jueves, 18 de marzo de 2021

LA LIBERTAD EN MURCIA

 


Es más gratificante anunciar victorias futuras (lendemains qui chantent), que reflexionar sobre los reveses. Incluso cuando se trata de reveses menores. (Ah, ¿pero hay reveses menores?) Mi amigo Maxi Antequera es ejemplar en la permanente actitud vigilante sobre nuestra propia praxis. De vez en cuando me escribe en FB, sobre algún problema candente: “PACO, sobre esto tenemos que analizar y debatir mucho.” Cuánta razón tienes, Maxi.

La moción de censura en Murcia ha decaído, por 21 votos a favor, 23 en contra, y una abstención. Hubo (me cuesta hasta escribirlo) un intento in extremis de sumar a la censura los votos de tres expulsados de Vox; intento que ha sido neutralizado mediante diversas contraofertas, incluida la consejería de Educación para una persona que no ha pasado en su currículo académico de la EGB. Bien. Ya se sabe dónde suele estar colocada la Educación en unos presupuestos de la derecha: había que adjudicar en la rifa una “maría”, una consejería de relleno con pocos recursos y no muchas oportunidades de enriquecimiento, y se ha encontrado a la persona idónea.

Pablo Casado, presente en el hemiciclo para demostrar su “amor” a las tierras murcianas, ha aprovechado para sacar pecho: “Hoy empieza la reunificación del centro-derecha en torno al PP.” López Miras ha sido menos concreto y más declamatorio: “Hoy gana la libertad.” Los dos han lanzado al “sanchismo” una advertencia curiosa: “No todo vale en política.”

No son afirmaciones para hacer burlas sobre ellas. Son casamatas, puntos nodales de resistencia en una guerra larga de desgaste y de posiciones. La búsqueda de atajos, emboscadas y golpes sorpresa puede acabar así de mal, en una región caracterizada desde las postrimerías del siglo XIX por el arraigo del cacicato, una infraestructura ideológica muy anterior al franquismo o a los fascismos del XX.

Vox ha pedido la convocatoria inmediata de elecciones para dar “estabilidad” a la región. El rebufo ultra podría ser considerable, después de un intento de maniobra de ingeniería política fallido por la razón última de que se contaron solo los números, y no a las personas de los parlamentarios; y porque se previó una acción, sin tener suficientemente en cuenta las posibilidades de reacción.

No es agradable analizar los fallos propios, tiene mucho más predicamento insistir en la desvergüenza, la falta de escrúpulos y el transfuguismo de la segunda parte contratante.

Pero eso era cosa sabida de antes. Y en cambio se lanzó la operación “como si” la desvergüenza, la falta de escrúpulos y el transfuguismo no fueran precisamente las características definitorias de las personas con las que se quería contar en firme para una “regeneración” democrática en las instituciones de gobierno de la región, que es tanto como decir la torre del homenaje.

Debajo de la torre está el foso de los cocodrilos.

Vale la pena analizar todo lo sucedido, en un momento en el que se emprenden nuevas ofensivas en la línea del frente. En Murcia se ha jugado al cadornismo, y quienes han salido perdiendo han sido los/las murcianos/as. Las cosas no han quedado igual que estaban antes, las posibilidades de un cambio se han esfumado para mucho tiempo, y el desánimo es contagioso.

Todas las reflexiones anteriores podrían ser útiles, o no, en la batalla pendiente en Madrid, que ya no requiere una mayoría en el recinto del parlamento, sino un corrimiento en el voto popular. Palabras mayores.

Se piensa en una blitzkrieg, una guerra relámpago que lleve en volandas a las fuerzas plurales de las izquierdas al sorpasso. La empresa es difícil, y el tiempo, muy corto.

¿Qué pasará, a fin de cuentas? No me pregunten a mí; si quieren el consejo de un experto, consulten a Maxi Antequera. Maxi las ha visto de todos los colores, y tiene un olfato muy fino para detectar posibilidades ventajosas en estas coyunturas difíciles. Arriba le tienen junto a Julio Anguita. Maxi es el que está en primer plano. El que aparece a la derecha de Anguita, es Pere Portabella.