domingo, 31 de julio de 2022

SINCORBATISMO

 


Desde mi ventana de Egáleo, azucenas anaranjadas en flor.

 

Crónica exclusiva de nuestro corresponsal acreditado en Poldemarx, PRL. (artículo solo para abonados)

La recomendación hecha por Pedro Sánchez de no usar corbata para evitar, sin dispendios adicionales, el ahogo debido a las altas temperaturas, ha motivado una reacción furibunda inmediata del PP, que acusa al presidente del Gobierno de causar un perjuicio irreparable a la industria corbatera nacional. Cargos públicos del PP en el nivel municipal, autonómico e incluso nacional, se han dejado fotografiar en sus residencias veraniegas rigurosamente encorbatados; algunos han llegado a colgar en Instagram instantáneas en las que aparecen en bañador exiguo y corbata de gala, practicando el yachting, el surfing, el volley-playa y otros deportes semiacuáticos en todos los cuales la Marca España ha puesto muy alto el listón internacional.

En Poldemarx, la consternación popular ha sido grande. Esta es una población pesquera y comercial, de gentes laboriosas y pacíficas, y ahora se teme que el sincorbatismo informal que venía siendo la tradición inveterada de los varones autóctonos tan pronto como el termómetro ascendía por encima de los 25ºC, sea objeto de una interpretación política abiertamente sesgada.

En una assemblea improvisada y enteramente espontánea convocada en la pista de futbol-sala (arriba de la Playa de las Barcas) tanto para el veinat como para los estiuejants con arraigo en la villa, los siete asistentes han llegado de forma casi unánime, o por lo menos muy mayoritaria, o quizá no tan mayoritaria en el cómputo de votos pero sí en los decibelios, a la decisión de enviar a qui correspongui la siguiente Declaración de Principios:

«Las fuerzas vivas de esta heroica villa estamos convencidas de que el gobierno “Sanches” es de lejos el peor gobierno de nuestra democracia. Todas las decisiones que toma están equivocadas, por la simple razón de que es este gobierno preciso el que las toma. No estamos de acuerdo con el aumento de las pensiones ni con el crecimiento del salario mínimo interprofesional hasta límites que nos aproximan peligrosamente a la bancarrota de Estado. Quienes defienden estas medidas basándose en el buen comportamiento del empleo se dejan engañar por una pura ficción estadística, cuando en realidad estamos peor que nunca. La llamada “excepción energética” es una burda trampa puesta por la nefasta Unión Europea, en la que hemos caído de cuatro patas y que nos saldrá carísima a medio plazo. Los impuestos extra a las energéticas y la banca suponen una incursión en la demencia, dado que la ingeniería financiera y los beneficios caídos del cielo de las eléctricas son la única locomotora creadora de riqueza, ahora que el trabajo asalariado se ha convertido por la fuerza de las cosas en una pasión inútil e incluso bolivarista. Como consecuencia de todo ello nos aguarda a corto plazo un riguroso ajuste de cuentas y una represalia clamorosa de los siempre respetables y respetados poderes fácticos. Somos muy conscientes de que merecido lo tendremos, por no haber seguido las prudentes recomendaciones de la Leal Oposición, que en todo momento nos ha advertido paternalmente de que íbamos por mal camino.

No obstante, y sin perjuicio de todo lo anterior, rogamos tomen en consideración que el sincorbatismo es un valor tradicional muy arraigado en nuestra comarca y en las vecinas, cuando llega el calor. Ha habido incluso una moción para proponer a la Unesco la “caída estival de la corbata en el Alt Maresme” para su posible consideración como patrimonio inmaterial de la humanidad. Rechazamos de plano, por supuesto, la politización torticera de una costumbre tan acendrada entre nosotros, pero pedimos que – siquiera por excepción dentro de un ordenado contraste de pareceres – nos sea permitido despojarnos estivalmente de la corbata tal y como hacían ya nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos.

Es gracia que esperamos alcanzar de V.E., cuya vida guarde Dios muchos años.

Poldemarx, a 31 de julio de 2022, tercer año triunfal… perdón, que me he liado.»

Este cronista omite todo comentario a la Declaración. Así son las cosas, y así se las hemos contado.


 
Pedro Sánchez, sin corbata, recomendando prescindir de la corbata (fuente: El diario.es)


viernes, 29 de julio de 2022

MENSAJE DESDE EL MÁS ALLÁ

 


Restos de una clepsidra en el antiguo santuario de Anfiareo, en el Ática (Grecia). La clepsidra medía el tiempo mediante el paso regulado del agua, desde un recipiente colocado en alto, hasta otro situado en posición inferior.

 

Caprichos. Correspondencia desde la contigüidad del cosmos

He tenido que pasar por Correos, servicio que en Poldemarx está integrado en las oficinas municipales, para recoger una tarjeta postal dirigida a mí, que al parecer se traspapeló y quedó oculta durante no se sabe cuántos años en una grieta del suelo en el que se asentaba un buzón callejero. Alguien la ha encontrado cuando el buzón ha sido suprimido en un programa reciente de recortes municipales, y como Correos tiene a gala y pundonor la eficiencia de su organización, me la ha remitido fuera de norma y plazo a la dirección que constaba.

La funcionaria local ha hecho un intento de cobrarme el envío, dado que el sello era de 15 cts y sin membrete. La tarjeta fue buzonada en Alcaracejos, Valle de Los Pedroches, provincia de Córdoba. Yo no conozco a nadie de allí. El asunto me pareció dudoso, tal vez un timo de la estampita tuneado, de modo que me negué a pagar nada. La moza acabó por pasarme la tarjeta sin más trámite que echar una firma en el libro-registro. De ese modo, me explicó, ella y yo quedábamos a cubierto de las responsabilidades a que hubiera lugar como consecuencia de la anomalía in situ ocurrida en la correspondencia. Le di la razón.

La tarjeta no lleva fecha ni firma, pero la letra es la de mi prima Cuquín. Cuquín nos dejó para siempre en el mes de mayo de 2014. Soportó con mucha entereza un cáncer de ovarios, y cuando le llegó el momento anunció a los que le rodeaban (yo no estaba entre ellos, pero me lo contaron así): “Bueno, yo ya me voy pa’ arriba, creo, pero vosotros cuidad bien de mi hermana, que anda delicada y cuando yo le falte, irá a peor.” Y se dejó ir.

Eso sucedió en Madrid, y los veranos los pasaba, mientras pudo, en Oropesa de Mar, Castellón, adonde íbamos a visitarla casi todos los años porque lo cierto es que nos teníamos un gran cariño mutuo. De Alcaracejos, nada de nada. La foto de la postal tampoco da pistas porque es una imagen de la Virgen del Rocío, sevillana, a la que ella era muy devota. A los naturales de Alcaracejos les llaman, familiarmente, “mojinos”, según he sabido por Google. Supongo que el dato es irrelevante, pero lo hago constar por si acaso.

Vamos entonces al texto, que es lo único que puede ofrecer pistas de cuándo me fue enviada la tarjeta, y sobre todo, por qué razón. El tema es tan vidrioso y complejo que me he decidido a compartirlo en redes sociales para ver si alguien puede ofrecerme alguna luz.

