sábado, 31 de agosto de 2019

OTRO PARAÍSO PERDIDO



Imagen actual de la urbanización Costa Miño, en Miño, A Coruña. Fotografía de Óscar Corral, tomada de El País

No me digan que el Miño que yo conocí nunca existió. Pasamos allí los veranos del 74 y el 75, las familias completas de mi hermana Tere y la nuestra (cinco niños en total, ocho el segundo verano contando la aportación de otros parientes, que se sumaron atraídos por nuestra propaganda). El aire era límpido, el paisaje verde, la playa estaba aceptablemente desierta y propicia a toda clase de juegos, y enfrente de nosotros, al otro lado de la embocadura de la ría de Betanzos y delante de Sada, teníamos fondeado permanentemente el Azor, por si acaso le apetecía embarcar al Caudillo, que aún tuvo arrestos para viajar a Meirás los dos veranos (el del 75 sería el último). La rumorología local hablaba de un quirófano dotado con todos los avances de la ciencia e instalado en el interior del pazo, quizás con ánimo de intentar como último recurso una operación a lo doctor Frankenstein, que liberara al monstruo de las garras de la muerte y lo eternizara.

Desde la casa alquilada por el señor José, ferroviario jubilado, bajábamos todas las mañanas en coche (bautizado el Portamonas; el 75 se añadió un segundo coche, la Bastión) hasta el borde de la playa, alejada unos ochocientos metros del centro urbano. A la derecha de la carretera se extendían unos prados encharcados donde a veces pacían algunas vacas. Esa zona es la que aparece en la fotografía de arriba.

En la playa, el tiempo se hacía corto. Un atardecer, tanto se demoraba en ponerse el sol que nos pasamos de la hora de cenar, y de vuelta las niñas se quejaban de hambre.

A mediodía los mayores subíamos a almorzar al pueblo, en una casa de comidas llamada El Submarino, en la que estábamos a pensión. El menú del día empezaba invariablemente por un caldo gallego (lo servían en sopera, y si la acabábamos, traían otra), seguía con una bandeja de jambas, almejas o empanada de mejillones, y concluía con un plato de carne o de pescado acompañado de cachelos, pimientos y/o grelos.

He escrito adrede “jambas” y no gambas. Con esa fuerza puntuaba la letra “g” el señor Varela, el patrón, que presumía de que los domingos venía a comer a su establecimiento incluso gente de lujo (y eran de Lugo), y acusaba a los miembros de la Juardia de Franco de acollonar con exigencias a los comerciantes locales y comportarse en todas las cosas como unos “vajos y maleantes”.

Dedicábamos muchas tardes a excursiones a lugares vecinos: Puentedeume, con su extraordinario puente (de camino, en Perbes, mi cuñado José Manuel nos señalaba la entrada a la residencia veraniega del ex ministro, por entonces embajador en Londres, Manuel Fraga); el castillo de Andrade, centinela del mar; Betanzos, con sus tres iglesias románicas bellísimas; el majestuoso monasterio neoclásico, semiabandonado entonces, de Monfero; San Juan de Caaveiro, dominando la fraga del Eume y con resonancias siniestras para nosotros, porque en una de sus mazmorras visitábamos la celda con el orificio en el techo que daba paso a la terrible tortura de la “jota de ajua”; Ares y Mugardos, al norte, y Ferrol con su enorme puerto; y naturalmente, visita obligada, Santiago de Compostela y su maravillosa catedral rodeada de un conjunto monumental y un barrio antiguo tan bellos como pueda serlo la ciudad más bella del mundo.

Mediado el verano se celebraba en Betanzos la fiesta fluvial de los Caneiros, con barcas engalanadas que remontaban el río hasta un prado donde la romería derivaba en comilona y borrachera para los mayores, y bacanal para los jóvenes. Asistimos desde lejos a aquellos fastos, un tanto sobrecogidos por la voracidad de los apetitos de los gallegos de entonces, fuera de toda medida.

De vuelta en Miño, por la noche, nos recogíamos a veces en la Pousada do Mariñeiro, y cenábamos a base de raciones muy generosas de berberechos, pimientos de Padrón, chorizo frito, pan de borona y vino de Ribeiro. A lo largo del verano, cada parroquia celebraba su fiesta patronal y por lo común se celebraba con sardiñadas épicas al aire libre. Mi hijo Carlos, de dos años y recién estrenado en el duro oficio de andar sobre solo dos patas, se especializó en la suerte de acercarse solo y con cara de pena a mirar a las familias sentadas sobre manteles en la hierba o en la arena. “¡Mírale el rapaciño, tiene fame!”, decían las matronas con la enorme empatía y generosidad que, al menos entonces y seguro que ahora también, las caracterizaba. Y cada cual le daba una o dos sardinas asadas extra, con lo que al final de la jornada él redondeaba un número extraordinario de capturas.

Miño era en aquel tiempo un paraíso natural, un lugar de abundancia y de alegría. Arriba queda constancia de en qué lo ha convertido la especulación urbanística puesta en marcha por Fadesa y otros consorcios. El alcalde actual arrastra una deuda de más de 30 millones de euros, que se esfuerza por obviar sin dejar de pagarla.

