domingo, 21 de mayo de 2023

LA POSIBILIDAD DE UN "SORPASSO"

 


Odeón de Herodes Ático, en la ladera de la Acrópolis de Atenas.

 

Hoy estamos de elecciones en Grecia. Desde Egáleo, donde Carmen y yo ayudamos (en proporción muy desigual) a la buena marcha de la casa de mi hija operada en fecha reciente, hemos tenido pocas ocasiones de tantear el ambiente de campaña, pero en cualquier caso podemos certificar que está resultando muy desangelado. Todo el pescado se daba por vendido desde buen principio, y los pronósticos anticipaban un camino florido para Nueva Democracia.

Pero en los últimos días los sondeos han tomado un cariz diferente, y aproximan mucho a lo más alto del podio las opciones de Syriza y su “Simboleo allaguís”, contrato para el cambio. Entonces, han aparecido de pronto promesas institucionales que antes se echaban de menos, y lo han hecho de una forma bastante tumultuosa y atropellada: se está prometiendo prácticamente todo a una ciudadanía atónita.

El ambiente ciudadano apenas ha cambiado, sin embargo. Los atenienses han recibido el tremendo chaparrón de bendiciones repentinas con ánimo estoico, qué se le va a hacer. No se perciben ánimos mitineros y de fiesta en el entorno. Quedamos a la espera del veredicto definitivo de las urnas, pero flota en el aire la eventualidad siniestra de un “sorpasso” en el mismísimo esprint final. Lo cual sería, según los mismos medios de comunicación que publican tales sondeos, una catástrofe para el país y para sus esperanzas de redención duradera ante las sempiternas troikas.

Sobre las promesas inverosímiles con las que se halaga a un electorado escarmentado en estos momentos de frenesí, para conjurar la posibilidad de hundimiento del “Titanic” liberal helénico, no me resisto a recordar la bonita historia que acaba de contar Guillem Martínez en Ctxt. Dice que Santiago Rusiñol cedió en una ocasión a la tentación de la política, a instancias de la Lliga Catalanista, e incluso hizo un discurso de campaña en un pueblo del interior. Se trataba de prometer bienaventuranzas, y él dio en prometer un puente nuevo. La audiencia reaccionó de forma hostil: “Aquí no hay río”. “¡Pero cómo!”, se exclamó Don Santiago, “si la Lliga gana estas elecciones les prometo que les pondremos un río.”

Algo así parece estar pasando en estas latitudes.