Cuquín, muy en su estilo, no se entretiene en prolegómenos ni en cortesías y va derecha al grano, sin encontrar momento ni motivo para separar las frases con puntos:

«Digo, Paquillo, que no hace falta que te des prisa en venir para aquí, esto no está mal del todo la verdad, pero el servicio tampoco es tan bueno como la propaganda que le hacían, y el calor es de justicia ahora que no hay capa del ozono, de modo que tú sigue tranquilico donde estás, el aire del mar es lo más sano, y por ningún motivo te signifiques en nada ni te subas a la parra, que están verdes. Tus hermanos bien, por aquí andan y te mandan recuerdos.»

Mis dos hermanos varones murieron antes que Cuquín. La postal hubo de pasar muchos años en su escondite si fue buzonada (¿por quién? ¿por qué en Alcaracejos?) en alguna visita que los dos le hicieron, adónde, durante unas vacaciones de verano.

La otra posibilidad es que en todo el asunto ande mezclada la contigüidad del cosmos, un secreto científico herméticamente guardado, un repliegue del continuo espacio-temporal conocido por muy pocas personas y habitado por una selecta clientela elegida por la Parca, no en base a meritocracias ni cuentas bancarias abultadas, sino porque le peta, buenamente.

No me extrañaría que Cuquín me haya escrito desde la contigüidad del cosmos. Eso sería normal en ella. Lo que me inquieta son las noticias que me da sobre el cambio climático en esa porción de la hiperrealidad que yo creía hasta ahora inmune a los embates de la polución.

¿Ustedes qué creen?

 

jueves, 28 de julio de 2022

VEMOS MUERTOS

 


Ayer mismo, Laura Borràs ha advertido seriamente a quienes quieren verla muerta, que primero tendrán que matarla. Ha sido un arranque de pundonor, que alabo como se merece (o sea, más bien poco). El problema es, a mi entender, que Laura no se ha dado cuenta aún de que “ya” está muerta, con independencia (lo siento, no he encontrado otra expresión más ajustada) de lo que ocurra esta mañana en el Parlament.

El caso me recuerda a aquella película en la que Bruce Willis era un psiquiatra que trataba a un niño que veía muertos. Al final, disculpen el spoiler quienes a estas alturas todavía no la hayan visto, el niño tenía razón y el muerto que veía era el propio Willis.

Anna Gabriel se dio cuenta de su condición de fiambre hace tan solo un par de días; Jordi Cuixart ya lo había entendido antes; Marta Rovira se va marchitando poco a poco en su cómoda mortaja; Toni Comín preocupa en su entorno, porque alguien habrá de decirle alguna vez y muy en serio que los reyes magos no existen. Mientras, Pere Aragonès se dedica enteramente a otra cosa, cierto que sin mucha convicción; y Oriol Junqueras, Elisenda Paluzie, Jordi Sánchez e incluso Carles Puigdemont solo aspiran a que, si hay un entierro, quienes reciban las honras fúnebres sean ellos mismos y no otros.

Todo el escenario independentista tiene un aire retro y necrófilo, de modo que el exabrupto de Laura solo puede ser acogido con una sorpresa de circunstancias, teñida de incredulidad.

El caso de Jordi Turull es diferente, lo admito. Él salvó en su momento los muebles poniéndolos a nombre de su señora, se replegó detrás de la trinchera común aceptando una cuantiosa rebaja de protagonismo carismático respecto de otros colegas, y ahora da el paso al frente con el propósito decidido de recuperar algo de lo mucho que le debe personalmente el procès. Si alguien quiere verle muerto, tendrá que matarlo primero; correcto. Para él, que está ahora mismo fletando una nueva joint venture para Junts per Sempre Més, las palabras de Laura cobran todo su sentido prístino.

Pero Turull es solo un recién llegado a la rebatiña. No es el caso de Laura Borràs, que ya está viendo bajar el telón una vez concluido su quinto acto. Para ella, el resto es silencio.

 

lunes, 25 de julio de 2022

SOBRE LOS CANÍBALES

 


“Desnudo con alcatraces”, pintura de Diego Rivera (1944).

 

En el siglo XVI una gran conmoción recorre el Orbe civilizado: son las secuelas del descubrimiento “efectivo” de América por Colón. (Más tarde se rastrearon establecimientos vikingos en Terranova y sagas que contaban las historias vividas por varios viajeros, pero tales experiencias marginales no habían dejado huella en la cosmología tal como era enseñada en las universidades europeas: la Tierra era oficialmente plana, su centro era la ciudad de Jerusalén, el Sol y toda la bóveda celeste se movían pausadamente en torno al punto fijo que era nuestro mundo, y las especulaciones de Copérnico no pasaban de ser un borrón nebuloso en el plan perfecto de la Creación.)

Muy pronto la Verdad establecida dejó de ser sostenible, y hubo que recoger velas a toda prisa. La operación dejó muchos flecos sueltos. Era inconcebible, por ejemplo, que los salvajes del Nuevo Mundo no hubieran tenido noticia del mensaje salvífico de Cristo. Dado que Cristo murió para todos los hombres y que, siendo como era todopoderoso, su doctrina a todos había de haber llegado, los teólogos concluyeron que los nativos americanos eran gentes sin alma. También se detectó de inmediato que mostraban un interés muy escaso por el oro y los metales. El mismo apetito de atesorar riquezas, signo siempre de una alta inteligencia y civilización, faltaba de manera lastimosa incluso entre los reyezuelos locales. Había sacrificios humanos, un indicio de cultura religiosa si bien lastimosamente obsoleto, y los cronistas traían noticia de episodios de canibalismo ritual, del que fueron víctimas incluso algunos de los navegantes llegados a aquellas Yndias equivocadas y malditas.

Se iniciaron muy en serio los trabajos de apropiación y reparto de los terrenos y de las riquezas naturales, y los de evangelización, que tropezaron con una resistencia tozuda por parte de los indígenas, convencidos de que su propio mundo era más fácil de entender que el de los recién venidos.

Hubo pocos defensores de los indios, y no siempre del todo acertados. El padre Las Casas, por ejemplo, los consideró personas y abogó porque no fueran esclavizados; pero los diferenció de los negros de las profundidades del África, que para él no tenían alma y sí eran aptos para el trabajo esclavo.

Es muy curiosa la defensa que hace Michel de Montaigne de los caníbales, en sus Ensayos (I, XXXI), precisamente por la modernidad de su punto de vista en un momento de confusión notable entre los sabios. Las fuentes en las que se basa Montaigne para sus reflexiones son la Historia general de las Indias de Francisco López de Gómara y los libros de André Thevet, cosmógrafo del rey de Francia, y Jean de Léry, sobre una efímera posesión francesa en Brasil, fundada por Nicolas Durand de Villegagnon en la bahía del futuro Río de Janeiro.

Señala Montaigne que los “salvajes” a los que se refieren las crónicas son en efecto belicosos, pero guerrean por el orgullo y por la gloria, en vez de hacerlo por la adquisición de tierras y de riquezas. Comen en efecto bocados rituales de sus prisioneros, en particular el corazón, para absorber sus cualidades; pero sería difícil decidir, sin el pie forzado de las costumbres europeas, si esa circunstancia denota salvajismo o bien una forma diferente de cultura. «Yo pienso que la barbarie es mayor cuando no se come a un hombre muerto sino vivo, cuando se le tortura quebrando sus articulaciones, quemando sus carnes y dándolas de comer a los perros, y eso no se practica con enemigos sino con conciudadanos, y lo que es peor, so pretexto de piedad y de religión.»

