Un chusco ha
tuiteado que siempre confunde la Diada con la Odisea. Este año tocaba odisea y
Carmen y yo, dada nuestra alergia a las estelades, que nunca han sido nuestra
bandera, decidimos honrar el día de Catalunya en un rincón catalán que, cosas
de la historia, está en otro Estado. Perpinyà es tan catalana como Barcelona,
tan orgullosa de su singularidad cultural (allí, París hace las veces de Madrid
con un celo parecido), tan diversa y acogedora.
Hace poco se ha
inaugurado un Museu Jacint Rigau (Hyacinthe Rigaud), en el palacete
Lazerme, a dos pasos mal contados de la plaza Arago. Vale la pena del viaje,
aun si no estuviese además a menos de un tiro de piedra del Castillet, de la
Loge, de la escultura de Maillol en el patio del Hôtel de Ville, de la catedral
y el cementerio anejo, del teatro y la casa Xanxo, de las calles estrechas y
las plazas recoletas que son el corazón del viejo Perpinyà, tan catalán y al
mismo tiempo tan francés, misterios de las simbiosis.
Quizá les cuente
otro día alguna historia sobre el pintor Rigaud, retratista de pelucas en la
corte francesa a principios del setecientos, y sobre las demás piezas importantes
contenidas en el nuevo museo, muchas de ellas procedentes del lado de acá de
los Pirineos, desde los fragmentos supervivientes de un retablo gótico del
Mestre d’Albocásser hasta las esculturas de Manolo Hugué o de Julio González
(muerto en Arcueil, Francia, en 1942), las pinturas y algún objeto inclasificable
de Antoni Clavé (muerto en Saint-Tropez, Francia, en 2005), o los tapices de Josep
Grau-Garriga (muerto en Angers, Francia, en 2011). Una catalanidad dispersa
lejos del campanario local, con las marcas del exilio y la impronta de lo
universal.
Lo universal; es
decir, donde ha estado Catalunya antes de las estelades, y donde se la espera. En
la exposición temporal “Picasso i Perpinyà. El cercle íntim, 1953-1955” (Pablo
Picasso murió en Mougins, Francia, en 1973) nos topamos Carmen y yo con un
símbolo acabado de esa catalanidad radiante y expansiva: la Sardana de la Pau, pintada por Picasso en
Ceret en 1953. La tienen ustedes en el encabezamiento de este post. Ojalá
pronto vuelva a ser ella el mensaje de Catalunya al mundo, desde las Diadas y más
allá de las Odiseas.