sábado, 20 de marzo de 2021

SENTARSE ENCIMA DE LA MANTEQUILLA

 


En lo más alto de la escalinata de San Luis, que une los dos niveles del castillo de Peyrepertuse, mal llamado cátaro, en el sur de Francia. Años noventa.


… que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

 

Leo en la prensa del día que nuestro ex vicepresidente favorito ha empezado su campaña electoral por la presidencia de la CAM con una declaración de principios sobre la rebaja de los alquileres, a la intención del gobierno Sánchez del que acaba de descolgarse para sentirse más cómodo.

Don Venancio Sacristán habría arqueado una ceja interrogativa. ¿Es esa una aplicación del principio de que “lo primero es antes”? ¿Es una forma de promover la unidad del frente antifascista ante el peligro de involución duradera que representa un gobierno de centro-ultra-derecha en Madrid? ¿Cuál es la estrategia implícita en ese movimiento pro-rebajas de alquileres, y cuál la táctica?

Iglesias habría sido tal vez más prudente ateniéndose al consejo de Don Quijote al trujimán, y siguiendo con su canto llano, sin meterse en contrapuntos “que se suelen quebrar de sotiles”. El mensaje al electorado habría ganado en claridad: derribar un gobierno ultraliberal que se adorna con ribetes de fascista es un objetivo sin duda prioritario respecto del tema del coste del alquiler. Cierto que quienes padecen alquileres elevados agradecerán el guiño del candidato y lo mismo se deciden a votarlo, pero lo mismo no. Quizás convendría un enfoque algo distinto, más dirigido hacia el rechazo de quienes negocian con fondos buitre, para dejar situado el tema de los arrendamientos urbanos en una perspectiva de cambio más global, y en una administración más racional de los esfuerzos.

Me atrevería a decir incluso que el tema de los alquileres, con toda su innegable crudeza, viene a ser, por así decirlo, la guinda del pavo en la agenda política del momento. O la mantequilla.

Me explico respecto de la mantequilla. En “Tres hombres en una barca”, obra de Jerome K. Jerome que debería ser de lectura recomendada en todas las escuelas del país (de paso, los escolares reirían más y serían más felices), uno de los tres amigos que preparan una excursión en bote de remos por el Támesis aparta con decisión a los otros dos, que en sus esfuerzos por empaquetar prendas de vestir y víveres, se estaban estorbando continuamente el uno al otro. “¡Basta! ¡Dejadme a mí, inútiles!” Casi lo siguiente que hace es sentarse encima del paquete de la mantequilla colocado transitoriamente sobre una silla. El autor del libro sostiene que no fue en absoluto un accidente, sino que lo hizo a propósito, solo para demostrar de lo que era capaz.