martes, 29 de noviembre de 2022

DISLOCACIONES

 


Figuras en equilibrio inestable, pintura del artista ruso, nacido en Kiev, Kazimir Malévich. Elegí esta imagen para la portada de “Un mundo dislocado”. Evoca el terremoto ocurrido en las relaciones laborales a partir de los años noventa, y la necesidad de una recomposición de tantas estructuras y volúmenes superpuestos. Además, tiene la virtud de resultar un garabato inconfundible, incluso visto de lejos.

 

Editorial Bomarzo saca un libro mío. El título es «Un mundo dislocado». Surgió el título un poco por casualidad, como una forma de decir que el mundo actual se encuentra en una situación económica, política y laboral muy enrevesada, pero con posibilidades de solución viable (de un “final feliz”, diría una propaganda de masajes).

No tengo intención de defender a ultranza lo que, al fin y al cabo, solo fue una ocurrencia. “Dislocado” me vino a la cabeza a partir del término, novísimo en economía, “deslocalizado”. La idea misma de recurrir a una fuerza de trabajo lejana para sustituir a la mano de obra local, que además es experta en los procedimientos, sabia en las técnicas y bien dispuesta, pero ¡ay! pide un salario más alto que la media vigente, según mercado, en el Alto Senegal o en la isla de Timor, es enteramente rocambolesca. La deslocalización me pareció una dislocación, y había otras más que incluir en el censo de burradas capitalistas recientes, abonadas al ventajismo descarado y a la desigualdad impuesta con métodos autoritarios.

Bueno, esa es toda la explicación. Cierto que ha habido antes muchas otras dislocaciones en los procesos productivos, pero no las mismas. Mis admirados José Luis López Bulla y Javier Tébar sugieren en su prólogo a cuatro manos la variante “Un mundo alocado”, y me parece bien. Esa racha de locura descontrolada que señalan indica de forma muy justa lo que está sucediendo en el casino capitalista neoliberal: Elon Musk, Elizabeth Truss o nuestra Isabel Díaz Ayuso son ejemplos excelentes de una carrera ciega a por el todo o nada, que suele quedar en nada por el funcionamiento metronómico e infalible de la ley de la gravedad.

Ahora bien, he tenido hace unos días una retro justificación brillante e inesperada de la dislocación del mundo. Al fin y al cabo, nuestros problemas se resumen en la insistencia con que se está mirando atrás en lugar de adelante: se prosigue la destrucción del Estado social con la privatización de los servicios esenciales, se vuelve en la economía productiva al taylorismo crudo, y se recuperan en la política los acentos caducos de la guerra fría y de la disuasión nuclear como norma de coexistencia.

Esto es lo que dice al respecto Gloria Fuertes en el poema “Todo el pasado”:

«Todo el pasado se quiere apoderar de mí, / y yo me quiero apoderar del futuro. / Me dislocan la cabeza para que mire atrás, / y yo quiero mirar adelante.»

Me parece un buen resumen de la idea capital del libro.

 

jueves, 24 de noviembre de 2022

LAS FORMAS EN LA POLÍTICA

 


Mi nieto Mihail en el pequeño Museo de Brauron o Vravrona, en el Ática oriental (Grecia). La figura que contempla es un ex voto. En la antigua Brauron, según la leyenda, ejerció Ifigenia de sacerdotisa de Ártemis después de que la diosa evitase su sacrificio, justificado por los adivinos en la necesidad de convocar vientos favorables para la flota que debía conquistar Troya. Los niños que acudían a curarse al sanatorio dirigido por Ifigenia llevaban un animalito – un conejo, una paloma – como ofrenda a la diosa.

 

“El mejor medio de defenderte de otros es no asemejarte a ellos.”

Marco AURELIO. ‘Pensamientos’, Libro VI, 6.

 

 

Deberíamos desterrar de una vez por todas la idea de que el mejor líder posible en la política es el más odiado por la parte contraria; por “el enemigo”, se entiende, desde el momento en que se entiende la política como una guerra sin cuartel, como un choque permanente de fuerzas, una agitación continua en la que saltan chispas y se definen trincheras de confluencia imposible.

Lo llaman populismo. Los estudiosos señalan la existencia de uno de derecha y otro de izquierda. Ninguno vale gran cosa y los dos se retroalimentan con el odio ajeno.

No es cuestión de calentar los ánimos de las multitudes hasta un límite, y allí detenerse. No hay límite una vez puestos a ello, o nadie sabe dónde está. Todos los días se sobrepasa una nueva línea roja en nombre de la libertad de expresión, en nombre de la indignación justa.

