viernes, 30 de diciembre de 2022

OPOSICIÓN DE PENE CHICO

 


La activista sueca por las energías limpias Greta Thunberg. (Fuente, Cadena SER).

 

Andrew Tate, un ex boxeador machista y provocón, le tuiteó hace pocos días a Greta Thunberg que, si a ella le parecía bien, podían quedar algún rato para hablar de sus 33 coches de gran potencia y de la polución que provocaban. Aquello lo consideraba él “únicamente el principio”. La chiquilla le contestó, también por twitter, que estaba ansiosa de oír más sobre toda aquella “energía de pene chico” (small-dick energy).

Existe en la literatura científica una small-dick energy, que sin embargo no está relacionada de ninguna forma con la longitud de los atributos viriles. Calificar de ese modo el penoso alarde del fantasmón ha sido por parte de Greta solo un “zasca” ingenioso, que ha cosechado al parecer millones de likes. Añado el mío. Los argumentos de los negacionistas, de los populistas a la violeta y de la derecha extrema en general, contienen en demasiadas ocasiones alguna dosis ese tipo de regodeo bravucón en su propia impotencia.

Los ejemplos son incontables pero, sin necesidad de buscar más lejos, la reacción del jefe oficial de la oposición en España al nombramiento por el Gobierno de dos vocales para el Tribunal Constitucional, bloqueado políticamente desde hace más de cuatro años, ha consistido en declarar: a) que denunciará en Europa los nombramientos; b) que actuará judicialmente contra los dos magistrados nombrados; c) que presentará un plan de “calidad institucional”, en el que figurará, supongo, la sutil medida de validar legalmente el bloqueo del funcionamiento de las instituciones por tiempo indefinido, incluso cuando estas tienen, como es normal en democracia, fecha precisa de caducidad.

No hagan caso de un Feijoo desmoralizado, fané y descangayado, que se defiende del mundo en general irradiando en su torno míseras bravuconadas de pene diminuto. Nada que deba preocuparnos.

 

jueves, 29 de diciembre de 2022

INOCENTADAS

 


En mi familia tenemos fama de despistados. El récord histórico en nuestros anales de uso interno lo tiene mi tío Santiago, cuando asistió a una merienda familiar un 28 de diciembre. Había bocaditos de queso, rosquillas, y luego mi tía Concha pasó a la redonda una bandeja de buñuelos confeccionados por ella. Con trampa. Uno de los buñuelos era un copo de algodón enharinado y pasado por la sartén con habilidad, de modo que a la vista apenas se distinguía de los demás. Concha se quedó perpleja cuando la bandeja se vació del todo, sin que nadie protestara por el bromazo.

– Pero bueno – dijo con cierta alarma –, ¿nadie ha notado que había un buñuelo de pega? Preparé uno con algodón…

Mi tío Santiago, por costumbre, prestaba muy poca atención a lo que comía, y solo entonces se dio cuenta cabal de lo que había pasado.

– Ya me parecía que el buñuelo estaba muy soso, y he pensado qué raro, con la buena mano que suele tener Concha para la cocina… – explicó a la concurrencia.

– ¿Pero te lo has comido entero?

– Me ha costado un poco tragarlo, pero con dos sorbos de cocacola ha acabado por pasar.

Mejor no abusar de la inocencia de nosotros los Rodríguez, sería la moraleja, porque podemos ir a parar a la UCI sin habernos enterado de por qué.

Este año, el 28 de diciembre dos amigos han recibido sendas proposiciones espléndidas: José Luis López Bulla ha sido nominado por el Gobierno como embajador en la Santa Sede, aunque el papa Francisco ha negado finalmente el placet (mejor así, José Luis, me han dicho que aquello es un nido de víboras); y a Jordi Ribó le ofrecieron los Stones sustituir a Mick Jagger como vocalista en una gira. La negociación quedó en agua de borrajas porque Jordi no está dispuesto a adelgazar los 30 kilos que se le exigían por contrato. (Imagino que piensa lo mismo que Julio Camba cuando le urgían a que adelgazara: “¿Tú sabes el dinero que me ha costado ponerme esos kilos?”)   

Lo demás que nos ha dejado la jornada han sido cosas de poca enjundia: Mbappé ha fichado por el Barça, Pedroche está embarazada, han reñido Preysler y Vargas Llosa, se ha desbloqueado el Tribunal Constitucional, y Mateu Lahoz arbitrará el Barça-Español de la Liga.