El comportamiento de tales “salvajes” se ajusta, afirma Montaigne, al contacto armonioso con una naturaleza que se muestra pródiga con ellos. «Gozan aún de una abundancia natural que les proporciona sin trabajo ni esfuerzo todas las cosas necesarias, de modo que no precisan ampliar sus fronteras. Están todavía en esa disposición feliz de no desear más de lo que reclaman sus necesidades naturales. Todo lo que se sitúa más allá de este límite, es superfluo para ellos.»

En este párrafo aparece en germen el “mito del buen salvaje”, que con tanta elocuencia desarrollaría Juan Jacobo Rousseau en el siglo XVIII. Lo cual viene a demostrar que siempre ha habido una alternativa al progreso basado en la dominación; otra cosa es que se acepte ese reto, o se descarte, con o sin argumentos para ello. Todavía ahora la tiranía del PIB, ese invento mentiroso y poco sofisticado, retiene a muchos gobiernos y a muchas ciudadanías de buscar soluciones económicas más respetuosas con la naturaleza, y con los beneficios de carácter público y transparente (más limitados al paso de los siglos) que aún está en disposición de ofrecer. La transición ecológica está tropezando con el impulso atávico al acaparamiento de las materias primas, y también, de forma anecdótica, con el lugar que cada nación ocupa en el esquema global de la distribución del gas disponible a precios competitivos.

En esta tesitura, hay quien nos llama salvajes a los que defendemos la transición ecológica como prioridad política absoluta. Era de esperar.

 

domingo, 24 de julio de 2022

LAS MUJERES EN LA DEMOCRACIA ATENIENSE

 


Muchacha de Quíos (hacia 510 aC). Atenas, Museo de la Acrópolis.

 

Hay un pasaje tremendo en la Ilíada (canto XIV), en el que Hera recurre a Afrodita para tener más gancho sexual ante su esposo y señor, que está meditando una escabechina de guerreros aqueos y no se aviene a argumentos en contra. Afrodita pone en manos de su colega tales remedios persuasivos, que Zeus, al ver a su esposa así transfigurada, cae en un frenesí erótico tan agudo que no puede esperar a conducirla con galantería al tálamo, sino que la tira al suelo y se arroja sobre ella sin contemplaciones. Concluido el episodio, alardea de que nunca había gozado tanto de su legítima desde el día en que la desvirgó a escondidas de los padres de ella. Sus ímpetus le han hecho olvidar, de otro lado, sus resoluciones, y de ese modo los aqueos encuentran un respiro en su situación apurada.

El pasaje indica que la teoría freudiana de la represión no se adecuaba bien a las costumbres más primarias de los antiguos. Fueron otros elementos externos al problema psicológico, sin embargo, los que hicieron que la democracia ateniense de la época de Pericles fuera un oasis de moderación, recato y buenas costumbres conyugales, en medio de lo que llamaré por comparación el “desenfreno” oriental.

De Oriente había llegado al Egeo un ideal femenino inspirado en la fertilidad de la tierra y personificado en la Diosa Madre: figuras desnudas con grandes tetas, culos imponentes y pubis muy marcados. En los idolillos cicládicos, aunque la figura femenina se estiliza y los pechos están apenas insinuados, el triángulo púbico se agiganta, como una especie de recordatorio de “lo esencial”.

La confrontación bélica de las dos grandes civilizaciones, la persa y la helénica, impuso cambios sensibles en la mentalidad. La invasión de las ciudades griegas por una chusma militar brutal y prepotente debió ser muy dolorosa, en muchos sentidos. 

Ya de antes había diferencias sensibles de cultura y de apreciación de la feminidad (sea esta característica positiva o negativa, que en ese punto no entro). En el imperio persa no aparece ninguna representación de la mujer en tanto que tal. Su papel social era ínfimo; su consideración, la de un objeto de uso. Algo muy distinto a todas luces expresa la Chiotissa (muchacha de Quíos) que aparece sobre estas líneas. Datada en el siglo VI aC, aparece primorosamente vestida, ataviada, peinada y enjoyada. Las líneas de su cuerpo apenas se perciben: no es corporalmente hermosa, o no supo modelarla así el artista; pero sí es hermosa y altamente valiosa de otra forma.

En un discurso famoso, después de cerrado con éxito el paréntesis de las guerras Médicas, Pericles pidió a las mujeres atenienses que procurasen no ser vistas ni oídas más allá de la intimidad del hogar, donde estaba su verdadero lugar en el mundo. En efecto, en la ceremonia nupcial las jóvenes eran bañadas, purificadas, hermoseadas, peinadas y vestidas hasta el menor detalle, para aparecer como divinidades “menores” del hogar. Ante el novio y su familia se presentaban cubiertas por un velo tupido, que en un momento dado ("apocalipsis", la revelación) era retirado para dejar apreciar la forma exquisita como ha sido presentada. 

A partir de los esponsales, su lugar asignado era el gineceo, y no les era permitido participar en los divertidos simposios de los varones, en los que se bebía y se dialogaba, y a los que sí eran invitadas las “heteras”. Después cambiarían las costumbres, las mujeres alcanzarían una consideración pública mayor, y vendrían representaciones femeninas más libres, como iremos viendo en un pequeño repaso iconográfico.

Pericles y su gran arquitecto y escultor Fidias nos han dejado para la eternidad un estilo artístico “severo”, asociado íntimamente a la democracia y a sus virtudes cívicas. Cuenta Plutarco, en su Vida de Pericles, que este reprendió a Sófocles, que tenía un cargo público en la polis, por alabar la belleza de un efebo: los representantes del pueblo, vino a decirle, no solo han de tener castas las manos, sino también los ojos.

 

sábado, 23 de julio de 2022

¿PARTIDO DE LUCHA Y DE GOBIERNO?

 


Equilibrio inestable. Pintura de Kazimir Malevich (1915).

 

Lo ocurrido es bastante insólito: el secretario general del PC de España, Enrique Santiago, ha sido destituido como secretario de Estado de la Agenda 2030 por la ministra correspondiente, Ione Belarra, a su vez codirigente máxima de un partido coaligado, Podemos. El incidente podría tener relación con la toma de posiciones en la parrilla de salida para próximas contiendas electorales.

Lo insólito, sin embargo, no me parece tanto la decisión administrativa en sí, como el hecho de que el secretario general de un partido político significado ocupara un puesto de segundo orden en el organigrama de un gobierno. Qué quieren, nunca antes había ocurrido con Santiago Carrillo, Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Paco Frutos o los que siguieron. Ninguno de ellos, corríjanme si me equivoco, habría optado a un puesto en el gobierno que no fuera el de presidente o, en el caso muy reciente de una coalición, el de vicepresidente primero, cargo que ocupó fugazmente Pablo Iglesias antes de decidir que su vocación de Peter Pan le llevaba necesariamente a correr nuevas aventuras en los territorios de Nunca-Jamás.