Si no os satisface como guía de vuestro comportamiento el pensamiento escueto de Marco Aurelio anotado arriba, meditad sobre estos versos de Bertolt Brecht en el año 1938. Todos sabéis cuál era la situación española y europea en ese año, y cómo evolucionaron las cosas en los años siguientes.

“A los hombres futuros” (versión de Jesús López Pacheco):

«… también el odio contra la bajeza / desfigura la cara. / También la ira contra la injusticia / pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros, / que queríamos preparar el camino para la amabilidad, / no pudimos ser amables. / Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos / en que el hombre sea amigo del hombre, / pensad en nosotros / con indulgencia.»

 

martes, 22 de noviembre de 2022

CELEBRACIÓN Y OFENSIVA

 


Actuación de la Coral Roig Encès, ayer, en el Espai Assemblea. De espaldas en primer plano, de izquierda a derecha, Isa, Carmen, Paco e Isidor. Justo delante, Unai Sordo. Excusen que no cite a las demás personas conocidas, y muy queridas, que aparecen en la imagen, tomada en préstamo del muro de FB de Lluís Filella (que también aparece, al fondo).

 

Se han cumplido los treinta años de trayectoria de la Fundación Cipriano García, un arquitrabe cultural imprescindible en la estructura operativa de las Comisiones Obreras de Cataluña. Javier Pacheco, nuestro secretario general, la ha señalado hoy mismo como «probablemente el laboratorio de pensamiento y memoria del mundo del trabajo más importante del país». No es una exageración.

Ayer fue, entonces, un día de celebración. De celebración trenzada de reflexión, para decirlo todo. Los parlamentos de la reunión que tuvo lugar en el Espai Assemblea apuntaron en general, más al futuro, a lo que falta, que a la memoria de los logros conseguidos. Quedó delineada en el horizonte, de forma aún muy esquemática, la figura de un nuevo Contrato Social a la altura del siglo XXI.

Palabras mayores, pero no vanas. Habría sido inoportuna, por ello, cualquier floritura de trompetería triunfal. Todos somos conscientes de que los mejores días de esta “Cipri” treintañera, y también del sindicato mismo, están aún por llegar, y costarán mucho esfuerzo colectivo.

Crecen en estos días las movilizaciones contra una determinada manera de enfocar la actuación y el gasto de las instituciones públicas creadas para la tutela de las personas; y, como he señalado en otro lugar, siguen abiertas de par en par en este terreno las compuertas de la esperanza*. También he apuntado yo mismo, en la estela de otras personas de mucha mayor importancia, que nos encontramos implicados en una ofensiva para hacer crecer los derechos para las personas trabajadoras y la ciudadanía, en la que va a ser importante la definición de un proyecto urgente** que delimite los objetivos prioritarios: el salario, por supuesto, y las condiciones de trabajo, pero también, además, los jalones iniciales de unas estructuras democráticas en la economía en general y la industria en particular***.

Los enemigos de ese proyecto anunciado son fuertes. Tanto mayor debe ser la determinación de todos para sostener nuestro derecho a vivir y a prosperar en el trabajo, la convivencia y la paz.

 

* Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/11/siguen-abiertas-las-compuertas-de-la.html

** Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/08/proyecto-para-este-otono-invierno-se.html

*** Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2022/11/a-proposito-de-la-democracia-economica.html

  

domingo, 20 de noviembre de 2022

INFAME INFANTINO

 


Cartel de propaganda de la película “El Mago de Oz”. Se trata de propaganda honesta, en el sentido de que no se espera que nadie tome la historia ficticia por un suceso real.

 

Todos somos trasuntos de la huerfanita Dorothy, y buscamos el reino del maravilloso Mago de Oz en algún lugar incierto, situado por encima del arco iris. Al parecer, se trata de un lugar rutilante construido de la materia con la que se fabrican los sueños, levantado en un tiempo récord. Una Jerusalén celeste poblada de estadios de fútbol erigidos en medio de ninguna parte, por los que corren libres los arroyos de leche y de miel pero no, de ningún modo y por ningún motivo, de cerveza, ni siquiera la Budweiser, que al parecer cuenta con una bula a su favor autentificada por la segunda parte contratante.