Pero aquel Miño existió. Doy fe.


viernes, 30 de agosto de 2019

AMOR Y PEDAGOGÍA


No estoy hablando de la desgarrada “nivola” de don Miguel de Unamuno, sino de las dos virtudes cuya ausencia está refulgiendo con luz propia en las relaciones entre el PSOE y Unidas Podemos, dos formaciones condenadas en principio a entenderse, pero que a pesar de ello, y de tener conciencia exacta de ello, aprovechan cualquier mínima oportunidad para desentenderse recíprocamente un poquito más.

En el caso presente ha sido la aparición de Carmen Calvo en el Congreso para explicar la gestión de la crisis del Open Arms. Cayetana Álvarez de Toledo, desde la bancada del PP, ha celebrado la ceremonia de la confusión al sostener que el sanchismo es igual al salvinismo. (De eso nada, monada. El salvinismo te cae de lo más bien, y el sanchismo todo lo contrario. No te líes tú, que a nosotros no nos vas a liar.)

Más grave es que, de forma simultánea a la reclamación que Pablo Iglesias está haciendo al PSOE del mismo (oigan, ¡el mismo!) pacto de legislatura que rechazó en julio con aspavientos, su formación se alinea con la derecha en el ataque frontal a la gestión de la crisis de los refugiados por parte del gobierno.

Falta amor y falta pedagogía en la relación entre las dos izquierdas, la que ocupa el gobierno y esperamos que por mucho tiempo (la alternativa es peor), y la que legítimamente aspira a participar en él.

Pero, como señaló el socialista Rafael Simancas en el curso de la sesión, «no se puede ser gobierno y contragobierno a la vez», y todos tenemos la sensación de que una cosa así ─ o parecida ─ es lo que pretende Unidas Podemos en esta coyuntura.

Noelia Vera, portavoz de UP, reaccionó de forma destemplada a la indicación de Simancas. Acusó al PSOE de tener dos caras, lo cual no deja de ser un indicio de que su formación querría entrar en el gobierno junto a una tan solo de las dos caras de su coaligado, y estaría en cambio claramente en contra de “la otra”.

Y respecto del trato que recibe su formación por parte del gobierno, lo calificó de «paternalista, prepotente y de superioridad moral». Pedagogía escasa, y ningún amor, por ambas partes.

Joan Baldoví, portavoz de Compromís, dio en el clavo al señalar que en Italia el PD y M5S han sido capaces de superar en 20 días una desconfianza tan aguda, por lo menos, como la que aquí nos tiene empantanados desde hace 120.

Lo que ambas formaciones italianas han tratado de evitar es justamente el ascenso del salvinismo rampante que la insensata Cayetana adjudica frívolamente al “sanchismo”, agraviando de ese modo al político europeo que mejor se acomoda a las políticas de su propio grupo y a las de sus amistades más peligrosas en el interior.

No es tan difícil, pienso, extraer las analogías oportunas y aplicarlas a nuestra situación. Los números en el parlamento son los que son: la derecha energuménica no está derrotada definitivamente ni en Italia ni en España. Serán el juego de los mecanismos democráticos, por un lado, y la puesta en práctica de políticas inclusivas por otro, lo único que podrá desactivar la presión insistente de quienes están reivindicando el orden público con la finalidad última de asentar con mayor firmeza la injusticia.


jueves, 29 de agosto de 2019

YA NOS PELEAREMOS LUEGO


La frase es de Matteo Renzi. Ante el órdago del otro Matteo (Salvini), que rompió a la brava el gobierno de coalición con la pretensión de ir a nuevas elecciones en las que mejorar sus apoyos, el ex patrón del Partido Democrático italiano ha apoyado la entrada del PD en el gobierno con un pacto de programa con el M5S (un mal menor pero un mal de todos modos, como señala en su bitácora de aquí al lado JL López Bulla [*]; o dicho de otra forma, un sapo que tragarse con mucha salsa barbacoa y sin hacer demasiados ascos), dejando para más tarde la áspera controversia que mantiene con Nicola Zingaretti por la dirección del maltrecho aparato del partido.

El razonamiento de Renzi es impecable, lo que no impide que siga siendo un cabrón con pintas. Ocurre que en la política práctica nunca se produce una transfiguración como la del Monte Tabor, donde Cristo se apareció a sus discípulos envuelto en el esplendor de la gloria celestial y con Moisés a un lado y Elías al otro. Las cosas, aquí abajo, siempre se dibujan en matices mucho más difuminados, de un gris más bien sucio, y no dejan espacio para otra alternativa que la de optar por el mal menor. El arte de la política tiene todo que ver con saber elaborar programas magníficos en el laboratorio o el think tank, y luego, en el trantrán de la vida cotidiana, seleccionar primero y adoptar después aquel mal menor que se percibe intuitivamente como el menos malo de los posibles, el que por lo menos no cierra puertas que se desean abiertas ni impide pequeños progresos parciales (“microsoluciones” las llama Joan Coscubiela) capaces a medio plazo de ampliar un poco el horizonte de las expectativas.

Me refiero a las expectativas colectivas, sociales; no al listón particular que se marcan las ambiciones acrecidas de los políticos, así las legítimas como las ilegítimas.

