencialmente subversivos, y celebraban las ceremonias religiosas, de asistencia obligatoria, unidos en una gran familia. Época feliz a su modo, desde el punto de vista de Rosell, pero imposible de reproducir desde los parámetros del siglo XXI.
Aquello era empleo “seguro”, aunque con una dosis alta de violencia de orden cuartelero o conventual sobre las personas de los trabajadores dependientes y sus destinos. Hoy es incompatible con los parámetros de la vida moderna una solución empresarial parecida, pero la subordinación deseable de una fuerza de trabajo sobrecargada de obligaciones y ausente de derechos se consigue por otros medios, también relacionados con la violencia impuesta desde el mando.
Más de 1,5 millones de personas están subempleadas en España, es decir que están contratadas por un horario menor de la jornada legal, y no por elección propia. De ellos, dos terceras partes son mujeres, cifra equivalente a la media en la Unión Europea. Desde el punto de vista de la ley, el trabajo a tiempo parcial ofrece a las mujeres una opción dirigida a conciliar la vida laboral con la atención a la familia, pero en este respecto los porcentajes comparativos con Europa son bastante más diferenciados: un 9,5% de danesas y un 13,4% de holandesas en esa situación desearían trabajar más horas; en España las cifras suben hasta el 54,2%.
Conviene encuadrar estos parámetros en el contexto general. Un subempleo tan elevado se da en España simultáneamente a un desempleo galopante y a una sobrecualificación altísima. Es decir, que una mujer joven (para ir al caso extremo, no es que para el varón todo sean tortas y pan pintado) no encuentra trabajo, y si lo encuentra es por debajo del nivel de estudios y de cualificación que posee, y aun así, por menos horas de las que desearía emplearse.
Menos horas cobradas, en todo caso. Según Elisa Chuliá, investigadora de Funcas y profesora de la UNED, citada en un artículo de Alicia Rodríguez de Paz en La Vanguardia (1), «una parte de estos contratos enmascaran en la práctica horarios mucho más extensos.»
La transparencia de las cifras contrastadas da idea de la dimensión social de las afirmaciones del mandamás de la CEOE. Esta es la realidad del empleo en España: ni fijo, ni justo, ni decente, ni suficiente. Si el empresariado desea asumir la condición de salvapatrias de turno, deberá empezar por hacer examen de conciencia.
Algunos empresarios lo están haciendo ya, desde la cárcel.
 


 

jueves, 19 de mayo de 2016

ESTELADAS EN EL ESTADIO


Me parece sensato pedir que no se lleven banderas a los espectáculos deportivos. Es muy cierto, en mi opinión, que se hace política – la peor clase de política, además: patriotera, chovinista – con el deporte, y que una sociedad sana debería mantener una absoluta o casi absoluta estanqueidad entre las dos esferas. Sería una medida sensata prohibir todas las banderas, enseñas, bufandas y camisetas de colorines que no fueran exclusivamente las que mostraran los colores de los equipos contendientes. O sea, prescindir austeramente de las identificaciones abusivas entre dos sentimientos que tienen poco o nada que ver el uno con el otro.
Desde esta declaración de principios, me parece claro el corolario siguiente: prohibir unas banderas y permitir alborozadamente otras, confiscar las esteladas y propiciar, por ejemplo, la exhibición de banderas rojigualdas con la silueta negra de un toro en el centro, me parece un ejercicio vomitivo de ultraautoridad. Porque entonces el problema ya no es la polarización política de una competición deportiva, sino la decantación forzada del deporte hacia unos terrenos políticos determinados, con cláusula de exclusividad. Ya no es la preservación de la pureza de un ámbito al que concurren en libertad personas de distintas lenguas, razas, sensibilidades y creencias, sino la exclusión de algunas de esas lenguas, razas, etc., de un contubernio político-deportivo reservado a otras.
Me parece bien que el señor Puigdemont no acuda al estadio del Manzanares, pero no por la prohibición de las esteladas sino porque su presencia institucional no tenía ninguna significación reconocible en ese lugar. Otro tanto cabe decir de la señora Díaz. Y por la misma razón, me parece mal que acuda SM el rey Felipe VI, y peor aún que adorne con su nombre (su nombre solo, ya que no es él quien lo financia) el trofeo en disputa. Vaya al fútbol en buena hora de todos modos si es su gusto, y ocupe su lugar en la tribuna, porque esa libertad no se debe quitar a nadie; pero no se queje él, ni se quejen otros, de que su presencia sea abucheada por un sector de la grada.
Donde no existe unanimidad, no es lícito fabricarla de forma artificial desde la autoridad gubernativa; esa es la regla del juego. En democracia, claro.
 

