Cartel
de la Feria del Libro de Kiev 2023. (Imagen tomada en préstamo de Facebook).
Algunos esperaban al dios de los grandes milagros y las
remontadas heroicas, pero solo ha comparecido el habitante del altar más pequeño
y peor iluminado de todos: el dios humilde de los pequeños favores.
La izquierda no ha sido barrida en las elecciones
generales, como se había anunciado profusamente en los medios de uniformización con redoble de
timbales y alarde de trompetería. Ha aguantado atrincherada en un rincón del
tablero, contando los minutos para el silbido final, pidiendo la hora,
despejando fuera de banda una y otra vez balones perdidos.
Se han salvado los muebles. Nada de lo que enorgullecerse.
El intento de “Sumar” voluntades no ha llegado hasta donde habría sido
deseable. obstaculizado por la minucia y el énfasis de muchos de los sumandos, de
un lado, y de otro por la “boria di partito” que ha dirigido los movimientos de
la casa común, que no desea de ningún modo que la presencia de construcciones
sólidas a la izquierda de la izquierda le tapen las vistas a poniente. porque
las considera una merma de la importancia de sus propias decisiones urbi et
orbi.
Puede que aún estemos a tiempo de rectificar, pero el
tiempo se acaba y cada vez queda menos espacio para trazar la muy pronunciada curva
a la izquierda con garantías. No se trata ahora de elegir entre Maria Callas y
Renata Tebaldi; nos son indispensables de todo punto las florituras de las dos divas
en el despliegue del repertorio operístico imprescindible.
O “Sumar” se consolida de aquí a noviembre, no solo para
ayudar a Sánchez con sus votos sino para implantarse como una opción real y
eficiente, con cara y ojos.
O bien nos desvivimos en demandar generosidad y altura de
miras a la gente de Junts para que no nos acaben de chafar la guitarra, y la
cosa, ¡oh casualidad!, da resultado debido a alguna carambola insospechada.
O bien, mucho me temo que ni siquiera el dios oscuro de los
pequeños favores responderá a nuestras fervientes plegarias en la próxima
ocasión.