Quizá lo que ocurre es que el partido político ya no es lo que era. Desde la aparición de las masas trabajadoras en la política, con el socialdemócrata Kautsky o con el bolchevique Lenin, pero también de forma inequívoca con Gramsci, se atribuyó al partido político una jerarquía muy superior a la del gobierno. Los gobiernos, al fin y al cabo, van y vienen, en tanto que los partidos marcan la dirección a seguir y fijan los programas mínimo y máximo, los grandes objetivos a corto y a largo plazo.

Una idea tal vez errónea refuerza esta situación muy establecida: la de que la conciencia de clase «viene del exterior, la masa obrera no va de forma espontánea más allá de una dimensión sectorial, corporativa, atiende a sus intereses inmediatos y no consigue tener una visión de conjunto, estratégica, que solo el partido político está en disposición de elaborar.» Así lo explica, críticamente, Riccardo Terzi en su conferencia “La politica ha cambiato forma, noi dobbiamo ricostruire la nostra”, del libro que citaba ayer mismo en estas páginas, Ediesse 2016. (La traducción es mía.)

Esa reconstrucción “nuestra” de la política, afirma Terzi unas páginas más adelante, debería reconsiderar la idea de que el poder es el objetivo último de la política de partidos, y atender a las enmiendas presentadas al respecto por “herejes” caídos en combate con el gran mainstream de la izquierda vincente: desde Rosa Luxemburgo hasta Simone Weil, por ejemplo, con un punto alto en Bruno Trentin, que fue quien elaboró esta propuesta sorpresiva en el que Terzi estima “il suo più bel libro”, es decir La ciudad del trabajo, traducido entre nosotros por José Luis López Bulla.

Trentin sostiene que antes que el poder viene la libertad; “la libertà viene prima” es el título de otra de sus principales obras, que distan mucho de tener la difusión que merecen. La libertad principal a la que aspirar en un plano humano y antropológico es la libertad “de” trabajo y “en el” trabajo. Es un punto de vista que concede a los sindicatos democráticos un lugar preeminente en una estructura alternativa de la política, en la cual la centralización agobiante del poder en el sistema de partidos sería sustituida por la aceptación de la complejidad y de la diferencia: la existencia de partes sociales con distintas expectativas y aspiraciones, la existencia de territorios geográfica y funcionalmente distintos y desiguales, la existencia de cuerpos sociales intermedios con muchas cosas que decir en democracia, la necesidad de nuevas asociaciones que expresen el crecimiento de nuevos derechos en el seno de ese cuerpo social y político que llamamos ciudadanía.

Gestionar la diversidad y la complejidad, reconduciéndola a una mayor igualdad que salvaguardaría en primer lugar la libertad: esa sería la nueva función de la política, según los planteamientos de nuestros “herejes” de la izquierda. Y señala al respecto Terzi, en el texto citado, que «las herejías son con frecuencia posiciones derrotadas, pero no erróneas, capaces de recuperar pasado un tiempo toda su fecundidad y su actualidad.»

Quienes suspiran por el regreso de un gran partido político a la antigua, con sus pompas y sus obras, encontrarán tal vez en esta modesta propuesta “bien du fil à retordre”.

 

viernes, 22 de julio de 2022

CON EL PCI NO PASABA

 


Aquel PCI… Enrico Berlinguer y Nilde Jotti, en una estación de tren. Él lleva al brazo el característico rimero con toda la prensa del día.

 

La crisis política italiana, propiciada tanto desde el lado de la Lega como de los 5 Stelle, tiene una lectura en clave propia del país transalpino, por supuesto. Pero no solo. Las campanas doblan también por nosotros, como señaló John Donne en un verso puesto de moda por Hemingway.

No era una crisis de los partidos políticos susceptible de una solución “técnica” (atiendan a la precisión) desde el Estado, sino todo lo contrario: una crisis por desfallecimiento del Estado, imposible de arreglar a través de los partidos porque los partidos a) no quieren, b) no saben, c) están ahí para otras cosas, y han colgado en la puerta cerrada de su habitación el consabido cartel de “No molestar”.

Algunas voces lamentan en este trance la desaparición del PCI, y sospechan que las dificultades empezaron en aquel momento infausto. El problema es más profundo, sin embargo. Durante una larga etapa marcada por el malgoverno desde el pentapartito y desde otras fórmulas incluso más vistosas (Tangentópolis, por ejemplo), el PCI de los dos “Ercoli” (Ercole Togliatti y Ercole Berlinguer) ejerció de Estado real, efectivo dentro de un seudoestado que era un putiferio (utilizo una expresión de mi maestro López Bulla. Cuando ambos hablamos de “putiferio” no estamos insultando a nadie, nos limitamos a describir lo que vemos, como hizo con cierta fortuna el Alighieri en los círculos más bajos – las cloacas, podríamos llamarlas – del Inferno).

El PCI de entonces, magnífico por más que no llegara a dar la talla de Príncipe moderno, respondía a la estructura real del Estado democrático, y la representaba en la medida de sus posibilidades. Conviene advertir aquí que el Estado no es un Leviatán, o sea una bestia poderosa y ciega, sino un producto complejo, de una sutileza y una precisión asombrosas, por más maltratado que se vea en los tiempos que corren por una turba infame de becarios/as que ocupan sus escaños respectivos convencidos de que el sistema es un dispensador automático de refrescos, en el que basta con introducir una moneda en la ranura correspondiente para obtener la lata de cocacola deseada.

Voy a decirlo con las palabras de Riccardo Terzi, en un cursillo impartido a cuadros de la CGIL en Bérgamo 2015, el año antes de su fallecimiento (encuentran la cita en “Sindacato, politica, autonomia”, Ediesse 2016): «La política está hoy en manos de una oligarquía extrema, en Italia y también en la Unión Europea … Todos los gobiernos son de alguna manera técnicos, porque se ocupan del mantenimiento técnico del sistema y eluden la posibilidad de alternativas … Trabajan sobre la base de una agenda política que ya está escrita y es coherente con una visión ideológica, dominante, a partir de un modelo neoliberal; y la discusión ya no trata sobre el proyecto político sino sobre quién lo lleva a cabo, ya no es el “qué hacer” sino el “quién lo hace”, hasta el punto de que la única forma de democracia que sobrevive es la de las primarias, donde el problema no es el programa sino el líder.»

En gran medida, el “No a todo” del PP en la coyuntura actual viene de esa actitud, que aparece nítida en sus declaraciones sobre medidas que ellos mismos han propiciado antes: “Era bueno cuando lo hacíamos nosotros, pero es malo si lo hacen otros, aunque sea lo mismo.”

Hay algo más, sin embargo. Hemos visto cómo se comportan los poderes fácticos con las opciones que “desafinan” de la melodía propuesta. Todo vale. En ese sentido, cambiar a Ferreras y a Pastor, a Inda incluso, no va a servir de nada en un momento en el que toda la comunicación para la gran audiencia se encomienda a perros de presa del gran capital, y no se dirige tanto contra este o aquel grupo o líder, como contra la posibilidad de un Estado fuerte que sancione leyes terminantes, que establezca límites y acabe con cotos cerrados.