Escuchen, el reino de Oz no existe, y por encima del arco iris no hay más que realidad virtual. Se va a jugar un Mundial de fútbol de altísimo standing pero no presencial, sino por videoconferencia como si se tratara de la sanidad madrileña. Las muchedumbres que pueblen los estadios serán contratadas por horas y se les repartirán las banderas adecuadas a la ceremonia antes de acceder al recinto. Todas las cadenas de televisión del mundo mostrarán las mismas imágenes, en directo rigurosamente controlado. Se suprimirán los gritos incorrectos, los mensajes racistas y las manifestaciones intempestivas de odio, de cualquier tipo. Nadie en los estadios o en las cabinas de prensa hablará (salvo en susurros imperceptibles) sobre derechos humanos. Las mujeres presentes en el estadio serán sometidas a riguroso escrutinio, llevarán el rostro velado y no amamantarán a sus pequeñuelos en público. Nadie mirará lo que ocurre en el campo, pero cada pequeño detalle anecdótico suministrado por los jugadores – un regate afortunado, un remate de cabeza, una palomita del guardavallas, un gol, santo cielo, ¡un GOL! – será amplificado por las cámaras y repetido hasta la náusea en todas las latitudes de la aldea global.

Tales son los ritos programados para la gran ceremonia.

Sentado en la butaca de palco asignada al maravilloso Mago de Oz, solo encontrarán al insignificante Gianni Infantino. El cual ha manifestado lo siguiente en el cuarto de hora de notoriedad al que todo mortal tiene derecho al menos una vez en la vida: «Hoy me siento qatarí, árabe, africano, gay, trabajador inmigrante…»

Es bien cierto que el Mago de la FIFA puede sentirse por dentro como prefiera, y nadie se lo va a discutir. Pero que, en su condición, y después de todos los contratos firmados y las transacciones financieras realizadas o en curso de realización, declare sentirse “trabajador inmigrante”, entra de lleno en la Historia Universal de la Infamia. Con mayúscula.

 

martes, 15 de noviembre de 2022

A PROPÓSITO DE LA DEMOCRACIA ECONÓMICA

 


Carmen, la Acrópolis, y el limpio y democrático cielo de Atenas. Verano de 2022.

 

La revista “Perspectiva” cumple una nueva cita con su público, bajo la dirección del siempre inquieto y sagaz Xavi Navarro. Es un número de lujo, pueden encontrarlo en el sitio https://perspectiva.fsc.ccoo.es/. Reproduzco sin más comentario mi propia aportación a una colección particularmente brillante de estudios y análisis diversos.

 

En este mundo dislocado que es el nuestro, la democracia económica despunta como un horizonte lejano, pero urgente. Una democracia stricto sensu, nacida de la participación ordenada de todas las partes implicadas. Su sentido último es simple: se trata de la participación de todos en la toma de decisiones económicas que atañen a todos.

No es un mecanismo limitado a la presencia de representantes de los trabajadores en el consejo de administración o en el consejo asesor de una gran empresa. No es privativo del sector público, del privado, o del llamado “tercer sector” (sociedades anónimas laborales y cooperativas). Afecta al para qué y el para quién se trabaja, afecta a la sostenibilidad de la economía en su conjunto, y a una adscripción más racional de los recursos disponibles.

Porque no es el capital lo que mueve el mundo y trae el progreso. El capital reposa encerrado en cámaras de seguridad subterráneas ubicadas en paraísos fiscales, y desde esa penumbra mal ventilada va criando y adjudicando dividendos alineados en columnas de cifras que no guardan relación ni congruencia con lo que sucede en el exterior. Allí, es el trabajo, y no el capital, el que crea riqueza y trae progreso. Y tanto “riqueza” como “progreso”, son dos realidades estrechamente vinculadas al acontecer social. Un país es rico, un país progresa, si lo hace la sociedad en su conjunto. La existencia de algunos individuos ricos cuyos caudales sobresalen muy por encima de la media, no revierte en riqueza para el conjunto. Se ha inventado un mecanismo de redistribución para que esas personas pudientes con rentas altas beneficien de forma indirecta a sus conciudadanos: es la tributación. Pero a ella precisamente se oponen de forma agresiva las derechas, que exigen igualdad en el tipo impositivo para personas con rentas desiguales, demandan subvenciones exclusivas (véanse las becas de Ayuso en Madrid), y además defraudan.

El hecho de ser el trabajo el elemento fundamental de la riqueza de las naciones, sitúa al sindicato en una posición preferente para la reivindicación de la democracia económica. Pero esta va mucho más allá de los parámetros de la acción sindical. La negociación colectiva de ámbito general es solo un primer paso; además de los instrumentos de cogestión que puedan crearse en las empresas y grupos de empresas, el debate sobre las prioridades de inversión y de subsidiarización ha de extenderse a los órganos internos de los partidos políticos y plasmarse en sus programas electorales; y ha de invadir la práctica diaria de los ayuntamientos, los consejos económico-sociales, las asambleas autonómicas, las comisiones parlamentarias, etc.

