miércoles, 6 de octubre de 2021

LOS BURGUESES SON INSACIABLES

 


Imagen reciente de Ada Colau, objeto de odio universal por parte de la burguesía decadente (Fuente, el periódico)

 

Oh vie heureuse des bourgeois, qu’avril bourgeonne

 ou que décembre gêle, ils sont fiers et contents…

Jean RICHEPIN

 

Ochenta entidades barcelonesas han puesto en marcha una plataforma llamada «Barcelona es imparable» para derrotar a la alcaldesa Ada Colau en las próximas elecciones y retornar a aquella Barcelona que fue “modelo de éxito”.

Mi corazón sangra por las ochenta entidades barcelonesas, pero estimo que apuntan mal y yerran en la identificación de la causa de sus problemas, que por otro lado no me cabe duda de que son muy gordos.

Si recordamos el modelo de éxito de Barcelona, consistió en ser una ciudad “de ferias y congresos”. Hubo un dato más, la Olimpiada del 92, pilotada por Pasqual Maragall, que dejó buenos recuerdos en todo el mundo. Todo ello atrajo mucho turismo de masas.

Como en el sueño de Faraón, después de las vacas gordas vinieron las flacas: los alcaldes que sucedieron a Maragall, Joan Clos y Jordi Hereu, si bien pertenecían a su mismo partido, dejaron bastante que desear. Mientras tanto quebró Lehman Brothers, las finanzas globales se despeñaron, y todo el modelo de éxito basado en las reuniones, los alardes de riqueza, las comilonas y los despilfarros de las corporated, entró en barrena. El “modelo de éxito” había sido un espejismo, y de la proclamación de la prosperidad universal se pasó a la alabanza elocuente de la austeridad, incluido el llamamiento a todos al austericidio. Los descontentos, mayoritariamente jóvenes a los que se había despojado sin contemplaciones de su futuro, protestaron ocupando las plazas públicas. No solo en Barcelona, que también, sino en muchos más lugares. Puede verse toda esta historia con anteojeras, pero no hasta el punto de afirmar que solo Barcelona decayó.

Y Colau no había aparecido aún por la Casa Gran, lo hizo solo en mayo de 2015, cuando del modelo de éxito habíamos pasado ya a un modelo obligatorio (TINA) de fracaso. Los bancos, en particular, hubieron de ser rescatados con nuestro dinero. Oigan, ¿alguna de las 80 entidades firmantes del manifiesto es bancaria? No me extrañaría.

Colau no derrotó a un alcalde socialista y unionista, sino a Xavier Trias, nacionalista y procesista. Tampoco Trias había dado en la tecla de una “Barcelona imparable”, qué raro. Fue Colau quien interpretó de forma correcta el sueño de Faraón, mientras la burguesía feliz seguía sumergida en sueños húmedos solipsistas de resurrección. El cambio climático, la ecología, la transición y la pobreza energética como problemas, la pandemia y la organización pública de la salud, la pacificación de un tránsito patológicamente contaminante, el derecho a la vivienda, la conectividad (argumento mal traído por Collboni para exigir la ampliación del Prat, por cierto).

Colau no es infalible, por supuesto, como tampoco lo era la madrileña Manuela Carmena. Carmena ya ha caído, por cierto, y hemos visto lo que ha venido después. Admitiré, si me fuerzan, que Colau no ha acertado en todas sus medidas urbanas ─repito: urbanas─, pero acierta de seguro infinitamente más que cualquiera de las 80 entidades firmantes, vistas una a una y en conjunto. ¿Cuál es el recambio que se propone, el Tete Maragall o el alegre Collboni, fotocopia conforme de aquel Antonio Miguel Carmona que primero aspiró sin éxito a gobernar Madrid y luego ha acabado por resurgir inopinadamente de una puerta giratoria?

Háganme caso, Ada Colau es un seguro de vida para Barcelona.