Tienen que trabajarse mucho aún ese librillo del mal menor tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias. No es una receta recomendable dar por sentado que en el cotarro estoy en primer lugar Yo, el macho Alfa, marcando tendencia y comportándome con modos de autócrata, y en un lejano segundo plano un amplio coro de figurantes que no van a tener más remedio que ir por donde Yo les indique.

Es posible ver ahora mismo esa precisa concepción de la política en el otro órdago del británico Boris Johnson, que se ha puesto el Brexit por montera arrastrando al descrédito a la Queen, que es tan idiosincrática en ese país, y enfrentándose a un único asalto con los conservadores moderados, los laboristas juiciosos, los escoceses, los irlandeses, la iglesia anglicana y el sursum corda.

La democracia, en un aprieto tan duro, se apresta en estos momentos a ocupar la última trinchera de la legalidad, con la intención de defender las instituciones centenarias de la embestida cerril del Pájaro Loco.

Puesto a hacer un pronóstico de la situación, yo, que soy un optimista histórico, me inclino por pensar que prevalecerá la democracia, y asistiremos sentados a la puerta de nuestras casas al paso de las pompas fúnebres del niñato pijo británico que no quiso crecer.

Lo mismo pasará tarde o temprano con el órdago del furibundo Salvini. Y asimismo debería ser esa la salida de las difíciles negociaciones entre Pedro y Pablo por una solución que no será la que ninguno de los dos quería al principio.



miércoles, 28 de agosto de 2019

TEOLOGÍA DE LAS CATÁSTROFES



El Arca de Noé. Reconstrucción imaginativa.


La declaración institucional sobre los incendios de Gran Canaria elaborada por la Comisión Permanente del Senado de España incluía una mención al cambio climático como una de las causas que coadyuvan a la siniestralidad, y Vox no ha querido pasar por ahí.

El senador Francisco José Alcaraz ha retirado su visto bueno, de modo que no habrá declaración institucional. El cambio climático, ha dicho el senador, no tiene nada que ver con los incendios. Apurando el argumento, no tiene nada que ver con nada. No existe, es un relato progre, un subterfugio.

Otra cosa ─ lo imagino, reconozco que no tengo pruebas al respecto ─ habría sido que la declaración señalase la justa ira de Yaveh como la causa eficiente de las catástrofes naturales que nos afligen, y alertara al pueblo sencillo contra los sofismas de los impíos y los idólatras. Es posible que una afirmación de ese género fuese del gusto de Vox. Ahí se señala con crudeza la raíz del problema, en lugar de andarse con eufemismos tales como “cambio climático”.

¿Fue el cambio climático lo que provocó los aguaceros de Arganda y de Rivas-Vaciamadrid? ¿Qué cambio es ese, dirá Vox, si en el segundo capítulo del Génesis aparece ya un diluvio universal?

Los diluvios actuales están en la línea de la gran historia de las catástrofes. Los progres lo llaman “gota fría”, allá ellos. Los envenenamientos masivos también ocurren desde siempre, colocarles la etiqueta de “listeriosis” no es sino otro eufemismo que no explica nada. Lo dice el gerente de la empresa cárnica Magrudis: “No comprendo lo que ha podido pasar, nosotros siempre hemos cumplido con la legalidad”.

Ahora mismo, y mirando las cosas desde el punto de vista de Vox, solo tenemos a nuestro alcance dos opciones. La primera es construir un arca para salvar al menos a un mínimo de la humanidad y de la biodiversidad. El arca será de maderas resinosas y de cañizo calafateado con esmero. Tendrá trescientos codos de longitud, cincuenta codos de anchura y treinta codos de altura. Llevará una cubierta impermeable, se practicará una puerta en un costado y tendrá un total de tres pisos. Cuando Yaveh dé el aviso pertinente, se llenará el arca procurando que no se cuele dentro ningún migrante, y se pondrá diligentemente rumbo al monte Ararat.

La segunda opción es ir a nuevas elecciones generales en el mes de noviembre. Tiene la ventaja de ser más fácil y no reclamar preparativos costosos; y el inconveniente de que no garantiza nada. Puede salir bien, salir mal o no salir de ninguna manera. En este último caso sería necesario esperar a que el fuego del cielo arrasara no solo el parque de Tamadaba y las cumbres canarias sino que se alargara hasta Sodoma, Gomorra y las demás ciudades de la llanura, sin olvidar entre ellas bajo ningún concepto a Barcelona.


martes, 27 de agosto de 2019

SEÑALES EQUIVOCADAS



Imagen del incendio de la zona de Cazadores desde Telde, Gran Canaria. Una señal mediática muy espectacular, pero negativa.


Por todo Poldemarx se han colgado los carteles de dos convocatorias independentistas: la primera llama a una procesión de antorchas que ilumine la montaña de Montserrat la noche del día 10 de septiembre, y la segunda convoca a la ya clásica concentración en el centro de Barcelona el día 11, que este año irá vestida con camisetas nuevas de color azul. En los dos casos, se ofrece autocar para el traslado y se anima a la población a inscribirse en el centro cívico de Ca l’Artur y pagar las cuotas correspondientes por el traslado y la camiseta.

