sábado, 31 de octubre de 2020

NUEVAS FORMAS DE FILIBUSTERISMO

 


Ayuso, Mañueco y Page, de derecha a izquierda, reunidos en Ávila (foto, ConSalud.es)

  

Lo que cuentan Mañueco y Page de su reunión en Ávila con Díaz Ayuso, da que pensar. Se trataba allí del confinamiento perimetral de las comunidades de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Madrid, que queda encerrada entre las dos anteriores como los calamares en el bocadillo. La coordinación del bloque geográfico compacto a efectos de pandemia y el consenso de todas las partes en las medidas eran condición indispensable para la eficacia del operativo que debía montarse. Page y Mañueco expusieron sus argumentos y discutieron sobre los procedimientos, mientras la lideresa madrileña ejercía de convidada de piedra. Solo pidió para sí misma ser la última en hablar en la rueda de prensa, lo que lógicamente le fue concedido, tanto por galantería como por el peso de la Comunidad madrileña en el subconjunto allí reunido.

Acabada la discusión con acuerdo aparente de las partes, Ayuso fue un momento al baño antes de la rueda de prensa. No tuvo que explicar nada a nadie, sin duda en su bolso llevaba alguna chisma (“device” lo llaman en inglés) que permitía la escucha de lo que se había ido poniendo encima de la mesa, desde algún lugar remoto. Recibida la oportuna consigna por el móvil, Ayuso procedió disciplinadamente a reventar el consenso intercomunitario y la rueda de prensa de paso.

Despuntan nuevas formas de filibusterismo político. De la máxima buenista “lo importante es remar juntos en la misma dirección”, se está pasando a “lo esencial es reventar lo que hacen los otros, aunque hacerlo no sirva para nada”. Trump actúa de ese modo. La “trumpolítica” es una especie de marca de fábrica de una determinada forma de hacer, profundamente antidemocrática pero que rinde a las formas de la democracia el homenaje de la hipocresía.

El gobierno Sánchez no debe esperar gran cosa, entonces, de posibles consensos con Casado, con Lesmes o con los cabecillas del “prusés”. El consenso no es un valor político en sí mismo, porque en sí mismo, es decir desnudo de programa y de objetivos, dibuja un equilibrio estático que tiende al inmovilismo absoluto, y el inmovilismo es el oscuro objeto del deseo de quienes detentan posiciones de poder, cualquier clase de poder. Miren las declaraciones recientes de Felipe González. Ese hombre anhela ─ desesperadamente─ volver al año 1985. Querría que la correlación de fuerzas fuera la de entonces, que su partido fuera el mismo de entonces, y querría ser él mismo el que fue y ya no es, el gran timonel que señala el rumbo a seguir. Lo mismo cabe decir de Aznar, trasladando la fecha correspondiente al año 2000.

Los objetivos de la política no surgen del consenso entre las corrientes de opinión, nunca, ni en el más pacífico de los supuestos. Siempre proceden de las expectativas y las reivindicaciones de los distintos grupos sociales, por lo común confrontados entre ellos. Las instituciones abandonadas a sí mismas tienden por inercia a reafirmarse y a perpetuarse. El consenso válido aparece en todo caso después de fijados sus objetivos por cada partido en cuanto que representante de un bloque social; y hay que establecerlo, a partir del análisis concreto de cada cuestión concreta como dejaron dicho nuestros maestros, con los votos eficientes disponibles en un parlamento. Cualquier otra cosa es palabrería, en el mejor de los casos.

En el caso peor, nos encontramos con este tipo de torpedeamientos llevados a cabo incluso contra propuestas de conmilitones (Mañueco) o casi conmilitones (Page). Por nada, sin objetivo ninguno, de forma gratuita, por simple mala fe.

 

viernes, 30 de octubre de 2020

«LA GUARDIA MUERE PERO NO SE RINDE»



El general Cambronne en la batalla de Waterloo, según una estampa popular (fuente, Alamy Stock Photo)

 

Según la versión oficial, las palabras que constan arriba fueron la respuesta del general Pierre Cambronne a su homólogo británico Charles Colville, cuando este le conminó a rendirse en una situación desesperada.

Circula sin embargo por los mentideros populares una versión distinta, que fue recogida por Victor Hugo en “Los miserables”. El general francés, marcial y lacónico, habría respondido simplemente «Merde». Dejo sin traducir la expresión francesa para no herir los castos oídos de mis lectores/as.

La cosa ocurrió en Waterloo, lugar de Bélgica donde siguen dándose como hongos las dobles versiones de frases históricas. Carles Puigdemont, el emperador destronado que en la actualidad se ha atrincherado allí, habrá exclamado seguramente “Merde” (quizás “Merdé”, que tiene resonancias más nostradas) a la noticia de la detención, por un delito presunto de malversación, de algunos componentes fieles de su Vieja Guardia (Vendrell, Madí, Soler, Alay), tan solo horas después de la defenestración de otro incondicional del puigdemontismo, Eduard Pujol, el hombre de la vara alta en todos los sentidos.

Pero tal vez lo que dijo exactamente Carles Napoleó Puigdemont fue, atención a los matices: «La Guardia merde, pero no se rinde.»

Lo de que no se rinde, está muy claro. Jordi Puigneró, el hombre de la patria virtual, augura la creación de una Agencia Espacial catalana (virtual, por supuesto), que pondrá en órbita el año que viene dos satélites de comunicaciones, que si no son enteramente virtuales también, habrán sido comprados por cuatro cuartos en un mercado persa, ya que Catalunya no cuenta con suficiente I+D+i en este terreno. Los cohetes que impulsarán a los dos satélites en cuestión, lucirán probablemente los colores de la enseña de la patria, de modo que dejarán en el cielo una estela estelada, para admiración del concierto de las naciones.