Alguna de esas noticias puede que no sea al cien por cien cierta. Son avatares que ocurren el día de los Inocentes y también todos los demás del año.

 

martes, 27 de diciembre de 2022

NO SABER PERDER

 


Un jugador de la selección francesa celebra un gol frente a Australia, en el reciente Campeonato del Mundo de fútbol. (Fuente, Eurosport)

 

De la prensa diaria me llega la noticia de que en Francia se están reuniendo firmas para exigir a la FIFA la repetición de la final del último campeonato mundial de selecciones nacionales de fútbol. Del otro lado de los Pirineos cunde la idea de que no es de recibo que un país con un ADN de ganador se vea apeado de su condición natural por la incompetencia o la malevolencia de un árbitro.

El árbitro, dicen, se equivocó sin querer o a sabiendas en un lance del juego, y perjudicó a los bleus. Yo personalmente no vi el partido, estaba ejerciendo un riguroso boicot a la FIFA y a su torneo, como de seguro ha sido muy notado y comentado en todos los mentideros internacionales del evento. Pongamos sin embargo que me creo lo del error arbitral. No sería el primero en la historia del deporte, sin ir más lejos Maradona marcó en otra final un gol decisivo con la mano.

Sí sería en cambio la primera vez que se repitiera un partido oficial de fútbol por esa causa. Si hiláramos fino en la actuación de los trencillas, habría que repetir absolutamente todos los partidos que se han jugado desde que “furbo es furbo”, como le gustaba decir a Radomir Antic.

Hay otros motivos, sin embargo, que justificarían la protesta con pliegos de firmas ante la FIFA. El alto organismo debería implicarse en el caso de un futbolista iraní condenado a muerte por defender los derechos de las mujeres de su país. Sobre este asunto, las fuerzas vivas francesas no dicen nada, y la FIFA tampoco. Nada de nada, enfatizo.

Portavoces cualificados de la República Islámica de Irán han manifestado su sorpresa por la marea de fondo levantada por el caso, y niegan la mayor al alegar que el futbolista en cuestión no ha sido condenado a muerte, de modo que mal se le puede indultar.

Lo cual bastaría para tranquilizarnos de no añadir las mismas fuentes que ese criminal, al que se atribuyen graves delitos de sangre contra las fuerzas policiales de su país, está, de hecho, pendiente aún de juicio. Es cosica hecha, entonces, que si no ahora mismo, el futbolista será condenado en fecha más o menos próxima; ya sabemos cómo suelen gastarlas los consejos generales de los poderes judiciales de este o aquel país, y lo menciono sin ánimo de señalar a nadie.

Valdría la pena entonces que la recogida de firmas chovinistas en el país vecino tomara una dirección distinta. Incluso se podría dar un empujoncito en la misma dirección desde aquí, dado que también nuestra selección se ha visto seriamente perjudicada por la ausencia manifiesta de Sergio Ramos en la selección urdida de mala fe por Luis Enrique. No hacer nada, y recibir un día la noticia del ahorcamiento del futbolista iraní y de otros deportistas igualmente significados e incluidos en la misma causa penal, sería la peor forma de no saber perder.

 

lunes, 26 de diciembre de 2022

ESCAPANDO DEL VASALLAJE

 


Una instantánea histórica: el recientemente fallecido Umberto Romagnoli escucha un vehemente alegato de José Luis López Bulla, en presencia de Narcís Esteva. Pocas dudas de que el maestro iuslaboralista y el sindicalista debatían acerca del “seísmo” que se ha llevado por el desagüe buena parte de los derechos que el sistema de producción fordista vinculaba al trabajo asalariado por cuenta ajena. (Foto Archivo López Bulla)

 

El párrafo añadido anteayer al artículo 311 del Código penal sanciona «a quienes impongan condiciones ilegales a las personas trabajadoras mediante su contratación bajo fórmulas ajenas al contrato de trabajo, o las mantengan en contra de requerimiento o sanción administrativa.»

No se trata de un supuesto altamente improbable; de hecho, está ocurriendo todos los días. Los empleadores tienden a considerar que, puesto que pagan a sus empleados cantidades faraónicas – por minúsculas que sean –, tienen derecho moral a verse resarcidos mediante el añadido, más allá de lo dispuesto en la ley, de otras obligaciones varias y consideradas por lo general abusivas pero es que, oiga, hay que vivir.