Se trata de controlar colectivamente qué se produce, cómo se invierte, qué se incentiva, con qué objetivos. Separar la economía de la política, y gestionar la primera por medio de “expertos” asignados a dedo, es un error catastrófico que estamos pagando no una sino mil veces.

La izquierda en su conjunto, sus partidos, sus sindicatos y sus organizaciones de todo tipo, ha de abordar con altura y ambición este problema. Porque la cuestión afecta a las clases sociales y a la cultura del trabajo; responde a criterios políticos básicos, y su naturaleza incide de forma directa en la actividad sindical: clase, cultura, política, sindicato, cuatro territorios conectados entre sí. No se puede dejar al capital marcar el paso en la selección de objetivos económicos, mientras el trabajo ocupa un lugar subalterno. Entre otras razones, porque no es cierto que el capital sea ambicioso, y el trabajo conformista. La derecha es simplemente codiciosa; la ambición rectamente entendida es en cambio una cualidad de izquierdas; exige mejoras concretas para personas y territorios, y favorece la aspiración común al progreso y al crecimiento de los derechos de todas las personas sin exclusiones.

Owen Jones nos dejó, hace ya algunos años, un texto lleno de sugerencias, en torno al último aspecto citado: ¿Qué es la aspiración? (Ver en https://pasosalaizquierda.com/que-es-la-aspiracion/). Allí hace propuestas viables sobre empleo, vivienda, transporte, educación o pequeña empresa. Puede ampliarse el catálogo, con el fin de mejorar en otros aspectos tanto la calidad de la vida como la del consumo.

Me detengo un instante en el consumo: es una fuerza económica poderosa, y a veces da la sensación de que no nos atañe a los trabajadores y trabajadoras, que es una trampa diabólica colocada ahí solapadamente por la “otra” parte. Y sin embargo, solo se acabará con el consumismo frenético que padece esta sociedad, si se democratiza también el consumo racionalizando mejor sus objetivos y sus formas. Una política en este sentido tendría un eco amplio en las familias trabajadoras y en la cooperación social.

La producción y el consumo, no solo la distribución, deben ser objetivos señalados de la democracia económica a la que aspiramos. Sin olvidar nunca la observación de Norberto Bobbio, de que la democracia siempre es subversiva, porque por naturaleza crece y florece de abajo arriba, desde las raíces y hacia el cielo; no como las políticas autoritarias, que siempre se despliegan de arriba abajo, como una forma de dominación.

 

lunes, 14 de noviembre de 2022

SIGUEN ABIERTAS LAS COMPUERTAS DE LA ESPERANZA

 


Aspecto de las terrazas del Paseo de la Castellana, a la hora del aperitivo del domingo 13 de noviembre de 2022.

 

Pedro Muñoz Abrines, portavoz del Partido Popular en la Asamblea de Madrid, sostiene que la manifestación de ayer, por una sanidad pública de calidad, fue un fracaso. Apenas estaba presente en el evento una parte ínfima de los madrileños.

Tampoco, en su opinión, existe el cambio climático (un invento comunistoide, lo llamó Ayuso), ni existió el Covid que tanto revuelo armó para total nada entre dos platos (si bien resultó ser una coartada idónea para una transacción ventajosa con las mascarillas chinas). Ya en otro momento anterior había recibido de los medios canallescos una atención exagerada y fuera de tono la presencia en la costa cantábrica de algo calificado como “chapapote”, cuando en realidad se trataba solo de unos simpáticos hilillos de plastilina.

Admitámoslo, nuestra leal oposición es negacionista; afirma que las cosas no son como son, sino como a ella le conviene verlas. Para el PP la Castellana aparece desierta en la imagen que encabeza estos renglones, y el 99% de los madrileños están encantados con esa sanidad de sandunga que tienen y que no se merecen.

Hay síntomas casi insignificantes, sin embargo, de un cambio de cuadrante del viento por donde sopla. La mayoría parlamentaria vicaria se afianza sondeo a sondeo, la transición energética porfía en su avance, habrá impuestos específicos para los beneficios “caídos del cielo” de las eléctricas y de la banca a pesar de las bravuconadas del patrono de Iberdrola, el delito de sedición tendrá una definición más rigurosa frente a los sueños húmedos de los ordenancistas, y Carlos Lesmes ha dimitido, mientras empiezan a desmoronarse otras defensas numantinas del poder judicial como un imperativo absoluto.