La crisis italiana ha sido una derrota del Estado, del viejo Estado visto al modo tradicional – es decir, provisto de soberanía. No solo Salvini, que tiene su propio antiprograma de antipolítica, sino 5 Stelle, que se autodefine como una opción “de izquierda”, han votado en contra de un gobierno “técnico”. No tanto por lo que hace, sino porque quieren hacerlo ellos a su manera. Su máxima aspiración es la de ser guardianes indispensables de la viña del Señor, generosamente retribuidos.

Idéntica aspiración tienen Laura Borràs y Gabriel Rufián, por diferentes que parezcan sus posiciones. Sus grupos han votado consistentemente lo mismo en el Congreso y en el Senado: contra las reformas, contra cualquier reforma que no incluya su qué hay de lo mío.

El único que ha votado a favor de la última reforma, en el Senado, ha sido Alberto Núñez Feijoo. No entonen aleluyas, luego ha reconocido que se equivocó.

 

miércoles, 20 de julio de 2022

HUYENDO DE LA QUEMA

 


Pájaros en el alambre, metáfora al estilo de Leonard Cohen sostenida por un verso de Antonio Machado, “… pero lo nuestro es pasar.” (La imagen está tomada en préstamo del muro de FB de Seve Durán.)

 

Ayer muy tarde volvimos de Atenas. En el tren que nos llevaba al aeropuerto tuvimos un momento angustioso: cruzamos delante de un incendio con dos focos, probablemente intencionado según señaló la prensa local. Todo el paisaje estaba envuelto en humo, y algunas aún tímidas lenguas de fuego se alargaban hacia la vía con intenciones impropias de ningún espíritu santo.

Les hago un spoiler: pasamos, a pesar de todo. El avión despegó con normalidad y Barcelona nos recibió cuajada de luces cuando ya era hoy (a las 00.22). Me queda la sensación rara de que no nos hemos venido por propio impulso, a pesar de que también aquí hay fuegos y además la sandía se cotiza a unos precios estratosféricos si los comparamos con los del mercadillo callejero de Egáleo, directo del productor al consumidor y donde, a menos que lo exijas poniéndote chulo, no te cobran el IVA, con cuya actitud empecinada están causando a la economía financiarizada un destrozo que algún día pagaremos caro todos, cuando se den cuenta las derechas, siempre vigilantes en lo que atañe a nuestros deberes y distraídas en lo relativo a nuestros derechos, incluso (¿o debería decir “sobre todo”?) los constitucionales.

De nuevo estamos en casa. Y aquí nos hemos encontrado con que, aprovechando la larga etapa de soledad y quietud, el globo de cristal que protegía una lámpara de techo en el pasillo ha encontrado la forma de escurrirse de sus anclajes y desprenderse mansamente, en obediencia estricta a la ley de la gravedad. La casi totalidad del estropicio ha quedado desparramada en forma de añicos sobre una alfombra vieja que Carmen ha decidido tirar a la basura con su carga de cristal roto.

El lado bueno del suceso es que el globo no le cayó en la cabeza a nadie. El lado oscuro, esa sensación de que es preciso mantenerse continuamente en movimiento para tener posibilidades de sobrevivir en un entorno malicioso, repleto de asechanzas.

Lo expresaba el gestor de una empresa cooperativa importante, mediante una metáfora ajedrecística: «Si te quedas quieto en tu casilla, los chinos se te zampan en tres movimientos.» Donde pone “chinos”, pongan ustedes cualquier otra realidad inamistosa sugerida por su experiencia. Da miedo, la verdad.

Puede, entonces, que la movilización sea la consigna más oportuna para la ciudadanía en general, en este tiempo tan difícil.

Y evadirnos así, todos juntos, de la quema que nos están organizando.

 

domingo, 17 de julio de 2022

ARDE SOBRE QUEMADO

 


Imagen del incendio forestal en la comarca cacereña de Las Hurdes, hace cinco días.

 

He aquí un pequeño florilegio de los titulares de El País de hoy:

“Balance de violencia sexual en San Fermín: 16 denuncias por abusos y una por violación.”

“Aquí no ha pasado nada: así silenció H&M tres casos de acoso sexual en Barcelona.”

“Absuelto un conductor que se dio a la fuga tras arrollar a un ciclista.”

“África se queda fuera de juego.”

“Arde sobre quemado en Las Hurdes.”

Sin comentarios. Me da la sensación de que en todos los casos se está hablando de lo mismo, si vamos al fondo de las cosas: de prepotencia, de exclusión, de personas y lugares que no importan, y de otros que sí.

Añado una noticia que también viene en el mismo diario, hoy: la muerte en el Hospital Gregorio Marañón de un trabajador de la limpieza que se desplomó en la avenida madrileña de San Diego (distrito puente de Vallecas) a las cinco y media de la tarde del viernes, por un golpe de calor.

Tenía sesenta años. Formaba parte de la empresa Urbaser, dedicada al servicio de limpieza viaria, que trabaja para el Ayuntamiento de Madrid. Llevaba puesto su uniforme reglamentario de poliéster, material que retiene el calor, bajo un sol inclemente, y sin quebrantar ningún protocolo de seguridad e higiene por el simple hecho de que tales protocolos son inexistentes en la contratación municipal de Madrid. Trabajaba en solitario, y fue atendido por Samur-Protección Civil después de que un transeúnte diera aviso telefónico a Emergencias. Como no reaccionaba, fue trasladado al centro hospitalario citado, y allí falleció el sábado. El delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento, Borja Mari Carabante, ha expresado en un tuit el pésame “a su familia y seres queridos”.

Arde, en efecto, sobre quemado, no solo en Las Hurdes.

 

viernes, 15 de julio de 2022

EL ALMIRANTE FLOTANTE

 


En 1931 el Detection Club de Londres decidió publicitarse a sí mismo mediante la confección de un libro colectivo. Se trató de una novela criminal, cada uno de cuyos capítulos había de ser escrito por un miembro del club con entera libertad creativa, si bien con arreglo a algunas normas convencionales de procedimiento. Cada uno había de tener en cuenta con todo escrúpulo los indicios aportados en los capítulos anteriores; no podía, por ejemplo, hacer decir a su detective (el inspector local Rudge) que tales indicios eran falsos o irrelevantes, y tampoco tenía atribuciones para complicar innecesariamente la trama. Así pues, cada pista, cada indicio nuevo, había de ser tomado en serio y explicado de forma conveniente al final del relato. El autor de cada capítulo entregaba al final de su tarea, no solo el texto encargado, sino, en un sobre cerrado, su propia solución al misterio. Esta era una prueba extra de su honestidad y de su implicación.

El libro se tituló The floating admiral (“El almirante flotante”), y en efecto el cadáver del tal almirante aparecía apuñalado en el fondo de una barca que no era suya, vestido con un sobretodo extraño dada la temperatura calurosa de la estación, con un periódico del día anterior doblado en un bolsillo, y a sus pies un sombrero clerical propiedad de un vecino canónigo, propietario por lo demás de la barca ataúd. Esta, para completar las anomalías intrigantes de la situación de partida, flotaba a la deriva no en dirección al mar sino río arriba, dada la fuerza de las mareas en el curso bajo del río Whyn.