miércoles, 18 de mayo de 2016

DÍA DE LOS MUSEOS


Hoy vuelve a ser el día internacional de los museos. La significación de la fecha es un poco enigmática: no hay crisis en los museos, constantemente se abren nuevas salas y los visitantes crecen, sin la necesidad de promover una celebración de orden institucional. Tampoco es decisivo el hecho de que en este día no se cobre el óbolo acostumbrado; hay otros días al año en los que sucede lo mismo, sin contar con las tarifas especiales de los días corrientes para nosotros los jubilados, para los niños menores de X años, para los estudiantes, y otras categorías aún.
Los museos se han democratizado. Fueron lugares donde las elites culturales acudían a recogerse en meditación y en trance; se consideraba entonces que los "templos de las musas" resumían la belleza y el saber creados por la humanidad a lo largo de su devenir. Los museos almacenaban lo más exclusivo y valioso del arte “mueble”, transportable, incluidos algunos forzamientos del concepto, como los frisos del Partenón arrancados de su lugar original por Lord Elgin y trasplantados al British Museum de Londres. El recorrido sacramental por los diez o doce grandes museos del mundo se completaba en el siglo XIX, para algunos espíritus selectos y bien provistos de numerario, con el Gran Viaje a Italia y Grecia para contemplar in situ las obras maestras “inmuebles” supervivientes de la única antigüedad oficialmente reconocida y valorada.
Los avances tecnológicos arruinaron tanta pretensión aristocrática. Primero fueron las exploraciones geográficas y los progresos de la arqueología científica: Egipto y Mesopotamia, China y Japón, la América precolombina, el arte negro, las culturas polinésicas, fueron sumándose al catálogo de las obras maestras consideradas representativas de la aventura humana; luego tomaron el relevo la fotografía y otras formas de reproducción mecánica. Detalles inapreciables a simple vista de un conjunto artístico valorado hasta entonces únicamente como globalidad, por ejemplo el ángel sonriente de la catedral de Chartres, pasaron a tener una vida propia y una consideración separada de su entorno. La ampliación fotográfica permitió apreciar los primores de ejecución de elementos minúsculos, como estatuillas, dijes y sortijas. Así se fue constituyendo, en expresión de André Malraux, un «museo imaginario» que abarcaba mucho más de lo que podía ofrecer el mayor, el más completo de los museos existentes. Hoy, por medio de Internet, no hay prácticamente ningún rincón de la historia del arte universal que se sustraiga a la contemplación detallada de un público interesado.
Entonces, los museos han contraatacado reinventándose a sí mismos. Conscientes de la imposibilidad de ofrecer el súmmum, la cifra total de una humanidad-río tan extendida como contradictoria, se ocupan de extender la información complementaria sobre la muestra artística que exponen; ubican las obras de arte en su contexto técnico y social, exponen el lugar que ocupan en las grandes líneas de avance de la cultura. Han proliferado en los museos los paneles explicativos, los gráficos, los mapas, los vídeos de apoyo. La visita ya no es la comunión devota del espectador transido con un gran arte intemporal, sino un espacio privilegiado en el que interactúan el presente y el pasado, la observación fructífera y la memoria histórica.
Feliz día de los museos a todos y todas.
 