Todo ello ofrece también una fotografía fiel del “fracaso” de unas iniciativas de progreso que solo interesan a las minorías irredentas de siempre. “Cuatro gatos mal contados”, sea cual sea su número.

Siguen abiertas las compuertas de la esperanza.

 

jueves, 10 de noviembre de 2022

PELEAS DE ABUELITOS

 


Comisiones Obreras en la calle. Imagen del 3 noviembre 2022, Madrid.

 

Dos paradigmas de éxito, Elon Musk e Isabel Díaz Ayuso, han tropezado recientemente en la misma piedra. Puestos a hilar fino, la culpa no ha sido únicamente de sus respectivas inepcias; los dos han seguido a pies juntillas una percepción muy conocida y ensalzada de Margaret Thatcher.

Maggie dijo en su época que no veía “sociedad” por ningún lado, y que el estar juntos no añadía nada al valor económico individual de cada uno de los innumerables especímenes que se agitaban y se afanaban por imponer su propio egoísmo a todos los congéneres que les rodeaban.

Lo único importante, según ella, era la cantidad de personas y el funcionamiento –enteramente predecible– de sus egoísmos respectivos. Una vez hecho el cálculo, era tarea de las computadoras evaluar la máxima común satisfacción posible para el conjunto, asignando en cambio un valor cero a las diversas interacciones posibles de las personas entre ellas. Porque interactuar significaría entrar en valoraciones cualitativas, y la “cualidad” nunca contó para Maggie.

Curiosamente han sido la cualidad, y la presencia de interacciones no previstas, lo que ha fallado de forma estrepitosa en los cálculos de Musk y de Ayuso. Musk compró Twitter y de inmediato despidió al número de trabajadores que estimó conveniente para extraer de la plataforma tecnológica el máximo rendimiento, según algoritmos incontestables.

Es lo que tienen los algoritmos, son siempre incontestables y no están concebidos para analizar la cualidad, sino solo la cantidad. (La señá Blasa, la de Forges, les llamaba “algorrinos”. Recuerdo una viñeta en la que un “algorrino” se le comía un módem creyendo que era una bellota. “Velay, es que no se pué distraer una”, se quejaba Blasa.)

Volviendo a Musk, él consideró únicamente el número, y no las cualidades, de las personas a las que despedía. Resultó que entre ellas había unas cuantas (las leyendas urbanas no especifican cuántas) cuyo cometido era absolutamente imprescindible para los resultados de la empresa, y el boss hubo de arriar velas antes de concluir la singladura; o, dicho con el maestro Pitigrilli en sus memorables colaboraciones en La Codorniz, hubo de temblar después de haber reído.

El caso de Ayuso es enteramente similar. En el puente de Todos los Santos abrió por decreto las Urgencias extrahospitalarias de la Comunidad de Madrid, sin contar con personal suficiente ni con apoyo informático. El resultado fue más o menos el desierto de los tártaros pero sin tártaros. Los “algorrinos” no previeron los niveles de estrés a los que se vieron sometidos los pacientes no atendidos, ni incluyeron en sus outputs la posibilidad de agresiones a los profesionales de la sanidad, por tratarse de temas cualitativos en los que ellos por principio ni entran ni salen.

En teoría todo transcurrió a la perfección; en la práctica, se produjo el caos. Era un caos anunciado, pero el clan de los thatcherianos irredentos siempre ha presumido de moverse a sus anchas en la perfección intrínseca del caos.

Veremos qué pasa a continuación. Ayuso propone la atención sanitaria por videoconferencia, lo cual es una solución al mismo tiempo impecable e inviable. Mientras se debate la propuesta, supongo que seguirá intentando trasvasar profesionales de la sanidad pública a la privada. El intento no funcionará, porque en la sanidad privada predominan las mismas ideas que precisamente está imponiendo Ayuso en la sanidad pública: la interacción superflua de unos  profesionales, sin cualidades e infrarremunerados, con unos pacientes cosificados, y convertidos en “clientes” de un sistema basado en su poder adquisitivo para contribuir a los buenos resultados financieros de la empresa.

Feijoo, siempre inoportuno, ha pedido –a propósito de Queipo de Llano, pero todo está relacionado en esta entrañable aldea global– “dejar a los muertos en paz”. Será que los muertos tampoco tienen cualidades, igual que les ocurre a los vivos, y por tanto no merecen la atención de un sistema edificado sobre “algorrinos”, donde no existen los sentimientos; no hay diferencia entre delitos y comportamientos desinteresados; los asesinos y las víctimas tienen el mismo valor de cambio; lo mismo dan los cuidadores que los enterradores, y toda la Historia de la que deberíamos aprender queda reducida a “peleas de abuelitos”.

