El bonito juego de la huelga en
el salón de su casa.
Puede que el
electoralismo, enfermedad infantil y tal vez también senil de la democracia, nos
esté jugando una mala pasada. Pedro Sánchez hizo un amago de retirar del
programa electoral la cuestión del federalismo. Donde decía digo, dijo Diego: retiró
el modelo federal que había defendido en abril, y colocó en su lugar un “modelo
integrador”.
Ustedes saben tan
bien como yo que un modelo integrador puede ser cualquier cosa, y que se explica
de manera muy distinta si el acto de campaña se realiza en las Batuecas o en la
Plana de Vic. Los líderes políticos prefieren tener las manos libres una vez
alcanzado el oscuro objeto de su deseo: el poder. Entonces, en el vistoso juego
de salón de las elecciones, juegan de farol, tiran los dados con soltura y exhiben
para ganar las bazas unas cartas de triunfo de apariencia lucida, pero poco
comprometedoras en último término.
La era de los
compromisos ya llegará andando el tiempo, y en función de la mayor o menor
disponibilidad de apoyos parlamentarios o de los otros. Entonces el gobierno siempre
podrá argumentar que está cumpliendo el ciento por ciento de su programa puesto
que el “modelo integrador” al que se refería otrora era precisamente el
mecanismo exacto que ahora implementa, bien en compañía de unos o bien en la de
otros, con toda clase de geometrías variables y de comodines extra para
ayudarse en su gestión.
El PSC ha protestado
por el recorte, y Ferraz ha rectificado de inmediato. Nobleza obliga, en primer
lugar; en segundo, pero no menor, Cataluña se configura como uno de los
territorios claves para inclinar la balanza del próximo 10N, porque aquí los
socialistas pueden obtener muchos votos, y sus rivales directos para el gobierno central en cambio no, con la
posible y deseable excepción de En Comú Podem.
El constructo “modelo
integrador” podía ser interpretado como una inflexión respecto de la propuesta seria
y continuada de mayor autonomía, mayores recursos y una gestión descentralizada más potente de Cataluña y en Cataluña; claves por las que aboga el modelo
federal y que podrían desembozar en el medio plazo el asfixiante bloqueo
político que sigue subsistiendo en estas latitudes, cada vez más enconado a
pesar de la tan alabada Sentencia (con mayúscula), que ha dejado más satisfecho
al personal en Madrid que en provincias; y de esa última y epustuflante movida
de Sánchez de derogar por decreto la República virtual catalana.
“La república virtual
no existe, hombre”, podría decirle a Sánchez aquel mosso de escuadra.