Es “normal”, por ejemplo, exigir a la conclusión de la jornada laboral que la camarera del bar o la vendimiadora consuele al patrón de sus frustraciones sexuales de todo tipo. La prestación extra va incluida en el salario estrictamente recortado, faltaba más. Se trata de una variante chunga del “sí es sí”, más conectada al antiguo derecho de pernada que a unas relaciones sexuales consideradas desde estándares contemporáneos.

También se trata de delegar en el/la empleado/da responsabilidades de un tipo diferente. Un reciente anuncio por palabras pedía un perfil de trabajador “inmune al estrés”. Es obvio que también en este caso se trata de proporcionar, a cambio de dinero, una firmeza de ánimo vicaria para el empleador, el cual adolece de una insuficiencia seria si se ve reducido a sus propios recursos.

Lo más normal, sin embargo, es conceder la consideración de “socios” o “colegas” a personas a las que se maneja sin contemplaciones, se escatima la paga, se amplía de forma ilimitada la jornada laboral y se obliga sobre todo a estar disponibles siempre que se les necesite, y a desaparecer de la nómina cuando no. Los déficits consiguientes en el bolsillo de los “socios” asalariados podrían quedar cubiertos, en parte al menos, por las propinas, tal y como lo ha señalado Ayuso, siempre certera en la definición de los modelos de éxito en las sociedades neourbanas. Sin embargo las leyes vigentes, tanto en este país reducto de la ultraizquierda bolivarista, como en el común de las naciones del mundo mundial ahora que han desaparecido de golpe Trump, Bolsonaro y Johnson; las leyes, digo, indican de forma taxativa que la relación laboral típica no puede abarcar este tipo de licencias fantasiosas por parte del empresario.

¿Qué hacer, entonces? Una porción numéricamente difícil de evaluar de nuestros empleadores, se ha decidido a invertir parte de sus excedentes de cash en un golpe de estado bien judicial o bien de tipo clásico, y mientras tanto tira por la calle de en medio, insiste en mantenella y no enmendalla, y participa en manifestaciones poco multitudinarias enarbolando banderas preconstitucionales en defensa de la constitución, sea esta lo que fuere.

Todo lo cual nos retrotrae a épocas antañonas de nuestra historia. Estamos de nuevo con un pie puesto en la España feudal, la definida por el vasallaje los siervos de la gleba y la concesión a los señores del derecho a maltratar o “ius maltractandi”.

Por todas estas razones viene como la proverbial pedrada en ojo de boticario la modificación del art. 311 CP, con ese segundo párrafo que atiende a que toda relación laboral realmente existente se mantenga en los términos que le son propios, sin el añadido de propinas que ni son de buen gusto ni hacen al caso.

En el blog “Según Antonio Baylos”, pueden encontrar todo lo relacionado con la modificación de nuestro código penal y la repercusión que va a significar en la consolidación de derechos fundamentales de los trabajadores que estaban siendo atropellados impunemente desde las últimas reformas laborales.

No tienen más que clicar aquí: https://baylos.blogspot.com/2022/12/una-reforma-penal-importante-imposicion.html

 

lunes, 19 de diciembre de 2022

PROPINA

 


Terraza de bar en la Plaza Mayor de Madrid.

 

En los tiempos del capitalismo feliz, allá por los roaring twenties del siglo pasado, los medios aireaban la noticia verídica de que, en un porcentaje estimable, los multimillonarios estadounidenses (en aquellos tiempos, no había multimillonarios fuera de la Gran Manzana) habían empezado su carrera en los negocios vendiendo periódicos en la calle. Los futuros tiburones de Wall Street tenían un instinto infalible para ganarse propinas voceando titulares sensacionales a la salida de los teatros, los restaurantes de postín y los estadios como el Madison Square Garden, donde se jugaban las grandes ligas de béisbol. Como aún no se había inventado el transistor, la tinta de las rotativas era siempre la primera en informar al ciudadano de todas las cuestiones candentes de su interés. Y el chaval equipado con gorra de visera y pantalones bombachos capaz de proporcionar a la clientela la primicia codiciada, podía acumular unos cuantos cuartos de dólar al día sobre los que edificar algo que entonces aún no se llamaba una start-up.

Todo el relato era una leyenda urbana, por supuesto, pero Isabel Ayuso se ha educado en esa religión y está sinceramente abierta a lo maravilloso. Cree por ejemplo, o al menos finge creer, que la civilización comenzó en el Portal de Belén, y antes del feliz natalicio del Niño Dios los lobos socialcomunistas imponían sus leyes totalitarias en todas las partes del ecúmene.

