Elle parlait en phrases sobresDe la révolution d'octobre
Je pensais déjà
Qu'après le tombeau de Lénine
On irait au café Pouchkine
Boire un chocolat
(G. Bécaud, “Nathalie”)
Nunca ha sido Bécaud un
santo de mi especial devoción. Le reconozco voz y buen estilo, pero su canción
más universal, “Et maintenant”, me parece un ejercicio de patetismo
sobreactuado. Amor romántico pasado por el quinto cubata. La chica le ha dicho “no
es no”, de acuerdo en que eso fastidia, pero, lo primero, ella estaba en su
derecho; y lo segundo, más o menos a todos nos ha pasado alguna vez algo más o menos remotamente parecido,
y pasado el primer trago amargo, poco a poco hemos llegado a la conclusión filosófica de que tampoco había sido
para tanto. Tal es la naturaleza de las relaciones humanas, tal como han sido sucintamente
descritas por los poetas, y el papel de Joven Werther está bastante devaluado en
nuestro siglo veloz y pragmático.
“Et maintenant” no me
ofende, pero sí lo hace “Nathalie”, que reúne las peores características de
sueño húmedo (montárselo con una chica comunista), servido por ripios
infumables (ver la muestra bajo el encabezamiento de la entrada) y adobado con
la buena conciencia facilona de un autosatisfecho pensamiento único occidental. Por dios, la
guía turística lleva al visitante a su piso, y allí se reúnen con un grupo de estudiantes que discuten sobre París mientras beben, no el chocolate deshecho de Chez Pouchkine, sino champán francés de contrabando. El tópico se suma al ripio.
Abominable Bécaud en esta pieza.