martes, 17 de mayo de 2016

ADIÓS AL TRABAJO FIJO


Lo ha dicho Juan Rosell, el patrón español de patronos: el trabajo fijo y seguro no es de esta época. No se trata de una profecía, sin embargo; más bien, de un aviso a navegantes.
En efecto, no aparece en tal declaración novedad alguna en relación con lo que es ya una tendencia consolidada en el mercado de trabajo español. Hoy se está contratando para una semana, para un fin de semana, en casos extremos para ocho o diez horas, incluso para menos. La duración media de los contratos por tiempo definido o a tiempo parcial se va acortando progresivamente; los contratos indefinidos se han convertido en una rareza, y lo último que puede decirse de ellos es que constituyan la base de empleos “seguros”.
Resulta más que dudoso, sin embargo, que tal circunstancia tenga nada que ver con la digitalización de la economía. Es la asociación de ideas que Rosell ha pretendido establecer, en la presentación de un estudio elaborado por Siemens y la consultora Roland Berger sobre la transformación digital en curso de la producción de bienes y servicios, y las sorpresas mayúsculas que este nuevo paradigma tecnológico va a generar en el mundo de la economía.
Rosell ha hecho mención de dos realidades distintas, y ha situado conceptualmente la una, el fin del trabajo fijo, en la estela de la otra, la transformación digital. Es ahí donde los datos no cuadran. La transformación digital apenas está llegando; el empleo precario es ya una realidad asentada. Lo uno tiene poco que ver con lo otro. Es cierto que nuevas formas de producir, en particular las soluciones robóticas aplicadas a los procesos industriales y a la prestación de determinados servicios, están generando pérdidas netas de empleo en los países industriales más avanzados; no lo es, que tal percepción se dé en el caso de España.
Es plausible la necesidad que predica Rosell de una inversión mayor en I+D por parte de las empresas, de una mejor formación profesional y técnica, de unas estructuras aptas para el reciclaje permanente de la fuerza de trabajo, de una revolución en los estudios universitarios. También lo es, aunque esto no lo predica Rosell, la necesidad para los sindicatos de un ajuste drástico en sus saberes, de una reformulación a fondo de sus prácticas, y de una refundación de su legitimidad y su representatividad.
Pero el enemigo no es la transformación digital; esta va a ser el terreno de juego. El enemigo es la financiarización de la economía, la entronización del beneficio privado e inmediato como único dios moderno, y la desigualdad rampante que estas premisas, inescrupulosas y jamás puestas a examen y discusión por las autoridades políticas y económicas nacionales y transnacionales, está provocando y ahondando día a día en una sociedad fragmentada y desasistida.
No es el trabajo fijo el desiderátum de la sociedad del siglo XXI, sino el trabajo digno. Tener que ganarse todos los días de nuevo el empleo es un esfuerzo duro pero asumible, en el caso de que la recompensa valga la pena. Pero no es empleo cualificado y bien remunerado lo que se ofrece. El signo de nuestra época es, por el contrario, la oferta a la baja de empleos basura, en ocasiones con exigencias añadidas insufribles o degradantes, y siempre remunerados con microsalarios insuficientes para subsistir.
No estamos entonces en un contexto digital, sino más bien preindustrial. Cuando Rosell habla de ese modo en nombre del empresariado de nuestro país, debe saber bien cuál es la calaña de lo que se agrupa detrás de él. Cuando afirma que el trabajo fijo y seguro es un concepto propio del siglo XIX, tiene que asumir que entonces también existía la prisión por desfalco, fraude, simulación y alzamiento de bienes.
Con bastante mayor rigor, incluso, que ahora, en la modernidad invocada por Rosell.
 

