sábado, 10 de agosto de 2013

LA NOVEDOSA POLÍTICA DEL CEMENTO

Querido José Luis.

Apenas unos días después de la aparición de mi denuncia sobria pero firme del cambio del objetivo estatal de lucha contra la pobreza por el de la lucha contra el déficit, la señora Lagarde, jerarca del FMI, ha conminado a Mariano Rajoy a reducir un 10% los salarios en España. El comisario europeo señor Rehn se ha apresurado a apuntar a título personal que la idea le parece buena, y luego ha sido toda la Comisión, en plan colectivo, la que ha dicho que también ellos estaban barruntando soluciones parecidas.

Me llamarás paranoico, José Luis, pero yo veo una relación entre mi denuncia de la quiebra del contrato social de Juan Jacobo Rousseau y la respuesta fulminante de la troika. Sé lo que vas a decir. Me dirás que me ha dado en este caso un ataque injustificado de importancia. Me contarás el caso de aquella viejecita convencida de que la primera guerra mundial era un castigo personal de dios porque había sido infiel a su marido una noche de verano. Pero mira, no hay que confundir, dios es dios y el FMI es el FMI. Razonarás quizá (y sé que lo harás sólo por tranquilizarme) que en el FMI y en la Comisión Europea nadie lee tu blog; pero sabes tan bien como yo que sí lo leen. Hay un espionaje masivo desde Washington de todas las comunicaciones europeas, y se va descubriendo de día en día que no sólo es el chalao de Obama, que aquí también cada país espía todo lo que puede a los vecinos: se escudriñan los emails, los esemeses, los wachaps, lo que sea. Con mayor razón, los blogs del proletariado militante.

Te cuento un caso adyacente pero significativo: un amigo escribió a una colegui el siguiente SMS: “po k no no vemo tatarde y shamo un buen porbo, Pili?” Veinte minutos más tarde tenía nueve mensajes nuevos en su móvil. Uno era la respuesta de Pili (“Piérdete”); seis eran anuncios de Viagra adquirible con rebajas variadas y en cómodos plazos; uno era de una marca de condones, y el último era un link con una homilía del obispo de Tudela sobre los beneficios espirituales de la continencia. Si esto, José Luis, sucede en lo que llamaríamos el sector privado, imagínate cómo estarán las cosas en el nivel de las instituciones.

Y si no, ¿por qué esa recomendación de la señora Lagarde a España, y no, pongamos, a Mozambique o a Bangladesh? Todo el mundo puede darse cuenta de lo oportuna que sería una drástica reducción salarial en Mozambique y en Bangladesh con el objeto de relanzar las exportaciones y dinamizar la economía, y sin embargo, que yo sepa, nadie les ha sugerido nunca una cosa así en voz alta. Ni a Kenia, ni a las islas Salomón, ni siquiera a Bolivia que es un grano en el culo del FMI desde que está al timón Evo Morales. Lo normal es que en los asuntos internos reinen la discreción y la cortesía, y los dirigentes globales disimulen si un estadista liberal y de orden como Mariano Termidor da un patinazo ocasional. ¿Por qué en este caso no?

Mucho me temo que se trata de un caso clásico de acción/reacción: tú me tocas las partes nobles con Juan Jacobo, pues yo te receto un diez por ciento de recorte en los salarios. Y no insistas en buscarme las cosquillas, porque me vas a encontrar de verdad.

Y mientras tanto, la pérfida Albión sembrando de hormigón la bahía de Algeciras. ¿Crees, José Luis, que también ese deplorable asunto tiene relación con nosotros? Saludos, Paco.


Querido Paco, pregunta retórica la que me haces al final de tu amable carta. Sospecho, en todo caso, que la grita gribaltareña está pactada. El premier británico le echa un capote a Mariano Rajoy, el Empecinado Chico, y éste le devolverá el favor un día de estos, ¿estamos?  Tuyo en la Idea, JL