martes, 7 de marzo de 2023

CLOTILDE LEYENDO

 

Joaquín SOROLLA, ‘Clotilde leyendo’, reproducción regalo de Carmen, recién instalada sobre una librería de mi despacho. A un lado tiene a mi nieta Carmelina en la entrada del Palau de la Música Catalana; al otro, un dibujo que para mí representa la aventura de escribir.

 

Hoy andamos en casa de efemérides. Hace justo 53 años decidimos no hacer caso de las advertencias de Papa Georges (1), e inscribimos nuestros nombres al pie de un pergamino. “De perdidos, al río”, comentó Carmen, y yo estuve más o menos de acuerdo. Nuestras dos familias eran pesimistas: “Esto no va a durar”, era el comentario más común. Tenían razón, por supuesto, apenas nos quedan dos telediarios, el nuestro aspira a obtener el récord Guinness del amor eterno más corto de la historia.


El momento fatal de la firma (7.3.1970)


Yo he regalado a Carmen un anillo que ha elegido ella, claro, porque mi gusto para los adornos femeninos se aproxima peligrosamente a lo desastrosamente catastrófico. Ella me ha regalado una reproducción de una acuarela de Sorolla, “Clotilde leyendo”, que me gustó mucho cuando la vi en la exposición del Palau Martorell hace apenas un mes. De Clotilde García del Castillo he escrito en alguna otra ocasión (2) en este blog. El hecho de que leyera mientras posaba multiplica a mis ojos su valor total como persona. En mi despacho tengo una reproducción en gran formato del sabio Salomón leyendo un libro (quiero creer que el ‘Cantar de los cantares’, puestos a leer la Biblia, que sea algo que valga la pena), visible en la fotografía de la “instalación Clotilde” reproducida aquí abajo. Puede verse a Salomón en majestad lectora, enmarcado en un par de bafles ya obsoletos, y escoltado por algunos ejemplares de mi colección de azulejos del oficio de escribir.




(1)  “Ne gravons pas nos noms au bas d’un parchemin”. G. BRASSENS, “La no-petición de matrimonio” (1966).

(2)   Ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2021/03/otro-sorolla.html