domingo, 9 de octubre de 2022

EL "DAY AFTER" DE JUNTS PER CAT

 


La “Porta Nigra” de Tréveris. Por ella desfilaban las legiones romanas al volver de la guerra. En triunfo, en el mejor de los casos; o doloridas y cabizbajas, si los bárbaros teutones se habían excedido en sus finezas.

 

La nueva y repentina situación política de Cataluña está acarreando una recomposición forzosa de las fuerzas en presencia. Desde este punto de vista, la convocatoria de nuevas elecciones solo favorecería a Junts. Es más, sería la justificación perfecta de su “No es No” perpetuo. Sumando los plazos de convocatoria, disolución del Parlament, campaña electoral, celebración de comicios, reparto de escaños y consultas para formar gobierno, nos encontraríamos en marzo o abril de 2023 con los brazos cruzados, la casa sin barrer, y encerrados con el solo juguete de la in-indé-independencia. Demasié para el body, como decían nuestros ancestros.

Aragonès descarta esa convocatoria que solo a él correspondería activar (veo en La Vanguardia que Marta Rovira abunda en su misma opinión), y lo fía todo al apoyo de Comuns, mientras mantiene el veto al PSC. No creo que Comuns entre en ese juego, con la vana esperanza de pillar cacho; y no es momento de vetos a la opción que más consenso acumula en el país. Sería bueno que ERC reseteara su posición y avanzara hacia un final de mandato abierto a alianzas siquiera tácticas, basadas en el objetivo mínimo de salvar los muebles. Hay muchos muebles por salvar, de cierto.

Encuentro correctísima y muy sensata la posición expresada por Salvador Illa. El governet está debilitado, pero no es cuestión de apuntillarlo, sino de pensar en los catalanes, más allá incluso de los políticos catalanes. En esta temporada de otoño-invierno se van a decidir demasiadas cosas, para que andemos todos de cabeza, pendientes nada más de sondeos de opinión y de precampañas electorales.

No voy a referirme a las posiciones que mantienen la CUP de un lado, y del otro PP, Cs y Vox, porque por esa parte no hay novedad, señora baronesa, ni se la espera. Son formaciones que viven en el anhelo urgente de una gran catástrofe que lo sumerja todo, porque así podrían echarle la culpa a Pedro Sánchez.

El tema de Junts x Cat es distinto. He leído en torno a él, en Facebook, dos apuntes de comentaristas amigos, de una gran enjundia. Por un lado, Guillem Martínez señala cómo el grupúsculo Puigdemont-Borràs, mayoritario en la consulta y con toda probabilidad minoritario en la organización, corre a alinearse con la moderna ultraderecha 2.0, antes de que se le anticipe la ANC. De ahí la renuncia a la participación en el gobierno y el ultimátum a ERC sobre elecciones o voto de confianza. Contra menos bultos, más claridad.

Por otro lado, Gabriel Jaraba señala similitudes (dentro de las enormes diferencias) con la implosión del PSUC, en su día, debida a incompatibilidades demasiado graves entre sus partes constituyentes. En el caso que nos ocupa ahora, el viejo espíritu de la ganancia regada con sudor de la frente, y de la negociación esforzada sin romper jamás la baraja, choca en exceso con el surfeo de la realidad y la utilización del relato maravilloso como medios para superar todos los obstáculos que puedan aparecer en un medio puramente virtual.

¿Hacia dónde van, entonces, las partes rotas de la nave “Junts”? Creo inevitable una nueva escisión a partir de la cual cada parte buscará su propio nicho ecológico en el que subsistir. La presencia de un número muy considerable de cargos públicos con remuneraciones altas favorecerá una desobediencia amplia a la decisión de romper, pese a haber sido tomada previa consulta a las bases. Habrá quienes prefieran devolver el carné y mantenerse en el cargo, jurando nueva fidelidad a los “traidores”. A cortísimo plazo, los números en el Parlament no serán tan ajustados como resultaría si el bloque Junts pasara entero a la oposición. Puede que haya incluso un Grupo Mixto formado por disidentes a la espera de nuevas certificaciones visadas por las oficinas institucionales.

El panorama se presenta abigarrado y sin duda apasionante. Tengan en cuenta que solo estamos en el día después, the day after, del estallido.