Me disculparán, espero, si me meto en camisa de once varas. En primer lugar, me parece que las dos convocatorias vienen a ser excluyentes entre ellas. Dos viajes en autocar, en días sucesivos, y pagando cuota en ambos casos, suponen demasiado desgaste para el cuerpo y para el bolsillo incluso si los ánimos andan muy caldeados, que no es el caso. Lo más probable es que las fuerzas vivas se dividan en dos grupos, los de la antorcha y los de la camiseta. Posible que haya además un tercer grupo, el de los que elijan no elegir y se sienten en la butaca de la sala de estar a ver los eventos por la tele amiga.

En cualquier caso, las cifras numéricas se resentirán. Parece que el ritmo de las inscripciones está siendo más flojo este año que el pasado, en toda Cataluña, y la razón es plausible. El ciudadano independentista de a pie, todo sentiment, empieza a sentirse demasiado exigido por las diferentes siglas del cotarro.

Lo de la camiseta azul, por ejemplo, es un abuso. La cosa iba bien con la amarilla, que dio imágenes aéreas muy vistosas.

Se cambió luego a la de color fresa. Sea. La fresa es todo un símbolo en el Alt Maresme.

Pero ¿azul? ¿Qué se le ha perdido al mundo indepe con el color azul, que además es el de los de siempre de Madrid? Vale que rehuyan el rojo para no confundirse con la gente del PSC; el naranja, por C’s, y el verde por Vox. Pero elegir el azul no es sino caer en el cazo para evitar la sartén.

Y luego está esa atrevida idea de iluminar de noche la montaña sagrada con antorchas. A eso se le llama jugar con fuego, y todo el mundo ha de ser muy consciente de cómo puede acabar la performance, sobre todo si ese día cae la mala suerte de que sople viento racheado.

La bonita escena de Montserrat iluminando las tierras de la Catalunya Vella y la Nova, podría dar paso a imágenes muy similares a las que hemos visto en primera plana de las noticias en Gran Canaria o en la Amazonía. ¿Es necesario correr ese riesgo cuando todas las voces autorizadas nos llaman a extremar la prudencia en esta época de altas temperaturas?

Dado que no formo parte ni de la ANC ni de los CDR, carezco de derecho a decidir en esta cuestión. Mi posición, en consecuencia, viene a ser similar a la del escribiente Bartleby en la novelita de Melville: preferiría que no se hiciera.


lunes, 26 de agosto de 2019

EL CURDA


Crónicas desde la Contigüidad del Cosmos


Templo de la Vera Cruz, en O Carballiño, Ourense. Se trata de una construcción del siglo pasado, imaginativa mezcla de distintos estilos artísticos.


No es frecuente, pero tampoco imposible la irrupción de un elemento discordante en la atmósfera apacible del restaurante La Contigüidad del Cosmos de Poldemarx. Se trata de un establecimiento retirado, protegido de la indiscreción de los flashes mediáticos por su ubicación en una anfractuosidad del continuo espaciotemporal, por lo general liso y tridimensional. La anomalía genera un campo de poderosa actividad geomagnética a cuyo arrimo medra una colonia de cormoranes negros gracias al desconcierto de algunos bancos errantes de sardinas, que pierden la orientación de su gps particular debido a la interferencia.

Ayer se presentó en la amplia sala del comedor de la C del C, de improviso y a la hora crítica del almuerzo, una especie distinta de sardina desnortada: un caballero entrado en años, bien vestido aunque descorbatado, con la barba ya más blanca que gris y la mirada chispeante debido al consumo inmoderado del zumo de los jardines de Baco.

Apenas se oía en la sala un leve murmullo de conversación. Quienes nos encontrábamos allí reunidos discutíamos un asunto trascendente: si Valverde debía o no hacer debutar al jovencísimo guineano Ansu Fati, perla de la cantera blaugrana, en el primer equipo y contra el Betis, esa noche. Las intervenciones a favor y en contra, mientras dábamos cuenta de un arroz con conejo de monte, eran apasionadas; pero bajábamos todo lo posible el diapasón porque sabíamos que, en el interior del reservado, JCJ (Jean-Claude Junker) y UVL (Ursula Von der Leyen) intentaban llegar a conclusiones constructivas en lo referente al Brexit planteado por el Pájaro Loco británico con el respaldo del Pato Donald americano.

En esa quietud cargada de tensión y de geomagnetismo irrumpió el curda con la siguiente carta de batalla, voceada a pleno pulmón: «¡Viva el vino!»

Nos volvimos hacia la puerta, a mirarle con reprobación. Nadie tenía nada en contra del fondo del asunto, pero aquel griterío a destiempo podía perjudicar los destinos de Europa, y en Poldemarx los miembros más bien escasos de la progresía cualificada nos sentimos acendradamente europeístas.

El recién llegado interpretó mal nuestra reprobación silenciosa.

─ Va a resultar que sois de esos intelectuales que me critican a todas horas porque me gusta el vino. Pues bien, si alguien cree que me refiero a alguien, debo decir que tiene razón.

No tuve más remedio que ponerme en pie y afrontar la crisis en nombre de todos:

─ Don Mariano, nos gusta el vino tanto como a usted, pero baje el tono por sus muertos, que aquí se están debatiendo asuntos de la mayor trascendencia. (No tenía en mente en ese momento a JCJ y UVL, sino el paso hacia el futuro estrellato, corto para sus largas piernas pero inmenso para la comunidad futbolera, que había de dar esa noche Ansu Fati, más o menos a partir del minuto 78 de partido y con el marcador ya decidido.)