Todo ello precisa de una financiación adecuada, pero en ese terreno la Vieja Guardia es insuperable. La inversión solicitada al Estado que nos roba para combatir la pandemia podría canalizarse en parte, con prudencia, hacia estos otros objetivos más grandiosos y simbólicos; y el resto se conseguiría a partir de una discreta rueda de favores a empresarios patriotas, que pagarían con gusto la comisión establecida.

La imputación de la banda de los cuatro es una putada, en un momento delicado para los altos, estratosféricos, destinos de la patria virtual. Pero no se desesperen: la Guardia está dans la merde, pero no tiene la menor intención de rendirse.

  

jueves, 29 de octubre de 2020

EL TEXTO Y EL CONTEXTO


Javier Aristu, primer promotor y principal artífice de ‘Pasos a la Izquierda’, en Sevilla 2018.

 

Esta mañana ha aterrizado en la “nube” el número 20 de la revista digital “Pasos a la Izquierda”. Podría ser el último, nos advierten sus editores, Javier Aristu y Javier Tébar; ellos, advierten, no pueden seguir asumiendo la tarea de editar un instrumento tan complejo, en unos tiempos tan revueltos y en situaciones personales complicadas. Les comprendo mejor que nadie; estuve desde el principio y hasta hace poco en su lugar y a su lado.

«Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía», escribió Gustavo Adolfo Bécquer. De forma similar, se seguirán dando pasos a la izquierda con una gran ambición y sin ningún dogmatismo, por más que añoremos mucho, si finalmente se desvanece («como la llama, como el sonido, como la niebla, como un gemido del lago azul»), el amplio y heterogéneo contenedor de propuestas y de estudios que ha sido la revista en el panorama de los cinco años últimos.

Más vale no anticipar duelos. El número 20 de Pasos muestra una gran vitalidad en sus contenidos. Hay mucho donde elegir, muchas horas de lectura provechosa, a poder ser con lápiz y bloc de notas a mano.

Está en primer lugar el acercamiento a las elecciones de noviembre en Estados Unidos, en forma de dossier que analiza sucesivamente los antecedentes remotos, los condicionantes más próximos y la cruda realidad actual de un proceso electoral que nos concierne a todos. Un modelo de método y de perspectiva.

Pero quiero señalar en particular otros dos textos, ejemplares por la forma de abordar las tareas urgentes de una política con objetivos.

Son la entrevista a Joan Benach sobre la pandemia, y el ensayo de Antonio Baylos sobre las medidas laborales emprendidas por el Gobierno y su posible colofón en un futuro Estatuto de las personas trabajadoras para el siglo XXI.

En los dos casos, se da una correlación estrecha entre el texto y el contexto, de modo que se tantea sobre todo lo que aparece como nuevo en una realidad actual ampliamente considerada, a fin de sentar las bases necesarias para la “previsión” de un futuro que aparece en buena medida como imprevisible.

Ese es el método, en los dos casos. Se parte de una crítica clara de lo que se ha hecho o se está haciendo mal, y de lo que no debe hacerse. Se ofrece una argumentación documentada de por qué sería indeseable abordar los acontecimientos relacionados con la pandemia sanitaria mediante una política puramente mecanicista, de frenazo y marcha atrás. Antes de febrero de 2019 ya existía una pandemia social necesitada de remedio urgente; rebobinar la película de lo ocurrido desde entonces no tendría sentido. Mucho más fructífero es analizar al microscopio todo lo que ha ocurrido, el texto y el contexto de la pandemia en unas sociedades sometidas al ultraliberalismo. Lo queramos o no, el mundo como es da señales inequívocas de agotamiento, y el cambio se hace necesario. Volver atrás en un momento así sería distopía. Benach y Baylos hacen en sus intervenciones un esfuerzo serio para mirar adelante, con el objetivo de hacer funcional el mundo realmente existente, sin referencias inútiles a lo que existió tiempo atrás y cuyo funcionamiento, hoy ya imposible, tanto nos gustaba a todos.

Les deseo buena lectura. Cliquen aquí: https://pasosalaizquierda.com/sobre-la-pandemia/, y https://pasosalaizquierda.com/un-estatuto-para-el-siglo-xxi/

  

miércoles, 28 de octubre de 2020

EL ARRULLO AMENAZADO DE LAS TÓRTOLAS


Pareja de tórtolas (fuente, elDiario.es)

 

Indiqué hace un par de años, en este mismo “blog-balance-personal-de-cuentas-pendientes”, que uno de los elementos que hacían reconocible para mí una patria particular es el canto de las tórtolas al despuntar el día (1). Ese sonido me llega diariamente aquí en Egáleo, donde las tórtolas ocupan sin complejos las calles y su revoloteo de árbol en árbol es un espectáculo cotidiano; pero también durante la pasada primavera de confinamiento en Barcelona, la pacificación del tránsito rodado y el menor alboroto en las calles desiertas del Eixample permitieron que se acomodaran algunos ejemplares en el interior de nuestra manzana. Carmen puso en un rincón de la terraza montoncitos de alpiste, y desde ese momento las tórtolas agradecidas vinieron a visitarnos. Son pájaros de formas aerodinámicas, plumaje vistoso de un color gris perla, y vuelo elegante. Un paradigma de civilización y armonía del género humano con la naturaleza a la que pertenece.

Ahora la vicepresidenta cuarta del gobierno Teresa Ribera se dispone a prohibir su caza en España, con base en la declaración europea de la Streptopelia turtur como especie protegida dada su especial vulnerabilidad. La Real Federación Española de Caza ha calificado de desleal la iniciativa de Ribera.

