El
templo de Poseidón en el cabo Sunion (Ática, Grecia). Islas e islotes salpican
el trayecto del sol hacia el poniente. Ninguna tierra emergida es de
despreciar.
No echaré las campanas al vuelo, pero lo que ha ocurrido es
bastante diferente de la clásica traición de un grupúsculo escindido a los
ideales monolíticos y sempiternos de la izquierda. Son dieciséis grupos,
concertados en una sola candidatura de nombre Movimiento Sumar, los que se han
movilizado de forma coordinada, y los “ideales sempiternos” han brillado por su
ausencia en toda la operación.
Los implicados, cuantificables en la línea de partida en un
poco más de dos millones de votos de izquierda, están poniendo todo su esfuerzo
en ser prácticos e inclusivos. Han tratado de no dejar atrás a nadie que quisiera
estar ahí, siempre desde el respeto debido a quienes no, no, no han querido.
Una mención especial a Alberto Rodríguez (el “Rasta” para
las derechas), que fue apeado del Congreso de los Diputados por una maniobra
turbia y, de vuelta en Tenerife, ha puesto en pie el proyecto Drago Canarias y
ha optado a la alcaldía de La Laguna, justo antes de ser el primero en
adherirse al Movimiento Sumar.
Mónica Oltra también fue defenestrada de su vicepresidencia
de la Comunidad Valenciana, por una acusación infundada y maliciosa. La malicia
se ha extendido a la fecha elegida para la publicidad de su inocencia. Algunas
personas, en este país, son culpables hasta que se hace pública, con un retraso
culpable, la demostración palmaria de su inocencia.
Pero Alberto Rodríguez ha mantenido su compromiso con la izquierda
plural, y Mónica Oltra su Compromís. Son dos ejemplos de que la política,
extraña forma de vida, tiene modos distintos de ejercerse, y no todos los
políticos son iguales, no todos, qué va.
Hay quien llama traición a la lealtad a las personas, y
predica como única opción válida la lealtad a las siglas.
Pero las siglas no tienen vida propia, y la realidad viva
es dialéctica. Los que ayer fueron leales mañana serán traidores, si no cambian
su modo de pensar.
“Algo” ha pasado, entonces, sin la menor duda. Conviene
avanzar en la dirección sugerida por un acontecimiento tan sorprendente. Ha
sido un “algo” bastante repentino e inesperado, pero trabajado con mucho ahínco.
No sé dónde podrá llegar este país, pero sí que ha dejado de ser el mismo de antes.