─ Maravillosos años los que pasé en O Carballiño, donde mi padre era juez ─ insistió en su voceo el curda ─. Allí nadie se metía conmigo.

─ Don Mariano ─ insistí yo a mi vez con firmeza ─, los aseos están al fondo a la derecha.

Cruzó por entre las mesas el intruso, con paso tan vacilante como precipitado, y desapareció detrás de la puerta de los servicios. Un estruendo lejano sugirió que había tropezado en el pequeño escalón de la entrada y dado, probablemente, con su cuerpo en tierra.

Desinteresados de su suerte, los comensales volvimos nuestra atención a la paella colocada en el centro de la mesa y empezamos a rascar con el cucharón la parte del socarrat pegada al fondo metálico.


domingo, 25 de agosto de 2019

MADRID, MODELO Y BANDERA


Jordi Amat pone el dedo en una de las numerosas llagas que nos afligen, en un artículo de opinión en lavanguardia, “La bandera de Madrid” (1).

Vistas las cosas en ultimísimo término, no se trata tanto de Madrid en sí como del modelo de crecimiento económico del país. Si se atiende a los datos macroeconómicos, ese crecimiento puede parecer adecuado. Si ahondamos en los entresijos del mapa regional y comarcal, en la distribución geográfica de las rentas y en las expectativas de futuro de una porción cada vez mayor del territorio que se caracteriza como “vacío” (antes se despoblaban los ámbitos rurales, ahora pierden población también las cabeceras de comarca y de provincia), se perciben los efectos perversos del modelo de éxito inspirado en la Comunidad de Madrid, tal como lo ha caracterizado Isabel Díaz Ayuso en su toma de posesión: «Bajando impuestos –incluso en los momentos de crisis–, se ha conseguido que Madrid esté a la cabeza de todos los índices macroeconómicos, y que se convierta en la locomotora de España.»

La primera afirmación es cierta, Madrid está a la cabeza de todos los índices macroeconómicos. La segunda, no: Madrid no se comporta como locomotora, sino como aspiradora de los recursos económicos de España.

No son solo los efectos del dumping fiscal, que algunos expertos niegan con reiteración (suelen ser los mismos expertos que alaban el emprendimiento autónomo y el dinamismo de las startups; que consideran una rémora la actividad de los sindicatos; que critican la “demonización” del diesel y esgrimen estudios que demuestran que el patinete eléctrico poluciona más que un autocamión; los lobbys financieros siempre encuentran un experto a sueldo para convencernos de cualquier cosa); es la senda anchurosa y florida de los negocios boyantes amparados por una política económica que ha hecho de las puertas giratorias su icono preferido.

Mi corazón no sangra por la cuenta de resultados de los empresarios catalanes, o vascos, o valencianos. Ni siquiera soy adepto al mantra “Madrid nos roba”. Pero me parece sintomático que un dirigente socialista insista, en los momentos actuales y con las perspectivas existentes, en las bondades del “modelo Madrid” para el futuro desarrollo económico. He posteado sobre la cuestión antes y después del artículo de Álvaro Frutos en Nueva Tribuna (2). 

Las izquierdas madrileñas, que en las últimas elecciones nos dieron a todos una lección inolvidable de “no saber hacer”, siguen convencidas de que su posición relativa en la jerarquía de valores del conjunto nacional sigue siendo tan cómodamente privilegiada como lo ha sido durante los últimos dieciséis años en los que, como señala Ayuso, Madrid no ha parado de bajarse los impuestos ni de ganar posiciones en el ranking nacional de la renta per cápita.





sábado, 24 de agosto de 2019

EL PODER DE LA BANCA: UN EJEMPLO HISTÓRICO



Cosimo o Cosme de Medici, retrato de Jacopo Pontormo.


Los Medici, patronos del Renacimiento, de Paul Strathern*, traza la historia pública de una familia de banqueros que supo construir con prudencia y mucha paciencia un contrapoder consistente a la oligarquía dominante en Florencia, compuesta notoriamente por gibelinos como los Albizzi, los Uzzano y los Capponi, que ocupaban una mayoría de puestos en la Signoria y gobernaban la república con mano de hierro después de aplastada por la fuerza la revuelta de los ciompi.

Giovanni di Bicci Medici (“Bicci” era Everardo, el padre de Giovanni) dio los primeros pasos en el fortalecimiento de la Banca Medici y en su expansión. No se llevaba mal con la oligarquía, pero tampoco eran un secreto sus simpatías (recíprocas) con el llamado popolo minuto, el pueblo menudo, los trabajadores de la lana y los artesanos que sostenían la base de la economía de la ciudad.