 

lunes, 7 de noviembre de 2022

LOS AÑOS DE ANNIE ERNAUX

 


Annie ERNAUX, “Los años”, Cabaret Voltaire, 3ª ed. Marzo 2022. Traducción, Lydia Vazquez Jiménez.

 

Dedicatoria: A Orentino Alonso, que me recomendó el libro

cuando aún no se había fallado el premio.

 

El punto de partida es un puñado de fotografías clasificadas cronológicamente, y un esfuerzo de memoria que se desdobla en dos direcciones: memoria de su vida personal de un lado, y memoria de su generación en su país y en el mundo, de otro. Se añaden a los dos vectores principales algunos otros elementos, accesorios: por un lado las cosas, tan desdeñadas y tan importantes sin embargo («La gente estaba completamente convencida de que llevaban una existencia mejor gracias a las cosas», p. 90); y por otro lado también algo más, indefinible, o solo definible por aproximación: «la búsqueda de un yo fuera de la Historia, el de los momentos suspendidos sobre los que escribía poemas a los veinte años…» (p. 237).

Todo se propone como un ensayo, una probatura, imposible de imaginar de antemano desde una existencia adolescente («El futuro es demasiado inmenso para que pueda imaginárselo, llegará, eso es todo», p. 75. «Entre lo que sucede en el mundo y lo que le sucede a ella, ningún punto de intersección, dos series paralelas, una, abstracta, toda hecha de informaciones percibidas e inmediatamente olvidadas, la otra de planos fijos», p. 133.)

Con todo ello, la mujer que habla de sí misma en tercera persona acaba por formar un plan, que cristaliza tal vez el día 8 de mayo de 1981. Tiene entonces cuarenta años cumplidos y está separada, con un amante, con hijos. Se plantea en ese momento «escribir una especie de “destino de mujer”, entre 1940 y 1985, algo parecido a “Una vida” de Maupassant, que haría sentir el paso del tiempo en ella y fuera de ella, en la Historia, una “novela total” que terminaría con la desposesión de los seres y las cosas, padres, marido, hijos que se van de casa, muebles vendidos […] Y cómo podría organizar esa memoria acumulada de acontecimientos, de sucesos, de miles de días que la conducen hasta hoy» (pp. 209-10).

A Annie Ernaux le han dado este año 2022 el Premio Nobel de Literatura. No por este libro en concreto, sino por su obra. Los críticos la consideran representante de una “escritura plana”, directa, ausente de retórica. Pero no es lo mismo “plana” que bidimensional, falta de relieve, “pobre”. Marcel Proust, por poner un ejemplo que me es querido, se caracteriza por una prosa frondosa, de un espesor riguroso en el que cada palabra encuentra su lugar preciso y su efecto literario. Algo distinto, pero no opuesto, se encuentra en Ernaux, y es curioso que los dos escritores alcancen un objetivo idéntico - la recuperación del tiempo en toda la gama de sus diferentes dimensiones -, mediante la utilización, cada uno de ellos, de un instrumental propio, idiosincrático, que le sirve para excavar de forma exhaustiva los distintos niveles arqueológicos del tiempo pasado, del tiempo perdido.

No es fácil leer ni a Proust ni a Ernaux, y no es aconsejable leerlos deprisa. Cada cual hará su valoración de la lectura. La mejor literatura no es ni la más popular, ni siquiera a veces la más apreciada. De momento, Annie ha recibido el Premio Nobel, algo que jamás le ocurrió a Marcel. La culpa no fue suya, sino del comité Nobel.

 

domingo, 6 de noviembre de 2022

ARQUETIPOS DE BELLEZA

 


Figurilla de terracota del siglo IV aC. Museo de Kavala (Grecia).

 

Somos griegos todavía en nuestra forma de mirar el mundo. Lo “clásico” viene directamente de formas de belleza creadas en la Antigüedad y codificadas finalmente en torno a la hegemonía cultural de Atenas hacia los siglos V-IV aC. De todo ese proceso surgió un “canon”, una norma de evaluar, que conserva su validez esencial, de modo que lo seguimos utilizando hoy en día.

Lo clásico, entonces, es aún lo más moderno en términos estéticos. Lo clásico funde lo agradable a la vista y lo funcional en el pensamiento. Los “arquetipos” de belleza en el sentido junguiano (de Carl Gustav Jung, psicoanalista y ensayista suizo), serían formas codificadas que se han fijado en nuestro inconsciente y determinan nuestra forma de ver y de valorar la realidad exterior. Tuviera o no razón el maestro en su propuesta especulativa, es siempre cierto que las formas creadas en la Grecia antigua y adoptadas con entusiasmo por la Roma que dominó el mundo mediterráneo, han determinado nuestra forma de ver –mucho más allá de este rincón del planeta– y asignado un significado ampliamente compartido a determinadas convenciones de belleza.