En el estadio actual de la civilización globalizada, mucho más desarrollado que el de la época de los pioneros, estima Ayuso que lo que puede relanzar una economía que tiende a desfallecer por culpa del presidente Sánchez, no son los contratos de trabajo legales, firmados y registrados, sino las propinas. Un camarero espabilado y servicial puede reunir cientos de euros a la semana sirviendo birras en terrazas estratégicamente situadas, o cafés con leche junto a los soportales de la Plaza Mayor de Madrid. Y gracias a ese pan concienzudamente ganado con el sudor de su frente, no tiene ninguna necesidad de recurrir a la pamplina dudosa de un trabajo “decente”.

La decencia, se la meta cada cual donde le quepa. Por lo menos, así ocurre entre las altas jerarquías de gobierno de la Comunidad Madrileña, todas las cuales dejan, en cambio, generosas propinas para el servicio en los platillos de los after hours.

Así se va generando, entre la intelectualidad postinera de la capital, una ley más infalible que la de la gravedad, inventada por Newton con la única ayuda de una manzana.

A saber: contra más indecencia, más propina. Y viceversa.  

 

domingo, 11 de diciembre de 2022

LA BELLEZA DEL CAMPANILE

 


Apoteosis del campanile giottesco de la catedral de Florencia, en una fotografía de I. Manfredi. La luz casi sobrenatural añade maravilla sobre maravilla.

 

No faltan opiniones que sostienen que el de Giotto en Florencia es el campanile más bello del mundo. Lo dijo Ruskin en “Las siete lámparas de la arquitectura”, pero casi nada de lo que haya escrito Ruskin, pelmazo dogmático donde los haya, es enteramente de fiar, y uno de los fastidios más grandes que nos agobian a los mortales es esa necesidad de los poncios de clasificar la belleza – algo inclasificable por naturaleza – en una espiral ascendente de menos a más, a fin de confeccionar listas oficiosas de excelencias. Se hace con las cervezas artesanales o los cocidos madrileños; con las bandas de reguetón o con las películas de Frances McDormand; con los castillos roqueros o con las catedrales góticas.

Olvídense entonces de clasificaciones. A mediados del siglo XIII la venerable iglesia florentina de Santa Reparata se caía literalmente a pedazos, y el commune (el municipio, dispensen, no tenía intención de hacer ningún apunte político) encargó al arquitecto Arnolfo di Cambio la traza de una nueva catedral que había de ser la más grande y hermosa de la Cristiandad, o por lo menos claramente superior a los dos bellísimos templos recién levantados en Pisa y Siena, que acaparaban la admiración de los viajeros.

Eran tiempos de soberbia municipal, y Florencia tenía empeño en quedar por delante de cualquiera en la competición. Uno de sus hijos más ilustres (aunque no predilecto, nunca pudo regresar del exilio debido a una condena a muerte que pesaba sobre él), Dante Alighieri, expresó esta situación en dos versos de su Commedia, que me voy a permitir citar pudorosamente en su lengua original, sin traducirlos: «… la rabbia fiorentina, che superba / fu a quel tempo sí com’ora è putta».

Sea ello como fuere, la construcción de Santa Maria del Fiore (la flor en cuestión era, parece, el lirio que aparecía en el escudo de la ciudad) se prolongó durante más de siglo y medio, y alcanzó finalmente con creces las dosis de magnificencia previstas. Uno de sus maestros de obras, hacia el 1330, fue Giotto di Bondone, contemporáneo riguroso de Dante y conocido sobre todo como pintor, que fue el autor de la traza del campanile exento que se levanta a un costado de la fábrica principal. A diferencia del de Pisa, que además no quedó del todo bien asentado sobre sus cimientos, Giotto lo imaginó como una serie de pisos superpuestos, pero no exactamente iguales. Ahí entraron en juego las dos circunstancias que le dan superioridad sobre cualquier otro, según Ruskin: por un lado la inclusión del color en la arquitectura; por otro, el juego de las proporciones, de manera que, dado que la función de la torre es sobre todo “ser vista”, su manera de ofrecerse a los paseantes tiene muy en cuenta que estos la ven desde abajo.

La estética de la construcción de Giotto se vio comprometida en el siglo siguiente por el añadido de una cúpula gigantesca imaginada por Filippo Brunelleschi. Un prodigio técnico, pero un hiper volumen visible desde todos los acimuts y capaz de oscurecer el fino tallo de lirio, el “Fiore” emblemático, concebido por Giotto.

