lunes, 8 de mayo de 2023

VIRTUDES DEL VOTO POPULAR PARA CORRUPTOS



Vista aérea del estanque del Retiro madrileño, un lugar alegre y confiado presidido por la estatua ecuestre de un rey de cuyo nombre no consigo acordarme.

 

Cuando llegan las elecciones, las derechas no se ocupan del programa sino de las listas. El programa es el de siempre, por muchas razones: la principal, que no hay intención de cumplirlo, es una mera declaración de buenos propósitos como las que se hacen con el cambio de año. Vox imprimió el mismo programa para todos los municipios en los que se presenta, de modo que en Madrid prometió limpiar la playa.

Son las listas, entonces, lo que importa. Para los puestos a salir se elige a los más necesitados, es decir a los imputados o en peligro inminente de imputación por corruptelas varias. Un puesto de representación democrática implica inmunidad cuando menos temporal. Laura Borràs pudo surfear con desparpajo la muy llamativa ola de sus responsabilidades hasta que llegó la sentencia firme.

La sentencia firme es un punto final, de acuerdo, pero hay muchas maneras de evitarla. Zaplana lo hizo con un certificado médico según el cual estaba a las puertas de la agonía. Ahí sigue, impertérrito. Otros/as gerifaltes de la derecha cuidan de que “sus” fiscales les eviten la imputación misma, y así resuelven el tema de plano. La Casa Real es modélica en ese aspecto, pero es que la inmunidad les viene ya de serie a sus miembros, las listas electorales ni son para ellos/as, ni se las espera.

Ayuso carece de sangre azul y reúne condiciones de imputada por los cuatro costados. Pero nadie la imputa. No hay pruebas suficientes, que dicen. Ya tal. De modo que concurrirá a las próximas elecciones con el ánimo alegre de esa derecha briosa eternamente dispuesta a hacer borrón y cuenta nueva para evitar la imputación judicial hasta la llegada de la prescripción, ese paraíso reservado solo a los corruptos más pudientes.