domingo, 3 de enero de 2021

EL RAVE

 


Imagen del desalojo en Llinars (fuente, Europa Press)

 

En sustancia, aquí no ha pasado nada. El público internacional que suele embellecer año tras año la platea del Musikverein de Viena, frustrado por la prohibición de aplaudir rítmicamente los compases de la marcha de Radetzky (un cabrón con pintas, como recordaba ayer el maestro Bulla en su muro de facebook), se echó al monte de Llinars y se montó el aplauso de inicio de año por su cuenta. Desde Holanda (¡ay, la puritana Holanda!), Francia, Italia y Alemania, acompañados por lo mejor de cada casa de casa nuestra, montaron un fiestorro electrónico con ambigú gestionado por los propios asistentes. Se rellenaron en las oficinas on line del Govern los impresos correspondientes para el preceptivo DRAEC (Desvío Reglamentario de la Atención en Eventos Clandestinos, formulario F777bis) y se abonaron religiosamente las tasas vigentes en los reglamentos ad hoc (no tengo pruebas, lo reconozco, es solo una suposición desde la vieja constatación de que aquí, pagando, Sant Pere canta), para que nadie les molestara en su legítimo derecho a decidir por su cuenta. Los mossos, liderados por el intrépido major TrapHero, quedaron mano sobre mano, al hacérseles llegar desde la Conselleria de Interior la orden terminante de no intervención hasta la llegada de protocolos solicitados a la mayor urgencia. La fiesta había de durar cuarenta horas pero misericordiosamente se acortó en cuatro. La Bóbila fue desalojada de forma pacífica cuando ya no quedaba casi nadie dentro, por contingentes antidisturbios potentemente equipados. Aquí paz y después gloria. Todos contentos, hemos vuelto a ser el asombro de Europa. Se ha demostrado un alto grado de flexibilidad primero, y de eficiencia después. A las instituciones no les ha temblado la mano, salvo alguna cosilla entre Sanidad e Interior, que como es sabido corresponden a obediencias distintas dentro de la sagrada comunidad de intereses.

La combinación de flexibilidad y eficiencia es algo a lo que estamos ya acostumbrados en este pequeño rincón, desde hace tiempo: todas las tardes se celebra en la Meridiana el rave de los CDR, y es siempre el mismo éxito.