Desleal, ¿a qué exactamente? En los últimos años los cazadores le han dado gusto al gatillo abatiendo una media cercana a los 800.000 ejemplares anuales. El censo de tórtolas europeas ha quedado reducido al 40% del existente en los primeros años del siglo.

Ribera ya había incurrido en las iras de la Federación al prohibir los perdigones de plomo que se abatían como un vendaval sobre los humedales, envenenando las aguas y matando a las especies que dependen de ellas. Se trata en ambos casos de directivas europeas, y está en marcha un expediente sancionador a España por hacer caso omiso en años anteriores de tales limitaciones. La culpa de la omisión recae en los gobiernos autonómicos (salvo muy honrosas excepciones), a los que corresponde elaborar las directivas correspondientes. No es un caso aislado este desentenderse de sus competencias por parte de las autonomías, que solo despiertan de su sopor rutinario para reclamar más financiación del gobierno central.

En este país somos grandes amantes de la naturaleza: la caza y los toros son los dos indicadores por excelencia de ese amor un tanto siniestro. Aquiles, según cuenta Homero en la Ilíada, se enamoró de Pentesilea, reina de las amazonas, en el momento mismo de atravesarla de parte a parte con su lanza. Aquiles podía haber sido español. Aquí el amor parece exigir el exterminio del ser amado. La base filosófica de una norma de conducta tan reiterada puede ser un sentimiento trágico de la vida, como apuntó Unamuno, o la idea faraónica de que el soberano se instala en su tumba con todas sus posesiones, de modo que el mundo y la variedad de la naturaleza se transforman en su entorno hasta quedar reducidas a un mausoleo cerrado que solo contiene cadáveres embalsamados.

Post-data.- Este post lleva post-data porque hace el número 2000 de mi blog; la cifra no tiene más significado que el de su mismo volumen, pero invita a una celebración con mis lectores. Lo previsible es que el número de entradas no crezca mucho más, de modo que os invito a brindar juntos por el éxito de haber llegado por lo menos hasta aquí.

 

(1) Ver http://vamosapollas.blogspot.com/2019/05/tortolas.html

 

martes, 27 de octubre de 2020

LA ADORACIÓN DEL SANTO POR LA PEANA COMO PREBENDA ANEJA AL CARGO



Fred McMurray y Shirley McLaine en un fotograma de ‘El apartamento’, de Billy Wilder, 1960. (Fuente: alamy stock photo)

 

La muy reciente neoformación política de JxCat ha reaccionado con rapidez a la denuncia de acoso sexual presentada por un número no conocido de trabajadoras de dicho partido político contra el portavoz parlamentario Eduard Pujol. Este ha sido dado de baja “cautelarmente” de sus cargos y borrado del listado de militantes, y afrontará en solitario el eventual paso por estrados de su conducta impropia.

No es un tema para reírse, ni por lo demás señala a la formación, sin más, como una “colla de degenerats”. La depredación sexual masculina basada en una preeminencia jerárquica de orden económico, religioso o simplemente factual, sobre personas vulnerables, es una constante bien tipificada en las estadísticas. Se da en todas las organizaciones basadas en la jerarquía, en las iglesias y sectas religiosas, en los ejércitos, en las organizaciones políticas, en los colegios y las universidades, entre maestros y aprendices de diversos artes y oficios. Entre los griegos, era un hecho conocido y consentido la relación sexual directa entre el maestro de cualquier disciplina y su discípulo predilecto. Ese hecho que ahora nos parece repugnante era visto entonces como un simple rito de iniciación.

No lo digo para exculpar a Pujol. Todo lo contrario. A falta de datos esenciales que desconozco, me da la sensación de que su caso se sitúa en el terreno del señor Ramon de la canción con las criadas, o bien que ha llevado un paso más allá la conocida filosofía del tres por ciento: yo he hecho algo por ti, y a cambio te reclamo como compensación una ínfima parte de tu vida sexual.

Quien actúa de ese modo no suele sentir escrúpulos morales, todo es muy matter of fact. En el argot negocial del derecho romano, un do ut des. El decoro debido hace que nunca se cite de forma expresa una cláusula no baladí del contrato no escrito: “si tú te niegas a cumplir tu parte, yo me desentiendo asimismo de mis obligaciones voluntariamente asumidas hacia ti.” Pero esa cláusula de estilo, siempre sobreentendida, es una espada de Damocles pendiente sobre la segunda parte contratante, que, colocada siempre en el filo del abismo del desempleo o de la ruina de sus ilusiones, se resiste a caer en él por puro instinto de supervivencia, aceptando a cambio otros muy cuantiosos daños morales capaces de torcer su vida de forma irreversible.

Vean ustedes El apartamento, película de Billy Wilder, para percibir en todos sus matices la “estrategia de la araña” utilizada por el depredador sexual, interpretado por Fred MacMurray, y los desastres que provoca en sus víctimas.

  

lunes, 26 de octubre de 2020

VIENTO EN LAS VELAS

 


Bergantín español (fuente: Todo a babor).

 

La moción de censura de Vox se ha situado en el calendario entre las elecciones de Bolivia y el referéndum constitucional de Chile. Los tres acontecimientos tienen, a lo que entiendo, un denominador común. Es este: existen todavía enormes dudas acerca de lo que quiere la “gente”, esa abstracción simplificadora. Pero está cada vez más claro lo que “no” quiere.

Ni a la señora Áñez, ni la Constitución de Pinochet, ni las recetas para ser felices que nos proponía Santiago Abascal. Han sido tres revolcones sucesivos a un modo, parecido en los tres casos, de entender la vida y la política. En dos de ellos, ha intervenido el termómetro infalible del voto popular; en el tercero, se ha dado una mayoría parlamentaria con cifras inéditas en muchos, demasiados años.

