domingo, 11 de febrero de 2018

IRA QUE ENGENDRA IRA


Pensaba en Macerata ayer, mientras veía “Tres anuncios en las afueras”, película de Martin McDonagh, que es también responsable del guión.
En Macerata, Las Marcas, Italia, una muchacha blanca de 18 años se escapó de un centro de rehabilitación y acudió en busca de droga a los Giardini Diaz, refugio de africanos llegados en patera a Lampedusa y amontonados después en cupos para vivir de cualquier manera, al margen de todo, entre la mendicidad y la delincuencia.
Al parecer, la muchacha murió allí mismo, de sobredosis. El hombre negro que le había vendido la droga perdió la cabeza al pensar en las posibles consecuencias, ocultó el cadáver, lo troceó, lo metió en dos maletas y se deshizo de él. Las maletas fueron encontradas, sin embargo, y el hombre detenido. Al darse a conocer la noticia, un neofascista blanco de 28 años cogió su pistola, salió a la calle, mató a tiros a seis negros y recibió a la policía con el saludo fascista.
Cuando ingresó en el penal de Montacuto, fue recibido con aplausos por los internos. El eterno líder de la derecha italiana Silvio Berlusconi, que vuelve a optar a la presidencia, ha prometido expulsar a 600.000 inmigrantes si es elegido. Al parecer esa promesa electoral le asegura buenos réditos en votos.
La protagonista de la película de los anuncios, encarnada por la maravillosa actriz Frances McDormand, descubre sobre la marcha que la ira engendra ira. Quiere concretar el deseo de vengarse de quien violó y mató a su hija, pero las cosas van mucho más allá de lo que imaginó al principio. La frase, que incluye un verbo difícil, “engendra”, se la dice una persona inverosímil. “No es mía, claro”, se excusa. “La leí en un almanaque.” Se trata de una verdad obvia, una filosofía ofrecida gratuitamente y sobre la que nadie piensa demasiado, hasta que surge una ocasión en que el trasfondo oscuro la hace resaltar como un anuncio luminoso en la noche.
El título original de la película es “Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri”. Es un acierto haberlo recortado para su distribución en España. No se trata, en efecto, exclusivamente de las afueras de Ebbing, Misuri, sino de las de cualquier lugar. Todos estamos situados de alguna forma en las afueras, al margen de algo.