La fotografía de Manfredi resalta la esbeltez y la proporción del campanile, y disimula el volumen del cupulón que lo vigila de cerca. En la foto aérea bajo estas líneas aparece el conjunto completo, presidido por el Baptisterio octogonal cuyas puertas de bronce, labradas por Lorenzo Ghiberti, dieron fe de bautismo a la amplia revolución estética que había de ser conocida en las historias del arte como Renacimiento.



jueves, 8 de diciembre de 2022

LAWFARE

 


El presidente de Perú Pedro Castillo (Fuente, RTVE)

 

La eliminación de la selección de fútbol de mi país en un torneíllo fake y anecdótico no me ha producido ningún alivio, ni tan solo pasajero, dado que el bombardeo mediático sobre un tema tan baladí prosigue con ánimos redoblados. Este será para siempre el Mundial de Qatar, y nadie más se alzará de ahí con el santo y la limosna; pero habrá muchos que compartan una dosis creciente de vergüenza retrospectiva.

Voy a poner un ejemplo a bote pronto de la mentalidad colectiva que acompaña tanto esta como otras efemérides muy mediáticas (Juegos Olímpicos, por ejemplo), y algunos me dirán que no tiene nada que ver, y otros pensarán que he empezado demasiado temprano mi tanda de after hours para celebrar la Inmaculada Constitución. Pero ahí va:

Así pues, “sostiene Pereira” que si la selección de Perú estuviera entre las ocho supervivientes de un evento para el que no llegó ni siquiera a clasificarse, Pedro Castillo aún sería su presidente, y aún (subrayo el repetido “aún”) no estaría preso en la celda vecina a la de Fujimori. El pueblo está muy lejos de ser soberano en las actuales neodemocracias, pero su ardor patriótico, elevado hasta el fanatismo en las grandes citas deportivas, sigue siendo oscuro objeto de respeto por parte de las élites.

Castillo llegó a la presidencia de su país al frente de una coalición heterogénea e inestable amontonada a toda prisa con el objetivo a cortísimo plazo de cerrar el paso a Keiko. La efímera unidad duró “lo que tarda en llegar el invierno” (*), y ha sido desbaratada por la actuación de unos tribunales convencidos de que su función en este mundo es corregir al pueblo cuando el pueblo “vota mal” (**). Ya había ocurrido antes en Brasil, cuando se forzaron un juicio y una pena de prisión azarosa para Lula, en beneficio exclusivo de Bolsonaro. (A propósito, ¿de qué me suena a mí ese Bolsonaro? ¿No es el amiguete al que respaldó el semidiós Neymar en las últimas elecciones brasileñas? Con tanto aluvión de fútbol diario, ese detalle no se trasluce nunca, tal vez porque no es de recibo mezclar el deporte con la política, a menos que la política esté interesada en lo contrario.)

La observación de estos eventos consuetudinarios podría traer alguna lección útil al ánimo belicoso de quienes proponen resolver por la tremenda, con ceses fulminantes a porrillo, las contradicciones existentes en el seno del partido mayoritario de la coalición del gobierno, y en su línea política. Castillo disolvió el Parlamento peruano y proclamó el estado de excepción, medidas que habrían agradado a quienes consideran que, cuanto más fastidias al adversario, mejor política estás haciendo.

Pero esa es política de mosca cojonera, sin aliento ni perspectiva, inútil en el ámbito de una democracia donde cuentan, y mucho, las correlaciones de fuerzas, sin mencionar esos penaltis con querencia de irse al palo.

Quienes se mueven a impulsos de pulsiones momentáneas y desatienden las condiciones objetivas y el entorno, no son buenos políticos. Pietro Ingrao ya nos había advertido de que “indignarse no basta”.

 

* La imagen poética es de Sabina.

** La imagen poética es de Vargas Llosa.

 

martes, 6 de diciembre de 2022

NAVEGAR ES PRECISO; VIVIR, NO

 


Yolanda Díaz y Teresa Ribera, dos políticas clave con un modo muy parecido de abordar las tareas políticas por objetivos, en un contexto tan nuevo como difícil. (Fuente, El País).

 

Unos sondeos aparecidos en El País han revolucionado la opinión política en el terreno de la izquierda. Los datos vienen envueltos en la magia de unas cifras porcentuales concretas. Por lo general creemos en los números solo cuando nos confirman sensaciones, pálpitos y barruntos que ya teníamos interiorizados de antes. Y es lógico, porque los números de los sondeos están confeccionados con esa vaga y mórbida sustancia de las sensaciones y los barruntos sociales. Las cifras no nos aportan nada, entonces, que no supiéramos ya de otro modo.

