jueves, 2 de octubre de 2014

CAERÁ SOBRE NOSOTROS TODO EL PESO DE LA CÚPULA



El análisis del gasto público en España en los tres últimos años revela que el peso de la política de austeridad lo han soportado las autonomías y – en mayor medida aún – los municipios, mientras que el Estado no sólo no ha reducido su cuota de gasto sino que incluso la ha aumentado en alguna décima. Los presupuestos para 2015 se ratifican en el mismo criterio. Dejemos a un lado a Catalunya, cenicienta en el reparto del gasto como indicador fiable de que la respuesta de Rajoy a los soberanistas no es otra que el viejo pero no eficaz remedio del ajo y agua. (No sólo se les niega el derecho a decidir; también el derecho a discutir.) Mientras tanto el Estado español se dispone a emerger incólume de la austeridad. Los recortes seguirán teniendo una localización preferente en las áreas de la sanidad y la educación, profundizando en su deterioro, mientras que la burocracia mantendrá en términos absolutos – luego acrecerá en términos relativos – sus dimensiones y su peso en el presupuesto.

Un peso ya muy considerable, difícil de soportar para las estructuras del país real. En las antiguas catedrales, la arquitectura no era sólo ciencia sino también símbolo. Así, por ejemplo, las campanas, voz del Señor, se colocaban en el punto más alto de la construcción, y sobre el crucero de la nave se asentaba, sobre pilastras o sobre tambores, una cúpula que simbolizaba el cielo protector, la providencia divina. El peso de esa cúpula y de la bóveda de la nave sobre la estructura de sustentación representaba un problema técnico importante. Además de exigir un grosor y una fortaleza considerables a los pilares y las columnas del interior, hacía necesario reforzar los muros con contrafuertes e incluso con arbotantes exteriores, que dan a nuestros templos vistos desde el aire ese extraño aspecto de arañas gigantes. Con todo, no siempre se podía evitar el pandeo de los muros, y en más de un caso sonado cúpula y bóveda se derrumbaron sobre los fieles.

Hoy se recurre para evitar tales inconvenientes a cúpulas geodésicas. Su estructura viene a ser la de la sección de un icosaedro partido por su eje principal. La multiplicación de puntos de anclaje y nódulos de resistencia dispuestos en red permite aligerar los materiales y proporciona una estructura autosostenible cualesquiera que sean su altura y sus dimensiones. En teoría es posible, y se llegó a estudiar la solución en determinado momento, cubrir una ciudad como Houston con una gigantesca cúpula geodésica estable e inmune a los movimientos sísmicos. Se trata de un «cielo protector» más aéreo y ligero, más seguro también, y que gravita en menor medida sobre los humanos que se apiñan bajo su cubierta. Todo el secreto consiste en renunciar a la verticalidad, a la jerarquía y al esfuerzo al límite de los materiales, e insistir por el contrario en la multiplicación, la cooperación y el sostén mutuo que proporcionan al interactuar entre ellos los miles de nódulos que conforman la estructura.

La arquitectura conserva su simbolismo social. El procedimiento de construcción es al mismo tiempo un índice de la conformación de la sociedad a la que sirve. Propongo que recurramos también en política a la geodesia, sin esperar a que se precipite sobre nosotros todo el peso de la cúpula.