domingo, 1 de febrero de 2015

IZQUIERDA SOCIAL, INSTRUCCIONES DE USO

Maurizio Landini, secretario general de la FIOM-CGIL, ha lanzado en una entrevista reciente en MicroMega (1) la propuesta de una «izquierda social» que suceda – o renueve – a lo que él llama la izquierda tradicional. ¿Renovar en qué sentido? Él mismo lo explica: la izquierda tradicional (Bruno Trentin la llamaba vincente, triunfante en el sentido de que ha eclipsado a otras izquierdas con concepciones o formulaciones divergentes) concibe la política desde la lógica del poder, lo que la aproxima más de lo que sería deseable a los planteamientos de los profesionales de la política de todo pelaje, lo que algunos llaman la «casta». La izquierda social concibe en cambio la política como un instrumento de participación. Estos serían sus ejes de actuación, según Landini: «Unir, en el plano sindical, las diferentes formas del trabajo, incluidas aquellas que no están representadas por el sindicato, que, por lo demás, debe acometer una renovación profunda. Y en el plano político, ofrecer un espacio común a todos los que hoy se ven privados de representación.»
El plano sindical y el plano político se entrecruzan y se potencian mutuamente en este planteamiento. No se anuncia, por tanto, ni el fin del sindicato ni el fin de la izquierda política, sino más bien todo lo contrario; porque se da un nuevo sentido y un vigor renovado, diría que primaveral, a dos grandes instituciones que después de haber representado mucho históricamente se encuentran en esta coyuntura en un tramo descendente de su trayectoria parabólica y, de no enderezar el rumbo con un golpe de timón enérgico, podrían acabar en un ángulo oscuro del salón de la modernidad, «de sus dueños tal vez olvidadas, silenciosas y cubiertas de polvo.»
Al parecer, algo de todo eso se habló en el curso de una larga e instructiva velada en Villa Palmieri de Poldemarx (2). También se habló de Podemos, no faltaba más. Resulta que a Landini le gusta más el modelo de Podemos que el de Syriza, y a nosotros, que apenas acabamos de asimilar la novedad de Syriza, no nos cabe el asunto en la cabeza. Se reprocha a Podemos su indefinición en muchos aspectos. El reproche sería oportuno de no ser porque las izquierdas sesudas, sensatas y profesorales están a la espera de que esos politólogos noveles les den un objetivo concreto sobre el que descargar toda su artillería. Y ellos, hasta el momento, hurtan el cuerpo a la crítica. No tanto por cálculo, entiendo yo, como porque lo que manejan todavía tiene mucho de movimientista, de asambleario y de improvisado.
Todo se irá decantando en su momento, pero haremos mal si andamos con prisas exageradas quienes creemos en la necesidad de la conformación de una izquierda atenta, tanto a la resolución de las contradicciones concretas del trabajo, como a la extensión y al fortalecimiento de los derechos de ciudadanía; es decir, una izquierda como la que propone Landini o la que proponía Trentin. Porque conviene que nos demos cuenta también, todos nosotros, de la fuerza que Podemos recibir de, y que Podemos insuflar en, el experimento Podemos.
Si conseguimos hacer confluir las sinergias.