lunes, 16 de mayo de 2016

SOLIPSISMO


Ayer domingo, Pedro Sánchez presentó en Barcelona a su equipo de gobierno para después de las elecciones. Quizás no era el mejor día; coincidía con la celebración del GP de Fórmula 1 en Montmeló, con la resaca del macroconcierto del Boss Springsteen la noche anterior, con la rúa del Barça como flamante campeón de la Liga de fútbol, y con otros eventos aún, de un orden más global, tales como el Festival de Eurovisión y la finalísima europea del baloncesto.
Obviémoslo, y obviemos también la calidad intrínseca indudable de todos o cuando menos muchos de los ministros en la sombra presentados en público. El acto en sí es un disparate político. Ayer mismo también se celebraba otra cosa, el quinto aniversario de la protesta pública masiva conocida como 15-M. No estoy hablando de Podemos, sino de los Indignados. Un movimiento de base, una “marea”, que fue olvidado o desdeñado por completo por los comparecientes en el acto.
Quien ejerce el oficio de político tiene, sin embargo, cierta obligación de contrastar sensibilidades, y de percibir cómo va a ser interpretado por su clientela fiel, y más allá de esta por la potencial, un determinado acto desarrollado en un contexto real, con independencia de que en las condiciones de laboratorio haya sido evaluado como positivo.
Presentar en público un equipo de gobierno que nunca va a gobernar como tal equipo por la ausencia clamorosa de las condiciones que serían necesarias para que ello fuera posible, es un acto de solipsismo. El solipsismo, como se sabe, es la actitud del sujeto consistente en suponerse como existente únicamente a sí mismo (solus ipse), y en prescindir por consiguiente de toda la realidad restante que bulle en torno.
Un primer ejercicio mental necesario para proceder a un acto como el de ayer, es dar por sentado que sigue vigente el bipartidismo. No ha existido la fragmentación del electorado constatada el pasado diciembre; no harán falta pactos, programas conjuntos ni concesiones para llevar a cabo la tarea de gobierno que se avizora; solo es preciso vencer al PP desde el proyecto socialista en solitario. Nunca se ha producido la convergencia con C’s a partir de unas medidas asumidas conjuntamente y que se deseaba extender a otras opciones políticas, a la derecha y a la izquierda. Todo está olvidado, aunque solo para el sujeto convocante, puesto que el electorado tiene buena memoria y no se mama el dedo.
Un segundo ejercicio mental parte de la suposición de que no existe el “abajo” (por no hablar de la izquierda), que no existió el 15-M, y que el desiderátum de una ciudadanía dócil y civilizada es un gobierno decente, competente, paritario y socialista. Un corolario de esta suposición planteado con mucha claridad en el acto de Sánchez es que la gestión honesta de lo existente, y no el cambio en un sentido de la palabra situado bastante más allá de la cosmética, es todo el horizonte abarcado por el imaginario colectivo de esta sociedad. Las medidas económicas de Jordi Sevilla, por poner un ejemplo; el alineamiento inequívoco con la Comisión Europea y sus imposiciones. Etcétera.
Este segundo ejercicio excede ya con claridad los límites del realismo. Basta para percibir la necesidad de corregirlo con echar una ojeada a los últimos sondeos de opinión.
Y el tercer ejercicio mental, el más difícil de todos, es el autoconvencimiento de que tal propuesta política surge de una fuerza tranquila, unida, asentada con solidez sobre sus principios centenarios, y exenta de contradicciones y conflictos internos. Un PSOE bienaventurado, situado más allá de avatares y de polémicas contingentes, en cuyo poso de experiencias se asienta la verdad última de la acción política. Un PSOE, en suma, que no necesita “convencer” a un electorado esquivo y cuyos apoyos electorales no registran una peligrosa parábola descendente, sino del que más bien se espera que tenga a bien verter un bálsamo benéfico sobre las crismas receptivas de una ciudadanía ya convencida de antemano.
Sobre esas tres premisas parece que va a jugarse el PSOE sus expectativas electorales. De aquí a mes y pico, todos podremos ver el resultado.
 