Entre los comentarios a la moción de censura ha habido de todo. En general, predomina en los medios y entre algunos tertulianos la idea peligrosa de que Casado se ha “regenerado”, que ha “roto” con la ultraderecha. No me parece cierto. Como concesión a quienes piensan de modo distinto en este asunto, diré que no me parece cierto “aún”. Falta la prueba del algodón. Demasiadas fintas lleva el artista para que le demos sin más esta última por válida y valiosa.

Lo cierto, con todo, es que por una vez Casado se ha inclinado en favor de una corriente muy profunda de opinión, y lo ha hecho arropado por un aplauso cerrado como nunca de los suyos. Vox no está para el desguace después de la censura a su censura, pero ha perdido mucha capacidad de fascinación ante el electorado de derechas. Su fuerza principal ha quedado reducida a determinados cenáculos protogolpistas: ciertas salas de banderas, redacciones de algunos medios de opinión, sacristías…, lugares mal ventilados, en una palabra, donde gentes marginales entretienen sus ocios en elucubraciones de muy mala digestión.

Conviene tener en cuenta, mientras tanto, que la pandemia arrecia de nuevo, que entramos en un segundo estado de alarma y que la batalla por los presupuestos generales del Estado va a ser cerrada, porque los intereses reales de los grupos sociales están muy encontrados.

Hay viento en las velas, sin embargo, para impulsar una política distinta de aquella ejemplificada años atrás por el señor de Pontevedra. Se convoca a los dubitativos, a los indecisos, a los indignados y los hipercríticos, a tirar también del jodío carro que se ha atascado. Hay tarea para todos, hay mucho que reclamar, que recuperar y reivindicar. Tenemos sin duda ideas muy distintas sobre lo que queremos, pero va quedando claro lo que no: el paradigma de la desigualdad, de la precariedad, del egoísmo privatizador, de los derechos restringidos y los privilegios exclusivos.

Es hora de levar el ancla y salir de las aguas estancadas hacia mar abierto.

     

domingo, 25 de octubre de 2020

DEL ALGORITMO A LA PROFECÍA

 


El profeta Jeremías y yo de charleta, en el pórtico de la abadía de Moissac.

 

Es verdad que nadie supo ver venir el tsunami del covid y las dimensiones que adquiriría. Ni la primera ola, ni la segunda. Cuidado, nadie puede poner la mano en el fuego de que no vengan detrás una tercera y una cuarta. El futuro no está en los escritos, y menos aún en los algoritmos, que solo registran lo que ha ocurrido y estudian los inputs desde la suposición de que lo que viene será más o menos igual a lo anterior. Así se profetizó el fin de la Historia. Lo hizo un piernas que se ha hecho famoso como profeta a partir de esa profecía monumentalmente errónea.

Jorge Manrique sentenció: «Si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado.» No le crean a pies juntillas, él estaba pensando en otra cosa, en leyes naturales que sí son inmutables y es vanidad pretender ignorar. Escuchen en cambio a Heráclito: «Si no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue, porque es misterioso e indescifrable.»

Heráclito tiene razón. Y como es imposible esperar lo inesperado, dada su condición de indescifrable, lo único sensato es prevenir el futuro a partir de la seguridad siempre precaria de disponer de una capacidad de reacción suficiente contra las contingencias. Eso es, definido en una sola frase, el verdadero progreso.

Y eso es justamente lo que no se ha hecho en este país después de la primera oleada del covid, y lo que tampoco se está haciendo ahora que la segunda ha superado ya las dimensiones de la primera. No se ha progresado, no se ha invertido en la prevención de lo inesperado sino en preparativos para un retorno precipitado, cuanto más deprisa mejor, al terreno conocido de lo esperable.

Se toman los contagios como una anomalía en relación con una normalidad descrita por los algoritmos a partir de los inputs almacenados en años pasados. “La pandemia pasará”, dicen los entendidos. “Fijo que llegará una vacuna”. Lo que se prepara, entonces, es la “normalidad” de una post pandemia en la que las cosas volverán a ser tranquilizadoramente como antes, y habrá que preocuparse por hacer crecer el PIB y por atender con esmero al turismo de masas que volverá a abarrotar nuestras costas y a consumir copas tardías en los bares after hours. Se piensa en una post pandemia en la que volverán a sobrar camas de hospital y los/las profesionales de la medicina y los cuidados se verán obligados/as a emigrar para buscarse la vida porque este país volverá a ser el mejor de los mundos, la maravillosa tierra de Oz solchaguiana donde quien no se enriquece es porque no quiere.

Jeremías, un bloguero de época antigua, fue perseguido de forma implacable por los reyes de Judá. Joaquim hizo quemar su libro, primero, y Sedecías le condenó a muerte después, debido a que anunciaba el sometimiento inminente del país a las naciones del Norte (los babilonios), debido a la mala política. Nabucodonosor hizo finalmente buenos los pronósticos de Jeremías al invadir Israel, y desde entonces se tiene a este último por profeta inspirado por Dios.

No sé si eventos tan arcaicos están incluidos en los inputs que definen las expectativas de nuestros mercados globales, pero el paralelismo con nuestra situación actual es llamativo. Nuestras autonomías ultraliberales siguen emperradas en no invertir donde sería necesario, lapidan desde los medios de desinformación a quienes anuncian calamidades, y reclaman del Estado al que aborrecen el maná abundante que precisan para seguir en los mismos asuntos en los que estaban.

