Edgar
Degas, “La toilette” (arriba), y Mary Cassatt, “El baño” (abajo). Un mismo tema
y dos espléndidas soluciones artísticas de mano de dos grandes artistas
contemporáneos entre ellos.
Mary Cassatt, nacida en Pennsylvania en 1844 pero afincada
en París desde la voluntad de seguir una carrera artística, vio en 1877 como el
Salón de la Academia rechazaba las dos obras que había presentado a la
exposición anual. Era la primera vez que le ocurría una cosa así, en siete años.
De su estado de confusión la sacó Edgar Degas al invitarla a presentar alguna
cosa al Salón paralelo de los impresionistas, gente peligrosa que prefería
utilizar colores puros, que se mezclaban en la retina del espectador, a
efectuar previamente de forma ortodoxa la mezcla en la paleta.
Cassatt y Degas no eran dos desconocidos en 1877, y ella
tenía ya una buena aliada en las filas de los transgresores, en la persona de
Berthe Morisot. Cassat se sumó decididamente al grupo, y Degas le dio lecciones
de grabado y pintura al pastel. Tenían sus talleres respectivos a menos de
cinco minutos de distancia a pie, y Degas solía acabar su jornada con una
visita a su vecina para ver su obra in progress y charlar de pintura.
Los dos tenían preferencia por la figura humana como tema,
y muchas inquietudes comunes. No es probable que se diese un romance entre
ambos: Cassatt había descartado la vida en pareja como nociva para su carrera,
y Degas, diez años mayor que ella, era un soltero empedernido con puntos de
vista abiertamente misóginos.
Pero desde el punto de vista artístico, los dos se
influyeron y de alguna manera se complementaron. La composición de Cassatt se
remonta a 1891. No tengo noticia de la fecha en que fue pintado el cuadro de
Degas, pero tanto pudo haber sido antes como después del de ella.