domingo, 15 de mayo de 2016

JUSTICIA ORIENTADA


La justicia no es ciega, solo cegata. Y en la actual era tecnológica cuenta con sensores muy sofisticados que ayudan a orientarla en el laberinto de la casuística. La orientan, claro, no en todas direcciones de la rosa de los vientos, sino en un sentido determinado. Conviene discriminar con esmero en estos asuntos; saber, como decía Ana Botella, cuándo son peras y cuándo manzanas, y cuidar de no meterlas todas en el mismo cesto.
Así, sabemos que unidades especializadas de la Policía están peinando escrupulosamente los mensajes electrónicos cruzados hacia el año 2001 por diversos grupos anarquistas, en busca de pruebas de que Pablo Manuel Iglesias Turrión incurrió en algún momento en el delito de apología del terrorismo. El material ya fue examinado en su momento sin que se encontrara nada relevante ni significativo; la nueva significación de cualquier manifestación ambigua y genérica de simpatía hacia ETA vendría dada ahora por la condición del investigado como candidato a la presidencia de un Gobierno que la derecha caciquil considera patrimonio privado suyo.
En Canarias, la colusión probada entre el ministro José Manuel Soria y el empresario Miguel Ángel Ramírez ha tenido un rebote peculiar, y desde luego orientado: ex ministro y empresario acusan de prevaricar a la jueza que instruyó el caso y que, casualidades de la vida, dejó su puesto para aspirar a una carrera política en las filas de Podemos.
También puede hablarse de rebote orientado en el caso de Brasil. La evidencia de la corrupción desmesurada de Eduardo Cunha, presidente del Congreso, ha sido contraatacada victoriosamente con el impeachment de la presidenta Dilma Rousseff, ajena a todo el afer pero culpable de irregularidades contables en algunos apuntes presupuestarios. Todo un parlamento pringado de chapapote de Petrobras ha utilizado los argumentos más jesuíticamente hipócritas para deshacerse de la presidenta. Pueden ver ustedes los detalles del asunto en un artículo memorable de Javier Doz en Nueva Tribuna.
El fenómeno no se limita a cuestiones de campanario. Los “papeles de Panamá” han causado un revuelo considerable en el mundo financiero global. Ha habido que tomar medidas de varios tipos, entre ellas judiciales. Se han tomado en dos direcciones: la primera, tendente de forma genérica a mejorar la transparencia en cuestiones de circulación irregular de capitales; la segunda, dirigida de forma concreta a penalizar con severidad las filtraciones que vulneran el secreto inviolable de los movimientos patrimoniales.
Es decir, que la justicia se orienta a fomentar la transparencia de un lado, y a proteger la opacidad del otro. Se pedirá a los evasores un poquito de por favor, y se empapelará sin piedad a quienes los denuncien.
 

sábado, 14 de mayo de 2016

MALO PARA LA ECONOMÍA


Christine Lagarde, la mandamás del Fondo Monetario Internacional, ha advertido en un tono oficial y solemne de que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, el “Brexit” que se debe dilucidar en unos días mediante un referéndum, sería una opción entre “bastante mala” y “muy, muy mala” para la economía global.
La creo a pies juntillas, no pretendo impugnar el dictamen de una experta, pero ¿qué es, en sustancia, la “economía global”? En último término, cuatro macroindicadores porcentuales y mucho trasiego en los fondos virtuales de las bolsas acreditadas y las entidades bancarias de copete. Llámenme cazurro si gustan pero pudiera ser, disculpen la herejía, que lo rematadamente malo para la economía global tuviera, en cambio, bondades imprevisibles para nosotros los humanos. No me meteré para afirmarlo en silogismos de once varas, pero con la que está cayendo viene a cumplirse con pasmosa exactitud la proposición contraria: a saber, que lo que es bueno para la economía global exige una y otra vez sacrificios sin cuento, desempleo y recortes de servicios y de pensiones para la ciudadanía en general.
Apelemos más bien al futuro de una Europa unida, una Europa de los pueblos, que sea un foco de civilidad y de fraternidad capaz de iluminar los recovecos sombríos de la aldea global con una luz más atractiva. Situemos, en la línea del laborista Jeremy Corbyn, un ideal nuevo en las entrañas del mercantilismo descarnado que representan los actuales tecnócratas impulsores de la gobernanza de la cosa. Defender Europa significa en primer lugar defenderla de la Comisión Europea, es así de simple y de crudo. Y cuando se tiene que optar entre el Sí y el No en un referéndum, que también es un instrumento democrático, debería quedar bien claro que un Sí a Europa desde abajo a la izquierda, es al mismo tiempo un No al artificio etiquetado como Europa por los acólitos y los voceros de la economía global, esos herederos espirituales patosos y gafes de los vendedores de crecepelos milagrosos de las ferias del Medio Oeste.
 