Jeremías y yo avisamos: el socavón crecerá aún más si no se aplica, en lugar de parches Sor Virginia, un remedio sustancial y sostenible a largo plazo.

Palabra de ¿Dios?

 

sábado, 24 de octubre de 2020

NO SE OLVIDEN DE BRAURON

 


Niña llevando un conejo como ofrenda a Ifigenia, Museo de Brauron (fuente, Hortus Hesperidum)

 

Si ya han visto la Acrópolis de Atenas y las ruinas de Olimpia y de Festos, las columnas del templo de Sunion y los relieves funerarios del Keramikós, los restos ennegrecidos de la boca del Hades en Eleusis, y tantos otros vestigios de un esplendor cultural desvanecido para nuestra civilización posmoderna, guarden aún unas pocas horas de su próxima visita a Grecia para visitar el templo de Ártemis y el pequeño museo de Brauron, Vravrona en la transcripción actual en griego moderno.

La historia de Brauron empezó con el estropicio que marcó el inicio de la expedición a Troya. La flota no podía salir del puerto por vientos contrarios, y los augures informaron al rey Agamenón de que los dioses solo se aplacarían si les sacrificaba a su hija Ifigenia.

Ustedes saben lo que es la razón de Estado, y el peso que tiene en las decisiones políticas de los “héroes”. Ifigenia era la niña de los ojos de Agamenón, pero de todos modos decidió sacrificarla, por compromiso con los guerreros aliados que habían venido a apoyarle en su venganza contra los raptores de Helena.

Ahí entró en juego la rebeldía de la diosa feminista Ártemis, como muchos siglos más tarde aparecería el discurso subversivo de Antígona en contra de las leyes inicuas de unas ciudades regidas por varones. Ártemis capturó a una cierva, dio el cambiazo con la víctima sacrificial prevista, raptó a Ifigenia mediante una nube utilizada como cortina de humo, se la llevó a su templo de Táuride y la designó su sacerdotisa.

La ley de las mujeres, sin embargo, puede ser tan cruel como la de los varones. Ifigenia se vio en el trance de tener que sacrificar en el altar de la diosa a un extranjero errante que había transgredido los límites sagrados del templo, y reconoció en el cautivo a su hermano Orestes. Orestes huía de las Furias después de haber dado muerte a los matadores de su padre, incluida su madre Clitemnestra (la historia de los humanos es siempre así de terrible en el mundo antiguo, que es aún en alguna medida el nuestro).

Ifigenia pidió a la diosa clemencia para Orestes, y la diosa le concedió lo que pedía. Los dos hermanos transgresores regresaron juntos y a escondidas al Ática, con el encargo de levantar allí un templo a Ártemis y hacerle sacrificios.

 



El templo de Ártemis en Brauron.

 

Ese templo es Brauron, en la costa oriental del Ática. Ifigenia pasó allí el resto de su vida, y ganó fama como sanadora. Los enfermos peregrinaban a Brauron con ofrendas para obtener su curación. Ifigenia creó, además, una escuela para niñas, a las que enseñaba costura, rudimentos de medicina y otras artes con el fin de que fueran útiles a la sociedad en la que vivían. Cuando una mujer moría de parto, los parientes tenían por costumbre donar todos sus vestidos a la escuela de Brauron, que los reciclaba de distintas maneras.

A su muerte, Ifigenia fue enterrada en el recinto sagrado, a la sombra de un árbol frondoso, y desde entonces se convirtió en una eficaz mediadora entre el mundo de aquí abajo y el “otro” mundo de ultratumba.

El trasfondo cultural de Brauron, entonces, es inequívocamente helénico, pero no el de los héroes, sino el de los dolientes que acudían allí con la esperanza de recuperar la salud, llevando seres vivos como ofrenda ─conejos, cabritos, palomas─, y dejando después, en agradecimiento por los favores recibidos, ex votos esculpidos en piedra, en los que no aparece el estilo sublime de un Fidias al retratar a Zeus, a Heracles o a Atenea, sino las formas sencillas y desprovistas de majestad de niños, ancianos y mujeres.

Ese punto de vista particular, la otra cara de la moneda griega por así decirlo, da un encanto especial al Museo de Brauron, que además exhibe algunos relieves asombrosos, de una calidad artística no inferior a la de los más conocidos y reproducidos en las guías. No olviden Brauron cuando, superada por fin la alarma actual, vengan la próxima vez a visitar Grecia.

 


Niño con un pato, Museo de Brauron.

 

viernes, 23 de octubre de 2020

NO ES TIEMPO PARA APOSTOLES

 


Bartolomé Esteban Murillo, ‘Conversión de san Pablo’, Museo del Prado.

 

En tiempos de los santos apostoles

había unos hombres tan barbaros

que se subían a los arboles

y se comían a los pajaros.

(POPULAR)

 

La moción de censura ha deparado a nuestra pareja particular de santos apostoles una suerte desigual, si bien adversa en ambos casos. El santo apóstol Pablo tuvo un tropezón de cuidado que no le impedirá, no obstante y según todos los pronósticos, proseguir su camino a Damasco.

Al santo apóstol Santiago, en cambio, no cabe duda de que con la moción le han fabricado un sepulcro a medida.

¿Qué se esperaba ese hombre? Salió de sobrado, echando venablos por la boca y atizando estopa a todo lo que se movía, amigo o enemigo. Fue correspondido en la misma medida. No había imaginado, ha dicho, un ataque tan personal de su colega, a pesar de que le había tratado de calzonazos. “Hasta aquí”, vino a ser la respuesta del apóstol Pablo.

Los medios adictos a bronca se han apresurado a declarar a Casado ganador de la moción de censura. Es siempre la misma miopía: solo ven lo que quieren ver. Casado no ganó nada en el debate, se limitó a sofocar un motín a bordo. Él es el boss en el OK Corral, pero en Tombstone no es nadie.

