Escribe Paco Rodríguez
de Lecea
Querido José Luis.
Hace bien “Mujer liberada”, la firmante de la carta que
publica en su blog el profesor Baylos, en burlarse con garbo de Mariano
Rajoy (1). Porque es de un efecto altamente cómico que un hombre postrado de
rodillas ante el Altar y el Trono (y además y sobre todo, claro está, ante los
mercados) se lamente de que «otros políticos» vean la realidad a través de «las
anteojeras de unas ideologías trasnochadas». Se diría que está viendo la paja
en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pero esa aparente miopía de Rajoy
esconde algo más: su retranca deliberada se convierte en un síntoma revelador
de los lodazales ideológicos que transitan hoy nuestras derechas.
Lo primero que cabe advertir en esa afirmación de nuestro
presidente es la ufanía indisimulada de quien se sabe por encima de tales
nimiedades. ¡Ideologías, por Dios! ¡A estas alturas! Las ideologías, todo el
mundo lo sabe, son cosas antiguas. La derecha moderna está libre de tales
rémoras: está contra el aborto (salvo si se practica con discreción y buen
gusto) y a favor del desahucio, contra la evasión de impuestos y a favor de los
evasores, a favor o en contra de la Constitución según quien quiera ampararse en ella.
Todo cambia en un santiamén en función de la conveniencia o el antojo. No hay
límites, no hay barreras. En tiempos la derecha tenía una ética, se basaba en
una concepción arraigada del mundo y de la sociedad, esgrimía una preocupación
social paternalista si se quiere, pero real. Eran los tiempos de Adenauer, De
Gaulle, Aldo Moro. Gentes de una pieza, de una idea, de una palabra. Ellos
también lo veían todo a través de anteojeras trasnochadas. ¡Qué risa!
El transformismo descarado, la contradicción, el cinismo
llevado al alarde son las señas de identidad de la derecha de hoy. Su mensaje
al ciudadano común: Jódete, que yo puedo hacerlo y tú no. Pero lo expresaré no con mis palabras sino
con las de Riccardo Terzi, en un artículo publicado en Democrazia e diritto en 2003: “La natura della destra e i dilemmi
della sinistra”. Estaban entonces en el poder, en Italia, Silvio Berlusconi, y en
España José María Aznar:
«Las derechas actuales expresan un proceso de
despolitización, de privatización de las relaciones sociales: su objetivo no es
el dominio del Estado, sino el del mercado, y el expolio de las prerrogativas
del poder público en función de un modelo social fiado al libre conflicto de
intereses y a la fuerza primitiva y natural de la competencia individual. Al
fundamentalismo del Estado ético se sustituye el fundamentalismo del libre
mercado, que no admite ninguna atadura aparte de los vínculos internos, de las
compatibilidades de carácter meramente económico.
»Es el capitalismo en su forma madura
y en su máximo despliegue, que ahora se presenta directamente como tal, porque
ya no le hace falta recurrir a la protección del poder político. Por eso es
impropio hablar de un “régimen” político incipiente o en acto, porque lo que
nos amenaza no es el poder ilimitado de la política, sino su anulación. De
forma más correcta podemos hablar de un proceso de “americanización”,
entendiendo por tal un modelo de sociedad que tiende a buscar el máximo
dinamismo y competitividad al margen de las protecciones sociales, de las
normas, de los derechos, con un retroceso paulatino del Estado y de la
intervención pública delante del poder “objetivo” de las leyes económicas.
»No nos encontramos en una sociedad
oprimida por el peso de un despotismo político, y que quiere liberarse de esa
opresión, sino en una situación, al menos en apariencia, de relajación de los
vínculos y de liberalización. Sobre esa sensación gira toda la acción
propagandística e ideológica de la derecha: menos Estado, menos impuestos, más
libertad individual, menos vínculos burocráticos, e incluso menos controles de
la legalidad y una justicia más flexible. Es un mensaje eficaz, que ha calado
en buena parte en la conciencia colectiva. Que la realidad no coincida con la
representación ideológica es una cuestión secundaria, porque ese es el destino
de las ideologías, ser falsas pero eficaces, ser proyecciones abstractas, pero
capaces de movilizar a un conjunto de fuerzas reales: en este caso, a todo ese
universo social que, inmerso en una competencia feroz, se afana en busca del
éxito individual.»
La traducción es mía. Los párrafos están extraídos del
libro La pazienza e l’ironia (Ediesse, Roma, 2011), que tú me
prestaste. Tengo la intención de seleccionar, traducir y comentar brevemente
aún otros textos de la misma fuente. Un saludo.