viernes, 5 de marzo de 2021

MEMORIAL DE DOLENCIAS Y CARTA DE BATALLA

 


Hoy hace un año, delante de la Tour de la Babote, en Montpellier.


Or, j’avais hérité d’grand-père
Un' pair' de bott’s pointu’s
S’il y a des coups d’pied que’que part qui s’perdent
C’lui-là toucha son but

Georges BRASSENS, ‘Grand-Père’

 

Hoy llego a la cita diaria con el blog algo retrasado. Mi intención era hablarles de Carmen Laforet, que en septiembre habría cumplido cien años, y que ha merecido un magnífico artículo de Anna Batallé en Babelia. Quedará para mañana, si dios quiere y la justicia no nos prende.

A eso de las once he empezado a sentirme mal: mareo, visión borrosa, un dolor incómodo que me recorría el brazo izquierdo, y una hinchazón del estómago muy evidente. Si paseaba, sentía la necesidad de tumbarme; si me tumbaba, la de estar sentado. No hacía especialmente frío, pero me he envuelto en una manta. También me he tomado la presión, y estaba disparada. Yo me he visto favorecido por la naturaleza, debido a mis numerosos pecados de todo tipo, con una gastritis aguda y severa, diagnosticada hace ya cerca de cuarenta años. Esta mañana, mi gastritis se ha puesto a galopar.

Carmen ha llamado al CAP, y me tienen controlado a distancia. El médico de Urgencias nos llamará esta tarde para ver cómo siguen los acontecimientos. Mientras, me he contentado con ingerir paracetamol y almorzar una compota de manzana preparada por Carmen ─riquísima─, mezclada con un yogur desnatado. Era esencial tapizar un poco los tejidos irritados.

Tenía en marcha el ordenador, y como he podido, he ido siguiendo en facebook de forma sincopada las novedades de los amigos. Resulta que a Daniel Martín le han hecho la prueba y ha dado positivo del bicho. No pasa nada, Dani, de esas y otras más apuradas hemos salido. Ahora bien, me pregunto y te pregunto: ¿tendrá alguna relación lo que nos está pasando ahora mismo con las indigestas pollas en vinagre ─como las llamáis en Izavieja─ con las que nos quieren hacer comulgar?

Finalizada mi exposición del memorial de dolencias, llego entonces a la carta de batalla. Esto va en serio, damas y caballeros enredadores, emborronadores y aprovechados de la política. Tengo en el armario unas botas acabadas en punta, en bastante buen estado. No son las botas de siete leguas del marqués de Carabás, pero tampoco pierden mucho en la comparación. Y como dice Brassens en una de sus canciones de utilidad polivalente y multifuncional, es posible que en alguna parte haya puntapiés que se pierdan en el vacío, pero los míos llegarán con total precisión y seguridad al culo elegido.

Es un aviso a navegantes. Como nos enseñó el Redentor, “no jodáis y no seréis jodidos.”