Javier
Tébar Hurtado, historiador, profesor, militante y editor.
Me advierte el editor y amigo Javi Tébar que está ya en los
quioscos virtuales el número 30 de la revista “Pasos a la izquierda”, accesible
a cualquier interesado/a en su muy potente contenido, sin inscripciones
previas, ni contraseñas, ni peajes publicitarios. A eso no le llaman “libertad”
los ayuseros que invaden las terrazas con banderas desplegadas y birra en mano,
y sin embargo nada es más libre que beber de la misma fuente y sin preámbulos
forzosos las elaboraciones recientes de un pensamiento colectivo que se reclama
con orgullo de la izquierda, así en nuestro país como en otros muy destacados.
Lean, si gustan. En unos momentos de volteretas ideológicas
inverosímiles, cuando 2 x 10 = 22 según el portavoz de la maximización del
beneficio empresarial en nuestro país, es necesario rearmarse de razón y de
argumentos. Porque podríamos creernos a pies juntillas aquello que puso
Shakespeare en boca de Macbeth, «La vida es un cuento contado por un idiota».
La vida es otra cosa, por supuesto, y hay otro cuento por contar, y personas capaces
de hacerlo desde discursos elaborados por mentes menos volanderas.
Por llamarles la atención sobre un contenido concreto del
número 30, entre otros muchos posibles, permítanme indicarles el artículo de Samuele Mazzolini “El populismo ha muerto, ¡viva la
izquierda!” He convivido con ese texto bastantes días, porque he sido yo el
traductor. Lo que explica, se refiere a la situación italiana y en buena parte
al Movimiento 5 Estrellas; pero es lícito leer entre líneas consideraciones y
críticas que son válidas en mucha parte para nuestro país. Desde el chispazo populista
que alumbró una posibilidad de lucha donde solo existía miseria de las izquierdas.
La rápida conquista de seguidores y de posiciones institucionales. La pésima
gestión del terreno conquistado. El distanciamiento progresivo entre una élite
autodesignada y la “gente” representada en teoría por ella. El empeño suicida en
mantener la prioridad absoluta de reivindicaciones correctas según análisis,
pero no sentidas ni dotadas de efecto alguno de arrastre. El encerramiento
voluntario en círculos-burbujas bloqueando el paso a otras personas o grupos que
intentaban modificar o alargar el sentido del impulso originario…
Todo lo cual no excluye que no se presente más adelante
otro “momento” populista luminoso que enderece un camino hoy por hoy sin salida.
Pero resulta necesaria una muy consciente sobriedad de la inteligencia
y de la expresión, una rosa de los vientos que señale nítidamente el lugar de la
izquierda frente a la superabundancia desbordada de otros discursos más o menos
populistas que nos ofrecen la conciliación del crecimiento industrial con un
respeto moderado a la ecología; la bienaventuranza de las empresas, compatible
con el hondo contenido social del trabajo decente; el crecimiento sin trabas
del parque automovilístico, con el añadido de una futura severa restricción de
las emisiones que llegará por sus pasos contados; y, finalmente, imagen clave y
definitoria del conjunto, la construcción de un Gran Casino como síntesis exacta
de la propuesta económica que se nos está haciendo.
No es broma, lo dicen en serio.