El gobierno de progreso ganó en el relato, en el discurso contenido con el que orilló la trampa saducea, y en la imagen de serenidad y solvencia. El portavoz del PNV se equivocó al considerar aquello una “patochada”: el respeto a la sede de la soberanía nacional ha de defenderse en toda ocasión con las armas de la palabra y de la pedagogía, no con el menosprecio.

Me enamoró en particular la intervención de Aina Vidal (nadie olvide que Abascal la calificó de “florero del macho alfa”, hay pequeñas infamias que definen a un personaje mejor que la bandera en la que se envuelven). Aina nos recordó la situación en la que nos encontrábamos diez meses atrás, cuando ella hubo de interrumpir un tratamiento médico para estar presente en el hemiciclo porque su voto era indispensable. Y habló, no solo de la responsabilidad en el ejercicio de un mandato público, sino además de la vida, de la libertad, de ser dueños de nuestros propios miedos, de la alegría, del amor.

Ese es el perfume de la política auténtica, desconfíen de las imitaciones. Por ese camino y con esa fuerza interior vamos ahora a la aprobación de los presupuestos y a la elección justa y proporcionada del poder judicial que nos merecemos y nos están hurtando los apostoles y sus lesmes.

  

miércoles, 21 de octubre de 2020

AQUELARRE


 El Congreso de los Diputados.

 

… y en la cripta sentí sonar cadenas

Y rebullir de fieras enjauladas.

Antonio MACHADO, ‘Soledades’

 

Ayer en el Congreso de los Diputados, el ponente Santiago Abascal, pidió al PP su apoyo para formar un frente que derribe al gobierno “criminal”; y a continuación, en su respuesta a la moción de Vox, el presidente del gobierno así descalificado, Pedro Sánchez, pidió al mismo PP un respaldo explícito a la democracia frente a agresiones como la de Abascal, inequívocamente fascistas.

Hoy asistiremos al desenlace del aquelarre del que estamos siendo espectadores de primera fila, pero lo presumible es que Pablo Casado, líder del PP, no haga ni una cosa ni la otra.

Vox ha salido de las entrañas mismas del PP, y el PP espera aún recuperar a esa franja de votantes para su causa. Casado navega en una indefinición hamletiana: ser y no ser Vox al mismo tiempo. Su ambición última se resume en asumir los residuos del franquismo sociológico, que disfruta aún de anclajes potentes en unas capas medias bien pensantes, ideológicamente desarmadas y económicamente depauperadas; y combinar ese “capital” heredado con las expectativas diferentes de una derecha acaudalada y conservadora pero respetuosa con las formas externas de la democracia representativa. El “mix” que busca Casado adolece, sin embargo, de una cierta fusión o confusión entre los tres poderes del sistema democrático clásico o fetén: el ejecutivo, el legislativo y, ay, el judicial. Los cuales, según la doctrina consagrada, deberían contrapesarse entre ellos.

Ayer la mayoría de las fuerzas políticas presentes en el Congreso firmó un manifiesto en favor de la democracia, frente al fascismo recurrente de Vox. No lo firmaron el PP ni Ciudadanos. Las razones del PP están claras: desea absorber y “blanquear” desde el punto de vista democrático a Vox, y tener bien guardada en la caja fuerte de Génova, como recurso último para los días de penuria, toda esa potente carga explosiva de odio, de racismo y de menosprecio al pueblo llano.

Las razones de Ciudadanos, ellos las sabrán. Lo cierto es que están junto a PP y Vox en varias coaliciones que gobiernan comunidades autónomas. Han dado algún paso tímido para desmarcarse de las cloacas, pero ¿de verdad piensa Inés Arrimadas que es posible situarse en una posición de equidistancia en este tema crucial? ¿Jugar y no jugar al mismo tiempo en el terreno que propone Vox al país?

La respuesta, y el desenlace de la intriga, se sabrán hoy mismo.

 


 


PEPE MUJICA Y CINCINATO

 


Pepe Mujica en su casa.

 

José Alberto Mujica, Pepe para los amigos, abandona el Senado de Uruguay. “¿De qué le acusan?”, sería la pregunta inmediata si no conociéramos a la persona de que se trata.

No le acusan de nada. Ha sido presidente del país, ha cumplido con nota su mandato, su partido le puso en el Senado, es ya muy mayor (85 años) y tiene que atender el trabajo de cada día en su hacienda rural: las cosechas, los ordeños, esas cosas. Pepe Mujica vive en un mundo en el que no existen las puertas giratorias ni las pensiones vitalicias. Un mundo raro.

Para encontrar un precedente de una conducta tan estrafalaria, quizá tengamos que remontarnos al siglo V antes de Cristo. Apurado por la amenaza de los ecuos, que venían sobre la capital armados hasta los dientes y con las intenciones del Beri, el Senado romano decidió que el hombre de la situación era Lucio Quincio Cincinato, general de gran prestigio pero ya retirado de la milicia.

Los representantes enviados por el Senado encontraron a Cincinato arando un campo, y le ofrecieron allí mismo el título extraordinario de “dictador”; en otras palabras, pusieron en sus manos todos los poderes de la república. Cincinato dejó de inmediato sus tareas, cabalgó para ponerse al frente de la hueste y derrotó a los ecuos en una campaña relámpago que duró exactamente dieciséis días. Luego dejó a sus lugartenientes al frente del ejército y corrió a presentarse ante el Senado para pedir la revocación de sus poderes. “¿Por qué tanta prisa?”, le preguntaron los senadores. Y él respondió: “Tengo un campo a medio arar.”

