lunes, 6 de marzo de 2023

SOLUCIONES SENCILLAS PARA TIEMPOS COMPLICADOS

 


Quizás la enorme complicación de los tiempos que se nos están echando encima podría resolverse a través de algunas reglas de conducta sencillas pero ignoradas por los tópicos cristalizados que los medios de comunicación nos imponen como indicadores.

He leído, por poner un ejemplo característico, esta misma mañana, que las mujeres están construyendo el mundo silenciosamente. Es un tópico bienintencionado, pero incierto en las dos cuestiones fundamentales que trata. Porque, primero, si se diera a las mujeres una oportunidad real de construir el mundo, no me cabe duda de que seguirían normas muy diferentes de las actuales; y segundo, de ninguna manera lo harían en silencio. Después de darnos la vida, la primera cosa que hacen las mujeres por nosotros los varones es enseñarnos a abrir la boca, tanto para alimentarnos como para que aprendamos a hablar.

El silencio – prerrogativa de los corderos, no lo olvidemos –solo puede ser un desiderátum en un mundo patriarcal. Que las palabras se las lleva el viento, es una imagen típicamente masculina. El “facta, non verba”, ídem de lienzo. Y el cliché “muda, absorta y de rodillas, como se adora a Dios ante el altar”, no es sino el sueño húmedo de un poeta varón bastante trasnochado.

Olvidémonos del silencio, entonces, en este inminente 8 de marzo, y aceptemos una construcción del mundo en altoparlante, dialogada o mejor aún a coro. Hablando se entiende la gente, dicen. Aquí hablamos poco, y a gritos, y no hay manera de entendernos. Sería cosa de gritar menos y escucharnos más, en particular a las mujeres, muy destacadamente a las mujeres trabajadoras. No hablo solo de las asalariadas, sino de todas las mujeres realmente existentes que interactúan con el mundo a través de su tarea diaria, asalariada o no. Ellas tienen mucho que aportar a esta encrucijada concreta de la historia. Y nos conviene a todos escucharlas porque han sido personas silenciadas, no silenciosas. Y lo que tienen que decir, en este 8 de marzo pero también en todos los demás días del calendario, es básico, sustancial, imprescindible.

He ilustrado mi llamamiento a hablar (que suscribiría con placer mi amigo de Facebook Antoni Cisteró, un promotor de la participación en todas sus facetas) con una miniatura de los “Comentarios al Apocalipsis” del monje Beato de Liébana (siglos XII-XIII), en el códice que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Manchester. Debo la imagen a Miriam Beso, otra amiga de Facebook. El corte transversal del arca es ejemplar. Noé y su familia ocupan la cubierta superior y examinan la rama de olivo que les ha traído la paloma de un árbol con el que ha tropezado la embarcación. En el suelo, la retirada de las aguas ha dejado cadáveres de ahogados esparcidos. En el interior del recinto del arca, todos los habitáculos han sido primorosamente dispuestos. Los animales, bien apareados: las aves en la parte superior para que no extrañen el aire libre, los mamíferos debajo, y al fondo de todo, los monstruos. Se supone que los peces y criaturas acuáticas se han apañado por sí mismos. Los insectos, ni se cuentan.

En el primer recinto, arriba a la izquierda, está la cocina; una olla hierve al fuego. En el último recinto, abajo a la derecha, aparecen los aseos, biplazas y provistos de todas las comodidades. Se diría que se trata de un diseño femenino, en el sentido de que para la travesía de la vida no se ha descuidado ningún aspecto práctico.

¡Viva el 8 de marzo!