La edición del libro incluyó, en un apéndice, todas las soluciones sucesivas que los autores entregaron en sobre cerrado, por lo general ingeniosas e incluso brillantes. Dichos autores fueron, por orden de escritura, el canónigo Victor Whitechurch, GDH y M Cole (que contaron solo como un autor, dada su colaboración habitual en obras propias), Henry Wade, Agatha Christie, John Rhode, Milward Kennedy, Dorothy L. Sayers, Ronald A. Knox, Freeman Wills Crofts, Edgar Jepson, Clemence Dane y Anthony Berkeley, a quien se dio la última palabra en el enredo y la aprovechó cerrando la serie con un broche lleno de ingenio.

Gilbert K. Chesterton escribió un prólogo corto, una vez leído y corregido todo el material, y Dorothy Sayers añadió una Introducción para explicar las circunstancias de la proeza. «Es divertido e instructivo, señala Sayers, ver la cantidad de interpretaciones distintas que es posible dar para explicar los actos más sencillos. Si un escritor colocaba un indicio convencido de que apuntaba en una sola dirección obvia, los escritores siguientes conseguían que apuntara en una dirección diametralmente opuesta. Es aquí donde el juego más se aproxima a la vida real.»

Seguro que sí. Sin embargo, en honor a la verdad debo decir que el libro, del que lo desconocía todo y que acopié como distracción veraniega, me ha aburrido soberanamente desde el principio y se me ha caído de las manos antes de llegar al final. Sayers puede tener razón respecto de los indicios que apuntan en distintas direcciones, pero en todo lo demás el juego propuesto está insultantemente reñido con la vida real. Es puro toreo de salón, en el que tiene mucha mayor importancia el horario preciso de las mareas que el móvil del crimen, incluida la complicada forma de cometerlo con tanta parafernalia.

Soy un adicto al género literario criminal, afición en la que me acompañan personas mucho más respetables que yo, como el magistrado Miquel Falguera. Hace algunos años establecí por mi cuenta una distinción política entre el libro policíaco de derechas, que tiende a restaurar el orden sagrado del mundo alterado por un criminal pecador, y el policíaco de izquierdas, en el que la investigación va mucho más allá del cadáver y da cuenta del crimen como afloramiento a la superficie de un orden injusto que hasta ese momento permanecía oculto. Agatha Christie o PD James son ejemplos de escritores de derechas; y Vázquez Montalbán, o Sjöwall y Waloo, de izquierdas. Entre tantos otros. Pero todos ellos son excelentes escritores. Si se les mete entre una docena, como le ocurre a la Christie en su (muy digno y divertido) capítulo de la historia del almirante, su valor desciende al nivel del eslabón más débil de la cadena. La literatura de crímenes que nos gusta a Miquel y a mí, no es un juego de salón.

 

martes, 12 de julio de 2022

MENOS CARNE Y NO TANTOS KILOVATIOS

 


Sandía troceada, obsequio de la casa en una taberna de Rodas en la que el patrón conocía mejor que nosotros las interioridades del Barça y los posibles fichajes para la próxima temporada.

 

Casi han coincidido en el tiempo las advertencias a la ciudadanía de la vicepresidenta tercera del gobierno, y las de su santidad. Teresa Ribera pide una autocontención en el consumo eléctrico de las familias, porque el gobierno ha hecho su parte al abaratar la factura, pero el despilfarro de kilovatios volverá a traer carestía si se sigue estirando más el brazo que la manga, en una situación de calor extremo y sequía.

Bergoglio, por su parte, recomienda consumir menos carne. Es algo en lo que insisten los dietólogos desde hace mucho, con propuestas como la dieta mediterránea u otras similares, ricas en vitaminas y fibra y con un porcentaje mucho menor de proteínas y grasas animales.

Los llamamientos de ambas autoridades han sido templados y cargados de razón. No están convocando a una austeridad solo para pobres, sino a una mayor racionalidad en los estándares de consumo de todos, pobres y ricos. Alguien puede creer que el consumo desaforado de los bienes que oferta el mercado capitalista es en sí mismo una praxis revolucionaria, pero de eso nada. Ni la sociedad de consumo la han inventado los “otros”, ni corresponde a los “nuestros” reventarla mediante el recurso extremo a la grande bouffe, el atracón. No se trata aquí de dar la vuelta a la tortilla, sino de estimar con prudencia qué ración de tortilla es la adecuada para, ni pasar hambre, ni tener que recurrir a la sanidad pública por una indigestión.

El popular excéntrico Josemari (y sus Muñecos) declaró en cierta ocasión que a él nadie tiene que decirle cuánto vino puede consumir antes de ponerse al volante. Sin embargo, se trata de una circunstancia milimétricamente especificada en la normativa reglamentaria. Quería decir el prócer, probablemente, que a él no hay dios ni agente de tráfico que le haga soplar en carretera por el chirimbolo previsto al efecto. Y eso posiblemente sea cierto tratándose de Josemari, porque cuenta con muchos amigos entre las jerarquías así de la guardia civil como del poder judicial, y en un momento dado puede bastarle, para eludir un alcoholímetro, con una advertencia tartamudeada con voz aguardentosa: “Usté no sabe con quién está hablando”.

Una vicepresidenta del gobierno y un papa nos piden de buenos modos que rectifiquemos nuestros hábitos de consumo para hacerlos más saludables y sostenibles. El ministro competente en la materia, Alberto Garzón, ya nos lo había dicho antes, provocando de paso otra sesión de ventilador por parte de las cloacas del pornosistema.

Hacer de este mundo un lugar más agradable, inclusivo e igualitario, es tarea de todos. Que nadie vaya con reclamaciones a Yolanda Díaz, mientras sigue funcionando con el aire acondicionado a tope y embaulando chuletones imbatibles acompañados por botella y media de un ribera del Duero reserva.

 

lunes, 11 de julio de 2022

POSPERIODISMO

 


Libertad suprema de pensamiento y de expresión, plasmada en la imagen de una amical tertulia con tiberio incluido, al borde del mar, de unos buenos amigos de siempre. (Foto tomada del muro de FB de Quim González Muntadas.)

 

El posperiodista es un “influencer”. Su objetivo no es tener informada a la audiencia del medio al que teóricamente sirve, sino influir en ella.

El periodista clásico, intrépido y tal vez borrachín como lo era el Peabody director de la Gaceta de Shimbone en “El hombre que mató a Liberty Valance”, una notable película de John Ford si la recuerdan, estaba dispuesto a correr riesgos serios en favor de la verdad.

El posperiodista, por el contrario, prefiere suprimir riesgos y practicar la posverdad.

La posverdad es una verdad parcial, flexible, mudable a conveniencia. Fórmula aproximada: un quinto de verdad, un tercio de invención, rellénese con calumnia al gusto, agítese bien y añádase al cóctel un golpe de angostura, mucho hielo, dos hojas de menta y una guinda. La guinda es importante.

La posverdad se elabora artesanalmente en los charcos del sistema, y el posperiodista la chupa de esos charcos con avidez. Bien preparada por un experto, puede manejarse como si fuera un florete, y, cuando da de lleno en el blanco propuesto, tiene sus mismos efectos letales.