En el caso actual, los números facilitados por El País vienen a mostrar que la unidad a efectos electorales de la izquierda del PSOE ayudaría a conformar una mayoría parlamentaria más sólida y duradera. El efecto máximo de la unidad así acotada se daría si Yolanda Díaz fuera la persona elegida para encabezar esa opción, por la que una porción estimable del electorado suspira como el Moisés bíblico suspiraba por llegar a la Tierra Prometida.

La cosa no es tan sencilla, sin embargo, porque los partidos involucrados se resisten a abandonar la liza. Podemos ha advertido de que presentará su propia candidatura; otras organizaciones están a la espera, y se puede presumir que su mayor o menor entusiasmo por el nuevo sujeto político dependerá de la confección definitiva de las listas.

Hay un error de fondo en todo este tejemaneje. Porque los partidos (dejo aparte a Podemos, que se ha expresado con claridad) se inhiben en la operación inicial para reaparecer luego en la forma de personas organizadas presentes en las listas. Y las listas no se deberían cuadrar conforme a un equilibrio de influencias, sino en torno al trabajo necesario para avanzar en una política previamente acordada.

Tenemos ya en el censo un número excesivo de influencers de una política concebida en buena manera como algo trendy. Debería alertarnos lo ocurrido con la ley del “Sí es Sí”, que fue aprovechada de forma torticera por los fiscales opuestos al Gobierno para sugerir a los abogados la posibilidad de rebajar penas a violadores ya juzgados.

Esto es serio, la política no es una tarea meramente legislativa; también lo es el seguimiento gubernativo (ejecutivo) de esa provisión de leyes adecuadas, e incluso su tutela judicial, una pata de la mesa que por el momento aún sigue en el limbo de los futuribles, si entendemos por limbo una resistencia agresiva a encauzar las tareas de la judicatura en cooperación con los objetivos generales señalados por el bloque político gobernante. Extremando, por supuesto, el garantismo como cualidad templada capaz de ayudar a quienes se sientan perjudicados en sus derechos legítimos; no, en cambio, en sus privilegios tradicionales, porque se trata precisamente de abolir estos últimos.

Incluso cojeando de la pata judicial, una política de progreso tiene poco que ver con personas y liderazgos, y mucho con la representación de la ciudadanía y el reconocimiento a todos los efectos de sus derechos sustanciales. El nuevo sujeto político pensado para organizar a unos estamentos sociales, ahora desasistidos de una representación adecuada, debe empezar a Sumar a partir de la concreción de unas prioridades estratégicas – no coyunturales porque entonces nos perderíamos en la selva de la casuística – compartidas, capaces de enhebrar un hilo legislativo, una acción gubernativa y una tutela judicial coherentes.

Para todo ello sería conveniente, aunque no estrictamente necesaria, la creación de un partido político de nuevo cuño. Cuando digo “de nuevo cuño”, me refiero a que acredite una distancia menor entre dirección y militancia, una información interna fluida, unas normas estatutarias flexibles y un talante democrático amplio, para nada centralista. Debería darse un respeto exquisito hacia el pluralismo ideológico, e incentivarse las iniciativas surgidas desde abajo, encontrando formas para desarrollarlas y proyectarlas a la sociedad. El mundo del trabajo, en sus múltiples formas, habría de ser el centro gravitatorio de toda la nueva construcción partidista.

En estas circunstancias, sería posible a mi entender un movimiento plural de progreso que aproxime y permita la cooperación a muy largo plazo de los dos hemisferios de la izquierda que de forma convencional e inexacta venimos llamando socialista y comunista. Esas etiquetas tienen poco sentido en un mundo cuyos puntos cardinales han variado, y por el que es difícil adentrarse manteniendo como mapa un dibujo de prejuicios viejos y certezas herrumbrosas. Posiblemente hayamos salido ya colectivamente de lo que se denominó Edad Contemporánea, y estemos explorando algo sustancialmente nuevo, que aún no sabemos manejar bien.

“Navegar es preciso, vivir no lo es”, según frase que Plutarco atribuyó a Cneo Pompeyo (Navigare necesse est, vivere non est necesse). La frase resulta seguramente demasiado impostada si se la toma en general; pero se adecúa a la perfección a la situación de los partidos políticos, en esta tercera década del siglo XXI.