Servicio público a secas, sin prebendas concomitantes. No ha habido muchos Cincinatos en la historia. Pepe Mujica recoge el testigo con honor, veintiséis siglos más tarde.

 

lunes, 19 de octubre de 2020

"AÚN NO HEMOS GANADO NADA"

 



Jugadores del Barça durante un partido (fuente, FC Barcelona)

 

Ronald Koeman, entrenador del FC Barcelona, ha dicho ayer que su equipo «no es el máximo favorito para ganar la Champions». Una constatación un punto nostálgica, que puede llevarse incluso más allá. De hecho, este año el Barça no es ni siquiera “uno de los favoritos” para ganar la competición europea. Deberá conformarse con la posición de outsider e intentar hacer bien los deberes, “partido a partido”, como indica la libreta de Simeone.

Uno añora aquellas primaveras apenas despuntadas en las que el equipo circulaba de líder por la Liga a nueve puntos o así del segundo en la tabla, estaba clasificado para la final de la Copa, y afrontaba esperanzado las semifinales de la Champions. Entonces salía el míster (por lo común Pep Guardiola o Luis Enrique) y manifestaba: «Cuidado, aún no hemos ganado nada.»

La clave estaba en el “aún”. Todos lo entendíamos, cruzábamos los dedos y nos guiñábamos un ojo. Hay que espantar a la mala suerte insidiosa.

Ahora emboca el país una nueva moción de censura. En toda la historia de nuestra joven democracia solamente una prosperó, y es improbable que la suerte se repita en esta ocasión.

Y eso que, según algún amigo, este es “el peor gobierno de la democracia”. Sí, ¿por qué no? Yo haría sin embargo la misma matización de Winston Churchill, creo que fue, aunque he leído la atribución de la misma frase a varios otros estadistas, entre ellos Clemenceau. La frase es: «La democracia es el peor sistema de gobierno, exceptuados todos los demás.»

Pues bien, yo afirmo que el de ahora es también el peor gobierno de nuestra democracia, exceptuados todos los demás.

Pero ojo, que aún no hemos ganado nada, y la moción de censura podría funcionar al modo de una trampa saducea.

(He tenido que mirar en google qué es una trampa saducea. Al parecer se trata de aquellas preguntas que le hacían los integrantes de la secta a Jesús Nazareno para luego criticarle, tanto si contestaba “sí” como si contestaba “no”. Del tipo de lo del tributo al César. Añade la wikipedia que los saduceos desaparecieron después del siglo I dC, pero los hay que siguen vivos y en excelente forma.)

Me refiero con esto a que los números de la moción están atados, y nadie hará costado a Vox en su navegación en solitario. Pero los mecanismos parlamentarios no son sencillos en ningún caso, y las cuestiones de imagen importan muchas veces más que la aritmética. La moción no va a ser intrascendente: para Fra Casado será una reválida tal vez insuperable sobre el problema del liderazgo de la oposición; para Ciudadanos, un ser o no ser alguien en una coyuntura que les arrastra aceleradamente hacia el tacho de basura de la historia; para los grupos nacionalistas, una piedra en el zapato en el mejor de los casos; y para el gobierno de progreso, una excelente ocasión de centrarse en su programa y hacer pedagogía.

La tentación de zascas brillantes reproducibles en twitter estará ahí de forma permanente; habrá en el redondel payasos con mucho oficio para provocar la bofetada sonora y el regocijo del respetable. Pero el público siempre se sitúa sentimentalmente del lado del Clown de la narizota y en contra del Augusto vestido de lentejuelas, con la cara enharinada y un acento circunflejo en la ceja.

Un exceso de arrogancia puede resultar contraproducente. Nada satisfaría más a la oposición que la aparición repentina de alguna grieta, siquiera mínima, en la coalición de progreso. El leitmotiv de la cantinela opositora en los últimos tiempos, más allá del espacio estricto del PP (González, Bono, Corcuera, Vargas Llosa…) ha sido la descarga de toda la artillería pesada sobre el líder de Unidas Podemos, que tal vez peca de un exceso de visibilidad mediática.

Sería conveniente juntar filas, prescindir de las arias de bravura en momentos intempestivos, y afrontar la moción con el espíritu de un equipo ambicioso y capaz de mostrarse a la altura de las circunstancias.

Desde la mentalidad del “aún no hemos ganado nada”.

 

domingo, 18 de octubre de 2020

JACINTA GRANDERN

 


Algunas actividades indispensables que inciden un 0% en el crecimiento del PIB de las naciones (fuente: Facebook)

 

La buena noticia es que existen dirigentes políticos como Jacinda Ardern, no son quimeras urdidas por mentes calenturientas. Jacinda acaba de renovar su mandato al frente del gobierno de Nueva Zelanda, con un 49% de los sufragios y mayoría absoluta en el Parlamento. Todos estamos de enhorabuena.

La mala noticia es que Jacinda vive exactamente en las antípodas de, pongamos por ejemplo, la Comunidad de Madrid.

Su línea política también está en las antípodas de la de Isabel Ayuso. Considera nada menos que la salud es lo primero, y en consecuencia va antes que la economía en cualquier escala de valores. Ayuso, por el contrario, estima que la economía es más importante que cualquier otra cosa, y quienes se contagien del virus que se jodan.

Estamos todos obligados a posicionarnos entre lo que representan los dos especímenes de la política. Se trata de una cuestión de prioridades, aquí no valen las equidistancias. Si su prioridad es el PIB, vote sin dudar con Ayuso; lo ha hecho un 27% de los compatriotas de la señora Ardern.