Ya seriamente enfermo, es tradición ─ recogida por Maquiavelo en su Historia de Florencia, tachada de “medicista” por la oposición ─ que convocó a su lecho a sus hijos Cosimo y Lorenzo, y les aconsejó lo siguiente: «No rondéis con mucha frecuencia el Palazzo della Signoria, aunque os lleven allí los negocios. Id únicamente cuando os convoquen, y aceptad solo las tareas que os asignen. No hagáis nunca alardes ante el pueblo pero, caso de que no podáis evitarlo, no os excedáis más allá de lo estrictamente necesario. Manteneos apartados de la mirada del público, y nunca os manifestéis en contra de la voluntad del pueblo, a menos que esté en marcha un proyecto desastroso…»

Cosimo trató de seguir a rajatabla esos consejos, pero además alargó sus tentáculos hasta convertir la Banca Medici en una institución “demasiado grande” para desaparecer en caso de crisis. Tenía veinticinco años cuando su padre le envió al concilio de Constanza como banquero de uno de los pontífices en litigio en el Gran Cisma de la Iglesia: Baldassare Cossa, electo con el nombre de Juan XXIII. Cosimo atendió con diligencia los intereses de su cliente, pero además conoció en la ciudad imperial a representantes de todas las grandes casas de banca lombardas y venecianas, e incluso a los Fugger centroeuropeos, banqueros del emperador Segismundo. En los años siguientes, estableció oficinas de la firma en Brujas, centro europeo del comercio lanero, y Londres.

Cossa se vio en el trance de huir de Constanza disfrazado de ballestero, para evitar su prisión por cargos muy graves. Giovanni Medici le había hecho un préstamo personal de 12.000 florines, y Cosimo consideró que no debía desentenderse de la suerte de aquel cliente tan especial. Huyó asimismo de Constanza, probablemente también disfrazado y llevándose consigo la garantía de su préstamo al papa: un báculo pontifical de oro con piedras preciosas engastadas. De regreso en Florencia, trabajó en favor de Cossa, que había sido apresado y encerrado en Heidelberg. Toda su selecta clientela quedó gratamente impresionada por aquella lealtad sin esperanza de recompensa.

Sin embargo, Cossa nombró a los Medici administradores de su herencia personal, y finalmente la Banca pudo resarcirse en parte de las resultas de un crédito incobrable. El nuevo papa, Martín V, resentido por el asunto del báculo, frustró las expectativas de Giovanni y eligió otra casa como proveedora de fondos para sus negocios, pero acabó fatalmente por recurrir a los Medici después de la quiebra de la firma que había preferido. Su sucesor, Eugenio IV, mantuvo su confianza en la Banca Medici, y la prosperidad de los negocios romanos de Cosimo ascendió en flecha.

Fue entonces, sin duda demasiado tarde, cuando el gonfaloniere de la República de Florencia, Rinaldo degli Albizzi, quiso poner coto de forma drástica al auge de los Medici. Encerró a Cosimo en la pequeña celda situada en lo alto de la torre del Palazzo, justo debajo de las campanas: el llamado alberghetto.

Cosimo estaba seguro de sus aliados, pero no de lo que podía suceder mientras tanto. Mantuvo un ayuno riguroso durante tres días, hasta que su carcelero le ofreció compartir todas sus comidas para garantizarle que no estaban envenenadas; también sobornó Cosimo al jefe de la guardia, que hizo la vista gorda en cuanto a visitantes y contactos con el exterior.

Ferrara, Venecia, el Papado, el Imperio, Flandes y la Hansa se interesaron sucesivamente ante la Signoria por la suerte del prisionero. Albizzi insistió en que había cargos fundados contra él por traición y conspiración para establecer una tiranía; todos le dieron a entender que aquello eran milongas. Convocó entonces una Badía (asamblea popular) con acceso restringido a sus propios partidarios, para condenar a Cosimo a muerte; pero sus propios partidarios no quisieron llegar tan lejos, y la sentencia fue de destierro por diez años. Cosimo aún tuvo la prudencia de evitar salir en libertad en pleno día, para no ser apuñalado a la vuelta de una esquina por sicarios de Albizzi. La liberación se llevó a cabo de noche y con las calles guardadas por leales suyos.

Así, a partir de la roqueña solidez de sus relaciones bancarias internacionales, se fraguó la posterior hegemonía política de la familia, en Florencia y en Europa.

* Mi ejemplar en lengua inglesa, regalo de hace pocos días de mi hijo Carles, es de Vintage Books, Londres 2017; no he visto que exista aún una traducción al castellano, pero ya llegará, Strathern no es ningún desconocido.


viernes, 23 de agosto de 2019

ESCALADA DE ALARMISMOS


Crónicas desde la Contigüidad del Cosmos



Un vehículo de la CIA abriéndose paso trabajosamente por el centro de Poldemarx. El nombre de la calle en cuestión es ‘Consolat de Mar’, si bien la izquierda local ha presentado una moción para sustituirlo por el de ‘Consolats per Marx’.


En honor de Angela Merkel, debo decir que fue ella la primera en rectificar sinceramente y pedirme ayuda (1).

─ Herr Gottráiguetz, esto se está volviendo irrespirable. Le agradecería que utilizase sus grandes capacidades para enredar, en la búsqueda de una solución de esta horrible crisis.

Acababa de colgar el teléfono cuando llegó la llamada de Christine Lagarde:

─ Mon cher Pacó, reconozca que se le ha ido este asunto de las manos. Siga atentamente mis instrucciones o tendrá motivos para arrepentirse eternamente.