Cuando fueron descubiertos los frescos del centro ceremonial de Cnossos, en Creta, el retrato de una joven participante en un banquete datable hacia 1450-1350 aC, es decir en la Edad del Bronce, fue bautizado por Edmond Pottier, el arqueólogo que lo descubrió, como “la Parisienne”. La pintura le pareció comparable (superponible, de alguna manera) a la de una muchacha parisina del siglo XIX ataviada para una fiesta.

Esto pudo ocurrir en Grecia, pero en ningún otro lugar. No hay una línea estética que recorra tantos siglos de vigencia ni siquiera en Egipto, a pesar del busto de la reina Nefertiti, ni en el Creciente Fértil, ni entre los pueblos del Norte, ni en el Extremo Oriente ni en la América precolombina. Lo que llamamos civilización, en el sentido universal que damos al término, nos viene directamente de Grecia. Y está todavía ahí, a nuestra disposición. La estatuilla de Afrodita jugando con Eros anticipa la iconografía convencional de las madonnas cristianas; la pequeña terracota de Kavala puede identificarse con cualquier joven ama de casa actual que tiene gusto y discreción para adornarse; y la koré de Thíra resume la potencia y el designio de las mujeres en un mundo del que se han apropiado con decisión, frente a la resistencia obstinada de tantos varones empingorotados que no aman a las mujeres.



La Parisienne”. Fragmento de un fresco hallado en Cnossos, h. 1450-1350 aC.



Afrodita entreteniendo a Eros con un sonajero. Tanagra, h. s. IV aC. Museo del Ermitage, San Petersburgo.



Koré de Thíra (actual Santorini). Figura votiva de 2,48 m de altura. Segunda mitad del s. VII aC.

 

sábado, 5 de noviembre de 2022

SALARIO "Y" CONFLICTO

 


P. L. Provencio en Tréveris, 19 de septiembre de 2022. Detrás de él, un amigo.

 

Pedro López Provencio acaba de publicar en El Triangle (*) un texto importante, en la medida en que recuerda algunas cuestiones esenciales y critica «la casi exclusiva preocupación, de alguna cúpula sindical, por el mantenimiento del poder adquisitivo y la permanencia en el empleo. Sin referencias a la contraprestación laboral (qué, cómo, cuánto, cuándo, dónde y quién) que decide el empresario a su libre albedrío. La mención a la “lucha de clases” se ha evaporado … Sin embargo, un reputado financiero afirmó, recientemente, que sí existe y que la están ganando.»

El salario es una variable decisiva para los trabajadores. La pérdida de poder adquisitivo en la coyuntura que vivimos es un agobio que necesariamente se debe superar a partir de soluciones inclusivas y solidarias, y no a partir de una supuesta “ley del mercado” intangible, por la que quien más tiene más recibe, y a quien no le alcanza le alcanzará todavía menos. Tras la movilización sindical del pasado día 3, su deseable plasmación en los convenios colectivos será de rigor. La remuneración suficiente (o “decente”, en el vocabulario al uso) por el trabajo humano (insustituible; acaba de constatarlo. con sorpresa al parecer, Isabel Díaz Ayuso), más las condiciones adecuadas para desarrollar ese trabajo en un periodo medio/largo de tiempo que permita maximizar los resultados de la obligada inversión en empleo, son en efecto lo primero, y en consecuencia van antes que todo lo demás.

Pero “todo lo demás” también existe. El conflicto no acaba cuando el nivel salarial ha crecido hasta alcanzar el coste de la vida. Siguen existiendo los interrogantes formulados hace muchos decenios en un poema para niños de Rudyard Kipling (**), y que vuelve a recordar Provencio en su artículo: “qué, cómo, cuánto, cuándo, dónde y para quién” se produce. La resolución de todos esos interrogantes ha sido hasta ahora, en buena doctrina capitalista, una prerrogativa exclusiva del empresario/benefactor. Pero de mucho tiempo acá vamos notando en los fautores del “progreso” una codicia patológica indisimulada, un acaparamiento gigantesco de la riqueza a través de oligopolios que esquilman las materias primas, contaminan el aire y el agua hasta poner en riesgo el futuro del planeta, y despilfarran los recursos en lugar de darles la asignación mas adecuada para el bienestar de todos.

