No me extrañó la
salida de pie de banco de Susana Díaz en relación con la plurinacionalidad de
España argumentada por Pedro Sánchez (les recuerdo: «Andalucía no es menos
nación que Cataluña, Euskadi o Galicia»), porque en Susana el analfabetismo
político y el populismo arrabalero van siempre unidos en admirable coyunda.
Andalucía no ha de ser menos que nadie. De acuerdo. Hay dos modos de
conseguirlo: uno, aspirar al máximo en todo; otro, segar la hierba en torno a
cualquier intento de diversidad, no vaya a ser que lo distinto de lo nuestro resulte,
en alguna manera o dimensión, también mejor. El café para todos satisface
íntimamente a Susana, aunque se trate de café de achicoria.
La igualdad que
predicó la Revolución Francesa, la igualdad que preside cualquier planteamiento
de fondo en democracia, no es el equilibrio perfecto en los resultados finales,
sino una igualdad en la línea de partida de la carrera, una igualdad de oportunidades.
Con las oportunidades, después cada cual podrá hacer de su capa un sayo; pero no
es de recibo que, al tiempo que malbarata lo suyo, mire de reojo al vecino y
chille cuando le parece que este ha podido conseguir alguna ventaja
comparativa.
Es un axioma reconocido
que la equidad exige tratar de forma diversa las situaciones de partida también
diversas. Cuando se plantea un problema de este género, es necesario establecer
asimetrías y prever compensaciones adecuadas, al modo como se establecen
hándicaps en el peso que llevan las yeguas en una carrera en el hipódromo. A la
postre, unas llegan a la meta antes que otras, y las primeras reciben premios
que no tocan a las que llegaron después. Es el modo normal de funcionar las
cosas en una situación de pluralidad. La pluralidad, la diversidad de
situaciones de partida, no entraña privilegio. Si hay privilegio, este debe ser
corregido.
Quienes, como
Susana, propugnan un reparto igual de los premios, haya sido el que haya sido el
esfuerzo de los participantes, son meros oportunistas; no favorecen la solución
de los conflictos nacidos de la diversidad, sino que ponen palos en las ruedas
de cualquier cambio y de cualquier progreso colectivo, porque su solución ideal
está ya dada de antemano: todos iguales, todos lo mismo.
Existen desigualdades
rampantes, no ya entre comunidades, sino en el interior de cada comunidad. En
particular, existen también en Andalucía. Hay privilegios establecidos por la
tradición, por la religión y por el respeto debido; hay desigualdades internas feroces
de renta, de acceso al bienestar, de oportunidades. Todo lo cual, se diría que
no llama la atención de Susana. Y es que tiene la vista fija en el exterior, ojito
que nada se mueva por ahí.
Posdata urgente: Un amigo me avisa de la confusión posible entre lo que pretendo decir y lo que se me entiende. Es cierto. No pretendo justificar de ninguna manera la consolidación de "ventajas" de desarrollo catalanas frente a atrasos andaluces debidos de alguna manera a sus propias culpas; sino mirar de establecer, aquí y ahora, igualdades "de partida" en una estructura del Estado que dé a la historia lo que es de la historia, pero asegure las mismas oportunidades de desarrollo a todas las nacionalidades y regiones, para emplear los términos de la Constitución. Por la vía de la federación y de la cooperación; de las asimetrías y las compensaciones oportunas. Con la debida procura de igualdad y el debido respeto a la diversidad. Lamentaría que se entendiera de otro modo.
Posdata urgente: Un amigo me avisa de la confusión posible entre lo que pretendo decir y lo que se me entiende. Es cierto. No pretendo justificar de ninguna manera la consolidación de "ventajas" de desarrollo catalanas frente a atrasos andaluces debidos de alguna manera a sus propias culpas; sino mirar de establecer, aquí y ahora, igualdades "de partida" en una estructura del Estado que dé a la historia lo que es de la historia, pero asegure las mismas oportunidades de desarrollo a todas las nacionalidades y regiones, para emplear los términos de la Constitución. Por la vía de la federación y de la cooperación; de las asimetrías y las compensaciones oportunas. Con la debida procura de igualdad y el debido respeto a la diversidad. Lamentaría que se entendiera de otro modo.