El tono era distinto, pero la tribulación era idéntica en ambas. El inspector Clouseau de la Sureté, deseoso de darse una importancia de la que carece, había filtrado a la prensa lepenista el asunto del JLV (Joyero Louis Vuitton), y al día siguiente se desató en toda la aldea global una tormenta mediática. «¿Dónde está el collar de rubíes de madame Lagarde?», titulaba Bild. El editorial del Financial Times pontificaba sobre la crisis de credibilidad europea. En el Singapur Express la gran preocupación era la quiebra de la seguridad para el comercio y el turismo mundial. En Ara o Mai, órgano portavoz del independentismo catalán, la culpa de todo la tenía la Colau, y ellos ya lo habían predicho muchos meses antes. Por su parte la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, siempre temperamental, centró la raíz del problema en las actividades nefandas del separatismo judeo rojo masónico, y exigió la creación de una comisión parlamentaria con el fin de reeditar la vigencia del artículo 155 y acordonar la calle Consolat de Mar de Poldemarx con una fila de blindados del Ejército de Tierra a fin de salvaguardar la libre circulación de la ciudadanía por dicha vía (2).

Posiblemente la guinda del pastel eran unos versillos satíricos anónimos aparecidos en la publicación digital Sinvergüenza.com:

La Lagarde está llorando.
La Lagarde, sollozando.
Ha perdido sin querer
Su joyero vuittonado.
¡Ay su collar de rubíes!
¡Ay su anillito dorado!

 Peor aún, Clouseau había emplazado al MI5 británico a sacar sus sucias manos del patrimonio nacional ajeno, y a la Embajada norteamericana en el sentido de que no se debía mezclar la legítima compraventa de Groenlandia con cuestiones internas y altamente delicadas de la Francia libre y soberana. Ahora los servicios secretos andaban detrás del asunto, y Poldemarx se había llenado de extranjeros corpulentos de edad mediana vestidos de forma extravagante, con gafas oscuras y complejos aparatos rastreadores de metales. En un informe confidencial de la CIA se especulaba con la posibilidad de que las joyas estuvieran ocultas en la panza de algunos ejemplares de la colonia de cormoranes negros de la Roca Grossa, dado el significativo aumento de agitación de los sensores magnéticos en las proximidades de la bandada.

No me duelen prendas. He devuelto a Lagarde su jodío joyero por un canal de máxima seguridad (un rider de Glovo) sin exigirle la retirada de sus ofensivas interpelaciones de la semana pasada. Lo he hecho, como Manuel Valls, sin la menor contrapartida, animado únicamente por el deseo de una mayor limpieza en la política. 

Christine ha lucido su collar de rubíes en una gala benéfica de la Unicef, con lo que se ha amortiguado considerablemente el revuelo de los medios. Angela me ha mandado una discretísima nota de agradecimiento («Gracias, mamón») y Mariano Rajoy me ha ofrecido un puesto de asesor en el gabinete en la sombra que está empezando a constituir para el caso de que fracase la investidura de la ultraizquierda empecinada y Pablo Casado, que es un muchacho excelente y entregado, con un gran futuro a la espalda, dé el prudente paso a un lado que se espera de él y deje vía libre al gobierno que el país verdaderamente necesita.

Le he contestado que naranjas de la China. Me ha enviado recado de que están muy caras, pero que no obstante procurará complacerme.


(1) Para seguir por su orden cronológico la deslavazada serie de crónicas esotéricas que concluye con la de hoy, el sufrido lector deberá leer previamente: 

(2) En relación con la calle Consolat de Mar de Poldemarx, la bibliografía esencial está contenida en: 


jueves, 22 de agosto de 2019

VUELTA Y VUELTA AL MISMO ACUERDO



Al calorcillo de las tradicionales fiestas de la Virgen de la Paloma, se han reanudado las conversaciones entre PSOE y Unidas Podemos sobre la investidura de Pedro Sánchez, inminente desde hace ya casi cuatro meses.

UP ha preparado con esmero su nuevo asalto a los cielos: en primer lugar, ha “blindado su estrategia negociadora”, signifique ello lo que signifique; en segundo lugar, ha exigido que se retomara la negociación en el punto mismo en que se abandonó.

Nada más fácil. Después de la “nueva oferta” de UP, a Carmen Calvo le ha faltado tiempo para acudir a los medios con la declaración de que se trata de un “intento de imposición” y un “órdago”, y que la fórmula de la coalición es inviable por la desconfianza mutua.

Es decir, estamos exactamente en el mismo punto en que lo dejamos. Tal y como había pedido UP.

Dudo que de esta forma lleguemos a alguna parte. La situación me recuerda el diálogo de los dos guardias, precisamente en la zarzuela La verbena de la Paloma, tan memorable en estas fechas del año:

GUARDIA 1º: ¿Qué hacemos, tú?
GUARDIA 2º: Lo que te dé la gana.
GUARDIA 1º: Vamos a dar otra vuelta a la manzana.

Al finalizar la nueva vuelta a la manzana, volveremos a encontrarnos en el mismo punto espacial exacto en el que estábamos antes. Habrá pasado tiempo, sin embargo; quedará menos para llegar al límite legal más allá del cual se abre la vía para unas nuevas elecciones generales, que serían las cuartas en cuatro años.

¿Han tomado nota Sánchez e Iglesias de que el electorado de izquierda no quiere nuevas elecciones, de que estamos aburridos de sus dimes y diretes, de que aquí, como en determinados restaurantes novedosos, no vemos más que muchos entremeses y ninguna sustancia?