Sobre estas bases estamos planteando la exigencia urgente de más democracia industrial. Una democracia ya no limitada solo a las relaciones entre personas, sino a la disposición sobre las cosas: a su producción, su distribución y su consumo más adecuados.

Ese objetivo eleva a los trabajadores a la condición de clase dirigente (codirigente, para ser estrictos) y no, como hasta ahora, subordinada. La subordinación padecida por los trabajadores (la psicología del “mandao”) no se resuelve con incrementos salariales: Provencio recuerda la fábula de Esaú, que vendió a Jacob su primogenitura por un plato de lentejas. Tenía mucha hambre pero, después de cagadas las lentejas, se arrepintió.

Tenemos que alcanzar ahora mismo buenos acuerdos sobre el reparto de las lentejas, y luego habremos de prepararnos para conflictos más duros. Por la primogenitura. Por todo lo demás.   

 

(*) ver https://www.eltriangle.eu/es/2022/11/04/las-cosas-las-cosas-y-el-poder-sindical/?fbclid=IwAR0xBhOh6Eh5RJqvw9RBlPHNjvF4xR0rm56niNlXFI_jiWVJ4LPCXyMYSMM

(**) “Tengo seis fieles servidores / que me enseñaron cuanto sé; / se llaman Cómo, Cuándo, Dónde, / se llaman Cuál, Quién y Por qué. / Por tierra y mares los envío, / Este y Oeste han de explorar; / pero les doy un buen descanso / cuando regresan a mi hogar.” (Rudyard KIPLING, “Precisamente así”. Obras escogidas II, Ed. Aguilar, p. 418. Trad., M. Manent)

 

martes, 1 de noviembre de 2022

"YO VOTÉ A AYUSO"


Isabel Díaz Ayuso y Enrique Ruiz Escudero durante la visita al hospital Ramón y Cajal. Fuente: Diariofarma.

 

“Yo voté a Ayuso”, se excusó Guadalupe Pajares, médica de familia que cumplía el pasado domingo, durante el puente de Todos los Santos, una guardia en solitario en un centro de atención primaria de la población madrileña de Guadarrama, y fue atacada a patadas y puñetazos por un paciente con síndrome de abstinencia al que no había podido imprimir una receta electrónica por un fallo del sistema informático del que había dado aviso 48 horas antes, sin resultado. “Se están cargando la sanidad pública”, añadió la doctora, en alusión al “plan de urgencias kamikaze” implantado por la Consejería de Sanidad sin médicos, sin enfermeros, sin celadores y por lo visto también sin sistema informático. El consejero responsable de la Sanidad madrileña, Enrique Ruiz Escudero, por su parte, había acusado el viernes a los médicos de “boicot”, por fallar a la reapertura de los centros. Tomen nota, siempre conviene oír a las dos partes en un pleito así.

Se tomarán medidas, supongo. Por ambas partes, supongo. Las medidas son difíciles, sin embargo. Ni la Consejería está en disposición de despedir a los trabajadores sanitarios, porque carece de repuesto, ni estos últimos pueden recurrir a la huelga, porque los centros en los que se cubren las urgencias extrahospitalarias están ya cerrados y sin personal ni medios técnicos para atender al personal. El 7 de noviembre se llevará a cabo una manifestación de protesta. Después, ya veremos.

Llama la atención esa declaración de salvaguarda de la doctora Pajares: “Yo voté a Ayuso”. ¿Por qué la votó? ¿No vio venir lo que iba a pasar, siguió sencillamente la corriente porque pensaba en otras cosas? ¿Se siente orgullosa aún de su madrileñidad rampante, de la opción política a la que entregó su confianza? ¿Cree con sinceridad que la política es algo abstracto que no tiene nada que ver con su vida y su trabajo, y que por tanto hizo bien al votar por “la Patria”, dejando a un lado su propio interés y el de todos los que la rodean?

Dejando a un lado, subrayo, el interés, entre otros muchos, por ejemplo del paciente que le soltó de repente, en mitad de su explicación bienintencionada: “Hija de puta, si no me solucionas esto te mato. Os quejáis y estáis de huelga cuando teníamos que daros de hostias por vagos.” Ese paciente violento y exasperado que, obviamente, no tenía razón al sacudirle un puñetazo en la cara e intentar luego llevar la agresión más allá, retenido solo por los esfuerzos de un enfermero.

¿Había votado la doctora Pajares a Ayuso por considerar su Comunidad de Madrid “un modelo de éxito”?

Y, la pregunta del millón: ¿volverá a votarla la próxima vez, a pesar de todo?