Si, por el contrario, cree que la salud pública es un patrimonio valioso y cualquier inversión para conservarla y mejorarla es rentable a la larga, mientras que, por el contrario, el PIB está construido con la sustancia con la que se fabrican los sueños, entonces su papeleta de voto lleva sin duda el nombre de Jacinda.

Me atrevería a sostener que en esta cuestión concreta anda enredado además un tema de género. O sea, hay más probabilidades de que sea usted jacindista si es mujer, y los ayusistas tienen más probabilidades de ser varones, a pesar de que Isabel no lo sea. Los ayusistas propenden a sostener con énfasis la teoría de que las mujeres nunca deberían salir de la cocina. Todo lo más les reservan un puesto en el mercado del pescado, como hizo Félix de Azúa con Ada Colau (Ada es jacindista o algo muy parecido, piénsenlo dos veces antes de criticarla por tantas razones a las que está expuesta/o hoy en día quien se atreve a aparecer en el escenario de la política).

Estamos en un paradigma económico y tecnológico nuevo, y cuanto antes espabilemos y comprendamos que no se puede hacer política al viejo modo, mejor nos irá. En la pandemia, y en otras cuestiones vitales como la descarbonización de la economía y la lucha contra el cambio climático.

Hasta don Mariano Rajoy incluido, la labor del político era facilitar la buena marcha de la economía, medida esta última por los progresos meramente estadísticos del PIB. Don Mariano fue un titán en esa tarea, ahí queda el tremendo desguace de derechos y garantías de toda clase que supuso su reforma laboral, por no hablar de la que estaba preparando para rematar la faena cuando le pilló por medio el carrito del helado de la moción de censura promovida por el que algunos llaman “Estado fallido”.

Hoy la política en el sentido recto de la palabra pasa por enfrentarse a la lógica del mercado, incluidos sus algoritmos y los inputs del PIB. «El mercado mata», es una advertencia que debería ir escrita obligatoriamente en todas las cajetillas de crecimiento económico. Lo usual ha sido, en el terreno del ultraliberalismo y hasta ahora mismo, controlar la política desde los mercados; pero el tema crucial, del que depende nuestro futuro, es controlar a los mercados desde la política.

No hagan caso de quienes sostienen que la política no sirve para nada y todos los políticos sobran. Son voceros de los mercados, probablemente pagados para difundir la maraña. La política sí sirve. Más aún, la política es la única vacuna eficaz conocida para evitar la expansión indiscriminada de la pandemia letal de los mercados.

Jacinda Ardern es la mejor demostración.

 

Recomendación.- Oigan, si no leen puntualmente todas las mañanas el blog “Metiendo bulla”, descarten ustedes la idea ficticia de estar bien informados. Miren, como botón de muestra, lo que viene esta misma mañana: http://lopezbulla.blogspot.com/2020/10/hablamos-de-geopolitica-desde-atenas.html

 

LA BELLA RAMNUNTE

 


Delante de las puertas de la ciudad.

 

En la punta nordeste del Ática, delante de la gran isla de Eubea y separada de ella por un brazo estrecho de mar y algunos islotes menores, se alza la que fue ciudad-fortaleza de Ramnunte y es hoy un yacimiento arqueológico tan bello como casi inaccesible. Desde Atenas no hay ninguna guía práctica que permita llegar hasta la entrada del yacimiento, salvo un GPS bien actualizado; y desde la taquilla de la entrada, siguiendo la llamada ‘Tafikí Odos’ o vía de los Sepulcros, hasta su objetivo final, el visitante se ve sometido a un ajetreo realmente duro.

Lo hicimos ayer dos “seniors” de postín, Carmen y yo, acompañados por la siguiente generación familiar. Los nietos se quedaron en Egáleo alegando compromisos impostergables con sus respectivas amistades.

 


Carmen junto a las ruinas del templo de Némesis.

 

A un lado, en el punto más alto de la vía de los Sepulcros, se alzan las ruinas del templo de Némesis. Las historias cuentan que el rey persa Jerjes, cuando llevó a cabo su desembarco en el Ática, descargó en ese lugar un gran bloque de mármol con la idea de labrar en él un monumento a la victoria que pensaba cobrarse sobre Atenas, dada ya por segura habida cuenta de los pronósticos unánimemente favorables de sus arúspices, similares a nuestras actuales encuestas de opinión.

Las cosas fueron de otra manera, sin embargo, y los escultores locales aprovecharon los mármoles abandonados allí para labrar una estatua de Némesis, diosa de la Venganza, que fue muy alabada por los críticos de arte de la capital.


 Vista de conjunto arqueológico desde las proximidades del templo de Némesis. Enfrente, un islote alargado; la isla de Eubea se adivina apenas, al fondo.

 

Desde el templo, el camino desciende de forma abrupta, en una especie de torrentera, hasta las puertas de la ciudad. El lugar está muy bien conservado. La vía principal sube entre diversos grupos de edificaciones hasta un altozano donde se ubican, en tres escalones sucesivos del terreno, el gimnasio, el ágora-teatro y la acrópolis. El teatro no tiene gradería; tan solo algunos sitiales alineados, en los que se sentaban los notables de la ciudad.

Ramnunte contaba con dos puertos, en realidad dos entrantes de la costa rocosa y abrupta en los que se podían varar todo lo más cuatro o cinco barcas trirremes. Era bastante, en aquellos tiempos, para asegurar la vigilancia del estrecho.

La visita fue muy completa, pero extenuante para mí. La rematamos acercándonos a Halkida, la ciudad que tiene un barrio en Eubea y otro en el Ática, unidos por dos puentes, uno relativamente antiguo, levadizo, y el otro colgante y francamente moderno.

 


El ‘lungomare’ de Halkida, desde la orilla eubea.