A nuestros líderes, para no salirnos del recurso de la cita a nuestros clásicos, les conviene comportarse en relación con los pactos de gobierno del mismo modo como predicaba Sor Juana Inés de la Cruz a los “hombres necios” en relación con las mujeres: 

«Queredlos [los pactos] cual los hacéis, o hacedlos cual los buscáis.»


miércoles, 21 de agosto de 2019

REGISTRO INFRUCTUOSO


Crónicas desde la Contigüidad del Cosmos


No sabíamos muy bien qué hacer con el joyero de Madame Lagarde (1), de modo que Carmen lo ha puesto sobre la mesa del comedor de nuestro apartamento en Poldemarx, en el lugar que antes ocupaba un artístico florero.

Ayer recibimos la visita del inspector Clouseau, de la Sureté.

─ Se trata de una visita puramente amistosa, Monsieur Gorigués ─ me advirtió lealmente ─. Todo lo que me diga podrá ser utilizado en su contra.

─ No tengo nada que ocultar ─ declaré, al tiempo que echaba una ojeada furtiva al Louis Vuitton colocado con ostentación sobre la mesa.

─ Ah, es usted de los duros, se niega a cooperar.

─ Solo mientras no me diga de qué se trata.

─ Una gran dama de altísima posición cuyo nombre no hace al caso desea recuperar un objeto valioso que le fue robado por su señora de la limpieza, una tal Angela Dorothea Kasner, que nos ha sido descrita como una “rústica pomerana”. Según informaciones fidedignas, dicho objeto obraría en la actualidad en su poder, Monsieur Gorigués. Si nos lo entrega, es posible que su colaboración con la justicia nos mueva a negociar una rebaja sustancial de la pena ejemplar que los tribunales de mi país no dejarán de imponerle por colaboración criminal con banda armada.

Puse cara de estar pensando.

─ El caso, mi querido inspector, es que una interferencia policial pondría en grave riesgo una delicada operación ultrasecreta a varias bandas, actualmente en curso. ¿Puedo contar con su discreción respecto de lo que voy a revelarle?

─ Seré una tumba.

─ Eso espero, en bien de su carrera. El objeto no identificado en cuestión está oculto en un lugar seguro, dado que un equipo de intervención inmediata del MI5 ha montado una operación de alto riesgo con el fin de apoderarse de él y entregarlo a Boris Johnson…

─ ¡Cáspita!

─ Me ha quitado usted la expresión de la boca, inspector. Johnson pretende amenazar a las instituciones de la Unión Europea con la exhibición en los principales telediarios de dicho objeto para insistir en la podredumbre y la corrupción del Viejo Continente y conseguir de ese modo un Brexit de rositas. Conoce usted el valor incalculable del objeto del que hablamos, por supuesto.

─ Se trata de los bijoux de famille de la dama cuyo nombre excelso no vamos a mencionar en la sordidez de este tugurio, Monsieur Gorigués.

─ Exacto. El caso es que la buena señora Kasner no era una agente libre. Se apropió del objeto en cuestión por encargo de un altísimo dirigente internacional que tiene la intención de comprar Groenlandia, pero sin pagar él la factura. Ya hizo algo parecido, tengo entendido, con un muro fronterizo.

Tonnerre de Brest!

─ Yo no lo habría expresado mejor, inspector. De un modo u otro, le ahorro los detalles, los componentes de un círculo externo de Unidas Podemos hemos conseguido apoderarnos del botín. Nuestra idea es que la troika convenza a Pedro Sánchez de que nos dé tres vicepresidencias y un ministerio en un inminente gobierno de coalición. Una vez concertado el acuerdo, por motivos de seguridad la dama cuyos intereses representa usted deberá venir personalmente en busca del objeto que desea recuperar, en un transporte blindado que seguirá un trayecto estrictamente señalizado a lo largo de la amplia avenida del Consolat de Mar de Poldemarx, para llegar así a las puertas del restaurante La Contigüidad del Cosmos, donde le será hecha entrega del objeto en cuestión y de un obsequio consistente en tres croquetas de jamón artesanales, especialidad culinaria de Rosita la patrona. ¿Ha tomado nota?

─ Puntual. Ahora bien, tengo orden expresa de registrar su apartamento. No intente impedírmelo.

─ Nunca se me ocurriría poner trabas a la acción de la policía judicial.

Clouseau husmeó por todo el apartamento (no es grande, apenas le llevó dos minutos y medio). En el comedor, alzó en el aire el joyero Louis Vuitton para comprobar que no había nada debajo.

─ Por lo que veo, está usted limpio, Gorigués. Más le vale. Pero le advierto que volveremos a vernos.

─ Será un placer, inspector.

Se estarán preguntando la razón de tanto ensañamiento mío con Christine Lagarde. Ustedes no la oyeron gritarme por teléfono, en el momento álgido de la transacción fallida: “Va te faire enculer, con de merde!” Expresión que no les traduzco porque en este blog somos rigurosos con la corrección del lenguaje.


(1) Para seguir el hilo cronológico de esta historia por entregas, el lector desprevenido hará bien en leer antes las dos historietas siguientes: