miércoles, 12 de marzo de 2014

LA IDEOLOGÍA MUTANTE DE LA DERECHA

Escribe Paco Rodríguez de Lecea

Querido José Luis.
            
Hace bien “Mujer liberada”, la firmante de la carta que publica en su blog el profesor Baylos, en burlarse con garbo de Mariano Rajoy (1). Porque es de un efecto altamente cómico que un hombre postrado de rodillas ante el Altar y el Trono (y además y sobre todo, claro está, ante los mercados) se lamente de que «otros políticos» vean la realidad a través de «las anteojeras de unas ideologías trasnochadas». Se diría que está viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pero esa aparente miopía de Rajoy esconde algo más: su retranca deliberada se convierte en un síntoma revelador de los lodazales ideológicos que transitan hoy nuestras derechas.

Lo primero que cabe advertir en esa afirmación de nuestro presidente es la ufanía indisimulada de quien se sabe por encima de tales nimiedades. ¡Ideologías, por Dios! ¡A estas alturas! Las ideologías, todo el mundo lo sabe, son cosas antiguas. La derecha moderna está libre de tales rémoras: está contra el aborto (salvo si se practica con discreción y buen gusto) y a favor del desahucio, contra la evasión de impuestos y a favor de los evasores, a favor o en contra de la Constitución según quien quiera ampararse en ella. Todo cambia en un santiamén en función de la conveniencia o el antojo. No hay límites, no hay barreras. En tiempos la derecha tenía una ética, se basaba en una concepción arraigada del mundo y de la sociedad, esgrimía una preocupación social paternalista si se quiere, pero real. Eran los tiempos de Adenauer, De Gaulle, Aldo Moro. Gentes de una pieza, de una idea, de una palabra. Ellos también lo veían todo a través de anteojeras trasnochadas. ¡Qué risa!

El transformismo descarado, la contradicción, el cinismo llevado al alarde son las señas de identidad de la derecha de hoy. Su mensaje al ciudadano común: Jódete, que yo puedo hacerlo y tú no. Pero lo expresaré no con mis palabras sino con las de Riccardo Terzi, en un artículo publicado en Democrazia e diritto en 2003: “La natura della destra e i dilemmi della sinistra”. Estaban entonces en el poder, en Italia, Silvio Berlusconi, y en España José María Aznar:

«Las derechas actuales expresan un proceso de despolitización, de privatización de las relaciones sociales: su objetivo no es el dominio del Estado, sino el del mercado, y el expolio de las prerrogativas del poder público en función de un modelo social fiado al libre conflicto de intereses y a la fuerza primitiva y natural de la competencia individual. Al fundamentalismo del Estado ético se sustituye el fundamentalismo del libre mercado, que no admite ninguna atadura aparte de los vínculos internos, de las compatibilidades de carácter meramente económico.
            »Es el capitalismo en su forma madura y en su máximo despliegue, que ahora se presenta directamente como tal, porque ya no le hace falta recurrir a la protección del poder político. Por eso es impropio hablar de un “régimen” político incipiente o en acto, porque lo que nos amenaza no es el poder ilimitado de la política, sino su anulación. De forma más correcta podemos hablar de un proceso de “americanización”, entendiendo por tal un modelo de sociedad que tiende a buscar el máximo dinamismo y competitividad al margen de las protecciones sociales, de las normas, de los derechos, con un retroceso paulatino del Estado y de la intervención pública delante del poder “objetivo” de las leyes económicas.

            »No nos encontramos en una sociedad oprimida por el peso de un despotismo político, y que quiere liberarse de esa opresión, sino en una situación, al menos en apariencia, de relajación de los vínculos y de liberalización. Sobre esa sensación gira toda la acción propagandística e ideológica de la derecha: menos Estado, menos impuestos, más libertad individual, menos vínculos burocráticos, e incluso menos controles de la legalidad y una justicia más flexible. Es un mensaje eficaz, que ha calado en buena parte en la conciencia colectiva. Que la realidad no coincida con la representación ideológica es una cuestión secundaria, porque ese es el destino de las ideologías, ser falsas pero eficaces, ser proyecciones abstractas, pero capaces de movilizar a un conjunto de fuerzas reales: en este caso, a todo ese universo social que, inmerso en una competencia feroz, se afana en busca del éxito individual.»

La traducción es mía. Los párrafos están extraídos del libro La pazienza e l’ironia (Ediesse, Roma, 2011), que tú me prestaste. Tengo la intención de seleccionar, traducir y comentar brevemente aún otros textos de la misma fuente. Un saludo.