La posverdad permite al posperiodista influir en las audiencias poniendo en valor su alta calificación en la jerarquía de los medios, pero evitando al mismo tiempo todo compromiso personal con el contenido de la noticia y con sus fuentes. Mediante esa influencia sesgada, el posperiodista consigue ejercer un cierto control social, de una textura elástica y viscosa. Este es, sin embargo, tan solo un objetivo vicario para él; su objetivo principal se reduce a demostrar a los accionistas que él sí es capaz de hacerlo, mejor que nadie. Cualquier cosa, lo que pidan, la Luna, el Diluvio Universal, juegos malabares, funambulismo, tragar fuego.

Siempre se producen, lamentablemente, víctimas colaterales, pero eso no es en ningún caso una cuestión que pueda o deba preocupar al posperiodista. Son gabelas inherentes a su posprofesión vocacional.

Disculpen si no doy nombres concretos. Se trata de una plaga bíblica que está a punto de acabar con el viejo, sólido, sincero, entrañable periodismo, al viejo estilo de la Gaceta de Shimbone. Bellos tiempos aquellos en los que las comunidades sociales afrontaban juntas las dificultades derivadas de las amenazas de los poderosos y de sus sicarios, y encontraban a su lado una prensa libre, por minoritaria que fuera, que les servía y les ayudaba en la denuncia y en la reivindicación, sin un solo paso atrás ni un quiebro para hurtar el cuerpo.

 

domingo, 10 de julio de 2022

AQUEL MATCH DEL SIGLO

 


Tahl, con las piezas blancas, ante Larsen, otro jugador de excepción, en una partida del torneo de Zurich de 1959. Les observa un jovencísimo Bobby Fischer. Tahl ganó el torneo y Fischer fue tercero, empatado con Keres.

 

Mañana se cumplen los cincuenta años exactos del inicio del match por el título mundial de ajedrez entre el campeón Boris Spassky, que había derrotado tres años antes a Tigran Petrosian (el hombre ante el que mordió definitivamente el polvo el legendario Botvinnik), y un genio inclasificable del tablero, Robert “Bobby” Fischer.

Para no desentonar en un mundo abiertamente bipolar, los medios de comunicación occidentales presentaron el acontecimiento deportivo con ribetes políticos sensacionalistas: el chabacano Bobby representaba al “mundo libre”, y el elegante e imaginativo Boris fue visto como “la máquina” producida por la fábrica de campeones soviética.

Fischer perdió la primera partida por una distracción evitable, y la segunda por incomparecencia, al protestar por las condiciones de juego en un local en el que se habían hecho esfuerzos ímprobos para atender todas sus exigencias. A partir de ahí, algún resorte interno cedió en Spassky, que jugó de forma rutinaria salvo en un par de partidas, y fue arrollado. Ya nunca volvería a ser el de antes.

A Fischer no le sirvió personalmente de gran cosa el título, porque se enmuralló en su laberinto y también quedó perdido para el deporte. La lucha ajedrecística entre la nomenklatura y el mundo libre se trasladó entonces a las batallas épicas en el tablero entre el “buen comunista” Anatoli Kárpov y el “disidente” Viktor Korchnói. Fueron encuentros mucho más interesantes desde el punto de vista deportivo que el de Reykjavik, pero ninguno de ellos sería considerado “match del siglo” por la prensa libre. No es lo mismo un disidente soviético, desprovisto además de glamour físico y de trato social, que un genuino Skywalker, representante personal y plenipotenciario del Imperio y del american way of life.

Después aún, apareció Garry Kaspárov, que lo reunió todo: fue soviético, disidente e ídolo occidental. Se habría merendado a Fischer – que seguía aún teóricamente activo, pero retirado de los grandes torneos – con la facilidad con la que Ayuso despacha una anchoa made in Madrid en uno de sus aperitivos libres en terraza. Pero Fischer nunca quiso enfrentarse a Kaspárov. Se había convertido, por paradoja, en un disidente más, marginado en su propio campo ideológico. Le pasaría algo parecido, muchos años más tarde, a la gimnasta Simone Biles: el “mundo libre” odia a los perdedores.

Ninguno de todos ellos ha sido mi ajedrecista predilecto. Anótenlos, no he hecho del asunto ningún secreto, fueron dos bálticos que compitieron bajo la bandera de la URSS: el estonio Paul Keres y el letón Mijail Tahl. Las reglas del juego del ajedrez me las enseñó mi tío Pepe, pero los entresijos ocultos y las maravillas potenciales de las posiciones que se deducen de él, las conocí en dos libros de partidas propias escogidas, comentadas por ellos mismos. Tahl llegó a campeón del mundo en 1960; venció a Botvinnik en el momento álgido de su carrera, pero fue derrotado en el match-revancha de 1961 debido a su mala salud crónica. Keres, unos años mayor que el letón, habría sido sin duda campeón mundial de no haber estallado la segunda guerra mundial. Desde entonces hasta el final de su impecable carrera, sería “el campeón sin corona”.

 

sábado, 9 de julio de 2022

TIROTEANDO A ABE Y OTROS EVENTOS

 


Se hace camino al andar. Madrid, Matadero 8.7.2022.

 

Para un político, morir a tiros es una de las formas más seguras de ocupar las portadas de los noticiarios. Shinzo Abe se ha convertido, en el análisis post mortem, en un visionario y una figura política mundial. Lo cierto es que no nos habíamos enterado, Japón cae muy lejos y nadie nos lo había contado antes; no con ese énfasis.

El País se asombra ingenuamente del magnicidio porque en Japón la tasa de armas en manos de ciudadanos es proporcionalmente muy baja. No es objeción, sin embargo; los locos de atar saben conseguir armas en cualquier lado, y además los atentados contra políticos no son casi nunca obra de la ciudadanía, sino de sicarios profesionales pagados por gentes situadas por encima de toda sospecha.

No es el caso de Abe, ya lo sé. Él era un líder del Partido Liberal Democrático, un conservador del mismo cuño de los que han venido sucediéndose de forma casi ininterrumpida en el país del sol naciente desde mediados del siglo pasado. El sicario discreto era una solución improbable en su caso, eso les ocurre todos los días a opositores políticos y/o sindicales y/o campesinos en países de alto o no tan alto riesgo, pero los conservadores encuentran feo utilizar este método sucesorio concreto entre ellos. Existe algo común, algo que los franceses llaman esprit de corps, que desvía los conflictos internos hacia desenlaces menos drásticos. Las puertas giratorias se inventaron para tales situaciones engorrosas.

Mientras Abe es objeto de merecidas exequias, Yolanda Díaz ha presentado en Madrid una alternativa política consistente en escucharse y sumar. Perfecto. El atajo consistente en sumar sin haberse escuchado antes, no serviría. La presencia en el arranque de la campaña de los “primeros espadas” de las distintas formaciones habría desvirtuado el efecto buscado, porque lo que se pretende es tomar impulso desde abajo y desde más allá de las jerarquías, dignificando de paso un término político, la “base”, que desde hace demasiados años mencionamos siempre acompañado por un calificativo soez y rabiosamente denigratorio: la “puta base”.