jueves, 12 de mayo de 2016

FILLS EN COMÚ


Así se llamará, según un tuitero, un nuevo partido que tendría la intención de fundar Anna Gabriel, educadora social, jurista y diputada por la CUP en el Parlament de Catalunya. Gabriel expresó en una entrevista en Catalunya Ràdio su insatisfacción por las carencias que a su juicio presenta la familia nuclear que constituye el paradigma de las actuales sociedades avanzadas, y reivindicó un tipo de educación más colectivo, sin roles marcados de género y con un reparto comunitario de las tareas, como en las épocas en que todos los hijos lo eran, no de sus padres biológicos, sino de la “tribu”.
Por alguna razón no inocente, sus razonamientos han saltado a las portadas de todos los medios, tergiversados y ridiculizados. Como si estuviera proponiendo un retroceso desde la modernidad al salvajismo primigenio. Entre tanto rasgarse de vestiduras, el chiste tuitero es casi una flor. Otro espontáneo ha añadido que Pablo Iglesias se apresurará a pedir una confluencia con la nueva formación.
Cuando hayan acabado ustedes de reírse de tanto ingenio, quizá podamos empezar a admitir que tenemos un problema comunitario con los hijos. No es solo el mal funcionamiento social de la célula familiar, el reparto desigual de las cargas, la dejadez o en el extremo contrario el rigor excesivo, los abusos, las amenazas, los maltratos de obra, a veces revertidos por hijos problemáticos en el maltrato a padres ancianos o a abuelos.
El problema no está solo en el secreto del sancta sanctorum privado e intocable del círculo familiar; lo está también en la irresponsabilidad utilizada por las esferas públicas como principio fundamental de la gobernanza en estos asuntos. Los hijos, y su educación como antesala y preparación para la vida social, son algo que no preocupa al poder; la educación es esa partida de los presupuestos que tiene todos los números del sorteo cuando se rifa un recorte drástico. La vida social, en consecuencia, se resiente. Se suceden las generaciones perdidas, los ni-nis, y cuando los nietos alcanzan la mayoría de edad no tienen otro horizonte que el de sumarse a sus padres en la okupación pacífica o tumultuosa de la casa y la libreta de las pensiones de los abuelos. La falta de trabajo estable, otra flor brotada en el mismo prado, se suma al hacinamiento de unas personas que no disponen de la habitación propia que reivindicaba la escritora para asentar su autonomía.
No es seguramente el hábitat más deseable para el despegue tanto económico como cultural que auguran nuestros oráculos liberales. La presión social empuja hacia abajo con más y más fuerza; no hacia lo alto. La enérgica acción social de la iglesia católica tampoco está dando los frutos que se podían esperar de ella, tal vez porque canaliza más recursos hacia los energúmenos colocados en los medios de comunicación de su propiedad, con el fin de defender unas ideas, no exactamente propias de la tribu, pero sí de la caverna; y en no menor medida, porque su política educativa está gravemente lastrada por la presencia ubicua de depredadores de inocencias infantiles, protegidos por el silencio espeso de la jerarquía.
No es cosa de risa, entonces, buscar alternativas a los modelos de paternidad, de religión y de educación consagrados por los usos y las costumbres. Y tampoco es ninguna barbaridad poner en común, cuando no los hijos, sí la preocupación por los hijos, por parte de la comunidad social. De la ciudadanía.
 

miércoles, 11 de mayo de 2016

CAER EN LA RATONERA QUE UNO MISMO HA FABRICADO


¿Pero qué pinza?, me pregunto al leer el siguiente titular de elpais: «El PSOE intentará sobrevivir a la pinza entre Podemos y el Partido popular.» ¿Ven fantasmas Anabel Díez, Francesco Manetto y Javier Casqueiro, firmantes del artículo y responsables, se supone, del titular?
Ven fantasmas, en efecto. El artículo comienza así: «Mariano Rajoy y Pablo Iglesias quieren convertir las elecciones del 26-J en una segunda vuelta del 20-D.» Vaya sorpresón. Independientemente de lo que quieran Rajoy e Iglesias, ¿de qué otra manera puede definirse el 26-J sino como una segunda vuelta del 20-D? Una segunda vuelta en la que los partidos concurrentes deberían esforzarse en prescindir de floreos retóricos y renovar o afilar las ofertas hechas entonces al electorado, so pena de ver gravemente erosionada su candidatura.
Pero a todo esto, ¿dónde está la pinza? Así la explican los tres periodistas: «Las estrategias no coordinadas del PP y Podemos coinciden en hacer del PSOE el adversario al que se le pondrán las máximas exigencias y condiciones pero como un actor secundario.» Vale la precisión de que las estrategias de Rajoy e Iglesias “no están coordinadas”; sostener que sí lo están, habría remitido a los tres autores al Psiquiátrico por un ataque furioso de paranoia. Pero si se examina su argumentación, resulta claro que la “coincidencia” entre PP y Podemos-IU (sigue elpais su línea habitual de ignorar la presencia y el protagonismo, poco o mucho, de IU) se reduce a que se consideran recíprocamente como el enemigo principal, mientras que tanto PSOE como C’s han quedado, por el momento, arrinconados en un ángulo del ring en el segundo asalto de este largo combate de catch a cuatro.
No es una pinza, es una mera consecuencia de lo que ha ocurrido antes. No hay ninguna pretensión maquiavélica, por parte de nadie, de considerar los comicios de junio una segunda vuelta de los de diciembre: es la realidad misma. En diciembre, Sánchez se propuso sacar el mejor partido posible de su condición de second best capaz de atrapar voluntades en ambas direcciones del espectro político. Es un hecho que fracasó en el intento por la falta de recorrido de su intento de forzar a Podemos y sus secuelas a un papel de comparsas, mientras Rivera ejercía de invitado estrella de la comandita.
Sánchez debió haber intuido entonces que un fracaso tendría consecuencias, y esforzarse más en alcanzar un pacto de gobierno o de investidura que habría agradado a todos; pero se cerró en banda, confiado en poder echar las culpas de la falta de consenso a Pablo Iglesias. Es lo mismo que sigue predicando ahora: «Iglesias no quiere gobernar sino ganar al PSOE.» Un pobre intento de transferencia de responsabilidades. Ocurre que Sánchez, Ferraz y sus portavoces oficiosos en elpais sa, se han dado cuenta de pronto de que su estrategia fallida en primera vuelta puede condenarles a la irrelevancia en la segunda.
Quisieron cambiar el gobierno pero dejar intacto el sistema. La consecuencia es que el votante escarmentado percibe que votar al PSOE no es solución para nada de lo que está en juego. Fabricaron una ratonera para atrapar en ella a lo que se movía a su izquierda, y corren el riesgo de meterse por su propio pie en esa misma ratonera.
La prueba de que no hay pinza es la novedosa propuesta de Iglesias de aunar fuerzas para ganar el Senado con candidaturas conjuntas. Desde el PSOE han contestado con un seco “no, gracias”, y recordado que ellos tienen un proyecto autónomo. Harán bien en reflexionar sobre las características y los límites de ese proyecto, y de reconsiderar su negativa a desalojar de una vez por todas a los populares de las posiciones de fuerza en las que están atrincherados. (¿Hay que recordar que el Senado está sirviendo de refugio idóneo para aforados perseguidos por corrupción, como Rita Barberá?). La alternativa “autónoma” del PSOE a unas candidaturas conjuntas con los radicales, los extremistas y los amateurs de la política, puede tener resultados bastante peores. Para el PSOE y para el país.
 

