Mapa
de nuestro crucero fluvial. Fuente, CroisiEurope.
‘Pero lo nuestro es
pasar’
Antonio MACHADO
Renania ha sido en primerísimo lugar una encrucijada, un
lugar de paso. Eso va con los imperios y países diversos que se han asentado
ahí, sucediéndose y con frecuencia masacrándose los unos y los otros; y va
también con la vertebración del territorio que supone la presencia de un gran
río navegable.
El tramo del curso medio y bajo del Rin con sus afluentes queda
situado entre la cuenca del Ruhr, al sur, y el mar del Norte, al norte. En un
lado los minerales, en el otro las grandes estructuras del comercio internacional,
la Hansa original y las hansas sobrevenidas. Todo ese tráfico ingente entre la
extracción de las materias primas (carbón, hierro) y su elaboración y
distribución, se ha canalizado durante siglos a través de la misma arteria
vital.
No hablamos exactamente de un río, sino de un sistema
fluvial complejo. Puede verse con facilidad en el esquema de nuestro crucero.
Las dificultades de la navegación por una vía de agua tan imprevisible y
poderosa como el Rin dieron origen al mito de Lorelei, la sirena que atrae a
los marineros desde lo alto de un peñasco y les lleva a la destrucción entre
remolinos.
Los marineros se enamoraban de Lorelei y morían felices por
ella. Es el mito romántico de la femme fatale, por lo demás un mito
universal. Antonio Machado lo expresó, en su “Cancionero apócrifo”, de la forma
más racional posible: «Gracias, Petenera mía, por tus ojos me he perdido;
era lo que yo quería.»
Pero en el río no hay solo naturaleza rebelde; también
trabajo, un trabajo sistemático que ha ido acumulándose de una forma visible: obras
de canalización, diques, terraplenes. En particular, señalo un método ingenioso
de salvar desniveles de la corriente por medio de esclusas. Las esclusas son
cámaras aislantes que se vacían y se llenan de agua para situar al barco en el
nivel del tramo fluvial siguiente. Son un sistema que corrige los caprichos del
río, refrena sus excesos y proporciona seguridad. Todos los cruceristas corrimos
a la cubierta superior del Lafayette para presenciar la operación del paso
por las primeras esclusas: ese movimiento vertical de ascenso o de descenso
entre dos compuertas herméticamente cerradas a las que se añade o se retira
agua del mismo río. La primera fue la esclusa de Gravenmacher, con un desnivel
de 6,26 m; la segunda, la de Kanzem, de 12 m de desnivel, y pasamos en los dos
sentidos.
El río, así pues, no es solo naturaleza en estado salvaje,
sino además trabajo humano invertido en domesticar esa naturaleza y ponerla al
servicio de otras finalidades. En Sarreburgo vimos cómo, desde un pequeño salto
de agua de un tributario del Saar, un caz permitía mover dos grandes ruedas que
debieron formar parte en tiempos de molinos harineros u otro ingenio semejante.
Todo ese “trabajo”, en tanto que elemento de progreso, está integrado en el
paisaje y le añade “valor”, valor de uso.
El
centro de Sarreburgo, con la cascada y el caz.
Quizás no es casual que Carlos Marx naciera en Tréveris, en
medio de todo esto. A la vista de un observador renano se ofrecen en todo
momento ejemplos acabados de trabajo, de valor, de cambio, de progreso
material. También aparece con mucha claridad, lo diré sin paños calientes, la
miseria de las ideologías. El gran descubrimiento de Marx, el sentido más
positivo de su obra es, a mi entender, la idea de que la humanidad no es un
punto de partida sino de llegada. No nacemos hombres y mujeres, sino que nos
hacemos, después de un largo proceso de aprendizaje. Desde el reino de la
necesidad, marcado por los límites impuestos por la naturaleza, la humanidad
puede acceder mediante un esfuerzo de inteligencia colectiva y solidaria que
llamamos trabajo, al reino de la libertad y de la igualdad.
Llamamos progreso a ese tránsito o travesía. Como en una
esclusa, accedemos de un nivel inferior a otro superior, y en cada ascensión ganamos
una mejor perspectiva de lo que nos rodea.
Hay también viajes en sentido contrario, sin embargo.
Acabamos de ver un descenso abrupto de nivel colectivo en las elecciones
italianas.
Una
esclusa, en el río Brenta.