Adelante entonces, con las bases orgullosas en primera fila. La movida arrancó en Matadero, un nombre más bien siniestro, pero nada más que un nombre. La asistencia numerosa demuestra que la ilusión existe. Las fotos revelan además expectación y un entusiasmo contenido por parte de la concurrencia.

No será fácil el camino, pero el inicio ha resultado positivo. Lo mismo puede decirse de las chicas de la selección de fútbol, que arrancaron su participación en el Europeo con un gol en contra a los cincuenta segundos, pero le buscaron con suficiencia las vueltas a las finlandesas en el tiempo restante.

 

jueves, 7 de julio de 2022

DE EXCURSIÓN

 


En algún lugar del Vallés, hacia finales de los años cincuenta. (Foto, archivo familiar.)

 

Esta es la foto de una excursión familiar en los años cincuenta. Hay varias generaciones presentes. Los chicos más jóvenes aparecen cargados con grandes bolsas en las que van alojadas la sandía, las botifarras, las graellas, el pan de kilo y el aceite y el tomate para untar. Es posible que el equipaje familiar incluya en algún rincón una botella de vino de garrafa y otra de gaseosa. Se adivina que más adelante, siguiendo por ese camino a media ladera entre bosques, mana una fuente de agua fresca, y en torno a ella se desplegarán las viandas y se pondrán a refrescar las bebidas. Se buscará un lugar despejado para hacer un fuego muy controlado, que después se apagará a conciencia. Los envoltorios, las pieles de la fruta y otros desechos del almuerzo de campo se ensacarán, para depositarlo todo en un basurero autorizado.

No obstante, no todo el mundo tuvo en aquellos años el mismo cuidado; los bosques empezaron a arder, y los bandos municipales prohibieron los fuegos en lugares no especialmente habilitados.

Debería reclamarse hoy el mismo cuidado estricto a los medios de comunicación que, todos a una y cada cual desde su trinchera ideológica, encienden fuegos a la intemperie sin el menor respeto hacia las personas, los grupos sociales y las instituciones. Hacen trampas con la verdad, y dicen que no es con mala intención, solo para entretenimiento del lector. Reciben dinero chungo de ciertas altas esferas, y actúan sin remilgos, según los intereses de los que les pagan en B.

Mientras tanto, y en paralelo, siguen aplicadamente sus campañas de fidelización. “Suscríbase, si quiere disponer a domicilio de la información más audaz para el lector menos inteligente.” (No es lo que dicen, pero sí es la sustancia de su mensaje.)

Demasiado para mí, son las cuatro y media de la tarde hora de Atenas, el termómetro marca 35 grados a la sombra, y nada es más apetecible que una ducha fría, pero no del tipo de las que nos propinan nuestros queridos medios incendiarios, con el propósito de apagar los fuegos que ellos mismos han atizado.

En la hoguera del verano se están utilizando toda clase de combustibles, mientras siguen en declive las cifras de bomberos públicos o privados. Las estadísticas de circulación de la prensa andan bajo mínimos, como era fácil de adivinar. La prensa se ha buscado su propio desprestigio, y arde sin control, como otra Sierra de la Culebra, importante en su día para todo un entorno ecológico, luego descuidada, ahora desaparecida. Llega la hora de las lamentaciones y la búsqueda de culpables. Pero para los culpables se apunta siempre a los “otros”, de modo que esto tiene mal arreglo. La comunicación desprovista de sinceridad, de empatía y de sentido constructivo para una comunidad, no ha significado nunca ningún progreso.

 

miércoles, 6 de julio de 2022

LA BORRÀS HA DIT QUE NO...

 


Tito Flavio Vespasiano. Busto que se conserva en los Museos Capitolinos, Roma.

 

En una rueda de prensa sin preguntas, Laura Borràs ha anunciado que no piensa dimitir de su cargo de presidenta del Parlament. A su entender, de este modo defiende mejor la dignidad de la institución. Un argumento sorprendente, dado que no se la juzga por actos relacionados con su cargo actual, sino con otro anterior. Un pelín más sincera ha sido al afirmar: «No tengo intención de dar un paso al lado ante los que reclaman, con poca capacidad para disimular, que lo que quieren es apartarme de la vida política.» Eso sí resulta creíble.

La última triquiñuela de la señora ha sido pedir un juicio por jurados, algo que sencillamente no consta en el abanico de posibilidades reglamentarias de la Cámara catalana. La idea puede haber nacido del fértil caletre del defensor de Laura en estrados en el presente duro trance, el letrado Gonzalo Boye, que cuenta también entre sus clientes destacados a Carles Puigdemont y Sito Miñanco. Ustedes se preguntarán qué relación indefinible puede permitir juntar en el mismo bufete al prohombre con el narcotraficante, pero existe una respuesta imbatible: la Ley es igual para todos, y además lleva una venda en los ojos para evitar la acepción de personas.

En cuanto al olorcillo fétido que tal vez se esté insinuando en sus narices, no crean de ninguna manera en el testimonio de sus sentidos y abrácense al emperador Vespasiano, que fue el primero en afirmar que el dinero no huele: “Pecunia non olet”.

 

domingo, 3 de julio de 2022

ESA CURVATURA DE LA ESPALDA EN BUSCA DE LA POSTERIDAD

 

Venus o Afrodita Calipigia (de las hermosas nalgas), en su reconstrucción actual, en el Museo Arqueológico de Nápoles.

 

La Historia de la Belleza es siempre misteriosa, y en muchas ocasiones inverosímil. La belleza de las diosas conoció en un lapso de tiempo muy breve una revelación o apocalipsis completa, en el s. IV aC. Pocos años después de la Cnidia, y en su estela, Afrodita Calipigia atisba a la remanguillé, por encima del hombro, la perfección sin tacha de su posteridad. Para facilitar la inspección sostiene en alto el manto con una mano, y con la otra retira la túnica dejando al descubierto la parte decisiva de su cuerpo que desea inspeccionar.

El resultado es desarmante: una figura femenina focalizada en los glúteos, esa porción de la anatomía considerada por lo general apta todo lo más para un pellizco machista o un alarde fetichista, en comparación con otros ases de triunfo que puede poner en juego una mujer hermosa en la vieja competencia por la manzana de la discordia.

Esta Venus de tamaño más o menos natural (1,60 m) apareció en Roma en el curso de las excavaciones de la Domus Aurea, el palacio del emperador Nerón. Le faltaban la cabeza, los brazos y la pierna derecha. Los expertos la fecharon en la primera mitad del siglo II dC, aunque el “tipo” se remonta a una época muy anterior, el arte helénico del s. IV aC. La pieza fue comprada en 1594 por la familia Farnese, y, con el añadido de una cabeza adecuada, fue mostrada en Villa Farnesina.

En 1786 la Venus viajó hasta el Museo de Nápoles con toda la Colección Farnese, y en 1789 el artista Carlo Albacini la recompuso en la forma en que se exhibe ahora.

Todo es divino, incluso lo inesperado; toda la materia tiembla al unísono cuando la perfección se alcanza. Las diosas no tienen cara B, y la vibración de su perímetro anatómico no registra rincones de baja intensidad. Es la última enseñanza de la estética helénica antigua: presentado con el debido respeto, ningún rincón del cuerpo es digno de menosprecio.