Quizás ahora que se
está enarbolando en mi pequeño país el palo con gran alarde de testosterona
uniformada, sea útil en algún sentido saber que el gobierno tiene en reserva
también una zanahoria bastante escuálida para ofrecer en el momento oportuno
(¿cuál será el momento oportuno, el posterior a una rendición incondicional de
Cataluña con armas y bagajes?). Cito a Guillem Martínez en CTXT: «El País ha hecho un spoiler de la reforma
constitucional que, en 2015, anunció Margallo que poseía. Ojo, en ella han
participado el Presi del Senado y el del Consejo de Estado. No es un
divertimento. Se ofrece a Cat reconocimiento constitucional a sus derechos
históricos y lengua y cultura. La reforma presenta cambios en más de 100
artículos. El do de pecho en el título VIII. Se fijan las autonomías, se fijan
sus competencias, se fija el recurso previo de inconstitucionalidad – no sea
que pase lo de cuando el Estatut –, se fija qué impuestos son del Estado y
cuáles son de la autonomía. Por lo demás, se incorpora el matrimonio homosexual,
se permite que la primogénita del rey sea reina, se fija la no discriminación
salarial y algún derecho social. Se supone que sin desarrollar o garantizar. Es
importante saber que menos de la mitad de todo esto hubiera sido aceptado por
Mas en 2012. Es importante saber que Rajoy tiene este texto en un cajón desde
hace la tira.»
La oferta “in pectore” no es impresionante, quizás
Mariano hace bien al mantenerla guardada en un cajón. Esto no puede ir de una
Constitución otorgada. Es inexcusable una relegitimación de instituciones
excesivamente deterioradas, empezando por la monarquía y siguiendo por un poder
judicial sospechoso de ser la dócil correa de transmisión del ejecutivo. No es significativo que haya cambios en más de 100 artículos, sino saber qué es lo que se cambia, lo que permanece, lo que desaparece. La no
discriminación salarial sirve de poco en los niveles retributivos en los que
nos movemos; solo tendría sentido en el contexto de salarios decentes para un
trabajo decente. Otro tanto puede decirse de los derechos sociales, un terreno
apenas explorado y en el que queda muchísimo trabajo por hacer: trabajo de
fondo, imposible de plasmar en un texto de circunstancias tal como una Consti
sacada del bolsillo en un momento muerto de una negociación, y nacida, como la
diosa Atenea según los antiguos, ya armada con todas sus armas, que se ofrece
como un pack indivisible e innegociable “lo tomas o lo dejas”.
No es tan importante lo que habría aceptado Mas en 2012.
El cambio generacional y el empeoramiento de las perspectivas de progreso social en
todo el país han dejado en el desguace a la vieja ley suprema de 1978; tómese
nota. Pero tómese nota también de que la vieja ley caduca también es susceptible de empeorar.
La desafección de la ciudadanía prolifera, y no en exclusiva la de la ciudadanía catalana; como la risa, la desafección va por barrios; como las habas, se cuece en todas partes. Una cosa es poner a punto entre todos una Constitución en la que nos sintamos representados, y otra muy distinta que se nos otorgue graciosamente una Constitución atada y bien atada para que el estamento que tiene en sus manos la manija de los negocios pueda seguir ejerciendo de lo mismo durante cuarenta años más.
La desafección de la ciudadanía prolifera, y no en exclusiva la de la ciudadanía catalana; como la risa, la desafección va por barrios; como las habas, se cuece en todas partes. Una cosa es poner a punto entre todos una Constitución en la que nos sintamos representados, y otra muy distinta que se nos otorgue graciosamente una Constitución atada y bien atada para que el estamento que tiene en sus manos la manija de los negocios pueda seguir ejerciendo de lo mismo durante cuarenta años más.