lunes, 8 de noviembre de 2021

NO ME GUSTA QUE A LOS TOROS

 




Imagen de una corrida en Alcalá del Júcar, año 2006: en los toros de cualquier manera, cuando deberían ser un sacramento consumido religiosamente por los fieles, en particular los de abono en barrera, contrabarrera o palco presidencial.

 

La posición ideológica de nuestras derechas en relación con la llamada fiesta nacional está llena de matices y sobreentendidos. Es un sí pero no, un lo veo y no lo veo. Gracias a Manolo Escobar, un hombre recto de la izquierda de siempre, somos hoy capaces de expresar con bastante aproximación el mandato cuasi divino de la España cañí a su harén particular y privadísimo. Es este: «Mujer, quiero que te gusten los toros y que tengas libertad de ir (pero no libertad de no ir) a ese espectáculo artístico edificante; pero no me gusta que a los toros vayas con la minifalda.»

La razón se explicita en el texto de la copla: «La gente mira p’arriba / porque quieren ver tu cara / y quieren ver tus rodillas. / Me rebelo y me rebelo / y tengo que pelearme / y a los toros no los veo.»

Y así, andan confusos nuestros cardenales, nuestros líderes/lideresas del PP-Vox, y nuestros magistrados/magistradesas del Cuasi Virtual Tribunal Constitucional. Les gusta el Pentateuco, y no tragan al papa actual. Les encanta la libertad de expresión insultante propia, pero no pueden soportar la ajena (ahora andan rasgándose las vestiduras porque se deroga la Ley Mordaza). Practican la manga ancha con la corrupción de los bienestantes, incluidas las testas coronadas, pero son implacables con las manifestaciones de protesta de los humildes.

Y les encanta la fiesta de los toros pero no quieren que su santa vaya a ese templo de la hispanidad más recia con la minifalda sino, a ser posible, de largo, con la mantilla, los tacones altos, el abanico firmado por Vargas Llosa y el clavel reventón en la oreja.