A
falta de la felicidad, uno puede comprar un buen sucedáneo, siempre que le
llegue la calderilla para pagarlo. Se puede conseguir un helado, como indica
ese simpático cartel, o bien una birra en una terraza, aquel/lla que lo considere
preferible. (Imagen robada de FB. Maldito de mí, no la documenté en su
momento, pido excusas al propietario.)
Ha declarado Alberto Núñez Feijoo que lo primero que hará al
llegar al gobierno – caso de que llegue, que esa es otra –, será derogar la Ley
de Memoria Democrática, la Ley de Educación y la Ley Trans.
Un presidente de gobierno no tiene capacidad para derogar
leyes, pero vamos a suponer en beneficio del argumento que Don Alberto estaba
hablando de poner en marcha los mecanismos institucionales para, desde una mayoría absoluta y
absolutista, pasar la apisonadora por el parqué y planchar toda la obra
legislativa anterior de la purria bolivarista. Visto así, se entiende mejor el
asunto.
Las tres medidas que se propone llevar a cabo Don Feijoo en
el más corto plazo a partir de su eventual toma de posesión, entran dentro de un mismo orden: no quiere
memoria democrática porque le traería malos recuerdos, por más que él mismo
tendría inmunidad plena; no quiere educación porque esta no se compagina bien
con los salarios bajos de la clase de tropa; no quiere derechos de expresión
sexual, finalmente, porque los únicos derechos en este terreno son los
reconocidos de forma consuetudinaria al clero, según la vieja y archiconocida
fórmula de “con el fraile mejor que con nadie”.
Rufus T. Firefly (Groucho Marx) hizo una promesa parecida
al hacerse cargo de los destinos de Libertonia por mandato del establishment
local representado en la persona de la riquísima viuda Gloria Teasedale
(Margaret Dumont). Firefly, en una de las primeras escenas de Sopa de ganso (Leo
McCarey 1933), declara ante el nutrido público que le vitorea: «Si ustedes
creen que este país está en crisis, esperen a verlo después de que haya pasado
por mis manos.»
Igualico, igualico, que su nietecico Don Feijoíco. La
enorme competencia en temas de Estado de que está dando prueba el líder de la
derecha augura reformas de calado en la perspectiva: se bajará el salario mínimo,
se reducirá la cuantía de las pensiones salvo para aquellos que no las necesitan,
se suprimirán los impuestos a la banca (que estará facultada de otra parte para
doblar las comisiones a los pequeños clientes), y solo será posible que los
esposos bendecidos por el sacramento follen los viernes de cuaresma después de
rezar el rosario en familia. Las casas de tolerancia se reabrirán, en cambio,
para un sexo correctamente encauzado, dado que favorecen la creación de puestos
de trabajo y la promoción social de las jóvenes, que de ese modo no echarán de
menos para nada una educación derogada por decreto-ley.
Los ciudadanos seremos felices y comeremos perdices cobradas
en cacerías masivas organizadas por la Dirección General de Caza y Toros para
revitalizar la España vaciada. Las perdices, por cierto, debido a la guerra de
Ucrania, serán artículo de lujo y sus precios andarán más o menos por las
nubes.