martes, 23 de marzo de 2021

NO HAY UN LADO BUENO DE LA HISTORIA

 


‘El corro infantil’, pintura de Hans Thoma.

 

Pinto, pinto, gorgorito

Dónde vas tú tan bonito

A la acera verdadera

Pim, pam, pum, fuera.

(CANCIÓN INFANTIL)

 

La acera verdadera solo existe en los juegos del corro, solo la cantan voces infantiles. Siempre es tentador dejarse decir que la Historia nos absolverá, que ella nos dará la razón, que nuestra forma de pensar es coherente con la marcha triunfal de la Historia universal hacia el progreso de la humanidad. Son grandes palabras, bastante gratuitas. La Historia (con mayúscula), sencillamente, nunca hace eso; va a su bola.

Desde esta perspectiva, y justamente por esta razón, pienso junto a otros muchos que la única forma sensata de tratar adecuadamente a la Historia es situarse contra corriente. No exactamente ser antisistema, pero sí escéptico en relación con los grandes sistemas. Y en los momentos trascendentes en que la Historia pretende dar lecciones de un valor universal, dedicarnos a hacer novillos.

Eso no quiere decir que esté en contra de la Historia como ciencia, aclaro; pero sí lo estoy de la Historia como Absoluto, como Fin Último que justifica todos los Medios.

Ha dicho Isabel Díaz Ayuso que si te llaman fascista, eso quiere decir que estás en el lado bueno de la Historia. Es una insensatez, por supuesto, pero también lo es la suposición simétrica contraria: que estás en el lado bueno si te llaman comunista.

Porque no hay lado bueno. Dejemos a la Historia en paz y dediquémonos con menos prosopopeya a procurar que la casa común esté más limpia, mejor ventilada, y pintada en colores más alegres. Que los que vienen detrás de nosotros no se vean obligados a vivir en la pocilga que les hemos dejado en herencia.

Esa es en sustancia toda la historia (con minúscula).