La
rueda de la Fortuna, ilustración del poema de los “Carmina Burana” con el que se
abre la cantata de Carl Orff (1936).
El jefe de la oposición ha confundido “galerna” con “caverna”.
No es tan grave, dado que son dos palabras trisílabas, y riman. Peor es
confundir el culo con las témporas, y me da la sensación de que el señor Feijoo
es perfectamente capaz de hacerlo. Ahora mismo se dispone a acudir al Senado
con un discurso en el que confunde la factura de la luz con ETA.
El alcalde de Madrid también ha dado un resbalón de poca
importancia: ha confundido a Carmina Burana con una cantante. En realidad se
trata de una cantata de Carl Orff basada en cantos de goliardo. Tal vez el
señor Almeida se vería en un apuro de tener que explicar quiénes fueron los
goliardos, los clerici ribaudi. Lo digo porque quien ignora lo menos,
suele ignorar también lo más. En cualquier caso, todas sus ignorancias en el
terreno cultural palidecen al lado de la barbaridad de haber hecho arrancar del
cementerio de la Almudena unos paneles de piedra que llevaban grabados versos
de Miguel Hernández.
Porque en este caso, Almeida sí sabía el alcance de lo que
estaba haciendo. Se explicó diciendo que los versos podían resultar ofensivos
para algunas personas. No le pareció ofensivo para nadie arrancar versos de uno
de los grandes poetas que ha tenido este país.
Se habría espantado el alcalde madrileño de haber sabido los
pormenores de lo recopilado en esos Carmina Burana recomendados por él. Es
una colección de composiciones casi siempre anónimas, obra de clérigos exclaustrados y
estudiantes sin Universidad que recorrían en la Edad Media los caminos de Santiago y otras
peregrinaciones, brillando en las tabernas con el canto o la declamación de
piezas de una cultura clerical refinada y un ingenio transgresor. Además, de
forma circunstancial, esos goliardos o “hijos de Goliat” subsistían mendigando,
robando o violando cuando se terciaba.
No todo era siniestro en aquella vida azarosa, sin embargo.
En mi composición favorita, “In taberna quando sumus”, el cantor da toda
clase de detalles de una espléndida y democrática cogorza colectiva. «Bebe el
ama bebe el amo, bebe el soldado bebe el clérigo, bebe él bebe ella, bebe el
siervo con la criada, bebe el activo bebe el perezoso, bebe el blanco bebe el
negro, bebe el constante bebe el vago, bebe el bruto bebe el mago.» (Bibit
hera, bibit herus, / bibit miles, bibit clerus, / bibit ille, bibit illa, / bibit
servus cum ancilla, / bibit velox, bibit piger, / bibit albus, bibit niger, / bibit
constans, bibit vagus, / bibit rudis, bibit magus.) [Tomado de “Carmina
Burana”, edición bilingüe prologada por Carlos Yarza. Seix Barral, 2ª ed. 1981.