martes, 10 de mayo de 2016

RADICALES, EXTREMISTAS Y AMATEURS, ABSTENERSE


Dicen que la alegría dura poco en la casa del pobre; que es planta delicada, y únicamente florece y perdura en la casa del rico; de preferencia, en la del muy rico. El dicho se ha cumplido en relación con la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Después de que el corrupto presidente anterior del Congreso, Eduardo Cunha, pillado in fraganti en los tejemanejes de la empresa “pública” Petrobras y finalmente destituido, pusiera en marcha el ventilador como último recurso, su sucesor en el cargo había tomado la decisión de atender a los reparos esgrimidos por la Abogacía General del Estado acerca del quebrantamiento repetido de las garantías democráticas en la votación del Congreso que puso a Dilma contra las cuerdas. La decisión le ha durado al nuevo mandatario veinticuatro horas. La “persuasión amistosa” ejercida desde su propio partido y, se supone, desde otros centros de poder real más recatados, le ha convencido rápidamente de que las garantías constitucionales son pamemas de tiquismiquis, y de que lo indicado es no dar respiro a la presidenta ahora que la tienen acollada.
Nos sorprendemos ingenuamente al ver que también fuera de nuestras fronteras (dentro, ya sabemos que pasa de todo y más) están en vigor triquiñuelas que creíamos propias de nuestra españolidad más genuina, como el recurso al ventilador o el atropello de las garantías democráticas. Pues no señor, la patente no es nuestra, aquí no se inventa nada, todo es de importación. Puede afirmarlo con la cabeza muy alta don Vicente Martínez Pujalte, diputado del PP y experto en ventiladorismo, que ayer mismo se ha visto atrapado en el enésimo primero caso de corrupción pepera que destapa la Fiscalía.
Tampoco las puertas giratorias son privativas de nuestra particular idiosincrasia. La ex comisaria europea Neelie Kroes, neerlandesa, ha pasado hace pocas fechas a ser directora de estrategia de la multinacional Uber, sin haber tenido siquiera el escrúpulo de esperar el cumplimiento del plazo fijado por las antañonas leyes garantistas para pasar del negocio público al negocio privado. Ha solicitado, eso sí, permiso a las autoridades pertinentes para saltarse las normas a la torera, y las autoridades pertinentes se lo han concedido con sumo gusto. Como en una docena larga de casos anteriores, similares. No es un secreto para nadie que la crema del comisariado europeo procede del vivero de la gran empresa, y se toma el cargo público como un master de relaciones sociales que añadir a su currículum personal para, una vez concluido el mandato, regresar con premura a la esfera del negocio puro y duro luciendo un galón más en las hombreras virtuales.
No solo son casta, son la elite de la casta, los putos amos. Atropellar los derechos ajenos es su diversión de fin de semana. Y conservan celosamente la exclusiva de sus contactos en las diversas cumbres, de sus relaciones importantes tanto patentes como ocultas, de sus afinidades electivas, de sus tres por cientos jugosos, y de sus suntuosos áticos con vistas.
No es de extrañar que les disgusten los advenedizos. Lo ha dicho, en representación de toda la casta desfachatada que no nos representa, el (ex) presidente del Gobierno (en funciones) del país, don Mariano Rajoy Brey: «Este no es país para extremistas, radicales y amateurs de la política.»
Pues como decía el viejo chiste, “nos ha jorobao el profeta”.